Valentina comía silenciosa manteniendo una aptitud desinteresada, pero en realidad estaba muy pendiente de aquellos dos, se encontraban al otro lado de la hoguera y murmuraban entre ellos, sin duda no querían que fuera partícipe de su conversación. Había observado que Hildibrand no apartaba sus enormes ojos azules de ella, había sido muy amable y atento desde que despertara de su inconsciencia, le prestó el jabón, la camisa, le arregló los descosidos de la capa, le trajo agua, comida y la defendía cuando el enano dejaba caer una grosería o impertinencia.
Hildi parecía todo un encanto y era, a demás, un hobbit muy guapo, tenía una sonrisa picarona y se le formaban dos graciosos hoyuelos cuando sonreía. Valentina suspiró y pensó que, después de todo, había tenido suerte al ser rescatada por aquellos dos compañeros de aventuras.
Hildi se levantó para sentarse junto a ella, le acarició unos cuantos rizos del cabello de la hobbit:
-Bien Valentina, nos contarás ahora como has llegado hasta aquí, nos gustaría saber de tu aventura.
-Bueno, pero después me contareis la vuestra – dijo Valentina dispuesta a narrar todos los hechos desde que llegaron a Bree, a vender miel. Mientras lo hacía, el hobbit jugueteaba divertido con los cabellos de Valentina, parecía que los ondulantes rizos que caían por su hombro derecho le resultaban irresistibles, a Valentina le agradó sentir sus dedos, aquello parecía que la tranquilizaba. Cuando terminó la historia, el enano bostezó y se produjo un silencio.
Grimgi lanzó un gruñido malhumorado:
-¡He Pelopaja, te toca recoger los platos, así que no te demores.
-¿No vais a contarme qué hacéis aquí?
-Pues, mediana, verás, nosotros somos trota caminos, sin lugar de partida ni lugar de destino, vivimos al día y siempre de aventuras… - explicó el enano tomando una postura adecuada para dormir junto al fuego, Hildi le miró de reojo mientras recogía los cuencos, vasos y demás utensilios que habían utilizado para la cena.
Valentina supo que no habría más explicación, miró al hobbit que se alejaba en dirección al arroyo y después al cielo cubierto de brillantes estrellas, debía dormir y descansar, se tocó con cuidado el chichón que parecía menos inflamado y se arropó en su capa, tomó su diario y aprovechó para escribir. Desde la última vez que lo hiciera habían pasado varios días, comenzó a escribir los que recordaba y lo sucedido hasta ese momento con brevedad, intentó hacer un escueto mapa del lugar donde se encontraba según le explicara Hildi, al sureste de las Quebradas del Sur, en medio de ninguna parte, intentó visualizar mentalmente los mapas del viejo señor Bilbo y recordó el río Fontegris, el Sonorota y desde allí más al norte, Rivendel, el lugar donde ella intuía que su "amado Frodo" iba de camino.
Con aquellos pensamientos el sueño la rindió por fin y envuelta en su capa, cerca del cálido fuego soñó con cosas terribles que la atacaban, hombres a caballo que la perseguían en la oscura noche y con los inmensos ojos azules de Frodo, que muy serio la miraba, pero algo extraño le sucedía a la imagen, fue cambiando paulatinamente, los contornos se desfiguraron, el cabello se torno dorado y algo más largo, una sonrisa picarona se dibujó en la nueva imagen, ya no era Frodo Bolsón, sino Hildibrand Montearbolado quién la miraba y se acercaba a ella muy despacio, sin dejar de mirarla con sus brillantes ojos de un celeste hermoso y vibrante, el hobbit estaba tan cerca de su rostro que podía sentir su respiración, estaba a punto de besarla, Valentina se inclinó, no le importaba besar a Hildi, era un sueño agradable después de tanta pesadilla y sobresalto; ella seguía con los ojos cerrados y rozó sus cálidos labios, parecía real, oyó que la llamaban con suavidad, una voz melosa, era la del mediano, volvió a inclinar su cabeza hacia delante y sintió sus labios en los de ella, un hermoso beso que le proporcionaba una paz y una calidez apetecible.
Valentina abrió lentamente los ojos en el mundo real, despertando sonriente con aquel sueño y se dio cuenta de que el beso no era una ensoñación, Hildi tenía su agradable rostro picarón junto al de ella y sus labios estaban unidos, ¡él la estaba besando¡ Hildibrand tenía los ojos cerrados saboreando el momento cuando sintió el fuerte empujón que lo tiró de espaldas contra el suelo pedregoso. Valentina sobresaltada comenzó a gritarle e insultarlo, era un caradura, sinvergüenza e indecente:
-Pero ¿qué crees que soy, ¿una hobbit cualquiera perdida en una posada de dudosa reputación? – gritó ofendida Valentina - ¡yo soy Valentina Tallabuena Bolsón¡ y si estoy aquí es por una desgraciada casualidad…
Hildi se quedó boquiabierto, muy sorprendido, balbuceó algo mientras Grimgi, que al principio se reía, había quedado cayado y pensativo, ella había dicho Bolsón y los jinetes espectrales buscaban a Bolsón.
Hildi se levantó y comenzó a excusarse y suplicar:
¡Oh Valentina, yo sólo iba a despertarte, pero tú susurraste mi nombre y te inclinaste para besarme, creí que deseabas besarme, pero me equivoqué pido disculpas, ¡lo siento Valentina!
Ella no supo que decir, en el sueño se había acercado a Hildi, pero ¡en el sueño, ¿qué era lo que le ocurría?
-Perdóname…- dijo Hildi con suavidad, Valentina estaba turbada y Hildi parecía tan…, tan…, encantador.
Pero Valentina, agarrándose sus arrugadas ropas, alzó orgullosa su cabeza:
-Quiero desayunar y quiero saber a dónde vamos y que os proponéis hacer conmigo.
El hobbit se alejó presto hacia los zurrones y sacó algo de comer para ella, Grimgi se acercó a Valentina, la miraba muy serio:
-¿Eres Bolsón, ¿sabes que unos Jinetes Negros te buscan? – dijo acariciando sus acicaladas barbas.
Valentina quedó petrificada, otra vez oía hablar de aquellos jinetes maléficos de los que nadie, qué hubiera visto, deseara volver a encontrarse con ellos, pero el enano decía que la buscaban a ella.
-¿Quién eres mediana que unos seres salidos de las oscuras madrigueras del país de Mordor te buscan? – preguntó Grimgi apuntándola con su dedo regordete, como si fuera culpable de mil desastres.
-¡Hay muchos Bolsón en la Comarca, yo sólo acompañaba a mi padre…, para vender miel… - quedó pensativa, Hildi le puso en un plato alguna viandas, ella aceptó el plato sin mirarle; "hay más Bolsón", había dicho ella, si era cierto, Frodo Bolsón se encontraba fuera de la Comarca, acompañado de gente extraña y ella sabía que algo lo apremiaba con urgencia llevándolo por un camino penoso y lleno de incertidumbre. Y ¿por qué Grimgi decía que aquellos seres provenían del lejano Mordor, desde luego de ningún otro lugar podían venir semejantes criaturas que ella se imaginaba siniestras, oscuras y terroríficamente malvadas.
Desayunó en silencio y comenzaron a caminar en silencio, al principio ella iba entre Grimgi que parecía el guía y Hildi que protegía su espalda, pero conforme fue avanzando el día, Valentina fue demorándose, se quedaba irremediablemente atrás, andaba con dificultad por aquel traicionero terreno cubierto de piedras y matojos espinosos. Caminaban en silencio y a veces el enano entonaba una extraña canción que la hobbit no lograba comprender, ella se paraba cansada, llevaba horas sin tomar nada de comida y Valentina bebía constantemente de la cantimplora que Hildi le entregó para ella. Le resultaba difícil andar por las piedras quebradizas y poco estables, entre los espinos rechonchos y pegados al suelo que le pinchaban en las pantorrillas y su capa se quedaba enganchada a ellos. En una ocasión Grimgi, malhumorado como siempre, le gritó que no bebiera tanto de la cantimplora:
-…si te quedas sin agua yo no te daré de la mía, no sabemos si la próxima fuente tendrá el agua potable o se habrá secado, ¡hobbit imprudente!
-¡Tengo hambre, estoy cansada y quiero parar! – le contestó gritando Valentina andando con dificultad y tirando de sus pantalones que deshilachados se engancharon en una mata espinosa.
Hildi había permanecido muy silencioso todo el día, miraba a la hobbit y se paraba para esperarla, Grimgi soltaba improperios en su propia lengua y decís algo así como "¡se hará de noche, seguiremos aquí a la intemperie…!"
Hildi se acercó a Valentina y le ofreció su mano para que ella diera un salto y salvara un obstáculo rocoso:
-Valentina, no podemos parar, no es bueno que nos demoremos aquí, la noche nos debe coger cerca del cruce, allí estaremos más a salvo de los huangos – le dijo con amabilidad Hildi, ella le miró, "¡qué bonito tenía los ojos!", pensó aceptando su mano.
-¡Sí, los huangos son terribles lobos sedientos de sangre, atacan en manada y les encanta la tierna carne hobbit!
Que desagradable era el enano, Valentina le miró con cierto odio, primero jinetes siniestros que la perseguían, después malvados hombres que la raptaban y ahora huangos sanguinarios que se la comerían, ¿cuándo iba a acabar aquello, ella quería volver a su casa, echaba de menos muchas cosas y sobre todo lo que más añoraba era la tranquilidad monótona y aburrida de Hobbitón, allí lo más que andaba era para ir a la casa de Frodo o al mercado, que para su gusto se encontraba un poco lejos.
No estaba hecha para viajar ni para las aventuras que sólo le gustaba en los cuentos y libros antiguos. Y ahora se encontraba allí, subiendo y bajando incansables colinas de suelo pedregoso, por un paisaje árido y repleto de setos espinosos, dónde soplaba un viento frío y cortante, con un enano que parecía odiarla y otro hobbit que no le importaba nada de nada.
