CAPÍTULO 2
"El lago y tú"

…Así es, Draco Malfoy ahora era un muggle.

Todos esos recuerdos se agolpaban en la mente de Hermione, todo lo que había pasado en ese año tan trágico pero liberador ya que El-que-no-debía-ser-nombrado se había ido y esta vez para siempre.
Estaban sentados junto al lago, Hermione había comenzado a besar apasionadamente a Harry, quien se calmó y le correspondió.
Al separarse, ambos vieron a un rubio y una pelirroja sentados sobre un viejo tronco, platicando animadamente y tomados de la mano, y es que Draco y Ginny comenzaron a salir dos semanas después del retorno de Draco, y eso por alguna extraña razón a Harry no le molestó en absoluto.
Y, como el padre de Draco, Lucius, seguía en Azkaban y su madre Narcisa en San Mungo después de ser torturada hasta la locura como hicieron con Frank y Alice Longbottom, la profesora McGonagall le permitió quedarse en Hogwarts.

De repente, Harry distinguió a alguien que se acercaba, era Neville, al llegar junto a ellos, intentó hablar, pero parecía no encontrar las palabras. Después un considerable lapso de tiempo logró articular oraciones coherentes:
–Harry, Hermione, creo que debo explicar lo que pasó arriba.
–No me digas¿en serio? –respondió Harry sarcásticamente.
–Sí, es que… verán… Pansy… está muy herida… y me abordó hace como una semana, después la clase de Defensa, no sé… sólo pasó… se abalanzó sobre mí y…–ya no pudo seguir.
–¿Por qué está herida Neville? –preguntó Hermione, sorprendiendose a ella misma por su genuino interés en lo que le pasaba a Pansy.
–Por lo de Draco¿cierto?–respondió Harry al ver que Neville volvía a su estado de petrificado.
–Sí –reaccionó –verás, él le gustaba, pero ahora que él está con Ginny, él sólo la ignora y eso la entristece.
–Vaya, nunca pensé que ella pudiera estar triste –dijo Harry.
–O expresar cualquier otra emoción remotamente humana –pensó Hermione en voz alta, "sí, de vuelta a la antigua Hermione".
–¿Pero, por qué contigo? –le cuestionó Harry –hay cientos de hombres en Hogwarts.
–No lo sé, cómo les dije, sólo pasó –le contestó Neville, un poco ofendido por el comentario.
–Y por supuesto, tú estarás encantado ¿no? –dijo pícaramente ella.
–Pues, me apena decirlo, pero sí y mucho.
–¡Neville!
–Perdón pero es la verdad.
–Está bien, pero cuídate de que no te esté utilizando.
–Ya lo sé, no soy el tonto de antes, los efectos colaterales de los hechizos desmemorizantes se han ido disipando.
–¿Hechizos desmemorizantes? –se extrañó Harry.
–Sí, ya sabes, los que me hicieron para olvidar el momento en que a mis padres los… los…
Después de unos tensos, incómodos y silenciosos minutos, una figura pálida y considerablemente alta se acercó a ellos con el pelo rubio platino brillando por el sol, iba junto a Ginny. Draco no vestía el uniforme del colegio sino ropa muggle, unos vaqueros, una chamarra de mezclilla y una camisa a rayas azules y con una expresión decididamente más relajada y sin ese aire de superioridad que le caracterizaba antaño, todo esto acentuaba, a los ojos de Ginny y otras en el colegio, sus atractivas facciones. Ginny, por su parte iba muy contenta, llevaba su túnica, y ella lucía también muy guapa y con buen cuerpo. Y no dejaba de mirar a Draco con expresión de enamorada.
–Oye Neville¿puedo charlar un momento contigo? –preguntó Draco.
–Oh sí, por supuesto.
–Vamos.
Se apartaron del grupo dejando a Ginny con Harry y Hermione.
Después de otro de esos incómodos silencios ya comunes para ese día, Ginny se decidió hablar.
–Buen clima ¿no¿cómo están? –dijo Ginny algo insegura, no les había hablado desde lo que pasó con Ron.
–Muy bien¿y tú? –contestó Harry, quien al contrario de Ginny, se sentía muy seguro.
–¿Qué tienes, Ginny? –preguntó Hermione.
–Nada –contestó ella.
–¿Tiene qué ver con Ron, verdad?
La chica asintió.
–Pero vamos¿acaso piensas qué te guardamos algún rencor? –dijo Harry.
La pelirroja sólo se limitó a mirar a su interlocutor fijamente con una mirada que claramente expresaba temor e inseguridad contestando así a la pregunta de Harry.
–De ninguna manera Ginny no fue tu culpa, nadie sabía –razonó Hermione.
–Lo sé, es sólo que no lo puedo evitar –rompió su silencio Ginny.
–Ya te lo he dicho, no es tu culpa, entiéndelo –sentenció Hermione.
–Está bien, pero aun así me gustaría decirles que lo siento, sé que dirán que no tengo que hacerlo pero así estaré más tranquila –dijo Ginny.
–Muy bien.
–Bueno…, pues…lo siento.
–¿Listo?
–Sí gracias, tenía que sacarlo de mi sistema.
Después de eso, platicaron alegremente por un rato hasta que Ginny soltó una incómoda pregunta a Harry.
–Por cierto Harry¿cómo pasaron la noche?
–¿Qué¿Quién¿Nosotros? no hemos dormido juntos ¬–contestó Hermione atropelladamente.
–Yo no dije nada sobre dormir juntos, solamente les pregunté como pasaron la noche, aunque con tu respuesta se aclaran todas mis dudas sobre los rumores, o al menos una parte de ellos.
–¿Rumores? –preguntó la pareja al unísono.
–No me digan que no los han escuchado –se sorprendió la pelirroja.
–No, ya sabes que yo no soy como las otras chicas en cuanto a chismes se refiere, pero anda, cuenta, cuenta –respondió Hermione ansiosa.
–¿Decías? –se burló Harry.
–Oh cállate, Potter, anda Ginny cuentanos.
–Está bien, verán, por todo el castillo se dice que ya te has acostado con Harry y que todas las noches de los últimos meses vas al dormitorio de los chicos.
–¡Todas las noches! Pero si nada más han sido como cinco veces el último mes –se indignó él.
–¡Harry! –le reprendió Hermione.
–Lo siento amor.
–Bien, pero ¿quién ha inventado eso?
–A mi me dijo Luna que le dijo Hanna Abbott que le dijo Millicent que le dijo Demelza que le dijo Lavender que le dijo Parvati que te ve salir todas las noches.
–Pero que gran mentirosa
–Aunque sería buena idea que lo hicieras –dijo descuidadamente Harry.
–¡Potter, te lo advierto! –le reprendió ella nuevamente.
–Lo siento, era broma, era broma.
Afortunadamente esa bochornosa conversación se vio interrumpida por Draco y Neville.
–Hola, volvimos –dijo Neville muy animado.
–Sí¿qué pasa? –preguntó Draco curioso al mirar las caras de sus amigos y su novia.
–Nada –dijo Hermione.
–Estas mujeres –contestó Harry esquivando un golpe de su novia.
–Y estos hombres, –le reprochó Ginny –y no preguntes más.
–De acuerdo, de acuerdo, era mera curiosidad, oye Ginny, te tengo una sorpresa, ven por favor al aula de Encantamientos.
–Ahora voy –le contestó – nos vemos –les dijo a los demás con un tono que denotaba emoción contenida.
–No te preocupes –dijo Harry.
–Que la magia te acompañe –bromeó Neville.

Entonces Draco y Ginny se tomaron de la mano y fueron rumbo al castillo derramando miel.
–Oye Neville ¿qué quería Draco? –preguntó Hermione.
–Bueno pues aunque parezca increíble, quería disculparse conmigo por todo lo del pasado, lo que me había dicho, hecho, etcétera. Lo todavía más increíble es que ¡comenzó a llorar diciéndome cuánto lo sentía!
–Genial –comentó Harry.
–Sí ¿verdad? –le siguió Neville.
–No deberían burlarse de él, está expresando sinceramente sus sentimientos, además recuerden, él ya no es nuestro enemigo ni el mismo de antes.
–Lo siento, es élo que no olvido como era y no caigo en la cuenta del todo –se disculpó Harry.
–Ni yo tampoco –le siguió Neville.
–Los perdono, pero sólo por esta vez ¿sí me escuchan?
–Sí –contestaron ambos de mala gana.
–No los escucho.
–¡Sí!
–Díganlo alto y fuerte y discúlpense sinceramente.
–¡Sí! Lo sentimos, no volveremos a burlarnos de Draco Malfoy.
–Vaya, Hermione, ya pareces mi abuela –comentó Neville.
–¡Oh cállate!
–Y tal pareciera que te está empezando a gustar más el hurón que yo –se ofendió Harry.
–No es eso, es que…, es más, ni siquiera debería estarte dando explicaciones, monstruo de los celos.
–Está bien, está bien, ya entendí, perdóname –dijo Harry.
–Perdonado, Señor Disculpas, además no tengo tiempo para tus celos y para que te estés disculpando y diciendo "lo siento" cada cinco minutos, debo ir a prepararme para la Gala de Graduación.
–Te acompaño –dijo Harry y dicho esto le plantó un tierno beso en los labios.
–Vamos –contestó ella animadamente.

Y así, imitando a Draco y Ginny, Harry y Hermione se tomaron de la mano y se dirigieron al castillo entre besos y muestras de cariño, llegaron al vestíbulo y luego se encaminaron a la sala común.
–¡Escobas! –dijo Harry al retrato de la Señora Gorda.
–Correcto, pasen –respondió.
Después de entrar, se dieron un beso más y cada quien se dirigió a su dormitorio.

Al entrar, Hermione encontró al dormitorio de las chicas completamente vacío y se sentó en su cama, cuando de repente una palabras cruzaron por su mente:
"…te está empezando a gustar más el hurón que yo…"
¿Por qué evadió ese comentario' ¿por qué ese recuerdo cruzó su mente¿Por qué estaba empezando a dudar¿De verdad le atraía Malfoy?y de pronto, una fugaz imagen del otrora Slytherin pasó por su cerebro.

"Bueno, no puedo decir que no sea guapo, con su cabello rubio cayendo sensual sobre su rostro elegantemente, bueno, también tiene unos ojos muy bellos y tampoco puedo decir que no tenga buen cuerpo, además, es tan bueno, humilde, honesto, creo que de verdad admiro su valentía al regresar y aun más por aceptar sus errores, aparte también no teme expresar sus sentimientos, algo muy raro entre los chicos de aquí."

Tantas dudas la asaltaban, tantas preguntas iban surgiendo, tantas cuestiones aturdían su cabeza y entonces, recurriendo a su corazón, volteó a mirar la foto de su novio, Harry Potter, que estaba puesta a un lado de su cama y después de unos breves instantes de ver su sonrisa y sus ojos verdes entonces no había duda alguna, ella amaba a Harry y nada ni nadie podría cambiar eso.

Harry se quedó unos minutos viendo fijamente el punto donde había estado Hermione, estaba ahí parado con el corazón palpitando. Grandes dosis de amor recorrían su cuerpo.
Después fue a su dormitorio, pero sin ninguna intención de prepararse para la Gala de Graduación, simplemente se tumbó en su cama aún destendida y repentinamente volteó a mirar el regalo que Hermione le había dado por su cumpleaños número 17 y por Navidad, una radio mágica en la que originalmente sólo podía escucharse música de estaciones mágicas, pero Hermione lanzó un conjuro para que también se pudieran oír las estaciones muggles de radio de todo el mundo.
Harry sintió unos arrebatadores deseos de encenderla, así que lo hizo, sintonizó una estación y empezó a escuchar una canción que nunca antes había oído pero que le pareció una gran canción, una canción de amor, de un amor tan grande como el que sentía por Hermione.

Te regalo mi cintura
y mis labios para cuando quieras besar
te regalo mi locura
y las pocas neuronas que quedan ya.

Harry nunca había escuchado una voz así, era de una chica, una mujer, armonizada con hermosas notas musicales.

Mis zapatos desteñidos
el diario en el que escribo
te doy hasta mis suspiros
pero no te vayas más.

Y eso sentía él por ella, por Hermione, sentía que podría darle todo, absolutamente todo lo que poseía, su alma y su corazón.

Porque eres tú mi sol
la fe con que vivo
la potencia de mi voz
los pies con que camino
eres tu amor
mis ganas de reír
el adiós que no sabré decir
porque nunca podré vivir sin ti.

Describía a la perfección sus sentimientos, porque Hermione era su todo, su mundo. Y él no sabría que hacer sin ella.

Si algún día decidieras
alejarte nuevamente de aquí
cerraría cada puerta
para que nunca pudieras salir
te regalo mis silencios
te regalo mi nariz
yo te doy hasta mis huesos
pero quédate aquí.

Harry empezó a caer en un profundo sueño, embelesado por la hermosa música que oía.

Porque eres tú mi sol
la fe con que vivo
la potencia de mi voz
los pies con que camino
eres tu amor
mis ganas de reír
el adiós que no sabré decir
porque nunca podré vivir sin ti.

Y así, poco a poco, se quedó profundamente dormido.