Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling es pura y exclusivamente suyo. Todo lo demás, es completamente inventado. Sin fines de lucro.

4. Adicto

Love, i hope we grow old
I hope we can find the way of seeing it all
"Easy to please", Coldplay

9 de diciembre
Podía escuchar su respiración acompasada, como todas las noches. Como todas las noches, deseando no estar allí. Esa noche, que ya estaba llegando a su fin, pues fuera el Sol dominical empezaba a mostrarse, sin embargo, ese deseo era mucho más intenso que en cualquier otra. Mucho más.

Cerró los ojos, viéndose sumido en una oscuridad parcial entonces. Abrió la boca, tomó mucho aire, y volvió a cerrarla. Sostuvo el aire en la boca, con las mejillas infladas. Pronto sintió la necesidad de respirar, pero no lo hizo. Unos segundos después, los oídos se le taparon, haciéndole escuchar un intenso zumbido, como si cien abejas estuvieran ahí, justo a un lado de sus orejas. Apretó las manos en peligrosos puños, conteniendo aún el aire. En cualquier momento… era inevitable… necesario. Abrió los ojos, las manos. Exhaló. Inhaló profundamente. Exhaló con desgana.

"Tengo algo importante para decirte"
"Sí, dime"
"Es algo difícil…"
"Tranquila, sabes que puedes decirme lo que sea"
"Bien…"
"…"
"…"
"¿Tanto misterio¿Qué pasa, Hermione?"
"…"
"¡Dime!"
"Gin…"
"…"
"Oh, Dios"

No quería hacerlo, pero ya no podía evitarlo. Algo hervía dentro de él y, más temprano, al mediodía, había estallado al fin. Tan dolorosamente, que el ardor aún estaba allí, recorriéndole la garganta sin cesar, la boca, los labios.

Giró la cabeza. Justo ahí, con un pasillo bastante más ancho que de costumbre de por medio, estaba ella. Respirando acompasadamente mientras dormía, en la otra cama. Tan cerca y tan lejos. Tan lejos.

Se separó de ella algunos instantes después, como si una cuerda le hubiera jalado hacia atrás con intensidad. Ella tenía los ojos vidriosos, y hacía un gran esfuerzo por contener las lágrimas. Él dio unos pasos hacia atrás, tratando de eludir aquella fuerza invisible que le atravesaba el pecho, y que parecía provenir de ella misma. Su respiración se aceleró, y el corazón comenzó a latirle más rápido que nunca. ¿Qué había hecho? Podía sentir una sombra gigante cerniéndose sobre el futuro de los dos, sobre su pasado y sobre ellos mismos. ¿Qué había hecho? Le era inexplicable cómo, después de tanto tiempo reprimiéndose, había explotado de aquel modo, tan imprevisible e inconvenientemente. ¿Qué había hecho? El aire no le llegaba a los alvéolos, le costaba respirar. La vista se le nublaba, y su imagen, ella parada frente a él lamentándose por lo que sería, se perdía en la neblina de su mente. ¿Qué había hecho? Necesitaba salir de allí, con urgencia. ¿Qué había hecho?

Definitivamente, había empeorado todo: ahora ella lo sabía. Había sucedido justamente lo que él no quería, desde el comienzo. Qué le había impulsado a hacerlo, no lo sabía. Lo que sí sabía era que había sido inevitable. Inevitable, a pesar de todo el dolor que guardaba dentro, incurable. Necesario.

Una descarga en la nuca le hizo tomar conciencia de pronto. Repentinamente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y no tenía la certeza de querer detenerse. De hecho, no quería detenerse. Lo había deseado demasiado tiempo, y finalmente ahí estaba, tan cerca suyo como nunca antes. Era algo indescriptible. La cercanía, su calidez. El solo recordar que esa misma tarde había pensado que se resignaría a que nunca tomaría el valor suficiente para declararse, le resultaba ahora casi increíble. Había pensado en resignarse a la oportunidad de probar sus labios, del modo que estaba haciéndolo en ese preciso momento, tan deliciosamente. Esa, ahora, no era una posibilidad siquiera remota. Sin haber terminado de tomar la primera dosis, podía asegurar que ya era un adicto dependiente a aquello. A ella. A tenerla tan cerca, a ser quien le hiciera suspirar así, llenándole de gozo. Le faltó el aire pronto y tuvo que separarse de ella, pero tan sólo mínimos centímetros. Abrió los ojos y lo primero que vio fue su mirada castaña, empañada. Las palabras sobraban.

Ella hizo un sonido extraño, y él se giró rápidamente para mirarle: se había puesto boca arriba, y la respiración se le había acelerado un poco. Aún en la oscuridad, pudo ver claramente que su rostro se contraía en expresiones de dolor.

Olvidándose de todo lo que había estado pensado tan solo unos segundos antes, se levantó y atravesó el cuarto hasta llegar al borde de su cama, para ponerse en cuclillas a su lado, preocupado. Movía la boca, sin emitir ningún sonido. ¿Estaría teniendo alguna molestia, o estaría sólo soñando? Dudó.

Levantó una mano y estaba por tocarle en la frente cuando ella finalmente habló.

"Ron…" susurró, sin abrir los ojos. "Ron…" volvió a llamar, cuando el no respondió al primer aviso.

"Aquí estoy" dijo él al fin, reaccionando. "¿Te sientes bien?" preguntó, susurrando también.

Ella intentó respirar profundamente una vez antes de contestar. El rostro se le contrajo de nuevo, y ella apretó los labios con fuerza. Negó con la cabeza.

"¿Hermione?" se desesperó. No entendía qué pasaba, y ella no parecía capaz de poder transmitírselo. "¿Tynes?" se le ocurrió. Hermione asintió.

ººººº

Eran cerca de las seis de la mañana cuando finalmente estuvieron frente a la vidriera polvorienta. Siguieron los pasos como siempre y pronto se encontraron en el inmaculado vestíbulo de San Mungo. Se acercaron rápidamente al mesón de informes y consultaron por el paradero de su amiga. Subieron con prisa al quinto piso, y una vez allí buscaron a Ron con la mirada. Lo localizaron finalmente a mitad del pasillo, sentado justo frente a la puerta de la habitación 307.

"Ron" le llamó Ginny al llegar a su lado. Él levantó la cabeza y los otros dos pudieron ver el deplorable estado de su rostro. Las ojeras, negras, estaban marcadas profundamente bajo sus ojos y tenía el cabello muy desordenado. Se notaba que llevaba incontables horas sin dormir, y la preocupación estaba reflejada con claridad en sus ojos, apagados. "¿Cómo está?" preguntó, sentándose junto a él en una de las sillas negras dispuestas a la espera.

"No me han dicho nada aún" respondió él, escueto. La voz le sonaba pastosa, como si no la hubiera utilizado por años enteros. "¿Pudiste traer las cosas?".

"Sí, aquí están" intervino Harry, sentándose al otro lado de su amigo, de modo que Ron quedó entre medio de él y su esposa. Dejó el bolso que traía colgado al brazo bajo el asiento.

"¿Y Michael?" quiso saber Ron, devolviendo los ojos a sus manos, juntas entre sus rodillas.

"Con mamá" contestó Ginny. "¿Qué pasó, Ron?" inquirió inmediatamente después.

"No lo sé, Ginny. Sólo estaba durmiendo y de pronto…"

"¿Señor Weasley?" interrumpió la voz de un sanador en ese momento.

Ron se levantó y se acercó a él en menos de un segundo. "¿Cómo están?" preguntó, apremiante. "Hermione y el bebé¿están bien?"

"Tranquilo" aplacó el sanador, con una pequeña sonrisa complaciente en el rostro. "La señora Weasley está estable ahora, pero tendrá que estar al menos por dos días más en observación, por su estado".

"¿Qué sucedió?" acometió de nuevo él, sin dejarse callar.

"Todavía no lo hemos determinado. Suponemos que su descompensación fue producto de la reacción de una glándula extraña, que Hermione heredó de su padre, provocada por una emoción fuerte. ¿Tiene idea de cual puede haber sido?"

Ron negó con la cabeza vagamente. "¿Puedo verle?" pidió.

"No aún" negó el sanador. "Los calmantes todavía no han surtido efecto y cualquier cosa puede volver a alterarle. Pero le dejarán pasar apenas ella esté dormida, se lo prometo" agregó, al ver la mirada de desesperación que Ron le dirigía. "Puede aprovechar para dormir un poco, será como mucho una hora. Apenas llegue la sanadora Tynes y ella establezca que es posible, podrá pasar".

Ron asintió suavemente y el sanador se alejó, perdiéndose por el pasillo.

"Ron" le llamó Ginny de nuevo. Él volvió a sentarse entre su hermana y Harry, volviendo al estado en que ellos le habían encontrado al llegar. "Te conviene llamar a tu casa, sus padres están preocupados. Les dijimos que no era nada grave, que no era necesario que vinieran, pero no parecían demasiado convencidos".

Él volvió a asentir, sin atinar a hacer otra cosa. Oyó que Ginny soltaba un largo suspiro y le pedía a Harry que fuera por café. Harry se levantó, le preguntó antes de alejarse si él quería una taza, a lo que él asintió, y luego sus pasos sonaron yéndose hacia la derecha.

"¿Qué pasó?" volvió a preguntar Ginny entonces, ahora que estaban solos.

"No lo sé" respondió él de nuevo.

Una descarga en la nuca le hizo tomar conciencia de pronto. Repentinamente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y no tenía la certeza de querer detenerse. De hecho, no quería detenerse. Lo había deseado demasiado tiempo, y finalmente ahí estaba, tan cerca suyo como nunca antes. Era algo indescriptible. La sangre le hervía, ardiente. Ya no había podido controlarlo. Aquello había sobrepasado la línea que delimitaba el deseo, y se había transformado en una completa necesidad. Algo tan necesario, que se había vuelto inevitable. Tan inevitable, que podía considerarse necesario. Las brasas, que volvían a arder, como nunca antes, le quemaban otra vez. Sentía esa presión, una sombra, algún tipo de persecución que no iba a cesar a menos que cortara con todo, de raíz. Pero no podía hacer eso. Era necesario, preciso, que él estuviera con ella en ese momento. Sabía que ella no podría hacerlo sola, que necesitaba su ayuda. Tal vez todo había sido una puesta para que él aceptara pasar aquel tiempo a su lado. Sonaba narcisista, lo reconocía, y no era algo de lo que podía decirse orgulloso. Le habría gustado que sus pensamientos no se hubieran vuelto tan retorcidos, pero ella lo había ocasionado, después de todo. Si él pensaba en forma extraña sobre ella y lo que había sucedido entre los dos¿por qué ella no iba a hacerlo? Si él estaba dispuesto a todo por un momento más a su lado, a todo por una mínima chance que le permitiera olvidarlo todo, perdonarle¿por qué ella no iba a estarlo? Si él era adicto a ella¿por qué ella no iba a serlo a él? Así como él le amaba, a pesar de todo, incondicionalmente, sabía que ella también lo hacía. Años atrás, habían compartido ese ritual, famoso. Nada podía romper eso, y los dos lo sabían. Podrían sentir cuándo esa llama se apagara, en forma inmediata. Sería decisivo. Se lo habían dicho: el calor sería irrecuperable. Por eso estaba tan seguro. Ese aire pesado, esa calidez, aún estaba ahí. Esas brasas, tan ardientes como siempre. Incluso, más intensas que antes. Le era inexplicable que se hubieran avivado y que, sin embargo, ellos no pudieran estar a la altura de eso, inexplicable e inevitable, que generaban en el otro. ¿Había habido algún tipo de falla cósmica, acaso? Tal vez. Solía pensar en eso como una posibilidad. No había otra explicación. De otro modo¿cómo podría sentir aquel placer y, al mismo tiempo, aquel rechazo? Todo lo incoherente del asunto se cristalizó en aquel momento. Quería alejarse de ella, jamás volver a ver sus ojos, y quería quedarse allí por siempre, y que nada volviera a separarles. Nada. Tan necesario, que era inevitable. Tan inevitable, que era necesario. Tan adictos, que estaban dispuestos a darlo todo por una dosis más.

Ginny aceptó en silencio que él no iba a decirle nada. Optó entonces por reclinarse en su silla y esperar, sin decir otra palabra, a que Harry volviera.

ººººº

Sentía las extremidades ya entumecidas, y aquel efecto extraño que seguía recorriéndole el cuerpo, llegando lentamente a cada recoveco. Tuvo la intención de levantar la cabeza, pero no se sintió capaz. No lo hizo. Sólo siguió observando la oscuridad en que la cara interior de sus párpados, que parecían ahora más pesados que nunca, la sumían. Quiso abrir la boca y llamar a alguien para que le explicara qué había pasado y cómo estaba su bebé, pero no se sintió capaz. No lo hizo. Sólo volvió a tragar la saliva que se había acumulado en su boca, lo que le provocó una ligera molestia. Movió las manos, abiertas, sintiendo las frías sabanas de inmediato. El entumecimiento seguía dispersándose, cansándole. Deseaba que lo que fuera que le hubieran dado terminara de surtir efecto, más que nada. Las punzadas que le habían azotado por todo el cuerpo en la madrugada ya se habían ido, pero aún podía notar un dolor intenso en la parte baja del abdomen. Eso le preocupaba. No se le ocurría qué era lo que podía haber pasado, y no se atrevía a pronosticarlo tampoco. Pero sí se atrevía a pensar que estaba relacionado con el episodio, como había decidido llamarlo. Alguien abrió la puerta. Escuchó algunos pasos y luego el ruido de los botones de los aparatos al ser presionados. No sintió nada más.

ººººº

Media hora después de que el sanador le hubiera dicho que tenía que aguardar, llegó la sanadora Tynes. Él intentó retenerla en el pasillo, y pedirle que le dejara pasar en ese momento, pero ella lo eludió con las mismas palabras con que el otro sanador lo había hecho. Tuvo que resignarse entonces a volver a su posición, entre Harry y Ginny, a esperar de nuevo.

"No hemos encontrado nada, y ya pasó un mes y medio. Queremos regresar, no hay nada que hacer aquí"
"Usted no es quien decide cuándo no hay más que hacer, Weasley. La misión continuará hasta que el jefe lo decida"
"Pero…"
"No hay pero, Weasley. Sus compañeros y usted volverán a la investigación hasta nuevo aviso. Buenas tardes"

Reclinó la cabeza hacia atrás, golpeándose el tope con la pared. Cerró los ojos con fuerza. Suspiró. Ginny le presionó una rodilla en señal de apoyo.

"¿Hermione?"
"Mmm"
"¿Estás despierta?"
"No por mucho tiempo"
"¿Puedes escucharme?"
"¿Qué sucede?"
"…"
"Ron, dime"
"…"
"Hey… ¿qué pasa?"
"Sabes que te amo¿no es cierto?"
"¿Qué clase de pregunta es esa?"
"Lo sabes¿no es cierto?"
"Ron…"
"Necesito que me respondas"
"…"
"…"
"Sí, lo sé"

"Los padres de Hermione estaban muy preocupados, de verdad" escuchó que Ginny decía. "Deberías hacerles un llamado, o ir a tu casa a tranquilizarles". Él no respondió a eso y Ginny tampoco agregó nada, así que el silencio volvió a reinar en el ambiente.

Caminaba sin rumbo desde hacía más de una hora. No tenía la más mínima idea de dónde estaba, pero sabía que estaba lejos. Lejos de ella. Y eso le aliviaba sólo un poco. La sola idea de que tendría que volver en algún momento, tarde o temprano, le atormentaba. ¿Cómo volvería a mirarle a los ojos sin preguntarse si ella sentía lo mismo? Se había expuesto en un modo sumamente peligroso. Que él lo supiera, era una cosa, pero que ella estuviera enterada ahora era otra completamente diferente. ¿Cómo volvería a mirarle a los ojos, ahora que ella sabía que nada había cambiado? Cuando incluso las cenizas habían desaparecido. ¿Lo habían hecho? No, definitivamente. Las brasas se habían extinguido, y aún así seguían ardiendo. No se habían extinguido, no podía engañarse. Jamás lo harían. La cueva las protegía de los vientos, de los torrentes pluviales. De todo. De los oseznos. De los vientos. No podían vivir separados, y lo sabía. Ahora ella también lo sabía. Se detuvo de pronto. Ella era indispensable para su vida, y siempre lo había sido. Se sentía indefenso. Como un osezno. En una cueva. Ardiente. Adicto.

Abrió los ojos y el blanco techo del pasillo de San Mungo se dibujó en sus retinas. Podía escuchar ahora un poco más de movimiento en los corredores aledaños. Supuso que debían ser ya las siete, la hora a la que más o menos comenzaba la actividad intensa en el hospital. Volvió a sentir la mano de su hermana sobre su pierna, y el abrazo de Harry. Quiso agradecerles por su presencia, pero hablar le costaba un trabajo descomunal. Se sentía cansado, culpable, y desgraciado. Más que nunca, deseó que todo lo que había sucedido en los últimos ocho meses jamás hubiera acontecido. Cada paso, cada palabra, había llevado a lo que ahora estaban viviendo. Todo había estado mal, desde el principio. Él nunca tendría que haberse ido, jamás. Movió la cabeza hacía adelante un poco, y luego hacia atrás de nuevo. Su coronilla colisionó contra la dura pared con fuerza. Volvió a cerrar los ojos.

"¿Solo?"
"¿Cómo?"
"¿Solo¿Te envían solo?"
"Con Harry. Probablemente envíen también a Megan"
"Megan"
"Sí, Megan"
"¿La misma Megan que estaba el otro día en tu cubículo¿Esa Megan?"
"Sí, esa Megan"

ººººº

Lucía tan indefensa, que le resultaba difícil creer que era la misma que él conocía. Respiraba despacio, y dormía profundamente. Él caminó despacio, atravesando el cuarto. Sin dejar de mirarle ni por una milésima de segundo. Sin que una voz insistente dentro de su cabeza dejara de repetirle que él tenía la culpa. Se sentó a su lado, en una silla negra cerca de la camilla. Luego de unos minutos, tomó su mano derecha, inerte, entre las propias.

"Hermione" susurró sin darse cuenta, mientras acercaba la mano de ella a su rostro. Su aroma le llegó rápidamente, invadiéndole. No pudo evitar que algunas lágrimas, que había estado conteniendo todo lo que llevaba esperando, se escaparan de sus ojos en ese momento.

Levantó la cabeza y le observó. Seguía tal y como estaba momentos antes, imperturbable. Fue entonces él cuando se dio cuenta: hundida en su letargo obligado, ella no podía saber que él estaba allí, ni cómo.

Bajó la vista a sus manos otra vez. Apoyó sus codos en la camilla, y le besó los dedos con parsimonia, cerrando los ojos. Cuando los abrió, lo vio. Teniendo ya siete meses, el bebé debía estar casi preparado para salir a luchar. Casi pudo verlo allí, dentro de su madre, ajeno a todo lo que estaba sucediendo entre ellos, durmiendo plácidamente. En ese momento, las ganas de que ese pequeño fuera su hijo se hicieron más fuertes que nunca, y el recuerdo de la traición también.

Volvió a mirar a Hermione. En ese momento, las ganas de encontrar la clave que le permitiera olvidar y perdonarle, se hicieron más fuertes que nunca. ¿Qué no hubiera dado él porque las cosas se dieran de otro modo, como las habían planeado¿Qué no hubiera dado él porque aquel niño fuera de los dos¿Qué no hubiera dado él porque la familia que parecían ser fuera real¿Qué?

Bajó la vista una vez más y se sorprendió. Inconscientemente, había colocado sus manos y la de Hermione sobre el vientre de ella. Pudo ver las alianzas en los dedos anulares de los dos, doradas y brillantes. Y sintió un suave movimiento del bebé.

Los ojos se le anegaron de nuevo, como hacía tiempo no le sucedía. Se sentía más impotente de lo que se había sentido en su vida entera, tan poco hombre como jamás se había sentido. Allí estaban, pasando por el peor y más incoherente de los calvarios sólo porque él quería estar algún tiempo más con ella, antes de resignarse a que todo había terminado. Recordó que el día anterior había pensado en que Hermione había preparado todo el cuento de sus padres para que él aceptara compartir con ella aquellos meses. Ahora sabía que las cosas eran completamente inversas, que él era quien no podía vivir con la sola idea de estar lejos de ella, a pesar de que esa lejanía hubiera sido producida peor de las traiciones.

Todo era su culpa. Ahora podía verlo con claridad: sólo había aceptado ayudar a Hermione porque eso le permitiría pasar algunos meses cerca de ella antes de que todo terminara para siempre, y no porque realmente quisiera salvarle. Sólo había aceptado ayudar a Hermione porque era adicto a ella.

Y ella estaba ahí, inerte, indefensa, frágil, y sufriendo, sólo porque él lo había decidido.

"¿Señor Weasley?" la voz de la sanadora Tynes llegó a sus oídos. Él levantó la cabeza hacia la puerta y observó a la mujer. "Debo pedirle que se retire, tengo que hacer algunas revisiones".

"Sólo un momento más" pidió él, con la poca entereza que logró reunir. La sanadora asintió y volvió a cerrar la puerta.

Él se levantó. Soltó la mano de Hermione, que cayó a un costado de su cuerpo. Le acarició una mejilla con la yema de los dedos, en forma reverente. Le resultaba increíble. Cómo le amaba y cuándo daño estaba haciéndole. Ella le había hecho daño a él también, pero había sido lo suficientemente valiente para alejarse cuando se había equivocado y cuando era necesario. Él no.

Se inclinó sobre su cuerpo y besó suavemente la mejilla que había acariciado. Antes de incorporarse, pronunció las únicas palabras que sabía que no podría decirle cuando ella despertara: "Te amo"

ººººº

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Rosely: muchas gracias! Espero que estés del otro lado, que hayas disfrutado este capitulo y que algunas de tus dudas vayan dilucidándose. Gracias por leer!
Ana: me alegra mucho saber que te ha gustado el capitulo anterior, y espero que hayas disfrutado mucho éste. Gracias por leer!
Alicia: muchas gracias por los deseos! Me alegra saber que te gustó el capitulo anterior, y deseo que hayas disfrutado mucho éste. El link que me dejaste no aparece, son cosas de FF, pero si querés mandame un mail con la dirección y en el primer momento libre que tenga leo tu historia. Gracias por leer!
Roci: no lo rápido que todos quisiéramos, pero aquí está la continuación. Espero que la hayas disfrutado! Gracias por leer!

Ay, mi gente. Sinceramente no tengo "cara" para haber tardado casi un mes en actualizar cuando mis exámenes han terminado hace casi dos semanas y mi tiempo libre se ha incrementado considerablemente desde entonces. Todo lo que tengo para alegar es que estaba terriblemente empantanada con la historia y no podía continuar, a pesar de que pasé horas y horas frente a mi cuaderno escribiendo. Este capitulo tiene cuatro versiones, para que se den una idea, y cada una dista mil millas de la otra. Simplemente no sabía para dónde quería que la historia continuara, pero afortunadamente pude decidirlo y aquí está el cuarto capitulo. Espero que lo hayan disfrutado mucho, que vuelvan a perdonarme por una extensísima demora y que me comenten en un hermoso review qué les ha parecido (millones, millones de gracias a quienes comentaron el capitulo anterior. No saben todo lo que significan sus palabras para mí).

Adío!