Hola, hola. ¿Cómo estáis? Yo disfrutando de unas merecidas vacaciones después de seis meses trabajando como una burra. Lo malo es que voy al contrario que el resto del mundo, ya que los demás estáis más liados que nunca... En fin, que le vamos a hacer.
Los RR, como siempre están contestados en otro RR que me dejo a mi misma y (a petición de varias personas) se impone un resumen del capítulo anterior. Pero os advierto que resumir no se me da nada bien...
Resumen: Jack ha rechazado a Remus porque ha descubierto que quiere todo o nada con él. a Lily le han quitado su precioso Cetro y lo han guardado en una cámara de seguridad, además ha descubierto que Ryana y Gloria G. eran la misma persona. Calvin Hobbes es en realidad Michael Murtagh y le ha propuesto a Lily que se vaya a Canadá con él. Todas las chicas sabían de la enfermedad de Jack. Remus y Bell van a hablar.
¿Qué tal? Desastroso, lo sé. Soy fatal resumiendo. ¿Por qué creéis que mis capis son tan largos? Bueno, ya os dejo con él de hoy. Disfrutadlo...
Por amor al arte 33.
Fuera de alcance.
- Tenemos que hablar –opinó Remus, cuando se quedaron a solas.
- Sí, es cierto –asintió Bell.
- Hablemos –dijeron los dos a coro. Se sonrieron tímidamente por la coincidencia.
Luego bajaron la vista y guardaron un incómodo silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper.
Permanecieron así durante unos segundos, hasta que Remus, que había terminado de ordenar sus ideas, se decidió a hablar.
- Lo he estado pensando mucho durante estas horas y creo que mi reacción ha sido un poco... –el licántropo se interrumpió, buscando la palabra adecuada.
- ¿Exagerada? –trató de ayudarle Bell.
- Hipócrita –apuntó Remus–. Verás, quiero decirte todo esto seguido y luego cuando termine, si tú tienes algo que decir, lo dices, pero por favor, no me interrumpas antes...
- De acuerdo –aceptó Bell. Teniendo en cuenta que ella no esperaba que Remus le diera los buenos días al menos hasta una semana más tarde, la cosa iba bastante bien.
- Besé a Jack. Ella ya me había besado a mí durante la primera clase –Bell se mordió la lengua: sabía que había pasado algo entre ellos–, pero yo la rechacé. Y esta mañana la he besado por despecho. Luego, he paseado un poco y he meditado todo con más calma y me he dado cuenta por qué me molesta tanto que Prewett te besara... Él puede darte la vida que yo no podré darte jamás...
- Remus, me da igual que no tengas dinero... –al darse cuenta que había interrumpido, y que prometió que no lo haría, Bell hizo un gesto de "ops", antes de callarse.
- No es por el dinero. Bell, esto tendría que habértelo dicho hace tiempo, pero eso con lo que sueñas (tú y yo casados) jamás podrá pasar... No nos lo permitirán.
- ¿Por qué? .¿Es qué hay alguna ley que lo prohíba? –replicó la rubia desafiante.
- Pues la verdad es que sí. El decreto 29/1976 de hace unos meses, sobre control de criaturas semihumanas, establece que "ningún semihumano podrá contraer matrimonio o fundar una familia con un humano". Creo que lo dice en el preámbulo... –Remus meneó la cabeza frustrado al no poder recordar el párrafo exacto–. Me la tendré que volver a leer.
- ¿Y a quién se le ocurrió semejante babosada?
- A Umbridge –gruñó Remus.
- Cómo no... –Bell rodó los ojos, debió haberlo deducido–. Pero eso no quiere decir nada, siempre habrá alguna manera de esquivar la ley. Por ejemplo, no tenemos porqué decirle al oficiante de la boda que eres un licántropo...
- Ese mismo decreto, establece que todos los semihumanos mayores de edad debemos estar registrados –replicó Remus, haciendo que la rubia mostrara una mueca de decepción.
- ¿Es que te vas a pasar el rato poniéndome pegas? Voy a empezar a pensar que no quieres casarte conmigo... –se desesperó Bell.
- ¡No es eso! Me gustaría casarme contigo, no ahora, quizá dentro de un tiempo, pero... Bell, sé perfectamente que yo jamás podré ofrecerte una familia: mis hijos serían licántropos y... –una mueca de frustración surcó los rasgos de Remus–, ni siquiera soy un hombre completo y...
- ¡Eso no vuelvas a decirlo nunca! –intervino de nuevo la chica, poniéndose en pie–. Ya te lo dije mil veces, eres un hombre lobo, no un eunuco. Y yo te quiero, y me da igual si tenemos que esperar treinta o cuarenta años para casarnos. Después de todo, la gente cambia: seguro que algún día se deroga esa estúpida ley. ¡Así que si piensas que voy a dejar que me dejes y te largues con Jack lo llevas claro!
- ¿Irme con Jack¡Pero si eres tú la que me vas a dejar a mí para irte con Prewett!
- No –negó Bell–. A menos que quieras que lo dejemos...
- Yo no quiero dejarlo… Si no quieres dejarlo tú...
Ambos se miraron a los ojos, buscando algo que les resolviera las dudas... Debieron encontrarlo, porque se lanzaron el uno al encuentro de los labios de la otra, dejando así cerrada su crisis.
&·&·&
Durante las semanas siguientes, Remus y Bell flotaron en una nube de color de rosa. Ellos nunca habían sido una pareja excesivamente apasionada, de esas que se pegan el lote en cada clase, como lo eran el resto de sus compañeros, pero en aquellos días batieron el récord de "estar más tiempo sin separar los labios" marcado por Evy y Sirius.
Hasta James les tuvo que llamar la atención, porque según él estaban pervirtiendo a unos alumnos de primero. Acto seguido, Sirius le regañó a él por meterse donde no le llamaban teniendo otras cosas de las que estar pendiente.
Lo cierto, es que Sirius tenía razón: bastante tenía James con Loveday y Lily para meterse en lo de los demás...
- ¿Canadá?. ¿Pero cómo nos vas a dejar para irte allí? –saltó Loveday un día en el Gran Comedor sin venir a cuento, como si llevara varios días conteniéndose y acabara de explotar–. Tú no sabes lo que es eso...
- Claro que lo sé. Para algo me estoy leyendo este libro... –Lily mostró una "pequeña" guía, de unas novecientas páginas, en la que se narraba todo lo que había que saber sobre Canadá: gastronomía típica, historia, geografía, monumentos fundamentales...
- Ya, pero lo que seguro que no dicen en ese libro es que allí a las hamburguesas les ponen mayonesa en lugar de tomate. ¿A ti la mayonesa te da alergia, no?
- No me gustan las hamburguesas –todos los miembros del grupo presentes alzaron una ceja, ya que Lily acababa de zamparse una hamburguesa triple regada en tomate ketchup.
- Pues cualquiera lo diría –comentó Giselle por lo bajo.
- James, dile algo... –Loveday golpeó al aludido en el brazo, como si Lily fuera la hija de ambos y la rubia retara al buscador a comportarse como un padre.
- ¿Y qué quieres que le diga? Que "no sé que coño se le ha perdido por Canadá", aparte –James se frotó la parte del brazo golpeada, sin obedecer demasiado a su ex. Lo cierto es que el moreno prefería que su chica se concentrara en su viaje a Canadá a que anduviera pensando en "otras cosas". Por "otras cosas", léase "el dichosito Cetro".
- Pues mira por dónde, he investigado y resulta que la escuela está cerca de donde nació Celine Dion. ¡Podré visitarlo! –Lily acompañó sus palabras de una alegre sonrisa y unas palmadas.
- Deberías volver a mirar el mapa, porque Charlemagne no queda cerca de Hotahh –todas las miradas se dirigieron a Peter, por sus sospechosos conocimientos de la biografía de Celine Dion–. ¿Qué? La piba está buena...
- ¿Y a ti desde cuándo te gusta Celine Dion? –quiso saber James.
- Hombre, la música es algo empalagosa, pero ya te digo que...
- Peter, hablaba con Lily –aclaró James. Pettigrew bajó la vista, algo sonrojado...
- ¿A mí? Celine me encanta de toda la vida. Desde que sintonicé por primera vez Radio Futura (le mejor música Muggle, antes de que la compongan los Muggle) en la radio mágica de Joy. Si estuviera por aquí os lo confirmaría ella misma –respondió Lily con seguridad.
- ¿Sí? .¿Y qué canciones conoces de ella? Y no me digas la banda sonora de Titanic –la advertencia de James hizo que la pelirroja cerrara la boca. Lo cierto es que Lily no era capaz de escuchar a la cantante canadiense más de cinco minutos seguidos sin que le subiera el azúcar.
- ¿Sabes? Como sigáis amargándome las comidas voy a tener que empezar a comer con el turno B –replicó Lily con ironía.
- ¿Ves lo que has conseguido? Ya la has enfadado... –Loveday volvió a golpear a James.
Al decir el turno B, Lily se refería a las personas que faltaban en aquella mesa y que, coincidiendo con la reconciliación y fortificación de la pareja formada por Remus y Bell, así como la llegada de Giselle y Peter, ya no comían con ellos.
Esas personas eran generalmente: Joy, Will, Evy, Jesse, Jack, Bifidus e Isis. Aunque Bifidus comía a veces con ellos para admirar a su Lycadanea. El resto comían siempre o más tarde que ellos o más temprano (una moda que estaba teniendo mucho éxito) y si hacía buen tiempo se iban a las gradas del campo de Quidditch.
Curiosamente, nadie reparó en ese detalle hasta que no se excusaron (de forma bastante absurda) durante tres comidas seguidas.
- Sabes que es lo mejor para todos –comentó Jesse encogiéndose de hombros cuando James dejó caer un comentario al respecto en la Sala Común.
- No tienes porqué comer con nosotras si no quieres –aclaró Evy, ya en su habitación, replicando a Lily que se quejaba de no saber qué partido tomar.
- Mira, Lyls, las que tenemos el problema somos Evy y yo. Entendemos que son tus compañeros de clase y que sólo por horario ya te viene mejor comer con ellos. Sin mencionar que querrás comer con tu novio... No se trata de tomar partido por nadie, simplemente es que las dos preferimos ahorrarnos un mal trago –Jack concluyó su maduro discurso con un encogimiento de hombros.
- De verdad que a ninguna de las dos nos importa ni nos tomaremos como una muestra de deslealtad que no comas con nosotras –agregó Evy–. Además, así tendremos una espía infiltrada entre nuestras enemigas...
Jack corroboró las palabras de la Onza con un entusiasta movimiento de cabeza.
- Menos mal –suspiro Lily con alivio–, tanta madurez y comprensión por vuestra parte empezaba a asustarme...
Otra de las medidas de Jack, fue comunicarle a Remus que dejaba las clases particulares.
- ¿Estás segura? –preguntó el licántropo.
- Totalmente. Ya he hablado con Dumbledore y no tendrás problemas. Le he dicho que no quería quitarte tiempo de estudiar tus EXTASIS y que, como mi hermano y los de sexto están bastante liberados, se han ofrecido a ayudarme.
- Parece que lo tienes todo controlado –Remus sonrió, pero la chica se limitó a encogerse de hombros, por lo que borró la sonrisa y adoptó una mueca seria–. Quería pedirte perdón por lo del...
- Está olvidado –cortó ella con sequedad.
- Pero...
- ¿Se lo dijiste a... Bell?
- Sí.
- ¿Y te lo ha perdonado?
- Sí.
- Bien –Jack sonrió, como si acabara de recibir una buena noticia y no la peor de su vida–. En ese caso, olvídalo, porque yo ya lo he hecho... –y volteó hacia su habitación antes de que el licántropo viera reflejada en su cara la gran mentira que acababa de soltarle.
Pero no sólo Evy y Jack procuraban coincidir lo menos posible con sus compañeros de séptimo. Will procuraba darle esquinazo a Giselle siempre que podía, aunque la prima de Bell estaba demasiado ocupada acosando a Sirius como para preocuparse de algo tan insignificante como su prometido.
Esto tenía a Will en un pequeño dilema: por un lado, si a Giselle le salía bien la jugada con Sirius, el prefecto tendría un problema menos, pero por otro, el quería demasiado a Evy para verla en ese estado el resto de sus días. Era una pena que la Onza no pareciera decidida a descuartizar a su prometida, ya que era la solución más simple.
En aquellos momentos, durante el almuerzo, Giselle trataba de acaparar la atención de Sirius que, la verdad sea dicha, se mostraba muy poco participativo durante las conversaciones de las comidas. Bueno, ni durante las comidas, ni en las clases, ni en nada en general desde el día en que llegó a su cuarto después de un entrenamiento y se encontró con una caja llena de cosas suyas y regalos que le hizo a Evy.
- ¿Y esto qué es? –le preguntó a Peter, que se había pasado la tarde allí.
- Lo trajo tu ex. Dijo que era tuyo y que cuando pudieras le devolvieras sus cosas a través de Lily –contestó su amigo.
Cuando entre dichas cosas, Sirius encontró el colgante que le había regalado a la Onza en su último cumpleaños, apretó la mandíbula, giró 180º y volvió al campo para seguir golpeando Bludgers.
- Esa chica es muy cruel –fueron las palabras de Giselle cuando se enteró–. ¿Cómo ha podido devolverle incluso sus regalos?
- Evy es de esas personas que, cuando toman la decisión de ir hacia delante, no se detienen a mirar lo que están dejando atrás –explicó Remus con tono pausado.
Desde entonces, Sirius sólo hablaba si se le hacía una pregunta directa que pudiera responder con una sola palabra (cuanto más corta mejor) o para regañar a James por no dejar en paz a Remus y Bell.
- ¿Podíais hacer el favor de no hacer "eso" durante las comidas? Estáis escandalizando a los niños de primero –Bell y Remus dejaron de besarse, pese a saber que los de primero estaban aún en clase de Pociones.
- ¿Has leído esto? –Bell le mostró la portada de El Profeta a su novio, que asintió con la cabeza.
- Decreto 66/1976 que modifica al 29/1976, para recortar más aún los derechos de los vampiros –recitó el licántropo con ironía.
- ¿No estás de acuerdo con que se les controle? Podrían pasarse al lado de Quién-Tú-Ya-Sabes –se extrañó Giselle. Casi toda la familia Figg era bastante liberal respecto a ciertos temas, pero no en lo tocante a los vampiros. Tenía que ver con que un hermano de los padres de Giselle y Bell murió atacado por un no-muerto de niño.
- Lo harán seguro si él les ofrece comida y las libertades que el Ministerio les niega –argumentó Remus.
- Pero tampoco vamos a hacer una lista de donantes voluntarios de sangre para que no se pasen al otro lado –apuntó Peter.
- ¿Me pasas el periódico? –Bell obedeció a Lily antes de enfrascarse en la refriega para apoyar a su novio. Tras comprobar que su vista no la había engañado, la pelirroja le tendió a su novio el periódico señalando la foto de la portada.
En ella se veía la foto de rigor de Umbridge firmando el nuevo Decreto antes de volverse para felicitar al autor del texto. Dicho autor era un conocido de visiones de Lily y un íntimo de Evy.
- Sin mediar palabra, Sirius le arrancó a su amigo el periódico de las manos y se levantó de la mesa.
- ¿Qué le pasa? –se preocupó Giselle al instante.
- Nada, va a comprobar si su número de lotería ha sido premiado –contestó James jovialmente.
- Sirius no juega a la lotería –el tono de Giselle era de "lo sé porque me conozco sus aficiones de memoria".
- Desde que cortó con Evy sí –aseguró James con tono de "es mi mejor amigo y yo le conozco mejor que tú".
- ¿Dónde está Evy? –les preguntó Sirius a Will y Joy, que discutían (como siempre) en el vestíbulo.
- En la biblioteca –respondió el prefecto, distraído por la discusión.
- ¿Para qué se lo dices? –Joy se enfureció aún más al ver que su... su... Vamos, que Will contestaba la verdad.
Sirius encontró a Evy sentada sola en una mesa apartada de la biblioteca, cercana a la Sección Prohibida. Estaba tan concentrada en su tarea de Pociones que no percibió la presencia del moreno hasta que él dejó caer el periódico encima de sus apuntes...
- Hola, nena –saludó mientras se sentaba en una silla frente a la chica y empezaba a columpiarse en ella.
- Hola. ¿A qué se supone que viene esto? –Evy levantó el periódico por una esquina, como si se tratara de un animal muerto que su perro le hubiera regalado a modo de mascota.
- Un periódico... Tranquila, no es un regalo que tengas que devolverme. Sólo quiero que mires la foto de la portada...
Ella lo hizo con actitud de "lo hago para que me dejes en paz cuanto antes". No pareció sorprenderse demasiado cuando reconoció a su ex en la foto...
- ¿Era eso? –la Onza dobló el periódico y lo apartó de sus apuntes–. Ya lo sabía. Le nombraron ayudante de Control de Criaturas Mágicas hace unos meses. El 29/1976 fue su primer Decreto, aunque eso lo descubrí hace una o dos semanas...
Sirius se quedó muy sorprendido, no porque ella supiera desde hacía semanas que su ex tenía un puesto en el Ministerio que le daba poder para mandarla a Azkaban si le apetecía, sino su calma.
- Antes, cuando alguien mencionaba a tu ex sufrías tal ataque de pánico que terminabas vomitando –apuntó el animago.
- Antes –Evy se encogió de hombros sin demasiado interés, aunque en realidad se mordía la lengua para no decirle que si cada vez que alguien te nombrara a una persona vieras un corazón arrancado, sangrante y aún y palpitante en tus manos, él también vomitaría.
- Oye, nena, no te hagas la fuerte. Aunque no salgamos juntos, tú y yo...
- Con que es eso... –interrumpió de pronto al entenderlo todo o enfocarlo de una forma que la conviniera mejor a ella–. Pensabas que al leer eso me asustaría y me lanzaría a tus brazos en busca de protección. Pues siento defraudarte, cariño, pero si buscas una princesa en apuros, mejor vuelve con Giselle. Yo tengo cosas que hacer...
- ¿Me estás echando? –Sirius arrugó la frente. Ya había notado que la joven miraba el reloj continuamente, cosa que no solía a hacer–. ¿A quién esperas?
- A nadie –se apresuró a responder ella. Demasiado apresuradamente.
- Te traigo el libro que necesitabas, Evy –casualmente, ese nadie resultó ser Regulus con un libro de Pociones en la mano. De la impresión, Sirius casi se cayó de la silla. Su hermano menor tampoco parecía muy a gusto.
- Bueno, creo que ya os conocéis¿no? –Evy sonrió nerviosamente.
&·&·&
- ¿Pero como le dices eso? –la regañó Will cuando la Onza les contó aquella incómoda escena.
- ¿Y qué querías que dijera? Traté por todos los medios de evitar esa escena lamentable, pero una vez producida, lo mejor era afrontarla con humor.
- Por todos los medios no lo intentaste. Si no hubieras quedado con Regulus no habría pasado... –apuntó el prefecto.
- O si tú no le hubieras dicho a Sirius que ella estaba en la biblioteca –hizo constar Joy, ganándose una mirada homicida del muchacho que ella ignoró–. ¿Cómo lo tomó Sirius?
- Fatal. Se largó de allí y, como se ha apresurado a informarme Giselle, ha destrozado su habitación. Regulus se lo ha tomado mejor...
- Nos da igual como se lo haya tomado Regulus –la interrumpió Lily–¿no te das cuenta que no puedes seguir así? Antes pensaba que lo hacías por fastidiar, pero es que ahora me parece que te está empezando a molar de verdad ese mortífago...
- Presunto mortífago... –corrigió Isis entre dientes, siendo ignorada por todos excepto Jack y Jesse, que repasaban Historia de la Magia en la terraza.
- Es mono... –la confesión de Evy hizo que los presentes se desesperaran.
- Mira, cariño mío, yo sé que la atracción que ejercen esos servidores del lado oscuro es muy fuerte –Joy hizo caso omiso de la mirada de ardiente ira que le dedicaba Will (mirada que le indicaba que no fuera por ese camino) y siguió hablando de sus experiencias–. Las últimas semanas que pasé con Snape, antes de saber que era mortífago, él estaba con el guapo subido. Y aún ahora, a veces me atrae un poco... Pero tú tienes que ser fuerte y resistir...
- Pero si a mí Regulus no me atrae por eso, me atrae porque me recuerda a Sirius –aclaró Evy.
- Pues eso es peor, porque te conformas con la copia pudiendo estar con el original –se desesperó Lily.
- Eso de que puedo estar con el original tendríamos que debatirlo. Os recuerdo que hay varios pequeños inconvenientes. Giselle, para empezar –Evy tomó una jarra llena de limonada y se unió al grupo de estudio en la terraza. Los otros tres la siguieron.
- No es rival para ti. En cuanto le pongas un poco de interés te librarás de ella... –Will desechó esa "amenaza" con un gesto, a la vez que se sentaba en la barandilla de piedra.
- Ya, pero a todos los demás os va muy bien que no la quite de en medio... Si la cosa sigue así, Giselle cancelara vuestro compromiso por lo que tú serás libre para hacer lo que quieras con quien quieras, cosa que de paso alegrara a Joy, y Bifidus se olvidara de su Lycadaneae, e Isis podrá quitarse ese cuelgue absurdo que le ha dado con él. Giselle tendrá a Sirius, Sirius tendrá a alguien en quien confiar... Y todo el mundo feliz –concluyó Evy, dando un trago de limonada.
- Salvo tú –Jesse entornó los ojos. Tanta abnegación por parte de la Onza resultaba más que sospechosa. Estaba claro que tramaba algo...
- No me creo que estés dispuesta a cederle a Giselle a Sirius sin luchar –era tan evidente que ni la ingenua Isis se dejó engañar–. A no ser que le hayas buscado un sustituto...
- Oh, Merlín. No me digas que lo de Regulus va realmente en serio... –suplicó Will. Ella se encogió de hombros sin decir nada. Claro que, el que calla, otorga.
- Es lo más estúpido que he oído en toda la tarde. Y eso que he tenido dos horas de DCAO con Pettigrew –gruñó Lily.
- Evy, si aún le quieres lucha por él. No tienes más que ir y contarle ese secreto tan grande que no quisiste compartir con él, con eso demostrarás que confías en él, te perdonará y todos tan felices –Jack elevó las manos a ambos lados de su cara, y mostró una sonrisa digna de una muñeca Barbie.
- No –replicó Evy fijando su mirada en el bosque–. Si se lo digo, le pierdo para siempre. Fijo...
- ¿Por qué? No creo que haya nada lo bastante horrible como para que Sirius te odie para siempre. No sé, no creo que sea tan grave como... no sé, ser la hija secreta perdida de Voldemort o la nieta de Grindelwald –Evy giró hacia Lily tan deprisa que casi se disloca una vértebra. Fue esa velocidad lo que le indicó a la pelirroja que había dado en el clavo–. ¿Lo eres! –exclamó tan alto que todos se sobresaltaron.
- Emmm –vaciló Evy–, que bonito está el Bosque Prohibido¿no?
- ¿Eres la hija secreta perdida de Voldemort! (Isis, por favor)
- No, he tachado la otra opción –aclaró Evy.
- Ah –el alivio les duró poco al comprender que lo otro tampoco era un parentesco muy positivo–. ¿QUÉ!
- ¿Veis? Esa es la reacción que trato de evitar...
- ¿Cómo has podido ocultarnos algo así? –dramatizó Joy, precisamente la única que sí lo sabía.
- Pero en realidad no es tan grave. Podía ser peor... –le restó importancia Lily.
- ¿Cómo¿Siendo la hija perdida secreta de Voldemort? –ironizó la onza.
- Por ejemplo... –aprobó Will, que superada la impresión inicial ya estaba listo para tomárselo de coña.
- Mira, yo le conozco y si le digo algo así, no me vuelva a mirar a la cara en la vida... –aseguró Evy.
- A lo mejor si le dices primero que eres la hija secreta perdida de Voldemort (ya vale, Isis) cuando le digas la verdad se lo toma mejor –la sugerencia de Jesse le valió una mirada asesina de la Onza–. No me mires así, con nosotros ha funcionado...
- ¿No teníais que ir a la clase de Aparición especial? –preguntó Evy, en un intento bastante desesperado de cambiar de tema.
- Joder, es verdad –Will comprobó el reloj y vio que llegaban tarde–, y tenemos que ir a buscar a Bifidus...
- Vais a ser los primeros alumnos de la historia en llegar tarde a una clase de Aparición –se burló Lily.
- Jaja. Aún no hemos llegado tarde –señaló Joy mientras seguía a los chicos.
En la terraza se quedaron Lily, Isis, Jack y Evy. La primera porque se había sacado la licencia de Aparición en un rato tonto de Navidades y las otras porque aún no tenían edad para aparecerse.
- Pues yo creo que debes decírselo –insistió Jack. Evy iba a cortarla bruscamente, pero la chica dijo algo que las dejó a todas de piedra–. Debemos ser sinceras con los chicos que amamos... Yo se lo voy a decir a Remus.
- ¿Decirle qué? –preguntó Lily suspicazmente.
- Que le amo –respondió Jack, como si fuera lo más normal del mundo.
- Retiro lo de antes: esto sí es lo más estúpido que he oído en toda la tarde –se corrigió la pelirroja.
- No creo que sea buena idea, cariño –alegó Evy con suavidad.
- ¿Por qué no? Debo ser sincera con él, es lo menos que se merece. Y no lo he sido, le he dicho que había olvidado su beso y no es verdad, porque no paro de recordarlo. ¡Hasta sueño con él! Y no en plan erótico, sino cursi total. ¡Tiene que saberlo! Es injusto que no pueda acceder a toda la información... Además, a la gente le gusta oír esas cosas...
- ¿Sabes lo doloroso que resulta decirle a alguien que le quieres y que él no te corresponda? –intervino Isis.
- No –por primera vez la joven Sparrow vaciló–. ¿Y tú?
- Tampoco –concedió la oriental–, pero tenía que intentarlo...
- Además a él no le gustará... ¡Por primera vez en todo el curso le van bien las cosas con su novia! Al final Bell se ha sacudido de encima las gilipolleces de la casa con columpio, no tienes derecho a ir tú y joderlo... –exclamó Evy, que siempre estaba dispuesta a ahorrarle nuevos traumas a Remus.
- Hasta Prewett ha captado la indirecta y no se acerca a Bell. Y vas a ir tú a joder la marrana metiéndote en un entierro en el que nadie te ha dado vela... –agregó Lily, aún menos sutil que la Onza y todavía menos amable.
- ¿Como estáis haciendo, por ejemplo, vosotras tres ahora mismo? –Jack alzó ambas cejas, con fingida calma–. ¿Sabéis qué? Voy a decírselo ahora mismo, que sois muy persuasivas y me terminaréis convenciendo para que no lo haga...
Antes de que nadie pudiera detenerla, Jack corrió a la puerta de la terraza cerrándola tras ella. Las otras tres chicas se abalanzaron en pos de la joven Sparrow, pero no llegaron a tiempo y la puerta no abría.
- ¡La ha hechizado por dentro para que no se pueda romper ni abrir! –se frustró Lily.
- Tendremos que salir por otro lado –la pelirroja jadeó de puro temor al notar que Evy alzaba la vista hacia la ventana de la habitación de encima.
- Menos mal que es la habitación de Loveday –desde luego, Lily no compartía la ilusión de Isis. Saber que estaba a punto de ser levitada a dos metros por encima de la terraza era demasiado para ella.
- ¡Loveday! –gritaron las dos chicas mientras la druida no paraba de lamentarse y cruzaba los dedos para que la rubia no estuviese en su cuarto...
Pero estaba. Y no tardó en asomar la cabeza por su ventana y levitar a sus amigas hasta su cuarto. Desde allí, las cuatro chicas corrieron a la Sala Común, listas para evitar la catástrofe. Al menos, tres de ellas, porque a Loveday no hubo tiempo de explicarle lo que pasaba...
- ¿Aún estáis aquí? –se sorprendió Isis al encontrar a los de sexto sentados en el sofá en vez de en clase de Aparición. Junto a ellos estaban James, Giselle, Peter y... Jack.
- Aún tenemos diez minutos –al ver las caras serias de sus amigas, Joy arrugó la frente–. ¿Qué pasa?
- Nada –Lily esbozó una sonrisa tranquilizadora (que logró el efecto contrario) y se volvió hacia Jack–. ¿Podemos hablar un momento en la habitación?
- No –Jack se situó detrás de James antes de añadir con tono desafiante–: puedes decirme lo que quieras aquí mismo.
- ¿Qué pasa? –insistió esta vez Will, mirando a su hermana con los ojos entornados.
- Es que... –Lily vaciló. No quería decir nada delante de James, que se agobiaría mucho, ni de Giselle, que se lo contaría a su prima, (cosa con la que seguramente contaba Jack).
- Jack quiere apuntarse a clases de flamenco/samba –explicó Evy.
- ¿QUÉ? –preguntaron los demás sorprendidos, Isis incluida.
- Exacto –Lily le dedicó a la Onza una breve mirada de agradecimiento antes de seguir–, y nosotras pensamos que es una idea totalmente estúpida –los ojos verdes de la druida se clavaron en los de su amiga, que alzó la barbilla en un valiente intento de no bajar la mirada–. No conseguirás lo que buscas y perjudicarás a mucha gente. Tú la primera...
- Oh, sí. El flamenco/samba parece muy peligroso –Peter aprobó con vehemencia las palabras de la pelirroja. Los demás entornaron los ojos, seguros de que la cosa no iba de danza fusión.
- Ya, pero sucede que yo soy ya mayorcita, y si quiero correr el riesgo de... lesionarme la muñeca con las castañuelas, es cosa mía y no vuestra –apuntó Jack.
- Nos importa, porque al final nos tocará a nosotras cambiarte las vendas –intervino Joy, que empezaba a pensar que la cosa tenía que ver con Remus y Bell.
- Mira, Jack, encuentra a una sola persona, una sola, que piense que esto es buena idea y te aseguro que, al menos yo, te apoyaré –Evy se adelantó a la joven Sparrow, que cerró la boca y adoptó una expresión pensativa.
- Loveday¿podemos hablar un momento? –dijo al fin Jack.
- Mierda –masculló Lily entre dientes. Probablemente la rubia sería de las pocas personas que podría llegar a apoyar a Jack.
- No, porque se viene con nosotros a la clase de aparición –Joy se levantó, tomó a la rubia de la muñeca y la arrastró hacia el retrato de la Dama Gorda.
- ¿Ah, sí? –se sorprendió Loveday.
- Sí, porque te voy a presentar a mi examinadora, que es lesbiana, tiene 19 años y está muy buena... –explicó la morena.
- Tu examinadora no es lesbiana –Will siguió a su... su... a Joy.
- ¡Habló el experto en mujeres! Que sepas que el otro día me miraba los pechos mientras nos daba la clase –le replicó la morena sin dejar de arrastrar a Loveday y sin darse cuenta que Will irradiaba celos por todos los poros de su cuerpo.
- ¿Por eso te has puesto ese escote de vértigo para la clase? –inquirió el prefecto con un tono peligroso.
- ¿Crees que me exhibiría sólo por aprobar? –fue lo último que pudieron oír de la prometedora discusión.
- ¿De qué va esto? –James les dedicó a las cuatro chicas, en especial a la suya, una mirada penetrante.
- Nada –repitieron a una sin dejarse intimidar.
- Ya –dijo el moreno de pelo revuelto sin creerse ni media palabra.
- Pues en nuestra habitación sí pasa algo: Sirius la está destrozando –Peter acusó a Evy con la mirada.
- ¿Tienes algo que decirme, Peter? –Evy se sentó frente al citado muchacho y mostró una media sonrisa que era toda mermelada y miel.
- Pues... –la rata vaciló. Por alguna razón, la ex de su amigo le resultaba más espeluznante cuando hablaba con dulzura que cuando gritaba como una posesa–. No –concluyó al fin.
- Pues yo sí. Deberías hablar con él y tratar de que se calme. Después de todo, la culpable de su estado eres tú –apuntó a Jack, que no temía provocar la furia de la Onza.
- ¿Para qué? Él no la escuchará y sólo logrará enfurecerlo más –y Giselle tampoco iba a permitir que se quedara a solas con su ex y fastidiara los tres pasos que había logrado dar con Sirius.
- En eso tiene razón –admitió Evy con fastidio. No le gustaba nada tener que darle la razón a su rival. Tal vez por eso añadió–: Además, no tengo porqué decirle nada a ese cenutrio orgulloso. Fue él quien no me quería a su lado. ¡El problema es que tampoco me quiere al lado de otro! Bueno, ni al lado, ni encima, ni debajo...
- El problema más bien es que el otro al que quieres tener a tu lado es su hermano –apuntó Lily.
- Tranquilas, yo hablaré con él –James rompió su meditación en el momento justo para evitar que comenzaran los gritos. El heredero de Gryffindor había permanecido en silencio, pensando la mejor manera de calmar a su amigo... Y al fin tenía una idea de cómo hacerlo–. Ven conmigo, Peter.
- ¿Yo? –se asustó el aludido, que lo último que quería era entrar en una habitación donde estaba un animago rabioso y sólo con James para protegerle.
- Vamos –repitió el moreno de pelo revuelto, con lo que casi era una sonrisa divertida, antes de volverse hacia las chicas–: vosotras cinco: procurad ser civilizadas.
- ¡Siempre lo somos! –protestaron ofendidas las cinco chicas. Curiosamente, las más ofendidas eran Isis, Lily, Evy y Jack, que eran las que menos civilizadamente solían comportarse.
- James llamó a la puerta y entró sin esperar a que su amigo le diera permiso para pasar, con Peter pegado a su espalda y listo para huir si fuera preciso.
- Sabes, Pad, me gusta lo que has hecho con nuestro cuarto. Ya iba siendo hora de redecorar esto –bromeó el moreno al ver el caos en el que Sirius había convertido su cuarto.
No quedaba un solo objeto en su sitio: todos estaban destrozados y por el suelo, especialmente los que Evy había tocado. Las cortinas de las ventanas habían sido arrancadas; había marcas de puños en las paredes (las manos del moreno sangraban a consecuencia de ello); había desgarrado las almohadas, provocando una nevada de plumas en la habitación; las columnas de madera que soportaban las cortinas alrededor de su cama estaban torcidas; su baúl estaba tirado en el suelo, abierto y todas sus cosas esparcidas por la habitación.
A modo de respuesta, Sirius le miró con expresión asesina de "no capto la gracia del asunto" y siguió dando vueltas por la habitación, buscando algo que destrozar.
- Evy está abajo –agregó James, tras asumir que su amigo no iba a hablar en ningún momento–. Ha dicho que quiere disculparse...
- Ah... –la frase sorprendida de Peter fue acallada por un muy bien disimulado hechizo silenciador de su amigo.
Por su parte, Sirius le miró por primera vez con algo de interés. Luego recordó que hablaba de la orgullosa de su novia.
- Permíteme que lo dude... –dijo el chico.
- Va en serio. Está muy afectada... Yo creo que te extraña tanto que, en el fondo, la atrae Regulus porque la recuerda a ti –meditó James.
- Él y yo no nos parecemos en nada –gruñó su amigo, ofendido.
- Claro que no –descartó James en tono conciliador–. Pero ella está muy afectada... Quiere disculparse y que le des otra oportunidad... ¿te gustaría decirle algo?
- Que se puede meter sus disculpas por donde le quepan, con eso compensará las "carencias" de mi hermano.
- Vale, voy a decírselo –accedió James servicial–. Quédate con Peter y deja de redecorar un rato¿vale?
Ágilmente, James salió de la habitación, pensando como embellecer las groseras palabras de Sirius.
- ¿Otra vez aquí¿Tanto me extrañabas? –bromeó Lily al ver a su chico de nuevo en la Sala Común.
- ¿No estabas calmando a Sirius? –Isis arrugó la frente al ver como la pareja se besaba a tres palmos de ella. A ese paso, ella no lo iba probar nunca.
Además de la oriental y la pelirroja sólo estaban Evy y Jack, ya que Giselle se había subido a su cuarto, murmurando algo sobre "compañías que no soportaba".
- Buscaos un motel –aconsejó/ordenó Jack, volviendo a sus apuntes de Historia de la Magia. Luego Jesse le preguntaría la lección y si no se la sabía no la dejaría leer la revista en la que salían las fotos de Brad Pitt desnudo.
- Me distraes, princesa. Y tengo que dar un mensaje –James rozó la nariz de su chica, con la propia antes de volverse hacia la ex de su amigo–. He hablado con Sirius...
- Ya me lo supongo, dado que has ido a tu habitación para eso –el moreno decidió omitir el sarcasmo y el desinterés de Evy y seguir con el plan.
- Está fatal... Te extraña. Pero si eso es lo que te hace feliz, aceptará tu relación Regulus.
Todas las Gryffindor presentes se quedaron impresionadas con esa actitud tan madura de Sirius (demasiado para ser creíble, como comprendió James cuando era tarde). Isis hizo un borrón en el pergamino, Jack directamente dejó caer el tintero al suelo, Lily entornó los ojos, segura de que su chico tramaba algo y Evy aseguró:
- Él no ha dicho eso.
- Así, no. Yo lo he adornado y sintetizado un poco –admitió James–. Costaba entenderle con las lágrimas...
- ¿Lágrimas? –repitieron las cuatro chicas incrédulamente. En especial la Onza.
- Está muy mal –el buscador sacudió la cabeza apesadumbrado–. ¿Quieres que le diga algo que le anime?
- No, pero si se ahoga con sus propias lágrimas, yo estaré más animada –la Onza no pareció especialmente afectada ni por las palabras del moreno ni por las miradas de "qué insensible eres" de sus amigas–. Se lo puedes decir si quieres...
- Mmm –James lo consideró los segundos necesarios para retocar el comentario. Cuando lo hubo logrado, se levantó y dijo–. Vale... Le daré tu mensaje.
- Tu novio está muy raro, Lily –comentó Isis.
- Sí –concordó la pelirroja–. ¿Y tú Evy adónde vas?
- ¿Tú qué crees? –la Onza comenzó a subir las escaleras para el cuarto de los chicos.
De vuelta en su habitación, James encontró nuevas "mejoras" en la decoración: un par de espejos rotos, un cuadro descolgado, Peter tratando de convertirse en un mural viviente y Sirius dando vueltas con expresión asesina.
- Le he dado tu mensaje a Evy –el merodeador de ojos grises paró en seco y palideció hasta quedarse blanco cera.
- ¿Le has dicho la burrada que he dicho antes? –logró preguntar el chico.
- Sí –ante la respuesta de James, Sirius se dejó caer en su cama con las manos cubriéndose el rostro.
- ¿Y cómo se lo ha tomado? –el canino animago alzó un poco la cabeza.
- Mal. ¿Cómo quieres que se lo tome la pobre chica? está destrozada porque tú la tratas con crueldad e indiferencia –le regañó James.
- ¿Te lo ha dicho ella? –se extrañó Sirius. Le costaba demasiado imaginarse a Evy diciendo esas palabras.
- No ha podido: no paraba de llorar y apenas se la entendía nada.
- ¿Sí? –preguntó Sirius con tono entre preocupado e ilusionado.
- Sí –confirmó el heredero de Gryffindor con un suspiro que pretendía ocultar la sonrisa victoriosa por haber logrado ablandar a su amigo–. ¿Qué vas a hacer?
- Dile que ya sabe lo que tiene que hacer si quiere volver conmigo. Ah, y además tiene que jurar que no verá a Regulus nunca más. Son mis condiciones y no pienso rebajarlas por nada del mundo –concluyó Sirius con tono inflexible que mereció un nuevo suspiro por parte de su amigo. ¿Por qué se lo ponían tan difícil?
- Vale, se lo digo –pero al abrir la puerta, James se encontró con Evy tamborileando en el marco de la puerta con sus afiladas uñas de gata–. Vaya, así que no has podido esperar para...
- No pareces haber llorado –la Onza ignoró las nerviosas excusas de James y fijó su atención en Sirius.
- Tú tampoco –apunto el merodeador tras un breve examen.
Luego, la ex pareja centró sus miradas a James, pidiéndole explicaciones.
- Era buena idea, tenéis que admitirlo –Evy suspiró y volteó hacia la Sala Común–. Vamos, pero si estáis deseando volver. Yo sólo quería facilitaros la tarea...
Sirius también decidió irse de la habitación, dedicando una mirada airada a su amigo cuando pasó por su lado.
- Hola –Lily se cruzó con él por las escaleras y arrugó la nariz al ver que no le devolvía el saludo–. ¿Qué le pasa?
- Creo que no le ha gustado demasiado mi plan fallido para que se reconciliaran. No entiendo por qué –James se encogió de hombros.
- Tampoco yo: en el anuncio funcionaba –Lily sonrió burlonamente.
- Pensaba que yo era él único que había visto ese anuncio...
- Sí, conmigo en casa de Andrómeda...
- Sabía que me estaba peleando con alguien por el mando a distancia... -James la abrazó y la besó por el pelo mientras la pelirroja sonreía, tanto por la muestra de cariño como por el recuerdo.
- Ya casi no lo hacemos...
- Eso lo arreglo ahora mismo, en cuanto arregle mi habitación –por encima de su hombro, James observó el desastre en el que su mejor amigo había convertido su cuarto.
- Hablaba de pelear, no de sexo –la pelirroja se rió ante el malentendido.
- Y yo –el guiño juguetón de James indicaba que, efectivamente, hablaba de sexo–. ¿Me ayudas?
- No puedo. Debo ir a la biblioteca a por un libro para el trabajo de Transformaciones –Lily hizo con su fina boca un mohín de disgusto–. Supongo que no lo puedes dejar para luego y acompañarme.
- Supones bien... Tengo que arreglar este caos antes de que McGonagall lo vea y nos pegue otro broncazo sobre la importancia de la limpieza y de no destrozar el mobiliario. Lo siento...
- No importa –Lily sonrió, dando a entender que no había nada que disculpar.
- Yo puedo acompañarte si quieres –se ofreció Peter, apartándose de la pared con la que hasta ese momento trataba de camuflarse.
- Gracias, Peter, pero mejor ayuda a James.
- Vale –contestó el chico con una sonrisa bobalicona viendo irse a la pelirroja.
- Peter, despierta –James chasqueó los dedos ante los ojos de su pequeño amigo para bajarle de las nubes.
- Ah, sí. Limpieza. Vale –Peter dio un respingo y se puso a ordenar frenéticamente.
James contempló a su amigo unos instantes: le encontraba muy raro desde que volvió de Durmstang, especialmente con Lily. Era como si... No, era imposible.
Sacudiendo la cabeza para descartar esos pensamientos, James se puso manos a la obra.
&·&·&
- Sirius¿qué haces aquí? –Giselle se sorprendió de encontrar a su amado en la torre Sur del castillo, ya que nadie iba normalmente por allí.
- Pensar –el moreno se encogió de hombros despertando de sus recuerdos–. ¿Y tú?
- Había venido a pintar –con un movimiento de varita la castaña clara hizo aparecer un caballete, una paleta y los pinceles.
- Pues ya me voy y te dejo en paz –Sirius alzó una mano en señal de despedida dispuesto a irse de la torre.
- No me molestas –Giselle agarró al moreno del brazo para evitar que se fuera. El merodeador observó durante unos segundos la mano que le aferraba como si no supiera muy bien qué era–. Sabes que me gusta estar contigo y no creo que te convenga estar solo, pero tú insistes en estarlo. Todo por culpa de esa guarra de...
- Si cuando dices "guarra" te refieres a Evy, es mejor que no hables así de ella –Sirius alzó un dedo a modo de advertencia a la vez que liberaba su brazo con brusquedad.
- Pero...
- ¡Pero nada! Giselle, si es así como planeas ayudarme, lo mejor es que te estés quietecita –esta vez sí que logró huir de la torre. No se preocupó por lo borde que fue con la castaña clara, que no tenía culpa de la mayor parte de sus problemas y a la que había hecho llorar.
La culpa era de él, por irse a pensar al lugar donde un año antes ayudó a Evy a prepararse para su TIMO de Astronomía... Demasiados recuerdos, demasiado agradables para un área de menos de 15 metros cuadrados.
James tenía razón (como casi siempre) se moría de ganas de volver con Evy, pero no podía. No cuando ya no era capaz de confiar en ella. El problema radicaba en que eso era lo que decía su cabeza, pero su cuerpo reclamaba a la Onza a gritos las 24 horas del día...
Por ejemplo, un rato antes, cuando James la vio en la entrada a su habitación había sentido el impulso de besarla y arrastrarla a la cama sin importarle la presencia de testigos. (Preocupante, teniendo en cuenta que Peter era uno de los testigos) O como ahora, que la estaba viendo sentada en un columpio charlando con Remus...
- ¿Qué le has hecho a mi prima? –Bell, con sus manos en sus menudas caderas y expresión ofendida le tocó en un hombro.
- Nada –Sirius hizo una mueca instintiva de "fijo que yo no fui"–. ¿Por?
- Nada, es sólo que creo que la acabo de ver bajando de la torre Sur llorando como una aspirante a Miss Hogwarts y creo que tú tienes algo que ver con ello... Más que nada porque un cuadro me dijo que tú saliste cinco minutos antes que ella.
- Puede que haya sido algo brusco –admitió el merodeador.
- Sirius, no puedes continuar así. Tienes que dejar de aislarte y pagar tus problemas con los demás. Si quieres volver con Evy, vuelve con ella. Y si no quieres volver... pasa página. Principalmente, porque el testigo de James y Lily, ya lo han recogido Joy y Will. Y la verdad es que lo hacen con más gracia que vosotros dos...
- Eso es verdad... –musitó Sirius.
- Y además, tú no eres así, y a casi nadie le gusta mucho la persona en la que te estás convirtiendo...
- Tienes razón. En todo. Pero es que...
- Lo sé... –cortó Bell. Las cejas del moreno se alzaron con sorpresa–. Vale, no lo sé, pero tal y como estás, me lo imagino...
- Venga, vamos a cenar algo –Sirius le pasó a la rubia el brazo por el cuello y la besó por el pelo–. La semana que viene jugamos con Slytherin y tienes que estar bien alimentada. Últimamente vuelas con menos garra...
- No es verdad –protestó la rubia, siguiendo al muchacho al Gran Comedor.
&·&·&
Unos minutos antes...
Remus y Bell salieron del pasadizo de la bruja tuerta. Se habían escapado a Hogsmeade a la casa de té de Mme. Pudipié a pasar una melosa tarde de besos, risas y mimos.
Apenas habían avanzado unos pasos por el pasillo cuando Remus se dejó arrinconar contra una columna y volvieron a besarse, esta vez con fiereza.
- Treinta puntos menos para Gryffindor por escándalo en los pasillos –gruñó un prefecto (casi fijo que de Slytherin) al pasar por su lado. Bell pegó un respingo y se alejó del licántropo a tiempo para ver a Snape doblando la esquina.
- Aguafiestas –murmuró la rubia con los ojos turquesa entornados–. ¿Por dónde íbamos¿Qué pasa? –preguntó al ver la cara seria de Remus.
- Oye, cariño, lo siento, pero tengo algo que hacer –Remus miraba a través de la ventana a unos columpios. Normalmente estaban vacíos, pero aquel día una chica castaña estaba sentada en uno de ellos.
Bell reconoció a Evy, con la que apenas había hablado desde el sábado en el que la Onza le descubrió el pastel. En parte por el alejamiento que se había autoimpuesto la Onza, pero también porque la rubia no sabía qué decirle... Sin embargo, entendía que su novio y ella estuvieran muy unidos. Encogiéndose de hombros, fue hacia la torre Sur: seguro que su prima estaba allí pintando.
- ¿No te columpias? –Evy se irguió en el asiento al escuchar una voz masculina. Pero al ver que era Remus, se relajó totalmente.
- No me apetece –la Onza se sentó de lado, apoyando la espalda en una de las cadenas, mientras el licántropo hacía lo propio en el columpio de al lado–. Parece que todo te va muy bien...
- Ya ves –Remus se encogió de hombros con una sonrisa pícara en el rostro–. Y tú¿cómo estás?
- No lo sé. Cansada... Me paso todo el día evitando a Sirius, tratando de no pensar en él sin conseguirlo o buscando semejanzas entre él y Regulus. Eso sin contar el temita de las clases –la Onza dejo escapar un ruido de cansancio.
- No me extraña –se burló Remus.
- No tiene gracia.
- Sí la tiene, la verías si no te lo tomaras tan en serio.
- ¿Cómo no tomármelo en serio? Es cuanto menos agobiante...
- Lo sería menos si quitaras a Regulus de la ecuación.
- Vaya, es la manera más sutil y directa a un tiempo de decirme que me aleje de él que he oído esta semana. Y te aseguro que he oído muchas...
- Gracias. ¿Me harás caso?
- Sabes que no.
- Podías mentirme y prometer que lo vas a intentar.
- Si te lo prometo no te podré mentir y lo tendré que cumplir.
- Exacto. ¿A que es un plan brillante? –Remus sonrió con orgullo triunfal.
- No está mal –concedió la Onza.
- ¿Entonces lo prometes?
- Te prometo que no buscaré su compañía pero si él busca la mía no pienso quedar como una maleducada rechazándole... ¿Te vale?
- Por el momento, sí –asintió Remus. Ya endurecería las condiciones cuando viera a la castaña más receptiva–. Pero a cambio de mi concesión, tendrás que cenar conmigo ahora mismo.
- Te estás pasando –la sonrisa divertida de Evy restaba peso a la amenaza.
&·&·&
- Esto es una pesadilla –Lily dejó caer la pluma sobre el pergamino y se apartó el pelo de la cara con expresión desesperada.
Transformaciones ya le resultaba una asignatura bastante complicada sin la voz de Sekhmet dándole la vara cada cinco segundos...
"Si tuvieras el Cetro no sería necesario que estudiaras" ronroneó la desquiciante voz de su antepasada en su cabeza.
"No te estoy escuchando" canturreó Lily sin decir palabra.
"Sí lo estás haciendo..." replicó la reina egipcia en igual tono. La joven druida apretó las mandíbulas. "¿Qué pasa con nuestro Cetro¿Cuándo vas a recuperarlo?"
"¿Cómo voy a hacerlo? Esta en la Cámara de Dippet, la más segura del castillo, que por cierto no sé ni dónde está, ni cómo llegar a ella, ni cómo sortear las trampas que componen sus sistema de seguridad" alegó Lily rápidamente.
"¿No estudiaste gimnasia rítmica de pequeña¿No malgastaste esas habilidades en un patético concurso de belleza¡Pues úsalas ahora para algo menos frívolo!"
"Sigue estando el problema de que no sé donde está la Cámara en cuestión"
"¿Qué crees que has estado garabateando en ese pergamino mientras hablábamos?"
Lily bajo la vista hacia el pergamino: había dibujado un mapa que le indicaba cómo llegar desde su cuarto o la biblioteca hasta el Cetro.
- Basta –suplicó la joven en voz alta –, no quiero seguir con esto.
"Claro que quieres, por eso me has escuchado con tanta atención bebiéndote mis palabras, porque quieres llegar hasta el final"
"No quiero. Se acabó" Con toda su furia, Lily hizo una pelota con el pergamino y lo lanzó a la papelera. Luego recogió todas sus cosas y salió de la biblioteca, golpeando con fuerza las puertas batientes de la misma.
Apenas el movimiento de las mismas se detuvo, alguien las volvió a golpear, esta vez hacia dentro.
- Idiota, soy idiota perdida –se recriminó Lily mientras rebuscaba en la papelera en busca del pergamino con el mapa.
Y con todo, lo peor, era que le pareció oír la risa burlona de Sekhmet como música de fondo.
Muajjjjjasssss.
Cállate, Sekhmet que tu risa es más desagradable que las de la rata y Voldemort juntas... Y eso ya es decir mucho. En fin, antes de hablar un poco de cuestiones trascendentales del futuro, vamos a aclarar dudas del pasado. Esta es una nueva "sección", por así llamarla, destinada a aclarar dudas que, por los RR, parecen bastante generales o que son importantes.
Una de ellas, es un punto sobre el Cetro de Sekhmet. ¿Os acordáis de Karen, la madre de Kevin? Bien, ella escribió una nota para Ethan (que no llego a enviar) en la que les avisaba de que debían ocultar el Cetro. Eso hace suponer que el Cetro estaba en manos de la familia de Evy, cosa que ya sabemos que no es verdad porque el Cetro no se ha movido del Bosque de piedra en mil años (más o menos). Pues bien, la explicación está en que Gloria Gryffindor hizo una falsificación del Cetro y se la entregó a los Mahutam para que la custodiaran... ¿Por qué? Eso no os lo puedo decir de momento.
La otra duda es un poco más suave: el nombre de Calvin Hobbes no se debe a ningún filósofo, sino a los protagonistas de un cómic de Bill Watterson. Calvin es un niño con una imaginación hiperactiva y Hobbes es su tigre de peluche y el cerebro pensante de la pareja...
Más cosas... Ah, sí. El anuncio al que se referían James y Lily es uno antiguo de Coca Cola, también hay una escena inspirada en Friends y... Creo que no me dejo nada. pero si lo hago vosotras me lo decís.
Y ahora sí, cuestiones trascendentales para el futuro cercano¿Qué hará Lily ahora que tiene el mapa para conseguir el Cetro¿Encontrará Jack alguien que la apoye y podrá confesarle sus sentimientos a Remus¿Congeniará Loveday con la profesora de aparición de Joy¿Aprobará Joy aparición gracias a sus labores de celestina¿Cumplirá Evy la promesa que le hizo a Remus y pasara de Regulus¿Ganará Gryffindor su partido contra Slytherin?
Todas estas preguntas encontrarán su respuesta en el próximo capítulo, dentro de dos semanas, día arriba, día abajo. Hasta entonces, sed buenos/as dejad muchos RR y besos de Tónica Schweppes (o como se escriba) para mis niños y del tío bueno que la anuncia para mi y mis niñas.
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de MikaGranger. Ganadora de dos premios anuales de HA. Luz al final del túnel de Deathkisse. Creadora del amor platónico de Samael Bene Elohim.
