En fin, como os acabo de saludar no me enrollo. Citando a los anuncios de películas de antena 3: por primera vez gratis enesta webel capítulo 6 de esta historia.

Por amor al arte 6.

25 de agosto de 1976.

Magicbooks café o MBC, callejón Diagon.

Remus y Bell estaban en su cafetería favorita mágica favorita, el MBC, un estupendo café donde además de servir unas bebidas deliciosas y originales disponían de servicio de biblioteca y periódicos. Era pues el lugar ideal para dos devoradores compulsivos de libros como Bell y Remus.

Estaba la pareja allí sentados en su mesa favorita con sus sillas pegadas. Un brazo de Remus rodeaba la cintura de la rubia, que a su vez acariciaba distraídamente el muslo del chico. Cada uno leía un pequeño y ligero libro de 900 páginas.

.- ¿Bell? – La aludida alzó los ojos para encontrar a un chico de pelo rubio oscuro, cortado al dos, de ojos marrón azulados, que la miraban cariñosos.

.- ¡Gideon! – Que respondía al nombre de Gideon Prewet. Un chico encantador según Bell.

.- Prewet.- Un cretino insoportable según Remus. Para disgusto del licántropo, Gideon tomo asiento junto a ellos.

.- ¿Qué tal el verano? – Gideon tc le tenía mucho aprecio a Remus. (De ponerle una etiqueta, sería la de rivalidad sexual.) Así que ignoró al chico y se centró en la rubia.

.- Normal. Me quedé x aquí. No hice nada especial. – Bell se encogió de hombros. - ¿Tú que tal?

.-Bien fui a la India. – Explico Gideon. Los ojos turquesa de Bell se iluminaron, su sueño era ir a la India.

Tras un rato oyendo a Prewet hablar del país del Ganges, Remus suplicaba por su bala de plata. Para evitar sus pensamientos suicidas, decidió levantarse a por otra taza de chocolate con menta, y aunque se lo comento a Bell, la chica estaba tan abstraída que las paredes le hicieron más caso. Remus se levantó con evidente fastidio, no entendía como Bell no se daba cuenta que ese chico estaba loco por ella. Luego le tildaría de inmaduro celoso paranoico.

.-¡Jack, te aseguro que sé escoger mi propio café! – Grito un chico furioso, rompiendo la tranquilidad de la cafetería. Remus reconoció a su amigo Will.

.-No sé yo. – Negó la chica que estaba a su lado, una chica linda, sin ser especialmente guapa. Al menos no respondía al canon de belleza que Remus se había formado en sus años en Hogwarts a través de Bell, Joy, Lily & Evy. – Porque estás tan agilipollado desde que te dejó tu novia...

.-¡Eso no es cierto! – Bramó Will.

.- Puede ser. – Admitió la chica con una astuta sonrisa de diablillo travieso. - A lo mejor ella te dejo porque estabas agilipollado.

.- Jack. – Le advirtió Will.

.- Will. – Se burlo ella.

.- ¿Entonces que van a pedir? – Pregunto el dependiente, que estaba a punto de tirarse de los pelos de impaciencia.

.- 3 chocolates de menta. – Intervino Remus.

.- Ey, Remus. – Saludo Will con alegría.

Tras la presentación pertinente de Jack y la pelea de rigor por pagar la cuenta, que ganó Will, se pusieron a intercambiar novedades. A petición de Remus se quedaron en las estanterías.

.- ¿Y cómo es que te ha dejado Doris? – Se interesó el licántropo.

.- No me dejo. Fue una ruptura de mutuo acuerdo. – Corrigió Will.

.- ¿Ah, sí? – Jack terminó su inspección de puntos fuertes a Bell para mirar a su hermano. - No sabía que tu estabas de acuerdo con que Doris volviera con Dedalus. – Comentó con inocencia diabólica.

.-¿Paso así? – Pregunto Remus evidentemente asustado.

.- ¡Sí! – Bramo Will hirviendo de furia. – Sus padres van y la dicen salta. Y ella preguntó: "¿a que altura?" ¿Y por qué? Porque no me quería lo suficiente por eso y porque todas las mujeres son unas zorras.

.- Hombre, todas, todas... – Le corrigió Remus, que odiaba generalizar.

.- TODAS. – Enfatizó Will.

.- Yo no. – Negó Jack.

.- Tu sí. – La contradijo Will. – Sé que para ser popular en San Francisco hay que ser la más mala o la más zorra. Y tu eras popular...

No es necesario decir la respuesta de Jack, basta decir que hasta un camionero borracho, se hubiera ruborizado al oír la frase, que entre otras cosas desató una pelea violenta entre los dos hermanos.

Remus se frotó las dos sienes con una sola mano, tratando de aliviar la migraña que soportaba durante todo el día. Era el clima, los celos, la pelea entre los hermanos Sparrow... y algo más. Sus instintos lobunos le alertaban que algo no iba bien.

.- ¡AHHHA! – Todos oyeron el horrible grito procedente de la calle y coreado por una asustada multitud.

La gente del café se asomó a las ventanas para ver la calle, donde la gente, que hasta hace poco paseaba encantada de la vida, ahora huía despavorida de una manada de acromántulas enormes. Pero enormes, enormes, enormes... Ni cuando Remus se perdió con James y Sirius por el bosque prohibido y terminaron en la cueva de la mascota de Hagrid, vio unos bichos más grandes.

Las arañitas corrían por la calle muy animadas, como si fueran niños de excursión, y cuando les apetecía picotear algo soltaban la tela y lo envolvían en ella. De pronto una se fijo en el café, hizo un ruido como de alegría y salto entusiasmada hacia su comida y... se estampó contra el cristal.

.- ¡Vamos! – Remus apartó a las pocas personas que había en el café, (él, Bell, Gideon, Will, Jack y el camarero) de la ventana. Los llevo hacia el fondo del establecimiento, dejando caer las estanterías tras él a modo de barricada, hasta que llegaron al almacén.

.- ¿No hay otra salida? – Pregunto Bell al camarero. Como buena hija de auror sabía que quedarse atrapados en un callejón sin salida no era un gran plan.

.- No, no. – Negó el camarero totalmente histérico.

.- ¡Pero la ley establece que es obligatorio tener una salida en la parte de atrás del establecimiento! – Señaló Gideon, cuyo padre era miembro del Wizegamont y sabía mucho de leyes.

.- ¡Eso díselo al dueño! – Exclamo el camarero a punto de llorar de miedo. - ¡Por su culpa vamos a morir todos!

Jack suspiro, si algo no soportaba era ver comportarse a hombres mayores que ella como niñas lloronas menores que ella. Ni corta ni perezosa, se acercó al camarero y lo espabiló de una bofetada.

.- Tranquilo. No vamos a morir. Son arañas machos, y las arañas machos no matan. – Le explico la chica muuuuy despacio y realmente segura de sí misma.

.- Uf, que alivio. – El camarero, convencido por la seguridad que trasmitía el tono de Jack, se relajó.

.- ¿Y qué más da que sean machos o hembras? – Se pico Bell. Jack no la caía bien, le parecía arrogante y no la gustaba la forma en que miraba a su novio.

.- Los machos no comen. Envuelven a sus presas en su tela, como si fuera papel de regalo y se lo llevan a la hembra de turno para lograr sus favores. Si las agrada el regalo, se lo comen y aceptan al macho. – Explico Jack. Luego lanzó una mirada cargada de (muy malas) intenciones a Remus. – A las mujeres nos gusta desayunar en la cama.

.- Hacer caso a mi hermana. – Will tomo la cabeza de Jack y la volvió hacia el frente, para que dejara de mirar a Remus. – Ella de devoradoras de hombres sabe muchísimo. – De nuevo omito la respuesta de Jack, no quiero herir la sensibilidad de nadie.

.- Eso ha sido realmente instructivo. Pero¿cómo nos libramos de esa pequeña araña que esta a punto de comernos? – Gideon señaló a la puerta del almacén donde una pequeña araña de 2 por 2 metros les miraba con cara de hambre.

.- ¡Araña eximent! – Remus lanzó el encantamiento con toda su alma, y volatilizo a la araña. - ¿A que esperáis? Bell! Prewett! Hacer algo!

Al grito de Remus, los aludidos que se habían quedado algo bloqueados, recordaron que eran magos mayores de edad que tenían una varita y que esas cosas suelen ayudar bastante en esa clase de situaciones. Por su parte Jack rebuscó en su bolso hasta sacar un bote de perfume en pulverizador.

.- ¿Cómo puedes pensar en tu aroma en un momento así? – Will se llevo las manos a la cabeza ante el extraño orden de prioridades de su hermana.

.- Las arañas tienen el olfato mucho más desarrollado que los mamíferos. Si huelen esto caerán desmayadas. – Explico Jack mientras empuñaba el frasco de perfume como si fuera un arma.

.- ¿Ah, sí? – Al recibir esa información el camarero se abalanzó sobre Jack para tratar de conseguir un arma. Al ver que atacaban a su hermana, que podía ser muchas cosas, pero era su hermana, Will se abalanzó sobre el camarero y empezaron a pelear los 3.

.- ¡Joder! - Hasta que alguien falló un puñetazo y le dio a Remus en el ojo. Rápidamente, Jack iba a ir a ayudarle, pero Bell se le adelantó.

.- ¡Fijaos! – Exclamo Gideon. - ¡Huyen!

Era cierto, a través del cachó de cristalera que veían desde el almacén pudieron ver a las arañas huyendo en estampida, perseguidos por la elite de aurores que al fin habían llegado al lugar de los hechos, para salvar el día. Aunque varias arañas, en su afán por ocultarse fueron a parar al café. Lograron pulverizar a 4, Jack atontó a una con su perfume. Pero otra, la más grande se abalanzó sobre ellos que lo veían muy negro hasta que...

.- ¡Araña Eximent! – Apareció Horatius Figg en escena y volatilizó a la superaraña. Bell se lanzó a los brazos de su padre. - ¿Estáis bien? – Pregunto a los demás.

.- Sí. – Contestaron todos...

.- No. – Menos el camarero.

.- Bien. – Horatius abrazo a su hija con más fuerza, cuando le comunicaron la invasión de arañas en el Callejón Diagon, se había asustado al saber que su hija estaba allí, pero ahora que veía que estaba bien, se quedaba más tranquilo.

.- ¿De dónde salieron esas cosas? – Pregunto Gideon.

.- Aún no lo sabemos. – Contestó Horatius, que aunque lo supiera tc podía revelar esa información así como así.

.- Señor. – Lucy Diamond, una joven de pelo azul claro, que habría resultado preciosa de no ser por una cicatriz con forma de asterisco que cruzaba toda su cara y la había obligado a llevar un parche en el ojo derecho, fue a darle un informe a su jefe. – Tenemos un testigo que asegura haber visto a unos encapuchados de negro soltando a los bichitos esos. – Su ojo castaño, miró con repugnancia los restos de la arañas. Al ver que su jefe no hablaba pensó que no la había oído.

.- Supongo que huyeron a Knocturn Alley. – Por eso dio un ligero respingo cuando él hablo de nuevo.

.- Sí, he puesto a gente a ello, pero...

.- No sacarán nada. – Horatius suspiro con frustración. La gente de aquel callejón se negaba en redondo a mover medio dedo por el ministerio de magia: la mayoría eran vampiros, licántropos renegados, algún que otro onza, banshees despistadas... De momento se limitaban a observar como espectadores, pero Horatius temía el día que Voldemort encontrará la forma de convencerles para que se unieran a su ejercito. – Que vuelvan y se encarguen de los heridos.

.- Bien. – Lucy ya se daba la vuelta, cuando su jefe la volvió a llamar.

.- Y llévate a... Como se llame. – Horatius señaló al asustado camarero, que no podía creer su suerte al ser escoltado por una chica tan guapa. – Necesita atención médica. – Lucy estaba de acuerdo con eso, atención siquiátrica sería lo mejor para ese chalado.

Una vez que se quedaron solos, Horatius decidió poner a salvo a su hija y sus amigos. Conocía un lugar en el que estarían protegidos. Tras mandar a Gideon a su casa, se volvió hacia Remus, aunque sentía la clásica hostilidad de padre protector, tenía que admitir que Remus era mucho, (pero mucho, mucho más) maduro que por ejemplo James & Sirius.

.- Remus, iros todos inmediatamente al valle de Godric. – Ordeno Horatius.

.- ¿A la casa de James? Por qué? – Pregunto Remus, siempre curioso.

.- Esa casa fue el cuartel general de los aurores durante la guerra contra Grindelwald y su ejército. Si cerráis la red Flu, se convertirá en una fortaleza inexpugnable. – Explico Horatius.

.- ¿Y que pasa con nuestros padres? Igual se preocupan un poco si no volvemos. – Will lo dudaba. Jack y él habían dado mucho la lata con sus peleas, y sus padres disfrutaban ahora de (al fin) un rato de paz. No les extrañarían hasta dentro de... 5 meses, más o menos.

.- Por no hablar de nuestra ropa. – Jack no sabía si sus padres la extrañarían, pero que ella extrañaría su vestuario estaba clarísimo.

.- Iré a vuestra casa y se lo explicaré a vuestros padres. Os llevaré vuestras cosas. – Los hermanos Sparrow parecieron más tranquilos después de eso, y más dispuestos a ir a casa de James.

.- ¿Y mama y tu? – Se preocupo Bell.

.- Adrien y yo, sabemos cuidar de nosotros mismos. – Horatius le quito importancia a esto, con un gesto. Luego siguió dando instrucciones a su yerno. – Os prepararé el trasladador para el pueblo que más cerca les queda. Una vez allí dile a James que no salgáis bajo ningún concepto. Y desde luego no abráis a nadie que no estéis seguros de quien es.

&·&

.- Y eso hicimos. – Concluyeron los cuatro protagonistas a la vez.

Estaban todos sentados en el salón. James en el sofá, completamente despanzurrado. En el mismo sofá pero en el extremo contrario, Sirius estaba sentado con Evy entre sus piernas, a la que abrazaba de forma posesiva, mientras apoyaba su cabeza en el hombro de la onza. Puck se había apropiado de un pouf de leopardo, regalo de Sirius para que Evy le perdonara. Remus y Bell compartían un sillón. Will estaba sentado en una silla, en cuyo respaldo se había emplazado Jack, por las vistas. (Sí, las de Remus, lo adivinasteis.)

.- ¿Y dónde vamos a dormir? – Pregunto esta última. La daba un poco igual, con tal que no la tocara con su hermano y que la rubia esa, no quedara con Remus perfecto.

.- Puck cree que será un problema. Puck sabe que la casa es solo de 3 habitaciones.

.- No es tan problema. – Intervino Sirius. – Yo puedo instalarme en la habitación de Evy.

.- Pero si eso ya lo has hecho. - Interrumpió James burlón. Sirius le lanzo una mirada ofendida y altanera. James le sacó la lengua y siguió con el reparto. – Remus, Will y yo podemos dormir en mi cuarto, es la habitación más grande. Jack y Bell en la de Sirius, que dado que ya tiene sus cosas en la habitación de Evy, no tardara mucho en trasladarse.

.- Puck, recuerda que en el garaje hay camas amontonadas. Puck las preparara.

.- Gracias Puck. – James le agradeció al pequeño elfo, antes que este se fuera a cumplir su cometido.

.- ¿Por qué Evy puede dormir con Sirius y yo no puedo dormir con Remus? – Se rebelo Bell que no estaba contenta con el reparto de las habitaciones.

.- Porque esta es mi casa, y mando yo. – Contestó James con tono de déspota dictador cuya palabra es ley y orden.

.- Bien dicho. – Conste que lo ha dicho Jack, no yo.

.- Chicos. – Intervino Evy abortando la discusión entre Bell & James. – Si el padre de Bell dice que no es seguro estar ahí fuera. – Hizo un gesto impreciso señalando al mundo más allá de la puerta de su casa. - ¿Qué pasa con nuestros amigos que siguen allí? Qué pasa con Joy, Misi, Doris, Yeye y Lily?

.- Doris estará a salvo con su prometido. – Respondió Will con un tono de gélido odio.

.- Y si no, que se joda. – Le apoyo Jack, con rencor. Nadie, salvo ella, hacia daño a su hermano.

Yeye y Misi aún están en Grecia y el Caribe, respectivamente. Vuelven justo para coger el tren de Hogwarts. – Siguió Will, ignorando el ataque protector de su hermana.

.- ¿Grecia? Yeye si que sabe. – Se admiró Jack. – Los griegos están cañón. No hay más que ver el David de Miguel Ángel.

.- El David de Miguel Ángel no es griego. Es italiano. – La informó Remus, amablemente.

.- Ah, ya. Yo es que de pintura... Como que no es lo mío. – Confeso Jack, algo ruborizada por haber metido la pata. Sin saber que la había vuelto a meter, ya que el David de Miguel Ángel era una escultura.

.- Siguen quedando Joy & Lily. – Al pronunciar el nombre de la pelirroja, Sirius dirigió sus ojos grises hacia James, mientras una media sonrisa burlona se formaba en su rostro, esperando la reacción de su amigo.

.- Vamos a por ella. – Decidió finalmente el moreno de pelo revuelto, poniéndose en pie. Tras su hombro, Evy noto como la sonrisa de Sirius se hacía entera. El chico beso el hombro de la onza y anunció.

.-Vale, te acompañaré a por la pelirroja. – Sirius se puso en pie, con una complicada maniobra. (Sí, como que se deslizo hasta el respaldo del sofá, y casi dio una voltereta hacia atrás para salir de ahí.) Todo porque no quería que Evy se levantara.

.- ¡Oye! Que yo a por esa no quiero ir. – Negó James con energía pero sin lograr engañar a nadie. – Yo iba a ir a por Joy.

.- Si, claro. – Evy acompañó estas palabras de un bufido de incredulidad. - ¿A casa de Snape, no?

.- Seguro que tiene muchas ganas de verle. – Ironizó Remus. Luego con un tono más razonable sugirió. - ¿Por qué no vamos mejor Evy y yo a buscar a Joy? A nosotros dos ella nos escuchará.

.- Vale. – Accedió James. – Iremos Sirius y yo a por Evans. – Tono de estoy a punto de realizar un sacrificio inmenso, realmente falso.

.- Pero a por Joy vas tu solo. Evy se queda aquí descansando. – matizó Sirius. Evy se volvió hacia él, con rapidez felina.

.- No necesito descansar, estoy genial. – Le dijo la onza, hablando única y exclusivamente con Sirius, ignorando al resto de la sala – Además, Remus no sabe como ir a casa de Joy.

.- Pero es un chico listo: seguro que si tu le dices lo que tiene que hacer se las apaña. – Contestó Sirius, que tb se había olvidado del resto de la sala.

.- Vale. – Al responder, en la mirada de Evy bailaba un "te vas a enterar del precio de la berenjena sueca". No aparto los ojos de su chico, aunque parecía estar hablando al licántropo. – Remus, sólo tienes que coger la línea naranja en North Octon dirección Liverpool Street, en Oxford Circus te bajas y coges la línea verde caqui hasta Tribecca, donde sales del metro y te pillas un autobús, de la línea 243, es de los rojos de dos pisos y...

.- Por favor, Sirius deja que me acompañe. – Suplico Remus que ya no sabía si le traía más cuenta coger una autobús o un taxi.

.- Puedo llevarle en la moto. – Pese a que Sirius aún estaba perdido por la estación de Oxford Circus, todavía no pensaba dar su brazo a torcer.

.- ¡Gran idea, cariño! Vas a entrar en el refinado y elegante barrio de Notting Hill, quemando llanta con tu fantástica y silenciosa motocicleta. Gran plan.

.- No hace falta que seas irónica, nena. – Sirius lanzó un gruñido y al final dijo. - ¡Esta bien! Haz lo que te dé la gana! – Evy sonrió antes de levantarse del sofá e ir a mimar un poco a Sirius, sabía que no le gustaba nada perder, así que trató de endulzarle la derrota un poco. Pero el chico la hizo un gesto de "ahora sales con esas" y fue para la habitación. Evy le siguió.

.- Yo tb os acompañaré a por Lily. – Anunció Will poniéndose en pie.

.- Es mejor que te quedes. Aun no tienes edad para usar magia y al contrario que Evy no eres inmune a las maldiciones. – Razonó James.

.- Sí pero tb soy el único de los presentes al que Lily escuchará. – Tras la declaración de Will se hizo el silencio. James miro a Sirius que observaba la escena desde lo alto de la escalera, pidiendo su opinión. Aunque esta le quedo clara tras ver q trataba de ocultar la risa.

.- Esta bien, vienes con nosotros. – Accedió James.

.- No es buena idea. – Bell había seguido toda la conversación con la desaprobación pintada en sus ojos turquesa, y ahora se decidía a hablar. – Mi padre dijo que no saliéramos bajo ningún concepto.

.- Más bien dijo, que le dijéramos a James que no saliéramos bajo ningún concepto. – Matizo Jack, recibiendo una mirada de hostilidad de su rubia compañera de habitación. Jack se encogió de hombros. – Lo hemos hecho.

.- Eso no me vale. Sigue siendo peligroso. – Bell se puso en pie, era tan alta como los chicos y no quería perder esa ventaja. – Vais a ir a Londres, la zona de Inglaterra que más atentados ha sufrido en todo el último mes, 3 magos que ni siquiera habéis pasado los EXTASIS con un niño...

.- Eh. – Protesto Will ofendido, pero Bell le ignoro. Jack vocalizó un "lo eres."

.- Que no puede usar magia, una onza loca...

.- Eh. – Protestó Evy desde la escalera por la que bajaba con un neceser. Sirius que ya había visto ese neceser antes pero no sabía que había dentro la siguió curioso.

.- Y sin apenas nada para defenderos. – Bell se cruzó de brazos, retándoles a que la contradijeran.

.- Pero indefensos no estaremos. – Tarea que asumió Evy gustosa. La onza volcó el neceser en el suelo dejando a todo el personal alucinado. Dentro no estaban las cosas que uno esperaría encontrar en un neceser de chica: nada de crema hidratante, leche limpiadora, crema de manos, pintauñas... Lo que había era una pequeña colección de puñales, dagas y cuchillos de diversos tamaños y una ballesta en miniatura.

.- ¿Y esto de dónde ha salido? – James recogió una pequeña daga curva y la examinó curioso.

.- ¿Has tenido seis años esto en nuestro cuarto? – Pregunto Bell asustada, mirando las armas como Lucy miró las arañas muertas en el callejón Diagon.

.- No, lo tengo de hace unos meses. Es el regalo adelantado de Ethan por mi 16 cumpleaños. – Evy por su parte tomo un par de estrellas ninja y se las guardó en un bolsillo del vaquero que se acababa de poner.

.- ¡Joder! Me ha quitado la idea. ¿Y ahora yo que te regalo? – Bromeo Sirius, ya se le había pasado el pique y ahora jugaba con la pequeña ballesta.

.- ¿Y esto que es? – Jack casi pierde un dedo cuando jugando con un puñal pulso un botón de la empuñadura y se desplegaron dos hojas más.

.- Es una tridaga. – Evy quito el arma de las manos de su torpe amiga, antes de que se desgraciara. – Normalmente se clava, y una vez dentro se despliegan las hojas.

.- ¡Genial! Me quedo con eso. – Will la quito de las manos la tridaga.

.- ¿Sabes usarla? – La mirada de Evy era recelosa.

.- Esto que pincha. – Will señaló la punta de la daga. – Se clava en el mortifago. – Evy suspiro no muy convencida de que el chico se fuera a apañar.

.- Sigo sin creer que sea buena idea. – Insistió Bell. – No es que no crea que haya que ir a por ellas. Pero creo que debemos avisar a los aurores... Ellos pueden traerlos aquí.

.- Estarán ocupados interrogando a los heridos por si alguno vio algo. Además no creo que unos aurores puedan obligar a esas 2 cabezotas a venir aquí. – Ante el comentario de Remus, Bell sonrió, aunque no parecía dispuesta a ceder. El licántropo se aproximo a ella, puso sus manos sobre sus delgados hombros y poso sus labios sobre su frente. Sin despegarlos la susurró. – No pasara nada cielo.

.- Esta bien. – Se resigno Bell. ¿Cómo hacia Remus para convencerla siempre? – Jack coge la ballesta, por si acaso. Si no estamos seguras de que seáis vosotros os disparamos y punto. Ir directamente y volver de la misma forma. Y...

.- Si, mamá Bell. – Contestaron Evy, James, Sirius & Will con tono de niños rebeldes.

.- Le diré a Puck que si viene alguien con pinta sospechosa use todo su potencial mágico para espantarle. – Comento James. Las 2 chicas sonrieron agradecidas.

Bajaron al garaje a por la moto de Sirius mientras James le daba instrucciones a Puck, todos los demás se pusieron a discutir. Es que, que 5 personas tengan que viajar en una moto con sidecar ya es de por sí un problema, pero si añadimos a esto que el dueño de la moto se niega a llevar detrás de él, a otra persona que no sea su chica, la cosa se complica bastante más. Y si sumamos a la ecuación que los 3 ocupantes restantes se niegan a ir a aplastados en el sidecar, la resolución se ve lejana. Para rematar digamos que la chica se empeña en conducir...

Llevo 15 minutos llegar a un acuerdo normal. Al final condujo Sirius, Evy se acopló detrás de él, y tras ella se sentó Will. A Remus & James les toco espachurrarse en el sidecar. Por fortuna, no fue durante mucho rato, ya que llevaron a Remus & Evy hasta la primera parada de metro que pudieron, una en que la moto no llamara demasiado la atención.

Ahí perdieron, varios minutos de nuevo, y es que claro, Sirius & Evy tenían que despedirse, que iban a estar unas 3 horas sin verse... Por desgracia para la pareja, en fase empalagosa, (les ha tardado bastante en llegar, la verdad) compartían la moto con dos despechados y un licántropo con la paciencia de un niño hambriento de 3 meses. Al final, Remus tomó a Evy de un brazo y se la llevó arrastras al metro.

.- ¡Joder, Remus! Que me estaba despidiendo. – Gruñó la onza molesta por la interrupción.

.- ¡Sois unos insensibles! – Se quejó tb Sirius.

.- Pero si la vas a ver en 2 horas. – Rebatió James, acomodándose en el asiento del sidecar.

.- Y lo malo no es eso. – Will hablaba más consigo mismo, que con sus compañeros. – Lo malo será cuando recojamos a Lily, y haya que aguantarla a ella y a James.

.- ¡Eh! – Protestó James.

.-¿Ya, por qué crees que estaba alargando tanto la despedida? – Sirius se puso el casco y arrancó la moto.

.- ¡Eh! – Esta vez James casi se mata por protestar, ya que el acelerón le pillo totalmente desprevenido.

.- Tomamos la línea naranja en North Octon, y nos bajamos en Notting Hill Gate. – Informó Evy, con brusquedad a Remus al pasar los tornos del metro. Aún estaba picada con él por separarla de esa forma de Sirius.

.- ¿No íbamos hasta el final de línea? – Remus alzó las cejas divertido por la furia de la onza. Era tan fácil picarla.

.- Mentí. – Evy se encogió de hombros. – No me apetecía quedarme en casa evitando que "tus chicas" se sacaran los ojos.

.- ¿Mis chicas? – Remus examinó el andén, por si acaso había algo fuera de lo normal, no creía que los mortifagos usaran el metro para trasladarse, pero entre los semi humanos, había mucha leyenda urbana sobre un nido de dementores situado en la red de metro de Londres.

.- Sólo es una leyenda. – Evy por fin se aburrió de estar enfadada, sobre todo porque veía que su enfado no tenía efecto sobre Remus y así como que no tiene gracia, y decidió hablar normal. En concreto, decidió hacerle ver que ella no notaba dementores por allí. – Y no te hagas el ingenuo: Jack te esta tirando los tejos de forma descarada. Y Bell esta más que enfadada por ello. No hace falta ser un genio para verlo.

.- Hablando de ver cosas. – El tren llegó en ese momento y subieron. No había mucha gente así que se sentaron uno frente al otro. Remus siguió dispuesto a averiguar algo que le intrigó desde el principio. - ¿Qué viste cuando miraste a los ojos del dementor?

.- No puedo decírtelo. – Los ojos de Evy perdieron el brillo que habían tenido hasta el momento. Los apartó de Remus y se quedo mirando la ventana cuya oscuridad era rota por algún que otro foco naranja.

.- Sé que no fue algo agradable... Sé que seguramente viste el futuro. Al menos la versión más terrible, cruel y tétrica de él, pero puede que haya algo cierto y si nos lo cuentas podríamos evitarlo. – Insistió Remus.

.- Remus, no es que no quiera decírtelo, es que no puedo decírtelo. – Los ojos verde dorados de la onza se volvieron hacia Remus, con expresión de aburrimiento. – fueron cientos de imágenes pasando a muchísima velocidad por mi mente, sin poder detenerlas y sin ver nada realmente. Sólo recuerdo la sensación de angustia general. – Tras eso, la onza se quedó en silencio, volviendo la atención a la ventanilla.

No hablaron más en el trayecto en tren. Evy no tenía ganas de hablar y Remus no sabía que decir, por primera vez en su vida. Por fortuna, el trayecto fue muy corto y enseguida bajaron. La estación de tren quedaba relativamente cerca de la casa de Joy, pero al llegar allí no había nadie, así que se quedaron en el portal, aguardando a su amiga.

El cielo plomizo se decidió al fin a soltar su carga y pronto desató una de esas tormentas que señala que el fin del verano esta más cerca de lo que uno esperaba. Fue en el momento que empezó a llover, cuando vieron a Joy cruzando la calle, con una revista para taparse el pelo y avanzando a pasos cortos y rápidos, para poder salvar su impoluto aspecto sin desgraciarse en el intento. Aquello era tan de Joy, que Remus & Evy no pudieron evitar sonreír.

Por primera vez en todo el día Evy pensó en su aspecto. Seguro que estaba hecha un desastre, cuando se cambio para ponerse los vaqueros lo hizo sin darle siquiera un vistazo al espejo y ahora no se atrevía ni a volverse para ver su imagen en el reflejo del cristal. Su único consuelo es que Remus no tenía mejor aspecto, aunque Remus no estaba obsesionado con su imagen como Evy.

.- Hola, chicos. ¿Qué os ha pasado? – Joy al fin llego y se les quedo mirando con la preocupación pintada en su rostro de cuadro renacentista.

&·&

.- No, no y no. Definitivamente no. - Así de categórica se mostró Joy cuando Remus y Evy la explicaron en el ascensor que tenía que abandonar su genial casa para irse a vivir al campo. – Yo soy un animal de ciudad, no un personaje de la Casa de la Pradera, bajo ningún concepto me voy a ir a vivir al campo. Si me lo hubierais dicho hace un par de semanas, tal vez, pero es que ahora que vivo en esta casa... Tan magnifica, tan genial, tan grande, tan bonita, tan cara... Me niego a irme.

.- Joy, tu vida vale mucho más que esta casa. – Razonó Remus.

.- Tu y tus tonterías de pobre. – Desdeñó Joy, Remus siempre había sido pobre y jamás la comprendería, pero Evy sí. Se volvió hacia ella. – Evy, tu si que me entiendes. – La aludida dejo de observar la casa, si era bonita, pero había algo que no la terminaba de encajar. – Sabes que vivir en esta casa es como volver a mi casa, no es tan lujosa como la mansión en la que crecí y viví hasta los 15 años, pero es un comienzo. ¡Me merezco esta casa! No puedo hacer el equipaje e irme.

.- Ah, sí es por el equipaje puedo arreglarlo. – Con un hechizo Remus guardo todas las cosas de Joy en su baúl, y en dos segundos estaba listo para llevárselo.

.- No, me entendéis. Evy deja que te enseñé el baño. – Sí, en cuanto Evy viera el baño, comprendería a Joy, y no querría llevársela a ningún lado. La llevo arrastras hasta el baño mientras la onza no paraba de quejarse.

.- No, Joy, no lo entenderé. Remus tiene razón, es mejor que nos larguemos cuanto antes y... ¡Joder¡Esto debe tener hasta mareas! – Gritó Evy al ver el tamaño de la bañera. Aunque la admiración inicial desapareció cuando la vino una imagen a la mente: ella había visto antes esa bañera. Llena de sangre y con un cadáver flotando dentro. Esa imagen era la primera del futuro imperfecto que la mostró el dementor, es decir, la más cercana en el tiempo, lo que aumento sus ganas de sacar a Joy de aquella casa. – Tenemos que irnos, Joy.

.- No. – Joy se cruzo de brazos con lágrimas en los ojos, como una niña que se niega a regalar sus juguetes viejos, pese a que ella ya no juega con ellos. – No pienso renunciar a nada de esto.

.- Joy, deja de comportarte como una niña mimada. – Intervino Remus con un tono de profesor severo y una nota de acero en la voz, señal de que Joy le estaba enfureciendo de verdad. – Esto no lo hacemos por capricho, ahí un peligro real y tu no eres capaz de... – El licántropo se quedo callado y paralizado en la puerta del baño, luego se puso a mirar el suelo atentamente, como cuando se te pierde una lentilla o la tuerca de un pendiente.

.- ¿No odias cuando los hombres te dejan a medias? – Comento Joy con tono jovial.

.- No sé, como a mi Sirius siempre me lleva hasta el final. – Evy esbozó su sonrisa más maliciosa.

.- No me refería a eso. – Terció Joy roja como un tomate.

.- Joy¿Por qué aquí esta la marca de una maldición asesina? – Remus ignoró la conversación de sus amigas, estaba de cuclillas en el suelo y acariciaba una zona muy concreta del suelo.

.- ¿Pero q dices? – Joy se acercó y miró donde el licántropo la señalaba. – Ahí no hay marcas de nada.

.- Tu no las notarás, pero él por ser licántropo sí. Son como las vibraciones que emite la tierra antes de un terremoto: sólo las perciben algunos animales. – Evy se acercó, pero no miró el suelo, ella no vería nada tampoco. Los onzas no tenían esa habilidad, los vampiros eran los mejores en ese campo. Y las banshees, que eran capaces de decirte hasta la comida favorita del que lanzo el hechizo.

.- ¿Y dices que aquí murió alguien? – Joy estaba realmente pálida, asustada de su propia ceguera. ¿Cómo no lo había visto antes?

.- Si capto al menos 3 maldiciones asesinas, todas lanzadasen este pasillo y bastante recientes, menos de un mes. – Contesto Remus.

.- ¡Joder! – Idiota, idiota, idiota. Joy se apoyo en la bañera, aún sin poder creer lo inútil que había sido. Recordó las palabras de Celia sobre los muggles desaparecidos¿como no los relacionó nunca con su fantasma?

Por curiosidad, uno de sus vecinos muggles le había hablado de los anteriores inquilinos de la casa: eran una familia joven, padre, madre y un niño de 7 años. Por lo que sabía de ellos eran Muggles, pero... eso no implicaba que el niño no fuera mago y no pudiera volver como fantasma.

.- ¿Estas bien? – La voz preocupada de Evy, la trajo de vuelta a la realidad.

.- Sí, sólo impresionada de lo ciega que puede ser una. – Joy rió como si hubiera dicho algo realmente gracioso, logrando que sus amigos se preocuparan aún más. – Llevaos mis cosas.

.- ¿Cómo dices? – Remus arrugó la frente, no sabía si había ganado o no. Aunque llevarse sus cosas era buena señal, Joy no podía estar alejada de sus zapatos mucho tiempo.

.- Yo iré enseguida. Lo prometo. Pero antes tengo que arreglar un par de asuntos. – Joy logró sonreír, trasmitiendo a sus amigos que estaba bien, que no se había vuelto loca. Aún.

.- ¿No quieres que nos quedemos? – Evy miraba la bañera, como buscando algo que le dijera que no era esa la bañera de sangre que había visto, y lo encontró: el champú no era de esa marca. Estaba casi segura.

.- No, tengo que hacer esto sola. – Joy volvió a sonreír, esta vez con seguridad y valentía. Sus amigos se quedaron un poco más tranquilos.

.- Si no estas a media noche en el valle de Godric, mandaré a James & Sirius a por ti. – Amenazó Remus. Una amenaza con fundamento: ese par no dudaría en matar a Snape, aunque si lo que Joy empezaba a pensar era cierto, no descartaba matarle ella con sus propias manos.

.- Al fin solos. – Dijo la voz fantasmal que ya no lograba asustar a Joy. - ¿Lista para morir de terror? - La voz se rió, con esa risa histérica propia de los malos de película.

.- Kevin, déjate de juegos. Tenemos que hablar en serio. – Joy no se volvió para mirar al baño, siguió mirando la puerta por la que se fueron sus amigos.

.- ¿Cómo sabes mi nombre? – Ahora la voz no era la escalofriante de un hombre adulto, si no la de un niño triste, porque le han arruinado su diversión favorita.

Cuando Joy se giro no vio al feo fantasma que había visto aquellas últimas noches, si no a un niño guapísimo de 7 años, con el pelo rubio ceniciento despeinado con saña, y unos dulces ojos del azul del cielo nocturno, de mejillas salpicadas de pecas, dándole un aspecto de pilluelo. Pero lo que más le llamo la atención a Joy era que aquel fantasma aún tenía color, todos los fantasmas de Hogwarts eran en blanco y negro, pero aquel tenía sus colores, difuminados, pero allí estaban.

.- Me lo dijo un vecino. – Explico Joy con una sonrisa maternal. – El señor Cambell.

.- Ah, sí. Es muy majo, me daba caramelos. – Contestó Kevin con una sonrisa en su rostro de pilluelo. – Luego mi mama, se ponía furiosa conmigo porque no quería cenar y decía que era porque los caramelos me habían quitado el hambre. Y yo la decía: "¿Pero como la comida va a quitar el hambre?" Y ella se ponía de los nervios. – El rostro aniñado se ensombreció al hablar de su madre. Joy trago saliva, estaba llegando a donde quería llegar, pero a la vez temía llegar allí.

.- ¿Me lo quieres contar? – Joy no sabía que prefería: oír el sí o el no. Si fuera un no, sólo tendría que irse de esa casa, con su inocencia intacta, ignorando lo que pasaba a su alrededor. Pero si era un sí, sabía que su visión de las cosas, de los últimos meses cambiaría para siempre.

.- Sí, te lo quiero contar. – Decidió Kevin. Joy era totalmente incapaz de definir su estado anímico en aquel momento.

Kevin empezó a hablar. Se apellidaba Nash, y vivía en esa casa desde que nació, claro que su memoria no llegaba hasta tan lejos. Su padre, Thomas, era economista, y su madre Karen, periodista de investigación. Kevin no entendía mucho de esas cosas, pero por lo que sabía, su madre investigaba últimamente las extrañas muertes que sucedían en pequeños pueblos cercanos a Londres: la gente aparecía muerta sin ninguna señal aparente de violencia y todos temían que fuera una nueva epidemia.

.- Tenía muchos papeles. – Añadió Kevin, con una mueca de aburrimiento.

En cuanto al propio Kevin, aparentemente, él era un niño normal. Iba al colegio Prescott, sus personajes favoritos de ficción eran las Super nenas, aunque su amigo John decía que era una serie de niñas, pero él era fan de los Teletubbies, así que su buen gusto estaba en entredicho. Tb le gustaba mucho Jennifer Love Hewit, y su máxima aspiración era rodar una película con ella.

Pero aparte de todo eso Kevin, era un niño diferente a los demás, siempre pasaban cosas raras a su alrededor. Cuando le ponían acelgas, la comida que más asco le daba en el mundo, estás se convertían en pájaros y escapaban volando por la ventana. El agua de sus baños siempre estaba a la temperatura que Kevin deseaba, no a la que salía del grifo. Cuando el matón del recreo le intento quitar su bollicao, el bollo se convirtió en un gato rabioso que intento sacarle los ojos al matón, para volver a ser el dulce que era, cuando Kevin lo toco de nuevo...

A Thomas, eso le daba miedo, había visto La Maldición de Damien varias veces y temía que su hijo fuera algo... satánico. Pero a Karen le encantó, tenía los mismos ojos que su hijo, aunque su pelo era de un castaño muy oscuro, y brillaban con orgullo cada vez que la directora llamaba para contarle la última jugada de su hijo. Por la noche, Kevin se dormía escuchando la dulce voz de su madre, relatándole las aventuras de druidas y guerreros que según Karen eran los ancestros de Kevin, que le dieron el poder mágico.

.- ¿Druidas? Seguro que no dijo magos? – Interrumpió Joy.

.- No, mama siempre decía druidas.- Kevin tenía un dedo en los labios y se daba golpes suaves contra ellos. La postura tan madura en infantil a un tiempo, era enternecedora. – Lo recuerdo porque me costó mucho aprender a pronunciar esa palabra.

.- Sigue. – Le animó Joy, memorizando la palabra druida, para luego buscar algo más sobre ella.

Una noche vinieron los "hombres malos", aunque uno era una mujer. Vestían de negro, como los brujos malos de los cuentos y llevaban unos palos de los que salían rayos verdes que cuando alcanzaron a su padre cayó al suelo y ya no se movió más.

Su madre, le dijo que corriera, y Kevin corrió a ocultarse en la bañera. Al mirar atrás vio que su madre estaba haciendo algo muy raro: tenía las manos alzadas hacia delante y de ellas salía una especie de luz azul oscuro, como sus ojos, que hacia que los rayos verdes salieran rebotados.

Los 4 encapuchados, lanzaron el hechizo que lanzan los magos en las ferias, pero no salió un conejo de una chistera, si no que la barrera de su madre se rompió, y un hechizo alcanzó a Karen, el otro a...

De pronto me vi tendido en el suelo, pero yo estaba flotando el en techo. – Explico Kevin, con voz alegre, como si hablara de estar en el parque de atracciones. – Y podía atravesar las paredes, y volaba, y nadie me veía... Era divertido. Pero me cansé. Y traté de volver a mi cuerpo, pero no podía. – Ahí la voz se hizo triste. – Y no encontraba a mis padres por ninguna parte pero sus cuerpos estaban ahí, pero no flotaban en el techo como yo. Y estaba solo, y tenía mucho miedo... Un día vino esa rubia fea, la que te vendió el piso y dijo que su hermano era un desastre, yo me escondí, no me cayó bien, me daba miedo. Cuando se fue no estaban mis padres ni yo. Y volví a estar solo. Hasta que viniste tú, que eras genial y... ¿Por qué lloras?

.- ¿Cómo que por qué lloro? Por la subida del barril de petróleo! Por qué voy a llorar? Por ti! Por tus padres! Por que no es justo! Gracias. – Kevin la había traído un rollo de papel higiénico para que se sonara la nariz, luego la paso el brazo por los hombros y apoyó la cabeza ahí. Fue extraño: normalmente tocar a un fantasma era como atravesar una cortina de agua helada, pero Kevin, era distinto. Era más bien como abrazar a alguien teniendo los brazos dormidos. Entre sollozos, Joy le contó. - ¿Has visto a la chica que se acaba de ir?

.- ¿La gata? Sí, ella y el lobo me han caído bien.

.- Pues ella dice, que la justicia no existe. Y empiezo a pensar que tiene razón. – Joy cerró los ojos unos momentos, logrando de esta forma detener el flujo lacrimal. – Debes pensar que soy una llorona.

.- Oh, no. Además. – Kevin se ruborizó. – John dice que me gustan las lloronas, porque mi novia Maya, llora cada vez que la tiro del pelo.

.- Ah. - ¡Joder, con las nuevas generaciones! Ya con novia y encima les iba el sado maso, pensó Joy. – A todo esto¿por qué no parabas de hacerme putadas? – Una sospecha se formaba en la mente de Joy. Y era justo lo que la faltaba.

.- Es que... – Kevin vaciló y se puso más rojo todavía. Joy se temió lo peor – Es que me gustas. – Lo que Joy pensaba. Justo lo que la faltaba, ser el objeto de deseo de un fantasma niño, más raro que una pera con granos.

.- Ah, pero yo tengo novio. – Se excuso Joy. ¿Por qué le daba explicaciones a un fantasma?

.- Pero ese chico no te conviene. – Y además a Kevin no le gustaba nada. ¿A ver que tenía esa cosa de pelo de fregona que no tuviera él? Carne. Pues vaya cosa. La carne esta sobre valorada. – Es feo, y además, tiene el mismo dibujo en el brazo que los hombres malos.

.- ¿Qué? – Logró decir Joy.

.- Los hombres malos tenían un dibujo en el brazo, una especie de carabela vomitando una serpiente. Y tu novio tb lo tiene. ¿Se dice calavera o carabela? – Al ver que Joy no contestaba, Kevin se volvió hacia ella. - ¿estas bien?

.- No, necesito sentarme.

.- Ya estás sentada.

.- Pues que bien. – No era tan raro. Ni tan nuevo. Joy lo sospechaba desde que Remus le habló de asesinatos en esa casa. Pero de sospecharlo a saberlo a ciencia cierta, había un trecho considerable. Y de saberlo a ciencia cierta a asimilarlo el recorrido es aún mayor.

Sintió ganas de ponerse a llorar de nuevo. Pero esta vez de rabia. Quería tirarse al suelo como una posesa y gritar, y tirarse de los pelos, y arañarse... Y quería que al levantarse nada de aquello fuera real. Espera. No era real. Sólo era una pesadilla: sus amigos no habían sido atacados a lo largo del día, Snape no era un... no trabajaba para Ellos, Kevin... Kevin no estaba muerto. Estaba en su casa, acostado en la cama y su madre le leía un cuento sobre el mago Merlín, mientras su padre miraba desde la puerta con una mirada enternecida. Algún día Kevin, crecería, recibiría la carta de admisión en Hogwarts y Joy sería su profesora de... Historia de la magia, y sería entonces cuando le conocería.

Abrió los ojos. No era una pesadilla, el fantasma de Kevin la miraba preocupado. No era para menos, su primera cita con una chica, y la había hecho llorar dos veces. ¿Qué estaba haciendo mal? (NC: Tranquilo, Kevin, más lloro la Cho en su primera cita con Harry.)

.- ¿Quieres ver en que trabajaba mi madre? – Kevin pensó que aquello la distraería. Sonrió al ver que Joy accedía. – Ellos lo buscaron por todos lados, pero yo use mis nuevos super poderes y se lo oculté. – El fantasma atravesó una pared horrible, Joy se había planteado tirarla porque le parecía espantosa, pero entonces se la ocurrió algo peor.

.- Kevin¿no estarán ahí tus padres?

.- ¿Cómo lo has sabido? – Kevin salió con una sonrisa de niño malo, que se borró al ver que a Joy le estaba dando un colapso y se le caía al suelo. – No, no, no. – Kevin uso su poder para detener el batacazo. Otro detalle, ningún mago conservaba sus poderes más allá de la muerte, pensó Joy. – Era broma. Mis padres no están ahí. ¡Humor negro que lo llaman!

.- Te daré un consejo sobre las mujeres, Kevin: nunca, jamás, nos bromees sobre cuerpos enterrados en las paredes de su casa. – Le advirtió Joy con tono tajante. - ¿Esos son los papeles?

.-Sí, la semana antes de que vinieran Ellos aquí, nos fuimos de fin de semana a un pequeño pueblo...

.-Sí, Little Haggleton. – Joy examino los papeles, sentada en un moderno sillón. Joy era la única que sabía sentarse en él sin desgraciarse los huesos.

Por lo visto treinta años antes, la familia más rica de la región, los Ryddle, murieron de la misma forma misteriosa que investigaba su madre. Fueron el primer caso documentado de toda Inglaterra. Tb decía que iban a exhumar los cuerpos, para ver si era un virus, ya que probablemente era la cepa original, y con ella podría preparase una vacuna.

Pero Joy ya sabía que no eran un virus, y Karen Kelson, (que raro, conservo su apellido de soltera pese a estar casada, pensó Joy) tb sabía que no era un virus, por las anotaciones que hizo. Encontró un sobre, aún no estaba cerrado, pero la carta estaba dentro, Joy la sacó, y la leyó. No tenía saludo ni nada sólo decía:

"Ha empezado ya. Volvió. Ocultar el CDS. Temo por mi pequeño. Ayudarme."

Pero Karen no llego a enviarla. Y no había dirección, solo una serie de números.

Allí había muchas cosas raras. Para empezar, Kevin no era un fantasma convencional, pero además tenía la impresión que Karen tc era una mujer convencional, una simple periodista. ¿Para quién era aquella carta¿Quién podía protegerla a ella y a su familia de los hombres malos¿Qué había empezado¿Quién había vuelto y de dónde¿Qué era el CDS¿Los hombres malos eran los mortifagos¿Quiénes eran los Ryddle, para que al Señor Tenebroso le asustara tanto que se les desenterrara?

Y cuando Joy ya no podía tener mayor cacao en su cabeza. Entro Snape. Por la chimenea. Sangrando por el muslo y con el uniforme de los mortifagos puesto.


¡Ahhh¡Que final! Antes de empezar a hablar del futuro y de las amenazas de muerte, tengo q comentaros un par de cosas. La primera y muy importante, q no quiero q se despiste con tanta revelación¡Will ya no tiene novia! Tenía q decirlo, al fin un guapo soltero. Segunda cosa: como ya habéis visto Evy no vio nada concreto del futuro, sino escenas. Varias escenas. A medida q las vaya viendo en el mundo real, podrá ir viendo la siguiente, es decir q hasta q no vea la bañera llena de sangre, no se sabrá lo que va después. ¿Frustrante, eh? La tercera cosa, y definitiva, la q sea capa de responderme a estas 4 preguntas de Joy, a saber¿Para quién era aquella carta¿Quién podía protegerla a Karen y a su familia de los hombres malos¿Qué había empezado¿Quién había vuelto y de dónde¿Qué era el CDS? Es q ha ganado el poder de leerme la mente.

Dicho esto, hablemos del futuro: de nuevo en el próximo capítulo, retrocedemos en el tiempo, x última vez, para ver cómo se hirió Snape. Tb veremos si Sirius, Will y James logran convencer a Lily para que se vaya con ellos y terminar de una pieza. Y sí, os aviso, la más que cantada ruptura Snape & Joy. Así que mentalizaros para ello.

Nada más, así, una cosa, podíais ser buenos y dejarme un RR si habéis leído esto. Venga, va. Que no os cuesta nada y a mi me hace mucha ilusión.

Dicho esto, hasta dentro de 2 semanas, pecadores, digo lectores.

Besos.

Carla Grey.