¡Feliz primera semana después de vacaciones! Si es que esos conceptos son compatibles... Bueno, espero que no os este siendo muy duro el regreso a clase, y si lo es, aquí tenéis este capítulo para animaros un poco. Al menos eso espero...
Pero antes toca contestar a los RR. Ya sabéis que no dejan contestarlos dentro del capítulo, bajo pena de que te borren el fict (y sino lo sabéis, ya os lo digo yo) y como el formato para responderlos que nos han propuesto no me convence a mi mucho, pues os los contesto en un RR a mi misma. Perdonar las molestias de ir de una página a otra, pero mirar el lado bueno: justificáis la diferencia entre hits y RR.
Por amor al arte 28.
¿Preocupación u obsesión?
-¿Me estás dejando? .¿Cómo puedes estar dejándome? –dijo Evy con un tono que había subido varios decibelios por culpa del histerismo.
-Está claro...
-No, no lo está.
-Supongo que la pérdida de sangre te ha dejado algo espesa –gruñó Sirius por lo bajo y con crueldad–. Tú no confías en mí, porque si confiaras en mí, me habrías contado todo eso hace tiempo. Y es por no haberme contado todo eso por lo que yo, ahora, no confío en ti... Para mí, la confianza es algo fundamental en una relación...
-Vaya, eso sí que es una sorpresa... Estaba convencidísima de que era el sexo...
-El matrimonio de mis padres me enseñó lo que ocurre en una relación cuando falta, entre otras cosas, la confianza –prosiguió el merodeador, ignorando la interrupción de la onza–. No pienso estar enfrascado en una relación así. Sin embargo, por lo mucho que significas para mí, voy a darte una última oportunidad... ¿Hay algo más que quieras contarme?
Sirius volvió a acercarse a ella y la obligó a mirarlo. Evy suspiró, tentada de decírselo. De cualquier forma, ya lo iba a perder... Pero el orgullo terminó imponiéndose a la lógica.
"¿Qué coño?" Pensó la onza. No iba a permitir que la acorralaran esgrimiendo su relación contra ella como si de una varita se tratase.
-No –los ojos la brillaban de orgullo cuando, finalmente, contestó.
-Bien. Adiós, nena.
-¿Cómo que "adiós"? –repitió Evy con cierta sorna. Pero al comprobar que el merodeador se giraba hacia la puerta, la onza se abalanzó sobre él tratando de detenerle mientras le suplicaba, con el orgullo tardíamente olvidado...
Ya no sirvió de nada: el animago hizo (aparentemente) oídos sordos a sus súplicas, se liberó del agarre (con bastante delicadeza, dadas las circunstancias) y salió dando un portazo...
La castaña apoyó la frente en la puerta y se dejó resbalar hasta el suelo sin darse cuenta ni de que estaba cayendo, ni de que estaba llorando...
-¡Ay! –así la encontró Joy cuando, al volver del baño de los prefectos, abrió la puerta con tanto ímpetu que casi le rompe la cabeza a su amiga.
-Lo siento, cielo. ¿Estás bien? Bueno, ya veo que no... ¿tanto daño te he hecho? –se preocupó la morena.
-No es por el golpe.
-Entonces ¿por qué es? Ay, no me digas ya más nada... ¿Quién ha muerto? Fue Ethan¿verdad?. ¡Ay, madre! Pobrecita mía... –tendió la mano a la onza para que se levantara. Una vez en pie, pasó el brazo por sus hombros y se sentaron en la cama–. ¿Cómo es que no está Sirius contigo?
-Ha cortado conmigo –anda, pues a lo mejor era por eso–. Por lo visto, no ha llevado muy bien lo de descubrir mi tatuaje y lo que ello conlleva...
-¿Sabe quién es tu abuelo? –quiso saber Joy tras lanzar un encantamiento que insonorizara la habitación.
La razón por la que Evy no estaba nada sorprendida por la pregunta de su amiga era una conversación mantenida a finales de agosto. En dicha charla, redefinieron los parámetros de su amistad. Vamos, que confesaron todos sus secretos.
-No. Él sabía que le ocultaba algo más y me chantajeó. O se lo decía o me dejaba. Ya sabes qué he contestado.
-Sí, lo que no sé es por qué. Total, ya no perdías nada. Además, Sirius no es de los que da importancia a la familia... –y para ser justas y honestas, a Joy le gustaría pensar de igual forma que el moreno al respecto.
-Exacto, él tiene tantas malas experiencias en el tema que se ha hecho ateo –teniendo en cuenta que Evy era la cínica descreída del grupo, resultaba cuanto menos chocante que creyera en algo como "la familia tradicional".
-Es decir, que te has callado por orgullo –la deducción de la morena era tan cercana a la verdad, que la onza bajo la mirada–. Ay, Evy, espero que algún día aprendas que con el orgullo no se va a ninguna parte.
La aludida no contestó sino que se limitó a acariciar a Perla, que había saltado a su regazo en busca de mimos. Por su parte, Joy empezó también a acariciar el pelo liso de su amiga.
-Ha muerto. Grindelwald. ¿Sabes?
-Así que era por él.
-Ajá –asintió Evy.
-Un mago oscuro menos.
-El problema es que el mago oscuro que queda usó Legeremancia contra él mientras agonizaba.
-¡Santo Merlín! –se asustó Joy al entender lo que eso podía implicar para su amiga–. Debiste decírselo a Sirius...
-¡A ese yo ya no tengo que decirle nada! .¡Y deja de nombrarle, joder! –exclamó Evy con tanta furia que Perla decidió largarse en busca de un lugar donde no corriera peligro de ser descuartizada.
-Tranquila, cielo –Joy levantó ambos brazos en un gesto de "haya paz"–. Por suerte para ti, tienes delante a una experta en superación de rupturas. No pongas esa cara tan escéptica, ahora lo soy. Así que te voy a ayudar a superarlo. Aunque tus circunstancias son peores que las mías: Sirius no es mortífago, va a nuestra misma casa, tenemos amigos comunes... Lo vas a tener más jodido que... ¿Qué coño le pasa a ese foco de infecciones que Bell llama Perla?
-Me parece que acaba de romper aguas –dedujo Evy tras darle un vistazo.
La morena, poco entusiasta de los animales, compuso una mueca de asco.
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-Vaya cara que traes –de esta forma, saludó Sirius a Remus cuando éste se decidió a levantarse de la cama de Bell y volver a su cuarto.
Entre otras razones, lo que impulsó al licántropo a la huida fue la inesperada entrada de una Anya encelada.
-Quién fue a hablar –Remus dio un vistazo al espantoso aspecto de su amigo–. ¿Qué te pasa?
-He cortado con Evy –fue la entonación, o más bien la ausencia de ella, lo que hizo el castaño alzara las cejas con sorpresa.
-¿Y ya está?. ¿Lo sueltas como quien habla del tiempo?
-¿Y qué más da como lo diga? –Sirius se encogió de hombros con calculada indiferencia–. No deja de ser menos cierto por ello. ¿Y a ti qué te pasa?
-Nada –el licántropo lo dijo con tal tono que estaba claro que era algo.
-Ya, nada. Y tu mal humor se debe a la subida del precio del haba de cacao –insistió Sirius, ganándose una mirada homicida por parte de unos ojos dorados–. No seas borde. Es sólo que me consuela saber que no soy el único que lo está pasando mal por culpa de una chica.
-Luego admites que no te ha sentado bien dejar a Evy –Remus esbozó una sonrisa triunfal, mientras el animago le dedicaba una mirada de advertencia–. ¿Qué te hace creer que mi mal humor tiene que ver con una mujer?
-Traes la misma cara que cuando Jack te besó –el moreno arrugó la frente–. ¿La diablilla ha vuelto a las andadas?
-Jack no tiene nada que ver...
-Entonces es Bell. O mejor dicho: Prewett.
-Se ha ido corriendo a consolarle por la muerte de su prima...
-¿Lucy ha muerto? –tan irritado estaba el licántropo que no se molestó en suavizar lo que sería un duro golpe para Sirius.
-Sí, lo siento. No debí soltártelo así, pero es que me ha sentado tan mal... Sí, lo sé, Gideon ha perdido a un ser querido. Y sí, lo sé, Bell lo conoce desde hace años, al igual que al resto de su familia y por tanto es normal que este allí. Mis celos son irracionales, pero... ¡Me repatea muchísimo que haya salido corriendo detrás de su enamorado! –Remus concluyó el discurso con un soberano puñetazo a su saco de boxeo.
-Es normal que sientas celos –Sirius se encogió de hombros antes de devolver su atención a la pintura del techo sobre su cama.
Remus ya se estaba planteando preguntar al chico qué había allá arriba que era tan interesante cuando (menos mal) entró James.
-¿No habrás hecho la gilipollez de dejar a Evy, verdad? –el heredero de Gryffindor sólo tuvo que ver el estado apático de su amigo para confirmar sus sospechas–. De verdad, a veces pareces gilipollas. Dejar a la chica que amas por un par de verdades a medias...
-Habló el que dejó a su chica porque se lo dijo un politicastro –gruñó Sirius sin apartar la vista del techo.
-¿Y qué pasa con ese Richard? –James ignoró el comentario del merodeador de ojos grises–. Ella parece tenerle pavor (sentimiento que no profesa a casi nadie) y tú la abandonas para que se las componga como pueda.
-Sí –confirmó el moreno con indiferencia después de un rato.
-Genial –ironizó el buscador–, supongo que el siguiente paso será superar la ruptura por el "método Sparrow", es decir, a base de polvos.
-No me parece justo que lo llamemos el "método Sparrow": puede que lo perfeccionara Will, pero lo inventó Sirius –meditó/bromeó Remus.
-Os equivocáis. No quiero saber nada de mujeres en una temporada larga...
Los dos merodeadores no se habrían sorprendido más si su amigo hubiera anunciado que se iba a cortar el pelo al cero. ¿Sirius Black sin querer saber nada de mujeres? Era como si Snape dijera que las pociones apestan, como si Dumbledore renegara de los caramelos de limón, como si James odiara el Quidditch o Remus el chocolate...
Vamos, algo totalmente inconcebible.
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Dumbledore dijo el curso anterior que las tres cosas más veloces del universo conocido eran: la luz, un cheque sin fondos y un rumor en Hogwarts. Evy tuvo ocasión de recordarlo ese mismo lunes.
Joy obligó a levantarse a la onza muy temprano, tanto que ni siquiera Lily estaba aún despierta.
-No quiero que te niegues a desayunar sólo por no ver a Sirius. Ante una ruptura, una corre el riesgo de destrozar su línea, bien porque se consuela con el chocolate o porque se le cierra la boca del estómago –argumentó la morena.
Cuando llegaron al comedor, la poca gente que había se acercó a Evy para darle el pésame. Pésames tan auténticos como un galeón de chocolate salvo en el caso de sus compañeras de sexto que no pertenecían a Slytherin. Eso en el caso de las chicas.
Ya que los chicos tenían ideas muy diferentes... La diversión empezó apenas terminaron de desayunar, cuando un chico le pidió una cita que ella rechazó.
Dicha situación se repitió al menos seis veces a lo largo del día.
-No entiendo de dónde sacan esos idiotas que tienen alguna probabilidad de salir conmigo –gruñó la onza al terminar las clases, tras rechazar un nuevo pretendiente y sin importarle que el rechazado la oyera.
-Creen que la ruptura te habrá vuelto lo bastante vulnerable como para ser una presa fácil –Joy no pudo contener la ironía. Su amiga podría ser muchas cosas, pero presa, jamás.
-Evelyn –la aludida se preparó para destrozar a un nuevo ejemplar del sexo masculino.
-¿Regulus? –pero que el ejemplar en cuestión fuera el hermano de su novio, perdón, ex novio, logró sorprender a la castaña.
-¿Podemos hablar? A solas –el Slytherin dedicó a Joy una elocuente mirada. Evy también volteó hacia ella con una sonrisa tranquilizadora. Tal vez temiera a Richard, pero con Regulus aún podía.
La morena no se alejó mucho, ya que su amiga podía necesitarla. Que el Feng Shui de la sala común de Slytherin fuera envidiable, no impedía a sus habitantes ser traicioneros y desleales.
-¿Y bien? –por el tono de Evy, más que una pregunta parecía el guante con el que se abofetea a alguien para retarle a un duelo.
-Quería decirte que lamento tu ruptura con Sirius. Seguro que el idiota de mi hermano tuvo la culpa...
-Tu hermano no es idiota –maldita sea. La onza no había terminado de hablar y ya se había arrepentido de haber saltado en defensa de su ex–. Bueno, un poco sí lo es –agregó sin mucha convicción.
-Pero no todos los Black somos así –Regulus temía haber metido la pata, pero se envalentonó al ver que ella también insultaba a Sirius–. ¿Te apetece comer conmigo el jueves? Así sabrás lo que es comer con un hombre de verdad...
-¿Cómo?
-¿Qué si te...?
- Te he entendido, Regulus, los de origen muggle no estamos sordos ni nada similar. Lo que no entiendo es: 1) que lo hayas dicho sin abrirte la cabeza contra una pared; 2) que me pidas una cita estando prometido con Sheila y 3) que lo hagas cuando apenas hace veinte horas que corté con tu hermano, que por cierto es veinte veces más hombre de lo que tú lo serás jamás.
Sin esperar respuesta del Sly, Evy volteó y se acercó a Joy.
- ¿Eso es un no? –preguntó Regulus a su espalda.
La onza decidió que la respuesta era tan obvia que no merecía la pena ni contestar.
- ¡Me tienen harta, Joy! Está claro, que todos los hombres se pasan el día pensando en lo mismo...
- ¿Y ahora te enteras? –se sorprendió la pequeña morena. Después de todo, su amiga era la experta en chicos.
- No, pero es por esta clase de cosas, por las que conviene tener novio. Así sólo tienes que aguantar las babosadas de uno.
- ¿Sabes, Evy? Suenas a "Chica abajo el amor". Y esa moda ya pasó.
- ¿Quién sabe? Puede que vuelva a leerme el libro. A lo mejor ahora le encuentro sentido. Recuerdo que decía algo como... –Evy se tuvo que parar cuando Joy se interpuso en su camino–. ¿Qué haces?
- Es que... Mejor vamos por ahí. Así nos dará más el aire –la morena señaló un lúgubre pasadizo mal iluminado y sin una mísera ventana.
- Daríamos demasiada vuelta –de nuevo, la onza trató de pasar y una vez más, Joy se lo impidió–. ¿Qué pasa?
- Es que no creo que sea bueno para ti ver lo que yo acabo de ver –esta vez, Evy no trató de pasar, sino que se puso de puntillas.
Por encima de la cabeza de su amiga, observó a Sirius rodeado por un enjambre de admiradoras, cuyas intenciones no hubieran sido más obvias, aunque le hubieran lanzado la ropa interior a la cara. Opción que ninguna parecía descartar...
- Evy, por favor, no hagas ninguna tontería –suplicó Joy. La castaña giró 180 grados–. Como eso... –suspiró la morena imaginando lo que iba a hacer y que ni un misil podría impedir. Aún así, corrió tras ella.
- ¡TÚ! –Evy acababa de encontrar a uno de los chicos que le pidió una cita esa misma mañana–. ¿Sigue en pie tu oferta?
- Sí... –tartamudeó el chico, temiendo que le pegara si decía que "no".
- Pues mañana comemos juntos.
Y de esta manera, obstaculizada por una Joy convertida en una versión fashion de "Pepito Grillo", Evy fue encontrando a todos y cada uno de sus pretendientes para acceder a las citas que había rechazado a lo largo del día.
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- ¡La madre que la parió!. ¡Maldita onza loca! –por supuesto, Sirius hablaba de Evy.
Estaban a jueves y durante la semana su ex novia había desayunado, comido, almorzado, merendado y cenado con un chico diferente. Decir que esto tenía a Sirius totalmente fuera de sus casillas era quedarse corta: el último puñetazo que le había arreado al saco de boxeo logró sacarlo de su gancho.
- Tú la dejaste, tiene derecho a rehacer su vida –dejó caer Remus con un tono ligeramente burlón.
- O a superarlo por el método Sparrow –agregó James con malicia.
- Eh, a mí no me metáis –se defendió Will–. Que yo estoy de parte de Sirius. Debisteis escuchar la bronca que le he pegado esta mañana a Evy cuando ha venido a pedirme condones...
- ¿No se los habrás dado? –Sirius volteó hacia el prefecto, con una mirada homicida.
- Sólo después de que me apuntara con la varita a los genitales y se ofreciera amablemente a reventármelos –Will sacó la varita y pronunció un hechizo escudo, protegiéndose del previsible ataque del moreno. Pero el animago se contentó con patear el saco de boxeo un par de veces.
- ¿Alguien sabe con quién sale hoy?
- No –mintieron los tres jóvenes.
- Y de todas formas ¿qué te importa? –James observó que su amigo retiraba la mirada con un gesto airado–. Si tanto te jode que salga con otros tíos, la solución es fácil: vuelve con ella.
- James, estás tan pesado con el tema que me temo que en cualquier momento me preparas una encerrona –gruñó el animago de ojos grises mientras el aludido sonreía misteriosamente.
- Remus, he fichado una abuela genial para nuestro hijo. Me va a acompañar al ginecólogo. ¿Te apuntas? –Jack eligió ese preciso momento para entrar en el cuarto de los chicos. Lucía una tripa enorme, como si estuviera embarazada de al menos seis meses.
Como era de esperar, a Remus le fue imposible contestar ya que tanto el hermano de la "cornuda" como el de la "preñada" se le abalanzaron para estrangularle.
- Joder, sí que se desarrollan rápido los minilicántropos –susurró Sirius, mirando alucinado la barriga de Jack.
- ¡YA BASTA! –ordenó Isis–, que me alteráis a la madre de mi nieta.
- Sí, un poco de respeto para esta pobre embarazada –gimió Jack lastimeramente.
- No está embarazada –Remus aprovechó la distracción para acercarse a su acosadora particular y levantarle la túnica lo suficiente como para que cayera el cojín que llevaba al suelo.
- Remus, cielo, no enseñes mis intimidades por ahí –la castaña se agachó y recompuso su aspecto de falsa embarazada.
- Sí, es que además de pobre, exhibicionista... Tenías que haber seguido con Prewett, que al menos tiene una mini mansión –Isis se ganó las miradas extrañadas de los chicos– eso le dice mi abuela a mi madre continuamente.
- Volviendo al tema de antes... ¿Vienes a la ecografía o no?
- Jack, es un cojín. ¿Cómo aspiras a hacerle una ecografía? –replicó duramente el licántropo.
- Oye, a mí no te me pongas en plan lunático que yo esto lo estoy haciendo por ti, para ayudarte a salvar tu relación con Bell. Pero si quieres que ella termine con Prewett, tú mismo con tu organismo –Jack concluyó el discurso con un encogimiento de hombros.
- Y yo creía tener problemas –Sirius dejó escapar la que probablemente era su primera carcajada auténtica de la semana.
- Pues si yo fuera tú y mi ex novia estuviera en el lago merendando con mi hermano, el aspirante a mortifago del año, no estaría tan contenta –Jack se revolvió contra el moreno.
- Contento –corrigió Isis.
- ¿Qué? –preguntó la joven Sparrow sin entender de que hablaba la oriental.
- Si tu fueras él no estarías contenta sino contento –explicó la prefecta.
- Perdona, Jack. ¿Dices que MI Evy ha salido con Regulus?
- ¿Acaso tienes otro hermano?
- ¿Lo sabíais? –Sirius volteó hacia sus tres amigos. Will bajó la vista, James le sostuvo la mirada con aires de niño pillado en plena travesura y Remus... él seguía picado con Jack y no le hacía ni caso–. Ya hablaremos. Ahora tengo que evitar que Evy malgaste un preservativo con mi hermano...
- ¿Y tú para que te metes en ese fregado? Mira que cuando quieran llevar a Sirius a Azkaban por fratricidio igual te llevan también a ti como cómplice –Will se encaró con su hermana apenas Sirius abandonó la habitación.
- No digas tonterías: a las embarazadas nos tienen mucho respeto como para mandarnos a la cárcel. Además, al contrario que a ti, a mí si me importa que una de mis amigas esté saliendo con un mortífago.
- Presuntamente –se apresuró a matizar Isis.
- ¿Cómo que "presuntamente"? Isis, si te asomas por la ventana de nuestro cuarto, podrás verlos tomando tortilla de calabaza.
- Digo que presuntamente Regulus es un mortífago –explicó la oriental con tono paciente.
- Conociendo a su madre, si aún no lo es, lo será el mes que viene, cuando cumpla los diecisiete –bufó James.
- Pues como no sabemos seguro que lo sea, decimos presunto –insistió Isis con una testarudez nunca vista antes en la dulce oriental.
- ¿Se puede saber qué te pasa? Llevas una semana que no pareces tú –quiso saber Will.
- Que está celosa de Mandy Myers porque le está empezando a molar Bifidus. ¿Vosotros os creéis? Con la que tenía liada porque no la dejaba ni a sol ni a sombra... Es que de verdad, algunas chicas no hay quien las entienda. Por ejemplo Evy: tanto que luchó por Sirius en el pasado y ahora, en vez de seguir mis sabios consejos para recuperarle, se dedica a salir con proyectos de mortífagos...
- Por no mencionar que tiene más éxito que tú y cualquiera entre los chicos –señaló Isis, sin que su tono inocente enmascarara que estaba molesta por los comentarios de Jack–. Supongo que haberte quedado "embarazada" sin haber realizado ningún ejercicio de tipo sexual es lo que te hace decir gilipolleces sobre chicas que no saben lo que quieren...
- Vaya, habló la gran filósofa: la última virgen de Hogwarts –la alusión a la falta de sexo, fue más de lo que Jack podía soportar.
- Eso no me lo dices ni en la calle ni con una varita en la mano...
- ¿Te batirías en duelo con una embarazada? –fingió escandalizarse Will, tratando de calmar los ánimos. Principalmente, porque bajo esa apariencia de dulce geisha, Isis era una de las mejores brujas de su curso en "duelos".
- Mm. Te salvas porque no quiero dañar a mi nieto –decidió finalmente la oriental–. ¿Vamos a la ecografía?
- Sí, porque está visto que este –Jack le sacudió una nada delicada patada a Remus en la espinilla– no va a venir. Cuando se acerca la luna llena se pone intratable... Igual Bell sí que se apunta...
Cuando se quedaron solos los chicos, las miradas de James y Will convergieron en Remus.
- ¿Qué? –se picó el licántropo.
- Ahora es cuando nos cuentas de qué va esto –explicó James.
- Define "esto".
- "Esto" es la razón por la que mi hermana finge un embarazo con un cojín cuando ella odia tanto a los niños que en vez de Nenucos jugaba con Playmobils –añadió Will.
- Veréis... –Remus se revolvió el pelo y frunció la frente, antes de contestar–. Todo empezó en la clase de ayer. Bell se empeñó en ayudarme...
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Aunque para darle clase a la joven Sparrow no era la idea, ya que la rubia parecía más interesada en mostrarle a su novio el catálogo de ofertas de una inmobiliaria muggle que en enseñarle a Jack la diferencia entre un Nundu y un onza.
En cualquier caso, Jack no estaba muy centrada en el asunto, ya que tenía otras cosas más importantes en la cabeza.
Por ejemplo, su brillante luz al final del túnel que había resultado ser un tren. Es decir, la ruptura entre Evy y Sirius. Tenía que volverlos a juntar como fuera... Para empezar, tenía que evitar que Evy se enrollara con Regulus...
Y también estaban los resultados de sus últimos análisis que había recibido esa misma mañana. Según su médico, eran buenas noticias: no se le estaba desintegrando el hígado, sino un ovario, "un órgano sin importancia".
¿Sin importancia? .¡Sería para él! Para Jack era muy importante, tenía mucha tendencia a pensar con aquella parte de su cuerpo y se sentía como si se le estuviera muriendo medio hemisferio cerebral. Y claro, así le iba...
- ¿Pero cómo vas a ser un mal padre? –esa frase de Bell, logró que la joven Sparrow se sintiera atraída por la conversación.
Por lo visto, mientras ella repasaba su lista de problemas, Remus había decidido abordar sutilmente el tema que le estaba destrozando los nervios. Tan sutilmente que Bell no lo captaba...
- Remus, tú serás un padre genial, eres el más maduro del grupo. ¿A que tengo razón, Jack? –la rubia se volvió hacia su medio rival en busca de apoyo.
- ¿Entonces a los Nundus no se les puede vencer en solitario? –pero la joven decidió que era un tema demasiado espinoso y que ella estaba mejor dedicándose a sus estudios.
- No metas a la pobre chica en esto –susurró Remus en tono de súplica–. Bell, en serio, creo que estás yendo muy deprisa... Yo no me veo recién graduado en Hogwarts con un chalet y dos hijos. No estoy preparado para ser padre...Además, te recuerdo que soy un licántropo.
- Uy, pues eso tiene fácil solución... –tal vez fue el comentario de su amado acerca de no meterla en eso, pero Jack vislumbró una brecha en la pareja y fue por ella a saco. Se levantó, tomó uno de los cojines del sofá y se lo puso bajo la túnica–. Si no podéis tener hijos entre vosotros, yo seré vuestra madre ficticia de alquiler. Así Remus se irá entrenando y Bell podrá juzgar por sí misma si está preparado o no. ¿Qué os parece?
- Que deberías seguir estudiando –replicó Remus con acritud.
- Pues yo creo que es la primera buena idea que ha tenido Jack desde que la conozco –opinó Bell–, por probar que no quede –y dedicó una mirada suplicante a su novio.
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- Y tuve que ceder. No sé como luchar contra las dos –de esta manera, Remus concluyó la explicación para sus amigos.
- La verdad es que es una idea bastante absurda. Si tu temor es que tus hijos sean licántropos, no necesitáis una madre de alquiler –meditó James.
Will asintió pero no dijo nada. Estaba claro que su hermanita había puesto una nueva estratagema en marcha... Una estratagema poco inspirada y estúpida. La pérdida de parte de su cerebro le estaba afectando demasiado.
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De todas las comidas que Evy había realizado esa semana, el picnic con Regulus estaba resultando la menos desastrosa. Al menos, aún no había escuchado en su mente aquella voz que le recordaba a Lily en su etapa repelente diciendo: "¿qué coño estás haciendo?"
Ah, no. Que no fue en su etapa repelente, que la pelirroja lo había dicho esa misma mañana...
Aunque para pesada, Jack. La joven Sparrow estaba empeñada en que volviera con Sirius a toda costa.
- Métete en su cama y recuérdale que eres la mejor amante que ha tenido y tendrá jamás y ya verás que rápido le recuperas.
Pero se equivocaba: Evy conocía lo bastante a Sirius como para saber que si se introducía en su cama, lo más seguro es que la echara. Y aún en el caso de que la onza pudiera recordarle sus habilidades, sexo y reconciliación no eran palabras equivalentes en el idioma de su ex.
Joy lo estaba llevando con mucha filosofía, sobre todo desde que Evy le confesó que si salía con presuntos mortífagos era para leerles la mente y obtener valiosa información.
- Ah, bueno. Volcarse en el trabajo no es la peor manera de superar una ruptura –dijo la morena.
Al pensar en Joy, la onza no pudo evitar preocuparse. Desde que su amiga leyó en el periódico que Narcisa se había casado con Malfoy el domingo pasado, había actuado de forma extraña, muy similar a los días posteriores a su ruptura con Snape...
- Vas hablar con él –afirmó Evy cuando vio que Joy se arreglaba especialmente para ir a clase.
- Sólo quiero asegurarme que este bien... Cuando yo le dejé se enrolló con la Dolls, a lo peor el rechazo de Narcisa le deja tan mal que se lía con Rosier –aventuró la morena.
¿Debía preocuparse por Joy? La verdad es que sentía que debía cancelar su cita con Regulus y acompañarla... Pero era la primera vez en toda la semana que se sentía relajada y era muy difícil renunciar a eso...
- Y aunque no lo creas, el sapo sobrevivió –Regulus concluyó la su relato sobre como se vio envuelto a la edad de seis años, en una broma que James y Sirius le gastaron a Umbridge.
- Pobre, debió ser horrible para ti verla desnuda –Evy compuso una mueca de asco. Sin embargo, lo más sorprendente es que no percibía nada que indicara que Regulus odiaba a su hermano, era más bien envidia y admiración.
- Uf, para horrible, la boda de mi prima con Malfoy –por el pensamiento que cruzó la mente del Slytherin, la onza dedujo que su relación con Narcisa era similar a la que Sirius mantenía con Andrómeda.
- ¿No te cae bien el nuevo marido de tu prima?
- Es un gilipollas –mm, puede que aún hubiera esperanzas para el pobre chaval–. No se la merece y... –de pronto, el rostro de Regulus perdió todo color y uno de sus dedos se elevo tembloroso para señalar algo a espaldas de Evy–. ¡UN GRIM! –exclamó el Sly antes de salir corriendo hacia el castillo.
- No sabía por qué, pero tenía la impresión de que harías algo así –suspiró la onza, mientras Sirius recuperaba la forma humana y se sentaba frente a ella en el lugar que poco antes ocupó su hermano–. Por curiosidad¿qué le pasó a tu hermano con un Grim?
- Le mordió uno cuando tenía cuatro años. Claro que él y Bellatrix trataron de cortarle la cola primero. Desde entonces les tiene pánico –explicó el moreno, tomando una patata frita y esperando la explosión de su ex.
- Ahhh –pero la explosión no llego. Evy se limitó a ladear la cabeza y examinarle atentamente, como si no supiera si reír, llorar, besarle, matarle o todo al mismo tiempo. Al final, dijo–: me aburres –y se levantó para irse.
- ¿Que te aburro? –naturalmente, Sirius se lo tomó como el peor de los insultos, ya que jamás se había considerado una persona capaz de aburrir a nadie, y menos a Evy. Agarró a la onza de la muñeca y la obligó a sentarse de nuevo–. Tú no te vas, esto tenemos que discutirlo.
- ¡Suéltame, hijo de puta! –se enfureció la castaña, no tanto por el hecho de que la tocara como porque al hacerlo había sentido ganas de lanzarse a los brazos de su ex.
- Mm. Tendrás que pedirlo amablemente y prometer que no vas a largarte... –en vez de soltarla, el moreno de ojos grises la atrajo más hacia sí–. Tenemos que hablar.
- ¿De qué? –Evy trató de separarse, pero lo único que consiguió fue que su ex la apretara todavía más. Un vistazo rápido le hizo detectar la presencia de un grupo de Ravens junto al lago, lo que imposibilitaba una transformación en jaguar. ¡Joder!
- De nuestra situación –replicó Sirius con su tono de "es tan obvio que no sé cómo no te diste cuenta".
- Tú te encargaste de que no hubiera nada "nuestro".
- ¿Por qué haces esto?
- ¿Salir con otra gente? Es mi forma de superar nuestra ruptura... ¿Qué pensabas? .¿Qué me iba a quedar llorando por los rincones con los brazos y piernas cruzados?
- No me refiero a eso, me refiero a por qué insistes en tratar de que te suelte. Antes (y cuando digo "antes" me refiero a cuando aún no éramos ni amigos) no te incomodaba estar cerca de mí –los ojos grises le dedicaron una mirada penetrante. Ella, totalmente ofendida, lanzó su mente de felino para repeler la Legeremancia–. Ah, vale.
- ¿El qué vale?
- Ya sé lo que te pasa –Sirius la soltó con una sonrisa de triunfo–. Aún me deseas, pero tu orgullo te impide reconocerlo. Por eso temes que estemos tan cerca, porque sabes que terminarás lanzándote a mis brazos.
- ¿Y tú me hablas de orgullo a mí? Me dejaste porque no podías soportar que confiara en Jesse más que en ti y luego te niegas a salir con otras chicas porque es conmigo con la única que quieres estar pero, por supuesto, no vas a reconocerlo. De verdad, no sé por qué te aguanto.
- Si no te gusta, puedes irte –el merodeador hizo un gesto con su cabeza hacia la chica–, ya no te detengo.
- Black, no quiero volver a jugar a eso de destrozarnos las citas (ya sabes que no me gusta hacer lo mismo de la misma manera dos veces), así que tratemos de llegar a un acuerdo civilizado –propuso la onza con una serenidad que estaba muy lejos de sentir.
- Bien. Tú no sales con mi hermano ni con ningún otro Slytherin, ni Hufflepuff, ni Ravenclaw y yo te dejo en paz...
- Ese es el punto G de la cuestión: tú ya no eres quién para decirme con quién puedo salir y con quién no –Evy no pudo evitar que su tono de voz subiera varios decibelios, reclamando la atención de las Raven del lago.
- ¡Claro que soy quién! Somos AMIGOS –casi deletreó Sirius ofendido.
- No somos amigos, somos ex, que es muy diferente –matizó la onza–, y si yo me quiero tirar a medio Hogwarts, tú no eres quién para impedírmelo. ¡Fuiste tú el que me dejaste y ahora te comportas como el perro del hortelano! Ni comes, ni me dejas... ¡Pues no! Yo no pienso desaprovechar ni una sola de mis oportunidades, te aconsejo que tú vayas haciendo lo mismo... –esta vez el merodeador no hizo ademán de detener a su ex cuando se fue.
Sirius permaneció unos segundos más sobre la manta. Trascurrido ese tiempo, se puso de pie, lanzó una mirada homicida a la manta (como si ella tuviera la culpa de sus problemas) y, profiriendo un insulto dedicado a nadie en particular, volvió al castillo.
- ¿Veis como no quedaron como amigos? –preguntó una Raven volviéndose hacia sus compañeras con una sonrisa triunfal.
&·&·&
Desde que Joy había leído la noticia de la boda de Narcisa con Lucius Malfoy, sólo había podido preocuparse por Snape... Hasta cierto punto se sentía responsable, ya que si ella no hubiera dejado a Snape, él no se habría liado con la voluptuosa rubia y no correría el riesgo de ser asesinado por su recién estrenado esposo si Malfoy llegaba a enterarse.
Y se enteraría...
- Snape –el moreno iba acompañado por su inseparable amigo Rosier. Ambos voltearon al escuchar la voz de la Gryffindor.
- ¿Pasa algo, Joy, digo… Turner? –se autocorrigió el moreno al notar que ella le llamó por el apellido.
- Es sólo que me enteré de la noticia y quiero decirte que lo siento mucho y que si quieres hablar con alguna amiga... Ahí tienes a Rosier... –Joy mostró una sonrisa de "qué maja y qué divertida soy".
- ¿Qué noticia? –preguntó Snape confuso con su clásica expresión de "los Gryffindor están locos".
- No hay ninguna noticia –se apresuró a intervenir Rosier–, sólo es una excusa para hablar contigo porque su nuevo chico no la satisface y sigue obsesionada con tu persona...
- Rosier, deja de vomitar gilipolleces porque no he venido a discutir contigo sino con... Snape. Me refiero a la boda de Narcisa con Malfoy. Si vuestra relación era más que simple sexo, debe de haberte sentado mal –Joy lo dijo con tono inocente, aunque era una verdadera prueba de fuego. ¿Estaba enamorado de la rubia o no?
- ¿Me disculpas? Tengo que irme a chillarle a alguien. Gracias... Turner.
La morena observó como su ex se largaba con un frufrú de su túnica negra, señal de que estaba furioso. Mm, sí que podía ser amor, si no, no le importaría hasta el punto de enfurecerse.
- Sé lo que tramas...
- ¿Ah, sí? –Joy alzó una ceja, como dudando de la capacidad de Rosier para entender la mente de una hormiga (y mucho menos la suya).
- Como no te salió bien cuando mandaste a Potter a matar a mi amigo, pretendes conseguir que lo mate Malfoy. Eres una egoísta, si él se muere ¿quién va a ser mi amigo? No tienes idea de los esfuerzos que he realizado para que no se enterara de la boda de Narcisa y en un segundo tú los has mandado todos al traste...
- A ver, Rosier, en qué idioma tengo que explicarte que yo no quiero que maten a Snape... Es más, una de las razones por las que se lo he dicho es porque le conozco. Él jamás andaría con una mujer casada que no fuera su esposa. Ahora mismo debe de estar dejando a Narcisa, lo que evitará que Malfoy mate a tu amor, es decir, amigo –Joy seleccionó su mejor sonrisa de "yo no he roto un plato en mi vida".
- Tal vez conozcas a Snape, pero no a Narcisa: a esa mujer no la deja nadie hasta que ella decida que quiere dejarlo. Y otra cosa: estoy harto de que pongas en duda mi hombría con esa alusiones a que estoy enamorado de Snape –la morena enarcó una ceja, visiblemente divertida por la airada reacción del Sly.
- No he cuestionado tu "hombría" –a duras penas controló una carcajada–, sino tus tendencias sexuales. Rosier, tienes que admitir que tu reacción cada vez que una mujer se acerca a Snape es más que sospechosa: o eres gay y no quieres que nadie se le acerque, o le envidias que tenga más éxito con las mujeres que tú. ¿Con qué te quedas?
- Con ninguna de las dos –el Sly se alejó de la morena, visiblemente molesto y refunfuñando.
Tenía que encontrar una manera de demostrarle a esa Gryffindor entrometida que él era heterosexual y que tenía éxito con las mujeres...
Fue verdadera mala suerte que chocara con una furiosa onza dispuesta a demostrarle a su ex que ella salía con quien le diera la real gana...
Rosier & Evy quedaron para cenar el viernes por la noche.
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- ¡Narcisa! –rugió Snape apenas asomó su morena cabeza por las habitaciones privadas de las que la rubia disponía en la mansión Malfoy.
- La señorita Cyssa no está aquí, señor. ¿Pryssi puede ayudarle en algo? –la elfina de cría de la ex Black, se presentó ante él y le hizo una exageradísima reverencia.
- Dile que venga aquí... –el Sly observó que la pequeña esclava vacilaba–. ¿No oíste¡AHORA!
La elfina corrió espantada en busca de su ama. Pasaron varios minutos hasta que Narcisa apareció y, cuando lo hizo, su aspecto no podía ser más diferente de lo que tenía acostumbrado a Snape: una discreta y amplia túnica verde disimulaba sus voluptuosas curvas y una expresión seria y contenida en su cara la hacía parecer mayor de lo que realmente era.
- ¡Severus! –sin embargo, la recién estrenada "expresión de esposa" se evaporó cuando vio a su amante, sustituyéndola por una sonrisa cálida y sensual mientras corría a sus brazos–. Cuánto me alegro de verte...
- ¿Ah, sí? –Snape no correspondió al abrazo y habló con un tono cargado de incredulidad que aumentó varios decibelios al añadir–¿Y POR ESO TE HAS CASADO CON MALFOY?
- No grites, por favor, mi madre, mi tía y mi suegra están abajo tomando café –le riñó la rubia.
- ¡ME DA IGUAL QUE ME OIGAN!
- ¿Sabes qué? Tienes razón... Que nos oigan –la clásica sonrisa lasciva de los Black cruzó los perfectos rasgos de porcelana de Narcisa–. Lancemos un hechizo silenciador suave en la habitación y follemos sobre la mesa... Es de caoba, vale una fortuna y me la regaló mi "querido suegro".
- Y ya si llega tu marido, sería la caña –ironizó Snape tras dedicarle una mirada despectiva a la susodicha mesa sobre la que él no tenía pensado hacer nada.
- Cómo te gusta a ti también, Severus, cómo te gusta... –Narcisa guiñó un ojo con picardía antes de sentarse sobre la mesa con los movimientos sinuosos de una serpiente y hacerle un gesto para que se acercara.
- Hablo en serio, señora Malfoy –fue esa manera de llamarla lo que alertó a la rubia.
- ¿Por qué me llamas así?
- Te has casado con Lucius, es así como debo llamarte...
- Ah, ya, estás enfadado porque no te invité a la boda, no lo hice porque pensé que te sentirías incómodo... –explicó Narcisa.
- ¡NO PUEDO CREER QUE TE HAYAS CASADO CON ÉL! –bramó con furia el estudiante.
- ¿Por qué no? –la rubia no parecía entender el motivo de tanto grito y tanta furia–. Lucius y yo llevamos prometidos años, desde que Andrómeda se largo de casa con su Sangre Sucia, y yo vivía con él desde que dejé la escuela... Era cuestión de tiempo que formalizaramos nuestra unión.
- ¿Le amas? –aquello era lo único que interesaba a Snape.
- ¿Y qué tiene que ver el amor con el matrimonio? –la rubia dejó escapar una carcajada divertida–. Tú mejor que nadie sabes la clase de hombre que es Lucius: egoísta, cobarde, ambicioso... No podrá querer a nadie que no sea él mismo en su vida. ¿Cómo iba yo a amar a un hombre así?
- ¿Y por qué te has casado con él?
- Esta claro: por honor familiar y por dinero.
- En resumen, que te has vendido en matrimonio a un hombre que jamás amarás –Snape cabeceó decepcionado, como cuando uno de los alumnos al que daba clases particulares de pociones fallaba en un examen.
- ¿A qué viene esa obsesión con el amor? Hablas como... un Hufflepuff sentimental amante de los muggles –la reacción del moreno al insulto de Narcisa, consistió en un alzamiento de cejas–. Si una chica está preocupada por el dinero¿cómo va a tener tiempo de enamorarse?
- Vamos, que quieres a Malfoy para que te pague las facturas y a mí para que te caliente la cama.
- Algo así –admitió la rubia, encantada de que su amante captara la idea, al fin.
- ¿Y si Malfoy nos pilla? Sabes que nos mataría... Bueno, igual si estás embarazada vives lo bastante como para dar a luz
- No seas pesimista, Severus, él no tiene porqué saberlo... Está todo el día arriba y abajo con las misiones del Señor Tenebroso y no me presta la menor atención... –Narcisa hizo un gesto para despejar esa preocupación como si de una insignificante nube de humo se tratara.
- Narcisa, no podemos seguir... No es sólo por Lucius es que... No puedo estar liado con una mujer casada...
- Y menos cuando dicho marido es el hombre más celoso y sádico del mundo –completó la rubia con una sonrisa comprensiva, mientras bajaba de la mesa–. Lo entiendo...
- Sí –Snape frunció el ceño, sorprendido de tanta comprensión, ya que conocía el carácter endiablado de la rubia y que sólo se reprimía ante su marido por temor a represalias.
- ¿Qué tal un último beso de despedida? –Narcisa se aproximó y rozó con sus labios los del moreno, suavemente al principio, pero luego le "obligó" a abrir la boca para hacerlo con más fiereza.
Cuando trató de separarse, Snape la estrechó con fuerza entre sus brazos, haciendo que ella sonriera...
- ¿Sabes que la alfombra es persa? –soltó la rubia en tono más que sugerente.
- ¿Sí? Supongo que en ese caso, será tan cara como la mesa...
- Más –Narcisa empezó a morder la oreja de su amante.
Tres segundos después, Snape y Narcisa jugueteaban desnudos por la alfombra mientras la suegra, la madre y la tía de la rubia se preguntaban por qué la joven tardaba tanto y la pobre y leal Pryssi hacía malabarismos (literalmente) para tenerlas entretenidas.
Vaya con el Snappy: mucho "no me voy a liar con una casada" y mírale... En fin, que esto se acabó por hoy, para el próximo capítulo: ahhhh, sorpresa. Hasta para mi. Trataré de que este dentro de dos semanas, pero no prometo nada porque para finales de mes operan a mi madre y seguramente llegará un punto en que no esté de humor para nada. Así que perdonar si esta vez vuelvo a tomarme más tiempo de lo normal, pero es por una causa muy superior a mi...
De todas formas, para que no estéis a dos velas, podéis darles un vistazo a los ficts/autores que tengo en mi sección de favoritos. Y si los habéis leído: para algo están los favoritos de mis favoritos. Y así sucesivamente...
Pos nada, un besines de caramelo de nata y mora sin azúcar (que hay que bajar el peso que hemos pillado estas fiestas)
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de Mika Granger.
