Hola, hola. ¿Cómo vamos por el mundo¿Cuesta abajo y sin frenos tal vez¿Sí? Bien, consuela saber que no eres la única. Maldito 2006. Y pensar que aún quedan siete meses para que termine...
Bueno, antes de que nos de a todos por deprimirnos de forma irreversible, mejor os recuerdo que los RR están contestados en otro RR, firmado por mi misma y me lanzó a tratar de resumir el capítulo 33. Por cierto, pocos me agradecisteis este nuevo apartado. Snif, con lo que me cuesta resumir...
Resumen 33: Para disgusto de algunas/os y alegría de otros/as, Remus y Bell no cortaron. Evy le devolvió sus cosas a Sirius, aunque le ha prometido a Remus que se alejara de Regulus. Joy y Will siguen sin saber definir su relación. Sekhmet le dio a Lily un mapa, explicando cómo llegar Hasta el Cetro.
Por amor al arte 34.
Cuestión de Suerte.
Lily guardó el pergamino con el mapa en la parte de su baúl destinada a los calcetines y trató de olvidarlo.
Por el día era una tarea realmente sencilla: las clases, el desdoblamiento de su grupo de amigos, James y Canadá la mantenían ocupada. Pero por la noche, no importaba lo tarde que se acostara, todas y cada una de sus energías cerebrales (pensamientos, ideas, sueños o como queráis llamarlos) derivaban hacia el Cetro y a un plan para robarlo usando el mapa.
"No es por meter presión, pero Dumbledore ha decidido trasladarlo a Gringotts este sábado, mientras se juega el partido Slytherin versus Gryffindor" le informó Sekhmet durante una clase de repaso de Encantamientos bastante pasiva.
"¿Cómo lo sabes?" se sorprendió Lily.
"Es lo que tiene estar muerta: ves los pensamientos de los vivos presentes, pasados y futuros"
"Pues si ves el futuro, pásame los números premiados del próximo sorteo de la lotería" bromeó la pelirroja.
"Recupera el Cetro y será mejor que si te hubiera tocado el premio gordo de la lotería mágica. Y ahora, atiende en clase que están a punto de preguntarte. ¡Demuestra a esos advenedizos porqué los druidas somos superiores a ellos!"
- Nombre del encantamiento que permite agitar las aguas, Srta. Evans.
- Maremagnum –respondió tan rápidamente Lily que nadie podría pensar que estaba distraída.
- ¡Correcto! –Flitwick continuó con la ronda de preguntas rápidas hasta que terminó la clase–. Mañana repasaremos los trabajos que me entregasteis la semana pasada. Hasta entonces…
- ¿Qué ha dicho de un trabajo? –Loveday, que había estado más distraída aún que Lily, se colgó del brazo de la pelirroja para que le explicara la tarea.
- Uno que hemos entregado todos esta mañana –la vaciló Sirius.
- Todos menos tú –James continuó con la broma de su amigo, pese a que la rubia había palidecido.
- No es verdad –rechazó Loveday con seguridad–¿verdad? –se volvió hacia Lily con mucho menos aplomo.
- No, no es verdad –la tranquilizó la pelirroja–. Se refería a los trabajos que entregamos la semana pasada y que puntuaban para los EXTASIS. Es que desde que has conocido a la examinadora de Aparición de Joy estás en la parra…
Loveday se limitó a sonreír y suspirar soñadoramente… Llevaba una semana viéndose con Clover y les iba genial. La examinadora en cuestión tenía diecinueve años, pelo castaño caoba, ojos azules, "nariz graciosa" y estaba realizando las prácticas para profesora de Aparición.
La rubia insistía en que la gran diferencia entre Clover y Lily/Anne era que con la primera sus fantasías de futuro se limitaban a comprar un pez de colores como mascota común, mientras que con las segundas, aspiraba a la mecedora frente a la chimenea con sus nietas jugando a sus pies… Claro que lo de la mascota era una señal de que empezaba a superar lo de Lily.
A la pregunta más obvia, la de cómo pensaba a tener a los padres de las susodichas nietas, Loveday respondía:
- Inseminaciones artificiales alternas. Un niño yo y el otro mi pareja…
- ¿Y el padre James, no? –se burló Lily, haciendo que su chico, que iba a su lado, frunciera la frente.
- En tu caso sí. Pero con Anne aún no le conocía –confirmó Loveday.
- ¡Cuanta gilipollez hay que oír! –gruñó James.
- ¡Qué ingrato! Encima que no me iba a poner celosa si tú y Lily engendrabais al niño a la antigua usanza –la rubia meneó la cabeza, como decepcionada por la poco madura conducta de su ex postizo.
- Me gustaba más cuando os llevabais mal –replicó el buscador, alejándose de las chicas.
Aunque aquello no era del todo cierto, la verdad es que a James le alegraba que Lily se sintiera lo bastante cómoda como para bromear con el tema. Y que Loveday siguiera el juego también era buena señal.
Volviendo al presente, Loveday puso su tono más meloso y le dijo a Lily:
- Tranquila, cielo, sabes que sigues siendo mi chica favorita…
- ¿Creéis que debo cortar esto? –James se volvió hacia sus amigos en busca de consejo.
- Está interesante –opinó Sirius.
- Sí –apoyó Peter, con una mueca de salido baboso que le valió miradas de asco por parte de sus amigos.
- Córtalo –aconsejaron a coro Remus y Sirius.
- Ya vale de tontear con mi chica¿no? –James intervino raudo y veloz, pasando un posesivo brazo por la cintura de la pelirroja y poniéndose entre ambas chicas.
- Mm. Me parece que tu chico está celoso –canturreó Loveday.
- A mí también. ¿A qué es una monada? –Lily agarró al moreno de pelo revuelto por el mentón y le plantó un burlón beso en los labios.
- Soy una monada –repitió James, dedicándole una mirada de superioridad a su ex novia y rival.
- ¿Son siempre así? –Giselle aún no llevaba el suficiente tiempo de vuelta en Escocia como para haberse acostumbrado de nuevo a la extraña dinámica que caracterizaba las relaciones de la casa de Gryffindor.
- No, hoy están calmados –contestó Bell, encantada de ver que todo iba más o menos bien.
Sirius volvía a ser el chico encantador, bromista y divertido de siempre. En parte por la mini bronca de Bell y en parte porque en toda la semana Evy no se había acercado a ningún chico (ni siquiera a Regulus, aunque tampoco al propio Sirius)
Remus y ella estaban mejor que nunca y hasta Jack parecía aceptarlo, ya que se había volcado en sus estudios: siempre que la veían estaba estudiando con alguien. (Bueno, en realidad intentaba convencer a su interlocutor de que revelarle a Remus sus sentimientos era buena idea.)
En aquellos momentos, la atención de la escuela se centraba en el partido que enfrentaría a Gryffindor y Slytherin, ya que cerraría la temporada de Quidditch y decidiría al campeón de la copa, cosa que, por cierto, tenía a Will de los nervios. Unos nervios que Joy había logrado desquiciar bastante al negarse en repetidas ocasiones a hacerse la prueba de embarazo.
Hasta que una tarde, ella perdió los papeles y soltó:
- Pero si me vino la regla el otro día que me quedé sin crema antiarrugas…
- Te mato –dijo Will, tras unos segundos de silencio–, te juro que te mato… lo sabías desde hace quince días y a mí me has tenido en ascuas todo ese tiempo…
- Es que pones una cara tan graciosa cuando te preocupas… ¿Will¿A dónde vas? –preguntó la morena al ver que se iba sin despedirse–. ¿Will?
Fueron las últimas palabras que cruzaron hasta la fecha… Bueno, ella sí le hablaba, pero él se comunicaba con ella a través de otras personas, incluso para lo que tenía que ver con el Quidditch.
En aquellos momentos, Evy y Jesse eran los que habían asumido el papelón de aguantar el estrés del muchacho para que los cuatro integrantes del equipo que cursaban séptimo pudieran relajarse.
Al menos, hasta que esos alumnos se cruzaron con Snape y Rosier. El segundo parecía deprimido, pero al verlos trató de disimularlo sin demasiado éxito.
- ¿Y a ése qué le pasará? –se preguntó Bell.
- Que sabe que van a perder y llora por adelantado –aseguró Sirius con orgullo.
- Pero la cosa, como os podéis imaginar, no iba por ahí.
- ¿Quieres contarme de una maldita vez lo que te pasa? –perdió la paciencia Snape. Bastantes problemas tenía él, que debía escribirle a Malfoy todos los días para darle a conocer sus avances en la búsqueda del amante de su esposa, como para añadir a ellos las gilipolleces de su amigo.
- No, que te vas a reír y pensarás muy mal de mí –se negó el castaño Slytherin.
- Como quieras –Snape se encogió de hombros. Él había preguntado, luego ya había cumplido como amigo.
- Vale, ya que insistes tanto, te lo cuento. Pero en nuestro cuarto que no quiero que nadie lo oiga –Rosier arrastró a su amigo de vuelta a su habitación y, tras cerrarla con (al menos) veinte candados y hechizos para que nadie escuchara, pareció decidido a hablar. No sabía que ni los candados ni los hechizos le valían de nada porque Regulus, que se aburría en su propia habitación, acababa de encontrar la forma de entretenerse.
- Snape, anoche tuve un sueño… –empezó a hablar Rosier con tono vacilante.
- Ay, madre –se le escapó al moreno. Una confesión que empezaba en plan Martin Luther King no podía ser sana.
- Fue terrible –prosiguió Rosier con tono de alguien que le revela a su psiquiatra la experiencia más traumática de su vida–, estábamos jugando contra Gryffindor y perdíamos…
- ¿Esa es tu pesadilla? –en la voz de Snape había en igual medida irritación y alivio. Al menos, no era tan grave.
- Deja que termine, porque es verdaderamente horrible. Me empezaba a doler la Marca Tenebrosa tan fuerte que me terminaba desmayando… Cuando me despertaba, estaba en una bañera donde una excitante enfermera (pero muy excitante) me enjabonaba con una esponja…
- No tengo ganas de oír otro fruto de tu mente sobrecargada de feromonas…
- La enfermera excitante era Regulus Black –interrumpió Rosier con un sollozo trágico que no tenía nada que envidiarle al que Joy habría elegido para la ocasión.
En su habitación, el primer impulso del aludido al oírlo fue pensar que Snape y Rosier habían descubierto los micrófonos y habían montado aquella farsa para vengarse de él, a la vez que se partían de risa a su costa. Pero después, recordó que Rosier y Snape últimamente no destacaban por captar lo más obvio, así que tenía que ser cierto.
- ¡Pero eso es asqueroso! .¡No puede ser! –exclamaron a la vez, en distintas habitaciones, Snape y Regulus.
- ¡Eso me digo yo! –Rosier enterró su cara entre sus manos–. Estoy enfermo: me he arruinado yo solo mis fantasías con la enfermera Pomfrey…
- ¿Tienes fantasías sexuales con la enfermera Pomfrey? Eso sí es preocupante…
- ¿Por qué? Es una mujer…
- De noventa años… Al menos, Regulus tiene nuestra edad.
- ¡Eso! .¡Cachondéate! Valiente amigo estás tú hecho…
- Si quieres un amigo "valiente", mejor lo buscas en Gryffindor…
- ¿Sabes qué? Que tu actitud me obliga a buscar a Malfoy y decirle que he encontrado al amante de su esposa. Quien sabe, igual me recompensa y todo…
Durante unos segundos, Snape palideció ante la amenaza. Pero en seguida se recuperó y retó a su amigo con voz burlona:
- O igual te castiga por no haberme delatado antes…
Regulus ya había escuchado lo suficiente como para ir a terapia de por vida. Deshizo el hechizo que le permitía escuchar lo que pasaba en la habitación de los chicos de séptimo y se preguntó en qué mujeres confiaba lo bastante como para que le hicieran de psiquiatra…
Narcisa. No, que ella tenía bastante con sus problemas conyugales… Aunque ella se casó con Malfoy y se acostó con Snape por propia voluntad. Pero el pobre Regulus no quiso que Rosier soñara con él en esas circunstancias…
¡Cielos!. ¿Y si le había provocado de forma inconsciente! Con todas esas rencillas que había habido entre ellos, igual le había malinterpretado ese pervertido sexual… ¡Era horrible! Se culpaba a sí mismo, tenía que hablar de aquello cuanto antes o se volvería loco.
¡Evy! Claro, la ex de su hermano era la más adecuada para escucharle, como ya hizo antes. Aunque ahora le rehuía un poco… Pero aquello era tan importante como lo otro, seguro que le escuchaba.
"Seguro que sí", se repitió así mismo mientras salía a buscar a la Onza.
La chica en cuestión estaba junto a Jack en la grada del campo de Quidditch. Acababan de comer y el resto del grupo de sexto se había ido a cambiarse para el entrenamiento o a Runas (en el caso de Jesse y Bifidus).
- ¿Y no has vuelto a ver a Regulus? –Jack llevaba los ojos ocultos por unas gafas de sol y tenía la cara vuelta hacia el astro rey, tratando de ponerse morena.
- Verle, sí, pero ya no hablo con él tanto como antes. Aunque extraño sus conversaciones: sus historias enganchan y me da rabia quedarme sin saber cómo termina el culebrón que han montado Snape, Narcisa y Malfoy –la Onza estaba untándose crema protectora de zanahoria.
- Ya, claro. Y que te estuvieras pillando por él no tiene nada que ver… Menos mal que Remus te hizo prometer que no volverías a ver al casimortífago, si no ya te veía casada con él. ¿Sabes? Creo que no deberías limitar tus experiencias sexuales a los miembros de una sola familia…
- ¿Sigues sin encontrar a nadie que crea que es buena idea que le digas a Remus que estás enamorada de él? –cortó Evy con un falso tono de inocencia que no enmascaraba la irritación de la Onza.
- No, no lo encuentro –confirmó Jack con un suspiro–. Y no entiendo por qué. Si yo quiero convertirme en una kamikaze emocional, es mi puñetero asunto. ¡No temo asumir ese riesgo!
- Ya, pero el problema es el objetivo contra el que te vas a estrellar. Por eso no encontrarás a nadie que te apoye…
- No lo entiendo –siguió la joven Sparrow como si no hubiera escuchado a su amiga–, ni Misi, ni Sam, ni Doris… ¡Ni una Slytherin a la que se lo pregunté! Una Slytherin, que son lo más amoral que hay… no lo entiendo.
- Pues vaya… ¿Cuál es el ingrediente más activo de la poción multijugos: a) el pelo de la persona en que te transformarás; b) las escamas de serpiente arbórea africana; o…
- c) la belladona, que estabiliza las dos fases formando una emulsión –Jack ya se había acostumbrado al estilo de "enseñanza" de Evy.
Las preguntas podían surgir en cualquier momento, sobre todo si la joven Sparrow estaba distraída. Al igual que las explicaciones… Lo más curioso es que la técnica funcionaba: antes, el profesor Venom le preguntaba sólo cuando le apetecía bajar puntos a Gryffindor, es decir, a todas horas, pero ahora era la propia chica la que levantaba la mano en clase. Si todo seguía así, su nota en Pociones sería un Extraordinario, algo impensable tres meses antes.
- ¿Entonces ya no te ves con Regulus? –repitió de pronto la castaña de pelo rizado.
- Ya te he dicho que no –se irritó la Onza–. ¿Por qué? –preguntó unos segundos después con extrañeza.
- Porque está viniendo hacia aquí…
"Oh, oh" pensó Evy al abrir los ojos y comprobar que era cierto.
No tenía el menor problema en hablar con su ex cuñado, el punto era que el entrenamiento estaba a punto de empezar y no quería tener bronca con todo el equipo de Quidditch de Gryffindor, que no estaba muy sereno aquellos días.
Era una de esas situaciones en las que se requería pensar rápido… Por desgracia para Evy, su neurona encargada de ello había muerto y ascendido a los cielos, o por lo menos había perdido capacidad operativa, ya que para cuando reaccionó, Regulus había llegado a su lado.
- ¿Te vas? –preguntó el Slytherin suspicazmente al ver que la castaña estaba recogiendo sus cosas.
- Sí. Gryffindor está a punto de entrenar y prefiero no ver a ciertas personas… –Evy señaló al vestuario con mirada sombría, pero luego con tono afable, casi cariñoso, dijo–¿Vienes a espiarles?
- La verdad es que no tenía ni idea de que entrenaban. Te estaba buscando a ti. Es que me ha pasado algo realmente horrible, pero mejor no te lo cuento, que tú ya tienes bastantes problemas –Regulus se dio la vuelta, decidido a irse.
- ¡Espera! De verdad que no importa, cuéntame –insistió Evy que, al verlo tan mal, pensó que la culpable de dicho estado anímico era su madre.
- De reojo, vio a Jack rodando los ojos como diciendo "¡qué blanda eres!"
- Es que… Rosier me ha obligado a vestirme de enfermera y enjabonarle la espalda –sollozó Regulus.
- ¿QUÉ? –se escandalizaron las Gryffindor a la vez. Una incluso le abrazó, pero no fue Evy, sino Jack.
- ¿Y eso cómo paso? .¿Te lanzó un Imperius? –quiso saber Jack.
- ¿Eh? –Regulus levantó la cabeza del hombro de la chica confuso, como si acabara de darse cuenta que no estaba abrazado a quien pensaba que estaba abrazado–. No. Él lo soñó...
- Ah... –entendieron las dos Gryffindor. Evy enseguida le vio la gracia al tema y tuvo que contenerse para no reír, pero Jack se lo tomó demasiado en serio.
- ¿Pero cómo pudo pasar eso? –dramatizó la joven.
- No lo sé... Me siento tan culpable –Evy palmeó el hombro de su cuñado, poniendo cara de póquer. Tampoco podía hacer más, porque Jack se había tomado demasiado en serio lo de consolar a la "pobre víctima de acoso sexual astral".
- Pero no es culpa tuya, ese chico es un psicópata sexual. Mira que el año pasado le pidió tema a Jesse¿verdad, Evy? Claro que eso no tiene nada de raro, porque Jesse tiene su morbo. No estoy diciendo que tú no lo tengas, es sólo que...
- ¿Os dejo a solas? –sugirió Evy cuando Jack tomó de la mano al Slytherin sin darse cuenta de ello. Vale, sí que le había molestado un poquito. Sobre todo, después de los discursos que había soportado por parte de sus amigas incitándola a alejarse del chico en cuestión.
- No, me voy yo. No quiero que vuelvas a tener problemas con mi hermano por mi culpa... ¿Irás luego a la biblioteca?
- No sé...
- Iremos, iremos –Jack cortó la evasiva respuesta de su amiga, que la verdad es que no las tenía todas consigo.
Cuando el Slytherin se fue, la Onza le dedicó una mirada de "¿Y eso a qué ha venido?" a la joven Sparrow.
- ¿No irías a dejar tirada a una persona que pide ayuda? Con lo que les cuesta a los Black admitir que la necesitan...
Evy suspiró: aquellos cambios de humor de Jack la agotaban bastante. Al bajar la vista hacia el campo se encontró con Remus. Durante unos segundos, palideció ante la idea de que Sirius la hubiera pillado con su hermano otra vez, pero se tranquilizó al ver que el licántropo era el primero en salir al campo. ¿Qué importaba que su expresión no presagiara nada bueno?
- Nos vemos en Gryffindor –Evy agarró su bolso y saltó al campo. Quería hablar con Remus antes de que Jack (que se removía ansiosa a la vista del licántropo) pasara al ataque.
- ¿Qué pasa? –preguntó la Onza al llegar al lado del chico.
- Eso digo yo: .¿qué pasa? –gruñó Remus, pero no hacia esa castaña, sino hacia otra que apareció por detrás de ella. Y es que Jack había recogido realmente rápido–. ¿Qué hacías hablando con Regulus?
- ¿Estás celoso? –se ilusionó la aludida sin molestarse en responder a la pregunta.
- No te emociones, sólo me preocupa que le estuvieras tomando de la manita a ese mortífago...
- Presunto mortífago –matizó Evy, que sí pensaba que el chico estaba celoso.
- Tú mejor calla, que es todo culpa tuya: tú le introdujiste en nuestras vidas –Remus volteó hacia la Onza, que se preparó para replicar.
- ¿Entrenamos o qué? –sugirió Will, con un tono que más bien sonaba a orden directa, evitando que Evy contestara.
- O qué... –contestó Remus de mal humor antes de levantar el vuelo.
- ¿Qué le has hecho? –a Will le faltó tiempo para culpar a su hermana del cabreo de su golpeador.
- Nada –la respuesta de la muchacha no logró que su hermano se tranquilizara.
- ¿Es grave? –le preguntó el prefecto a la Onza cuando Jack y sus oídos estaban lo bastante lejos de la conversación.
- Mucho –aseguró Evy con una carcajada–, Remus la vio hablando con Regulus y ahora está celoso... ¡Ni se te ocurra culparme a mí! –sin esperar respuesta a su advertencia, la Onza giró 180º para volver al castillo.
- No iba a hacerlo –musitó el capitán antes de voltear hacia su equipo, en concreto hacia sus golpeadores, con un brillo astuto en su mirada.
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- ¡Evy! –la aludida, que estaba en los sofás de la sala común junto a Jesse y Bifidus, alzó la vista hacia Will. Lo curioso era que el prefecto la había llamado con un tono bastante alegre.
- ¿Qué? –la Onza le observó con desconfianza mientras se sentaba a su lado.
¿Has vuelto a hablar con Regulus?
- No –mintió Evy. Había estado con él en la biblioteca el tiempo suficiente como para calmarlo y volver a Gryffindor antes de que terminara el entrenamiento, pero como no entendía el porqué de la pregunta, prefería mantener dicha información en secreto.
- ¡Mal! –bramó Will–. No sabes lo bien que me han jugado Remus y Sirius, todo gracias a tu pequeña charla con Regulus de hoy.
- Sirius no sabe nada de esa charla con Regulus.
- Sí que lo sabe, se lo dije yo –explicó tranquilamente el prefecto antes de volver al punto G de la cuestión–. Por eso ha jugado tan rematadamente bien... Así que de ahora en adelante y hasta el partido, quiero que se te vea mucho con él. Y te llevas a Jack. Y a Lily... ¡Todo sea por la victoria de Gryffindor!
- Menos mal que el partido es mañana y no tendrás que obedecerle mucho tiempo –intervino James, que acababa de entrar en la torre buscando a Lily.
- Will, .¿eres consciente de que hay gente que no tiene tanto interés como tú en ganar la Copa de Quidditch? –dijo Jesse, ganándose unas miradas homicidas de los dos jugadores.
- ¿Quiénes? –preguntaron con tono amenazante.
- Nadie de Gryffindor –aclaró Evy con tono conciliador–. Pero lo vuestro es flipante: ahora que no quiero seguir viendo a Regulus, las personas que no querían que lo siguiera viendo quieren que lo siga viendo...
- ¿No quieres seguir viendo a Regulus? –James miró algo decepcionado a la Onza.
- ¿También quieres que lo siga viendo?
- Es que me gustaría saber el final del culebrón de los cuernos de Malfoy –James tuvo el detalle de ruborizarse ligeramente.
- ¿Cómo es que no quieres seguir viéndole? Hace unas semanas parecías dispuesta a mucho más que verle. Hasta decías que era mono... –Jesse compuso una mueca de asco que fue coreada por los chicos presentes.
- Y lo sigo diciendo –Evy ignoró la nueva mueca de asco–, pero ahora cada vez que lo veo me lo imagino vestido de enfermera, enjabonando a Rosier y, claro, me es imposible no reírme en su cara.
- ¿Cómo? –todos los chicos, especialmente James, le pidieron que les contara eso mejor.
La Onza estaba en ello cuando entró el resto del equipo.
- ¿Qué es tan divertido? –una ducha había mejorado el humor de Sirius lo bastante como para que estuviera dispuesto a unirse a las bromas. Pero al ver que estaba Evy en el grupo, se quedó cortado.
- Ven, anda, ven a que te cuente Evy de lo que estaban hablando ella y Jack con tu hermano. Te va a encantar...
- Lo dudo –Sirius miró con desconfianza a James y Will. Especialmente al segundo.
- No es verdad que le haya pedido matrimonio a Evy, lo dije para motivarte durante el entrenamiento –explicó Will sin dar demasiadas muestras de arrepentimiento.
- ¿Que le dijiste qué? –preguntó Evy con tono amenazador.
- Lo que acabas de oír. Es que a veces este chico no piensa... –Joy se sentó en el apoyabrazos del sillón de su amiga para evitar que matara a Will, aunque se lo mereciera–. ¿De qué iba la cosa¿Novedades en el caso "cuernos de Malfoy"?
- Mejor. Rosier ha soñado con Regulus enjabonando su espalda vestido de enfermera –les contó un emocionado Bifidus.
- ¡Iba a contarlo yo! –protestó Evy.
- Pero como no arrancabas... –se excusó el amante de los bichos.
- Por eso lloraba Rosier por los pasillos –comprendió Bell, casi brincando de la emoción.
- No, si ya decía yo que Rosier era bisexual por lo menos. Lo que me extraña es que soñara con Regulus y no con Snape –opinó Joy.
- No eres capaz de dejar de hablar de él –Will entornó los ojos, que brillaban de puros celos.
- ¡Pero si no le había mencionado en todo el día hasta ahora! –se defendió la morena.
- ¿No es increíble? Se están hablando –fingió asombrarse Isis.
- Más bien se están gritando, pero sí que es una novedad que lo hagan directamente, y no a través de otras personas –apuntó Jesse.
- Para mí que Rosier ha esnifado los ingredientes de Pociones de Snape –Sirius miró de reojo a su ex, como si esperara que ella defendiera a su hermano menor, pero la Onza se limitó a sacarle la lengua con un gesto casi cariñoso. A remarcar el "casi".
- Ya, pero en su caso puede que sea a posta –agregó Remus con un gruñido.
- Yo creo que es por el agua que beben en las comidas. Estas tuberías son muy viejas y seguro que liberan plomo y de todo –teorizó Bell.
- Beben zumo de calabaza –corrigió Joy.
- Pero era una buena teoría –reconoció James.
Cuando Lily llegó de la biblioteca se encontró con la panda de toda la vida reunida en pleno en la sala común... Charlaban, reían, bromeaban, se picaban unos a otros… como en los viejos tiempos, pero mejor.
- ¿Pero qué pasa ahí? –Giselle había entrado tras la pelirroja y observaba la escena con extrañeza.
- Ni lo sé, ni me importa –Lily avanzó al círculo que formaban sus amistades con una radiante sonrisa en los labios.
Aquella noche, la pelirroja durmió casi de un tirón. Casi olvidó que a la mañana siguiente Dumbledore tenía previsto trasladar el Cetro a Londres...
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El día del partido que enfrentaría a Gryffindor y Slytherin amaneció soleado. O al menos, eso les contaron a los jugadores de Gryffindor, que fueron despertados antes de que amaneciera por su histérico capitán y desde entonces no dispusieron ni de cinco segundos para darle un vistazo al cielo...
- Es más nazi que yo –gruñó James a Sirius mientras daban su séptima vuelta al campo corriendo.
- Will¿podemos hablar? –le pidió Joy a su capitán antes de empezar el partido.
- No –decidió el joven tras darle un fugaz y gélido vistazo.
- Es que te veo últimamente bastante furioso –siguió la morena como si nada–, y sé que yo tengo gran parte de la culpa, por eso no me importa que lo pagues conmigo, pero sí me molesta que cargues contra los demás. Por favor, cariño, tienes que buscar alguna otra forma de desahogarte...
Sin previo aviso, Will la agarró por la cintura y la besó con furia...
- ¿Qué tal esa forma? –preguntó el prefecto al separarse.
- No está nada mal –concedió la morena, ligeramente atontada al principio–. ¡No¡Está fatal¡Acabamos de gafarnos¡Vamos a perder!
- Voy a demostrarte que eso no es más que una absurda superstición y que no pasa nada por estar juntos –terció Will en el oído de la joven con un tono tan seductor como desafiante.
- Ojalá tengas razón –suspiró Joy cuando él ya no podía oírla.
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Las gradas estaban llenas a rebosar, aunque aquello no era una excusa para que Peter se arrimara tanto a Lily, o al menos eso pensaba la pelirroja, que se cambió de sitio pasando al otro extremo del grupo, entre Jack y Eduard McKinnons.
- ¿Te estaba molestando? –el rubio de Ravenclaw le dedicó al gordo Gryffindor una mala mirada. Lily había sido su compañera de Alquimia de toda la vida y hubo un tiempo que estaba medio colado por ella (en parte por molestar a James), por eso se sentía en la obligación de protegerla.
- Está un poco pesado desde que volvió, pero sé manejarle –negó la pelirroja.
- Si te refieres a que está más gordo que antes y menos estiloso que nunca, te apoyo –Samantha Kane observó a Peter con una de esas miradas que sólo dedicaba a los plebeyos.
- También, también –reconoció Lily riendo.
Tras el breve intercambio de bromas, los dos Ravenclaw devolvieron su atención a Suzette Simmons, que les deleitaba con sus últimas andanzas amorosas, y Lily se acopló a la discreta discusión en la que estaban inmersas Evy y Jack.
El tema de la misma: Remus, por descontado. Desde el supuesto ataque de celos que tuvo el licántropo el día anterior al ver a Jack abrazando a Regulus, la descarada joven estaba más convencida que nunca para confesarle sus sentimientos.
- Pero se puso celoso, eso debe de significar algo –y aquél era su argumento estrella.
- Puede que no fueran celos, tal vez sólo fuera preocupación fraternal... –intervino Lily.
- No, Lily, yo le vi y estaba celoso –aclaró Evy.
- Y ella también –agregó Jack señalando a la Onza.
- Jack, estaba poniéndome de tu parte –Evy le imprimió todo el énfasis que pudo al "estaba", dando a entender que aquello no iba a volver a repetirse.
- Es verdad, estoy tonta. Para una que me apoya, voy yo y me meto con ella –se regañó a sí misma la joven Sparrow.
- Bueno, mejor cambiemos de tema, que no conviene que nos oigan ciertas personas –Lily desvío sus ojos verdes hacia Giselle, un poco alejada de ellas y que esperaba junto a Bifidus que empezara el partido.
- Tranquila, está casi en éxtasis místico esperando a que aparezca Sirius –al pronunciar el nombre de su ex, la Onza movio los párpados rápidamente como hacía su rival cuando mencionaba al chico–. Por favor, decidme que yo nunca fui tan pánfila...
- Nunca lo fuiste. Estabas demasiado ocupada fingiendo que le odiabas para comportarte como una pánfila –apuntó Lily.
- Hablando de rubias que nos caen mal: Anya sigue sin salir de la enfermería –comentó Jack.
- ¿Y no te sientes un poquitín culpable? Después de todo, tú la mandaste allí –Evy se puso unas gafas de sol y sonrió burlona.
- Se lo merecía –replicó Lily por su joven amiga.
- No lo discuto, pero como siga así se va a morir deshidratada y vendrán los del Ministerio, se pondrán a investigar y... ¿Vosotras no habéis sufrido nunca una investigación ministerial? –preguntó Evy con tono casual, como quien quiere saber si alguien ha probado un nuevo sabor de refresco.
- No –admitieron las otras dos.
- Pues son un verdadero coñazo. Y si incumben a Hogwarts, más. Suelen terminar expulsando a alguien –Evy compuso una mueca de aburrimiento tan profundo que a ninguna de sus amigas se le ocurrió preguntar de dónde procedían sus conocimientos sobre investigaciones ministeriales.
- Los equipos salen al campo –el anuncio de Jesse, que volvía a ser narrador junto a Loveday, acaparó la atención de las tres Gryffindor–, esto está a punto de comenzar.
- Efectivamente, en presencia del árbitro, Clover Towers, una de las examinadoras de Aparición, los capitanes William Sparrow y Evan Rosier se dan la mano –confirmó Loveday.
- Os vamos a machacar –Rosier estrujaba la mano del Gryffindor como si quisiera empezar las labores de machaque por ahí.
- Sueña con ello –Will esbozó una peligrosa sonrisa de medio lado–, o si lo prefieres, sigue soñando con tu buscador...
Sin con aquello pretendía sacar del partido al capitán rival, Will lo logró: Rosier se pasó el resto del encuentro pensando cómo podía haber llegado semejante secreto de estado a oídos de los Gryffindor.
Todo apuntaba a que iba a ser la victoria más fácil de la historia de la escuela, ya que la mayoría de los Slytherin no estaban especialmente inspirados... salvo Regulus.
De hecho, las palabras que mejor definían la forma de jugar del menor de los hermanos Black eran "estado de gracia". Por eso, cuando Regulus agarró la snitch por la quinta parte de medio pelo, a Sirius y a James les faltó tiempo para exigir que analizaran la sangre del Slytherin en busca de restos de Felix Felicis.
Y ahí fue cuando empezaron las acusaciones de mal perder que desembocaron en una apoteósica pelea que a su vez provocó que Flitwick se pillara un rebote místico y decidiera que la copa ese año era para su casa.
Los Ravenclaw estuvieron totalmente con su líder y cubrieron su retirada hasta su territorio, donde se atrincheraron y donde en aquellos momentos, Sprout ejercía de intermediaria entre las tres casas, buscando una solución pacífica al conflicto.
Mientras tanto, en Slytherin celebraban su victoria por todo lo alto, y en Gryffindor, a Lily le tocaba escuchar las quejas de James.
- No lo entiendo. Casi la rozaba con los dedos... –tantas eran las veces que el moreno lo había repetido que Lily vocalizó sus palabras con expresión irritada–. Seguro que hizo trampas...
- Pasó el control de Félix –apuntó la pelirroja, que permanecía tumbada en la cama boca abajo, vestida con una sensual bata de seda roja.
- Es un mortífago e hijo de Gemma Black, seguro que conoce alguna forma de burlarlo –repuso James tras un rato de silencio en el que se limitó a sostener una bolsa de hielo en el enorme chichón de su sien.
Todos los componentes de los dos equipos habían salido de la pelea con una buena ración de cardenales. Lily le había curado casi todos, pero él había insistido en conservar el chichón en plan herida de guerra.
La pelirroja bufó. Entendía que el Quidditch era importante para su novio y que le suponía un trauma no haber atrapado la snitch (dado que no le pasaba desde su primer entrenamiento), pero ella estaba más que dispuesta a consolarle. Por algo había logrado con gran esfuerzo que sus compañeras le cedieran la habitación durante toda la noche... Y él no era capaz de dejar de hablar de Quidditch.
"Es un hombre... ¿Qué esperabas?" Y por supuesto, no podía faltar Sekhmet. Aunque la mayor parte del día había estado bastante callada.
Con todo, lo peor del tema era que no podía acusarle de nada sin arriesgarse a que él le echara en cara el tema del "dichosito Cetro".
- Como sigas sin hacerme caso, me voy a teñir enterita de dorado y me voy a plantar unas alas de igual color en la espalda –claro que Lily no solía pararse a meditar esas cosas cuando se trataba de discutir con James.
El moreno se la quedó mirando unos segundos, sorprendido por el ataque, antes de contraatacar.
- ¡Qué casualidad¡Así me siento yo cuando tú no paras de hablar del dichosito Cetro!
- ¿Ibas a disfrazarte de él? –Lily observó a su novio con ojo crítico–. No te va. Estás más guapo así. Bueno, no. Estarás mejor con menos ropa –se corrigió con una sonrisa pícara.
- Suena a proposición.
- Porque lo es. No sabes lo que me ha costado conseguir que mis compañeras se buscaran la vida esta noche para estar a solas –Lily hizo un encantador puchero.
- ¿Tuviste que cobrar favores? –James se acercó a la chica, que se dio la vuelta para tenderle los brazos hacia el cuello.
- Pedirlos –matizó la pelirroja con un nuevo puchero–. Y no sé yo si me compensa la cosa...
- Lo siento, pero... ¡Lo tenía al alcance de mis dedos! –James descargó el puño contra la cama. Lily volvió a bufar... Estaba claro que si quería acaparar su atención, tendría que tomar medidas drásticas.
- Bueno, –Lily se abrió un poco el escote de la bata, confiando en que su tatuaje danzara por allí–, aún puedes atrapar una snitch está noche...
James alzó las cejas y observó el escote de la pelirroja, donde efectivamente danzaba el tatuaje con forma de snitch...
- A sus órdenes –aceptó el moreno, empezando a centrar toda su atención (y más cosas) en su chica.
"Qué asco. No puedo ver esto..." gruñó Sekhmet con tono de desagrado.
"Genial, en ese caso vete y déjame en paz de una vez"
"¿Sabes qué? Que me voy... Buscaré a otra chica con más iniciativa que tú. De hecho, creo que ya la he encontrado... Me voy, pero para siempre"
- A ver si es verdad... –se le escapó a Lily.
- ¿Pasa algo? –preguntó James.
- Nada –mintió la chica, antes de besarle la barbilla, devolviendo los sentidos del chico a donde debían estar.
No le preocupaba la rabieta de la reina egipcia: ya había comprobado que era bastante mojigata en temas sexuales y que la mejor forma de espantarla era hacer el amor con James. No tardaría en volver a reprocharle la pérdida del Cetro por su falta de iniciativa... Lo que Lily no sabía es que, efectivamente, Sekhmet había encontrado otra persona a la que dar la lata.
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Por su parte, Will aún estaba en los vestuarios, concretamente bajo la ducha...
- ¿Tratas de ahogarte? –preguntó Joy, retirando la cortina y apoyándose en la pared.
- ¿Qué haces ahí? –gruñó el prefecto.
- Mirarte –Joy se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.
- Pues deja de hacerlo y pásame la toalla –Will cerró el grifo y se sacudió el pelo.
- No era eso lo que tenía pensado –la morena, lejos de obedecer, dejo caer su túnica al suelo. No llevaba nada debajo.
- ¿Joy, qué haces? –suspiro Will tratando de parecer calmado.
Hoy hay que explícartelo todo¿no? Porque está bastante claro lo que hago...
- Lo que está claro es que tú tenías razón: no podemos estar juntos –Will alcanzó una toalla y se la ató a la cintura logrando salir de la ducha sin mirar el cuerpo desnudo de la morena –. Nos hemos dado un beso de nada y hemos perdido el partido y provocado una pelea campal...
- No ha sido un beso de nada, ha sido un beso estupendo –Joy recogió su túnica del suelo y se la puso mientras seguía al prefecto. Estaba empapada, pero se sentía un poco ridícula desnuda–. Y además, ha sido muy romántico...
- Uy, sí, romantiquísimo –ironizó Will, poniéndose una camiseta.
- Pues sí, sabías que al besarme podías provocar una catástrofe y lo hiciste antes del partido. No sólo fue valiente, sino que eso implica que yo te importo mucho más que el Quidditch, y sé que el Quidditch te importa mucho... No me digas que visto así no es romántico –le retó la morena, con una sonrisa que como poco era sugerente.
- Mucho –replicó el castaño conservando el tono irónico.
- ¿Por qué me haces esto? –Joy se acercó a él, llevada por un repentino impulso de furia–. Ahora que yo empiezo a creer en esta relación, a ti parece que te da igual.
- Me he vuelto ateo –Will procuró no mirarla. Si lo hacía, vería su preciosa cara de virgen renacentista contraerse en una mueca crispada que le haría sonreír, o sus adorables curvas envueltas en esa túnica empapada que sólo contribuía a realzarlas.
- Bueno –la morena le alzó la barbilla, obligándole a alzar la vista del suelo y a encontrarse con sus ojos–, por fortuna, tengo un método infalible para devolverte la fe...
- ¿Estás segura? –el prefecto ya casi había cedido, había estado a punto de sonreír, pero después de todo lo que había pasado, una casi sonrisa no arreglaba todo.
- Totalmente –aseguró Joy–. ¿Y tú? –agregó con tono vacilante.
- Bueno, yo aposté por esta relación antes que tú –antes de que la morena pudiera negar esa falsa acusación, Will la agarró de la cintura y empezó a besarla.
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Evy estaba sufriendo la definición literal de "una mala noche". No sólo Lily había conseguido que ella, Jack e Isis se largaran de su habitación, no. Eso, francamente, no era lo peor...
Sobre las diez de la noche aparecieron Sirius (borracho como veinte cubas) y Giselle (que le iba sosteniendo). Por lo visto, el moreno se había ido a Hogsmeade a "celebrar" la derrota y la castaña clara le había seguido, aunque no había tomado una gota de alcohol. Sirius era toda la droga que necesitaba.
- Tranquilos, yo le acuesto –decir que ella le iba a acostar y "tranquilos", era como gritarle en la cara a Evy "mira, esta es mi yugular, desgárrala por aquí".
- Mejor lo hago yo –la Onza se levantó decidida...
- No, quiero que lo haga Gigi –pero las palabras pronunciadas por Sirius mientras abrazaba a la castaña clara, la clavaron en el sitio.
Al dedicarle "Gigi" a su rival una sonrisa triunfal como despedida, Jesse tuvo que recurrir a toda su fuerza, y cuando no fue suficiente a un hechizo, para que cierta Onza no se consiguiera un par de ojos turquesa a modo de trofeo.
Poco después, Bifidus se había ofrecido voluntario para subir a asegurarse de que Sirius y su Lycadanea no hacían nada e Isis (muerta de celos y con su expresión a lo Samara Morgan) subió tras él... Y desde entonces no se sabía nada más de ellos...
Fue entonces cuando Jack decidió ir en busca de Remus, y al oponerse la Onza y Jesse a tan mala idea, la castaña de pelo rizado salió corriendo y los dejó encerrados en la sala común, logrando dar la vuelta al retrato de la Dama Gorda, que por cierto se había ido de marcha con su amiga Violeta y no apareció hasta una hora más tarde.
- No, si la culpa es nuestra por enseñarle a controlar hechizos que ella no sabía ni que existían –gruñó Jesse mientras esperaban a que la guardiana de su casa volviera.
Hubo un tiempo, cuando tenían el mapa del merodeador, en el que encontrar a alguien en el castillo era cosa de cinco minutos. Pero a falta de él, tenían que limitarse al clásico método de separarse y buscar aula por aula procurando que no les pillaran ni el conserje ni su gata.
Evy estaba buscando a Jack por las aulas del segundo piso cuando se encontró con alguien que hizo que su noche pasara de "mala" a desastrosa.
- Sabía que te encontraría, pero no la misma noche que llegaba al castillo –la voz la dejó totalmente helada. Lentamente giró hacia ella...
- ¿Richard? –maldita sea. Sí que era él.
- En carne y hueso –ante unos ojos inexpertos, Richard Rudorf era un hombre encantador, algo corpulento, de pelo rubio rizado, ojos azules e impecables modales. El novio ideal. Pero Evy sabía que aquello era pura apariencia destinada a ocultar a un sádico, misógino, violador, hijo de puta... Y que además se estaba quedando calvo.
- ¿Así saludas a tu prometido? –Richard avanzó hacia ella, tratando de acorralarla contra la pared, pero ella se apartó hábilmente.
- Ex prometido, así que no tengo porque saludarte. Y no me creo que alguien como tú, un alto cargo del Ministerio y miembro del círculo interior de Voldemort, haya venido a Hogwarts sólo para saludar a su ex.
- Eres muy lista –Richard esbozó una media sonrisa felina antes agarrar a Evy del cuello con una sola de sus enormes manos y estamparla contra la misma pared en la que antes trató de acorralarla.
La Onza jadeó, primero por el golpe y luego porque sus pies no tocaban el suelo y la mano de su ex le apretaba cada vez más la tráquea...
- Muy bien, pequeña putilla, te aseguro que me vas a pagar lo que me hiciste. Oh, sí. Me jodiste a fondo y ahora pienso devolverte el favor, literal y figuradamente... –susurró el Odal con tono amenazante.
Vale, que siguiera hablando. De momento, con Dumbledore a metros escasos no podía permitirse el lujo de matarla, y mientras alucinara pensando de qué forma la iba a maltratar, ella podía sacudirle una buena patada y lograr que la soltara, o tal vez transformarse en jaguar y sacarle los ojos de un zarpazo...
- ¡Sectumsempra! –el hechizo de Regulus y la patada de Evy llegaron a la vez. La maldición alcanzó a Richard en el brazo con el que apresaba a la Onza, que cayó al suelo tosiendo.
- ¿Qué coño crees que haces tú? –gruñó Richard, molesto por la interrupción y por el corte que había en su brazo. Por suerte para él, Evy estaba demasiado aturdida por la falta de aire para apuntar bien.
- ¿Estás bien? –Regulus ignoró al gigantón rubio y se interesó por la castaña, que se limitó a asentir con la cabeza.
- Te he hecho una pregunta, enano –el insulto del Odal no carecía de fundamento: Regulus apenas le llegaba por los hombros.
Por eso, cuando el Slytherin se incorporó y le hizo frente lleno de aplomo, Evy consideró seriamente la posibilidad de que hubiera tomado Félix Felicis, porque era la única forma de que un chico tan delgado y menudo sobreviviera a una pelea con un bestia-animal tan enorme.
- ¡Aquí está¿Regulus? –la mujer que acababa de entrar en el pasillo era la abuela de Sirius, (y por tanto, de Regulus), Carolyn Clark.
- Hola, abuela –el Slytherin compuso una mueca de nieto ideal.
- Ya te he dicho que no me gusta que me llames así –gruñó la mujer con lo más parecido a un gesto de indulgencia que sus nietos jamás podrían ver. No tardó en volver a adoptar la expresión imperturbable de siempre al volverse a Richard–. Te estaba buscando: nos esperan en el despacho del Director.
- Bien –el Odal se fue, pero no sin dedicarle una venenosa mirada a los dos jóvenes.
- ¿Estás bien, pequeña? –cuando la abuela de su ex le hizo esa pregunta a Evy con... ¿amabilidad? La Onza se preguntó si la falta de aire no le habría provocado alucinaciones.
- Tranquila, a... Carolyn, estará bien –contestó por ella Regulus.
- Que amantes tan guapas te buscas... No como el vago de tu hermano –con una sonrisa de orgullo, la anciana se despidió de su nieto y se fue por el mismo camino que Richard.
- Creo que ha pensado que eres una Slytherin, es una suerte que no llevaras nada que indicara que eres una Gryffindor –explicó Regulus–. ¿Estás bien?
- Mejor –Evy sonrió, tratando de demostrarlo, pero temía que al día siguiente tendría unos cardenales enormes en el cuello–. La boca un poco seca...
No terminó de pronunciar esas palabras, cuando el Slytherin ya había invocado una copa, la había llenado de agua y se la había tendido a la chica.
- Gracias –la Onza sonrió antes de dar un trago–. ¿No deberías estar celebrando la victoria con tus compañeros? Te lo mereces, has jugado muy bien...
- Estaba en ello, pero me agobié porque Rosier me miraba raro y decidí salir a dar una vuelta. Una suerte que te encontré a tiempo... –Regulus sonrió, bastante complacido consigo mismo.
- Sí, una suerte. ¿Tomaste Félix, verdad? Tranquilo, no tienes porque contestar...
- ¿Si la hubiera tomado te chivarías? –preguntó Regulus, acercándose a ella como si fuera a besarla.
- No, pero querría saber cómo burlaste el detector de Félix en sangre –terció ella, sin apartarse–. ¡Jack! –hasta que se acordó del motivo de su vuelta nocturna.
- ¿Dónde? –Regulus miró a todos lados buscando a la mentada joven.
- No lo sé y tengo que encontrarla antes de que la líe –Evy aprovechó para escaquearse por un hueco. Pero luego recordó sus modales, volvió hacia atrás y le dio a su "salvador" un beso en la mejilla–. Gracias por todo, nos vemos.
Cuando se quedó a solas, Regulus miró el reloj y se dio un cabezazo contra la pared. Sólo con que los efectos de la poción hubieran durado un minuto más...
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Después de dejar a Regulus, Evy decidió que estaba harta de todo y que si Jack se quería lanzar de un avión sin paracaídas ni escoba y darse la ostia emocional de su vida, era su problema, ella se volvía a la sala común y punto en boca.
Nada más entrar, la primera persona a la que vio fue a Jack recostada con Jesse en un sofá:
- ¿Estabais aquí? –gruñó con la voz ronca, resultado de su "afable" encuentro con su ex.
- Desde hace cinco minutos. Pensamos en salir a buscarte, pero temimos pasarnos la noche jugando al escondite... Y yo ya estoy bien harta de jugar a eso. Me he tenido que pasar cerca de una hora metida en un armario, mirando como Remus y Bell... Bueno, ya os lo imagináis... –Jack rodó los ojos en señal de "que gran martirio he soportado".
- Cabría esperar que hubiera aprendido la lección y se decidiera a superar lo de Remus¿verdad? –aventuró Jesse–. Pero no...
- Es que entre que se me ha reactivado el ovario y que he visto a mi amor desnudo y en acción –la castaña de pelo rizado terminó su explicación relamiendo lascivamente sus labios.
- No conocía yo esa faceta tuya de sufridora de "1,2,3" –Evy acomodó la cabeza en el hombro libre de Jesse, fue ahí cuando el Gryffindor vio el cuello de su felina compañera.
- ¿Qué te ha pasado? –pese a la poca luz, Jesse siempre había sido un experto en distinguir marcas raras en el cuello de sus amigas y esos enormes verdugones que quedaban en el de la Onza no pasaban precisamente inadvertidos.
- Oh, esto –Evy hizo una mueca de disgusto al llevarse la mano al cuello–, resulta que Richard anda por Hogwarts y no ha podido resistir la tentación de saludarme... También tengo un chichón –agregó frotándose la nuca.
- ¿No es un miembro del Ministerio? –preguntó Jack–. ¿Qué hace aquí?
- No lo sé, pero también estaba Carolyn Clark... –apuntó Evy.
- Olvida eso ahora, aparte de agarrarte del cuello y estamparte contra la pared, ese cabrón no te habrá hecho nada más –quiso saber Jesse.
- ¿Es que eso te parece poco? –se asombró Jack, que no conocía demasiado a Richard ni, pese a su experiencia, lo que algunos hombres eran capaces de hacer.
- Sí –contestaron tajantemente los dos Mahutam.
- Tranquilo, Jesse, estoy bien. Richard no se habría atrevido a mucho más estando Dumbledore y la plana mayor del Ministerio a pocos pasos de él. Tiene una reputación de hombre encantador y sensible que mantener¿recuerdas? Además, Regulus me echó un cable...
- Ay, madre –suspiraron Jack y Jesse. Era lo que faltaba para que cierta Onza se pillara aún más por el "presunto mortífago". Aunque para ellos dos de presunto tenía bien poco...
- ¿Qué? Estuvo fantástico.
- Lo que nos temíamos... –suspiraron de nuevo los dos castaños a coro.
Antes de que Evy pudiera replicar, el retrato de la Dama Gorda se abrió para dejar paso a Minerva McGonagall y su "gran amiga" Dolores Umbridge, que fueron hacia los cuartos de las chicas. Los tres amigos cruzaron una mirada y se acercaron de puntillas hasta la entrada del ala de las chicas de la torre, donde gracias a la acústica se podía oír casi todo...
- Srta. Evans... Iba a decir "perdone que la despierte", pero ya veo que no es el caso –ironizó McGonagall al encontrarse con la pelirroja en compañía de su novio, ambos desnudos.
- Si yo fuera la subdirectora de esta escuela no permitiría que los alumnos se dedicaran a semejantes sinvergoncerías... –gruñó Umbridge. McGonagall pareció considerar responder de forma tajante, pero finalmente optó por no entrar al trapo.
- En fin, Dumbledore quiere hablar con usted –dijo la severa profesora en su lugar.
- ¿Sobre qué? –preguntó Lily.
- Por lo visto, yo no necesito saberlo –replicó McGonagall con desdén.
- Está bien, ya voy –la pelirroja vaciló antes de ponerse en marcha–. ¿Podrían dejarme sola para que pueda vestirme?
- Claro –McGonagall llevó a empujones a Umbridge hasta la sala común. Al oír que se acercaban, los tres espías corrieron a esconderse.
James y Lily no tardaron mucho en bajar, los dos con expresión seria ya que comprendían que no serían despertados a semejantes horas si no fuera importante.
- Él no viene –se apresuró a hacer constar Umbridge al ver que la pareja iba decidida hacia la puerta.
- Entonces yo tampoco voy –Lily se encogió de hombros, como si le diera igual.
- Venga, vamos –ordenó McGonagall con el amago de una sonrisa en su cara. La causa podía ser tanto lo monos que resultaba ese par cojiditos de la mano como el careto de sapo aplastado que se le quedó a Dolores.
En cuanto la sala común quedó vacía de nuevo, Jack salió de detrás de una cortina, Jesse se quitó su transformación en lámpara de pie y Evy se deslizó desde debajo de la mesa con mantel.
- Me da a mí que esto está relacionado con la presencia de tu ex en el castillo –opinó Jesse.
- Me da que tienes razón –le apoyó la Onza.
- Miremos el lado bueno –los dos Mahutam miraron a Jack con extrañeza, dudando de que hubiera un lado bueno–, tenemos disponible nuestra habitación para dormir. ¡No habrá que dormir en el sofá!
- Cierto –admitieron los otros dos.
- ¡Slytherin el último! –les retó Jack antes de que los tres iniciaran una carrera hasta su habitación.
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McGonagall les dejó en la puerta del despacho del Director, a donde subieron junto a Umbridge, que le dedicó una mirada burlona a la profesora de Transformaciones. Al llegar allí, se encontraron con Crouch, Carolyn Clark, una mujer muy elegante que se parecía asombrosamente a Eduard McKinnons, Dumbledore, y... Richard Rufford.
James le identificó por la foto de él que su novia le mostró en el periódico y por la mirada de sádico lascivo que le estaba dedicando a la misma.
- Muy bien, jovencita –fuera lo que fuera lo que pasaba, estaba visto que Lily había vuelto a perder el cariño de Crouch–¿qué ha hecho con él?
- ¿Qué he hecho con que? –preguntó la pelirroja confusa.
- No te hagas la ingenua, sabemos que fuiste tú –agregó Umbridge, mientras Richard musitaba algo que sonaba a "puta mentirosa".
James parecía más que dispuesto a cerrarle la bocaza al Odal, sin importarle su puesto en el Ministerio ni la importancia de los testigos presentes, pero Lily le contuvo tomando su muñeca. Luego se volvió hacia Dumbledore, que la observaba con suspicacia.
- Profesor, de verdad que no sé de que me están acusando, por favor, creáme porque yo no hice nada –¿se trataría de Anya? Era lo único que se le ocurría.
- Es el Cetro –explicó Dumbledore con tono cansado y sin dejar de observar a la pelirroja con desconfianza–, lo han robado. Y nos preguntábamos si usted sabría algo al respecto...
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Tatatachán... Ehhhh. ¿Seguís ahí¿No os habréis muerto? Por favor, si aún estáis vivos dejar RR que creo que esta vez me he pasado...
Para calmar un poco los ánimos, vamos a resolver un par de pequeñas dudas del pasado, porque me temo que con tanta vuelta alguno/a se me ha quedado perdido/a...
1. Evy no es nieta de Grindelwald, eso lo cree ella, en realidad es hija de Ethan, que en realidad es Aidan y no tiene ninguna relación genética con Grindelwald. ¿OK?
2. ¿Sabéis cuál es el nombre que Rowling le ha dado a la madre de Sirius (y Regulus)? Walburga. Dado que yo la llamé Gemma, he decidido conservar el "oficial" como su segundo nombre, así que en esta historia, se llama Gemma Walburga Black. ¿Cómo queréis que no sea una cabrona integral al cubo con ese nombre?
Y ahora que hemos vuelto a echar unas risas a costa de Gemma Walburga, hablemos del futuro. ¿Tendrá Lily algo que ver con la desaparición del Cetro¿Dudará James de ella¿Pasará algo entre Sirius y Giselle¿Seguirá Jack con sus tendencias masoquistas¿Sobrevivirá Evy a la presencia del "encantador" Richard en Hogwarts¿Sobrevivirá el mundo tal y lo conocemos a la unión de Joy y Will?
La respuesta a todas estas preguntas y alguna que otra más en el próximo capítulo.
Hasta entonces, sed buenos y si estáis vivos/as dejar RR.
Besos de cerezas y fresas.
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de MikaGranger. Ganadora de dos premios anuales de HA. Luz al final del túnel de Deathkisse. Creadora del amor platónico de Samael Bene Elohim. Alumna de la Casa de Ravenclaw en HA. Autora de la versión de Sirius favorita de Elarhy.
