Disclaimer: ¿Mío? ¡Qué va!
¡Bienvenidos al primer programa del Making Off, o, ¿Cómo se hizo? , presentado por la Camarera de la Cafetería!
En este primer programa contestaremos a las innumerables cartas que los fans nos han hecho llegar con motivo del primer capítulo de esta nuestra historia.
Para ello, contaremos con la presencia de nuestra invitada especial, la única, la inimitable, es capaz de salir despeinada hasta de una peluquería, con ustedes… ¡WESTLAND!
Musiquita de fondo, aplausos y algún que otro grito de, ¿Pero no iba a venir Haruka?
W: ¬¬x Cuidado, no vaya a ser que me cargue a Haruka en el próximo…
Los fans y la presentadora tiemblan ante la Maldad de la Autora.
CdC: -' Esto… bueno, ¡pasemos a los reviews!
W:D Primero, agradecer a Saigo Ryu, G.S -Rei-Chan-01, Miharu, y - (alias Señor Emoticono) sus palabras de aliento.
CdC: Que tierno… ejem, ¿qué le diría a aquellos users, como Ziggy, DarkMajo y chibidarkxiao, que han descubierto su vena artística con este fic?
W: - Mientras que no dediquéis vuestros esfuerzos al arte moderno, ¡aquí tenéis mecenas!
Aplausos y pancartas de 'I♥Art'
CdC: Tengo aquí una nota de MSF (Masoquistas Sin Fronteras), quienes quieren agradecerte la entrada de un nuevo miembro, v:u.
W: Siempre es bueno dar publicidad a entidades culturales.
Sin Comentarios.
CdC: Y para terminar, tenemos a Mikou Tenoh, chavala simpática donde las haya, que pregunta quién es tu amor prohibido.
Suena un trueno en el plató. Cuchicheos de, ¡Oh, no! ¡La Pregunta Impreguntable!
W: D-D
CdC: o-o … ¡devolvemos la conexión al estudio!
ÁNGELES CIEGOS
Жєςŧℓαŋ₫
What more could your love do for me? When will love be through with me?
Capítulo II: Abismos
Su cabeza se convirtió en un pentagrama, inmenso crisol de notas, silencios, claves y acordes, y cuando todo se mezcló formando una gran cacofonía psicodélica, se dio cuenta una vez más de que se hallaba en el punto de salida. Parecía que escribir una obertura se estaba convirtiendo en una odisea.
Levantó la cabeza y descubrió que Rei se había quedado dormida con la cabeza en las manos, y que lo único que había en el folio de papel que tenía delante era un reguero de saliva que se le escapaba por la comisura de los labios.
Casi me alegra ver que estamos en las mismas se dijo Michiru.
Se habían atrincherado en el salón, jurando que no saldrían de allí hasta que hubieran empezado la obra. Eso había sido un par de horas atrás, y Michiru empezó a preguntarse si no irían a morirse de inanición por el camino que iban.
Se levantó bostezando, y estiró los músculos mientras recorría la distancia que la separaba de la ventana. Con las manos en las caderas, Michiru fijó su mirada en un no tan distante mar, y en el eterno ir y venir de coches y personas en la vecina calle. De aquellos entes individuales, cerrados y presurosos, uno parecía brillar con luz propia.
La chica maldijo entre dientes, sin saber muy bien por qué, y se alejó de la ventana en dirección a su amiga, que más que la bella durmiente parecía un oso en plena hibernación.
"Rei" empezó a sacudirla "Rei, Tenoh-san está a punto de llegar." Rei murmuró incoherentemente y entreabrió los ojos. Pareció genuinamente sorprendida al ver dónde se encontraba.
"¿Qué?" murmuró estúpidamente, aún con un pie en el mundo de los sueños. Michiru hizo una mueca.
"El profesor de matemáticas te pidió que le dieras clases a Haruka, ¿recuerdas?" Rei asintió levemente, aunque Michiru tenía la sensación de que no la estaba escuchando. "Bueno, pues está ahí abajo, así que deja de babear sobre los papeles y…"
"¡Eso es!" Rei se levantó de un salto y salió corriendo del salón, dejando a Michiru con la palabra en la boca. Volvió a entrar poco después, con su portátil en las manos y su sonrisa en los labios. "¡La he encontrado, Michiru, en mi sueño!"
"¿El qué?"
"La historia" sus dedos empezaron a recorrer las teclas como niños que se saben de memoria el camino de vuelta a casa. "Tengo la obra enclaustrada en el cráneo."
"Muy bien, pero Haruka…" cuando sonó el timbre y Rei no levantó la vista de la pantalla, Michiru tuvo la certeza de que se iría a la cama pensando en números.
XxXxX
"¿Está bien?" Haruka le tendió el cuaderno a Michiru por enésima vez. Esta lo ojeó brevemente, entre el sonido del teclado y los gruñidos ocasionales de Rei. Michiru la miró de reojo. No les había prestado atención desde que había saludado a Haruka y le había preguntado sino le importaba que fuera Michiru quien le diera las clases de repaso.
"Al fin y al cabo" alegó "yo fui elegida por una mera cuestión alfabética."
Michiru sacudió la cabeza suavemente y le hizo un gesto a Haruka para que se acercase a ver una cosa.
"Está bien," empezó, incómoda "pero tienes que seguir poniendo que α tiende a infinitoen todos los pasos."
"¿Por qué?"
"Porque aún estás usando los límites." Haruka la miró sin pestañear. Michiru suspiró "Porque se hace así."
Haruka tendió la espalda en el suelo con un quejido. "Sería mejor en matemáticas si les encontrara algún sentido."
"Las matemáticas" dijo entonces la voz de Rei en tono dramático "son el caos que se esconde tras el raciocinio humano."
Michiru abrió la boca y se disponía a decirle algo cortante a su amiga cuando oyó que Haruka se echaba a reír. Algo en aquella risa hizo que se contagiara, y pronto estaba echada en el suelo al lado de Haruka, con lágrimas en los ojos. Apenas se dio cuenta de que era la primera expresión de alegría que había visto en la chica. Fue como si se hubiera levantado la niebla que le impedía ver una montaña, o como si se hubiera abierto la persiana de una habitación largo tiempo en penumbra. Michiru sintió como se iba la tensión que había sentido cuando se encontró con la mirada de Haruka en la puerta.
Rei las miró enfadada.
"Me alegra ver que ya habéis terminado, pero en este cuarto hay quien quiere trabajar."
"¿Y qué propone que hagamos, Tamada-san?" inquirió Haruka divertida. Rei se encogió de hombros.
"Aprovechad este tiempo tan bueno e id a jugar al parque con los demás niños."
Michiru se puso en pie con una sonrisa y le tendió una mano a Haruka "Muy bien, mamá. Pero no nos esperes para merendar." La sonrisa de la rubia vaciló un momento, antes de que aceptara la mano de Michiru y se incorporara.
"Recogeré mis cosas"
"Aún es temprano" dijo Michiru sin soltarle la mano "Ya lo harás después, ¡vamos!" Y arrastró a Haruka fuera del apartamento.
Rei las miró irse con el cejo fruncido. Sabía que acababa de pasar algo importante, pero no pudo precisar qué.
Espero que esté bien dejarlos a solas… estos hombres de hoy en día solo piensan en una cosa.
Pronto el sonido de las teclas volvió a llenar la habitación.
XxXxX
Rei no sabía que Haruka estaba lejos de ser uno de esos hombres de hoy en día, y ciertamente esa cosa no era en lo que estaba pensando mientras ella y Michiru recorrían las calles a compás de allegro. Es decir, bastante deprisa.
"¿Adónde vamos?" Preguntó después de rendirse a romper el silencio de forma original.
"Bueno" empezó Michiru jovialmente "Repasar matemáticas hace que recuerde lo bella que era mi vida antes de que abriera el libro."
"Eso debería decirlo yo. A ti se te dan bien." Michiru hizo un gesto que Haruka interpretó como que se me den bien no significa nada. "Aún no has contestado a mi pregunta."
"A mi sitio favorito." Dijo escuetamente.
Silencio una vez más. Durante un paso. Dos. Tres. Haruka empezó a mirarla de reojo. Había algo que llevaba un tiempo queriendo preguntarle y no podía encontrar las palabras. No estaba acostumbrada a eso. Siempre había una frase oportuna en los labios de Haruka Tenoh. Claro que ella siempre decía lo que los demás querían oír. Todo lo que tenía relación con ella no era más que eso. Pura fachada. En un intento desesperado dijo lo primero que se le vino a la mente.
"Lo siento"
"¿Hmm?" Michiru la miró con un ligero movimiento de cabeza "¿Por qué?"
"Por… porque hayas tenido que ponerte con las matemáticas por mí."
"Ah, eso" negó con la cabeza "No eres tú quien debe disculparse."
"¿Siempre es así? Tu amiga, digo. ¿Siempre está escribiendo?"
"Tiene sus días. Una vez me despertó a las cuatro de la mañana para que le hiciera una lista de palabras que rimaran con 'oficio'." Soltó una risilla.
Haruka sonrió. Se sentía a gusto con esa chica. Y eso era algo a lo que no estaba acostumbrada. Debía de ser por eso por lo que estaba nerviosa.
Cuando decidió volver su mirada al frente, se topó con una inmensa masa azul, en movimiento y normalmente húmeda que algunos llaman mar. La había traído al puerto.
"Ven" Michiru la agarró del brazo y la guió por unas tablas de madera a cuyos lados estaban atados varios barcos (lo que Haruka estaba intentando describir con, dicho sea de paso, tan poca gracia, era un embarcadero). Se paró ante una barquilla de apenas dos metros de eslora, en cuyo interior había un par de remos bastante gastados. "Espera a que entre yo, así estará más estabilizada."
"¿Q-Qué?" Haruka la miró como si creyese que estaba loca. Tarde. Michiru ya había subido.
"Apuesto a que nunca has nadado en alta mar" Haruka sacudió la cabeza "pues eso no puede ser. Vamos, sube."
Mientras subía, se percató de varias cosas, tales como que aún llevaba el uniforme del colegio o que solo era capaz de nadar si tenía al menos un pie apoyado en el suelo. Una persona en sus mismas circunstancias y que apreciara su vida probablemente no habría subido.
Pero ese no era el caso de Haruka.
"Querría saber" dijo cinco minutos después, en mangas de camisa "por qué estoy remando yo."
"Porque eres muy amable." Una ola golpeó levemente un costado de la embarcación y Haruka se encontró agarrando los remos con más fuerza de la necesaria. "Para, es aquí."
Haruka echó un vistazo alrededor, casi esperando ver un cartel sobresaliendo de las aguas. Pero no había nada. De hecho, ahora que se fijaba, no se veía nada en ninguna dirección, solo mar. Tragó saliva nerviosamente, e intentó que su voz no temblara.
"¿Cómo sabes que es aquí? A mí me parece todo igual." Michiru sonrió ampliamente.
"Bueno, cuando estás en el mar y una ola te dice que pares, lo más sensato es hacerle caso." Haruka parpadeó una vez. Y otra más, por si acaso.
"Esa ola te ha dicho que pares." No era una pregunta, sino una afirmación incrédula, como de quien reza el Credo sin mucha convicción.
"Ajá" asintió Michiru sin darle importancia, e incorporándose con precaución, comenzó a desabrocharse la camisa y la falda.
Con una exclamación de sorpresa atascada en la garganta, Haruka asió con fuerza el remo y lo levantó, dispuesta a vender cara su vida. O su virginidad, para ser más exactos. Con una mirada alrededor, calculó rápidamente las posibilidades de que la desesperación hiciera que aprendiese a nadar.
Muy pocas, concluyó inmediatamente.
Estaba sumida en esos pensamientos cuando un suave ¡splash! (y unas gotas de agua) llegaron a sus oídos.
Cuando se asomó, aún con el remo en la mano, por el borde de la embarcación, el agua límpida le permitió adivinar la silueta de Michiru, que buceaba no muy lejos.
"¡Qué demonios estás haciendo!" gritó Haruka en cuanto la otra chica subió a la superficie. "¡Vuelve aquí ahora mismo!" Pudo oír como la otra chica se reía.
"¡No te pongas histérica!"
"¡¡Histérica! ¿¿yo? ¿Pero tú sabes…? ¿Y si vienen tiburones? ¿Y si…? ¿Y si viene alguien?"
Michiru volvió a reír ante el cómico espectáculo que ofrecía Haruka, abrazada al remo, con su pelo corto y rubio despeinado por la brisa marina y los ojos saliéndoseles de las órbitas. Dio una brazada, dos, y dejó que el mar la sostuviera.
Haruka sintió que se tranquilizaba al observar el cambio que se había operado en Michiru en tan poco tiempo. La chica no nadaba, era el mar el que la mecía, como una madre primeriza lleva su niño en brazos, temiendo que el más leve sobresalto lo dañe. Nunca nadie había utilizado más acertadamente la expresión, en su elemento.
"V-Vuelve" repitió, esta vez con menos firmeza.
"No pasará nada" dijo Michiru con suavidad, agarrándose al borde de la barca. "Ven tú también"
"¿E-Eso te lo ha dicho la ola también?" Intentó bromear Haruka, ignorando el último comentario.
"No" susurró Michiru, obligando a Haruka a acercar su rostro al de ella para que pudiera escuchar. Sus miradas se cruzaron. Michiru titubeó un instante. "Cuando era pequeña, mis padres se ahogaron en el mar. Solía imaginar que, si me sumergía, podía oír cómo me hablaban. Jamás dejarían que me ocurriese algo."
"Michiru…" murmuró Haruka quedamente. Se miraron como dos extraños incapaces de apartar la vista, pero súbitamente asustados de la inexplicable conexión de sus miradas. Y Haruka se preguntó, ¿podría un mortal sobrevivir si besaba a un ángel? No, ángel no. Un ángel era demasiado etéreo, demasiado distante, frío. Michiru era… "…una sirena" apenas se dio cuenta de cómo se acercaban sus rostros, su cuerpo cada vez más encaramado al borde de la barca.
No muy lejos, una gaviota que acababa de echarle el ojo a una sardina echó a volar asustada por el sonoro ruido provocado por un cuerpo al caer al agua, y segundos más tarde, alguien exclamó, ¡Haruka!.
XxXxX
"¿Por qué no me dijiste que no sabías nadar?" preguntó Michiru, sintiendo como la mojada ropa interior se le pegaba al cuerpo. Dio gracias al Sol que caía a plomo sobre sus cabezas.
"…" Haruka no contestó, aún no muy segura de seguir viva. Estaba tumbada entre las tablas de la barca, mirando al cielo con expresión ausente. Toda su ropa se había mojado, excepto la chaqueta, y el hecho de que era una plena integrante del género femenino era ahora inequívoco.
Enarcó las cejas al captar la mirada de preocupación de Michiru, y se esforzó por sonreír.
"Hey, ¿a que me hundo con mucho estilo?" Michiru tuvo que sonreír ante el tono de su voz.
"Deberías quitarte la ropa y dejar que se seque al Sol. Nadie va a verte aquí" añadió rápidamente ante la expresión asustada de Haruka.
"¿Es verdad?" improvisó la rubia "…quiero decir, ¿eres capaz de oír a tus padres bajo el mar?" Michiru quedó pensativa unos segundos.
"No estoy segura. Sé que hay algo que me llama… y siento… siento que no quiero volver a la superficie, que es al mar a quien pertenezco. Y parece que no necesito respirar, solo tengo que dejarme llevar, y hundirme."
"No lo hagas" la repentina urgencia en la voz de Haruka hizo que se girase bruscamente "No te vayas. Te perderías para siempre. No quiero que caigas en un mundo al que yo no podría seguirte…" Se cortó de repente, y apartó la mirada.
Sin que Michiru supiera cómo, Haruka había vuelto a desaparecer. Lo único que quedaba era la mirada triste de sus ojos verdes, los mismos ojos sin vida que observarían caer una espada sin pestañear.
Sin embargo, durante un instante, antes de que las murallas volvieran a alzarse de nuevo sobre Haruka, creyó leer en sus ojos el miedo. Un miedo que ella había llegado a conocer muy bien, de estar sola en medio de un mar negro, sin nada ni nadie a quién agarrarse, sabiendo que cuando te quedes sin fuerzas te hundirás para siempre.
"No lo haré." Murmuró suavemente, descubriendo que ella tenía miedo también.
Pero Haruka no contestó.
XxXxX
Rei se había quedado dormida sobre el portátil cerrado. Con cuidado de no despertarla, Haruka recogió sus cosas y se puso la chaqueta sobre su camisa, que aún estaba un poco húmeda. Michiru la acompañó hasta la puerta.
Aún sintiendo que ya todo daba igual, Haruka se volvió para preguntarle lo que horas atrás no se había atrevido.
"¿Por qué no se lo has dicho a nadie?" Michiru parpadeó, sorprendida.
"¿Por qué querría yo hacerte daño?"
Haruka titubeó un instante, antes de despedirse y echar a caminar rápidamente, dejando atrás un rastro de murallas que se desmoronaban.
Ellas no lo sabían, pero yo, como narrador omnisciente que soy, os puedo asegurar que, aunque Haruka huyera de aquella nueva luz que había disipado fugazmente sus tinieblas, y aunque Michiru se alejara de la puerta cerrada hacia la mesa donde dormía Rei, ya era tarde.
Estaban perdidas para siempre.
Nota de la autora: Aquí tenéis un capítulo más. Espero ansiosamente vuestros reviews, si os parece que debería continuarla. Gracias una vez más a quienes lo hicieron en el primer capítulo: ¡sois como la luz al final del túnel, y sin tener que morirse! ;D
El día 31 cojo un avión para las Islas Canarias (yuju!) y vuelvo el 7, así que no sé cuando tendré el próximo capítulo…
Dedicado a M y a G, por no intentar meterme en un manicomio cuando les pregunté por qué un ángel querría cortarse las alas.
