El Ladrón de Almas
Capitulo uno: Cuando te conocí
- Esto es el colmo… el tercer robo del mes…- gritaba furiosa una mujer luego de golpear con la palma de la mano la robusta madera de su escritorio- … cuando será el día que apreses a ese mal nacido?
- Su majestad - se aventuró a excusar el hombre que estaba parado frente a la mujer, por su ropa era mas que claro el rango que ocupaba en la guardia real de la reina – ese hombre se escabulle como el agua entre las manos y su banda también… además que el pueblo del reino lo protege…
- Ni una excusa mas Himura – interrumpió Kaoru – lo quiero pudriéndose en la cárcel lo antes posible¿entiendes?
- Sí su majestad – se cuadró el pelirrojo y luego de un gesto de la reina se retiró del despacho.
A los pocos segundos un segundo hombre entra en el despacho, este hombre no era militar, sin embargo vestía exquisitamente. Era un hombre más alto que el anterior, de pelo gris a pesar de ser joven como para tener canas, bordeando los cuarenta años en realidad, pero aun así joven.
- Kaoru, estás bien?
- Cómo quieres que este, Enishi – respondió ella desplomándose en su silla – ese maldito ladrón la hizo de nuevo.
- Y Himura qué dice?
- Tan ineficiente como siempre – señala la reina alzando los brazos en actitud de fastidio – promete que lo capturara, pero solo da excusas tontas.
- No te enfades – señalo el hombre – por lo menos ten el consuelo de que hoy llegara Aoshi.
- Ahhhhhhh – suspiro la reina – espero que cuando mi hijo llegue ponga orden en este reino… por algo lo envié a estudiar al extranjero…para que aprendiera a ser un buen gobernante.
- Y sin duda lo será – respondió Enishi tomando asiento en unos de los sillones dispuestos frente al escritorio de la reina – recuerda que es un chico inteligente, muy astuto y líder natural.
- Tienes razón…- suspiro la reina, tomando unos papeles que estaban sobre el escritorio - solo espero que no se tope con el Ladrón de almas.
- ¿No le enviaste un buen contingente de seguridad para la escolta?
- Claro q lo hice, pero ya sabes como es, se niega a toda mi protección – decía Kaoru con berrinche de madre incomprendida.
- Jejejeje – rió Enishi por lo bajo – es natural, Aoshi ya no es un chiquillo pegado a tus faldas… él ya tiene 20 años.
- Para mi siempre será mi bebe – respondía ella con el semblante serio – ahora mejor ayúdame con estos papeles, para algo te llame, no?
- Esta bien – resoplaba Enishi – debo justificar mi paga como Primer Consejero. ¿Cuál es el primeroque deboleer?
- Sanosuke-san! Sanosuke-san! – gritaba un chiquillo delgado y moreno, mientras corría por las callejuelas del pueblo – dónde estas!... Sanosuke- san!
- Hey Yahiko! – le gritaron desde el pozo de la plazoleta, que se ubicaba al centro de la aldea., y que era el punto de reunión de todos sus habitantes. Las mujeres se juntaban alrededor del pozo a la espera del agua para lavar la ropa o cocinar, los hombres en sus labores propias para hacer económicamente autosuficiente a la aldea, los niños jugando a la pelota, canicas o a la guerra y las niñas corriendo con sus muñecas o jugando a las escondidas. Era un pueblo alegre, amable y activo. Todos bajo el alero del Ladrón de almas, líder de su comunidad.
- Otosan!- grito el niño corriendo al encuentro de su padre que cargaba agua desde el dichoso pozo – Makimachi-san te esta buscando
- ¿Sabes para qué me busca? – contestó el hombre, dándole el balde que recogiera a una de las mujeres que hacían fila en el pozo.
- No Otosan, solo me dijo que te viniera a buscar… que te necesita urgente en su cabaña.
- Kojiro! – llamó el castaño a uno de los adolescentes q jugaban cerca a la pelota con otros muchachos – sigue tú a cargo del pozo.
- Si, Sanosuke-san – contesto con una venia el muchacho.
El hombre corrió junto a su pequeño hijo de nueve años hacia la cabaña más alejada del pequeño pueblo, constituido de no más de 30 cabañas construidas por sus propios habitantes, rodeado de un denso bosque y algunas montañas, en algún punto cardinal del reino Meiji. La ubicación del pueblo era desconocida, para la mayoría de la población del reino de Kaoru, más que nada porque la aldea era poblada por la banda de ladrones más buscada de todo el reino.
Al llegar Sanosuke hasta la cabaña fue recibido por un grave Pase, después de golpear la puerta. Dentro de la cabaña se encontraban Seijuro, Okina y Misao, a la espera del cuarto integrante del consejo.
-¿Dónde te habías metido?- le reprocho Seijuro – no podemos empezar sin ti. Ya no eres el chiquillo de 20 años que desaparecía por largas horas. Compórtate como la edad que tienes.
- Lo siento… es que estaba ayudando en el pozo…- y dirigiéndose a Yahiko q se encontraba en un rincón en absoluto silencio – hijo, podrías dejarnos a solas, ve a buscar a Tsubame para jugar.
- Pero Otosan…
- Nada de peros jovencito - aclaró inmediatamente Sanosuke alzando una ceja en advertencia – ¡ve con Tsubame!.
El chico salió balbuceando algunas palabras a regañadientes, pero ninguno de los adultos le presto atención. Esperaron a que él cerrara la puerta para comenzar a hablar.
-¿Qué sucede¿Por qué convocaron consejo?- preguntó el castaño mientras tomaba asiento en una banqueta un tanto destartalada.
- Cho me envió un mensaje…- respondió la chica con un tono seco y rasposo – el príncipe Aoshi llegara hoy al reino.
- Vaya! – exclamó con alegría Sanosuke – eso significa robo a la vista.
- Exacto – contestó Okina – pero el príncipe viene fuertemente custodiado, deberemos elaborar un buen plan para poder desarmar a la escolta e ir por el botín.
- Cuanto antes mejor, el regreso de Aoshi será antes del anochecer, solo nos quedan medio día para preparar todo- decía Hiko mirando por la ventana para observar la posición del sol y así calcular el tiempo estimado.
-Muy bien - golpeó sus palmas Misao mientras se ponía de pie – Okina, tú y yo haremos el plan de ataque… Sanosuke, tú reunirás a los hombres y diles q se alisten a la espera de ordenes… e Hiko, coordina a las mujeres para que preparen todas las armas; lanzas, bayonetas, espadas y todo lo que nos pueda servir. Cuando el sol este a la izquierda del pozo, mirando hacia el norte, deberemos tener todo listo¿entendido?
-Si, Misao – contestaron los tres hombres, para después salir Sanosuke e Hiko a sus labores asignadas.Okina extrajó unos mapas desde un baúl negro con remaches de metal y extendiéndolos sobre una mesa, comenzaron a planear con la chica la mejor estrategia para asaltar al contingente de Aoshi.
- ¿Se encuentra bien su majestad?- pregunto Saitoh con evidente preocupación hacia su pupilo, en el tono de la voz.
- No, señor – contestaba Aoshi mirando por la ventanilla del carruaje la espesa arboleda que corría paralelamente al camino por el cual transitaban - es solo el cansancio del viaje
- Llegaremos antes del anochecer.
- Sí, quiero llegar lo antes posible, para q mi madre vea al hermoso regalo que le he traído.
- Es un caballo magnifico – contestaba Saitoh acompañando con la vista el mismo paisaje que observaba Aoshi – la reina Kaoru estará muy feliz con él.
- Su majestad? – una voz irrumpió en le interior del carruaje.
- Diga coronel – contestaba Aoshi, observando tras la cortina del carruaje a uno de los soldados que a caballo custodiaban el carruaje.
- Hay un árbol unos metros más adelante cortándonos el paso, por lo que deberemos hacer un alto… si usted lo desea puede descender del carruaje a descansar y estirar las piernas. Creo q demoraremos unos cuantos minutos en quitarlo de ahí.
-Está bien – contesto Aoshi, sintiendo el remezon del carruaje ante el abrupto alto del los caballos – descenderé, quiero ver a Balaf – le dijo a Saitoh antes de abrir la portezuela y bajar con cuidado los escalones.
Todos los soldados a medida q caminaba le hacían una pequeña venia de saludo, que él respondía de igual modo, pero sin sonreír. Se dirigió a la retaguardia de la caravana, para ir directo hacia un semental negro y mancha blanca entre sus ojos. Aquel era Balaf. Aoshi tomo su alargada cabeza con las manos y con caricias de admiración y respeto lo saludo. El caballo en un relincho suave le respondió, pero un relincho mayor le indicó que se pusieraen guardia, que algo inusual ocurría a su alrededor.
El brillo de una hoja de daga le encandilo los ojos por unos segundos, pero luego el frió de la hoja le estremeció la piel del cuello.
- Nose mueva, si no quiere que lo degollé – dijo una voz grave, masculina, orgullosa.
Aoshi observo de reojo a la sombra que estaba a su lado, un hombre alto, corpulento, y que con un turbante negro se cubría la cabeza y el rostro.
-¿Es usted el Ladrón de almas? – pregunto a Aoshi con aparente tranquilidad.
- No, soy yo – respondió una segunda voz, más aguda q la del corpulento hombre, pero rasposa.
Aoshi se voltio, sin preocuparse de la daga en su cuello, pero la sorpresa que se llevo fue suficiente para provocar un pequeño tajo en él, pues el hombre q se hacia llamar el Ladrón de almas no era mas alto q un niño de quince años, por lo que un movimiento de espasmo y sorpresa hizo que la hoja de la daga se enterrara en la piel de Aoshi.
- Idiota! – grito el Ladrón al ver el hilo de sangre q bajaba para perderse en la camisa del príncipe. También llevaba su cabeza y rostro cubiertos por un turbante, pero sus ojos…sus ojos para Aoshi fueron impresionantes – no lastimes a nadie.
- Lo siento – se excuso el hombre – pero él se movió, a pesar de que yo le dijera q no lo hiciera.
- Está bien, solo mantenlo vigilado – y dándole las espalda a su secuaz y al nuevo cautivo – Tori atama, apura a tus hombres!
- Sí, señor – decía un tercer hombre igual de alto que el primero, que en ese momento venia acompañado del instructor del príncipe. Saitoh venia con las manos en alto.
Aoshi le preguntó con la mirada a su instructor que por qué no se defendían, ellos dos demás podrían acabar con ellos, pero Saitoh con los ojos le insistió que mantuviera la calma, que ahora estaban en clara desventaja y que cualquier movimiento brusco de alguno de los dos, solo pondría en peligro al resto del contingente.Un grupo no menor de hombres con las cabezas y caras cubiertas por turbantes de distintos colores cada uno, tenían amontonados y arrodillados a todos los soldados del su majestad, bajo la amenaza de bayonetas, lanzas y katanas, un movimiento en falso y alguien moriría.
De repente el Ladrón de almas, o el hombrecillo que se hacia llamar así, lanzo una exclamación de asombro, y sin atender uno de sus hombres que le hablaba en esos momentos, se dirigió hacia Aoshi y su captor. Aoshi tuvo la oportunidad de observar mejor al famoso Ladrón de almas, el dolor de cabeza de su viuda madre, la reina Kaoru.
Era un hombre bastante bajo, para ser tan temido, pero por el respeto que le demostraban sus hombres, podía decir q sabia imponerse. Era muy delgado, casi como una chica y la daga que llevaba al cinto le daba un aspecto bastante gracioso, de como si perdiera el equilibrio a cada paso que daba. (Y no estaba tan lejos de eso, en verdad). Pero cuando Aoshi posó la vista en los ojos del ladrón, por un momento creyó perderse en ellos. Esos ojos verdes, eran puros, alegres y astutos, un deleite pensó. Irradiaban fuerza, temple y seguridad, a la vez de una arrogancia que no era avasalladora como cuando va acompañada de tiranía. Eran hermosos, en conclusión.
- ¡Que caballo tan espectacular! – los pensamientos de Aoshi se desviaron hacia la imagen del pequeño hombre acariciando a Balaf – lo quiero para mi – el ladrón comenzó a desatar los nudos de las riendas q apresaban al cuadrúpedo y de un ágil salto lo monto. Para la sorpresa de Aoshi, Balaf no se inquietó por sentir ese nuevo peso sobre su lomo. El había demorado unos días en q Balaf lo aceptara como jinete, pero ¿por qué con el hombrecillo se había dejado domesticar tan pronto?.
- Señor ya estamos listos – grito el hombre que el Ladrón llamara Tori atama – ordenaré retirada.
Algunos hombres desaparecieron entre la arboleda al grito de éste. El ladrón ordenó a Aoshi y sus soldados arrodillarse dando la espalda al camino y que contaran hasta 100, y les advirtió q si algunos de ellos pretendía seguirlos, hombres ocultos en las copas de los árboles estaban prontos a matarlos con una flecha.
-Comiencen a contar hasta cien - grito el ladrón cuando Aoshi y demases hicieron lo q les ordenaban - ¡ahora!
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…- Aoshi miro a su alrededor y no vio a ninguno de los hombres del banda de ladrones, por lo que se puso de pie rápidamente, pero un silbido que corto el aire lo llevo al suelo nuevamente. Una flecha estaba a milímetros de su pierna derecha. Esa era solo una advertencia, la próxima seria la definitiva.
Aoshi miro a Saitoh de reojo que a su vez también lo observaba. Con una leve venia de cabeza, el hombre de ojos color ámbar le dio su consentimiento de actuar. Aoshi ahogando un grito desgarrador tomo uno de los escudos de un soldado que se encontraba al lado suyo y comenzó una loca carrera hacia uno de los caballos que pretendían una estampida por el ruido de la lluvia de flechas que comenzaban a caer sobre el hombre.
Saitoh grito una orden, y algunos soldados alzando sus espadas, corrieron a proteger a su majestad, y otros hacia los árboles donde Saitoh indicaba q había un hombre de la banda de ladrones oculto.
La estampida de los caballos ayudo a Aoshi a ocultarse de ser el blanco de las flechas, y también la oportuna ayuda de su instructor, que dirigía con maestría estratégica a sus inútiles soldados, que ahora parecían una gran legión romana.
Montando un caballo desbocado, pero controlandolo al tomar las riendas y apretar las rodillas contra los costados de la bestia, Aoshi emprendió persecución del famoso Ladrón de almas.
Se internó sin seguridad en la espesura del bosque, pero en pocos minutos dio con la figura entrecortada del Ladrón galopando a toda velocidad entre los árboles. Agradeció que fuera solo, al parecer la banda se preocupaba de tomar rutas distintas al huir, a fin de no ser apresados en conjunto. Una interesante estrategia, pensó el príncipe, cuando abruptamente el Ladrón detiene su carrera frente a una alta y ruidosa cascada interna del bosque. Aoshi con sigilo desmontó del caballo también y se puso a resguardo de la vista del Ladrón. En la oportunidad precisa le caería encima.
- Ya amigo, puedes tomar agua, si así lo deseas – la voz del ladrón sonaba peculiarmente distinta, ahora era más aguda que antes, incluso mas melódica, como la de…
- ¡Una mujer! – exclamo el príncipe, al ver como una larga cascada de cabellos negros caían libres al sacarse el "hombre" el turbante que le ocultara la cabeza y el rostro.
El Ladrón de almas resulto ser una mujer, una mujer delgada, de cabellos negros y que por el modo de hablar con Balaf, era muy dulce. Pero sus ojos tenían un brillo especial, encantador. Aoshi estaba embobado con esa imagen, nunca creyó q el gran Ladrón de Almas que su madre comentara en sus cartas era en realidad una mujer, una mujer hermosa y que le atraía... ¿atraer?... pero qué estaba pensando… cuando cayó en cuenta que estaba a dos metros de distancia de ella, totalmente desprotegido y observándola hipnotizado por su belleza. ¿No se suponía que, en un principio, debería atacarla?…
- Veo que me haz descubierto – la suave voz de la mujer lo despertó de sus pensamientos – lástima de ti…ahora debes morir. Nadie debe saber quién soy.
Fin del capitulo uno del Ladrón de Almas
Bien, aquí vamos otra vez. Nueva vida y nuevo fic. como terminé con mi primogénito (Vives...), decidí arriesgarme con unanueva historia y tambien con una nueva pareja. Aoshi y Misao, según yo, es una de las parejas Rk más complejas, pero altamente interesantes, además, ellos para el tipo de historia que pretendo construir son los mas adecuados ( sin desmerecer a las otras), como las otras parejas son las más adecuadas para las minis historias internas y secundarias que tendrá la historia en sí.
Bueno, antes de irme quero dedicar este fic a mi queridas Kazuko Rk (todas), aunque sé que este fic será del gusto especial de Akari-aoi y de Rinko Inukai, pues AxM es su pareja favorita.
Hasta un próximo capi de Ladrón de Almas, me despido con un besote.
Arcasdrea
