Es una historia que me apetecía escribir, no será muy buena, pero la verdad me da igual, porque me lo paso estupendamente escribiéndola, me divierto mucho con ella. He puesto los capítulos más cortos… Reconozco que es un poco ñoña y "rosa", pero después de escribir la historia de Derufod (que volverá de nuevo), me apetecía escribir algo más "Light". A todos los que me escribieron los reviews, muchas gracias, pero prefiero que no me mandéis ninguno, los agradezco pero para que no hayan "malos entendidos" prefiero que no…

Muchísimas gracias por leer mi historia….

¡Ah! Dedicado a mi gran amiga Valentina Tallabuena que es la que me pasa las historias a ordenador y luego a Internet (aunque ahora me he comprado uno y lo pasaré yo). Muchas gracias Valentina y ahí está tu historia...

Éolywyn dama de Rohan

Valentina se va de la Comarca

Ocurrió que tiempo después de la fastuosa fiesta de cumpleaños que el Sr. Bilbo celebrara, l as cosas cambiaron para Valentina, unas para bien y otras para mal

La familia Tallabuena-Bolsón dejó su morada en Hobbiton para trasladarse a un pequeño agujero hobbit en los lindes del Bosque Cerrado, aquel nuevo hogar se encontraba próximo a la aldea de la Casa del Bosque, en la Cuaderna del Este

Era el lugar más distante al que Valentina había viajado, pues jamás se había alejado de Hobbiton y sus alrededores; tardaron varios días en llegar hasta allí y Valentina, con tristeza observó como las verdes colinas iban desapareciendo en el horizonte lejano, demasiado lejos de su querido hogar, sus amigos y, por supuesto, de Frodo

A la hobbit no le había gustado nada la decisión de su padre, Franton quería trasladar los panales a un lugar distinto, donde sus laboriosas abejas tuvieran mejores flores y en aquel inoportuno momento, recordó la vieja casa de su tatarabuelo, que construyó en otros tiempos con fines vacacionales.

Valentina había discutido con su padre sobre el hecho de marchar tan lejos, había motivos aparentes, nadie se quejaba de la calidad de la miel y la producción era buena. Su padre se negó en redondo a dar explicaciones, se marcharían y ya está

La joven se encerró en su habitación llorando, no quería marcharse, ahora no. Escuchó voces en la salita, su madre le hablaba a su padre calmándolo:

-…no es una niña, ya es mayor, yo hablaré con ella

Un momento después su madre entraba, en el regazo traía una cajita de suaves y deliciosos bombones

Valentina tomó uno de ellos, mientras su madre le acariciaba los rizos despeinados:

-Valentina hija, no debes enfadarte con tu padre

-Pero mamá yo quiero quedarme, si os vais me quedaré aquí, trabajaré con Telma en su despacho de pan, ya lo he hecho otras veces, pero no quiero marcharme.

La madre cerró los ojos, comprendía a su hija, tenía su vida allí y no quería dejarla, tomó uno de los bombones y volvió a hablarle con voz muy dulce:

-Sabes que últimamente no me encuentro muy bien, el doctor me recomienda un cambio de aires, un lugar más cálido, se avecina el invierno y debemos partir antes de que el camino se vuelva difícil.

Valentina observó a su madre, no podía creer lo que estaba oyendo, la había oído quejarse de sus achacosos huesos, y el reuma que la molestaba con el cambio de las temperaturas, pero ¿tan mal se encontraba?

Annah, su madre, le seguía acariciando los ondulantes cabellos negros, a Valentina le pareció de repente tan frágil, como si la vejez se le hubiera echado encima en unos instantes, y pensó "que egoísta he sido, siempre pensando en mí. Mi madre está realmente enferma y yo no me he dado cuenta".

-Valentina hija, el doctor dice que debo tener reposo, trabajar lo menos posible y mucha calma, no debo tomar cosas de peso y por esta causa, tu padre te necesita más que nunca, yo no puedo ayudarle en su tarea, hemos hablado con tu tía Margot, está soltera y sola, dispuesta a hacerme compañía y cuidarme cuando tú no estés. Ya sabes, tu padre ha sido siempre su hermano favorito y ella me tiene mucho cariño

Después de de aquello, los días fueron pasando demasiado apresurados para el gusto de Valentina, pronto partirían y con ellos la esperanza que albergaba la hobbit de estar cerca de Frodo

Pasada la fiesta, ella y Frodo habían intimado, se veían más a menudo, hablaban de sus sentimientos mientras paseaban en solitario en los atardeceres. Frodo, por fin, había descubierto en Valentina algo más que una hobbit vergonzosa y regordeta que le llevaba miel a su tío Bilbo. A veces, mientras caminaban por entre los árboles ellos solos, Frodo le tomaba la mano, se miraban a los ojos y después echaban a correr hasta llegar al río, donde jugueteaban y reían.

Pero ahora todo eso quedaba atrás

Valentina fue a despedirse de él por la mañana muy temprano, aquel día se marchaban y hacía tiempo que no había visto a su amigo Frodo, había estado tan atareada con empaquetar cosas que apenas si le quedó tiempo para algo más

Iba vestida con una falda azul oscura, un corpiño del mismo color y un bolsón blanco, se cubría con una capa gris oscura, preparada para partir hacia la Cuaderna del Este

Cuando se disponía a golpear la puerta de Bolsón Cerrado, esta se abrió repentinamente, Valentina se sobresaltó, el mago Gandalf le salió al paso

-Buenos días Valentina, muy temprano para hacer visitas¿no?

-Buenos días Sr. Gandalf –dijo temerosa, pues el mago le daba mucho respeto- sólo vengo a despedirme, partimos hacía la aldea de la Casa del Bosque¿está…? – no terminó la frase, Frodo se asomó al vestíbulo, había oído la voz de Valentina

Gandalf los miró fijamente a través de sus tupidas cejas, se acarició la barba y con un gesto rápido se colocó su picudo sombrero

-Bueno muchachos, creo que iré a dar una vuelta. – y se fue alejando por el camino con paso lento.

Valentina casi con lágrimas en los ojos contó su historia a Frodo, de porqué se marchaban y que desconocía el tiempo que iba a pasar en aquel lugar, se encontraban en el viejo salón tan familiar para Valentina y Frodo se acercó a ella con su mirada algo triste, sin embargo, sonreía

-Valentina, eres afortunada por tener a tus padres, cuida mucho de ellos y se todo lo feliz que puedas junto a ellos –la voz del hobbit se tornó muy triste y melancólica, él hacia mucho que perdió a sus padres en un trágico accidente, no había podido disfrutar de ellos pues Frodo era muy joven cuando perecieron ahogados en el río

-Debo marcharme –terminó diciendo Valentina, pero antes de que se diera media vuelta Frodo le tomó la mano, mientras acariciaba sus rizos oscuros, parecía distraído, como si su mente estuviera lejos.

Valentina al sentir su tacto se estremeció ligeramente, él llevó su mano hasta su mejilla sonrosada, Valentina dio un paso adelante instintivamente, su corazón galopaba frenéticamente; viendo como Frodo se aproximaba a ella, entreabrió los labios, los inmensos ojos azules del hobbit no dejaban de mirarla y Valentina se sintió turbada, pero no podía dejar de mirarle, entonces Frodo la besó en los labios con pasión mientras la abrazaba apretándola contra su cuerpo.

Valentina se sentía desmayar, se dejó sujetar por el hobbit sintiendo sus brazos y manos, sintiendo sus suaves labios en ella, creyó que aquel dulce beso duraba una eternidad, el tiempo no existía en aquel momento, el mundo y sus problemas había desaparecido, sólo quedaba ellos dos y su amor en silencio

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Aquel recuerdo la acompañó durante el viaje, ahora estaba segura de que Frodo, su maravilloso Frodo la correspondía. Pero el tiempo pasó, al principio se carteaban con regularidad, pero algo debió ocurrirle a Frodo, pues la correspondencia que le enviaba era cada vez más escasa. Muy de tarde en t arde recibía carta de él y ésta era poco explícita, nada clara. A veces, comentaba algo sobre partir de viaje con un destino incierto y hacía referencia a su tío Bilbo y cosas que podían llegar a ocurrir si se demoraba. Valentina no comprendía el significado de aquellas palabras y Frodo no respondía a sus cartas, lo que la fue sumiendo en la duda y la incertidumbre con respecto a su relación con él.

El tiempo que transcurrió allí, en su nuevo hogar, Valentina no lo recordaba con agrado, ayudaba mucho a su padre, le acompañaba cuando éste iba a los mercados de las aldeas de Los Gamos, pero añoraba Hobbiton y a todos sus amigos, no había hecho amistades, pues la gentes de aquella región le parecían aburridas y poco amables, su única distracción era las salidas a los mercados y la hobbit fue adquiriendo un comportamiento más "aventurero", porque para ella aquello era una aventura.

En muchas ocasiones se levantaban muy de madrugada, se ponía sus ropas de viaje y había cambiado las faldas por cómodos pantalones masculinos, llevaba una mochila con sus pertenencias personales, un libro de lectura y uno para escribir todas sus vivencias, haciendo incluso dibujos y mapas de las zonas que visitaba y si tenía ocasión, recogía pequeñas leyendas locales.

Después de cargar el carro y preparar el viejo y panzudo poney, ellas y su padre partían de casa para visitar una, dos o tres aldeas, lo que les llevaba varios días de viaje. Dormían a la intemperie si era posible, bajo el cielo estrellado, las espesas ramas de los árboles hacían de techumbre o cubiertos con una gruesa lona a modo de tienda. Pocas veces habían utilizado el granero de algún granjero, sólo si el tiempo era endemoniadamente lluvioso.
Así que Valentina, acostumbrada a la cómoda vida de Hobbiton, se habituó a la dura vida de los viajeros y caminantes.

Con el paso del tiempo, Valentina fue observando que el ambiente, en general, fue volviéndose siniestro y oscuro. Había rumores de que extraños jinetes negros montados en enormes caballos recorrían la Comarca haciendo preguntas raras y habían visto merodeando cerca de la frontera a Hombres de cabello oscuro y aspecto malévolo.

Hasta ahora ellos nunca se habían topado con nada de esto, pero la hobbit fue sintiéndose cada vez más angustiada y casi siempre se encontraba de malhumor. Ya únicamente se carteaba con su amiga a la que había confiado todos sus pensamientos, anhelos y pesares; la última carta que recibiera de ella llegó con retraso de varias semanas y en ella exponía que Frodo dejaba Bolsón Cerrado y marchaba a Cricava.

"Cricava, tan cerca de aquí", pensó Valentina y una nueva ilusión se asomaba a sus oscuros ojos, la situación se ponía interesante. Pero la carta no decía cuando Frodo se marchaba y durante algún tiempo no volvió a recibir noticias de su amiga.

Valentina se levantaba por la mañana con un único pensamiento, "¿cuándo irían al mercado de Cricava?", su padre hacía mucho que no salía y había almacenado gran cantidad de miel. Deseaba tanto volver a encontrarse con Frodo, muchas veces dejaba correr su imaginación pensando si las cosas no hubieran sucedido así, era posible que ella y Frodo estuvieran ahora juntos y felices; se veía viviendo en Bolsón Cerrado, Frodo encendiendo su pipa, ella preparando una bandeja con belicosos pastelillos de crema y chocolate, humeante café en las tazas, conversaciones amenas, miradas de amor, besos apasionados, y por qué no, un retoño regordete de pelo oscuro y rizado, grandes y hermoso ojos azules que lloriqueaba en su cunita. Después despertaba de aquellos sueños y se encontraba con la realidad, quedando abrumada y triste.