Hola, hola. Ya sé que es menos de dos semanas, pero para el día exacto que tocaba actualizar, una servidora estará en la playa sin conexión a Internet y como tampoco hice nada especial cuando llegue a mil RR en HA, pues esto es una especie de regalo.

Bueno, ya sabéis que la respuesta a los RR este en otro RR que me he dejado a mi misma. Y ya que he sacado el tema. Si os digo tanto lo de los mil RR en HA es para ver si os picáis y queréis superarlos y eso...

En fin, que os dejo con el capítulo. Disfrutadlo.

Por amor al arte 32.

Es por tu bien...

- ¿Has sido muy duro con ella? Porque no deberías...

- ¿La estás defendiendo? –gritó Remus con asombro.

- No... Sólo quiero que pienses que soy buena persona –la respuesta de la joven hizo sonreír al chico–. Además, a lo mejor él la besó de sopetón sin que ella pudiera hacer nada, como por ejemplo...

- Por ejemplo,. ¿así? –y a modo de ejemplo ilustrativo, Remus apoyó la mano en la nuca de la chica, enredando sus dedos entre sus rizos castaños, y la besó con fiereza.

Vale, allí estaba pasando algo muy raro, pensó Jack. O bien sus planes empezaban a funcionar (cosa sorprendente, ya que se había acostumbrado a lo contrario) o simplemente la besaba por despecho...

Pero ¿y qué más le daba por qué la estaba besando?. ¡Debería relajarse y disfrutar el momento!

Pero sí que importaba. Por todo lo que había hecho para conquistarle, por todo el tiempo que había invertido en ello, quería que se fijara en ella por sí misma, no por despecho. En algún momento del juego, conseguirle físicamente a cualquier precio había dejado de tener su gracia y ahora quería todo o no quería nada. ¡A buenas horas le salía la vena orgullosa!

- ¿Pero qué haces? –no obstante, Jack se tomó unos cinco minutos de meditación y disfrute antes de separarse del licántropo y abofetearle.

Remus encajó el golpe con una mirada medio confusa, medio herida, como si no pudiera creer que ella le hubiese abofeteado. Por su parte, Jack se cruzó de brazos y esperó una explicación que no llegaba.

- ¿Y bien? –se impacientó la joven Gryffindor finalmente–. ¿A qué ha venido eso?

- Pues... no lo sé. La verdad es que no lo sé –durante unos segundos, la cara de lobezno arrepentido hizo que Jack vacilara, pero no tardó en recobrarse.

- Joder, Remus, que romántico eres –gruñó con una nota de ironía inconsciente en su voz.

- ¿Y desde cuándo lo eres tú? –replicó él, divertido y esperanzado por el tono de la chica.

- Desde siempre... –las cejas del licántropo se alzaron de tal manera que ella tuvo que matizar–. Vale, no lo he sido nunca, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que no me puedes hacer esto... Arregla lo que tengas que arreglar con Bell, pero no me metas a mí de por medio, que bastante tenéis con Prewett.

- Pero si tú llevas meses ahí en medio... –apuntó Remus acertadamente.

- Eres idiota –decidió Jack a falta de argumentos con que rebatirlo. Tras unos segundos, ella se puso de puntillas y le dio un beso en los labios. Un beso bastante casto, para lo que solía ser ella (sin lengua ni nada)–. Pero idiota del todo... –agregó antes de irse.

Remus la observó regresar a la escuela totalmente desconcertado. Repasemos: en menos de diez minutos ella le había abofeteado, acusado de poco romanticismo, sugerido que volviera con su novia, llamado idiota, besado y vuelto a llamar idiota.

No estaba seguro de que esa Jack más madura le gustara: con la otra al menos sabías a que atenerte, pero con esta...

&·&·&

En aquellos momentos, Lily tampoco estaba muy contenta. Es más, estaba rabiosa.

Fue James el que contó su aventura ahorrándose los detalles que menos le convenían a él, pero sin obviar los que no beneficiaban a Lily.

¿Pero cómo podía llevar tan mal que hubiera ido por el Cetro mientras él luchaba con un hierbajo?. ¡Pero si tenía siete personas y tres fantasmas para rescatarle mientras el pobre Cetro sólo la tenía ella! .¡Un poco de solidaridad, coño!

Si a la pelirroja le hubiesen contado que iba a empezar a pensar como Morrigan y Sekhmet, anteponiendo el Cetro a cualquier persona del mundo (ella misma incluida), probablemente no lo hubiese creído.

El caso es que cuando James terminó sus historia, todos miraron a Lily como si fuera la más peligrosa asesina en serie de la historia. Verbena ya iba pegarle la bronca del milenio con el título "no sabes tratar a los hombres", cuando fue salvada por la persona más inesperada: Crouch llegó en esos momentos por la chimenea, dedicó al Cetro una mirada de codicia (Lily lo abrazó protectoramente) y exigió de muy malos modos a Dumbledore una conversación privada.

Si el anciano mago estaba sorprendido por la velocidad con la que el jefe de seguridad mágica se enteró de la aparición del Cetro, no lo demostró lo más mínimo... Con su voz más serena pidió a Lily que guardara el Cetro en una caja fuerte (cosa que ella hizo con reticencia) y les invitó a esperarle en sus habitaciones.

Allí era donde estaban, y allí era donde Lily sentía su sangre arder de ira y nostalgia, deseando volver a posar sus manos en su Cetro, mientras su madre le recordaba lo insensible que había sido con James.

Sobra decir que el moreno estaba totalmente de acuerdo con Verbena... ¡Era irritante que se llevaran tan bien!

Claro que, desde que le arrebataron el Cetro, todo irritaba a Lily.

Dado que la conversación con su madre en realidad era un monólogo de Verbena y que la única misión de Lily en la misma era asentir de vez en cuando, la pelirroja se concentró en un par de dudas que la intrigaban desde que salió del bosque de piedra. (Por lo visto, ese era el nombre que los druidas daban al escondite del Cetro. ¿Cómo lo había averiguado Lily? Ni ella misma lo sabía...)

¿Quién sería esa Ryana? El hecho de que la consideraran traidora le indicaba que era druida¿pero de qué Clan?. ¿Y cómo es que si era tan poderosa como para maldecir las almas de sus cuatro compañeros por toda la eternidad, nadie sabía nada de ella?

Fue entonces cuando lo vio con claridad meridiana. Era tan obvio que no entendía cómo no se había dado cuenta antes. Fue ella misma la que dijo que era como si Gloria no hubiese existido hasta su boda con Godric Gryffindor. Y la razón por la que no existía Gloria antes de casarse era porque antes de casarse se llamaba Ryana. Y fue por casarse con Gryffindor que Morrigan la consideró traidora.

En cuanto a la otra duda, se trataba de Marcus Murtagh. Ese druida difunto le era muy familiar... ¡Y tanto que le era familiar! En cuanto terminara allí, iría hablar con ese embaucador que se hacía llamar profesor.

- ¿Me estás escuchando? –gruñó Verbena, haciendo que su hija regresara a la realidad.

- ¡Pues claro! –se ofendió Lily, como si hubiera sido acusada en falso.

James frunció la frente. No le gustaba nada el comportamiento de Lily desde que habían puesto sus ojos encima del dichosito Cetro. Bueno, la verdad es que no le gustaba desde un poco antes... Era como si fuera otra Lily, una versión que sólo se preocupaba por el Cetro ignorando a amigos y familiares.

- ¿Y que te decía? –le retó Verbena.

- Que si tu tuvieras un chico como James no dejarías que estuviera apunto de matarse por correr tras una linterna –Lily logró controlarse y no decirle lo que realmente pensaba de su madre por insultar a su preciado Cetro. En su lugar agregó-: Que sepas que se lo voy a decir a tu prometido Patrick.

James trató de cruzar una mirada preocupada con su suegra, pero ella volvía a recriminarle a su hija. El heredero de Gryffindor estaba seguro de que la pelirroja no había escuchado ni media palabra de lo que su madre le estaba diciendo y que si acertó fue de pura chorra.

En ese momento, Dumbledore bajó las escaleras que llevaban a sus habitaciones acompañado de Crouch. Automáticamente, Lily plantó una sonrisa en su cara mientras, en su mente, una voz (peligrosamente parecida a la de Sekhmet) le aconsejaba ser amable con los magos inútiles para que le devolvieran el Cetro cuanto antes. La sonrisa de Lily logró lo imposible: que James pusiera aún peor cara que antes.

Pero lo que hizo que el moreno de pelo revuelto palideciera hasta quedarse más blanco que las sábanas de los anuncios de lejía, fue que Crouch se acercara a la pelirroja y la abrazara como su fuera su propia hija.

- ¿Y este quién es? –receló Verbena. No le apetecía mucho cambiar de yerno, y menos si salía perdiendo con dicho cambio.

- Ah, usted debe ser la Sra. Evans... –Crouch liberó a Lily y volteó hacia su madre.

- Verdant –corrigió la mujer con tono cortante.

- Pues, Sra. Verdant, me alegro de conocerla al fin. Es una pena que no coincidiéramos en el hospital... –James y Lily cruzaron una mirada en la que quedó claro que ambos pensaban igual: una pena que Verbena no hubiera pillado a Crouch maldiciendo a su hija, lo hubiera matado fijo.

Lo que siguió a continuación fue una retahíla de alabanzas dedicadas a Lily por parte del Director de Seguridad Mágica, que concluyó con la petición de que James y Verbena les dejaran a solas con la interesada.

- Ni hablar, yo no me voy –se negó la mujer. Estaba segura de que ese hombre entraba en la definición de "sátiro" y no pensaba bajo ningún concepto dejarle a solas con su hija.

- Pero...

- Es su madre, Bartemius –le recordó Dumbledore-, y Lily aún es menor. Es mejor que esté presente.

- Tranquilos, yo me voy –James accedió gustoso. Unos segundos más de los falsos halagos de Crouch y vomitaría. Además, quería asegurarse de que Sirius estuviera bien.

Lily se sintió un poco extraña al ver a James abandonar la habitación. Tres segundos antes había notado cierto paralelismo entre aquella situación y la que había vivido con el moreno el año anterior, sólo que con los papeles intercambiados. La diferencia era que la pelirroja no le ocultaría nada de lo que allí se hablara a su novio.

- ¿Y qué quieren hablar conmigo? –preguntó Lily, mirando a Dumbledore e ignorando a Crouch.

- Se trata del Cetro –los ojos verdes brillaron con interés–. He tomado una decisión al respecto. Bartemius no está de acuerdo con ella, pero quiero que quede claro que al tomarla, lo que más he tenido en cuenta ha sido tu bienestar… –"malo", le advirtió la voz de su cabeza que sonaba a la de Sekhmet–. Lily, he decidido guardar el Cetro en una de las cámaras de alta seguridad de Hogwarts hasta que pueda trasladarlo a Gringotts, cosa que espero que suceda cuanto antes. Aunque ahora no lo ves así, es lo mejor para ti.

Durante unos segundos, Lily se quedó totalmente muda. Estaba tan furiosa que no sabía por qué insulto empezar.

- Me parece estupendo –la druida fusiló con la mirada a la traidora de su madre–. Mi hija estaba muy rarita (más de lo normal) y creo que debe a esa cosa.

- A lo mejor soy rarita por la mala genética que heredé de ti –Lily atacó a su madre antes de ir a por el Director de su escuela–. ¿Cómo ha podido llevar el Cetro a ninguna parte? Los hombres no pueden tocarlo…

- Yo no lo toqué –Dumbledore se encogió de hombros. La pelirroja estaba demasiado ofuscada como para reconocer lo emocionante de la aventura que había pasado el anciano para poner el Cetro a salvo.

- No te preocupes, Lily, en cuanto termines los EXTASIS, podrás reclamarlo y serás acogida en el Ministerio como mi mano derecha.

¡Genial! No sólo su madre y Dumbledore la traicionaban, sino que para colmo de males, su único defensor era la persona que la había dejado un mes en coma por un hechizo desmemorizante demasiado intenso.

- Lo estoy deseando –ironizó la pelirroja–. ¿Algo más?

- De momento, no. –Dumbledore la miró por encima de sus gafas de media luna. No le gustaba nada esa reacción: esperaba gritos, insultos, graves daños en sus objetos personales… Pero no esa fría madurez.

- Bien, tengo que empezar a estudiar para los exámenes –Lily se levantó y se acercó a su madre–. No olvides mandarme la invitación para tu boda. Nos vemos –tras besar a Verbena, la pelirroja abandonó las habitaciones de Dumbledore.

- No me gusta. Ella no es así, tan… –Verbena se detuvo, buscando la mejor palabra para definir la actitud de su hija.

- Serena –completó Dumbledore.

- Sí –corroboró la muggle–. ¿Seguro que no podrá acceder al Cetro?

- No. Lo he puesto en la cámara de más alta seguridad. Dicha cámara está protegida por una compleja red de hechizos aturdidores (los más suaves) aleatorios… Es una de las obras maestras de Dippet, mi predecesor en el cargo. Además, no creo que Lily intente robarlo.

- Yo no estaría tan segura… –musitó Verbena, que conocía a la pelirroja como si la hubiera parido (por algo era su madre) y sabía que esa calma sólo podía significar que tramaba algo.

&·&·&

Una vez que Lily dejó atrás la gárgola con forma de águila que guardaba el despacho de Dumbledore, se dirigió hacia el de Calvin Hobbes, el que era su profesor de DCAO de ese año.

La combinación de frustración, porque que le hubiera arrebatado el Cetro, y de rabia, por sentirse traicionada por tres personas en las que confiaba ciegamente, la habían puesto de un humor cuanto menos peligroso. Dumbledore no, porque era un mago demasiado fuerte para desahogarse con él, su madre tampoco, porque existían leyes que la prohibían atacarla, pero Calvin, por lo visto, ni siquiera era un mago y, de eso no había duda, tampoco era su madre, por lo que estaba claro quién iba a pagar el cabreo de la pelirroja.

Una vez frente a la puerta del despacho de Hobbes, Lily la aporreó con tal fuerza que, más que llamar, parecía que su intención era derribarla.

- ¿Sí? –captó un matiz de extrañeza en la voz del profesor. Obviamente, no esperaba que alguien le llamara a esas horas de la mañana.

- Soy Lily –la pelirroja logró que su voz sonara normal y no rabiosa de cólera–. Dijo que si tenía alguna duda…

- Aquí estaba para contestarte –completó el propio Hobbes abriendo la puerta e invitándola a pasar–. ¿De qué se trata¿Algo de la última clase?

- No. Es más bien… ¿Sabe Dumbledore que usted es en realidad un druida del clan Murtagh? –preguntó la pelirroja mientras se sentaba y esbozaba una sonrisa que pretendía transmitir inocencia.

- Eso tendrás que preguntárselo a él. ¿Café? –ofreció Hobbes, sin inmutarse por el descubrimiento de Lily.

- Sí, gracias –en ese momento, la joven se dio cuenta de que no había cenado y de que estaba hambrienta. Afortunadamente, la mesa estaba llena de ensaimadas, palmeras y tostadas.

- ¿Desde cuándo lo sabes?

- Desde esta mañana. Vi a uno de tus antepasados, un tal Marcus…

- Encontraste el Bosque de Piedra –dedujo Hobbes. A Lily le pilló con un enorme trozo de ensaimada en la boca, así que sólo pudo asentir antes de tragar–. ¿Y el Cetro¿Estaba alli?

- También –de esta manera, la pelirroja se encontró con que en vez de desfogar su monumental cabreo con el profesor, terminaba dejando que le pasara consulta psicológica–. Y todavía va mi madre y dice que estaba rarita por el Cetro… ¡Pues ella nunca ha tocado el Cetro y bien rara que es! Eso sí, es excusas no le faltan: si no es el alcohol, es mi padre.

- Aunque no lo creas…

- ¿Lo hacen por mi bien? –completó Lily con un tono que indicaba que esta harta de oír esa frase–. Es más bien por el suyo, temen al Cetro y lo que puedo hacer cuando lo tenga en mis manos.

- Y si tú te comportaras haciendo honor a tu inteligencia, también lo temerías.

La advertencia de Hobbes no pareció hacer mella en Lily, que siguió comiendo con apetito. Después preguntó:

- ¿Ryana y Gloria Gryffindor eran la misma persona?

- Sí y no –replicó Hobbes misteriosamente.

- ¿Y eso qué significa¡O es una cosa o es la otra!

- Se nota que conoces a pocos Mahutam y que no has conseguido que Evy te cuente mucho más de ellos, de lo contrario, sabrías de lo que hablo –Hobbes sonrió, divertido–. Efectivamente, Ryana O'Shiannon se transformó con el tiempo en Gloria Gryffindor, pero no creo que fueran la misma persona.

"Al contrario que la mayoría de los druidas, Ryana nació en el seno de una familia nobble, Muggle, pero noble. En esos momentos, su apellido era Chatworth, aunque en cuanto descubrió que pertenecía a un clan de druidas, sustituyó su apellido por el de O'Shiannon.

"El padre de Ryana era, hablando en plata, un verdadero hijo de puta. El rey inglés le había destinado a Escocia a "calmar los ánimos", cosa que hizo casándose con una noble escocesa.

- La madre de Ryana –asintió Lily.

- Sí, Loanna. Delante de su marido, Loanna fingía ser la esposa perfecta: dulce, sumisa, obediente… Pero a espaldas de su marido, las actividades de la joven no eran tan inocuas, ya que iban desde la brujería hasta la incitación a la rebeldía.

- ¿Brujería? Dijiste que Loanna era muggle.

- Sí, dije brujería y no magia. Ella y su aquelarre presumían de ser poderosas brujas. Al menos eso es lo que dice Ryana en su diario. Ella se crió entre esos dos mundos: el de las damas de salón y las pseudo brujas de aldea. Tal vez esas mujeres no pudieran realizar un sencillo encantamiento, pero sabían más que nadie de hierbas, astrología y criaturas mágicas… De hecho, las asignaturas que has estudiado aquí están basadas en esos conocimientos.

"Pero todo llegó a su fin, el padre de Ryana descubrió el aquelarre y le faltó tiempo para organizar unas hermosas hogueras en su honor. La más grande, la de su propia esposa. La propia Ryana se habría convertido en cenizas de no haber sido descubierta por Francine Fraser unos meses antes y llevada al Bosque de Piedra para su adiestramiento.

"Su mejor amiga se volcó con ella para animarla. Ella era Morrigan O'Shiannon. Casi todos pensaban que eran hermanas genéticas cuando el parentesco, si existía, era lejanísimo.

"Morrigan acompañó a Ryana cuando fue a pedirle explicaciones a su padre. Ryana no comenta nada en su diario al respecto. De hecho, nunca más volvió a escribir en su diario. Sólo se sabe que Lord Chatworth enloqueció y tres meses después terminó lanzándose de cabeza desde una de las almenas. En cuanto a Ryana, no volvió al Bosque de Piedra con Morrigan, sino que se fue a Opar.

"Morrigan y ella no volvieron a hablarse hasta cinco años más tarde, cuando se reunieron los Clanes para debatir que actitud debían tomar para afrontar la amenaza que podía o no suponer la alianza de los que terminarían fundando Hogwarts.

"Morrigan lo veía como una amenaza, Ryana creía que si se actuaba de la manera adecuada, sería una oportunidad. Como ya sabrás, pesó más la opinión de la primera, a la que sólo se le opuso Elora...

- ¿Quién es esa Elora? Leo McLafferty la mencionó… –interrumpió Lily.

- Una Onza. Y la líder de los Mahutam que ha permanecido más tiempo en el cargo: 150 años. Eso, de por sí, ya es asombroso, ya que los Mahutam no suelen pasar de los 29, pero es que ella vivió 800 años.

"En aquellos momentos, Elora debía de tener unos doce años y no era más que una Onza... La opinión de alguien tan joven y que no era una druida, no tuvo demasiado peso.

- Y fueron a la guerra… –concluyó Lily– y fueron masacrados... ¿Pero cómo terminó Ryana convirtiéndose en Gloria y casándose con Gryffindor?

- Fue por la muerte de su primer esposo: un muggle con ínfulas de brujo adorador del diablo. Salazar Slytherin lo mató en la fiesta de celebración de la victoria de Aviemore. Supongo que fue entonces cuando Sekhmet, que buscaría una nueva presa después de la muerte de Morrigan, logró llegar hasta ella y convencerla de que debía eliminar a Gryffindor y Slytherin cuanto antes...

"Por lo que Ryana le contó a su elfo doméstico, el plan era sencillo: seduciría a Godric y lo asesinaría en su noche de bodas.

- ¿Ese era el plan de Sekhmet? –se extrañó Lily.

- Lo creo tan poco como tú, no es su estilo... Fue así como Ryana se convirtió en Gloria. Una falsa bruja de origen Muggle que acudió a Hogwarts como aspirante a profesora de Astronomía. Para finales de curso, ella y Godric eran marido y mujer.

- Pero ella no lo mató...

- No, no lo hizo –confirmó Hobbes–. Porque ella también se había enamorado de él.

- Por eso Sekhmet la llamó traidora... Y Morrigan... –Lily meneó la cabeza un tanto decepcionada. En cierto sentido, la historia de amor de Gloria y Godric le había parecido un cuento de hadas y ahora veía que sólo fue un intento de homicidio malogrado... ¡Jesse se iba a morir del disgusto! Entonces se acordó de algo–. ¿Y que pasa con los hijos?

- ¿Qué pasa con ellos? –Hobbes frunció las cejas sin saber muy bien a que se refería la pelirroja. ¿Le estaba pidiendo una clase de biología?

- No recuerdo dónde leí que es muy difícil que un mago y una druida tengan hijos, pero por lo que he leído Godric y Gloria tuvieron siete...

- Sólo el primero biológico. Con ello, Gloria casi murió... eso disuadió a Godric de que ella volviera a quedarse embarazada, pero no de formar familia numerosa. El resto eran huérfanos que fueron adoptando... A lo que Gloria no renunció fue a librarse de Slytherin.

- Cosa que logró mediante una partida de póquer –agregó Lily, con una sonrisa que ilustraba sus conocimientos sobre el tema.

- Sí, esa fue la gota que colmó el vaso, sí –confirmó Hobbes.

- Oye, si James es descendiente de Gloria... –preguntó la pelirroja con tono vacilante. Aquello la preocupó desde que averiguó que Ryana era Gloria.

- No sois parientes –la joven druida suspiro con visible alivio-. Tu desciendes de otra rama del Clan.

Profesor y alumna saborearon sus respectivas tazas de té en silencio hasta que Lily hizo una nueva pregunta.

- ¿Cómo te llamas? Y no quiero más mentiras, estoy harta de ellas...

- Michael Murtagh –replicó sinceramente el profesor.

- ¿Estás aquí por mí?

- Sí. Vine a buscarte. Tenemos una escuela de entrenamiento de Druidas, un lugar en el que podrás perfeccionar tus habilidades especiales... si te interesa.

- ¿Y por qué no iba a interesarme? –Lily alzó las cejas con sorpresa. Ella ya se imaginaba en un lugar en el que podría acceder a la historia de su gente: libros y conocimientos a mogollón. La niña empollona que disfrutaba quedándose en la biblioteca hasta que cerrara, y que aún vivíadentro deella, se olvidó del Cetro y se puso a brincar de alegría sólo de imaginarlo.

- Es que... Está en Hotahh. En Canadá –agregó al ver que la pelirroja parecía un poco despistada.

&·&·&

Cuando atravesó el retrato de la dama gorda, James se topó de cara con Jesse, Isis, Joy y Will.

- ¿Qué tal? –preguntaron los dieciséisañeros con ansiedad.

- Mal. He dejado a Lily con su madre, Dumbledore y Crouch... –gruñó el joven mientras se dejaba caer en el sofá junto a la oriental, que tragó saliva.

- ¿Crouch? –repitieron los tres alumnos de sexto, sentándose junto al moreno y la prefecta.

- ¿Y no te preocupa que vuelva a maldecirla? –quiso saber Jesse.

- No, ahora lo que me preocupa es que quiera adoptarla. A ella y al Cetro... –James hizo un gesto con la mano, como si esa posibilidad fuera un mosquito que pudiera espantarse de esa forma–. Contadme¿qué ha pasado en mi ausencia?

- ¿Por qué das por sentado que ha pasado algo? –se ofendió Will–. Sólo nos has dejado un par de horas...

- Demasiado tiempo sabiendo que no os puedo dejar solos más de cinco minutos –señaló James con una de sus sonrisas de superioridad.

- ¿Por dónde empezar? –Joy fingió pensarlo–. Bell y Remus han discutido porque ella besó a Prewett...

- ¿Qué? –preguntó James, seguro de no haber oído bien.

- En realidad, Prewett fue el que besó a Bell –matizó Jesse–. Remus no se lo ha tomado nada bien. Ahora no sabemos dónde está...

- Bueno, vamos a por el mapa y lo encontraremos... –James ya se estaba levantando para ir a buscarlo cuando notó que los demás no se habían movido más que para dirigir unas miradas acusadoras a Isis.

- Es que... –balbuceó la oriental-, anoche Filch nos lo confiscó... –y con voz temblorosa, Isis le contó a James todo lo ocurrido la noche anterior. Luego se calló, esperando la reacción del Buscador.

- Isis, tranquila, no pasa nada. Mira, no voy a negar que ahora mismo me vendría muy bien tener el mapa, pero tampoco se va a acabar el mundo por no tenerlo –envalentonada por la calma de James, Isis se atrevió a alzar los ojos y mirarle–. Además, seguro que alguien terminará por robárselo a Filch... Y esa será nuestra forma de decir la última palabra ante el viejo amargado. ¿Más tranquila?

- Sí –asintió la prefecta con una luminosa sonrisa.

- Bien. ¿Y Bell?

- Con Sirius, Loveday y Giselle –respondió Will–. Sirius ya está en plena forma –agregó.

- Vamos, que de momento está bien atendida. ¿Jack?

- Se fumó la clase de HM para ir a Hogsmeade –explicó Isis–, después del examen de pociones...

- ¿Qué tal te salió? –se interesó Jesse. La oriental se encogió de hombros en un gesto de "hecho está".

- Hay algo más, Evy esta junto al lago… –Joy hizo una pausa– paseando con Regulus...

- ¿Cómo dices? –James entendió el tono de Joy. Aquello era lo más preocupante de todo.

- Íbamos a dormir cuando llegó Kevin y me puse a hablar con él. Ella estaba picada con Sirius porque le ha faltado tiempo para restregarle a Giselle, así que dijo que se iba a dar una vuelta por el lago...

- Y cuando nosotros nos asomamos por una ventana, al volver del armario de pociones, la vimos charlando con él –concluyó Jesse–. Así que avisamos a Joy...

- Y yo voy a por ella para ver si logro meterle algo de sentido común en el cabezón –Joy trató de levantarse, pero Will la agarró de la muñeca y la obligó a sentarse de nuevo.

- Tú te vas a hacer la prueba de embarazo ahora mismo que para algo hemos ido Jesse y yo a por los ingredientes. James puede encargarse de Evy –dijo secamente el prefecto. Joy se mordió los labios con rabia, molesta por la orden que le había dado el muchacho.

- Punto 1: no estamos en el campo de Quidditch, así que no te vuelvas a atrever a darme una orden. Punto 2: lo que James tiene que hacer es hablar con Sirius, porque como él empiece a usar a Giselle y Evy a Regulus, esto será el cuento de nunca acabar. Punto 3... –Joy se quedó callada con una mano sosteniendo el dedo central de la otra–. Vale, no hay punto 3. Voy a por Evy...

- Hablaré con Sirius más tarde. –prometió James, interponiéndose entre Joy y la puerta–. Por favor, hazte la prueba y a ver si nos quitamos un problema de encima. De momento iré a por Evy... Si te parece bien.

- Vale –accedió la morena, como quien da un caramelo a un niño para que la deje tranquila.

Seguida por Will, se dirigió a su habitación mientras James iba a por Evy y Jesse interrogaba a Isis más a fondo sobre su examen de pociones.

&·&·&

Evy sólo quería dormir. Nada más. Cinco minutos de sueño sin que al cerrar los ojos volviera a ver a Sirius rodeando con sus brazos a Giselle y lo que podían estar haciendo ahora mismo...

Pero ni en su habitación ni en el lago lo había conseguido y encima había estado súper borde con Joy y Kevin que no tenían la culpa de sus problemas.

Cerró los ojos de nuevo, tratando de dormir en la tumbona que había convocado en la orilla del lago, pero otra vez esa imagen desquiciante la asaltó en cámara lenta. Al abrir los ojos fue aún peor. Pero claro, la culpa era de ella, por irse a dormir a uno de los lugares donde hizo el amor con él.

¿Por qué no se fue a dormir a su cabaña del bosque? Así ya tendría la tortura emocional servida en bandeja y adornada con nata agria.

En su defensa podía decir que había pocos lugares en los terrenos de Hogwarts donde no se hubiesen enrollado... Tal vez la cabaña de Hagrid y las mazmorras de Slytherin, porque en Ravenclaw y Hufflepuff sí habían estado, aprovechando partidos de Quidditch...

Con los ojos abiertos se vio a sí misma en el lago, besándose con Sirius... Pero sin previo aviso, fue sustituida por Giselle que le dedicó una sonrisa de superioridad.

Acompañada de una palabra malsonante, Evy lanzó una piedra al lago para borrar la imagen. Lo único que logró fue abrirle la cabeza con ella a una pobre sirena que había salido a investigar.

- ¿Evy? –la Onza pegó un respingo al oír la voz... ¿Sirius había ido a buscarla¿Y la iba a ver con esos pelos? Pero no. Sólo era Regulus. ¿Desde cuándo tenían una voz tan parecida?

- ¿Qué haces aquí? –preguntó ella con tono cortante. Lo último que necesitaba era un acosador parecido a su ex novio.

- Te vi venir hacia aquí y quería disculparme por lo de esta mañana en la enfermería –Regulus se encogió de hombros–. Luego te he oído gritar y me he acercado para ver si te había pasado algo... ¿Estás bien?

- No, estoy rabiosa... –y sin saber muy bien porqué, Evy se encontró soltando bilis con el hermano de su novio–, cada vez que cierro los ojos le veo abrazando a esa... desvirgadora de Giselle Figg. Te juro que no la soporto y no lo entiendo... A ver, –Evy se puso en pie y se señaló a sí misma como si fuera una azafata mostrando el premio de un concurso–, mírame y dime qué tiene ella que no tenga yo... Y como digas que tu hermano, te muelo a palos.

- Nada –replico Regulus sin vacilar–, siempre he creído que la uña del dedo meñique de tu pie izquierdo vale más que cualquier chica entera.

- ¿Entonces qué coño le vio a la Giselle? –preguntó Evy más para sí misma que para su interlocutor–. Te juro que cuando los veo o imagino juntos me siento como si alguien me hubiera abierto en canal y me estuviera lanzando Crucios directamente sobre mis órganos vitales... ¿Te lo imaginas?

- Me hago una idea –musitó Regulus. Lo cierto es que a él le había pasado igual al imaginarse o ver a aquella chica con su hermano.

- No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo –repitió Evy con la vista perdida en el lago. De repente, sus ojos se entornaron, como si hubiera visto algo francamente desagradable, y lanzó una nueva piedra a la superficie.

- Eres preciosa... –se le escapó a Regulus, que lo había observado todo fascinado–. Pareces un girasol...

- ¿Un girasol? –esto si logró acaparar la atención de la onza, que volteó hacia él. La habían comparado con muchas cosas en su vida, en el caso de los Sangre Limpia, la mayoría desagradables, pero con una flor jamás. Y menos con un girasol.

- Sí, mi madre siempre dice que es una flor horrible, que parece unos dientes amarillos en torno a una boca muy grande... –empezó a explicar Regulus.

- ¿Me estás llamando bocazas y criticando el color de mis dientes? Los Sangre Limpia, leales a la misma, tenéis un curioso concepto de lo que es un "piropo"...

- Pero me encanta. Es mi flor favorita porque es hermosa aunque todo lo que me han enseñado diga que no lo es...

Joder, pensó Evy¿es que hasta en soltar frases desarmantes tenían que parecerse los dos hermanitos?

- Tengo que volver al castillo –Evy se levantó precipitadamente y recogió la tumbona con un gesto de varita sin darse cuenta que con eso lanzaría al chico al suelo.

Aquello se había puesto peliagudo... ¿Cómo lo sabía la Onza? Porque acababa de descubrir que los labios de Regulus eran tan carnosos y sensuales como los de su hermano mayor y que ella se moría de ganas de averiguar si sabían igual.

Como Regulus vio que la chica estaba demasiado flipada y no quería que se asustara o le impusiera una orden mágica de alejamiento, decidió cambiar de tema pero sin dejar que le dejara allí colgado.

- Te acompaño y de paso te cuento la última hora del culebrón que han montado mi prima, su marido y Snape –Regulus torció la boca en una mueca de asco al mencionar a los dos últimos. Si es que aquello era desquiciante: hasta en sus odios se parecían.

- ¿Qué pasó? –el Slytherin sonrió al ver que la chica recuperaba el interés. Lo que no sabía era que lo hacía porque la verdadera interesada en el tema era Joy.

- Resulta que Malfoy ha descubierto (al fin) que mi prima tiene un amante, y no ha encontrado una persona mejor para que encuentre al mismo, que Snape. Si es que ese tío es tonto de remate... –el sentimiento con el que lo dijo, hizo reír a Evy.

- Oye¿y cómo te enteras de todo? –preguntó la Onza.

- Tengo escuchas en todas las habitaciones de Slytherin –contestó Regulus como si eso fuera lo más normal del mundo–. También en las de mi casa...

Si Evy tenía aún alguna duda acerca de si Regulus había escuchado su conversación con su madre, éstas acababan de ser disipadas. Lo había hecho. La onza estaba a punto de recriminarle por cotilla enfermizo, vamos, por comportarse como una Rita Skeeter cualquiera. Cuando...

- ¡Aquí estabas! –llegó James dispuesto a regañarle a ella–. Te he buscado por todas partes. Te necesito para un asunto de... bueno, cosas de Gryffindor. ¿Te importa que me la lleve? Bien, hasta luego, Regulus –el moreno de pelo revuelto no esperó a que el Slytherin contestara, simplemente agarró a Evy de la cintura y la arrastró hacia su sala común.

La Onza apenas tuvo tiempo de dedicarle a Regulus una sonrisa de despedida/disculpa, porque cuando quiso darse cuenta, James la tenía subiendo las escaleras cambiantes. Fue ahí donde empezó el broncazo.

- ¿Pero tú estás loca? En cuanto que me doy la vuelta vas y te pones a charlar con un presunto mortífago. Y no con un presunto mortífago cualquiera, no, con el presunto mortífago que es hermano de Sirius. ¿Tú quieres que lo encierren en Azkaban por fratricidio, verdad¡Por favor, Evy! Tú tienes armas más eficaces para alejar a Giselle de él... –en un momento dado, James tuvo que parar a tomar aire y Evy aprovechó para defenderse.

- ¡Sólo estábamos hablando! No he hecho nada malo... Si quieres regañar a alguien, busca a Bell, que últimamente mete la lengua en unos sitios muy raros.

- Está en mi lista... –James lo descartó con un gesto de la mano–. No sé cómo puedes insinuar que lo tuyo con Regulus es inocente, Evy, que le estabas mirando de una manera que hasta a mí me han dado ganas de atizarle. ¡Si hasta le has reído los chistes!

- El chisme –matizó Evy–, que me acaba de contar una cosa súper graciosa. Resulta que Malfoy se ha enterado de que su esposa tiene un amante...

- ¿Qué pasa¿Se ha dislocado una vértebra por el peso de sus propios cuernos? –en otro momento, la Onza se hubiera atrevido a hacer alguna mención al curioso apodo de James, pero dado el humor del chico, prefirió no arriesgarse.

- Algo así. Pero aún no sabe quién se los ha puesto... Ha puesto a alguien a investigar el tema.

- No me digas que ha puesto a quien estoy pensando... –James se paró a mirar a la Onza con un amago de una sonrisa en su cara.

- Snape –dijeron los Gryffindor a la vez. Y el moreno dejó escapar la carcajada.

- ¿Qué es tan divertido? –Lily se juntó con ellos.

James arrugó la frente con extrañeza al verla salir del despacho de Hobbes, pero lo que Evy acababa de contarle era tan divertido y la pelirroja estaba tan guapa, que decidió dejarlo correr y saludó a su chica con un apasionado beso.

- Venga, di que sí, dadme envidia... A lo mejor debería buscar a Regulus y quitarme la duda sobre el sabor de sus labios –al oír eso, la pareja se separó bruscamente y miró con preocupación a la Onza.

- Mira, Evy, como vuelvas a decir eso, te juro por mi Nimbus 1975 que te pido hora con un exorcista –le amenazó James.

- Pues igual eso de que me hagan girar la cabeza 360 grados me ayuda con la contractura que me provocó tu amigo la otra noche...

- ¡Anda, bicho, tira para adelante! –ordenó Lily, con fingido mal humor.

- ¿Cómo es que estabas en el despacho de Hobbes? –Evy tiró para adelante, tal y como dijo su amiga, sólo que caminando de espaldas.

- Eso iba a preguntar yo... Te dejé con Dumbledore, tu madre y Crouch –James logró imprimir una particular nota de desprecio al último nombre.

- Pues... –Lily dio un paranoico vistazo a su alrededor, antes de decir–, vamos a nuestra sala común y os lo cuento.

&·&·&

- AHHHHHHH.

- ¿Joy¿Qué pasa¿Ha salido positiva la prueba¿O negativa¿Qué? –se asustó Will al escuchar gritar a la morena desde el baño.

- Peor –la puerta del baño se abrió para mostrar a una llorosa Joy con un tarro de crema vacía en la mano–. ¡Se me ha terminado la crema antiarrugas cara¡Dios, qué tragedia!

- ¿Eso es una tragedia? –repitió Will, incrédulo–. Joy, tienes dieciséis años... ¿Para qué coño quieres crema antiarrugas?

- Para prevenir las líneas de expresión –se picó la morena.

- Tú no tienes líneas de expresión...

- Porque uso crema antiarrugas buena.

- Joy... –Will tomó aire, en un claro esfuerzo de no gritar como loco–. Por favor, hazte la prueba de una vez...

- ¿Pero tú crees que estoy para otra mala noticia? Aunque... –Joy se golpeó el labio con un dedo, en actitud pensativa-, con la placenta se hacen unas cremas hidratantes maravillosas, que me lo contaron Samantha y Evy el otro día. ¡Sería genial estar embarazada!

Joy fue hacia el baño, pero se encontró con la mano de Will sujetando su brazo. Ella alzó una ceja interrogante.

- Mejor no te hagas la prueba...

- ¿Y eso a qué viene ahora?

- A que acabas de asustarme muchísimo... –antes de que Joy pudiera replicar, se abrió la puerta para dejar pasar a dos malhumoradas jovencitas. Vamos, a Lily y Evy.

- No puedo creer que se largue con Bell y me deje tirada... –esto explicó el mal humor de la pelirroja–. ¡Que la consuele Prewett, que estará encantado de la vida...!

- O que se vaya a buscar a Remus antes de que haga una tontería... –sugirió Evy.

- Dado que tú quieres besarte con Regulus, no eres la más adecuada para hablar de hacer tonterías –señaló Lily con maldad.

- Dado que tú quieres poner el océano Atlántico entre tú y James, tampoco –se defendió la Onza.

- Creo que nos hemos perdido algo –Will cruzó una mirada con Joy, que asintió.

- ¿Te vas a América? –trató de asegurarse Joy.

- A Canadá. Es sólo una posibilidad. ¿Por qué me miráis así? –se mosqueó la pelirroja.

- Porque no entendemos qué se te ha perdido a ti en Canadá –contestó Will.

- Una escuela de druidas –Lily les puso al corriente de su conversación con Hobbes, como ya hizo con James y Evy–. Pero aún no he decidido irme, eso me alejaría de demasiadas cosas que me importan...

Los tres alumnos de sexto cruzaron las miradas: sabían que Lily no se refería a James, sus amigos o a su familia, sino al Cetro.

- ¿Qué es eso de que quieres besarte con Regulus¿Te has vuelto loca? –Will empezaba a pensar que todas las mujeres que conocía se habían propuesto aniquilar la poca cordura que le quedaba en un solo día.

- Es en plan experimento científico –le restó importancia Evy.

- ¿No tienes bastantes experimentos con tus clases de Alquimia y Pociones? –atacó el prefecto.

- Will tiene razón –le apoyó Joy-, lo tuyo con Regulus no sería un beso ni una relación: sería una tragedia griega.

La Onza suspiró antes de acercarse a la caja donde reposaba Perla junto a sus gatos, murmurando algo que sonaba a "nunca me dejáis hacer nada divertido".

- ¿Y vosotros qué¿Seréis padres? –a la pregunta de Lily, Will y Joy rodaron los ojos. Acto seguido, empezaron a culparse mutuamente por no conocer aún la verdad sobre el tema.

- La que has liado –le riñó Evy a Lily.

- La misma que tú con Bell y Remus –replicó la pelirroja.

- ¿Estás enfadada conmigo o es sólo que tienes que decir siempre la última palabra? –preguntó la Onza.

- ¿Sabías quién era realmente Hobbes?

- Sabía que era del clan. Pero él me dijo que hablaría contigo en el momento adecuado –admitió Evy.

- Aún así algo podías haber comentado. –insistió Lily.

- ¿Qué tal, chicas? –Jack entró en ese momento, le dedicó a su hermano y Joy una mirada de cansancio y exhaló un lánguido suspiro.

- Mejor que tú –apuntó Lily tras mirarla–. ¿Qué te pasa?

- Remus me ha besado –explicó la chica con tristeza, logrando que Will y Joy centraran su atención en ella, totalmente alucinados–. No he tenido que hacer nada... Simplemente, me ha besado.

- No es por restarte méritos, pero igual que Bell se besara con Prewett influyó un poco –señaló Lily.

- Sí. Lo sé... –Jack dejó escapar otro lánguido suspiro.

- Jack, cielo, Remus te ha besado. ¿No deberías estar dando brincos de alegría por todos lados en lugar de estar tan plof? –Evy se sentó en el borde de la cama de Jack y dejó que Perla escapara de sus brazos para hacerle una carantoña a la deprimida joven.

- Ya, pero... Yo quería conquistarlo, no que su novia me lo cediera en bandeja de plata. Además, ella no se merece que la hagan eso... ¿Y qué si se dejó besar un rato? Remus también me respondió a algún beso. Pobre, no se merece que la traten así... ¿Qué haces? –Jack apartó molesta la mano con la que su hermano trataba de comprobar su temperatura.

- Ver si tienes fiebre... ¡Tienes que estarlo para defender a Bell¿No tendrás una recaída, verdad?

¿Recaída? –repitieron con tono sorprendido las otras tres chicas.

Jack ya iba a pegarle la bronca a su hermano, que no contento con soltarlo delante de Remus destapaba el pastel delante de sus amigas, cuando Lily la sorprendió a ella con estas palabras:

- ¿No te habrás dejado de tomar la medicación? Mira que la enfermedad de Lamia es muy traicionera...

- ¿Lo sabíais¿Cómo lo sabiáis? –Jack se dejó llevar por un ataque de histerismo bastante impropio de ella.

- Yo te leí la mente allá por Navidades, pero no dije nada a nadie –confesó Evy

- Es cierto. Nosotras nos enteramos porque Lily reconoció tu medicación –explicó Joy.

- Es que había leído sobre el tema –admitió Lily.

- ¿Registrasteis mi baúl? –se enfureció la joven Sparrow.

- No hizo falta, dejaste la poción ahí encima –Lily señaló la mesa, que aquel día era un tablero de Sudoku.

- Ops –dijo Jack antes de encerrarse de nuevo en su extraño mutismo–. Me siento mal...

- ¿Te llevamos a la enfermería? –ofrecieron rápidamente los cuatro Gryffindor con tono preocupado.

- ¿Eh? No, no es mal de la enfermedad... Pero me siento mal porque el inquilino me está molestando...

- ¿El inquilino¿No estarás poseída como Evy?

- No estoy poseída –la Onza le dedicó una mirada venenosa a Lily.

- Si de verdad te planteas besar a Regulus, lo estás –replicó la pelirroja.

- Oye, pues sería genial encontrar a otra persona poseída, este mes el maestro Chen tiene los exorcismos de oferta: si le llevas tres personas, pagas sólo dos –se emocionó Joy.

- Pon a Bell en el lote, para besar a Prewett pudiendo besar a Remus hay que estar poseída por un espíritu... no sé si maligno, pero idiota, fijo –opinó Jesse, llegando junto a Isis en ese momento.

- No estoy poseída –aclaró Jack-, el "inquilino" es esa cosa que todos tenemos dentro y que nos da la vara cuando hacemos algo malo...

- Ah, te refieres a que te remuerde la conciencia –entendió su hermano.

- La conciencia, el inquilino... ¿Qué más da? –Jack dio por terminada la conversación dejándose caer de espaldas a la cama.

- ¿Qué le pasa? –quiso saber Jesse mirando a Will. (Cosa que nunca se cansaba de hacer.)

- Remus la ha besado para vengarse de Bell y ahora se siente culpable –explicó el prefecto.

- ¿Se sabe algo de ellos?

- De Remus no, pero Bell sigue tan alterada que Loveday le ha pedido a James que le ayudara a calmarla –esta vez, Lily no parecía tan molesta porque su novio hubiese sido acaparado, más bien lo aceptaba con resignación.

- ¿Otro más? Pero sí ya tenía a Sirius, Giselle, Loveday, Peter y Bifidus... –enumeró Jesse.

- Aunque no creo que esos dos hayan servido de mucho: uno porque da poco de sí y el segundo porque quiere ligarse a la Giselle de las narices –resopló Isis.

- Parece que tu prometida está algo despendolada... deberías controlarla –Jack no desperdició la oportunidad de picar a su hermano.

- ¿Por qué no haces caso a tu inquilino y me dejas en paz? –replicó Will. ¿Es que no tenía bastantes problemas con Joy para que encima le recordaran que sus padres querían que se casara con Giselle?

- ¿Estás prometido con Giselle? –preguntaron tres chicas a la vez con tonos que no podían ser más dispares. Isis lo hizo esperanzada, Evy con una mezcla de alivio y desilusión y Joy... la morena no se sabía si iba a arrancarle los ojos a él o a ella.

- Cosas de mis padres. Aunque... Si tú estás embarazada no tendré que casarme con ella. Anda, ve a hacerte la prueba y quítame un peso de encima...

Joy le miró con frialdad, antes de decir:

- Ahora no me apetece –y ya no hubo forma de moverla de ahí en toda la tarde.

&·&·&

Después que Remus se largara de la habitación de los chicos a vete a saber dónde, Bell se había ido a destrozar la suya. La rubia no cedía normalmente a los arranques de furia propios de las irascibles Gryffindor, ella jamás en su vida había volatilizado ventanas y demás, como solían hacer sus compañeras en sus circunstancias, pero aquel día ella tampoco era ella misma... Después de varias semanas de tensión pensando en cómo decírselo a Remus (o pensando si debía decírselo) ahora sólo podía quedarse tranquila rompiendo todo lo rompible que veía a su paso...

- ¡Ya vale! –protestó Loveday cuando estaba a punto de lanzar al suelo una muñeca de porcelana (asombrosamente parecida a la heredera de Salem)–. ¿Por qué no destrozas las cosas de Anya?

- Pero eso no está bien... –se escandalizó Giselle–. Bell, tienes que calmarte.

- Lo sé, lo sé –Bell se dejó caer en su cama, cubriendo su cara con las manos–. pero es que a veces parezco idiota perdida, no sé cómo he podido ser tan estúpida...

- Pues yo tampoco –Sirius, que no había querido tocar nada por temor a que fuera de Anya, tomó asiento en la cama de la rubia–, después del numerito que montamos tú y yo el año pasado y de lo picado que se quedó Remus cuando te fuiste sin él al hospital, tenías que haber previsto lo que pasaría cuando se enterara. Más si se enteraba por otra fuente...

- ¿Pero cómo podía saberlo... Evy? –Giselle vaciló unos segundos antes de pronunciar el nombre de su rival. Sirius lo notó, pero lo pasó por alto.

- Conociendo a esa pequeña manipuladora, no lo sabía. Se limitó a soltarlo porque si no era cierto, Bell se enfadaría tanto que la dejaría tranquila... No creo que supiera que Remus y yo andábamos por allí. Principalmente, porque ella quiere mucho a Rem, y no querría que se enterara de algo así de una forma tan brusca.

- Pero... Ays –Giselle dejó escapar un gritito cuando algo se rompió tras ella.

- ¿Qué? –Loveday alzó la barbilla desafiante. Fue ella quien había lanzado al suelo una horrible figura de porcelana que mostraba al pez más feo jamás concebido por la madre Naturaleza–. ¡Anya casi mata a Lily! Esta es una de las facetas de mi venganza...

- Pues con lo horrorosa que era esa cosa, más bien le has hecho un favor –apuntó Sirius sin inmutarse demasiado. Su actitud logró arrancarle una sonrisa a Bell.

- Hola, he venido para ver si podía ayudar... –Bifidus asomó la cabeza por la puerta. Iba vestido de punta en blanco... Bueno, lo que él consideraba ir de punta en blanco, esto es: con pantalones de safari cortos limpios y una pajarita roja que le daba un aspecto bastante escalofríante.

- No sabía que los chicos pudieran entrar en el cuarto de las chicas –Giselle arrugó la frente, mientras Bifidus y Peter invadían la habitación.

- Pues que Sirius estuviera aquí no te ha importado –apuntó Loveday. La heredera de Salem en el fondo sentía lástima por la prima de su amiga: el mismo día que ella empezó a "salir" con James, Evy "accidentalmente" casi la tira por la ventana de la Sala Común... No quería pensar lo que le haría a su rival directa.

- Ya, pero yo quiero que Sirius esté aquí –hizo constar Bell con tono cortante.

- ¿Y nosotros no? –preguntó Peter, dolido.

- No.

- No lo dice en serio, es por el mal momento que pasa... –le restó importancia Bifidus.

Todo se mantuvo igual durante varias horas: Bell seguía llamándose idiota, Giselle pedía calma a su prima, Sirius parecía el único que lograba que Bell se relajara e incluso sonriera, Peter y Bifidus, tocaban un poco las narices y Loveday rompía cosas de Anya...

- Ve a por James –le pidió Sirius a Loveday cuando paso por su lado para ir al baño.

"Buena idea" pensó la muchacha "si alguien puede hacer que Bell reaccione, es James"

Lo encontró en la Sala Común, discutiendo con Lily sobre... ¿Canadá?

- Ya hablaremos luego de esto... –le advirtió el moreno de pelo revuelto a su chica antes de irse con Bell. La pelirroja le sacó la lengua a sus espaldas, antes de irse con Evy, molesta, a su cuarto–. Bueno¿qué pasa aquí? –preguntó James, sentándose en la cama de Bell, en el lado opuesto a Sirius.

- ¿No lo sabes? Que soy gilipollas, eso pasa –explicó Bell.

- Vamos, no te tortures... Es que has pillado a Remus en un mal día, pero en cuanto su parte racional tome el control, ya verás como todo va mejor.

- Eso dice, Sirius –se apresuró a apuntar Giselle.

- Y a él tampoco le creo –remarcó Bell, dedicando a Sirius tal mirada, que cualquiera diría que era él el culpable de sus desgracias. El merodeador de ojos grises se limitó a suspirar, ya que sabía que aquella tarde, la rubia miraba así a todo el mundo.

- No te pongas así. Podría ser peor... –James tomó a su "hermana" de la barbilla y le obligó a mirarle.

- ¿Cómo? –le retó la rubia.

- Podrías llevar el corte de pelo de Loveday –James señaló a la Heredera de Salem, que seguía llevando su peinado a lo "último mohicano".

- ¡Eh! –protestó la aludida.

Bell no pudo contener la carcajada. Le gustaba cuando Loveday abandonaba su pose serena para convertirse en una verdulera salida mental, cosa que sólo James conseguía...

Fue entonces cuando Remus llegó con un aspecto más cansado aún que el que luciría el día después de una luna llena normal.

- ¿Podemos hablar a solas? –preguntó con un tono muy, muy calmado.

- Claro –Sirius y James fueron los primeros en levantarse, seguidos de los demás.

- Y si está vez sois tan amables de no espiar desde la puerta... –sugirió Bell.

- Nunca nos dejan hacer nada divertido –se lamentó Peter.

- Tenemos que hablar –opinó Remus, cuando se quedaron a solas.

- Sí, es cierto –asintió Bell.

- Hablemos –dijeron los dos a coro. Se sonrieron tímidamente por la coincidencia.

Luego bajaron la vista y guardaron un incómodo silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper.


Pues sí. Otro final que me ha quedado interesante. Mira tú por donde...

¿Será está la ruptura final de Remus y Bell o decidirán darse una segunda oportunidad?

¿Decidirá Lily irse a Canadá abandonando novio, madre ex alcohólica, hermana plasta con accesorios, amigos pirados y Cetro?

¿Terminarán aprovechando la oferta de 3x2 en exorcismos del maestro Chen?

¿Me dejará la gente tantos RR que me sentiré moralmente obligada a actualizar según vuelva de Semana Santa o preferirán confiar en que la semana del 24 una servidora esté de buen humor?

Próximamente se descubrirá.

Hasta entonces, besos de torrijas con mucho azúcar.

Carla Grey.

Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de MikaGranger. Ganadora de dos premios anuales de HA. Luz al final del túnel de Deathkisse.