Hola, esto va a ser breve, puesto que ya os saludé en el capítulo anterior. Simplemente que espero que os guste el capítulo.
Por amor al arte 15.
La historia de Lizbell.
.- Ya va, ya va. – La Sra. Snape corrió a la puerta de entrada para abrir. Extrañaba a la multitud de elfos que la ayudaban a hacer aquellas tareas, pero con tanto Muggle por ahí suelto, no podia arriesgarse a tenerlos. Finalmente, abrió la puerta y se encontró con, (oh, sorpresa) una mujer pelirroja, pálida, muy guapa. – Venda, lo que venda, lo tengo repetido. – Ya estaba harta de aquellos vendedores de enciclopedias. El jefe de su hijo debía empezar la criba de Muggles por ellos, sin dudarlo.
.- No vendo nada. Busco a una amiga mía, Karen Kelson. – La Sra. Snape compuso un gesto de extrañeza. – Vivía aquí, aunque hace mucho que no hablamos...
.- Oh, ya sé. Los anteriores inquilinos... Se fueron sin más explicaciones. – La Sra. Snape observó como el semblante de la desconocida palidecía por unos segundos. Luego se recuperó.
.- Y no dejó nada, su nueva dirección o algo así.
.- No, lo siento.
.- Tranquila, no es culpa suya. – La desconocida pelirroja sonrió. Antes de dar la vuelta para irse. – Lamento las molestias...
.- No fue nada.
.- Adiós. – Dijeron las dos mujeres a la vez.
En cuanto las puertas del ascensor cerraron, Lizbell dio rienda suelta al ataque de histeria que hasta ese momento había logrado mantener a ralla. ¡Karen, no, por favor! .¡Ella no! Pero sabía que eso no cambiaría las cosas. Había percibido el peculiar olor de varias maldiciones asesinas en ese lugar...
Observó su imagen en el espejo, asegurándose de que no estaba apunto de llorar. No sería conveniente que la gente la viera por la calle echando sangre de los ojos.
Afuera la noche era fría, después de todo, faltaban cinco días para Navidad... Lizbell, esperó a estar en su coche, un Chevrolet negro, que muchos decían que tenían aspecto fúnebre, para sacar una extraña bola de cuarzo cristal, con un teclado numérico adosado en el pie. Marcó un número y al instante la bola empezó a brillar de forma intermitente. Digamos, que estaba dando señal...
.- Lizbell. ¿Pasa algo? – Al otro lado de la línea, un hombre rubio totalmente despeinado, le miraba con sus ojos verde dorados. Obviamente le acababa de sacar de la cama.
.- Karen, ha muerto. Tenías razón. – Lizbell se sentía al borde del llanto. Simplemente no podía concebir que, Karen, el único vínculo con su anterior existencia humana, hubiese dejado de existir.
.- Lo siento, Lizbell. – Asintió el otro comprensivo. Al menos, todo lo comprensivo que puede ser una persona a la que acaban de sacar de la cama. – No hagas ninguna tontería. Coge ahora mismo un avión y vente hacia Tokio. – Lo último fue más una orden que un consejo.
.- No, si logro entrar en la casa...
.- No, Lizbell, no vas a entrar en la casa, ni identificar las varitas, ni matar a los que hicieron eso. Vas a venir aquí, te vas a calmar y luego iremos a por quien haga falta. ¿Entendido? – Silencio. - ¿Entendido?
.- Sí, Ethan, lo he entendido. – Respondió al final Lizbell, sumisamente.
Si cualquier otra persona, le hubiera dado esa orden, Lizbell la hubiera ignorado olímpicamente, pero siendo Ethan... Lizbell estaba algo así, como en deuda con él, así que tres horas más tarde, Lizbell volaba en clase turista hacia Tokio vía Nueva York.
Mientras, su avión dejaba atrás la costa inglesa, Lizbell no podía dejar de pensar en Karen, en cuando se conocieron de niñas, sin saber lo que sería de ellas...
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El nombre entero de Lizbell, el humano era Lizbell Lancefield, procedía de una familia Muggle, una de tantas, a las que el destino empujó a prestar apoyo a Grindelwald. En el caso del padre de Lizbell, porque era un experto, en un área casi desconocida en ese momento: la genética. Y por alguna razón, que Lizbell aún no entendía, el mago oscuro estaba muy interesado en ella.
El caso, es que cuando Grindelwald cayo, arrastro consigo a todos aquellos que le habían ayudado, por propia voluntad o contra ella. Ni siquiera sus más importantes generales, de los que se decía que le habían vendido a Dumbledore, lograron librarse del castigo. Aunque ellos eran seres con recursos, miembros del Clan Mahutam, así que muchos de ellos escaparon...
Pero hubo otros que no fueron tan afortunados, uno de ellos el padre de Lizbell: el ministerio de magia le juzgó por traidor y le condeno a muerte. Lizbell tenía 6 años entonces. Pero jamás olvidaría como llegaron aquellos magos, apresaron a su padre, incautaron sus bienes, y la echaron a ella y a su madre a la calle.
No guardaba un buen recuerdo de su madre. Lizbell siempre la consideró débil. En su situación, Lizbell por dar de comer a sus hijos hubiera hecho lo que fuera, desde ponerse a fregar suelos hasta venderse en una acera, pasando por matar y robar. Pero ella, noooo. Simplemente se quedó allí tirada, dejando que ella y el hermano de Lizbell murieran de frío.
Los encontró una mujer, llamada Carolyn Clark, la esposa de una importante familia mágica. La verdad es que la llevaba dos días buscando, ya que al fin habían averiguado, gracias a las Genealogías, el interés de Grindelwald en esa familia, y más concretamente por esa niña. Aunque eso Lizbell no lo sabría hasta más adelante.
Así Lizbell se encontró viviendo en la mansión Clark, un lugar excelente de no ser porque tenía una "hermana" insoportable. Del tipo de hermanas que sueñas con ahogar en la taza del váter. Rubia, de ojos azules, más cursi que el día de la madre llamada Gemma. ¡Auggg! A Lizbell siempre la sacó de quicio. A los 8 años, cuando Lizbell consideraba en serio, la posibilidad de ser uno de esos niños diabólicos que matan a sus hermanos, hizo aparición... Ethan.
Aunque en ese momento se hacía llamar Galahad Green, tenía el pelo muy corto, repeinado hacia atrás, llevaba gafas y se hacia pasar por abogado. Le acompañaba Keira Kelson, una mujer morena, de aspecto dulce, que se decía pariente de Lizbell. Después de que Ethan/Galahad soltara un par de tecnicismos legales, los Clark, no tuvieron más remedio que consentir que Keira se llevara a la niña.
En el coche, los dos adultos la explicaron que en verdad no eran ni abogados ni parientes suyos, pero que creían que sería mucho más feliz con ellos, que con los Clark. Tres semanas después, completamente encariñada con su "hermana" Karen y viviendo en una especie de granja de animales salvajes, Lizbell estaba de acuerdo con ellos.
Y no sólo estaba su hermana postiza y su madre Keira y sus animales... También estaban las fascinantes visitas que recibía: un hombre moreno de aspecto taciturno, que sabía leer el tiempo del día siguiente en el vuelo de los pájaros; Galahad, que iba y venía para asegurarse que Lizbell estuviera bien, algunas veces con su esposa, que la daba mala espina a la niña y estaba ella, Satine Kerr. Lizbell admiraba sus andares felinos y su elegancia... Solía seguirla por toda la casa, sólo para memorizar la forma en que la mujer tomaba una taza de té, o como subía las escaleras. Además, estaba convencida de que ella y Galahad estaban hechos el uno para la otra. No entendía porque no estaban juntos...
Pasaron los años, años muy felices, los más tranquilos de su vida, al menos que Lizbell pudiera recordar. Y un buen día la llegó la carta de admisión de Hogwarts. Keira le explico que había otras escuelas de magia, que no tenía porque ir precisamente a esa, pero Lizbell sintió curiosidad, más que nada por el empeño en que no acudiera a esa escuela...
Los seis primeros años allí transcurrieron sin novedades: la asignaron a Ravenclaw, donde hizo muchas amistades, aunque sin profundizar demasiado; rápidamente destacó en encantamientos convirtiéndose en la favorita de Flitwich. Transformaciones se la daba un poco peor y el Quiditch para ella era un misterio insondable, pero aparte de eso, bien. En el plano sentimental, un par de flirteos que concluyeron tras darse el lote con ellos el armario de las escobas, nada serio a destacar.
Pero como ya he dicho, no hubo mucho más que destacar, al menos hasta sexto año. Fue en ese curso, una tarde poco antes de las vacaciones de Navidad cuando paso algo destacable, aunque en principio pareció de lo más inocente.
Lizbell iba paseando por un corredor lleno de vidrieras camino de su sala común, cuando, al girar una esquina se encontró con una grotesca pelea de pareja.
La chica era Gemma, su ex hermana. Fue una desagradable sorpresa para Lizbell encontrarla allí, aunque lo bueno es que ella iba a otra casa, Slytherin, y un curso por delante de Lizbell, por lo que nuestra protagonista apenas la veía.
El chico era Toliman Black, el prometido de Gemma. En realidad iba al mismo curso que Lizbell, y en opinión de la pelirroja, Gemma haría mejor pareja con el hermano mayor de este, que con Toliman, pero los padres de ambos sabrían... O no, ya que por lo que Lizbell sabía eran primos cuartos o quintos. Aunque los Black estaban emparentados con medio universo mágico.
El caso es que Gemma estaba locamente enamorada de su flamante prometido, al menos todo lo enamorada que una persona tan estúpida, egocéntrica, egoísta, idiota y... Bueno, toda lo enamorada que una persona como ella podía estar. El problema es que no era mutuo, eso y que Toliman y sus dos mejores amigos, Horatius y Jason, eran unos seductores compulsivos, que parecían querer salir con toda chica con pechos antes de que terminara su estancia en la escuela. No era muy bueno para la causa que la prometida de Toliman fuera una celosa enfermiza.
.- ¿Pero que hacías con esa estúpida Hupplepuff? – Gemma hizo pucheros. – Yo soy mil veces más atractiva que ella...
.- Lo sé, amor, lo sé. – Convino Toliman, tratando de calmar a la chica. Lo último que necesitaba era que se chivara a sus padres de que salía con chicas de origen Muggle. – Estaba con ella, porque me recuerda a ti...
.- ¿Qué esa Hupplepuf insulsa te recordaba a mi? – Gemma se llevo la mano al pecho, como si su novio la hubiera golpeado allí.
.- Sí, era tan imperfecta, que estando a su lado descubrí lo perfecta que eres tú. – Viendo que esto aplacaba a la rubia, Toliman siguió por ese camino. – Sus ojos saltones, sus labios finos, sus mejillas sonrosadas... Todo eso me recordó a ti.
.- Toliman... Eso es muy bonito. – Gemma le dio un beso en los labios, que el chico respondió con más obligación que entusiasmo. – Tengo pociones. – Y con esto, Gemma se fue.
.- Que sepas que eso me ha parecido vergonzoso. – Al ver que Toliman no se iba, y a Lizbell no la daba la gana esperar hasta que se fuera para pasar, no tuvo más remedio que revelar su presencia.
.- ¿El qué?.¿Espiar las discusiones de los demás tras las esquinas? No me parece muy Ravenclaw. – Toliman alzó las cejas al verla. Aunque no se molesto en retener la imagen de la chica.
.- No. Me refiero a malgastar una frase de Groucho Marx, con esa ignorante. – En ese punto, Lizbell acababa de sobrepasar al chico, que se volvió rápidamente para mirarla.
.- ¿Conoces a Groucho Marx? – Aclarar que ese actor Muggle era el ídolo de Toliman, Horatius y Jason.
.- Claro. ¿Y quién no? – Contestó Lizbell burlona sin girarse.
Todo podía haberse quedado ahí, en un intercambio de palabras en un pasillo, pero a la semana siguiente, cuando Lizbell acababa de bajar del tren en King Cross y estaba abrazando a su hermana Karen, se acercó a ellas Jason Potter, uno de los amigos de Toliman.
.- ¿Tú eres Lizbell Lancefield, no? – Pregunto el chico mirándola.
.- Sí. – Contestó Lizbell extrañada.
.- Vale, vale. – El chico la miró de arriba abajo, y luego, sin dar más explicación, se volvió por donde había venido.
.- ¿Qué ha sido eso? – Lizbell miro confundida a su hermana.
.- Creo que acaba de pasarte revista. – Desde donde estaba, Karen pudo observar como Jason se acercaba a dos chicos y miraban hacia ellas con interés. Karen les saludó con burlón descaro y sin dejar de sonreír le dijo a Lizbell. – Yo a esos 3 les pasaba revista todos los días. Desnudos, a ser posible.
.- La mitad de la escuela, la mitad femenina, aprobaría tu medida. – Lizbell se hartó del juego, agarro a Karen del brazo y se la llevo hacia la salida.
.- No seas brusca. Al menos cuéntame porque ese interés en ti. – Así que Lizbell no tuvo más remedio que contarle su encuentro con Toliman y Gemma.
.- Te va a pedir salir. – Concluyó Karen tras oír la historia entera.
¿Quién?
.- ¡Toliman!.¿Para que sino su amigo iba a estar interesado en ti?
Lizbell negó con la cabeza, convencida de que aquello no era posible. Sin embargo, Karen podría entonar el "yo te lo dije", un mes más tarde, el día en que Toliman se acercó a ella y la soltó:
.- ¿Qué haces mañana a la una de la tarde?
.- No lo sé. Estaré por Hogsmead, tenemos visita. –Lizbell se encogió de hombros. Tan sorprendida estaba que ni siquiera se la ocurrió soltarle un "no es asunto tuyo".
.- Ya lo sé. Pues si no tienes nada que hacer, pásate por Las Tres escobas. – Tras soltar eso, el chico se dio la vuelta para irse.
.- ¿Es esa tu forma de pedir una cita? – Pregunto la chica sorprendida.
.- No es una cita. simplemente queremos poner a prueba tus conocimientos sobre los hermanos Marx. – Toliman se encogió de hombros. - Puedes llevar a una amiga si te hace sentir mejor.
Como Lizbell no ser terminaba de fiar, le pidió a su mejor amiga de Hogwarts, Margaret Planck, una joven de pelo moreno rizado, ojos castaños de largas pestañas habitualmente ocultos tras unas gafas, que la acompañara.
.- ¿Pero para que? Al único Marx que yo conozco es Karl Marx, el autor del manifiesto comunista. – Margaret era hija de un mago alemán de ideología comunista. En cuanto Hitler ascendió al poder, su padre se temió lo peor, cogió a toda la familia y se fueron lo más lejos posible. Obviamente, al hombre no se le ocurrió que Hitler se haría con toda la costa atlántica de Europa y que desde allí podrían bombardear Inglaterra.
.- Estará Jason... – Dejó caer Lizbell como quien no quiere la cosa.
.- ¿Dices que estará Jason? – El Gryffindor era el objetivo de la Raven desde el comienzo de los tiempos. – Creo que no te debo dejar sola con esos chicos. Tu eres muy inocente y te lían. Te acompaño, pero conste que lo hago por ti.
.- Gracias, que buena amiga eres. – Replico Lizbell burlona.
La verdad es que la comida estuvo bastante bien, Lizbell demostró estar a la altura en cuanto a los conocimientos de los hermanos Marx, Margaret empezó a cautivar a Jason, según ella, por su parte él apenas se enteró de que estaba allí. Fue tan bien la cosa, que terminó siendo una costumbre lo de ir a comer juntos a las tres escobas, y hacer tertulia de cine de humor, siempre que había visita a Hogsmead.
Por supuesto cuando Karen se entero tuvo cachondeo para rato:
.- Es la técnica de ligue más extraña que he visto nunca. – Se burló la joven. – Aunque funciona: te tiene colgada.
.- ¿Qué dices? Solo es mi amigo. – Se ofendió Lizbell.
.- Ya. – En ese momento sonó el teléfono y Karen se acercó hasta él. - ¿Sí? Sí, esta aquí. ¿De parte de...¡Ah! – Karen sonrió burlona antes de tenderle el teléfono a Lizbell. – Es Toliman.
.- ¿Sí? – Antes de coger el teléfono, Lizbell se peinó, olvidando el detalle de que él no iba a verla. – Tol. ¿Qué tal?
La cuestión era que, Horatius había quedado con una chica, eso no era novedad, lo nuevo era que se declaraba oficialmente enamorado de ella, y quería impresionarla. Por ello estaba preparando para ella, lo mejor de lo mejor: una sesión de cine de los hermanos Marx en un cine del centro.
¿Y que pintaban los demás en eso? Horatius les había pedido como favor, personal, personal, personalísimo que fueran al cine, se sentaran unas filas más atrás que él, e intervinieran si él les pedía ayuda.
Lizbell accedió, además llamo a Margaret que la hubiera matado de saber que había quedado con Jason y no la dijo nada. Como "Una noche en la ópera" era la película favorita de Karen, se apuntó. Y como Karen no quería ir sola, por eso de que "la cosa iba de parejitas" tiró de su larga agenda de chicos, para que uno de ellos la acompañara.
Al final resultó, que Horatius no necesito la ayuda de sus amigos para nada, todo salió perfectamente. El único gesto que les hizo fue que se esfumaran...
Después del cine, Karen y su amigo se evaporaron, Margaret al fin logró hacer un avance con Jason:. ¡El reconoció su existencia! Así que Toliman terminó acompañando a Lizbell a su casa. La mayoría del trayecto la hicieron charlado animadamente, pero cuando ya estaban entrando en la calle cayeron en un pesado silencio.
.- ¿No estás cansado de esto? – Soltó Lizbell de repente. Tal vez porque no soportó el silencio.
.- ¿De qué?
.- De que siempre que salimos, nunca lo hagamos solos.
.- ¿Te gustaría salir conmigo a solas? – Toliman sonrió burlón.
.- Por una vez... – Lizbell dejó la frase en suspenso, aunque sonrió de forma alentadora.
.- Vale, probemos.
Y probaron. Ese verano, salieron varias veces, y como prueba de absoluta confianza, Toliman no les pidió a Jason y Horatius que fueran detrás de él para tirarle el salvavidas, seguro de que habría un naufragio.
Cuando el verano, llegó a su fin, eran casi pareja. Casi porque el pequeño inconveniente de que Toliman estaba prometido con Gemma siempre estaba ahí... La rubia al principio no dio crédito a los rumores. ¿Cómo iba a estar su prometido con esa Sangre Sucia Inferior? Pero cuando comprobó que era cierto, no tardó en entrar en acción, bolsa de oro en mano, a cambio de que Lizbell se alejara de su prometido...
Técnica que logró el efecto contrario, la rabia hizo que Lizbell se acostara con Toliman esa misma semana. Aunque no fue sólo la rabia, jamás con ninguna otra persona, aparte de Karen, se había sentido tan a gusto.
El último año, transcurrió con los chicos más deseados de la escuela, mucho más asentados. Horatius seguía con su Adrien, Margaret logró conquistar a Jason, y los del grupo consideraban a Lizbell la novia oficial de Toliman. Y fue así durante los dos años siguientes a dejar la escuela.
¿Entonces que salió mal? Lizbell aún no lo sabía. Sólo que el padre de Toliman, decidió poner fin al flirteo de su hijo, recordándole sus responsabilidades. Además, Carolyn se presentó en el trabajo de Lizbell, y la montó una tragedia griega en cuatro actos para que dejara que su hija, se casara con su prometido. Al final, Lizbell se sintió tan presionada que fue ella misma la que cortó la relación y tomó una beca para estudiar los híbridos de peces, en Islandia.
Claro, que no aguanto mucho allí: hacia mucho frío y extrañaba a Toliman... Volvió a casa. Dos meses después la daba exactamente igual que el joven estuviera casado y que ella se hubiera convertido en su amante. Naturalmente se creyó todas las promesas de que dejaría a su esposa. ¡Idiota de ella! Como la dijo Satine, con una mueca de amargura en su rostro de gata, los casados nunca dejan a sus esposas, y menos cuando estas se quedan embarazadas.
Cuando se enteró de ese detalle, Lizbell se apartó de él definitivamente. Esta vez, la beca fue en Transilvania, para estudiar el mito del Conde Drácula. Pasó meses perdida por los Cárpatos, buscando algún vestigio de la existencia del mítico vampiro, sin encontrarlas... hasta que una noche las evidencias la encontraron a ella.
Se llamaba Garret, después de traicionar a Grindelwald había tenido que refugiarse en su país de origen para recobrar las fuerzas. En cuanto a comida ese lugar era como un Buffet libre, pasa que el pobre se sentía un poco solo... Por eso, cuando vio a Lizbell, tan pelirroja que podía ser hija biológica suya, no tuvo más remedio que hacerla vampiro.
Garret nunca se arrepintió lo bastante de esa decisión. Pese a ser un vampiro, había pasado demasiado tiempo, rodeado de Onzas, y por osmosis había adquirido parte de su flexible código moral, que básicamente se reducía a: no se mata a quién no se lo merezca. Debido a esto, Garret se alimentaba de dos maneras: o cazaba culpables o dando pequeños sorbos de los inocentes, de forma que estos no sufrieran daños.
Lizbell ignoraba todos esos consejos: era como si la sangre vampírica la hubiera enloquecido del todo. Mataba sin ningún tipo de distinción en cuanto a edad, sexo, ganas de vivir, grado de maldad y sin ninguna consideración hacia su víctima. En ningún momento se planteó ahorrarles sufrimientos.
Las discusiones al respecto entre ella y Garret podían haberse prolongado durante siglos... Pero un día interrumpió por allí un mago relativamente joven, que se decía un cazavampiros. Garret debió reconocerle, porque cuando le vio sólo pensó en poner pies en polvorosa, pero Lizbell sintió curiosidad... En lo que ambos discutían el tema, el cazador les dio alcance y mató a Garret.
A Lizbell no la importó demasiado. Era como si alguien la hubiera arrancado de cuajo cualquier necesidad de sentir. El cazador, que respondía al nombre de Tom Ryddle, no la mató. Al contrario, la había buscado por media Europa, descubrir que era un vampiro, era un pequeño inconveniente, pero aún así le serviría.
Los años que pasó junto a Tom, recorriendo el mundo para aprender sobre la magia negra de las diversas regiones, fueron los más extraños de su vida. Para ser un cazador, Tom siempre la trató con respeto y cariño, jamás se la hubiera ocurrido que él hubiera podido clavarla una estaca mientras dormía o dejarla tirada en medio del desierto a plena luz del día, o que la estuviera utilizando.
Pero así era. Si algo aprendió Tom de Gridelwald, su maestro, fue a manipular a la gente. Y Lizbell era más simple de lo que parecía... Era una persona a la que le habían arrebatado tantas veces su vida, que con que alguien la garantizara cierta estabilidad y comprensión la tendría en su poder.
Como prueba de confianza, Tom le habló de sus años bajo la tutela de Grindelwald, en el orfanato. A Lizbell ese personaje siempre le pareció diabólico, por su culpa ella terminó en la calle, pero bajo el prisma de Tom no era más que un héroe trágico, que enloqueció tras la muerte de la mujer que amaba. Visto así, hasta tenía su punto romántico...
Llegó un momento, en que no hablar de su vida humana le parecía una grosería a Lizbell. Y así de forma inocente, fue desgranando para él, lo que ella consideraba información sin fundamento, pero que en realidad sería la base de los planes de futuro de Lord Voldemort.
.- Un día, le habló de cómo Carolyn se presentó en su despacho suplicando que se apartara de la vida de Toliman, para que su hija y él se casaran como estaba planeado...
.- Les hubieras jodido bien. – Tom esbozó una media sonrisa burlona.
.- ¿Jodido? – Repitió Lizbell sin entender el sentido de la frase.
.- Hubieras jodido el plan. – Viendo que la vampiro no entendía el sentido de la frase, Tom se explico mejor. - ¿No has oído hablar de Nemius y sus Genealogías?
.- No. – Negó Lizbell tras repasar en vano sus conocimientos de HM.
.- Nemius era un adivino del siglo XV, de la época que los Muggle conocen como Renacimiento. Él decía ser un profeta, que había venido al mundo para salvarlo... – Tom sonrió burlón. – Estaba como una puta cabra. El caso es que escribió varios libros de profecías, hay quien dice que se han cumplido... Pero su libro con más adeptos son las Genealogías, 30 volúmenes, 1 por cada letra del abecedario, más dos... ¿Has oído hablar del Cetro de Sekhmet?
.- No. – Al oír esas 3 palabras, Lizbell sintió un escalofrío por su espalda. Algo parecido a lo que sentía cuando sus afilados colmillos abrían la arteria de su víctima y la sangre de esta, cálida y espesa, se derramaba por su boca. Hubo un tiempo en que ese escalofrío no se relacionaba con sangre, pero fue en otra vida.
Tom le habló un poco de la diosa – bruja Sekhmet, y de su Cetro. Le dijo que sólo las mujeres podían manejarlo y que los hombres que lo tocaban eran vaporizados...
.- Sin embargo, todas las profecías, y no te digo las de Nemius, sino profecías muy antiguas, de todas las razas, épocas y lugares, insisten en que nacerá un varón que podrá manejar ese Cetro. Ahí es donde entran los dos volúmenes restantes de las Genealogías de Nemius: son un manual de cómo conseguir ese varón mediante eugenesia.
.- ¿Eugenesia? – Repitió Lizbell, sin ocultar lo mal que la sonaba esa palabra.
.- Selección genética: cruzando los padres adecuados tendrás el hijo con las características que deseas. Aplíquese de forma sucesiva. – Explico simplemente Tom.
.- Espera:. ¿estás diciendo que todos esos matrimonios pactados que se dan entre Sangre Limpias no responden sólo a móviles políticos y económicos, sino que tienen como objetivo concebir a un niño mágico que pueda utilizar el Cetro de Sekhmet?
.- Exacto. – Tom sonrió al ver que su amiga lo había captado. – Sin embargo, Grindelwald me confesó que Nemius estaba equivocado. Ese viejo loco, sólo pensaba en preservar la pureza de la raza cuando debió hacer lo contrario... Los Onzas, antes de llamarse así, dieron con la respuesta hace eones: era el mestizaje. - Tom omitió el hecho de que él era la prueba viviente de que esa teoría era cierta: era el descendiente de Slytherin más poderoso que jamás se vio y él único que no era de sangre pura. - Todo indica que si se juntara un o una druida de cualquier clan con un mago o bruja de sangre limpia, podría nacer ese niño.
.- ¿Y por qué no optan por esa opción? Seguramente les llevará menos tiempo... – Aventuró Lizbell.
.- Por dos razones: la primera es que siguen el manual que les dejo Nemius al pie de la letra, jamás se les pasaría por la mente la idea de improvisar. Y la segunda por miedo. Si ese niño, no fuera realmente de los suyos, no sabrían que podría hacer. ¿Y si le da por matar a todo el mundo?
.- Supongo que les sería un pequeño inconveniente. – Admitió Lizbell. – Pero hay otra cosa que no entiendo:. ¿y qué pasa con los matrimonios por amor? Por ejemplo, Margaret y Jason se quieren...
.- Ah, el amor. – De nuevo Tom esbozó esa sonrisa burlona. – ese parámetro no entra en la ecuación de Nemius, supongo que si el departamento del ministerio que lleva esos temas no puso el grito en el cielo, es que ese amor de tus amigos entraba dentro de las previsiones de Nemius...
.- Espera¿hay un departamento en el ministerio solo para llevar esos temas? – Lizbell alucinó en ese momento en colores.
.- Sí, y tu querida amiga Caroliyn Clark es la directora. Por eso quería quitarte a ti del medio. – Explico Tom. En ese momento, Lizbell se levantó y más rápido de lo que podía captar el ojo humano llego hasta la puerta y se fue. Cuando la puerta se cerró, Tom sonrió. Ya era suya.
Después de un tiempo bastante largo, Tom consideró que estaba preparado para volver a Inglaterra, Lizbell no estaba muy de acuerdo con ese regreso, había demasiados fantasmas allí y lo peor es que muchos eran de carne y hueso... Pero tampoco se sentía capaz de estar sola otra vez, por lo que le siguió.
A todo esto, Tom había estado consumiendo unas pociones extrañísimas de elaboración propia que la habían dejado una serie de secuelas: calvicie, pérdida de las cejas, similitudes con las serpientes... Igual es por eso que no te recomiendan la automedicación, consulte siempre con su médico o farmacéutico. Además, ahora se hacía llamar Lord Voldemort.
A los pocos días de desembarcar, Voldemort localizó a sus antiguos compañeros de clase, aquellos que le serían más leales y que estaban descontentos con ciertas medidas adoptadas por el ministerio, y se presentó ante ellos con su idea de librar al mundo de los Sangre Sucias...
.- Pero tu mismo dijiste que el origen da igual en el fondo... – Le dijo Lizbell un día, algo molesta ya que ella misma era una bruja de Origen Muggle reciclada en vampiro sanguinaria.
.- Deja que ellos crean sus fantasías. Mientras sigan los planes de Nemius, su sangre se debilitará y no tendremos rivales... – Explico Voldemort sin darle más importancia al asunto.
Sin embargo, unos meses más tarde, cuando se presentaba ante un grupo de Nagas, guerreros con la mitad superior del cuerpo humano y la inferior de serpiente, el discurso, soltado en perfecto Parsel, fue algo distinto. Además, Voldemort, no tuvo el menor problema en participar en una de la ceremonias que los Nagas celebraban en honor de su dios maldito y que incluían el sacrificio de un niño de pocas semanas de vida...
Fue así como Lizbell se dio cuenta que Voldemort era una persona sin un sistema de valores o creencias, simplemente decía lo que los otros querían oír para poder manipularlos... Empezó a plantearse si a ella no la había tratado de igual manera.
La respuesta era sí. Pero no lo descubrió hasta que no fue demasiado tarde. Cuando Voldemort uso las cosas que Lizbell le había contado para asesinar a Jason. Todo fue del modo más inocente que se pueda imaginar... Voldemort le sugirió a Lizbell un reencuentro con sus antiguos amigos, como se puede deducir la vampiro no estaba mucho por la tarea, pero entonces descubrió que Margaret había muerto 5 años antes al dar a luz a un niño.
Así que decidió ponerse en contacto con Jason... Por supuesto, que Voldemort la siguiera matara a Jason y tratará de hacer lo mismo con el niño no entraba en ningún plan de Lizbell, aunque joder, la palabra de una vampiro no tenía valor para nadie... Por fortuna, Lizbell pudo coger al niño y, usando sus habilidades de vampiro, logró llevar al pequeño al único lugar donde sabía que Voldemort no se atrevería a ir: la casa de Dumbledore.
Dejo al niño allí y se lanzó a una frenética huida por Europa, sabía que los aurores la perseguirían y en caso de criaturas de la noche, (Vampiros, licántropos y Onzas) estaba autorizados a matar. De alguna manera terminó en Viena, una noche de finales noviembre... Allí fue donde él la encontró de nuevo.
.- ¿Aquí estás?.¿Sabes el tiempo que te he buscado?.¿Te divierte eso de marearme?.¿Así tratas a tu padre? – Lizbell alzó los ojos incrédula. No podía ser él. Pero sí era él. Garret estaba allí, con su larga coleta pelirroja, sus ojos amarillentos y su media sonrisa que no ocultaba el brillo de sus colmillos. La única diferencia es que estaba un poco más bronceado, dentro de la palidez. - ¡Levanta del suelo! Después de la que tu amigo va a liar y gracias en parte a ti, no tienes derecho a descansar.
.- ¿Garret? – Atinó a decir Lizbell confusa mientras él la agarraba del brazo y la llevaba arrastras hasta un coche negro inmenso que bien podía haber servido de coche fúnebre... Como para confirmar esa teoría los dos no – muertos, se sentaron en la parte de atrás.
.- Bien, aún te acuerdas de mi nombre. – Replico el vampiro burlón.
.- Pero, él... – Lizbell era incapaz de volver a decir su nombre. – te mató.
.- Por favor, Lizbell, tienes ante ti a un vampiro de mil años de edad, un Hijo del Milenio. Hace falta más que un hechizo de luz solar para terminar conmigo. me dejo muy mal herido, eso sí, pero ahora, gracias a este amago de bronceado, me resulta más fácil pasar por humano... – Garret dio a entender con un gesto que había salido ganando con el resultado y que estaba complacido de ello. No comentó que también había influido el hecho de ser uno de los Guardianes de la llave. – Volviendo a tu amigo... ¿Sabes lo que le has ayudado a hacer?
.- No. – Replico Lizbell, aún aturdida.
.- Noooo. – Repitió Garret burlón. - ¡Le ayudaste a fortalecerse con vuestros "Intercambios de fluidos"!. ¿No podías tener tus venas cerradas?.¡También le ayudaste a montar un maldito ejército! Y a matar a una de las personas que podía oponerse a él...
.- ¡Yo no quería que Jason muriera!.¡Fue un accidente! – Chilló Lizbell desesperada.
.- Basta, Garret. – Lizbell hasta ese momento no había reparado en el conductor, pero la voz. Era...
.- ¿Galahad? – Lizbell le miró asombrada. ¿Cómo podía un brillante abogado convertirse en chofer de vampiros?
.- Ethan. – Corrigió la voz.
.- Su verdadero nombre es Aidan. – Le confió Garret. – Pero yo no te dije nada.
.- Lizbell, sé que tu no querías que las cosas pasaran como pasaron... De ser así, habrías dejado que matara al niño, de hecho es lo que puede salvarte. – Ethan, Aidan, Galahad... Como se llamara. El hombre rubio, paró el coche y miró a Lizbell con sus felinos ojos verde dorados.
.- ¿Qué quieres decir? – Pero Lizbell, lo comprendió horrorizada. - ¿Qué el padre le da igual a los del ministerio?.¿Qué solo quieren al niño?
.- Veo que al menos ese cabrón te explico bien las cosas... – Ethan esbozó una sonrisa torcida y volvió a poner en marcha el coche, de vez en cuando miraba a la vampiro a través del espejo retrovisor.
A todo esto, decir que las Criaturas de la Noche tienen una forma muy peculiar de conducir, Lizbell siempre había pensado que si los Magos realmente querían terminar con los ellos, sólo tenían que animar a los Muggles a fabricar coches más rápidos. El caso es que Ethan adelantó un coche, pasando para ello al carril contrario ignorando la línea continua, esquivó un camión y estuvo a punto salirse de la carretera en una curva que daba a un precipicio... Pero en ningún momento el Onza perdió los nervios o dejó de hablar con Lizbell.
.- El niño es un punto crucial de los planes del ministerio, ya sabes, lo de lograr un varón mágico que pueda manejar el Cetro... – Ethan soltó una mano del volante para hacer con ella el gesto de "y bla, bla, bla".
.- Claro que no sé porque siguen empeñados en ese tema, teniendo en cuenta que hace mil años que dieron el Cetro por desaparecido. Pero vamos, que si no conocen mejor manera de pasar el tiempo... – Intervino Garret. Al vampiro tampoco parecía impresionarle la manera de conducir del Onza, porque hablaba tan tranquilo como si estuvieran tomando café en torno a una mesa.
.- ¿Cómo que el Cetro está desaparecido? - ¿Por qué esa frase hizo que Lizbell se sintiera como si uno de sus seres más queridos hubiese desaparecido?
.- Ellos lo dan por desaparecido... Nosotros sabemos dónde esta, y tengo la impresión que Dumbledore también lo sabe. – Aclaró Ethan. - ¿Sabes porque te atrae tanto? – Lizbell negó con la cabeza, aunque también la gustaría saber como sabía Ethan lo atraída que se sentía hacia él. – Tú eres una druida del clan O'Shiannon. Éste responde ante ciertas mujeres, pero solo las mujeres de ese clan druida son capaces de extraer su máximo poder, el Cetro lo sabe y por eso de alguna manera os llama... Entenderás que no te digamos donde esta...
.- Pero yo... ¿Por qué paras el coche?
.- Hemos llegado. – Explicaron los dos hombres abriendo la puerta del coche, y saliendo al exterior.
.- ¿Aquí es dónde veníamos? – Lizbell salió al exterior. Estaban en algún valle alpino, en un pueblucho cochambroso, cuyas minúsculas casas debieron fabricarse en la edad media y desde entonces nadie volvió ni a tocarlas. – Supongo que estáis de broma.
.- No. – Negó Garret mientras seguía a Ethan hasta la única casucha con puerta. El vampiro acercó su mano izquierda a la cerradura que se abrió con un sonido metálico. Las siete llaves, una de ellas guardada por Garret, eran universales, podían abrir cualquier cosa que requiriera una llave. Incluso podían hacer funcionar un coche. Tras abrir la puerta, Garret invitó a Lizbell a pasar delante de ellos. – Las damas primero...
Lizbell esperó encontrar una casa ruinosa, sin tejado y llena de telarañas, pero en vez de eso se encontró con el interior de la mansión más lujosa jamás concebida por ser humano alguno. Los suelos de mármol y tapices colgando de las paredes convivían con las últimas novedades tecnológicas creadas por los Muggles. Era por esto que las chimeneas estaba apagadas pero seguía haciendo calor...
.- Calefacción central. – Ethan ayudo a la vampiro a quitarse el abrigo. – También hemos instalado el aire acondicionado con bomba de calor...
.- Esto es precioso. – Atino a decir Lizbell, sintiendo, como no había sentido desde hacia años que había vuelto a casa.
.- Me alegra que te guste. En parte lo decoré yo... – Lizbell dio un grito de alegría al reconocer a Karen bajando por las escaleras estilo Titanic, antes de fundirse en un abrazo.
Más tarde, ambas amigas estaban sentadas en un cómodo sofá al lado de una ventana desde la que podían observar como nevaba... Karen tenía una taza de chocolate caliente en la mano mientras Lizbell disfrutaba de un tazón de plasma AB positivo.
.- Lo de Jason, no creo que fuera culpa tuya... A veces el destino obra de manera muy extraña. – Dijo Karen.
.- Sí que lo fue. Debí hacerle caso a Garret: o huir o cazar al cazador. - Lizbell negó con la cabeza. – Si hubiéramos matado entre los dos a ese... Maldito bastardo, el mundo sería un lugar mucho mejor.
.- O habrías muerto intentándolo. En cuanto a Garret, Voldemort habría descubierto que él era uno de los Guardianes y ahora tendría su llave... No, lo más triste de todo esto, es que las cosas se han desarrollado de la forma menos mala posible.
.- ¿Qué es eso de las llaves? – Se interesó Lizbell.
Karen la habló de la cámara Blanca, de cómo Grindelwald saqueó sus tesoros y los repartió por toda la Tierra, entre ellos el Cetro de Sekhmet. También la explico que las siete llaves eran la única forma de sellar dicha Cámara Blanca.
.- El problema es que de las siete sólo tenemos tres, además que Voldemort también va tras ellas. También estamos tratado de recuperar todo lo que Grindewald robó y que esta repartido por el mundo... – Concluyó Karen.
.- ¿Estamos? – Eso era lo que Lizbell no entendía. ¿Qué hacía Karen allí?
.- El Clan Mahutam. Soy una de ellos. – Karen mostró con orgullo el ojo sin párpados dentro de la concha, que aparecía marcado en el hueco de los dedos anular y pulgar de la mano derecha.
.- Pero, el clan Mahutam esta formado por Onzas. Y tu no eres una Onza. – Dijo Lizbell confusa.
.- ¡Bien, Lizbell! Pero no todos los Mahutam son Onzas. Para ser Onza al menos tu madre debe ser Onza, aunque eso no te garantiza serlo...Los genes del padre también pueden influir. De esto, se deduce que aunque todos los Onzas son Mahutam, no todos los Mahutam son Onzas. – Concluyó Karen.
.- Os ayudaré. Me siento en deuda, después de pasar de vosotros por... – Lizbell se interrumpió. Ya habían pasado cinco años, debería haber sido capaz de olvidarse totalmente de Toliman Black, pero, no era así.
.- Aún le quieres... – Afirmo Karen rotunda. Luego esbozó una sonrisa radiante. – Yo ahora sé lo que es eso... Estoy apunto de casarme. – Con orgullo mostró un sencillo anillo de plata, con motivos celtas.
.- ¡Enhorabuena! – Lizbell la abrazó, emocionada y la pidió que le contara cosas de su prometido. Karen lo hizo, además de pedirla que fuera su dama de honor...
.- Será de noche, así que no tienes porque preocuparte. - Karen observó el horizonte que empezaba a clarear. – Va a amanecer. Deberías acostarte...
Después de llegar al refugio secreto de los Mahutam en los Alpes austriacos, Lizbell se convirtió en una más del Clan. Se reencontró con Satine Kerr, su ídolo, que había abandonado a su marido, que no era otro que el mismo Grindelwald, y se había trasladado a los Alpes, con su hija, a la que Ethan jamás podría reconocer como propia... El Onza también había dejado a su esposa y vivía junto a Satine, cuyo verdadero nombre era Elisa, un apasionado y turbulento romance.
.- Al final tuve que recurrir a un método clásico para retenerlo a mi lado. – Explico la Onza con una sonrisa maliciosa y tierna, mirando a su niña jugar a perseguir una mariposa en el jardín, pasando de forma humana a jaguar para ello, de manera indiscriminada. – Nada como quedarte embarazada antes que la esposa, para que tu amante corra a tu lado...
.- ¡Y me lo dices ahora! – Exclamó Lizbell con tanto sentimiento que Elisa soltó una carcajada.
.- Es que por entonces yo estaba igual que tu y no conocía este truco. – La sonrisa desapareció del rostro felino. - Aunque mi niña cree es...
.- ¿La hija de Grindelwald? – Completo Lizbell, pensando que a ella esa probabilidad la horrorizaría.
.- No, cree que es su nieta. Ahora Grindelwald se hace pasar por su propio hijo... Al menos así estará a salvo de él y sus esbirros. Mientras crea que es sangre de su sangre no la tocará un pelo. Además, que Grindelwald tuviera una hija entra en los planes de Nemius...
.- Pues creo que se los habéis jodido bien. – Lizbell rió ante ese pequeño triunfo obtenido en las mismas narices de sus rivales.
.- Oh, y también les jodimos de otras formas... – Elisa sonrió misteriosa. Dando a entender que había lo que Nemius llamó accidentes.
Ya que Voldemort no la dijo toda la verdad sobre Nemius, el profeta loco si contempló el amor y de los frutos de este: los llamo accidentes, cuya presencia alteraba el destino de toda persona que se ponía a su alcance. Lizbell era uno de esos accidentes. Igual que Voldemort. Y que Elisa y Aidan. Y que la hija de ambos. Y que cualquier pariente del Clan O'Shiannon.Y si Lizbell hubiese tenido un hijo o hija con Toliman también habría sido uno de esos accidentes...
Un día en blanco, cuando Lizbell estaba tratando de dormir en su ataúd, la vino la inspiración¿Y si el niño que podría utilizar el Cetro fuera uno de esos accidentes?.¿Y si ese niño era el propio Voldemort?
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Los pensamientos de Lizbell fueron interrumpidos por la voz de la azafata anunciando que el avión estaba a punto de tomar tierra. Anochecía cuando Lizbell aterrizó en Tokio.
Habían pasado 11 años desde que Lizbell se había ido a vivir con los Mahutam y su vida había cambiado mil veces, y había visto morir a sus seres más queridos.
Como Satine, asesinada por un sicario de Grindelwald cuando descubrió que le había engañado con Aidan. Recordó al destrozado Onza que se paseaba como alma en pena por los rincones y al que sólo sostenía el deseo de proteger a una hija, que jamás podría reconocer como suya solo para mantenerla a salvo...
Sí, Grindelwald todavía tenía cierto poder en el Nuevo Consejo de Anath, tal vez el de que los miembros sabían lo que hizo con el anterior consejo, pero no podía admitir abiertamente que la hija de Elisa no era de su sangre o perdería el respeto del Clan entero. Y tratar de matarla, sería como mostrar al mundo que era un cornudo, así que ambos guardaban silencio. Entre tanto, Grindelwald trató de quitar a la pequeña de su camino prometiéndola a Richard, el hijo de su general Robert. Aclarar que los hombres de esa familia eran famosos por su forma poco caballerosa, por decirlo muy suavemente, de tratar a las mujeres. Ethan esquivó esa piedra siguiendo el consejo de Lizbell, de enviar a la niña a Hogwarts, por un lado bajo las narices de Dumbledore no se atreverían a tocarla y de paso la joven podría estar al tanto de todo.
En cuanto a Lizbell, ahora era una de los Guardianes, Garret la cedió su llave cuando Voldemort le descubrió. Pero ser invulnerable físicamente no la hacía sentir mejor en aquellos momentos. Sentía que todas las personas de su infancia que una vez la apreciaron estaban muertas o la odiaban... Aún sintió escalofríos recordando la mirada de Adrien Figg en el funeral de su amado Toliman...
Ethan la esperaba dentro de su coche, un jaguar negro, en cuanto entró se puso a llorar sin importarla que alguien la viera. Ethan la abrazó y la acarició el pelo... Cuando la encontró más calmada, la habló de sus planes...
.- Voy a ir a Inglaterra. Reuniré al Clan entero y nos enfrentaremos a ellos.
.- Decías que era mejor dejar que se despedazarán entre ellos y luego acabar con sus restos. – Lizbell se limpió los restos de lágrimas de sangre que corrían por su cara.
.- Voldemort acaba de decirnos que no nos dejará seguir ese plan. Va a por nosotros antes que a por los demás. – Y sin más palabras, Ethan encendió el motor del coche y enfiló hacia su Okiya.
Y con esto se termina x hoy lo que sería la historia, pero antes de irme quería contaros un par de cosas que no sé si han quedado claras del todo y que son importantes, de forma muy breve...
Vampiros: Olvidad lo que visteis en Buffy, los que sigáis la serie, en este fict, los vampiros son tipo Anne Rice. Para los que no habéis leído ningún libro de ella, esto significa que sólo hay tres cosas que pueden matarles: fuego, luz del sol y despedazarlos. En el caso de los más ancianos a veces ninguna de esas tres cosas son efectivas. El único intercambio de fluidos que practican es el de sangre. Y no necesitan invitación para entrar en tu casa, a no ser que sean educados...
Druidas: Como ya se ha dicho, proceden de familia Muggle y la aparición de la magia va ligada a ciertas características físicas que dependen del clan, también depende del clan al que pertenecen en que materia mágica destacan. A continuación os digo cuáles son: O'Shiannon, pelirrojos, siempre mujeres, expertos en encantamientos; Murtagh, tanto hombres como mujeres, destacan en DCAO y adivinación, muy vinculados a los Mahutam; McLafertty, rubios, siempre hombres, expertos en Pociones y lucha; Fraser, castaños, hombres y mujeres, expertos en transformaciones, grandes seductores (y seductoras).
Onzas: Espero que os quedara clara la diferencia entre ellos, los Odales y los Balam. En cualquier caso hay otra más que no me di cuenta de poner: los Onzas son los únicos que sintetizan Júbilo, el veneno de dementores. Los Odales no lo sintetizan y los Balam tampoco.
En cualquier caso, para las dudas que tengáis ya sabéis como encontrarme: o me dejáis RR, como hacen otros me mandáis un mail dando a contactar... Pero prefiero los RR, es que los correos se me suelen olvidar y tardó un millón de años en responderlos... Si escogéis lo de mandarme un mail y tardó en responder perdonadme, porfa...
Y ahora hablemos del futuro, no, no, ningún Murthag va a venir aquí a leer el vuelo de los cuervos, os lo cuento yo: en el capítulo 16 regresamos con nuestros niños, que yo al menos los extrañé un poco, apunto de hacer una excursión a Little Haggleton, al menos algunos de ellos... Ya veréis quienes.
Pos mil besos niños y niñas míos, dejad RR y sed buenos.
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya y Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Hija política de Veronika. Paciente de Serenity. Emperatriz consorte de Alon. Ahijada del hada madrina Noriko. Casi pariente de Miss Molko. Miembro de las 11 de Mey. (Aún quedan dos vacantes. Estáis a tiempo.)
