Por amor al arte 17.

Dentro del laberinto.

.- Ya han llegado. - Le preguntó Evy a Lily.

.- Sí, Joy acaba de llamar. – Lily colgó el teléfono un poco más tranquila. Pese a que sabía que David era un buen conductor desconfiaba de esas carreteras secundarias.

.- No, sí te decía que ya han llegado tu padre y su novia. – Aclaró Evy. – Verbena dice que bajemos a cenar ya. – Ella ya sabía que habían llegado bien, había captado el destello de alivio que emitió la mente de Lily. - ¿Lista?

.- No. Pero tampoco tengo opción... – Lily se volvió a mirar al espejo, para asegurarse que la ajustadísima túnica verde manzana que llevaba, no la marcara la cicatriz. Y luego sonrió a Evy, vestida con un cortísimo vestido azul marino, que la esperaba en la puerta. – Vamos.

La cena tuvo la misma tensión que hay en la grada de un estadio durante un derby Madrid – Barcelona. Lily esperaba en cualquier momento que los cuchillos empezaran a volar de un lado a otro de la mesa, pero no pasa nada malo.

Sus padres se limitaban a lanzar miradas de odio entre ellos y a sus parejas, mientras Petunia trataba de aparentar que todo iba bien y su novio dirigía miradas de disgusto a Evy y Lily...

.- ¡Es la hora del postre! – Anunció alegremente Verbena. – Petunia ha preparado un delicioso pudín de frutas. – La aludida se irguió y durante un segundo el orgullo que brotó de ella, resplandeció como una llama por la habitación.

¿Por qué eran tantos los Onzas que se oponían a la acumulación de Júbilo?. ¡Era genial! En aquellos momentos, Evy podía entrar en la mente de cualquier persona congregada a cenar en aquella mesa, y si se esforzaba un poco, en cualquier mesa del barrio...

Sabía que Sirius sospechaba algo, y eso que la mente del chico fue la que menos había invadido, entre otras cosas porque Sirius había asimilado bastante bien las clases de Occlumancia. Lo mismo podía decirse de James. Pero en el caso de sus amigas y sus profesores... Ahí Evy no había tenido freno. En aquellos momentos podría dar un seminario sobre los pensamientos y sueños más profundos de todas sus amigas y los profesores de la escuela.

En realidad, la idea era que aquellos poderes desatados por la combinación de Júbilo con la poción de Psique, y aumentados por el insomnio, la permitirían invadir la mente de Ethan y saber si fue él el que mato al padre de Sirius. Hasta ese momento, se divertía practicando con la mente de todo aquel que se cruzara en su camino.

.- Yo iré a por él. – Se ofreció Lily, ansiosa por escapar un segundo de la sensación de agobio que sentía estando sentada en aquella mesa.

.- ¡No! – Exclamó Petunia. – Iré yo a por ello. No vaya a ser que se te caiga... – Por su voz estaba bastante claro que Petunia creía a su hermana capaz de dejar caer el pudín aposta.

Todos esperaron impacientes la llegada de Petunia con su pudín, en medio de un tenso silencio, que el padre de Lily se apresuró a romper.

.- Y bien, Verbena. ¿Para qué diablos querías que cenáramos juntos esta noche? – Dijo el hombre pelirrojo con impaciencia.

.- Espera a que tu hija sirva el pudín. Verás que está muy bueno. – Verbena se plantó una sonrisa cargada de tensión en la cara, mientras Petunia empezaba a servir el pudín.

.- Ganaremos tiempo si nos lo cuentas ya. – Obviamente, el hombre prefería irse a la cama con su nueva novia florero, a comportarse como un padre medianamente decente por unas horas. El rostro Petunia se mantuvo imperturbable, pero Evy vio que su mente había acusado el golpe. Si decir nada, la joven empezó a servir el pudín por su padre.

.- Te ayudaré a cortarlo. – Se ofreció Evy, en un arranque de compasión. – Si quieres...

.- No, eres una invitada, sentadita estás más guapa. - ¡Vaya zorra!. ¡Que se las apañara ella sola! - ¿Qué querías contarnos, madre?

.- Pues... – Verbena sonrió con timidez, tomó la mano de Patrick, su agente de la condicional y novio, y con valentía anunció. – Patrick y yo vamos a casarnos. (NC¿Cuántos os lo esperabais?)

Reacciones a la información: Lily soltó un trago de agua por la nariz, a Petunia se la cayó un plato con pudín al suelo. Bueno, al suelo fue el plato, el pudín fue a la cabeza de su novio. Su ex marido se atragantó con el aire que respiraba. Evy, que ya se esperaba esa noticia se limitó a sonreír divertida. La única que reaccionó fue la novia florero.

.- ¡Felicidades! Me alegro mucho por vosotros. – Y lo decía sinceramente. Era una chica demasiado joven e ingenua como para resultar falsa.

.- Gracias... Como te llames. – Le agradeció Verbena, luego se preparó para las objeciones de sus hijas.

.-¿Pero como te vas a casar? No hace ni tres meses que dejaste la clínica de desintoxicación... No está preparada para tener una relación seria. ¿Te has olvidado de las adicciones sustitutivas? – Lily se puso en pie y se encaró con su madre.

.- Lily tiene razón... ¡Dios mío! He dado la razón a la anormal. – Petunia estaba tan impresionada por ello que tuvo que sentarse. Antes de gritarle furiosa a su madre. - ¡Mira lo que me has hecho decir!

.- Me parece que habéis entendido mal lo que os he dicho. – Replico Verbena serenamente.

.- ¿No vas a casarte? – Preguntaron las dos hermanas Evans, esperanzadas.

.- Claro que voy a casarme. – Verbena volatilizó así todas las esperanzas de sus hijas. –El punto es que no os estoy pidiendo permiso para casarme, os estoy invitando a mi boda. Por lo demás... Punto en boca, niñas.

.- Di que sí, Verbena. – La animó la chica florero. – Y no olvides lanzarme el ramo a mí. Así mi niño y yo seremos los próximos. – El padre de Lily palideció al oír esa frase.

Después de eso, todos se apresuraron a engullir el pudín de Petunia, sin apenas saborearlo, y levantarse de la mesa. El padre de Lily se largó el primero con su novia, luego lo hizo Petunia y Vernon, y un poco más tarde, Verbena y Patrick se retiraron a la habitación de la primera con una prisa que rallaba lo indecoroso. Ambos ignoraron el irónico comentario de Lily, que vino a ser:

.- Podrían esperar a la noche de bodas para eso.

La que sí que la oyó, y bien, durante una buena parte de la noche, fue Evy. Y no porque la estuviera leyendo la mente, sino porque Lily se empeñó en darla el discurso.

.- ¿Te lo puedes creer? Se paso toda la infancia metiéndome ideas negativas sobre los hombres en la cabeza. Que sí son unos cabrones, que si fóllate a todos los que quieras pero no te comprometas, que si te puedes hacer lesbiana mejor...

.- Él piensa que tú y yo lo somos. – Interrumpió Evy.

.- ¿Quién?. ¿Patrick?

.- No, Vernon. – Corrigió la Onza con tono despectivo. – Por eso nos miraba tan mal.

.- Ah, pues ese seboso puede pensar lo que le dé la gana... – Lily hizo un gesto de que eso no era importante y siguió con lo suyo. – El caso es que ahora, después de pasarse años diciéndome todas esas chorradas, resulta que es ella la que esta en la habitación enamorada como una colegiala de su agente de la condicional, mientras mi vida sexual y emocional es casi inexistente...

.- Lily, no vayas por ahí, que estás muy alterada y puedes decidir algo de lo que luego te arrepientas...

.- Pues eso se acabo. De ahora en adelante. Va a surgir una nueva Lily...

.- Lo que me temía. – Suspiró Evy, con expresión aburrida.

.- Una nueva Lily, que va ignorar totalmente los consejos de su madre y su pasado con cierto chico de pelo revuelto... En fin, él estará muy ocupado procreando hijos de sangre pura como para acordarse de mí. Si necesito buscar un nuevo chico, para mi... – Lily se detuvo unos segundo pensativa. Bueno, pensativa es una forma de hablar, porque para mí que no estaba pensando mucho. – Will.

.- ¿Qué pasa con él? – Evy esperó que lo que Lily estaba pensando, no fuera lo que estaba pensando. Creo que no me he explicado muy bien, pero me habéis entendido fijo.

.- Creo que es el ideal para empezar.

.- ¿Para empezar a qué? – Insistió Evy, cada vez más preocupada.

.- Ay, Evy, de verdad. Cuando no tenías novio, pillabas las cosas antes. Will es el ideal para tirármelo y empezar de cero mi nueva vida. – Explico Lily, con impaciencia.

.- ¿Seguro? Yo no creo que sea buena idea... Para empezar Will nunca se enrollaría contigo porque le tiene demasiado respeto, por no decir miedo,a James. Y para seguir, hay demasiada gente del grupo interesada en Will...

.- ¿Te refieres a Jesse? Lo sé. Y tienes razón. – La verdad es que Evy hablaba también de Joy, cuyos sueños la habían entretenido bastante las noches anteriores, además de darla ideas geniales. Algún día se las tendría que agradecer a la morena. – Pero es que no sé quién me queda... La mayoría de mis admiradores o han dejado la escuela, o tienen novia o no me acercaría a ellos ni aunque me fuera la vida en ello.

Evy asintió. Era cierto que todos los guapos de la escuela, y los feos también, estaban cogidos. Además que sólo había dos personas que Evy veía para Lily: una era James, con los problemas que ello conllevaba, y el otro era cierto nuevo profesor, pero a Lily no la veía con arrestos para ir a por un profesor.

.- Mañana, lo pensarás, venga, cariño, vamos a dormir. – Casi suplico Evy.

.- Vale. – Accedió Lily, antes de acostarse en su cama y apagar la luz.

La pelirroja no tardó en quedarse dormida, pero Evy no tenía tanta suerte. Seguía con su maldito insomnio, aunque no sabía si quería librarse de él, sus poderes telepáticos aumentaban a medida que pasaba más tiempo sin dormir.

Se preguntó si podría... No, Hogwarts estaba muy lejos. Era imposible que se concentrara lo suficiente como para saber lo que estaba haciendo Sirius en ese momento. Aunque tampoco tenía nada mejor que hacer que intentarlo. Cerró los ojos y se concentró lo suficiente en donde quería estar...

Cuando los abrió estaba en una calle de las afueras de Edimburgo, eso lo dedujo de la lectura de un cartel de indicaciones, y se sentía asombrosamente ligera. Al mirarse las manos, lo comprendió, en Edimburgo sólo estaba su proyección astral, su cuerpo físico se lo había dejado en Londres.

.- ¡Joder! – Exclamó antes de concentrarse de nuevo para volver a su cuerpo antes de que un camión la pasara por encima.

Y lo peor es que ni siquiera había sido capaz de encontrar a Sirius. Y sin más se acurrucó en su cama, vigilando que nadie más que ella tratara de introducirse en los sueños de Lily.

&·&·&

La verdad es que Evy había estado más cerca de Sirius de lo que ella pensaba, ya que el misterioso Laberinto estaba en unas ruinas en las afueras de Edimburgo. Dumbledore, junto a otros miembros del cuerpo escolar, así como el Wizengamont en pleno, les había conducido a James y a él allí, poco después del mediodía. Si de James hubiera dependido habrían salido sin comer, pero Dumbledore había insistido en que almorzarán, ya que necesitarían todas sus fuerzas para más adelante.

Una vez allí, en Donnelaith, Ollivander les revisó las varitas. Les lanzó a los dos una mirada de censura porque estaban algo sucias. (Y... Me ahorro el comentario.) Pero aún así declaró que eran aptas para que pasaran la prueba con ellas.

Tras eso, Crouch se adelantó para explicarles a ambos los detalles de la prueba a la que iban a enfrentarse.

.- Ya sabemos de que va. – Le cortó James, antes si quiera de que pudiera abrir la boca. Los presentes que no estaban enterados de la inquina de James hacia Crouch se quedaron alucinados, aunque los que la conocían no se quedaron atrás.

.- James, tranquilo, tío. – Sirius le dio un par de palmadas apaciguadoras en el hombro, aunque también estaba sorprendido. Normalmente, esas salidas de tono eran más propias deSirius que de James.

.- Lo siento. Son los nervios...- Tras esa gran mentira, James le hizo un gesto a Crouch, tan amable como falso, para que continuara.

.- Como ya sabéis el Laberinto es una prueba ancestral, a la que se someten los aurores más preparados y los herederos, sin excepción. Son estos los que eligen a sus compañeros para pasar la prueba. – En ese punto, Crouch le lanzó una breve mirada a Sirius, cuya elección no aprobaba. – Pero todo eso, ya lo sabéis así que vamos al grano... Cada uno de vosotros entrará por un lado del laberinto, que tendréis que recorrer hasta el centro. El hechizo que os lanzará Horatius, hará que vuestras heridas queden sincronizadas, es decir, que cada herida que sufra uno, lo sufrirá también el otro. Por supuesto no tendréis forma de comunicaros, aparte de Leggimancia, aunque no os la recomiendo, porque podríais perder concentración en peligros más inmediatos. Y eso es todo... Horatius y Dumbledore os acompañarán a vuestras posiciones de salida.

Los dos chicos se lanzaron una mirada antes de seguir a sus respectivos guías, a sus respectivas posiciones de salida.

.- ¿Estás bien? – Pregunto Dumbledore a James, antes de dejarle.

.- Claro. ¿Por qué no iba a estarlo? – James sonrió confiado antes de entrar con paso firme en el Laberinto. Dumbledore le vio ir con una mezcla de orgullo y temor, sabía que era el descendiente de Gryffindor más preparado que había visto, pero aún así, las pruebas serían duras.

Por su parte, Horatius, optó por un "Tu padre estaría orgulloso de ti" y una palmada en la espalda de Sirius, cuando le despidió en la entrada al laberinto.

James esperó a haberse alejado de la entrada los suficientes pasos, como para que nadie desde fuera le viese. Entonces sacó de su bolsillo un pequeño espejo, que llevaba años usando para comunicarse con Sirius cuando estaban castigados y llamo a su amigo a través de él.

.- ¿Como va eso compañero? – Le pregunto a su amigo, sin dejar de avanzar con cautela, a través del laberinto.

.- Sin novedad en el frente norte, compañero. – Contestó Sirius bastante animado, teniendo en cuenta las circunstancias. - ¿Por allí?

.- Lo mismo. – James se encogió de hombros. – Habrá que procurar que no nos machaquen demasiado.

.- Sí, sobre todo evita que nos estropeen las caras. – Al oír el consejo de su vanidoso amigo, James no pudo reprimir la carcajada. – No te burles. Lo digo más que nada por ti. Evy te descuartizará si le pasa algo a mi cara.

.- Me hago car... – James se interrumpió. Había oído un ruido a su espalda. – Tengo compañía. Luego seguimos hablando.

.- Voy para allá. – Además, habían hechizado los espejos para que se localizaran el uno al otro y poder juntarse dentro del laberinto. Era una pequeña trampa, pero según James, sus antepasados tampoco habían pasado la prueba de forma legal. - Ten presente lo que te dije sobre la cara... – Le recordó Sirius antes de colgar.

Tras eso, James se guardó el espejo en el bolsillo, tras lanzarle un encantamiento para que no se rompiera, y se preparó para lo que fuera que quisiera atacarle. Avanzó con cautela, sintiendo todo el cuerpo en tensión a la espera de que la sombra que avanzaba hacia él, se materializara en algún peligro concreto... Y por el tamaño de la sombra, ese peligro era colosal.

James se lanzó al ataque, saltando de improviso en medio del pasillo listo para enfrentarse a su enemigo... Que resulto ser una pequeña rata. El moreno suspiro y soltó una breve risotada. ¡Tanto estrés por una rata!

Se llevó la mano al hombro para limpiarse una gota de agua desprendida del techo. Aunque era demasiado viscosa para ser agua, era más bien como la baba de alguien o algo... James miró hacia arriba y se encontró con seis pares de ojos de reptil mirándole atentamente.

.- ¡Hola! – Saludo el moreno tranquilamente.

A lo que las cabezas de velocirraptor que nacían de un mismo tronco respondieron con un rugido de fuego, hielo y electricidad, muy poco amable.

James dio un brinco y logró apartarse de la trayectoria de dos de los rayos, pero el tercero, el de fuego, le quemó en la rodilla izquierda.

.- ¡Joder! – Al menos ya sabía lo que era aquel bicho: una Duda corrosiva.

Aquello se lo indicó el pequeño agujero en el lomo por el que escapaban vapores de ácido sulfúrico. Ahora la cuestión era como se deshacía uno de ellos. ¡Maldita sea! Lo tenía en la punta de la lengua. Con tres segundos de tranquilidad fijo que lo sacaba. Pero la maldita Duda no parecía muy dispuesta a concederle tiempo. ¡Joder!. ¿A quién le recordaba?. ¡Claro, a su pelirroja e incomprensiva ex! Ella nunca le daba tiempo para nada.

A ver, James estamos en peligro, esa cosa nos va a electrocutar. O a chamuscar. O a congelar. O a acidificar. ¿Crees que es momento para pensar en esa loca que habla tan deprisa que es sorprendente que no se atragante?. ¡Atragantarse! Eso era. ¡Para matar a una duda hay que atragantarla!

.- ¡Accio Rata! – En cuanto James tuvo la rata en la mano, la convirtió en una enorme bola de pelo, que lanzó directa a la garganta de la cabeza del medio.

La cabeza tosió tratando de expulsara, peor era inútil, estaba demasiado bien encajada, e iba a ahogarla sin remedio. Eso significaba que James debía empezar a buscar refugio pronto, o la duda le estallaría encima.

¡BOM!

.- ¡Eh! No debía estallar tan pronto. Pero al ver la nube de polvo y el boquete en la pared comprendió que no fue la Duda.

.- ¡Rápido, antes de que la pared se cierre! – James no esperó a que Sirius se lo dijera dos veces y se lanzó al boquete que ya había empezado a cerrarse y que casi atrapa el pie de James.

Cuando la pared ya estaba como si nunca se hubiese abierto, oyeron una segunda explosión. La Duda era historia.

.- ¡Vaya quemadura nos han hecho! – Sirius se señaló su rodilla mientras ayudaba a su amigo a levantarse.

.- Al menos no fue en la cara, así que de momento, no debo temer nada de Evy. – Replico James burlón. Empezaron a caminar hacia el centro del Laberinto. Al menos eso esperaban estar haciendo. – Hablando de gatos.

James señaló una extraña criatura negra con cuerpo de gato, salvo las orejas, el rabo y las alas que eran de murciélago.

.- Es una pena que ese bicho no sepa hablar. Igual podría decirnos si vamos bien... – Se frustró James.

.- Claro que podemos hablar con él: Evy me está enseñando Felino. Lo chapurreó bastante bien. Déjame a mí. – Con paso decidido, Sirius avanzó hacia el gatociélago y le maulló algo. No debía ser lo que Sirius pensaba que decía, porque el gato le dio un zarpazo en la mano. - ¡Tampoco es para ponerse así! – Pero el animal ya se iba ofendido.

.- ¿Pero que le has dicho? – James se cerró con un hechizo la herida y luego hizo lo mismo con la de Sirius.

.- Que si sabía el camino hacia el centro. – Sirius vaciló. – Creo... Bueno, qué más da. Yo creo que es por ahí. – Sirius señaló al frente. Como James no tenía indicios de que su amigo no fuera bien, decidió seguirle.

Habían caminado durante varios minutos cuando se encontraron en una especie de selva con unas flores enormes de colores tan vistosos que sólo Joy hubiese sido capaz de nombrarlos de forma adecuada.

.- Flores de Perséfone. – Aún así, no tuvieron el menor problema en reconocer la peligrosa en irascible flor carnívora que tenían delante.

.- Sí. – Confirmó James. – Pasemos con cuidado de no despertarla.

Los jóvenes pasaron de puntillas con cuidado de no hacer ruido o no pisar ninguna de las florecillas o de no hacer cualquier cosa que pudiera provocar que la flor dejara de roncar.

.- Oh, oh. – Susurró Sirius.

.- ¿Oh, oh, qué? – Contestó James.

.- Vamos a tener un problema. – James miró hacia donde miraba Sirius y vio al gatociélago.

De haber sido humano se hubiese frotado las manos con maldad y les hubiese dicho: "Os vais a enterar". Luego el felino salto sobre la cabeza de la planta y la tomo por cama elástica durante unos segundos. No hace falta demasiada imaginación para saber de que humor se despertó la florecilla carnívora.

James y Sirius lograron salir corriendo y esquivar la dichosa plantita, aunque por si acaso, le lanzaron un par de maldiciones de fuego...

.- ¿Pero que coño le dijiste a ese bicho para que tenga tantas ganas de vernos muertos? – Preguntó James cuando al fin recuperó el aliento.

.- Pues he debido decir algo feo de su madre, por lo menos. – Sirius se quitó una hoja chamuscada de su pelo. - ¿Seguimos? Si salimos de aquí pronto me dará tiempo a conocer al famoso Ethan...

.- Es el primo de Evy, y por lo menos la duplica la edad...

.- ¡Exacto!. ¿Olvidas que Evy siempre se ha sentido atraída por hombres más maduros que ella?

.- ¿Entonces que hace contigo? Ella es más madura que tú. – El razonamiento de James dejo a Sirius un poco chafado. El moreno de pelo revuelto sonrió y trató de animarle. – Creo que debes controlar tus celos, eso es todo. En lo demás, has madurado bastante. Ahora sigamos adelante y salgamos de aquí. – James miró al frente, para encontrarse con un nuevo obstáculo. - ¿Y esto que es?

.- Yo diría que un barranco. – Sirius se asomó al desfiladero, para comprobarlo. – Sí es un barranco. – Confirmo el moreno de pelo liso, picado con su amigo. Luego señaló una inscripción en la pared justo debajo de una cabeza de león. – "Salta de la cabeza del león y probarás tu valía". Pues teniendo en cuenta que hay 50 metros hasta el otro lado. El que salte eso no sé si será valiente o una cabra montesa.

.- Quizás un ciervo y un perro también puedan saltarlo. – James ya se había alejado para tomar impulso. Sirius sonrió con astucia antes de transformarse y unirse al ciervo.

Padfoot ladró tres veces, a modo de cuenta atrás y los dos animagos corrieron hasta el borde del precipicio desde donde saltaron. Trazaron una parábola perfecta antes de empezar a caer, por la forma de hacerlo estaba claro que se iban a quedar cortos y a darse, por tanto, la leche padre... Y se la dieron, contra el puente – espejo blandito que estaba para cruzar el precipicio.

.- Si lo llego a saber, en vez de saltar pasamos andando, tranquilamente. – Se quejo James, frotándose la mandíbula, donde se había dado un gran piñazo.

.- Sí, vaya ideas que tienes... – Por su parte Sirius se froto la tripa, ya que al caer se dio un buen planchazo. Además le dolía la mandíbula por el golpe de James, al que también le dolía la tripa.

.- ¿Hemos cruzado, no? – James sonrió e hizo un gesto para mostrar el paisaje del otro lado, como si fuera un agente inmobiliario vendiendo un terreno. – Además, si hay tantos peligros es que estamos en el buen camino.

.- Eso es cierto. – Apoyó Sirius. – ¿Eso de de detrás de la puerta no será un espejo mágico? – El merodeador de ojos grises señaló un arco, con una puerta y que era el único camino posible.

.- Sí, tiene que entrar uno de los dos. de lo contrario será demasiado obvio que no nos juntamos en el centro del Laberinto.

.- En ese caso: los herederos primero. – Sirius hizo una reverencia a James invitándole a pasar delante de él.

.- Gracias por su cortesía, caballero. – James hizo una imitación perfecta de la estirada abuela de Sirius. Luego entró en la sala.

Sirius se quedó sentado en el suelo, aún pensando en que James le había llamado inmaduro. ¡Y él no lo era! Vale, lo había sido, pero en los últimos meses había madurado bastante.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por James que salió con la cara rojo tomate y con el aspecto de un chico que necesita una ducha fría. Muy fría.

.- ¿Te fue bien con el espejo, eh? - Sirius se puso en pie con una sonrisa burlona. Sólo había un espejo que podría provocarle ese efecto a James: el espejo de la lujuria. Dicho espejo, te muestra a la persona que más deseas... incitándote a entrar en acción. Por decirlo suavemente. James le lanzó a su amigo una mirada de "que gracioso eres". – Ah, vale. Eso esta chupado. - antes de que James le detuviera, Sirius entró con decisión al enfrentarse al espejo.

James suspiró, Sirius de mente totalmente calenturienta, no era la persona ideal para enfrentarse a un espejo de la lujuria... Por eso le sorprendió mucho cuando la luz de encima de la puerta se puso verde y el propio merodeador de ojos grises se asomó y anunció:

.- ¡Ya está!

.- ¿Cómo lo has hecho? – James no pudo resistirse a preguntarlo.

.- Muy fácil, cuanto antes salga de aquí, antes podré hacer el amor con la versión original. – Sirius se encogió de hombros, para él era totalmente lógico. – Además, esa imagen no era nada sexy comparada con Evy.

.- Sirius, no sé que numerito te habrá montado a ti la Evy del espejo, pero a mi me ha sacado a Lily haciendo unos movimientos que más querría para si una showgirl de Las Vegas...

.- Aja, ja. – Sirius apunto a su amigo con el dedo en una expresión de "te he pillado" interrumpiendo el razonamiento de James. – Así queel espejo te mostró a Lily y no a tu perfecta Loveday. – Sonrisa astuta. – Vaya, vaya.

.- Déjalo, Sirius. – Le avisó James echando a andar sin ver si su amigo le seguía o no.

.- No, sino te culpo después de ver vuestro debut cinematográfico. – James le miró de mala manera pero no dijo nada. No quería pensar en Lily... Cuando todo aquello terminara, podría dedicarse a ella en exclusiva.

.- Esta bien repasemos. – Sirius vio que James no iba a entrar en el juego y decidió cambiar a un tema más urgente. – Nos hemos enfrentado a una Duda, un gatociélago, una planta carnívora, un barranco que no era un barranco y un espejo de lujuria. ¿Qué nos queda?

.- Eso. – Afirmó James, mirando al frente.

.- Joder. – Exclamo Sirius al encontrarse delante de ellos la serpiente más grande que habían visto en su vida. Para más señas era de esas albinas que dan tanta grima. (NC: al menos a mi me la dan.)

.- Trataré de hablar con ella en Pársel. – Sirius paró a James con la mano. - ¿Qué?

.- A ver si le vas a decir algo que no le guste y la liamos... – Le aviso Sirius.

.- ¿Cómo tú con el gatociélago? – James enarcó una ceja

.- O como tú con el espejo de lujuria... – Respondió Sirius picado.

.- Muy maduro recordar los fallos de tu amigo, Sirius.

.- Fuiste tú el que sacó el tema, James.

Un siseo procedente de la serpiente, bastante picada por la manera en que la estaban ignorando, interrumpió por unos segundos la discusión.

.- ¿Te importa? Es una discusión privada. – La riñó Sirius.

La serpiente suspiro, se enroscó y empezó a jugar con su cascabel hasta que decidieran hacerla un poquito de caso.

.- Siento haberte recordado lo del gato. – James se revolvió el pelo, como siempre que tenía que hacer algo que no le gustaba, como disculparse.

.- Tranquilo, y yo no debí sacar el tema del espejo. – Sirius aceptó con elegancia las disculpas de su amigo a la par que el mismo pedía perdón. - ¿Olvidado?

.- Olvidado. – Los dos amigos chocaron las manos en señal de acuerdo, luego James dijo. – Los dos tenemos mejores cosas que hacer que estar aquí, así que encarguémonos de la serpiente.

Pero al volverse hacia la serpiente, vieron que el reptil había sacado una baraja de cartas y estaba haciendo un solitario.

.- ¿Pero de que va este bicho? – Se enfadó James.

.- Nos esta ignorando descaradamente. – Sirius estaba tan ofendido como su amigo.

La serpiente levantó la cola, pidiendo paciencia, sólo la quedaba una carta para terminar. Lástima que no hubieran discutido un rato más, le hubiera dado tiempo a hacer un crucigrama en Pársel. ¡Pero que se le iba a hacer! Tocaba comer algo.

Pero antes de que pudiera picar nada le habían cortado la cabeza.

.- Bueno, ya hemos superado la última prueba. ¡Vámonos!

.- James, creo que no debemos tener tanta prisa. – Sirius señaló a la serpiente muerta, que no estaba tan muerta, ya que le estaban empezando a crecer 3 cabezas.

.- ¡Joder! Es una hidra. – Maldijo James. Las hidras eran una raza de serpientes, a las que si las cortas una cabeza, le crecen tres más, a menos que tengas la precaución de quemarlas.

Precaución que esos dos iban a tomar a partir de ahora. Les llevó un rato bastante largo, varias maldiciones cortantes, un mordisco envenenado en el hombro de Sirius, que también afectó a James, pero al final lograron decapitar y quemar las tres cabezas de la hidra. Cuando lo lograron se dejaron caer en el suelo, mientras las paredes del laberinto se hundían en el suelo, señal de que habían superado la prueba.

.- 17 horas y 15 minutos. – Dumbledore se apresuró a acercarse y felicitarles. – Habéis establecido una nueva marca. ¿Algún desperfecto?

.- La Hidra le mordió. – James señaló a Sirius, bastante pálidos los dos a consecuencia del veneno.

.- Poppy, vamos, la enfermera Ponfrey os atenderá. – James se encontró respondiendo al lapsus del anciano con una sonrisa amable, aunque cansada.

.- ¿Para cuando podremos estar en Londres? – Pregunto James, mientras Ponfrey les revisaba sin parar de quejarse acerca de la bárbara costumbre del Laberinto.

.- Mañana por la tarde. – Contestó Dumbledore tras alzar las cejas sorprendido por la prisa del joven.

.- No, no os podéis ir antes. – Ponfrey se adelantó a los chicos. – Tenéis que descansar y hasta que yo no os diga lo contrario no vais a ninguna parte. – Luego regreso a la tarea de acordarse de la madre del inventor del Laberinto.

&·&·&

.- Lisa, sí, Lisa, debe ser una de mis damas de honor. – Verbena se dedicaba a repasar su agenda eligiendo a las más aptas de sus amigas para desempeñar el papel de sus damas de honor en su tradicional boda civil.

.- ¿Sigues con la locura de casarte? – Protestó su hija Petunia. Verbena la ignoró. Realmente era una maldita desgracia que sus hijas fueran tan sosas como su padre. – Eres demasiado vieja para casarte. Deberías pensar en pedirnos nietos y no en formar una nueva familia.

.- ¡Que mona! – Verbena alzó la vista, cerró la agenda y andó los pasos suficientes para sentarse al lado de su hija mayor y tomarla de las manos. – Cariño, aunque tenga más hijos, jamás dejaré de quererte. A ninguna de las dos. – Miró a Lily que estaba recostada en un diván cerca de la ventana leyendo. – En cualquier caso, me complace anunciaros, queridas hijas mías, que tomo la píldora y uso preservativo en mis relaciones íntimas. Y espero que vosotras hagáis lo mismo. Sobre todo tu, Petunia.

.- Gracias por compartir esa información con nosotras mama. – Lily le lanzó una de sus miradas asesinas a Petunia. Era culpa de ella por sacar el tema.

Después de eso, Petunia huyó literalmente de su casa. Digamos que la confesión de su madre había logrado que pasar una tarde oyendo hablar de perros a la hermana de su novio, no sonara tan mal. De hecho hasta parecía un gran plan.

Por su parte Verbena siguió seleccionando sus damas de honor, pero no se concentraba esperando el ataque de su hija menor. Ataque que no llegaba, lo cual terminaba con sus nervios. Finalmente no pudo soportar la presión y decidió atacar a modo de defensa.

.- ¿Y tu qué?

.- ¿Qué de que? – Lily alzo los ojos de su libro favorito (Lo que el viento se llevo.) cuya lectura tropecientos mil y medio había iniciado esa tarde.

.- ¿Qué a que esperas?

.- A Joy, que viene a cenar. Sabía que no aguantaría mucho tiempo en un pueblo sin tiendas. O a Evy que esta merendando con su primo. – Por supuesto que Lily sabía a que se refería su madre, pero estaba disfrutando demasiado sacando de quicio a Verbena, y no al contrario. Como era común.

.- ¡Me refiero a mi boda! Hace 20 horas que no sacas el tema y me estás poniendo de los nervios.

.- Ah, eso. – Lily hizo una mueca de desinterés. – Como tu misma dijiste, yo solo soy una invitada más a la boda. Así que pienso limitarme a las funciones propias de una invitada: estar guapa en la ceremonia, beber en el banquete y tontear con los camareros. ¿Los amigos de Patrick policías están buenos?

.- Son un poco mayores para ti. –Verbena estaba totalmente desconcertada con la nueva actitud de su hija. Sacudió la cabeza y guardó la agenda en su bolso. – Me voy, he quedado con Nicole, igual la pido que sea mi primera dama de honor.

.- ¿Nicole?. ¿Esa no era ninfómana?

.- Entre otras cosas, sí. - Verbena se paró a pensarlo un momento, y la verdad es que su hija tenía razón. A lo mejor una ninfómana no era la persona adecuada para ir cogida del brazo de su futuro marido, camino del altar. O de la mesa del juez, para el caso. – Estoy pensando en no decirla siquiera que me caso. Solo voy a ver como esta después de la última rehabilitación.

.- Diviértete. – Lily volvió a meterse en su libro. Necesitaba la inspiración que siempre la brindaba Escarlata O'Hara, para afrontar esa nueva etapa de su vida.

Verbena se puso el abrigo, tomo el bolso, se aseguro que llevaba las llaves, abrió la puerta y se encontró con James que estaba a punto de llamar al timbre.

.- ¡James! – Con la alegría propia de una colegiala, Verbena le invitó a pasar y le dio un gran abrazo. Ambos se hicieron amigos cuando Lily estaba en coma. - ¡Que guapo estás!

.- Lo mismo digo. – James usó su tono más zalamero.

.- Mama, deja de coquetear con James. Eres una mujer casi CASADA. – Lily se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta del salón, por la que acababa de aparecer.

.- ¿Te casas? – Se decepcionó James.

.- Sí, lo siento. No pude esperarte. – Verbena fingió un sollozo trágico. – Siempre nos quedará mi despedida de soltera.

.- A la boda me invitarás¿no? Prometo no tener razones para oponerme a la boda.

.- Si además logras atar a mis hijas para que no se opongan te lo agradeceré eternamente.

.- Ya te dije que no voy a oponerme. – Intervino Lily molesta por la química entre su madre y su ex. - Tú ponme cerca de los camareros más macizos y estaré demasiado ocupada para otra cosa. – Tras eso, Lily decidió que era mejor volver al salón donde esperaba su libro.

.- Cuidado con ella. – Avisó Verbena a James antes de salir.

.- Ya. ¿Esta que muerde, no?

.- ¡Que va! Esta... Rara. Muy rara. – Verbena le dio a James otro beso en la mejilla y se fue con Nicole.

Por su parte, James entró en el salón con el triple de cautela que en el Laberinto. No le hubiera extrañado lo más mínimo que según entrara, Lily tratara de apuñalarle con un cuchillo. Pero no. Lily estaba sentada en un diván junto a la ventana leyendo un libro enorme y no le prestaba la menor atención.

No es que fuera vestida de forma especialmente sexy, (llevaba un pantalón y una chaqueta de chándal, junto a una camiseta de tirantes, su pelo rojo estaba recogido en una coleta) Y sin embargo, para James era la cosa más bonita del mundo.

Lily decidió dejar de fingir que James no estaba allí y pasar a una técnica de expulsión más activa.

.- ¿Aún no te has ido?

.- No, he venido a hablar contigo. Hasta que no lo consiga, no me iré. – James tomó un apoyapies y se sentó frente a ella.

.- ¿De que quieres hablar? – Pregunto Lily sin especial interés.

.- Pues... – James hizo una pausa. Como siempre la pelirroja no estaba por facilitar las cosas. – Verás, allá por el mes de junio pasado rompimos...

.- Más bien tú me dejaste. – Matizó Lily. – Conozco los detalles. Estaba allí.

.- Bueno, pues yo te deje. – El tono de James revelaba que no estaba en absoluto de acuerdo con lo que Lily acababa de decir, pero que no iba a perder el tiempo debatiendo ese punto. – Te deje sin decirte el porque. Pero fue porque hasta ahora no quise decírtelo. No he podido hacerlo hasta ahora. Y ahora que puedo te lo voy a explicar.

.- No hace falta, James. – Le cortó Lily, con fría dulzura. – ya lo sé. Crouch no quería que estuvieras con una Sangre Sucia, que puede ser una peligrosa druida O'Shiannon. Después de todo, eres el heredero de Gryffindor, no te mereces menos que una heredera de Salem. Ya esta todo explicado. No olvides cerrar la puerta al salir. – Para enfatizar la despedida, Lily abrió el libro y se puso a leer.

.- Aún no he terminado. – Furioso, James la quito el libro y lo lanzó por encima de su cabeza. El libro aterrizo en el centro del salón.

.- ¿Pero que haces? – Los ojos verdes echaban verdaderas chispas, y los cristales de la ventana empezaron a vibrar, como si fueran el vaso de agua de Parque Jurásico.

.- Tengo que hablar contigo y no voy a permitir que me ignores.

.- ¿Permitir? .¿Permitir? .¡Estas en mi casa! En ella mando yo. eso para empezar. Y para seguir: tú me dejaste y te liaste con otra. No tienes derecho a exigirme nada de nada. – Pese a que Lily no quería alterarse, su voz había subido varios decibelios mientras todo cristal en diez metros a la redonda empezaba a agrietarse. - ¡Me hiciste lo mismo que Doris le hizo a Will! Te dijeron que me dejarás y en vez de luchar por nosotros tú agachaste la cabeza y obedeciste...

.- He dejado a Loveday. – Soltó James sin la menor entonación. Lily se calló. El ruido de los cristales se detuvo. – Antes de venir aquí. La he dejado. Si te sientas te lo explicaré todo.

Demasiado aturdida para contestar, Lily se sentó de nuevo y dejo que James empezara a hablar.

&·&·&

Ethan notó enseguida que algo iba mal con Evy. Al principio pensó con fastidio que el altísimo grado de distracción de la chica se debía el entontamiento propio de los enamorados., Pero cuando vio que al servirla la hamburguesa, en lugar de quitar el forraje, como llamaba ella al tomate y la lechuga, y empezaba a devorarla, Evy empezaba a pasear las patatas por el plato, Ethan se dio cuenta de que algo iba realmente mal, ella jamás dejaría de comer por nada ni nadie.

.- ¿Estas bien, pequeña? – Preguntó el hombre amable y preocupado. Después de todo era su hija. Bueno, su ahijada.

.- Claro. – Evy se esforzó para sonreír de forma tranquilizadora. Porque no estaba nada bien. Es más, estaba mal. Jodidamente mal, para ser más precisa. Para disimular le pidió a Ethan que le hablara de Tokio, Evy nunca había estado allí y sentía mucha curiosidad por la capital nipona.

Ethan le empezó a describir el metro de Tokio, la parte que más había visto de la ciudad, ya que les habían contratado, a él y a su equipo, para limpiar ese lugar de dementores.

.- Menos mal, que los japoneses no veneran a esos bichos como los europeos. – Gruñó Ethan. – De lo contrario la exterminación de plagas sería un negocio demasiado aburrido.

Evy sonrió al comentario, más porque su intuición le indicó que tenía que sonreír que porque lo hubiese escuchado. Había tanto ruido allí que la estaba costando mucho concentrarse en la conversación con Ethan. No hablaba del ruido físico, era más el ruido mental, por llamarlo de alguna forma.

Era una oleada de ruidos procedentes de todas las personas que estaban comiendo en aquel restaurante: la mujer que repasaba la lista de regalos para sus familiares, dos mesas más para allá, el camarero impaciente por cerrar para irse a casa con su chico, la niña frustrada porque quería comer en el McDonalls de enfrente para que la regalaran un peluche con su menú infantil... Así hasta escuchar todos y cada uno de los pensamientos de todas y cada una de las personas que paseaban por el centro comercial aquella tarde del sábado previo a Navidad.

Sino se concentraba rápidamente en alguien se iba a volver loca. Esta bien, Evy, haz lo que tienes que hacer para poder deshacerte de esto. Aprovechando que su "padrino" había bajado la guardia, la Onza aprovechó una grieta del escudo mental para invadir la mente del hombre... Sólo que no se encontró lo que espera encontrar. Ella se esperaba que todo estuviera tan ordenado como la mente de Lily. Todos los pensamientos en carpetitas de colores debidamente etiquetadas con el tema del que trataban ordenadas alfabéticamente, pero no, la mente de Ethan era un verdadero caos. Y eso que después de ver la mente de Jack pensaba que no podía haber desbarajuste mayor, pero se equivocaba: lo de Ethan era superior a todo. ¡Era imposible encontrar nada!

No se la ocurrió que el orden de la mente de Lily y el caos en la de Ethan y Jack, estuviese ligado a la capacidad de improvisar sobre la marcha, de la que Lily carecía por completo, mientras que Jack, Ethan y la propia Evy andaban sobrados de ella.

Evy suspiró y tomó la primera carpeta, que se encontró, cuando la abrió para darla un vistazo se encontró sentada en el asiento trasero de un coche, Ethan estaba en el asiento delantero y parecía esperar a alguien. Evy siguió su mirada hacia las puertas de salida del aeropuerto de Tokio, que se abrieron para dejar salir a... la vampiro del funeral. Lizbell.

.- ¿Ethan la conocía?

Obviamente no debió hacer esa pregunta estando en la mente de Ethan. Al sentir que alguien había introducido una pregunta en su mente, el Onza se puso en guardia y expulsó al intruso de su mente, sin piedad... Evy se sintió absorbida hacia fuera, atravesando capas y más capas de la mente, hasta encontrarse de nuevo fuera.

En el mar de ruidos, que parecía haber crecido en intensidad, durante unos segundos logró mantenerlo a ralla, segundos en los que Ethan y Evy cruzaron miradas dolidas y confusas. Luego la frágil barrera que Evy había construido se derrumbó y la Onza se llevo las manos a los oídos tratando de parar los sonidos que se habían abalanzado sobre ella. Pero no servía de nada. ¡Se iba a volver loca sino paraba alguien ese maldito ruido!

Cuando alguien trató de apartar una de sus manos de su oreja, Evy apretó con más fuerza.

.- Tranquila, nena, confía en mí. Dame las manos. - ¿Sirius?. ¿Qué hacía él allí? – Me dijiste que comerías aquí. – ¿Lo dijo? Ella no estaba tan segura de eso. en cualquier caso Evy dejó que le tomara las manos y la hiciera apoyar la cabeza en su hombro. Cuando Sirius la besó en la frente, notó como la mente de él la envolvía aislándola de todo el ruido.

También se sintió cansada. Por primera vez fue consciente de que llevaba unas tres semanas sin apenas dormir, ocultando sus ojeras con maquillaje... Ahora daría lo que fuera por una camita blandita donde quedarse dormida... Pero de momento, el hombro de Sirius no estaba tan mal.

Cuando vio a su compañera con la cabeza apoyada en su hombros, Sirius exhaló un suspiro de alivio. Desde que supo que Evy estaba en un centro comercial hasta la bandera de gente, con unos poderes para leer la mente que no controlaba, le había preocupado no llegar a tiempo para ayudarla. Pero no sólo había llegado en el momento justo para protegerla sino que además aún le quedaban patatas fritas y la hamburguesa entera. Tenía un hambre canina, Ponfrey no le había querido dar de comer más que un puré de hospital.

Pero antes que nada, no debía olvidar sus modales: el gigantón rubio que tenía frente a él y que debía de ser el famoso Ethan de Evy, le miraba amenazante.

.- Hola, soy Sirius Black. – El moreno le tendió la mano con una gran sonrisa. – Tú debes de ser Ethan. Evy habla mucho de ti. – Lástima que James no pudiera verle en ese momento, vería lo mucho que había madurado.

.- También ha hablado mucho de ti. – Ethan tomó la mano que el joven le ofrecía, a la vez que disimulaba la mirada de padre "a punto de degollar al novio de su niña". El Onza señaló a su protegida. - ¿Insomnio y Júbilo?

.- Y una poción de Psique. – Sirius le lanzó una mirada cariñosa a la cabeza que reposaba sobre su hombro. – En cuanto duerma un poco, se sentirá mejor.

.- También tendrá que matar a un dementor para soltar Júbilo. – Y en cuanto estuviera bien, Ethan la pegaría el broncazo del siglo: empezando por el susto que se había llevado y siguiendo por eso de invadir las mentes ajenas. Con pulso tembloroso, tomo un vaso de vino tinto. – Será mejor que la llevemos a una cama para que duerma. Mi hotel esta en este centro comercial, a no ser que prefieras otro sitio.

.- No, tu hotel me parece bien. – Mientras Ethan iba a pagar la cuenta y pedir que le pusieran la comida para llevar, Sirius trató de despertar a Evy lo bastante como para que andará hasta el hotel de Team. No tenía el menor inconveniente en llevarla en brazos, pero no quería montar un espectáculo allí en medio. – Evy, nena, vas a tener que andar un poco. ¿Podrás hacerlo?

.- Sí. – Contestó la Onza con voz teñida de cansancio. Se puso de pie con ayuda de Sirius y apoyada totalmente en él, se dejo guiar hasta la habitación de Ethan.

Una vez que Evy estaba acostada, Ethan invitó a Sirius a sentarse con él en una mesa y compartir la comida que había traído del restaurante.

.- Tardará un buen rato en despertar. – Ethan miro a la joven dormida, muy seguro de lo que acababa de decir, antes de volver a mirar a Sirius. Le era muy extraño, al merodeador que unos ojos del mismo color que los de Evy, le miraran desde la cara de ese hombre. – Entre tanto, tu yo podemos hablar.

.- ¿De que? – Sirius dio un buen mordisco a la hamburguesa, que estaba deliciosa. Aunque con el hambre que tenía todo le sabía rico.

.- No sé. De ti. – Ethan se encogió de hombros como si la elección del tema hubiese sido al azar. - ¿Qué planes tienes para después de Hogwarts?. ¿Qué piensas hacer cuando dejes embarazada a Evy? Responde primero a lo segundo.

Sirius alzo las cejas ante aquella pregunta tan a bocajarro. La verdad es que era una buena pregunta: implicaba muchas cosas. Por ejemplo, sonaba a¿te la estás tirando o no? Sinceramente, a Sirius siempre le había gustado la gente directa.

Estaba claro que aquella conversación iba a ser cuanto menos divertida.


Y se terminó lo que se daba, por esta semana. No me puedo enrollar mucho con el argumento del próximo capítulo, sólo contaros que seguramente tardará poco en subir. quiero hacerlo para la semana que viene.

Ah, sí. el espejo de lujuria que aparece en el laberinto no es idea mía, es un préstamo que me ha hecho Alonning.

Mil besos.

Carla Grey.

Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming.