Disclaimer: ¡Acabo de llevarme la mayor decepción de mi vida¡Resulta que ninguno de los personajes de Sailor Moon me pertenecen¿Os lo podéis creer:'(
ÁNGELES CIEGOS
Жєςŧℓαŋ₫
Hay un mundo para los vivos y otro para los muertos, y el puente que los une es el amor, lo único que permanece, lo único que tiene sentido...
Capítulo I: Trazos
Un trazo, leve, mecánico, pero aún así extraordinariamente preciso. Y otro. Y otro más. Parecía dibujar con la rapidez con que su imaginación creaba la imagen en su mente, las alas, la espada ensangrentada, la expresión de ira desesperada y, a la vez, de tristeza infinita. Se detuvo amorosamente en los ojos, intentando imitar la profundidad de aquellos pozos verdes, su magnetismo, su explosión de sentimiento. Era increíble como, aún siendo simplemente un dibujo, aquellos ojos eran capaces de hipnotizarla, de arrancarla de la realidad y hacerle vivir una vez más aquel espectáculo tan horrible y desgarrador que soñaba cada noche.
Aquella mirada…
"Kaioh-San"
Michiru pegó un bote en la silla, el corazón dándole un vuelco, y levantó la mirada para encontrar la de su profesor de arte, que la observaba con una sonrisa.
"Kaioh-San" repitió "me alegra ver que estaba tan concentrada en su trabajo que ha olvidado todo lo demás. Llevo llamándola un buen rato."
"G-Gomen ne, Hiro-sensei" Michiru notó un leve rubor subirle a las mejillas al sentir las miradas de sus compañeros de clase. "¿Qué desea?"
"Siendo usted una de mis mejores alumnas, Kaioh-San, me gustaría ver su trabajo"
Michiru musitó un rápido "¡H-Hai!", antes de tenderle con cuidado el cuaderno a su profesor. Éste lo observó pensativamente durante unos instantes, en los cuales Michiru tragó nerviosamente alrededor de tres cuartos de litro de saliva, antes de volver a esbozar una sonrisa, esta vez de admiración.
"Soberbio, Kaioh-San, como de costumbre. ¿Podría ponerse de pie y explicarnos su dibujo?"
"Por supuesto" lo odiaba. Odiaba ser el centro de atención. Si antes había podido sentir las miradas de sus compañeros clavadas en ella, ahora estas parecían traspasarle cada parte de su cuerpo. Puso las manos detrás de la espalda, preguntándose cómo podría empezar. "Yo, em, esto…"
"Es un ángel, no es así¿Kaioh-San?"
"Si, eso es" respondió Michiru, aliviada de que fuera su profesor quien dirigiera la conversación.
"Y esa espada cubierta de sangre… ¿intenta suicidarse?"
"¡Oh, no!" Una simple espada no podría acabar con su vida. Es inmortal Michiru se preguntó de dónde habría venido ese pensamiento "Quiere cortarse las alas"
"¿Y por qué quiere cortar sus alas?"
Michiru descargó el peso de su cuerpo en un pie y después en otro, incómodamente.
"No lo sé, sensei" dijo finalmente, el rubor de sus mejillas creciendo por momentos.
"¿Mmm?" El profesor la miró con sorpresa "¿No lo sabes?"
"No, aún no" A cada palabra que decía se sentía más ridícula. "Yo… intento averiguarlo…"
Risas. El poco autocontrol que le quedaba se esfumó cuando oyó las risas contenidas de algunos de sus compañeros. Sin embargo, esas risas murieron cuando el profesor pronunció las siguientes palabras.
"Desde luego tiene usted espíritu de artista, Kaioh-San"
Michiru sintió como se expandía su sonrisa, y una oleada de alivio brotó desde el fondo de su corazón. Pero duró poco, ya que en ese momento se oyeron cuatro golpes secos en la puerta, y entonces entró.
Versión masculina del uniforme escolar, algo más de un metro ochenta, el tono de su cabello era el del tabaco rubio, los ojos, de un verde tan brillante y profundo que Michiru juraría que eran capaces de brillar en la oscuridad.
En cuanto que Haruka Tenoh entró en la clase, Michiru rezó para que su profesor no se diera cuenta. Claro que hay quienes rezan diariamente para que les toque la lotería y tienen la misma suerte.
"Vaya…" el profesor echó una ojeada al cuaderno que aún sostenía en las manos y a Haruka, alternativamente. "Así que es usted el modelo artístico de Kaioh-San"
XxXxX
"¿Qué dijo qué!" Michiru, que aún no había recuperado su color habitual, asintió levemente. Su interlocutora le dio una palmada condescendiente en la espalda.
"Vamos, vamos…" dijo Rei Tamada, que así se llamaba la chica "podría haber sido peor… por ejemplo, podrías haberte tenido que quedar a solas con él después de eso…"
"¿Y quién crees que me acompañó hasta tu clase!" Rei se encogió de hombros tímidamente ante la expresión torturada de su amiga.
Michiru sabía que Rei era incapaz de entender la magnitud real de lo que había pasado. Se había quedado paralizada, echando humo por las orejas mientras una voz chillona repetía en su cabeza, ¡muerte¡destrucción¡CATÁSTROFE!. Ella había sido la única en darse cuenta de que la expresión de indiferencia de Haruka se convertía en una de nerviosismo. Y aún peor. De miedo.
Durante los segundos que siguieron a las palabras de su profesor, solo hubo silencio, vagamente perturbado por algunos cuchicheos en la clase. Después, Haruka carraspeó, aclarándose la voz.
"Youko-Sensei me ha mandado a buscar a Kaioh-San y…"
Definitivamente, durante el fin de semana habían agrandado el pasillo. Miles de kilómetros. Caminaron en un incómodo silencio hasta que Michiru reunió valor suficiente para hablar.
"No te preocupes… el dibujo aún no estaba terminado… ¡no se que pensara dibujar…!... quiero decir que…"
"Está bien" respondió la cortante voz de Haruka, aunque Michiru creyó detectar alivio en su voz. "Está bien…"
Había entendido a qué se refería. En el ángel dibujado por la sirena, no era posible detectar las curvas femeninas.
"Bueno, Michi-Chan" la voz de Rei interrumpió el hilo de sus pensamientos. "¿Qué te ha parecido la propuesta de Youko-Sensei?"
Michiru repasó mentalmente las palabras de su profesora de literatura y una sonrisa orgullosa apareció en sus labios, sus problemas olvidados momentáneamente.
"¡Creo que es una idea genial! No es que esté en contra de representar Romeo y Julieta este fin de curso, pero crear una obra por nuestra cuenta… ¡qué emoción!"
Rei asintió vehementemente.
"Además, es un honor que haya confiado en nosotras para la composición… "paró durante unos instantes antes de añadir, sacando pecho "…claro que no es de extrañar¿quién mejor que una futura Nobel de Literatura y la nieta perdida de Mozart?"
"Ya, ya…" Michiru se echó a reír "La verdad es que nunca entenderé por qué escogiste ciencias, con el talento que tienes con las palabras."
"Espera y verás, que cuando te veas con nueve meses de embarazo y complicaciones en el parto, desearás tener un médico de confianza a tu lado para que te haga la cesárea."
Michiru dejó de reír y hubo silencio durante unos instantes, antes de que Rei estallara en carcajadas.
"Vamos, vamos¡era broma!" Empezó a darse palmadas en los muslos mientras luchaba por respirar. "Prácticamente he podido verte una gotita en la cabeza, como en los dibujitos esos…"
"Tamada Rei-San" dijo Michiru con seriedad mientras se levantaba de la mesa de la cafetería. "Debería vigilar sus comentarios de mal gusto." Se giró y salió de allí andando con fingida indignación.
"¡Hey, Michi!" Rei salió tras ella con un donut en la mano "Oh, no te pongas así…"
La camarera las miró irse con una sonrisa, como disculpando la estupidez de la juventud. Entonces cayó en la cuenta.
"¡Es la quinta vez este mes que se van sin pagar!"
XxXxX
Todo había comenzado a principios de ese curso. Era el último ciclo de instituto, los dos últimos años antes de la universidad, y los grupos deportivos aumentaban altamente en severidad y exigencia. Alguien con suficiente talento podría salir de allí siendo un profesional.
Eso era precisamente lo que pretendía Haruka Tenoh.
Acababa de llegar ese curso, y en pocos días (pocos segundos en realidad, lo que se tarda en mirar de arriba a abajo a una persona), se había convertido en una especie de ídolo, ganándose una inmensa fama entre las chicas. Y algunos chicos.
No solo era guapo, atractivo, misterioso y sacaba unas notas aceptables, sino que además en tan solo dos clases de Educación Física había batido todos los récords de velocidad de la escuela, y su profesor lo había recomendado al entrenador de atletismo.
Esa misma tarde, después de las clases, había hecho las pruebas de admisión.
Sonrisa, palmada en la espalda y un asentimiento satisfecho.
"A partir de hoy tienes cinco horas menos cada semana para malgastar, muchacho"
Muchacho.
Hizo un ruido desdeñoso con la garganta mientras se acercaba a los vestuarios. Miró alrededor para asegurarse de que no había nadie. Por suerte, aún no habían empezado los entrenamientos oficiales, y el lugar estaba vacío.
A partir de ahora tendré que arreglármelas de otra forma se dijo mientras entraba en los vestuarios femeninos.
Una vez que se hubo desnudado, que las vendas que normalmente escondían su pecho yacieran en el suelo junto con su ropa y que, ya en las duchas, el agua caliente empezara a deslizarse por su espalda, fue cuando lo oyó.
Alguien había entrado en los vestuarios. Haruka se giró bruscamente, y dando un traspiés, cayó de bruces estrepitosamente con un grito de sorpresa.
"¡Oh Dios!" la recién llegada se agachó a su lado y la ayudó a incorporarse ·¿Estás bien? He oído un grito y…" la chica se paró bruscamente, con los ojos fijos en la rubia. Esos ojos (ojazos) verdes eran difíciles de encontrar. Sin contar el hecho de que su mejor amiga se pasaba horas y horas babeando sobre ''aquel pedazo de rubio que ha llegado nuevo''. Sus ojos se abrieron con sorpresa.
Haruka suspiró y bajó la cabeza en espera de su sentencia.
"Yo… tú…me… me han aceptado en el equipo de natación." Fue lo único que pudo decir Michiru.
XxXxX
En algún lugar en medio de aquella oscuridad oyó unos sollozos. Alguien estaba llorando con desesperación. Avanzó a ciegas con los brazos extendidos, en un vano intento de encontrar algo sólido en medio de las tinieblas. Entonces, no muy lejos, empezó a emerger una claridad.
Ignorando el sentido común de ''no vayas a la luz'', caminó hacia ella. Era el ángel, otra vez. Haruka.
Tenía los ojos arrasados de lágrimas, los hombros le temblaban al ritmo de los sollozos y miraba con odio sus alas.
Sabiendo lo que venía a continuación, Michiru intentó gritar. Pero ya era tarde. El ángel descargó su espada.
La sirena abrió los ojos para encontrarse con la negrura insondable del techo de la habitación que compartía con Rei. Se llevó una mano a la boca, preguntándose si habría gritado de verdad.
Asomó la cabeza por el borde de la litera y miró hacia abajo, pero su compañera dormía a pierna suelta. Y hablo literalmente, ya que Michiru podía ver como las piernas le colgaban por el lateral de la cama. Esa era la principal razón de que ella ocupara la cama de arriba. Después de la tercera caída, Rei había decidido que valoraba demasiado su vida.
Michiru se dejó caer pesadamente contra la almohada. Y volvió a preguntarse lo mismo.
¿Por qué iba un ángel a odiar sus alas?
Nota de la autora:
¿Qué os parece este primer capítulo¿Creéis que debería continuar la historia? Si es así, os ruego encarecidamente que dejéis reviews, así como si observáis algún error. Esos pequeños comentarios de los lectores son lo único capaz de mover el frío corazón de piedra de un escritor (vale, vale, eso último era broma).
Rei¡Hola! Soy Rei Tamada, la mejor amiga de Michiru en esta historia. En este capítulo no salgo demasiado, pero¡no temáis! Si West consigue la inspiración (reviews) suficiente para seguir, apareceré mucho más. Soy una joven y atractiva aspirante a doctora con un talento imposible para escribir, así como una figura envidiable y una humildad sin precedentes. Además, aporto un toque cómico a la historia junto con la Camarera de la Cafetería. West me ha dicho que tiene planes para ella… mientras pueda seguir comiendo gratis, me da igual, sinceramente…
Lectores: zzzzzzzz (canción de cuna de fondo)
Rei: ¬¬U … se captar una indirecta, gracias…
¡Dedicado a mi amor prohibido!
