Hola, hola. ¿Qué tal? Bueno, sí, vale, puede que me lo haya tomado con un poco más de calma está vez, pero fue por culpa de... de... Si digo Eurovisión no os lo tragáis¿verdad? Bueno, había que intentar dar una excusa mejor que el "atasco inspirativo" que ya suena repetitivo.
En fin, aquí tenéis el capítulo 35, como siempre los RR están respondidos en otro RR a mi misma y acá os va el resumen del capítulo 34.
Resumen: Gryffindor perdió el partido contra Slytherin, no se sabe si porque Joy y Will se besaron antes del partido o porque Regulus tomó Felix Felicis. Jack no consigue a nadie que crea que es buena idea que le revele sus sentimientos a Remus. Richard está en Hogwarts y ha tenido un "encantador" encuentro con Evy. Alguien ha robado el Cetro de Sekhmet y todo el mundo opina que ese "alguien" es Lily.
Por amor al arte 35.
¿Dónde están los ladrones?
- ¿Pero cómo os atrevéis? –Lily olvidó cualquier rastro de respeto por todos los adultos allí reunidos y confabulados (al parecer) contra ella–. Claro que no sé nada. Me acabo de enterar... ¿No se suponía que esa cámara era súper segura? –iba a añadir que debería demandarlos por perderle el Cetro, pero supo contenerse a tiempo.
- ¿Estás segura de que no sabes nada? –por el tono de Umbridge, si de ella dependiera Lily ya estaría cargada de cadenas.
- ¿Por qué no habláis claro? Si queréis preguntar si ella lo robó, hacedlo directamente. Pero la respuesta es no: no ha estado sola en ningún momento y tenía tanto acceso como yo a la cámara. Es decir, ninguno –argumentó James.
- Bueno, James, ahora que sacas el tema... –insinuó Crouch.
- ¿Lo acusáis de ser mi cómplice? Esto es increíble –alucinó Lily.
- Calma –intervino Dumbledore instando a los dos jóvenes (que no sabían cuándo se habían puesto de pie) a que se sentaran–. Antes de acusar a nadie sin pruebas, aclaremos lo que sabemos... ¿Marlene?
La mujer que Lily no conocía pero que se parecía a Eduard dio un paso al frente. Dado su nombre y el parecido con su compañero de Alquimia, la pelirroja dedujo que debía de ser la famosa Marlene McKinnons, la bruja que más alto había llegado en el machista escalafón de Gringotts y la que más sabía de cámaras de alta seguridad del mundo...
- Esta mañana íbamos a tomar el Cetro de la cámara para trasladarlo a Gringotts, pero estalló ese motín en el campo de Quidditch y tuvimos que posponerlo hasta que todo se calmara un poco... –explicó la experta en seguridad.
- Motín que, casualmente, organizó el novio de Evans –aportó Dolores.
- ¿Sales con Flitwitck? –James no se dio por aludido ante la indirecta de Umbridge. Lily tuvo que pisarse los dedos del pie para no reír.
- A las diez de la noche, cuando entramos en la cámara de Dippet, estaba vacía. Dado que la última vez que se hizo una comprobación de seguridad fue a las 22 del día anterior, el robo ha tenido que producirse en las últimas 24 horas –concluyó Marlene, cerrando la libreta en la que tomaba escrupulosa nota de todo.
- En ese caso... –Crouch se volvió hacia Lily–, tendrás que decirnos dónde has estado las últimas 24 horas.
- Bartemius –Dumbledore le miró por encima de sus gafas de media luna–, eso es excesivo.
- No si no tiene nada que ocultar –por su tono, Umbridge pensaba que Lily tenía mucho que ocultar.
- No pasa nada, profesor –Lily sonrió, a pesar de que ya se la tendría jurada a Dumbledore para siempre: primero pierde su Cetro y luego la acusa a ella de robarlo. Vamos, venga–. Ayer, a las 22:00, estaba en la Sala Común charlando con mis amigos.
- Tenemos a todo Gryffindor de testigo –agregó James.
- Sobre las 24:00, la profesora McGonagall nos mandó a acostar a nosotros y un grupo de cuarto que estaba jugando al trivial –prosiguió Lily–. Obedecimos, nos acostamos y dormí casi de un tirón...
- ¿Casi? –preguntaron ansiosamente todos los adultos salvo Marlene, que se limitó a rodar los ojos. Su sistema de seguridad era perfecto: nadie podía haberlo sobrepasado.
- Isis Priestly, mi compañera de habitación, tuvo una pesadilla sobre Bludgers con colmillos sobre las... cuatro, más o menos. Tuvimos que levantarnos y calmarla.
- Y es imposible que ella saliera sin que nadie lo notara –intervino James–. Pusimos un hechizo en la puerta de su cuarto para que si alguien salía a deshoras, se activara una alarma.
- Habrá que hablar con dichas compañeras, de todas formas –dijo Crouch, muy poco impresionado por lo del hechizo.
- Yo me encargaré –Dumbledore se adelantó al ofrecimiento de Richard.
No le había gustado la mirada depredadora que el Odal había dedicado a todas y cada una de sus alumnas y no pensaba darle la oportunidad de estar a solas con ninguna de ellas. Le hizo a Lily un gesto para que continuara, cosa que ella hizo con irónica complacencia.
- Nos volvimos a dormir, me desperté a las 9 en punto y me fui a desayunar con Loveday, Jesse, Jack y Evy –una vez segura de que Richard no iba a estar cerca de la Onza, Lily la mencionó sin problemas–. Luego fuimos al campo junto a Bífidus y Pettigrew y no me moví de las gradas hasta que no terminó el motín. Eduard McKinnons, Samantha Kane y Suzette Simons pueden confirmarlo… Al menos, hasta que se fueron a cubrir la retirada de Flitwitck. Después pasé por la enfermería para pedirle una poción a Pomfrey y hasta hace unos quince minutos he permanecido con James en mi habitación.
El hecho de que Lily respondiera sin vacilar y sin dejar ningún hueco, aumentaba la credibilidad de la coartada, pese a lo irónico de su tono.
Al menos, para la gente con sentido común, el problema era que Umbridge no se contaba entre las personas que poseían ese peculiar talento de sumar dos más dos y obtener cuatro como resultado, ya que abrió la boca para protestar.
- ¿Y ahora qué va a ser lo próximo, Dolores? –pero antes de que pudiera decir nada, Marlene lanzó un ataque preventivo–. ¿Acusar a mi hijo y a su prometida de complicidad en robo?
Cuando Crouch y Umbridge parecieron tomar en serio la sugerencia de la experta en seguridad, Marlene se desesperó.
- ¿Pero estáis idiotas o qué? Es simplemente imposible que cualquier alumno de esta escuela pudiera pasar la red de maldiciones aleatorias que formaba la principal defensa de la Cámara de Dippet… A no ser que pasen el verano de gira con el Circo del Sol, claro…
- Bueno, según nuestros informes –Richard sacó un pergamino donde parecía estar escrita la biografía de Lily–, ella practicaba gimnasia rítmica de niña…
- Bueno, pero era malísima –se apresuró a hacer constar la pelirroja.
- Estuvo a punto de formar parte de la selección nacional infantil inglesa –matizó el Odal.
- Pero porque mi padre era amigo del seleccionador nacional y le debía un favor. Puro nepotismo del de toda la vida –insistió Lily, tratando de ocultar la verdad: ella no era buena en gimnasia rítmica, era simplemente sensacional.
- Más bien el seleccionador nacional te expulsó de la convocatoria porque tu padre se lió con su esposa –concluyó Richard con una sonrisa de Haníbal el Caníbal cocinando los sesos de sus enemigos.
Aunque tenía razón: si su padre no hubiera metido las narices (y otras partes de su cuerpo) donde no debía, Lily tendría una preciosa medalla de oro olímpica. Después de eso, la pelirroja dejó definitivamente ese deporte, aunque que Inglaterra no ganara el mundial la consoló bastante, fuera o no una deslealtad para con su país.
- ¿Esto es relevante para encontrar al culpable? –James (que conocía esa historia gracias a Verbena) había tratado de que aquello no fuera por allí, pero hasta ese momento no pudo hacer mucho.
- No –le apoyó Dumbledore –independientemente de las habilidades que tuviera Lily como gimnasta, la persona que robó el Cetro era una verdadera profesional: uso magia negra que sólo podía haber aprendido de boca de Voldemort. Sino fuera porque ya no están en la escuela, votaría por dos de las hermanas Black. Bueno, por una en concreto.
Lily fue lo bastante inteligente para no decir en voz alta la principal laguna de ese plan: el Cetro no aceptaría a ninguna de las hermanas Black ni para que lo sacaran de Hogwarts. Es más, Sekhmet resucitaría para volver a matarse si se enteraba que el Cetro estaba en manos de cualquiera de las tres, incluida Andrómeda.
- Bueno, pues si eso es todo –dijo la pelirroja en su lugar, levantándose junto a James para irse.
- No tan deprisa –les frenó Carolyn Clark, que había estado demasiado tiempo sin meterse con nadie–. Los Aniston se han quejado: su hija permanece desde hace varios días en la enfermería y su estado es bastante grave… Supongo que vosotros no sabéis nada.
- Supone bien –le confirmó James. Tomó a Lily de la mano y salieron del despacho.
No fueron muy lejos, entraron en el primer aula vacía que se encontraron.
- ¿Pero cómo se atreven? –gritó Lily furiosa apenas se cerró la puerta–. ¡Es el colmo! .¿Cómo pueden pensar eso de mí?
¿Lo hiciste? –cortó James con expresión seria. La pelirroja lo miró, en principio sorprendida.
- No –negó ella con tono herido–. ¿De verdad acabas de preguntármelo¿Tanto dudas de mí?
- No dudo de ti. Me has dicho que no lo has hecho y te creo… Pero eso no quita que tuviera que preguntarlo…
- ¡Pues si tenías que preguntarlo es que dudas de mí! .¡Joder, eres como ellos!
- Ahí te has pasado…
- Y tú también –Lily, decidió que la suya era la última palabra y salió de la habitación dando un sonoro portazo.
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- Volvédmelo a explicar –ordenó secamente Lord Voldemort a las seis figuras arrodilladas a sus pies. Tres de ellas, las más menudas, temblaban de pies a cabeza y con razón: su fracaso era estrepitoso.
- Tal vez por eso ninguna de ellas se atrevía a hablar: sabía que la que diera la cara terminaría encajando un par de Cruciatus. Claro que si no se decidían a hablar las encajarían igualmente…
Viendo que aquello se eternizaba, una de las figuras más sólidas empujó hacia delante a una de las menudas…
- Habla, Alecto –la mortífaga que fue empujada a hablar le dedicó una mirada venenosa a Rosier. ¡Eso se lo diría a su hermano!
- Verá, mi señor, nosotras entramos en la cámara de Dippet. Siguiendo sus maravillosisímas y exactísimas instrucciones fue sencillo: llegamos al centro sin problemas. Pero al llegar allí… –Alecto vaciló.
- ¿Sí? –presionó Voldemort.
- No estaba el Cetro –Alecto cerró los ojos, esperando la maldición. Al notar que no llegaba, la mortífaga se atrevió a abrir un ojo.
Su Tenebroso Señor se había acercado a la ventana y miraba a través de ella totalmente abstraído.
- Parece que alguien se nos adelantó¿no? –dijo Voldemort de pronto. Alecto no sabía si contestar o no, pero el señor Tenebroso la libró del dilema–. Bueno, empecemos con vuestros castigos… ¡Crucio!
Normalmente, ver como torturaban a sus compañeras/os no alteraba a ningún mortífago/a sino todo lo contrario, pero en aquella ocasión, sabiendo que cuando terminara con Alecto ellas serían las siguientes, no resultó tan divertido.
En cuanto a Voldemort, decir que estaba furioso y frustrado era quedarse corto. El señor Tenebroso se sentía rabioso: si hubiera conseguido el Cetro tendría una manera de atraer hacia su bando a la O'Shiannon, pero seguramente había sido ella misma la que lo había robado… La admiración hacia la druida y el deseo de tenerla de su lado crecieron en él de forma exponencial.
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- No hacia falta que me acompañaras a mi cuarto –Joy y Will habían regresado a Gryffindor al amanecer. El prefecto insistió en acompañarla a su habitación, como si fuera una cita de verdad.
- ¿Y perderme la posibilidad del beso de buenos días? –Will desenmascaró así su caballerosa actitud.
- ¿Sólo un beso? –La morena sonrió con picardía antes de agarrarle de la solapa, arrastrarle dentro de su habitación, lanzarle a su cama y prácticamente seguirle ella de cabeza.
Alertada por el ruido, Evy abrió los ojos y se encontró con el panorama, a la vez que notaba que a un lado Jesse empezaba a despertar y que al otro, Jack no tardaría en hacer lo mismo.
¿Qué hacían los tres durmiendo en la misma cama? Nada raro. Al irse a dormir, Jesse había escogido la cama de Isis, la más pulcra y la única en la que no se habían "liberado fluidos" en todo el curso, pero Jack se había acostado con él.
- ¿Qué haces? –preguntó Jesse al ver a la intrusa en su cama.
- Nada, que necesito nuevos retos… –explicó Jack con una de sus sonrisas de devoradora de hombres.
- Vaya, y yo que pensaba que el haber fracasado con el Reto de Remus te había enseñado a no asumir ninguno nuevo –Jesse rechazó una mano exploradora de la joven Sparrow que iba con malas intenciones.
- Venga, va. Que seguro que en el fondo te gusta… –insistió ella–. ¿Y ahora tú que haces? –preguntó Jack al ver que el chico salía de la cama y corría a refugiarse en la de Evy, que ya casi había logrado dormirse.
- ¡Eso digo yo! –la Onza miró con extrañeza al refugiado político que se le acababa de lanzar a los brazos.
- ¡Evy, Evy!. ¡Socorro! .¡Jack quiere violarme! –explicó Jesse. Evy observó a Jack, que le devolvió una mirada de "exagera, yo no le haría daño ni a una mosca".
- Te creo, quédate aquí –por supuesto, al ver esa mirada, Evy se dio cuenta del peligro que corría Jesse si danzaba solo por la habitación.
- Gracias –Jesse le plantó a su amiga un sonoro beso en la mejilla antes de sacarle la lengua a Jack y acurrucarse entre las sábanas de la Onza.
Ya habían apagado la luz cuando Evy captó la presencia de un okupa en su cama. Vamos, de otro okupa.
- ¿Jack?. ¿Qué haces, cielo? –pronúnciese "cielo", como si fuera lo contrario a cielo.
- Vade retro, Satanás –Jesse dio uno de sus gritos, se separó de las chicas todo lo que pudo sin caerse de la cama e hizo una cruz con sus dedos.
- Es que no quiero dormir sola. Necesito estar al lado de un chico esta noche…
- ¿Y quién no? –interrumpieron los dieciséisañeros con un suspiro.
- Es verdad, estamos los tres igual. Os prometo que seré buena¿si? –Jack puso su mejor cara de diablilla suplicante.
- Vale –accedieron los dos Mahutam. Aunque, por si acaso, Jesse se abrazó a un cojín.
Apagaron la luz de nuevo y a Jack le llevó 5 minutos volver a las andadas.
- ¿Se puede saber que haces ahora? –se irritó Jesse al notar movimiento entre las sábanas.
- Comprobar tu equipo, como antes… –contestó Jack–. Oye, de una cama a otra te ha decrecido considerablemente.
- A lo mejor es porque estás revisando mi equipo y no el suyo –opinó Evy, con un matiz peligroso en su voz de gata.
- ¿Sí? –Jack no apartó la mano–. ¿Y te gusta?
- No mucho. Pero te voy a encontrar a alguien que sí le gustará –Evy se liberó de la mano de la chica, salió de la cama pasando por encima de Jesse, encendió la luz y se fue hacia la puerta.
- Loveday tiene novia –le recordó Jesse al comprender sus intenciones.
- Pero no es rival para Jack –Evy descartó esa amenaza con un gesto de su mano–. Será perfecto: Loveday será feliz, Jack (visto lo visto) será feliz y Bell… bueno, ella estará en éxtasis.
- ¡JAMÁS LE DARÉ ESA ALEGRÍA A LA SOSIPOWER! –declaró Jack gritando con toda la fuerza de sus pulmones. Cuando se calmó, se encontró con que sus amigos le miraban con la ceja alzada–. Vale, está bien. Indirecta captada. Juro que me portaré bien y no os meteré mano a ninguno.
- Más te vale –le advirtió Evy antes de volver a la cama.
La amenaza impresionó lo suficiente a Jack, ya que se dio la vuelta y se quedó dormida. Jesse y Evy no se fiaban demasiado y no pudieron dormir hasta que no se aseguraron de que no era una estratagema para violarlos mientras dormían.
Fue casi al amanecer cuando Evy oyó abrirse la puerta y se asomó para encontrarse con Joy y Will dándose el lote.
- Cortaos un poco¿no? –la voz de la Onza hizo que los dos jugadores de Quidditch se separaran–. Que aquí hay tres personas que han pasado hambre esta noche.
- Bueno, tú la habrás pasado porque has querido –Will le lanzó la primera indirecta directa del día para que volviera con Sirius.
- Cierto, porque ayer tuve a Regulus a puntito de caramelo –Evy mostró una distancia mínima entre sus dedos índice y pulgar.
- No me obligues a empezar el día con una imagen tan desagradable –suplicó Jesse, aún con los ojos cerrados.
- Pues yo creo que es mono –opinó Jack.
- Mira lo que has conseguido –le recriminó Will a Evy–: has pervertido a mi inocente hermana.
- ¿Inocente hermana? Espero que no estés refiriéndote a Jack –intervino Joy.
- Oye, que yo era un ángel. Pasa que os conocí a vosotras dos y a Lily y me corrompisteis… –se defendió la aludida.
- Y terminaste tratando de violarnos a Evy y a mí anoche –completó Jesse.
- ¿Que hiciste qué¿Pero tú eres ninfómana o es sólo que te chutas feromonas cuando te aburres? Si no, no sé de dónde te vienen esas ideas de streaper en paro que te dan a veces…
- Will, no te pases –le cortó Joy–, que tú no eres el más adecuado para dar lecciones de moral a tu hermana.
- Vale, sí, admito que yo he pasado por una etapa de pendón desorejado, pero ni siquiera en esos momentos me dio por acosar ni a lesbianas ni a otros hombres –se defendió Will.
- Por desgracia, eso es totalmente cierto –musitó Jesse tan bajo que sólo Evy le escuchó. La Onza le abrazó, tratando de consolarlo.
- Sí, es verdad –Joy se volvió hacia Jack–. Ya, cielo, te estás pasando. Contrólate un poco…
- No fue para tanto –al ver la cara de pena de la chica, Evy decidió defenderla un poco–. La pobre vio a Remus haciendo el amor con Bell y se le alteraron los chacras sexuales un poco… Bueno, se le alteraron mucho. Pero ya no lo volverá a hacer o sabe lo que le pasará.
- Le dirás a Loveday que me siento atraída por ella –recitó la aludida con expresión de hastío.
- Meck. Error. Le diré a Bell que te busque tema con Loveday, que no es lo mismo –la amenaza hizo palidecer a la joven Gryffindor de tal forma que Evy decidió que aquella era la mejor manera de obligar a la Sparrow a hacer lo que ella quisiera. No habría estado mal haberlo descubierto antes…
- ¡Mira quién ha llegado! –pero a Jack se le olvidó el susto rápido en cuanto llegó a la habitación Isis–. Mira qué guapa está, ha crecido y todo… Es que crecen tan deprisa –la joven fingió quitarse una lágrima de emoción y trató de abrazar a la oriental.
- Pero si soy dos meses mayor que tú –la rechazó Isis.
¿Habéis visto? Hasta le ha cambiado la voz… –siguió emocionándose la joven Sparrow.
- ¿Estás bien? –Evy ignoró a la castaña y se centró en la prefecta–. Porque no pareces muy satisfecha después de tu noche de lujuria y pasión con Bífidus… Ops, vale. Olvida lo que dije: es imposible que alguien como Bífidus produzca una noche de lujuria y pasión lo suficientemente lujuriosa y apasionada.
- No, si no ha estado mal… Claro que tampoco tengo nada con lo que comparar –la oriental permaneció unos segundos pensativa–. El punto es que está noche me he dado cuenta que estoy enamorada…
- Bueno, acabas de hacerlo con el hombre que amas (decisión tan libre como discutible) deberías estar feliz –a Joy le faltó añadir "como yo".
- Es que no es Bífidus… Estoy enamorada de David –Isis exhaló un suspiro y se dejo caer en su cama con una sonrisa boba en la cara.
- ¿David Mulder?. ¿El amigo de Lily? –se aseguró Will.
- El mismo… –Isis se incorporó para mirar a sus asombrados amigos–. Al principio traté de negar ese sentimiento, porque alguien que cree que vengo del espacio no era muy convertible conmigo.
- Compatible –corrigieron los Gryffindor saliendo de su estado de estupefacción.
- Pero ahora estoy dispuesta a luchar contra eso… –ninguno de ellos quiso desanimar a la inocente oriental recordándole que el tema de los alienígenas era el menor obstáculo: también estaba el hecho de que ella era bruja y él muggle, la diferencia de edad, el acné de David y las dificultades idiomáticas de ella.
- Bueno, hasta que empieces con la lucha… –De un salto, Jack se situó al lado de su amiga en la cama–. Queremos todos los detalles.
- Ay, sí, sí, sí –Jesse dio un par de palmadas y se dejó caer en el lado libre de la oriental.
- Esperad al menos que yo me vaya¿no? –se picó Will.
- Adiós, Will –le despidieron Joy y Evy.
- Me parece muy mal que vayáis a poner verde al pobre chico –al haber sido nominado para abandonar la habitación, a Will se le fueron las ganas de irse de ella.
- No necesariamente. A ti Joy te puso muy bien –le tranquilizó Evy.
- Inmerecidamente –agregó Jack.
- ¡Peña! –Bífidus abrió la puerta con tal ímpetu que se la estampó a Will contra la nariz–. Lo siento. Tenéis que venir…
- Estamos ocupadas –le despachó Isis muy poco amablemente.
- Pero os perderéis la macro pelea que James y Lily están teniendo en la sala común… Es como las de antaño, hasta se están lanzando cosas.
En un principio, ninguna de las chicas ni de sus amigos pareció muy interesado/a en la pelea. Entre una discusión entre James y Lily y criticar las habilidades sexuales de Bífidus... Bueno, las susodichas peleas ya les resultaban repetitivas, pero eso de que se estaban tirando cosas... ¡Llevaban desde cuarto sin llegar a esos extremos!
Prácticamente arrollaron al fanático de los bichos en su prisa por ir a la Sala Común a conseguir un buen sitio.
- ¿Qué haces ahí? No es momento de descansar –le gruñó Isis al verle tumbado en el suelo.
- Me siento como si me acabara de pasar por encima un autobús –gimió Bífidus, desde la moqueta.
- Oh, qué mono –Isis creyó que aquella era una manera de alabar sus habilidades sexuales–. Pero no volverá a repetirse, así que no te hagas ilusiones. Y ahora, vamos a ver la pelea –la oriental mostró su sonrisa más sádica y ni se le ocurrió tenderle una mano para ayudarle a levantarse.
&·&·&
Otra persona que se sintió como si le acabara de pasar por encima un autobús fue Sirius cuando se despertó. Le dolía la cabeza, le zumbaban los oídos, la boca estaba seca como un estropajo... Vamos, que tenía una resaca del treinta.
Pero lo peor llegó cuando estiró su brazo y golpeó algo blando, de tacto similar a un pecho femenino...
"No," suplicó, retirando rápidamente el brazo e incorporándose en la cama sin atreverse a mirar a su lado, "por favor, que no hubiera hecho la babosada de enrollarse la pasada noche con una tía..."
Enterró la frente entre sus manos, tratando desesperadamente de recordar, pero lo único que consiguió fueron instantáneas fugaces: la Cabeza de Puerco, Giselle rogándole que parara de beber, la risa que le provocaron los cerdos alados de la puerta de Hogwarts, Evy ofreciéndose a acompañarle a la habitación...
Eh, a lo mejor se había acostado con Evy. Aquello no sería tan malo, después de todo, habrían quemado tensión sexual y eso.
Esperanzado por esa posibilidad, Sirius se atrevió por primera vez a darle un vistazo a su compañera de cama. Al ver que tenía el pelo de un prometedor color castaño, empezó a sentirse aliviado... Hasta que se fijó en su piel. Era de un blanco inmaculado sin el menor rastro de lunares.
¿Castaña¿De piel blanca¡Sólo podía ser Giselle!
"Giselle, no, no, no" suplicó el chico a punto de darse cabezazos contra la pared.
Bueno, tampoco tenía porque ser tan malo. Con lo borracho que iba dudaba que hubiera podido hacer mucho, claro que el estar en pelota picada tambaleaba un poco la teoría, pero podía no significar nada.
- Ya te has despertado –él sí, y ella, ahora, también–. ¿Cómo llevas la resaca?
- Mal –¿Mal? Eso era quedarse corto: aquella era le peor resaca de la historia.
- Me lo supongo. Voy a por mi varita y te convoco una poción. –Giselle estuvo a punto de salir de la cama pero de pronto se paró, ligeramente ruborizada–. ¿me dejas la sábana? Es para no salir desnuda.
- Ah, claro –Sirius le cedió la sábana con un gesto a medio camino entre la amabilidad y la extrañeza. Estaba ya tan acostumbrado a que Evy danzara a su alrededor como vino al mundo que el pudor de Giselle le resultaba desconcertante–. Giselle¿anoche tú y yo...?
- Fue maravilloso –cortó la aludida con una sonrisa boba que terminó por vacilar–. ¿no te acuerdas?
- Pues no. Estaba muy borracho... –y curiosamente no se sentía como si hubiera mantenido relaciones sexuales.
- Bueno, no importa –Giselle hizo un amago de sonrisa pervertida que no le salió muy bien–. Eso nos da excusa para repetir...
- Giselle –Sirius posó en la mesilla la taza con poción que la castaña hizo aparecer en sus manos y habló con seriedad–, mira, lo de anoche, ni recuerdo nada ni quiero hacerlo. No debió pasar... Yo sigo enamorado de Evy y aunque ahora no puedo estar con ella, no quiero estar con ninguna otra. ¿Lo entiendes?
- Claro –Giselle contuvo las lágrimas y sonrió–. Te deseo mucha suerte. Yo me voy... ya te devolveré la sábana –y salió apresuradamente de la habitación de los merodeadores.
- De todas formas, no hicisteis nada –la voz de Pettigrew logró sobresaltar a Sirius.
- ¿Has estado aquí todo este tiempo¿Qué es eso de que no hicimos nada? Contesta primero a lo segundo... –exigió el canino animago.
- Pues que tú estabas muy borracho. De hecho, no te había visto tan pedo desde que Inglaterra fue eliminada del último mundial. Ella os desnudó, se te frotó un poco y te hizo un chupetón. Pero entre que tú no reaccionabas y que la llamaste Evy... Pues la cosa se quedó ahí –explicó Pettigrew–. Yo estaba tratando de dormir, os oí llegar y claro, no era plan de deciros que estaba aquí.
- ¿Seguro que lo que me dices es verdad? No es que dude de ti –aclaró Sirius–, pero sé que Evy no te cae especialmente bien y me extraña que no apoyes a Giselle.
- Y no me cae bien... Pero pienso que uno tiene que estar con la persona que ama y luchar por ella aún cuando no tiene esperanzas de conseguirla. ¿Verdad?
- Verdad –aprobó el animago moreno–. Voy a ducharme. Y Peter... Si James se entera que estás enamorado de Lily te matará –agregó Sirius cuando ya estaba con un pie en el cuarto de baño.
- ¿Pero cómo lo sabes? –gimió Peter, que pensaba (pobre iluso) que no se le notaba nada.
&·&·&
Una vez duchados y vestidos, Peter y Sirius bajaron a desayunar... O al menos eso intentaron, porque al llegar a la entrada de la Sala Común se la encontraron bloqueada por la casa de Gryffindor en pleno, que observaba extasiada algo que ocurría frente a la chimenea.
- ¿Se puede saber qué pasa aquí? –le preguntó Sirius a las personas más cercanas, que resultaron ser Evy y Jack.
El grupo, con el pretexto de que eran amigos íntimos de los protagonistas del suceso, había logrado hacerse un hueco en la barandilla de la escalera de la torre de los chicos. Era el lugar ideal, porque veían todo y no corrían el riesgo de que alguna lámpara perdida se les estampara contra la cabeza, como era el caso de los que estaba en primera fila.
- James y Lily se están peleando –explicó Jack sin mirarle. Al contrario que Evy, que arrugó ligeramente la frente, con los ojos fijos en el cuello de su ex.
- ¿Qué miras? –se picó el animago.
- Tienes un chupetón –replicó ella con indiferencia devolviendo su atención a la otra pelea.
- Igual deberíamos intervenir –sugirió Loveday con un tono cargado de inseguridad.
- Tú ya lo has hecho: le has llevado el resto de las cosas de Anya a Lily a modo de munición –señaló Jesse.
- ¡Eran para los dos! Pero ella estuvo más rápida –matizó la rubia bailarina–. Además, lo que yo decía es que deberíamos pararles antes de que alguno salga herido...
- Ya es tarde para eso –Will señaló la ceja rota de James y la mano izquierda que Lily se lesionó al tratar de lanzar con ella un objeto demasiado pesado.
- Gravemente heridos –volvió a apuntar Loveday.
- Aún están demasiado... –Joy rebuscó la mejor palabra, a falta de ella, se decidió por la primera que pillo–, calientes. Es mejor que se cansen un poco más y cuando no corramos peligro, les paramos.
- Ahhh. Vale, vosotros tenéis más experiencia en estos temas –comprendió Loveday antes de ponerse a jalear a Lily.
- ¿Y Bífidus e Isis? –preguntó de pronto Jack.
- Subieron arriba hace un rato –respondió Jesse.
- Esa chica está muy mal¿eh? –meneó la cabeza la joven Sparrow.
- Anoche intentaste violarnos –le recordaron a coro Evy y Jesse.
- Sí, pero por eso no tienes tú esas marcas en el cuello –Sirius llevaba un rato mirando los horribles cardenales que se marcaban a ambos lados de la garganta de la onza. Estaba claro que eran marcas de manos y si se las había hecho su hermano, lo mataba.
- Tú no fuiste el único que pasó una noche loca –replicó Evy, antes de ser arrastrada de un brazo hasta el pasillo de los chicos–. ¿Qué quieres?. ¿Es que no tengo ya bastantes marcas de dedos?
- Sí las tienes –Sirius deslizó su mano hasta la de la Onza y con un movimiento casi de vals, la puso de espaldas a la pared–. ¿Te las hizo Regulus?
- ¿Qué? No –a Evy casi se le escapó la carcajada.
- ¿Entonces...? –Sirius recordó que anoche le había aparecido ver a su abuela y a Umbridge por la escuela, pero en ese momento lo atribuyó a una alucinación etílica. Y si estaba Umbridge, no era descabellado pensar que Richard Rufford también andaba por ahí...
Tensando la mandíbula, dio la vuelta dispuesto a buscar por todo Hogwarts a ese cabronazo y dejarle un par de cardenales en la cara.
- No te metas en esto. No es asunto tuyo –pero la voz de Evy (y el bloqueo de la Sala común) le frenaron.
- ¿Qué no es asunto mío? –lentamente, Sirius volteó hacia la castaña–. ¿Qué otro topicazo quieres soltarme?. ¿Tal vez que "puedes manejarlo sola"?
- Sí –pese a la venenosa ironía contenida en las palabras del animago, Evy alzó la barbilla.
- Dado que él no lleva ni doce horas aquí y tú ya tienes sus huellas digitales en el cuello, permíteme que lo dude –sólo había una forma de responder a eso: Evy le sacó la lengua y giró la cara. Cuando volvió a alzar la vista, él estaba peligrosamente cerca–. ¿Te hizo algo más?
- ¿Te acostaste con Giselle? –tal vez por eso, la Onza soltó esa pregunta en ese momento: en plan ataque preventivo.
- Mmmm. Si por acostar entiendes "dormir en la misma cama" pues sí, pero si te refieres a si "mantuvimos relaciones sexuales" yo no lo recuerdo, Giselle dice que sí y Peter que no –contestó sinceramente Sirius.
- Qué bien –replicó ella con sarcasmo.
- No has contestado a mi pregunta...
- ¿Crees que se habría atrevido a hacerme nada con Dumbledore a metros escasos?
- Te agarró del cuello –le recordó el moreno de pelo largo.
- Eso es verdad –señaló Jack.
La ex pareja se volvió hacia sus amigos. Por lo visto, la discusión entre James y Lily empezaba a resultar monótona y habían empezado a prestarle atención a la de Sirius y Evy.
- El espectáculo está en la Sala Común, no aquí –Sirius hizo un gesto imperativo a sus amigos antes de centrarse de nuevo en Evy.
- Ya no, empieza a aburrir –suspiró Joy.
- No sé lo que estáis haciendo –Remus llegó en ese momento junto a Bell, bastante alterado–, pero viene McGonagall –nadie escuchó su advertencia, que de todas maneras llegaba demasiado justa como para poder hacer nada.
Por su parte, Lily lanzó una especie de ventilador mágico a la cabeza de James, pero el buscador lo esquivó haciendo que el proyectil se dirigiera hacia Remus y Bell. El licántropo se agachó e hizo agacharse a su chica...
- Ostias, McGonagall –exclamó alguien.
Efectivamente, en esos momentos, el ventilador iba hacia su jefa de casa, pero McGonagall lo volatilizó con un furioso gesto de varita...
- 10 puntos menos, Sr. Laughry, por mal hablado –lo primero que hizo la severa profesora de Transformaciones, fue restarle puntos al alumno que había exclamado su nombre–. ¿Qué miran todos¡A sus habitaciones!
No hizo falta que se lo repitieran dos veces: como si fuera una especie de estampida, todos los alumnos corrieron a sus habitaciones sin importarles aplastar a alguien en su repliegue. Dado que Sirius y Evy estaban en la parte más estrecha del pasillo, él tuvo que apretarse contra ella, en parte para protegerla y en parte para evitar él mismo ser arrollado por la avalancha.
- ¿Y a vosotros que os ha pasado? Con lo asquerosamente monos que habéis ido cogidos de la mano al despacho de Dumbledore. Me habíais hecho volver a creer en el amor y todas esas babosadas –probablemente, si la profesora no lo hubiera dicho con ese soniquete irónico, los dos Gryffindor no habrían tenido la sensación de que se burlaba de ellos.
- Nada –contestó la pareja, ligeramente avergonzada.
- Pues para ser "nada", habéis destrozado la sala común. Anda, id a ver a Dumbledore, que quiere hablaros...
- No, gracias –declinó amablemente James sin dejar terminar a su profesora.
- No nos apetece ver a esos insufribles políticos –agregó Lily con mucha menos diplomacia que su chico.
- A solas –concluyó McGonagall–. Mientras, yo arreglaré este desastre... –Para cuando James y Lily abandonaron la sala común, la profesora ya tenía a los rezagados de la estampida trabajando en las tareas de reconstrucción.
&·&·&
- ¿Qué quiere ahora?. ¿Ha desaparecido algo más y cree que lo hemos robado nosotros? –Lily se acomodó en la silla frente al escritorio de Dumbledore y le dedicó al anciano mago una mirada rencorosa.
- No, es sólo que Calvin me ha comentado que has hablado con él y has aceptado irte a Canadá. Y me ha dado por pensar que igual eso estaba relacionado con la destrucción de vuestra Sala Común. Venga, contadme –les alentó el director con su gesto de cotilla empedernido.
- Genial, esta madrugada no acusa de robo y ahora quiere ser nuestro terapeuta de pareja –gruñó Lily.
- Haz el favor de ser educada. Ah, no, que tú no sabes... –James sostuvo con insolencia la mirada perdonadora de vidas que le dedicó la pelirroja.
- Os comportáis como un matrimonio por compromiso mal avenido... Venga, que estáis deseando contármelo –y él estaba deseando escucharlo, tener una excusa para comer palomitas con sabor a limón y poner en práctica los conocimientos adquiridos al leer el último libro de Bárbara Novak "Cómo arreglar las relaciones sentimentales adolescentes y no morir en el intento".
- ¡Ella no cree para nada en nuestra relación! –James fue el primero de los dos en estallar.
- ¡No es verdad! –protestó Lily.
- ¡Sí lo es! En cuanto ha habido un problema un poco más grande de lo normal, vas y decides irte a Canadá. ¿Desde cuando huir es sinónimo de creer en algo?
- ¡Me voy porque no confías en mí! Y la confianza es la...
- Lily, por favor, no me empieces tu también con la babosada de que "la confianza es la base de la relación" porque estoy hasta los mismísimos de que Sirius lo repita cada vez que se le anima a volver con Evy.
- Con lo buena pareja que hacían esos dos –Dumbledore cerró los ojos y sacudió la cabeza con pesadumbre. Al abrir los ojos de nuevo, se encontró con las miradas extrañadas de sus dos alumnos–. Por favor, continuad que lo estabais haciendo muy bien...
- Confío en ti. En la que no confío es en Sekhmet y en lo que te está haciendo, por eso te pregunté lo del Cetro. Estoy seguro que si nuestras posiciones estuvieran cambiadas tú habrías hecho lo mismo –argumentó James.
- Puede –admitió la pelirroja–. Pero no me voy a Canadá sólo por eso...
- ¿Y qué más razones tienes? –intervino Dumbledore.
- Sí, eso¿qué más razones tienes? –exigió James tras mirar con disgusto al director.
- Por si lo has olvidado, cosa que dudo mucho, estamos al inicio de una guerra (o metidos en ella hasta las cejas) y tú vas a estar en el centro de la misma. Si me quedo, no seré más que otra preocupación más para ti, pero si me voy, cuando regrese seré otro apoyo.
- Tú nunca serás un estorbo para mí –apuntó James, pero Lily negó con la cabeza.
- Lo sería.
- Bueno, hay otra solución –les interrumpió de nuevo Dumbledore logrando que los jóvenes le miraran con interés y no como un viejo loco que les daba la vara–, James podría irse contigo a Canadá.
Dumbledore no tenía ni idea del caos que acababa de desatar con esa inocente sugerencia.
&·&·&
- ¿Cómo hemos terminado aquí? –preguntó Bell a su novio mientras se limpiaba el sudor de la frente.
- McGonagall dijo que dado que James y Lily eran nuestros amigos, nosotros deberíamos arreglar los destrozos hasta que ellos llegaran –le recordó el licántropo mientras trataba de reparar el marco de un cuadro que se había desencajado–. ¿Alguno sabe por qué peleaban?
- No –negó Jesse –nos perdimos el principio de la pelea.
- Y el que sí que lo vio está haciendo no me quiero imaginar qué con Isis –agregó Jack con cierto tono puritano que no le pegaba lo más mínimo.
- ¿Bífidus e Isis están...? –tan absurdo les parecía que ni Remus, ni Bell, ni Sirius fueron capaces de terminar la frase.
- Bueno, ella dice que está enamorada de David Mulder y que lo de Bífidus fue un subidón hormonal –explicó Will.
- ¿Está enamorada de David? –repitió Sirius incrédulo.
- ¿Por qué lo dices cómo si eso fuera raro? El chico es mono –intervino Evy, más que nada por llevarle la contraria a su ex.
- A mí me gustan sus hoyuelos –la apoyó Joy, mostrando los suyos.
- ¿Ah, sí? –susurró Will en su tono más celoso y amenazante.
- Sí –la morena sonrió y ladeó la cabeza, como retándole a hacer algo al respecto. Por el momento, el prefecto se limitó a reprimir un bostezo.
- Vaya, sí que le agotaste anoche –se burló Jack.
- ¿Entonces Isis está con Bífidus pero está enamorada de David? –trató de asegurarse Bell.
- Así es –Jesse se apresuró a confirmarlo antes de que lo hicieran Joy y Jack, que serían mucho menos amables.
- Jo, aquí todos ligan menos yo –se apenó Peter. Luego se volvió hacia Loveday, que reponía las tejas rotas de la chimenea, con la vana esperanza de que no se la incluyera en aquella conversación–. ¿Tú sigues siendo lesbiana?
- Sí, y ahora tengo una novia maravillosísima. Somos muy felices. Gracias por preguntar –la rubia respondió como si fuera una famosa del corazón dándole pasaporte al periodista moscardón de turno. Peter volvió a suspirar.
- ¿Podías ayudar, no? –Evy le lanzó a Sirius la balleta con la que le había tocado fregar las ventanas mientras su ex permanecía tumbado en el sofá con los ojos cerrados.
- Estoy mal, me duele la cabeza –la poción contra la resaca le había aliviado un rato, pero pasados los efectos, todo era mucho peor que antes.
- No haber bebido tanto anoche –Jack, que era menos compasiva aún que la Onza, trató de levantarle.
- Anoche no debió hacer muchas cosas –agregó Evy entornando los ojos.
- No las hice, creo... –vaciló Sirius.
- No las hiciste –confirmó Peter.
- ¿Qué insinúas?. ¿Que mi prima miente? –atacó Bell.
- No, sólo digo que no dice la verdad. Aunque si Sirius hubiera estado en activo, diría la verdad. ¿Alguien entiende lo que he dicho¿Me lo puede explicar? –tras la confusa frase de Peter, Evy suspiró.
Que tus esperanzas de que tu ex no se haya acostado con otra dependan de la palabra de alguien que no entiende ni sus propios razonamientos, no resultaba nada alentador.
- ¿Y por qué iba a mentir Giselle? –insistió Bell.
- ¿Y por qué iba a hacerlo Peter? –rebatió Jesse–. ¿Acabo de defenderle?
- Me temo que sí –Joy le dedicó a su amigo un par de palmadas consoladoras en el hombro–. Ya, Bell, no es momento de tocar ese tema, que luego Evy se ensaña contigo y tú lo pasas mal...
- Es que no puedo creer que creáis antes a Peter que a mi prima. ¡Tú podías decir algo para defenderla! –Bell le sacudió un manotazo a Sirius.
- Ay, que no me encuentro bien –se quejó el moreno de ojos grises.
- Tranquilita¿eh? –le aconsejó Evy a la rubia con tal tono, que la recomendación de tranquilizarse iba más por ella que para Bell–. Que tus méritos ya los hiciste para ser la madrina en la boda...
- Vale ya –intervino Remus antes de que su novia contestara dándole a la Onza la excusa que necesitaba para atacar a fondo–. Cada una a lo suyo, por favor...
- Y tú, con los cardenales que tienes en el cuello, está claro que sigues haciendo méritos para entrar en la familia Black –pero ninguna de las dos chicas le hizo ni caso.
- No es asunto tuyo, pero esto me lo hizo Richard y no me pone que me golpeen la cabeza contra muros ni que traten de estrangularme. Aunque la que sería mi abuela política cree que soy muy guapa –con esa frase, Evy dio por terminada la conversación y volvió a sacar brillo a las ventanas de la Sala Común.
- Sabía que la presencia de esa cabrón estaba relacionada con esos cardenales –musitó Remus. Al ver que su novia le miraba con curiosidad, explicó–: nos lo cruzamos por el pasillo. Es el cabrón que está detrás de todos los decretos que nos están puteando tanto a los semihumanos...
- Tranquilo, en cuanto se me pase la resaca me lo voy a cargar y no te dará más problemas –la amenaza de Sirius habría tenido más peso de no estar tumbado en el sofá con una bolsa de hielo en la cabeza y gafas de sol.
- ¡Que no es asunto tuyo! –Evy volvió a lanzarle la balleta.
- Me alegro de que os hayáis reconciliado –opinó sinceramente Will.
- No nos hemos reconciliado –Sirius (alzando las gafas de sol) y Evy le miraron con extrañeza.
- Pues antes en el pasillo parecíais muy acaramelados –les recordó Jesse, que también había concebido esperanzas al verles abrazados.
- Evitaba que nos aplastara la estampida –explicó Sirius. Los demás alzaron una ceja como diciendo "sí, ya".
- Me parece muy mal que te acuestes con Giselle y vuelvas con Evy tres horas más tarde.
- Bell, que no pasó nada –repitió Peter, que empezaba a hartarse de repetirlo. ¿Por qué nadie le creía?
Evy volteó, seguramente para enzarzarse con Bell en una nueva escaramuza, pero entonces llegaron James y Lily, que ya estaban liados en otra.
- ¿Y por qué no? –preguntó la pelirroja.
- Ya te lo he dicho mil veces: porque no puedo –James vocalizó cuidadosamente las palabras, esperando que así le entraran a su novia en la cabeza.
- Claro que puedes. No quieres, que es diferente –matizó Lily.
- Perdonad –la pareja volteó hacia Loveday–. ¿Se puede saber por qué lleváis peleando todo el día?
- Claro que se puede saber, por algo nos estamos tragando el marrón de reparar lo que ellos destrozaron –señaló Will.
- Ella se va a Canadá –James le sacudió una palmada en las piernas a Sirius, obligándole a encogerlas, para sentarse. Era el único sofá entero que había en la Sala Común.
- Y él podría venirse conmigo pero no quiere –Lily se cruzó de brazos y se sentó en la mesa donde solían poner el tablero de ajedrez.
- Ya te he dicho que no puedo: quiero estudiar para auror y tal como están las cosas en dicha profesión no puedo perder un año de mi vida. ¡Y no pensarás que voy a estar un año esperándote en una casa rodeado de alces mientras tú te lo pasas en grande entrenando!
- Yo sí lo haría –se apresuró a hacer constar Loveday–. Pero claro, eso es porque yo te quiero muchísimo más que él.
Todos los Gryffindor alzaron una ceja¿no acababa de decir la rubia que estaba enamoradísima de su novia? Por su parte, Peter cabeceó de forma muy entusiasta, indicando que él también se iría con ella al fin del mundo sin pensarlo ni media vez. (Aunque en su caso, lo de no pensar no es que tuviera demasiado mérito.) Sirius suspiró al ver el gesto de su amigo, al final James se enteraría y lo descuartizaría...
- ¿Por qué a Loveday le dejáis que le diga a Lily que la quiere todo el rato y a mí no me dejáis decírselo a Remus ni una sola vez? –le susurró Jack a Evy.
- Es que ella lo hace en los momentos adecuados, para restar tensión –explicó la Onza.
- Loveday, no es el momento de gilipolleces –gruñó James. Jack miró a Evy como diciendo "¿Decías?".
- Aunque ahora no ha sido así –admitió la castaña antes de golpear a Peter en el hombro–. Y tú, mejor córtate un poco.
- Mira, guapo, te voy a decir cuatro cosillas –le advirtió Lily poniéndose en pie–. La primera es que Loveday es una persona sensata que nunca dice gilipolleces...
- ¿Ah, sí? –se sorprendieron los demás. La aludida, la primera.
- La segunda, es que había olvidado que eres un machista insufrible. Vamos, que yo sí que me puedo quedar en casa sin hacer nada, sacrificando un año de mi vida por ti, pero tú no puedes hacer lo mismo por mí. La tercera, es que si dieras un vistazo al temario –Lily mostró un pergamino que le había dado Hobbes–, te darías cuenta que no ibas a perder un año, ya que tú también podrías aprender cosas en Hotahh.
- ¿Y la cuarta? –le recordó James burlón.
- La cuarta es esta –la pelirroja agarró la mesa en la que había estado sentada y trató de lanzársela a su novio a la cabeza.
- Eh, no, quieta ahí –Joy se apoyó sobre la susodicha mesa, evitando su despegue–. No os vamos a dejar que volváis a destrozar la sala común. ¿Y sabéis por qué? Porque luego nos tocará a nosotros volver a arreglarla y porque dicho proceso acaba de costarme cuatro de mis preciosas uñas... ¡Y yo ya no tengo bastante dinero para hacerme la manicura francesa una vez por semana! –la morena les mostró sus uñas rotas.
- Siento tener que comunicártelo yo, Joy –Jesse tragó saliva antes de darle la mala noticia a su amiga–. Pero te has roto seis uñas y no cuatro...
- ¡Santo Merlín, es cierto! –sollozó melodramáticamente Joy al volver a examinar sus manos–. Se acabó, os vais a sentar y lo vais a arreglar como los adultos maduros y civilizados... que nunca seréis.
Peter acercó una silla a Lily y, con un suspiro, la pelirroja se sentó frente a su novio. Pero ninguno dijo nada.
- ¿A qué esperáis? –se impacientó Joy.
- Tal vez a que tú les expliques cómo arreglan las cosas los adultos maduros y civilizados –aventuró Will.
- ¿Pero no lo sabéis ninguno? –todos negaron con la cabeza. Joy se volvió hacia el licántropo–. ¡Remus¡Que tú eres nuestro referente adulto! Tienes que saberlo.
- ¿Yo qué voy a saber? Si mis padres nunca discuten... –explicó el aludido.
- Ni los míos –aclaró Bell innecesariamente, ya que todos sabían que Horatius Figg y su esposa Adrien eran la clásica pareja del "fueron felices y comieron perdices".
- Los míos tampoco lo hacían. Claro que, básicamente, no se hablan –señaló Jack.
- Pues el temario no está tan mal... –comento Evy, que junto a Jesse, leía el pergamino que Lily había mostrado–. Lo de "Magia Elemental" suena super chulo. Y a James no le vendría mal... podría estrangular mejor a Snape la próxima vez que le apetezca.
- Haz el favor de no darle ideas homicidas, nena –le riñó Sirius, que desde que Lily se sentó frente a James había optado por alejarse del campo de batalla.
- Ya, pero eso, Evy, es lo de menos. El problema aquí es que él, a la hora de la verdad, se niega a comprometerse –explicó la pelirroja, siempre con su particular punto de vista de las cosas.
- ¡Eso no es verdad! La prueba es que yo me quiero casar contigo y tú no –rebatió James.
Llegados a este punto, las cosas empezaban a tomar un cariz tan extraño que Peter trató de decir algo que lo frenara, pero con una sola y efectiva mirada, Remus lo paró en seco. Más tarde, le aconsejaría que disimulara un poco mejor, porque se le notaba demasiado. Entre tanto, el resto del grupo guardaba un silencio sepulcral y la pareja se había puesto en pie y se gritaba cada vez desde más cerca.
- ¡Claro que quiero casarme contigo!
- Ya ¿Y por qué nunca me lo has dicho?
- A lo mejor porque nunca me lo has preguntado.
- Vale. Te lo pregunto ahora¿quieres casarte conmigo?
- ¡Pues claro que quiero!
Y de nuevo... Tatatachán. No iba a cerrar unos de los capítulos FINALES sin dejarlo emocionante¿no? Aunque está vez fue emocionante positivo. ¡Que se nos casan James y Lily! sí, vale no es que fuera algo del todo impredecible, pero aún así es bonito.
Y para el próximo capítulo¿Cómo reaccionarán los demás al compromiso¿A quién creemos más a Peter o a Giselle¿Seguirá Lily queriendo irse a Canadá¿Quién robó el Cetro¿Seguirá Richard dando el coñazo mucho más tiempo?
Y muchas más cosillas...
Besos de granizado de sandía.
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko, Maye Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de MikaGranger. Ganadora de dos premios anuales de HA. Luz al final del túnel de Deathkisse. Creadora del amor platónico de Samael Bene Elohim. Alumna de la Casa de Ravenclaw en HA. Autora de la versión de Sirius favorita de Elarhy.
