Hola, hola. ¿Cómo va el verano¿Y el invierno? Que suerte a los segundos, no sabéis el calor que hace por aquí. La verdad es que me hubiera gustado actualizar el miércoles pero todo se torció y no pudo ser... Cosas que pasan cuando te presentas al casting de OT...

Es broma. Yo canto de pena. Aunque eso no es excusa para no presentarte a un casting de OT.

En fin, pasemos de rollos y vayamos directamente al capítulo. Como siempre, la respuesta a vuestros RR está en otro RR en mi sección de RR.

Resumen 37: Crouch empieza a sospechar que Richard es un mortifago. Sabemos que James sabe que Peter está enamorado de Peter y que Sirius vio a Regulus besando a Evy. Los alumnos de sexto y quinto se colaron en la foto de promoción de sus amigos.

Por amor al arte 38.

La vida después de Hogwarts.

1 de julio de 1976.

Sorrento. Italia.

Sorrento era realmente uno de los lugares más apacibles que Evy había conocido. Para una persona normal, aquello sería uno de los mayores halagos que se le podría dedicar a un pueblo, pero viniendo de alguien como Evy, para la que la acción era como una especie de droga, era lo peor que se podría decir jamás... En opinión de la Onza, lo mejor del lugar era las espectaculares vistas de la bahía que tenía desde su habitación de hotel.

Y la bañera, una de esas tan grandes que tienen su propio ciclo de mareas.

Pero aún así se aburría mucho... Nadine le dijo que se quedara allí, que Ethan iría a buscarla en un par de días. Ese par de días se había convertido en una semana, la semana en una quincena y su padrino seguía sin dar señales de vida.

Ya había abusado de sus únicas distracciones: No se podía bañar mil veces al día; si acariciaba un poco más a Perla la dejaría calva; en aquel momento el brillo del sol en el agua no se podía soportar y añorar a Sirius era autodestructivo...

"Podrías tenerle a él y a su hermano si quisieras… Con el Cetro…" y la voz de Sekhmet era una distracción totalmente indeseada.

- Es Inoé la que tiene el Cetro, no yo. ¿Por qué no te vas a darle la tabarra a ella? -Evy se incorporó en la cama y apoyó la cabeza en su mano, hablando de esta forma con su imagen en el espejo. De esta manera, no se sentía como si estuviera hablando sola.

"No me cae bien, hace todo lo que yo le digo... No tiene personalidad. No me gusta la gente así..." explicó la reina egipcia con desdén.

- ¿Y tú qué sabes de conseguir hombres con el Cetro? Tengo entendido que lo primero que hiciste con él fue revirginizarte para no tener que reconocer que habías mantenido tanta intimidad con un ser humano...

"¡Increíble! Mil años después y tienes sus mismos ojos y su misma lengua. Ella también se miraba al espejo cuando hablaba conmigo, .¿sabes?"

- ¿Ella? –Sekhmet siempre solía compararla con una "ella" misteriosa–. ¿Quién es ella? –en realidad, no sabía para que se molestaba en preguntar, Sekhmet nunca respondía.

"No te preocupes por eso y ve a abrir la puerta..." sugirió la reina egipcia con tono divertido.

- ¿Qué puerta?

TOC-TOC.

"Esa puerta..."

- Me lo imaginaba –Evy desistió de encontrar sus zapatillas y fue a abrir la puerta descalza. A lo mejor era Ethan que venía para sacarla de esa maldita ciudad...– ¿Qué hacéis vosotros aquí?

- Yo también me alegro de verte, hermanita –Eneas entró en la habitación seguido de su novia, Eirene, como si fuera su propia casa.

- No es que no me alegre de veros –Evy hizo un esfuerzo por no cerrar de un portazo, revelando que realmente no se alegraba de verlos–, es sólo que pensaba que estabais en el "funeral" de Estella.

- De ahí venimos –Eirene se dejó caer en la cama con expresión de cansancio. Normalmente, la hija de Ethan era un cascabel, pero Estella era su mejor amiga y su muerte le había afectado mucho.

- Pero Edna y Edmund (más él que ella) empezaron a culpar a Fergus de lo sucedido, y cuando nos pusimos de parte de él, nos pidieron nada amablemente que nos fuéramos... –explicó Eneas.

- Más que Fergus, lo que les crispó fue Inoé. ¿Sabes qué hizo? Se puso a coquetear con Fergus durante el funeral de su esposa e hijo. ¡Y eso que ella es casi la responsable directa! Un escándalo –concluyó Eirene con deleite.

Si algo adoraban los Mahutan era los escándalos, sobre todo los sexuales, y de entre todos los Mahutan, los más proclives a crearlos eran los Easter, honorables descendientes de Elora Ekstar.

Por su parte, Evy estuvo tentada de preguntarla a Sekhmet si ella tenía algo que ver en ese estúpido e inapropiado coqueteo, pero se contuvo al notar que eso la llevaría hacia un discurso de tres horas sin nada que ver con el tema.

- No deben de estar muy bien –se apenó la ex estudiante de Hogwarts.

Los hermanos Easter eran nietos del hermano mayor de la madre de Evy, es decir, que eran algo así como sus sobrinos, aunque dos de ellos tenían su misma edad. Alguna vez, de pequeña, había jugado a los médicos con Edmund... ella hacía de doctora, por supuesto.

- ¿Por eso estáis aquí? –Evy deseó que sí. Tratar de frenar una batalla campal entre los hermanos Easter e Inoé la sacaría de su aletargamiento. Y colaborar en el asesinato de la Onza japonesa le devolvería años de vida...

- No –negó Eneas, dispuesto al fin a revelar el motivo de su visita–. Tenemos otros motivos... Como sabrás, encontraron un pelo tuyo en la Cámara de Dupree

- Dippet. Y sí, ya estaba al tanto de ello –Evy se aproximó a Perla y empezó a acariciarle el lomo, tratando de aliviar sus nervios.

- Ese cabello fue llevado al departamento de Inefables que se encarga de nosotros –Evy no supo qué le sorprendió más, si saber que los Inefables tenían una investigación dedicada a ellos en exclusiva o que Eneas supiera a qué se dedicaban.

- Aunque en realidad trabajan para nosotros –aclaró Eirene–. Al cotejar tu cabello, nuestro amigo encontró dos coincidencias parciales...

- Eso no tiene nada de raro: mis padres estarían fichados.

- Los dos estaban vivos –sin más preámbulos, Eneas le tendió a su "hermana" un pergamino.

Apenas lo leyó, Evy observó a la pareja como si pensara que en cualquier momento sacarían la cámara oculta y gritarían "inocente".

- No puede ser...

- Sí –contradijo Eirene–. Somos hermanas por parte de padre.

- Pero... –balbuceó Evy.

- Lo sé: es muy fuerte. Como yo tampoco me lo podía creer, estuve investigando un poco los cotilleos familiares... ¿Sabías que mi padre y tu madre tuvieron una aventura antes de que nacieras?

- ¿Y? Eso no significa que no sea hija del marido de mi madre.

- Naciste diez meses después de que tu madre abandonara a mi padre –apuntó Eneas.

- Entonces es oficial: somos hermanas –Evy sonrió con una extraña timidez proviniendo de ella–. ¿Y ahora qué?. ¿Nos abrazamos?

- ¡Claro! –Eirene acogió en sus brazos a la joven castaña mientras Eneas se retiraba hacia la ventana con Perla en brazos para admirar la bahía.

"Venga, recoge tus cosas que nos vamos... –la misma Eirene empezó a guardar las cosas de su medio hermana en su maleta.

- ¿Irnos¿Adónde?

- Al Congo –Eneas se unió a su novia y su ex hermana–. ¿Sabes lo que es un Nundu?

- Una especie de leopardo la mar de agresiva –Evy arrugó la frente, esperando que esa pregunta no tuviera que ver con otro rumor que había oído.

- Allí hay una guerra desatada entre ellos y unos magos que se han instalado en sus tierras... Vamos a echar una mano a nuestros camaradas felinos –Eneas confirmó el rumor que la ex alumna de Hogwarts tanto temía.

Una de las ventajas de ir a una escuela de magos es que Evy se había librado de los prejuicios que, por lo visto, impregnaban a un buen número de Onzas y demás semihumanos. Prejuicios que aumentaban exponencialmente con los restrictivos decretos que les iban privando de cada vez más derechos. El último había sido publicado la semana anterior y prohibía a los semihumanos rebeldes al Ministerio llevar varita. En represalia, los semihumanos apoyaban a todo aquel que tuviera como pasatiempo destripar magos.

- No lo sé... –vaciló Evy.

- Gran respuesta. Pensaba que eras más decidida... –Eirene cerró la maleta y miró a su hermana–. ¿Qué te detiene aquí?

Buena pregunta. ¿Qué la detenía en Sorrento? Lo del Congo sonaba fascinante, ya que ella siempre quiso ir a África, pero se sentía atada a Europa, principalmente a Londres, por demasiadas promesas.

Para empezar, Lily no consideraría una buena excusa para faltar a su boda que estuviera ayudando a los Nundu a zamparse cuantos magos y brujas se les pusieran a tiro, y todo el mundo sabía lo insano que resultaba cabrear a Lily.

Para seguir, estaba Joy. Si su estilosa amiga la extrañaba la mitad de lo que la extrañaba Evy, lo estaría pasando realmente mal.

Casi para finalizar, estaba Sirius. Tenía que decirle muchas cosas... y hacer muchas más con él. Lo primero, decirle que tenía razón respecto a Ethan y ella. Lo segundo, aclararle lo del beso que le dio Regulus antes de que se enterara por alguna pelandrusca (sí, pensaba en Giselle). Y lo tercero... Bueno, ya no hacia falta más charla.

Y por último...

- Debería hablar con Ethan antes de hacer nada.

- ¿Por qué? –Eirene hizo un gesto de incomprensión.

- Porque Nadine dijo que iba a venir y...

- Está bien, hermanita –rió Eirene–, voy a quedarme hasta el viernes en Sorrento por ti. Pero a cambio, tendrás que aguantarme este consejo: no malgastes tu vida esperando a nuestro padre.

- ¿Qué quieres decir con eso? –se extrañó Evy.

- Me temo que pronto lo averiguarás... –durante unos segundos, Eirene dejo de ser la joven alegre e infantil que todos conocían pareciendo madura y segura. Pero pronto recuperó su tono alegre habitual–. Te llamo el viernes, sé que los gatos se te dan bien... –concluyó con una mirada a Perla.

- Si te decides antes del viernes, estamos en el Hilton –agregó Eneas, siguiendo a su novia.

- ¿Tú qué harías, Perla? –suspiró Evy mirando a la gata.

Perla saltó de sus brazos dando a entender que aún no le había perdonado lo del viaducto. Por lo visto, tendría que tomar la decisión sola.

"Si quieres mi opinión..." intervino Sekhmet con un tono ansioso que trataba de sonar indiferente.

- En realidad, no –replicó la Onza cortante.

"Yo me iría al Congo. Lo de matar magos suena muy divertido" opinó igualmente la reina egipcia.

- Mira por donde: otra razón para no ir.

&·&·&

Londres. Inglaterra.

- Mamá, ya estoy en casa –gritó Lily desde el vestíbulo seguida de James, que cargaba el equipaje de ambos.

- ¡Qué bien! –exclamó Verbena desde el piso superior sin hacer intenciones de bajar.

- ¿Cómo que "qué bien"? .¿No bajas a saludarme? –le acusó la pelirroja con voz dolida mientras su prometido estaba a punto de quebrarse la espalda.

- No puedo, cielo. Los preparativos de mi boda me tienen totalmente absorbida –explicó Verbena.

- Otra con los malditos preparativos de boda –gruñó James, deseando poder soltar el equipaje. ¿Por qué no se acordó de reducirlos en el andén mágico¿Y por qué Lily no le ayudaba de una vez?

- Lo bastante ocupada para no ir a buscarnos a mí y a James a la estación –porque estaba demasiado ocupada reprochándole a su madre como para atender los sufrimientos de su novio.

- ¿James? .¿Está aquí? –la cabeza pelirroja de Verbena se asomó por la barandilla de la escalera–. ¡James! –chilló la mujer al verle, bajando apresuradamente a abrazar al joven.

En el proceso, empujó a su hija contra Petunia, que salía en esos momentos de la cocina.

- Cuánto me alegro de verte. Aunque tú no pareces alegrarte mucho... ¿A qué viene esa cara? –Verbena al fin cayó en la cuenta de que el joven moreno estaba a punto de lisiarse–. Oh, pobrecito. Suelta eso y ven conmigo al salón, ya lo llevarán mis hijas arriba.

- ¿Ah, sí? –contestaron las dos Evans de mala leche, aunque por diferentes motivos.

Petunia estaba molesta porque su madre jamás había recibido (ni recibiría) a su novio de la forma tan calurosa en que recibió al de su hermana. En cuanto a Lily, ella se molestó porque recibiera a su novio mejor que a ella.

La Evans morena miró los baúles como si fueran ratas muertas de tifus y dejó que su hermana se apañara como mejor supiera.

Lily cerró de un portazo, sacó su varita e hizo que las maletas se aparecieran en su habitación. Aún no tenía diecisiete años, así que, en teoría, no podía hacer magia fuera de la escuela, pero James sí, por lo que el Ministerio no podría identificar al responsable.

Luego, la pelirroja fue al salón donde su madre se interesaba por cómo habían logrado llegar a su casa. James le explicó que el autobús noctámbulo estaba petado y tuvieron que coger un taxi muggle para llegar allí.

Sirius había sacado de su maleta su adorada moto y se había ido junto a Joy y Jesse a la casa de James en el Valle de Godric.

Bell, Remus, Isis y Will no tuvieron el menor problema de transporte, porque sus padres fueron a buscarles. Aunque los padres de Will se olvidaron a su hija, por lo que la pobre Jack habría tenido que apretarse como pudo en el autobús noctámbulo de no ser porque la madre de Remus reconoció a la joven y se ofreció a llevarla a su casa.

Tanto James como Lily pensaban que aquel debió de ser un viaje para la posteridad.

- Bueno –Verbena llevaba bastante rato queriendo hacer esa pregunta, pero logró contenerse hasta que su hija estuvo presente–¿es cierto lo que me contó ese viejo loco de Dumbledore?

- No sabemos lo que te ha contado Dumbledore –Lily tomó asiento junto a James y le dedicó a su madre una mirada cortante.

- Que os habéis prometido –contestó alegremente la mujer pelirroja.

- ¿CÓMO? –desde la cocina les llegó el ruido de unas tazas rotas antes de que Petunia apareciera en el salón–. ¡NO PUEDE SER!. ¡ESTA ANORMAL NO PUEDE CASARSE ANTES QUE YO!

- ¿Debo suponer que Vernon aún no te lo ha pedido? –dedujo Lily con malicia–. Sí, mamá, es cierto...

James y la pelirroja cruzaron una ardiente mirada. Petunia se desmayó, tratando de ser el centro de atención sin conseguirlo. Verbena elevó sus manos al cielo y exclamó:

- ¡Gracias a Dios¡Pensaba que no viviría para ver este día¡Mi hija, Lily, comprometida con mi James¡Al fin!

- ¿Cómo que tu James? –su hija menor giró hacia ella con una mirada perdonavidas de las suyas.

- Era una forma de hablar –aclaró la muggle, divertida por el arranque de celos–. Me alegra que se te haya quitado la tontería de irte a Canadá.

- No es una tontería y voy a irme –aclaró Lily con irritación.

- Al fin una buena noticia –Petunia sonrió y regresó a la cocina, satisfecha de que pronto iba a haber un océano entre ella y su hermana.

- ¿Pero cómo vas a irte? –Verbena deslizó su mirada de su rebelde hija a James, buscando apoyo en el joven–. ¿James, estás de acuerdo con eso?

- En realidad, sí –su futura suegra abrió los ojos hasta el tamaño de platos y el moreno de pelo revuelto siguió explicándose–. Bueno, me gustaría que se quedara conmigo, pero sé que a Lily le gustaría que yo fuera con ella y tampoco puedo... Los dos tenemos responsabilidades que asumir.

- ¿Responsabilidades? Por favor, somos demasiado jóvenes para tener de eso.

Ante la respuesta de su madre, Lily dejo escapar una seca carcajada. Aquella era la respuesta que podría esperarse de una alcohólica pseudo-rehabilitada gracias a los esfuerzos económicos de sus dos jóvenes hijas y a punto de casarse en segundas nupcias con su agente de la condicional.

Antes de que la pelirroja pudiera expresar en voz alta su opinión al respecto, alguien llamó a la puerta.

- Debe ser David –Lily se levantó a abrirle.

- No –le desilusionó su madre–, ha llamado. Tenía una convención de pirados de Expediente X y no llegará hasta mañana.

- ¿Entonces quién es?. ¿Vernon? –la pelirroja se detuvo, poco dispuesta a abrirle la puerta al desagradable novio de su hermana.

- No –James se levantó y sacó la varita–, sea quien sea es un mago.

Lily iba a preguntar cómo lo sabía, pero conocía la respuesta: las clases de Dumbledore que ella no había recibido. Esa era una de las razones por las que iba a Canadá, para volver a estar a la altura de su chico.

- Quédate ahí, mamá –le pidió Lily antes de ir con su novio a abrir la puerta.

James se aplicó un hechizo desilusionador y se sitúo de tal forma que pudiera desarmar a cualquier posible mortífago. Después, se concentró en tratar de identificar al mago o bruja que estaba tras la puerta: nivel de embrujo medio, muy joven...

- Hola, Lily –al ver a Isis, James bajó la varita y deshizo el hechizo.

- ¿Qué haces aquí, Isis? –se extrañó Lily, mientras invitaba a pasar a la oriental.

¿Y así vestida? Iba a añadir al verla con una ropa que hasta Jack habría considerado indecente: una mini-túnica rosa con escote en V hasta el ombligo y un par de coletas que le deban aspecto de Lolita.

- He venido a ver a David –explicó Isis.

- Pues hoy no va a venir. Se ha ido a un congreso de expediente X, así que hoy no vendrá –dijo James.

- Oh, vaya –se apenó la oriental.

- Pero dijo que vendría a primera hora de mañana –agregó Verbena, que no podía ver a nadie tan abatido.

- ¿Sí?. ¿Podría quedarme a dormir aquí? Es que me pilla un poco lejos y quiero verle cuanto antes –se emocionó Isis.

- Pues va a ser que no –intervino Petunia–. Sólo hay cuatro habitaciones en la casa y somos cuatro personas, así que... –por no decir que tres anormales como su hermana bajo el mismo techo que ella eran tres más de los que podía soportar.

- No me importa, dormiré en el sofá. Parece cómodo –en realidad, a Isis le parecía un potro de tortura, pero era una Gryffindor: por amor y valentía estaba dispuesta a cualquier estupidez.

- No será necesario –Lily recordó que tenía una cama supletoria en su habitación. La misma en la que durmieron (por llamarlo de alguna manera) Evy y Joy en Navidades.

- James va a dormir con Lily, así que Isis puede dormir en la habitación de invitados –le apoyó Verbena.

- ¿Qué? –se sorprendió James.

- ¿CÓMO QUE VAN A DORMIR EN SU CUARTO?. ¡A SABER LAS MARRANADAS QUE HARÁN! –se escandalizó Petunia. Aunque en realidad estaba muerta de envidia.

- De verdad, Petunia, cuando hablas así me pareces una frígida amargada –le espetó su hermana–. Y se llama sexo, no marranadas.

- ¿De verdad, Verbena, que no te importa que ella y yo durmamos juntos? –quiso saber por su parte James.

- James, .¿qué te dije el día que nos conocimos? –Verbena sonó casi ofendida.

- ¿Que eras divorciada? –aventuró el merodeador.

- No –Verbena le dio un coqueto golpe en el brazo–. Te dije que esta era tu casa: puedes coger lo que quieras de la nevera, apoyar los pies en la mesa mientras ves la tele y hacer el amor con Lily en la parte de la casa que quieras...

- ¡Mamá! –exclamaron con gran escándalo sus hijas.

- Ay, Lily, casi me habías convencido de que no eras una puritana –Verbena hizo una mueca de decepción.

- No soy tan puritana como otras –al decir "otras" la pelirroja miró a su hermana–, es sólo que no iba a hacer nada contigo y ella en casa.

- ¿Has visto qué mona es mi hija? Le da palo que os oiga... –Verbena dejó escapar una risita–. Vosotros tranquilos, que yo me pongo la radio con los auriculares y no me entero de nada más. Además, yo soy una madre liberal. No como mi suegra...

- ¿La madre de papá? –Lily no se molestó en ocultar el desprecio que sentía por esa mujer.

Alias, "la bruja de las rosas", pensó James.

- No, hija, no. Esa no –descartó Verbena–, aunque la muy arpía tenía lo suyo, pero ya me libré de ella... Me refiero a la madre de Patrick, la muy carca no nos deja hacer nada hasta después de la boda. Total, sólo porque nos pilló en la cama ha...

- ¡Mamá, no quiero saber lo que estabas haciendo con Patrick cuando entró su madre! Vamos, Isis, te enseñaré tu habitación –Lily agarró a la oriental y la arrastró hacia el piso de arriba mientras con la mano libre se tapaba una oreja, por si su madre quería seguir poniéndola al tanto de su vida sexual.

- ¿Pero que he dicho? –Verbena miró confusa a su futuro yerno, que se encogió de hombros con una sonrisa divertida en la cara.

&·&·&

Una semana más tarde...

- Hola¿hay alguien en casa? –Jack entró alegremente en la casa de James.

En lo que su dueño permanecía en casa de Lily, el resto de la panda la utilizaba como centro de reunión. El único con derecho a quejarse era Puck, pero el elfo estaba encantado de que aquel lugar estuviera lleno de "gente tan joven y amable".

Para decepción de Jack, sí que había alguien en casa: Bell, leyendo un libro junto a la piscina que habían construido mediante magia esa misma semana.

Las dos chicas se miraron con incomodidad evidente unos instantes hasta que la rubia se animó a preguntar:

- ¿Cómo es que vas así vestida?

- ¿No te gusta?

- Sí, eso es lo que me desconcierta –confesó Bell.

Jack llevaba puestos unos pantalones de traje en color negro y una sencilla camiseta blanca de tirantes muy poco escotada. Una ropa sencilla y elegante que no era nada habitual en ella.

- Es que he quedado con unas amigas de San Francisco que se han hecho modelos y están desfilando en la Pasarela Venus Magic –explicó la joven Sparrow sentándose en una tumbona.

- ¿Sí?. ¿Son conocidas?

- En realidad, no. Y me he aburrido un montón con ellas cuando lo cierto es que antes nos lo pasábamos genial... No sé, son tan superficiales.

- Hace un año que no las veías. La gente, en particular a vuestra edad, cambia mucho en ese tiempo... –opinó Bell.

- Oh, no. Ellas no han cambiado nada, creo que es un problema mío –confesó Jack.

- Bueno, en ese caso, será consecuencia de la buena influencia de Lily, Joy y Evy...

- ¿Buena influencia?. ¿Esas tres?

- ¿De Isis? –aventuró Bell no muy convencida.

- ¡Peor! .¿Sabes cuál es la última de la oriental chiflada? –como la rubia negó con la cabeza, Jack se lo contó–. No se le ocurrió mejor idea que meterse en la ducha de David, en pelota picada, por supuesto. Con tan mala suerte que David comparte el baño con su tía, una especie de integrista católica, que a punto estuvo de quemarla por bruja...

"Pero es que, a todo esto, Bifidus la había localizado, y dispuesto a luchar por su amor, se plantó en el baño de su rival para cantarle a Isis una serenata. A las tres de la mañana... Terminaron allí hasta los aurores, porque alguien oyó las canciones de Bifidus y pensó que unos mortífagos atacaban la casa.

- ¿Eran ellos? –se sorprendió Bell, que había escuchado la historia a su padre.

- Pues sí. Un show –concluyó Jack–. Puck¿tienes té helado?

- Puck se lo trae en un segundo –contestó el elfo.

- Gracias. Espero que lo tenga hecho, porque este es capaz de decirme que sí y ponerse a trabajar –suspiró Jack.

- O de no traértelo. Las únicas órdenes que obedecía siempre eran las de Evy. A Sirius y a James sólo les hace caso cuando le da la vena... –Bell borró la sonrisa de su cara y se puso seria–. Jack, hay algo que me preocupa y quisiera hablarlo contigo...

- ¿Conmigo? –repitió la aludida incrédula.

- Sí, eres la persona más adecuada –la rubia ya esperaba una reacción así de la chica.

- Si es por el tema de las cartas de Prewett y lo que pasó realmente en el hospital, no tienes por qué preocuparte. No sé por qué me las dio Evy, pero al final las terminé quemando y lanzando las cenizas al lago...

Un acto muy noble. Y la primera sorprendida de que fuera capaz de llevarlo a cabo fue la propia Jack. Siempre se había preguntado cómo alguien tan poco escrupuloso como ella había terminado en Gryffindor y no en Slytherin. El descubrimiento de que su inquilino influía en su persona fue una verdadera sorpresa.

- ¿Qué cartas? –se sorprendió Bell. Al menos al principio, luego se asustó–¿Sabes lo del hospital?

- ¿Que Prewett te pidió matrimonio justo después de que lo abofetearas? Sí, te lo escribió en una de las cartas... –al ver que Bell enterraba su cara entre sus manos, Jack se apresuró a añadir–: tranquila, sólo lo sabemos tú, yo, Prewett y puede que Evy... No sé si llegó a leerlas.

- Sí que lo hizo –contestó la rubia sin variar su posición–, por eso sabía lo del hospital.

- Yo creo que no –negó Jack–, se limitó a lanzar un palo de ciego. No te preocupes, ninguno de los cuatro le dirá nada a Remus. Prewett por la cuenta que le trae y nosotras porque Remus nos importa demasiado para hacerle daño.

- Es por eso que no se lo dije. No quería que volviera a empezar con sus paranoias de que no es un hombre completo y todo el rollo –las dos chicas rodaron los ojos en idéntico gesto de impaciencia.

- No sé cómo un tío tan guapo puede ser tan inseguro –comentó Jack–. ¿De qué querías hablarme? .¿Qué te preocupa tanto?

- Remus –contestó simplemente Bell.

Y es que después de meditar, la rubia se había dado cuenta de que sólo había dos personas que podían ayudarla con su preocupación por el licántropo: una era Evy (que a saber dónde estaba) y la otra era Jack. Tras un duro debate consigo misma, había decidido hablar con ella.

- Está muy deprimido. Muy... frustrado –concluyó Bell.

- Lo sé –suspiró Jack–, está así desde que volvimos de Hogwarts.

La joven Sparrow jamás olvidaría aquel viaje en traslador. Mientras esperaban el suyo, Jack había charlado animadamente con los Sres. Lupin, pero Remus había permanecido al margen, en silencio y con la misma expresión sombría que ponía su hermano mientras esperaba uno de sus partes médicos.

- En realidad está así desde que Sirius, James y yo hicimos la solicitud para la Academia –matizó Bell–. Y desde que hicimos la piscina, peor... Unos vecinos le querían contratar para hacer la suya y ha aceptado. ¿Sabes lo que me dijo cuando le pregunte porque accedió?

- Que eran los únicos trabajos que iban a ofrecerle –Jack suspiró. Conocía demasiado bien la resignación, ya la había aceptado para sí misma varias veces, pero que Remus la aceptara sin luchar... le daban ganas de golpearlo hasta que reaccionara, y por la cara de la rubia, ella le ayudaría.

- No soporto verlo así, tan resignado. Me gustaría conseguir que reaccionara, pero no sé cómo hacerlo –Bell también suspiró–. Una paliza aparte.

Jack mostró su acuerdo con una mueca, justo a la vez que captaba movimiento en la casa. Pensó que era Puck que al fin le traía su té helado, pero en realidad...

- Hablando del lobo de Roma –era Remus.

- Hola, cariño –la rubia le saludó con un beso, en consideración a Jack, bastante breve, antes de fijarse en la cara del licántropo–. ¿Cómo es que estás tan contento?

Hasta Jack había omitido el beso de la pareja al ver que tenía delante al Remus de siempre.

- Pues... tengo dos noticias, una buena y una mala –explicó el merodeador.

- Empieza por la buena –pidieron las dos chicas a la vez.

- Jack¿llevas pantalón de traje? –se extrañó Remus al reparar por primera vez en ella.

- Ya ves –la aludida se encogió de hombros y le instó a seguir.

- He encontrado trabajo: no de albañil de piscinas, sino un trabajo de verdad. Es un problema con Quintapeds –explicó el chico emocionadísimo. Ambas chicas fruncieron la frente a la vez.

- ¿Te vas a Drear? –tampoco era tan malo, se dijo Bell. Después de todo, Drear era una isla de Escocia, por lo que no estaría tan lejos de su novio como James de su prometida.

- Oh, no. Me voy a Marbaden.

- ¿Marbaden? No suena a pueblo escocés –opinó Jack.

- Porque está en Alemania –bufó Bell–. ¿Pero cómo va a haber Quintapeds en Alemania?. ¡Sólo viven en la isla de Drear!

- He ahí el problema –concluyó Remus–. Sólo serán unos meses y pagan realmente bien...

- ¿Te vas a Alemania? –comprendió al fin Jack, que iba razonando a su ritmillo–. ¿Pero allí dan trabajo a licántropos? Lo digo porque como apoyaron a los nazis y tal.

- Precisamente por eso su Ministerio de Magia es el más liberal de Europa. Tratan de desligarse de los rumores que los acusan de colaboracionismo con el gobierno de Hitler... –claro que eso de "rumores" era un tecnicismo: se decía que las más importantes familias mágicas mestizas germanas tenían documentos que probaban dicha acusación más allá de toda duda razonable. Tal vez por eso, el Ministerio de Magia de Alemania estaba dominado en un 80 por ciento por mestizos y semihumanos.

- ¿Pero cómo es que han sabido de ti? –preguntó Bell.

- Por Dumbledore –ante la respuesta del licántropo, ambas chicas entornaron los ojos con expresión de indio a punto de arrancarle la cabellera a alguien.

De repente, la rubia se volvió hacia Jack y le indicó con la cabeza que les dejara solos. La joven Sparrow hizo un gesto de incomprensión por lo que Bell, movió la cabeza de forma más insistente. Como la castaña seguía sin entenderla, Bell terminó preguntando en plan indirecta:

- ¿No tenías que ir al médico, Jack?

- Joder, es verdad –la aludida se levantó de un brinco, ya que realmente sí tenía cita con el médico. ¿Y Bell cómo lo sabía?– Me largo. Ya hablaremos otro día…

Al poco de irse la joven, Puck llegó con el té helado. Al ver que Jack ya no estaba, se encogió de hombros y volvió a la cocina. Ya se lo bebería alguien si lo dejaba en la nevera...

- Sólo serán unos meses –repitió Remus con menos seguridad que antes.

- Sabes que no. Si en Alemania la situación está como dices, ese primer trabajo será una especie de prueba. Si la pasas (cosa que harás) te encomendarán otro. Y luego otro. Y después más. Y "unos meses" se convertirán en años.

- No serán años. No pienso poner el trabajo por delante de lo nuestro –cortó el licántropo.

- ¡Pero es que yo quiero que lo hagas! Es decir –Bell se concedió unos segundos para ordenar sus ideas–, me gustaría que te quedaras aquí conmigo, o que te fueras y en unos meses volvieras, pero... Sé que aquí en Inglaterra, tal y como están las cosas, no hay futuro para ti. Y sé que si te quedas te irás amargando, como ha pasado estas últimas semanas...

Con una nueva pausa, la joven rubia se levantó, abrazó la cintura del licántropo y apoyó la cabeza en su hombro.

- Yo odio verte así. Quiero que tengas un trabajo que te llene y en Alemania lo tendrás.

- Iré –Remus le alzó la barbilla–, pero quiero que vengas conmigo –a la rubia se le descolgó la mandíbula de la sorpresa–. Sí, ya sé que tienes que ir a la Academia de aurores, pero puedes solicitar el traslado a una alemana...

Según hablaba, Remus se daba cuenta del error que había cometido sólo con proponerlo. Aquella era la gran diferencia entre él y su novia.

Desde pequeño, el hecho de ser licántropo le había impedido atarse con lazos lo bastante fuertes a nada ni nadie, ni siquiera a su familia. Ni siquiera al resto de los merodeadores. Ni siquiera a Bell. De hecho, James bromeaba diciendo que él era el espíritu libre del grupo, mientras que Sirius y él eran poco menos que siameses.

Pero Bell estaba arraigadísima a su familia, a sus amigos, a Londres. Si la obligaba a irse con él, terminaría tan amargada como él mismo si se quedaba allí.

- No tienes porque decidirlo ahora. Piénsalo¿vale? –aún a sabiendas de que había perdido de antemano, besó a la rubia en un intento de dar más peso a sus argumentos.

- Lo haré –aseguró Bell con una sonrisa.

- Genial –Remus mostró una de sus demoledoras sonrisas. Trataba de seducirla para que se fuera con él a Alemania. Los dos lo sabían y ella no podía evitar que la idea le resultara divertida–. Tengo que irme a casa. ¿Nos vemos, mañana?

- Desde luego.

Se despidieron con un apasionado beso y el licántropo se fue, dejando a una chica demasiado confusa.

&·&·&

- Jamás lo creí, pero no está mal lo de ir de compras contigo –Joy volvió a dedicarle a Sirius una mirada cargada de escepticismo.

La morena había conseguido algo de dinero trabajando de promotora de cosméticos en el Centro Comercial en el que trabajó Lily el verano anterior y se moría de ganas de gastarlo. Como Sirius estaba muerto de aburrimiento en el Valle de Godric y también tenía dinero para gastar se había ofrecido a llevarla en moto a cambio de que Joy le asesorara en sus compras.

- Tuve que convertirme en un buen compañero de compras: es la única manera de que Jesse y tú no me robéis tiempo de estar con Evy –Sirius se encogió de hombros.

- Sí, pero cuando ella me contaba que se lo pasaba muy bien yendo de compras contigo, pensaba que era porque os pasabais el día en las tiendas de lencería o que os enrollabais en los probadores... Pero ahora veo que no es eso.

- Sí, porque lo de los probadores sólo pasó una vez –al ver que Joy le miraba con una ceja alzada, Sirius se rió, dando a entender que bromeaba. O no...

"¿Has sabido algo de ella?

- No –Joy negó con la cabeza–, hace mucho que no da señales de vida. ¿Leíste el periódico?

- ¿Lo de Richard? Sí. Pero no sé si alegrarme de que Umbridge lo haya despedido. Al menos antes sabía dónde estaba por si necesitaba asesinarlo –gruñó Sirius.

- Eso es cierto –suspiró Joy–, a saber a dónde le mandará el peñazo ese que tiene por jefe a dar la tabarra. ¿De tu hermano sabes algo?

- No –Sirius arrugó la frente con extrañeza–. ¿Por qué?

- Oh, era por saber si estabas al tanto del final del culebrón Malfoy/Narcisa/Snape. Como tu hermano parecía siempre estar informadísimo sobre el tema... –la morena hizo una mueca de disgusto: nada la gustaba menos que quedarse con las ganas al final.

- No necesito hablar con mi hermano para eso... ¿No leíste el periódico? –como Joy negó con la cabeza, Sirius prosiguió–: decía que Misburg Bullstrode había aparecido muerto. Ese idiota estaba enamorado de Narcisa desde que... (Iba a decir "desde que tenía uso de razón" pero eso es algo que no ha tenido nunca). Supongo que o bien tu novio le usó de cabeza de turco o Malfoy se impacientó ante la falta de resultados y actúo por su cuenta...

- Las dos opciones son igual de posibles –a Joy le habría gustado exculpar totalmente a su ex, pero visto el cabreo que se pilló el Slytherin cuando ella afirmó que no era un mortífago de verdad, ya no estaba dispuesta poner la mano en el fuego por él.

"Malfoy no lo dejará así con ella –agregó la morena.

- No, no lo creo –suspiró Sirius–¿tienes prisa por ir a casa? Es que me gustaría pasar antes por la de Andrómeda.

- Tranquilo, te acompaño.

- ¿No has quedado con Will? –se extrañó Sirius.

- Oh, no. Él anda ocupado con sus líos familiares y... tengo la sospecha de que anda tramando algo a mis espaldas –Joy se encogió de hombros, sin demasiado interés–. Estos días no me importaba demasiado... Pensé que si nos veíamos terminarían despidiéndome, porque con el gafe que tenemos...

- ¿Sigues con esa tontería? –Sirius le pasó el casco de la moto a la morena y meneó la cabeza–. Yo no creo en eso de la suerte... a no ser que haya Félix de por medio.

- Pero admitirás que cuando él y yo estamos juntos, pasan cosas malas a nuestro alrededor...

- Las cosas malas pasan todo el rato, no son culpa vuestra –Sirius puso en marcha la moto y el rugido del motor dio por terminada la conversación.

&·&·&

Tal y como habían predicho Sirius y Joy, Malfoy no iba a dejar las cosas así con Narcisa. Y sin embargo, a Snape, que solía pensar peor de la gente que los dos Gryffindor, no se le ocurrió que el rubio sangre limpia pudiera tomar alguna represalia contra su esposa hasta que Rosier se apareció en su ático de Notting Hill.

- ¿Te has enterado? Cuánto lo siento, tío –Evan palmeó la espalda de su amigo, en un gesto de consuelo.

- ¿El qué? –preguntó Snape que, obviamente, aún no se había enterado.

- Pues que Narcisa ha muerto –el Slytherin moreno palideció–. Eso creo. Al menos, está muy grave en el hospital... Se ha caído accidentalmente por las escaleras y...

- ¿Y? –insistió Snape sin creerse para nada que la rubia Black se hubiese caído por las escaleras. Había vivido demasiado tiempo junto a una mujer que aseguraba "caerse por escaleras" y "golpearse con puertas" como para no saber que Malfoy estaba detrás de esa caída.

- Hay quien dice que ha sufrido un aborto –completó Rosier con lo que esperaba que fuera una mirada compasiva–. ¿A dónde vas? –se preocupó al ver cómo Snape se dirigía a la chimenea.

- ¿Tú que crees? –el moreno había echado mano a los polvos Flu–. ¿Está en San Mungo, no?

- No puedes ir. ¡Si Malfoy te ve allí se dará cuenta de todo!

- ¿De qué iba a darse cuenta Malfoy? –quiso saber la madre de Snape, que entró en el salón en ese momento.

- De nada, madre –le tranquilizó Severus, dedicándole a su amigo una elocuente mirada–. Es sólo que voy a ver a Narcisa al hospital.

- ¿Narcisa? –la frente de la mujer morena se arrugó–. Ten cuidado con ella... Malfoy es extremadamente celoso. ¿No querrás terminar como el pobre Misburg?

Misburg. De eso también tenía la culpa Snape. Cuando Malfoy sugirió que él podía ser el amante de su esposa, Severus fue incapaz de confirmar o desmentir, o decir palabra alguna, lo que llevó al rubio aristócrata a decidir que tenía razón y actuar en consecuencia.

- Tranquila, mamá. Lucius sabe que Narcisa y yo somos amigos. No verá nada raro... –el moreno Slytherin besó a su madre y se despidió de Rosier antes de entrar en la chimenea.

&·&·&

- ¡Al fin solos! –Lily se dejó caer en la cama en la que James le lanzaba una mirada de desconfianza.

- ¿Seguro? .¿No andará Isis por ahí?

- Jesse se la ha llevado al cine a ver toda la saga de "Lo que el viento se llevó". En versión extendida –agregó la pelirroja alzando provocativamente las cejas.

- Eso nos da unas... seis horas –James mostró al fin interés.

Y es que en la semana que llevaban en casa de Lily no habían disfrutado apenas un instante de soledad: o bien Isis les contaba sus desventuras en su relación con David (con el principal problema de que no existía dicha relación) o Verbena le pedía opinión sobre los centros de mesa o Petunia se empeñaba en ejercer de carabina... Eso de día.

Por la noche, lo de dormir en la misma habitación era casi la peor de las torturas: las paredes eran de papel y Lily estaba paranoica perdida con que su madre y su hermana la vigilaban... James había propuesto varias veces insonorizar la habitación mediante un hechizo, pero la pelirroja aseguraba que las orejas de su hermana eran unos instrumentos auditivos tan potentes que no había hechizo capaz de refrenarlas.

Pero al fin estaban solos... O no.

Cuando James, notó la presencia de un poder mágico en Privet Drive se apartó de Lily.

- ¿Qué...? –en ese momento, ella también lo notó. No en la fuente, sino a través de la mente de James.

- ¿Es Isis?

El moreno de pelo revuelto negó con la cabeza mientras sacaba la varita y se levantaba de la cama.

- ¿Alguno de nuestros amigos? –la frente de la pelirroja estaba arrugada, señal de que ella misma había deducido la respuesta–. ¿Mortífagos?

- Rodean toda la casa. Y también está Voldemort...

- Dios mío –atinó a decir Lily sin saber si era un ruego para que les sacara de esa peliaguda situación o si agradecía que su madre no estuviera allí. O si lamentaba que su hermana tampoco estuviera.

- Lily –James interrumpió sus meditaciones acercándose a ella–, tienes que desaparecerte de aquí. Ve junto a Sirius y avisad a Dumbledore –le dio un beso en los labios, cruzó los dedos y la instó a desaparecerse.

No le sorprendió que Lily no lo consiguiera: habrían puesto un muro de magia para evitarlo.

- Lo siento, no puedo –la pelirroja omitió el detalle de que una parte de su mente no quería irse y abandonar a James, aunque fuera para pedir ayuda.

- Había que intentarlo –James se encogió de hombros y trato de ocultar su preocupación con una sonrisa despreocupada que hizo que su novia se diera cuenta de lo mal que estaban las cosas.

Al ver que Lily no parecía nada relajada y sabiendo que tenían bastante tiempo, ya que Voldemort debía de haber ordenado a sus mortífagos que vigilaran pero no atacaran, volvió a besarla, esta vez más tranquilo, tratando de insuflarla serenidad...

- Es de mala educación hacer esperar a los invitados –les reprochó el propio mago oscuro desde el salón–. Y menos cuando no hay nada con alcohol para beber...

- En primer lugar, nadie te ha invitado –le gritó Lily, haciendo sonreír a James al ver que había vuelto a ser ella–, y en segundo... ¿Qué esperas si vienes a la casa de una ex alcohólica?

- Pues transformaré el yogur líquido en vino –decidió Voldemort.

- Saldremos de esta –le aseguró James.

- Lo sé –Lily sonrió antes de medio precederle, medio dejarse llevar por él hasta el salón, donde Voldemort les esperaba cómodamente sentado.


¡Sí, he vuelto a los finales de infarto! No me miréis así, que James y Lily tienen que sobrevivir tres veces a Voldemort y ya me empezaba a pillar el toro. Además, que yo sé que cuando el final no es de infarto lo extrañáis.

Notas curiosas sobre el capi 38.

Un Quintaped, para aquellas personas que no tienen el libro de bichos de Rowling, es una bestia carnivora, (preferiblemente de carne humana) de cuerpo achatado, pelo castaño rojizo y cinco patas de pies deformes. Viven sólo en la isla de Drear en Escocia, yo me he tomado la licencia de enviar a unos cuantos a Marbaden, el pueblecito alemán que sale en "Las aventuras de los hermanos Grim"... ¿Visteis la película? Pos yo no, así que prohibido contármela.

Otras notas:

Y con esto, entramos en la recta final del final del fict. Es decir, que este es el antepenúltimo capítulo, así que si estabais pensando en dejar RR en algún momento del mismo y esperáis recibir una respuesta mejor hacerlo ahora...

Como siempre, el próximo capítulo estará en unos quince días. Hasta entonces: no paséis demasiado calor, no os olvidéis de reír, recordar que la autopista del mal esta petada y dejar RR...

Besos de granizado de limón.

Carla Grey.

Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Lunática. Musa de MikaGranger. Ganadora de dos premios anuales de HA. Luz al final del túnel de Deathkisse. Creadora del amor platónico de Samael Bene Elohim. Alumna de la Casa de Ravenclaw en HA. Autora de la versión de Sirius favorita de Elarhy.