De nuevo reitero, no poseo los derechos sobre los personajes de Sakura Wars. Ni nunca los tendre.
Gracias a las que lo leyeron.
Cuatro semanas pasaron después del último ataque a la ciudad imperial. Kohran Ri se encontraba sentada al lado de la cama de Iris reparando un viejo reloj para pasar el tiempo mientras esperaba que la vinieran a relevar. Siendo ella una de las más afectadas con todo lo que había sucedido no podía mantenerse quieta por los nervios; y es que después de todo era también su tecnología la que habían robado, y que ahora utilizaban contra ella. Hacia un mes había visto como un hombre con un traje espiritual, no como un Koubu, sino con una armadura a la medida había levantado a uno de los pesados robots como si nada, había golpeado a los demás con la misma fuerza sobrehumana y aun peor, casi había matado a la pequeña Iris al absorber de forma increíble la energía espiritual directamente del traje de batalla. Por suerte no se había vuelto a ver a ese sujeto por la ciudad durante todo un mes, y aunque los nervios no habían desistido, tampoco lo había hecho la cautela y la persistencia por estar listos para lo que pudiese pasar.
"Solo unos toques mas y habré terminado" dijo mientras terminaba de colocar las manecillas en su lugar. Aunque Iris estuviese dormida le hablaba para tranquilizarse. "Ahora pongámoslo en horario..." Saco de su bolsillo su propio reloj y miro la hora. "Las tres y veinticinco... eso me suena a algo... ¡Por dios ya recuerdo¡Tenia que ir al puerto!"
"¿Kohran que pasa?" pregunto Ayame entrando de golpe por la puerta al oír el grito de Kohran.
"¡Si no me apresuro no voy a llegar!" exclamo ella corriendo fuera del cuarto. "¡Por favor cuídela hasta que Maria la releve¡Adiós!" Corrió fuera del cuarto, tomando una chaqueta y metiendo el reloj recién reparado dentro de su bolsillo. Había un barco que llegaría al puerto a las tres y media, dicho barco traía, según les había dicho el comandante Yoneda a alguien que ayudaría con el problema de los bandidos con armaduras espirituales. Unos segundos después ya había salido del teatro y corría hacia un auto estacionado a los pocos metros de la entrada, dentro, estaba Kasumi esperando pacientemente.
"¿Donde estabas?" le pregunto apenas entro al auto. "Vamos a llegar tarde." Arranco la maquina y Kohran pareció tranquilizarse, recobro el aire antes de hablar.
"Estaba cuidando a Iris y no me di cuenta de la hora hasta que repare el reloj en el que estaba trabajando, lo siento." respondió apenada mostrando el reloj de bolsillo.
"No importa, al fin y al cabo no estamos tan atrasadas." le dijo Kasumi mientras daban un giro hacia el este de la ciudad. El cielo estaba gris, como cubierto de espesas pelusas oscuras; no había llovido en días, pero el clima nublado no cambiaba en lo absoluto. "¿Como esta Iris?"
"Ahora esta bien." Dijo Kohran con satisfacción. "La deje tomando una siesta. Aun esta muy cansada para salir al patio pero ya recibe visitas y esta comiendo mas."
"Fue horrible…" suspiro Kasumi. "La manera que la ataco ese hombre."
"Preferiría no hablar de eso." Dijo Kohran. Se notaba su preocupación, pero intentaba mantenerse fría al respecto. "Aun no lo asimilo."
"De acuerdo." Unos veinte minutos después estaban en el puerto. Dos barcos bastante grandes habían llegado y el primero ya había desembarcado a sus pasajeros, en el segundo apenas se estaban colocando las escaleras de abordaje. Kasumi dejo a Kohran cerca de la multitud de pasajeros que buscaban direcciones, y se fue a estacionar cerca.
Le habían dado instrucciones relativamente simples: encontrar al hombre que buscaba, y traerlo con ella, sin embargo, no habían podido conseguir ni una fotografía suya, solo sabia que buscaba a un tal Miguel Villegas, y que era alguna clase de maestro en energía espiritual. Se asomo entre las personas pero la mayoría de ellas eran más altas que Kohran, e iban demasiado apretadas entre ellas para dejarle pasar. Resolvió entonces buscar altura; busco una caja, de buen tamaño como para pararse encima y pudo entonces ver por encima de la congestión de sombreros y sombrillas temerosas de la lluvia. No había señales de nadie con la descripción de un maestro espiritual; aunque Kohran tampoco estaba segura de cómo se suponía que se veía un maestro. Miro detenidamente un rato más, hasta que un jalón de su chaqueta le llamo la atención. De pie junto a ella, estaba un hombre joven, de alrededor de veinte años, de cabello castaño y largo amarrado en una cola baja, con patillas largas y una chiva, ojos oscuros y piel blanca, con facciones europeas. Era ligeramente atractivo, por lo que Kohran no lo ignoro del todo, pero siguió con su vista en la multitud en caso de ver al maestro.
"Disculpe" dijo el hombre dándole un segundo jalón de la chaqueta. Su acento también era europeo, al igual que la chaqueta, la camisa y los zapatos que usaba. Sin embargo, no estaba vestido elegantemente, la ropa era mas casual, y definitivamente no estaba adaptada al clima. "Acabo de llegar, estoy buscando la parada del tranvía¿me la podría indicar?"
"Discúlpeme" dijo Kohran, tratando de no sonar descortés. "Pero es que ahora estoy algo ocupada buscando a alguien, no podría despegar los ojos de esta gente para darle la dirección."
"No se preocupe. Puedo esperar." Se quedo de pie junto a ella viendo los barcos y mirando los edificios mientras Kohran seguía buscando al maestro entre la multitud. "¿Como es la persona que busca¿Un pariente suyo?"
"No, no. Más bien es un futuro compañero de trabajo. No se exactamente como es, pero por la descripción que me dieron debe ser un anciano, o una persona inusual. Se supone que es un experto en energía espiritual."
"¿energía espiritual? Vaya, no había oído de eso antes." El extraño de pronto también comenzó a buscar al excéntrico viejo entre las personas, pero no parecía tener éxito tampoco.
"Es una tecnología que usamos en esta ciudad hace ya algún tiempo." Le explico Kohran sin despegar los ojos del muelle. "Pero hace poco tuvimos problemas con ella."
"Ah entiendo, el viejo los viene a… espérame, se me olvido la palabra…"
"¿Ayudar? Si, a eso viene."
"¡Eso mismo! " Ambos. Siguieron buscando, Kohran saltaba sobre su caja para poder ver sobre el resto de las personas, pero aun así no era suficiente. "Tengo una idea." Le dijo el hombre. Kohran se subió sobre sus hombros y así consiguió mas altura, luego el joven comenzó a caminar entre la gente que lo veía con asombro pues, dado a su abrigo, parecía ser un enclenque, y sin embargo, llevaba a Kohran sobre si con gran facilidad. Después de un rato, Kohran se dio por vencida en la búsqueda, las únicas personas que quedaban en el muelle eran dos familias noruegas y un grupo de trabajadores chinos que estaban esperando un auto. El joven la ayudo a bajar de sus hombros y luego se despidieron.
"No te preocupes." Le dijo el hombre. "Cuando yo abordé en Cádiz, me costo mucho conseguir el tiquete, talvez al viejo perdió el barco. Ya lo pondrán en otro."
"Tienes razón. Y disculpa por no darte la dirección a la parada. Si bajas por esta calle y doblas a la izquierda, ahí la veras." Se dieron la mano y Kohran se devolvió al auto mientras el joven corría para no perder el tranvía.
"¿No apareció?" le pregunto Kazumi cerrando el libro que estaba leyendo.
"No. Al comandante no le va a gustar nada, pero ya no hay nada que hacerle." Se acostó en el asiento y saco su reloj de bolsillo. Aun eran las tres y veinticinco; el reloj seguía descompuesto. Kohran suspiro profundamente y Kazumi miro entre desilusionada pero conteniendo la risa por su fracaso. "Kazumi… ¿me llevarías a la ferretería un momento? Necesito comprar algunos repuestos…"
"Seguro." Encendió el auto y se fueron del muelle. El cielo seguía gris, como de costumbre, pero el agua estaba algo más agitada, el viento estaba soplando más fuerte. Aun para el ojo inexperto, era obvio que llovería con fuerza mas tarde.
Durante todo el camino de vuelta al teatro, Kohran se dedico a reparar el reloj, de nuevo. Era como una terapia para prepararse a decirle a su superior la noticia que llevaba. Lo hacia compulsivamente, con una dedicación casi paranoica sobre los engranes y los resortes; para algo que necesita tanta paciencia, Kohran estaba mas que acelerada, pero no se permitía descuidar su trabajo. Llegando al teatro Kazumi se bajo del auto si preguntarle nada a Kohran; sabía que cuando estaba así de concentrada no era bueno interrumpirla. Paso otro rato dentro del auto, y por fin salio, con un reloj en su mano que tenia un segundero que se movía como horario, un horario como minutero y un minutero como segundero, pero al menos estaba mas relajada para enfrentar al encargado.
Para variar, el teatro estaba vacío, al menos en apariencia. El lobby estaba a oscuras, al igual que los pasillos a su alrededor. Todos debían de estar arriba, en el salón de estar, o en la base subterránea; por un momento la idea de que se hubiesen ido con los Koubou pasó por su cabeza, pero la descartó de inmediato. Si estuvieran en misión, hubiese sonado la alarma. Se dirigía a las escaleras cuando algo llamo su atención de nuevo. Había actividad en el comedor, la luz estaba encendida ya que estaba oscureciendo, pero aun no era hora de cenar, y había muchas personas en el salón. Decidió ir a investigar primero. Abrió las puertas del comedor y se quedo de pie un momento sin poder creer lo que veía. Todos estaban ahí, todo el escuadrón de la Flor y del Viento, Ayame y el general Yoneda, y aun mas sorprendente, Iris estaba con ellos, tan sana que parecería irracional pensar que alguna ves estuvo enferma. Pero lo que tenía a Kohran con la boca abierta, no fue quienes estaban a la mesa, sino quien estaba sobre la mesa, sosteniendo en su mano un rosario budista de plata que colgaba hasta el suelo. ¡Era el mismo joven europeo, de cabello castaño que la había ayudado en el puerto!
"¡Hola!" la saludo, pues fue el único en volver a ver hacia la puerta, los demás estaban mas interesados en lo que fuese a hacer con el collar. "¿Es amiga de ustedes?"
"¡Kohran!" Sakura corrió a saludarla, la tomo de la muñeca y la trajo deprisa a la mesa. "¡Ven a ver! El señor Miguel estaba por demostrarnos lo que puede hacer con su energía espiritual."
"¿Él! Pero yo…" Kohran menos podía asimilar lo que le pasaba ahora.
"Parece que se les escapo en el muelle." Dijo el comandante Yoneda en tono alegre. Kohran se relajo un poco al ver que no estaba molesto. "Lo bueno es que pudo tomar el tranvía a tiempo."
"Gracias a ella." Dijo Miguel dándole una sonrisa de complicidad. "¡Ahora miren!" Tomo el rosario con fuerza, y dio un latigazo con él a la mesa. Hubo un resplandor, como un flash, muy rápido, junto con un golpe muy fuerte. Todos fueron abriendo los ojos, un poco asustados, para ver que había ocurrido. Las esferas que formaban el rosario se habían separado, y ahora giraban por la habitación, en orbitas alrededor de su dueño, a diferentes distancias y alturas, pelotas de plata que zumbaban suavemente al pasar dejando un rastro de luz azul. Los ojos de Iris se llenaron de asombro, mas que los de los otros, pues le parecía estar viendo estrellas de plata volando a su alrededor. El maestro Villegas tomo una de las más pequeñas esferas entre sus dedos, se sentó en la mesa, y comenzó a explicar:
"Como verán, estoy usando plata, que es un conductor excelente para el espíritu, como mi medio, y verán que no necesito estar tocando las cuentas del rosario para moverlas, esto es porque…" Mientras algunos pocos le ponían verdadera atención a lo que decía, Sakura llamo la atención de Kohran un momento para hablar con ella en vos baja.
"Al llegar, el señor Miguel hizo algo muy extraño." Le murmuro. "Ni siquiera pregunto por el comandante Yoneda, sino que, después de presentarse, nos pidió que lo lleváramos donde estuviese la niña de este teatro."
"¿Con Iris?"
"Si, lo extraño es, que nadie le había mencionado que había una niña en el teatro. Al llevarlo a su cuarto, se acerco a la cama, la vio por un momento, y busco en su morral una esmeralda y un fragmento de carbón. Con el carbón hizo una clase de símbolo en su mano derecha, y puso la esmeralda en su palma, luego le cubrió la frente a Iris con su mano, y del morral saco otra piedra pero esta era negra, y la puso en su pecho, junto al corazón. Luego puso su mano izquierda sobre la derecha, el símbolo de carbón se comenzó a formar en su mano izquierda, como si se estuviese copiando sin que nadie lo dibujara. De pronto, Iris se levanto de golpe, totalmente recuperada, y la piedra que había puesto sobre su pecho se había vuelto amarilla."
"¿En serio?" Kohran no tenia por que no creerle a Sakura, pero no por eso estaba cómoda con esto. Ya habían tratado con hechiceros, tenerlos de su lado no parecía algo muy sabio.
"Muy bien, suficiente alarde por hoy." Dijo Miguel, levantándose sobre la mesa de nuevo y alzando su mano. "¡Aquí!" como si las esferas escuchasen los mandatos de su amo, todas regresaron a su posición original, volviendo a formar el rosario en la mano del hombre.
"Tendrán su primera practica mañana." Les advirtió Yoneda. "Hasta entonces, tienen tiempo libre. Por cierto¿a que hora cenamos? Miguel debe tener hambre después del viaje."
"Ya mismo vamos señor." Dijo Yuri al momento en que se fue con sus compañeras del escuadrón del viento a la cocina.
"Vaya día…" suspiro Kohran. "Será mejor que vaya a ayudar, al menos me mantendré entretenida un rato." Dejo su fracasado proyecto de reloj sobre la mesa y también se fue a la cocina, junto con Sakura y Kanna.
Después de una media hora, ya había una cena improvisada de arroz con calamares, que le faltaba poco para terminarse de cocer. Sakura estaba poniendo unas últimas especies al arroz cuando del salón del comedor vino un grito que nadie pudo descifrar. Casi todos en la cocina salieron solo para encontrar a Miguel de nuevo sobre la mesa, esta vez encarando a Sumire, o más bien, parado en la mesa frente a ella, ambos mirándose con rencor.
"¡Es que no se decirlo en japonés!" le grito Miguel.
"Pues la culpa es tuya. No deberías venir a un país sin conocer primero su idioma." Se quejo Sumire con una actitud pretenciosa que le crispaba los nervios a Miguel.
"Eres una… ¡demonios tampoco se decir eso!" Estaba por arrancarse el cabello de la frustración mientras Sumire lo tomaba apenas como si fuera un mosquito que le molestaba en el oído.
"¿Lo ves¡Es patético!"
"¡Eres una consentida, mimada, no entiendes de respeto y eres asquerosamente egocéntrica!" aunque todos sus insultos fueron en español y no en japonés, parecía que si habían tenido cierto efecto. Sumire lo miro fijamente durante un momento, luego se levanto de la mesa, quedando aun a la altura de su cintura.
"Así no se le habla a una dama." Le dijo. Nadie en el salón dijo nada, ya fuese porque no le habían entendido, o porque, como Miguel, estaban sorprendidos que hablase español también. Denotando que estaba ofendida, dejo su pañuelo en la mesa y camino fuera del comedor sin que nadie dijese palabra. Miguel se rasco la nuca, miro a la mesa y al pañuelo, suspiro con desdén y luego tomo el pedazo de tela, bajo de la mesa de un salto, y siguió a Sumire que ya estaba fuera del comedor.
Cha chan! en fin, aun le podria agregar la escena de pedir perdon o la puedo dejar para el proximo chap... o talvews no la ponga, pero eso me podria matar un proximo romance, en fin, que los lectores (si aun estan por ahi) lo decidan.
PD: lo que esta en cursiva, es en español, lo que no, en japones, capish?
