1 Parte: "Encuentros"
"Una nueva vida empieza, un nuevo destino
aunque se que ya no estás conmigo
a veces sueño con que algún día volverás
entonces abro los ojos, y vuelvo a la realidad".
Un hombre caminaba por los pasillos del colegio Hogwarts, paseando la mirada por cada rincón del castillo, recordando divertido las aventuras vividas con sus amigos. Hacia tanto tiempo de eso. Sin embargo él lo recordaba como si hubiese ocurrido ayer.
Tantos recuerdos, perdidos en el tiempo, tanta vida, arrebatada en un instante. A veces se preguntaba por qué las cosas tenían que haber finalizado así, por qué ese destino tan injusto.
En aquellos momentos, de angustia, de dolor, lo que más quiso fue parar el tiempo, volver atrás, a cuando se conocieron, cuando apenas comenzaban su enseñanza en Hogwarts, en la primera de las aventuras. Pero era imposible.
Resignación... ¿qué más le quedaba?
Ese futuro juntos que los tres imaginaron de jóvenes nunca llegaría a cumplirse. Uno de ellos faltaba, un chico agradable e inocente que dio su vida por las personas a las que más quería, su mejor amigo...
Cada noche soñaba con lo mismo, dolor, sufrimiento, lágrimas... pero el final, siempre distinto al real, al fin y al cabo, un final feliz.
El individuo movió la cabeza de un lado a otro, obligándose a no rememorar aquellos malos recuerdos, lo mejor era quedarse con lo bueno, así le había dicho una persona, y así lo iba a hacer.
Buscó con más apremio a la persona que lo había citado allí, recorriendo pasillos y más pasillos. Debía esperarlo en el salón de los trofeos, o eso le había dicho.
Al llegar al lugar observó que la estancia se encontraba aún vacía. Los alumnos no empezarían el nuevo curso hasta dentro de unas semanas y aún no habían llegado los profesores, excepto uno. Decidió esperar de brazos cruzados y pasó la vista por las vitrinas a rebosar de trofeos.
La detuvo en un trofeo en particular, un trofeo de hacía unos 10 años aproximadamente, en la placa de oro podía leerse: "Premio por servicios especiales al colegio, Harry Potter y Ronald Weasley".
El joven sonrió al recordar la aventura vivida durante su segundo curso en el colegio, cuando los dos descubrieron la localización exacta de la cámara secreta y el basilisco que habitaba en ella.
Sus ojos claros se inundaron repentinamente de lágrimas, y haciendo un gesto para retenerlas el joven se pasó una mano por ellos, aún sentía el dolor reciente y la añoranza de aquellos recuerdos.
-¿Recordando viejos tiempos?- dijo de repente una voz a su espalda.
-Hola Neville- dijo intentando que no se le notase mucho que había llorado.
-¿Qué tal estás amigo?- preguntó dándole un abrazo amistoso.
-Bueno, no me va tan mal como pensaba, ya veo que a ti te va estupendamente- dijo observándole de arriba a abajo.
-Si, quién lo diría después de los desastres que armaba en la clase del profesor Snape.
-Y ahora profesor de Herbología, pero reconoce que fuiste muy bueno en esa asignatura- dijo dándole una palmadas en la espalda.
Neville sonrió.
-¿Y Hermione donde está?- preguntó.
-No lo sé, la verdad es que no sé mucho de ella desde lo que pasó- dijo tristemente.
-Bueno, yo le he mandado algunas cartas y según parece le va muy bien en su carrera de auror, ya casi se está licenciando.
-Me alegro mucho por ella, eso era lo que los dos querían- susurró.
Neville miró preocupado a su amigo.
-Vamos, Ron, la vida sigue, tú has triunfado como Guardián en la selección de Inglaterra, y Hermione va a ser aurora, Harry estaría muy orgulloso de vosotros- intentó animarle.
Ron sonrió tristemente.
-También él quería ser auror- susurró.
-¡Ron¡Neville!- exclamó alegre una voz a su espalda.
Ambos jóvenes se dieron la vuelta. Hermione Granger se encontraba en la puerta del salón, mirando con una sonrisa radiante a sus viejos amigos.
Ron sintió la ya conocida sensación en el estómago, después de cinco años y la seguía viendo igual que desde su tercer curso. El tiempo no había pasado por ella, estaba igual a como la recordaba y al verla se preguntaba cómo había dejado pasar esos años sin hablarle.
Sostenía en sus brazos un ramo de flores y vestía un traje de chaqueta azul pálido, con una falda a juego.
Se acercó rápidamente a sus amigos y abrazó a Neville.
-Me alegra mucho verte, hacía tanto tiempo que no nos veíamos- dijo con una sonrisa.
-Si, demasiado, nos hemos distanciado estos últimos cinco años- repuso Neville tristemente.
-Hola Hermione- dijo Ron manteniendo cierta distancia, aún le ponía nervioso y se sentía raro al estar frente a ella.
La muchacha pareció entristecerse de repente, aunque le dirigió una media sonrisa antes de hablarle.
-Hola Ron¿como estás?- preguntó con timidez.
-Bien¿y tu, ya me ha contado Neville que te va bien en la carrera de Auror.
-Bueno, dentro de una semana me dan el título.
-Eso es Genial, Herm- dijo Ron casi sin darse cuenta, hacía mucho tiempo que no la llamaba así, como en los viejos tiempos.
Un sentimiento de alegría invadió el corazón de Hermione al oír de nuevo el diminutivo que tanto usaban Harry y Ron en sus años de colegio, nadie la había llamado así desde hacia tanto tiempo...
-Bueno, creo que deberíamos hacer aquello por lo que hemos venido ¿no?- dijo Ron rompiendo el incómodo silencio que se había formado entre los tres.
-¿Acaso no pensáis esperarnos?- dijo de repente una voz a sus espaldas.
En la puerta del salón se encontraba de brazos cruzados una muchacha pelirroja y de mirada castaña que en ese momento les sonreía divertida. Era la hermana de Ron, Ginny Weasley.
-¿Qué haces tu aquí?- Ron apartó la cara hacia un lado, sin mirar siquiera a su hermana.
-Tengo tanto derecho como tú a estar aquí- aseguró la chica cambiando el gesto de su cara a uno mucho más duro y fulminando a Ron con la mirada.
-No te molestes, Ron, yo le pedí que viniera, pensé que a ella también le gustaría reunirse con nosotros- se disculpó Neville.
-¿Y no pensaste que a lo mejor a mi no me gustaría que viniera?- le espetó enfadado.
-Ron, por favor- le tranquilizó Hermione cogiéndole del brazo.
Ron miró hacia otro lado, aún sin poder aceptar que su hermana hubiese venido. Después de lo que había pasado no tenía derecho alguno a estar ahí.
-Bueno, ya veo que no soy bien recibida aquí, será mejor que me marche- dijo Ginny dándose la vuelta.
-No¡espera¡Ginny!- dijo Hermione.
Pero la muchacha no hizo caso, y siguió su camino fuera del salón de trofeos.
-¿Es que no puedes darle ni siquiera una oportunidad?- preguntó Hermione furiosa- ¡Es tu hermana, Ron!
-Dejó de serlo hace mucho tiempo, cuándo traicionó a nuestra familia- dijo Ron dándole la espalda a Hermione y apretando los puños con rabia.
-¡Estaba enamorada, tienes que entenderlo- dijo Neville.
-¡Nadie os ha dicho que tengáis que meteros en mi vida!- exclamó Ron- no sóis parte de mi familia.
Neville y Hermione se miraron tristemente y al instante Ron se arrepintió de haber dicho eso.
-Está bien- susurró Hermione- no nos meteremos en tu vida, al fin y al cabo eso es lo que quisiste hace mucho tiempo.
Una lágrima resbaló por la mejilla de la chica, mientras salía corriendo del salón de trofeos, tirando al suelo el ramo que sujetaba.
Aunque hubiera deseado correr detrás de ella y abrazarla, su orgullo se lo impedía, aunque sabía que no debía tratarla así. Se limitó a bajar la vista hacia el suelo y apretó los ojos con fuerza para no dejar escapar unas lágrimas.
-Debes reconocer que te has pasado, Ron- dijo Neville tranquilo.
Ron lo miró tristemente y finalmente él también salió del salón en dirección opuesta a la de Hermione.
-Bueno, me parece que no he llegado en buen momento- dijo una nueva persona que entró por una de las puertas de la pared contraria.
Era una chica rubia, con unos ojos saltones de color azul y muy guapa.
-Eso me temo, Luna- dijo Neville acercándose y tomando en sus manos el ramo de flores que Hermione había dejado caer momentos antes- creo que las cosas no podrían seguir peor.
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-Tu hermano nunca cambiará¿verdad?.
-Es un cabezota, le conozco, nunca cambiará como bien dices, pero esta vez tendrá que aceptarlo- dijo Ginny decidida mirando a su marido- no puede pasarse toda la vida sin hablarme.
-Es normal que se comporte así, tampoco a mi me resulta fácil, recuerda que fuimos enemigos durante mucho tiempo.
-¡Oh, vamos, Draco, eso fue hace años- susurró Ginny- además éramos unos críos, incluso Harry te perdonó, no entiendo por qué el no puede hacerlo.
-La verdad es que me da igual que tu hermano no lo entienda, siempre lo he dicho- dijo abrazándola.
-Si supiera a todo lo que has tenido que renunciar por mi cambiaría de opinión.
-No estoy yo tan seguro, mira lo que les costó a tu padre y a tus otros hermanos.
-¡Anda ya, si mis padres cambiaron de opinión sólo con ver a su nieta, se les caía la baba, y a Fred y a George también, incluso han decidido dejarle en herencia la tienda de bromas.
-Por encima de mi cadáver, ya tenemos decidido que Eve trabajará para el ministerio de Magia.
-Vamos, Draco, no sigas el ejemplo de tu padre, déjala a ella ser lo que quiera- advirtió Ginny.
-Bien sabes que si la dejamos ser lo que quiera aceptará sin dudarlo la tienda de bromas.
-Pues entonces adelante.
-No me apoyas mucho con esa actitud¿sabes?- bromeó Draco.
-Me gusta llevarte la contraria, cariño- dijo mirándole tiernamente.
-¡Mami¡Papi!- gritaba una niña acercándose hacia ellos a toda velocidad- mirad lo que tengo.
La niña era bajita, como de unos 4 años, con el pelo color rubio-rojizo que le llegaba por la cintura, unas pecas adornaban su cara, rasgo que la identificaba como una de los Weasley y tenía los mismos ojos grises de su padre.
-A ver- dijo Draco acercándose a ella.
La niña le mostró una especie de gusano de color verde que llevaba en la mano.
-Eso es un gusarajo¡qué malos recuerdos me trae!- dijo Ginny haciendo una mueca de asco al contemplar al insecto.
-¿Y qué hacen estos bichos, papi?- le preguntó la niña a Draco.
-Pues comer, dormir y... - el chico se quedó pensando un poco- comer y dormir.
-Jo¡que aburrido!- exclamó la niña soltando el gusarajo sobre la hierba.
-Creo que ha heredado tu pasión por los insectos, Ginny- bromeó Draco.
Pero Ginny no prestaba atención a su marido, se encontraba mirando a una figura situada de rodillas a la orilla del lago, con la cabeza escondida entre las piernas.
-Mira, papi¡es la tita Hermione!- dijo la niña contenta corriendo hacia ella, pero afortunadamente Draco la agarró a tiempo.
-Ya la verás más tarde, cariño, ahora tengo que enseñarte muchas cosas, el castillo está lleno de fantasmas¿los quieres ver?.
-¡Siiii!- exclamó la niña contenta estirando los brazos para que Draco la cogiese.
-Será mejor que vayas a hablar con ella- le susurró Draco a Ginny antes de irse hacia el castillo con la niña en brazos.
Ginny se levantó del suelo y se acercó a la orilla de lago, sentándose al lado de su amiga. Hermione levantó la cabeza y la miró a los ojos. Unos ojos tristes y llenos de lágrimas.
-Nunca logrará entenderme, nunca se dará cuenta- susurró tristemente abrazándose a Ginny.
-Es Ron otra vez¿verdad?
La joven asintió.
-Ya sabes cómo es, Hermione, le conoces perfectamente, se siente muy culpable por lo que pasó, ambos os sentisteis culpables- susurró Ginny pasando una mano por el largo cabello de su amiga.
-Jamás me imaginé que las cosas acabarían así, yo no decidí esto- sollozó.
-Por supuesto que no, nadie podía saberlo.
-Como cuando estábamos en sexto, me excluyó de su vida, igual que ahora, jamás me lo explicó, pero aún así...
La muchacha hizo una pausa. No podía seguir hablando, pues nuevas lágrimas iban inundando sus ojos poco a poco.
-Ya sabes por qué lo hizo, tal vez perdió su oportunidad, pero si no lo hubiera hecho todos habríais sufrido- susurró Ginny.
-Pero tuve que enterarme por Harry, no tuvo siquiera el valor para contarme, jamás ha confiado en mí.
-Estoy segura de que confía en ti, Hermione, pero sigue sintiendo remordimientos, aunque su amigo ya no este.
-A veces también los siento yo, pero tengo que aceptarlo, no quiero a otro hombre más que a él- entonces hizo una pequeña pausa y volvió a hablar más calmadamente- incluso Harry se dio cuenta de ello.
Una vez más volvió Hermione a revivir en su mente aquellos recuerdos que ya creía olvidados, que jamás querría recordar, pero que se clavan como puñales en el corazón.
----------------------------Flash Back----------------------------------
-¿Harry?.
-Her... mione- susurró el chico con esfuerzo levantando la vista hacia ella.
-¡Qué alegría que hayas despertado!- exclamó contenta secándose las lágrimas.
-Yo también... me alegro... mucho.
-No hables, estás agotado, enseguida llamo a la enfermera para que te atienda- dijo Hermione levantándose del taburete en que se encontraba, pero de repente Harry la cogió del brazo.
-No... no te vayas... aún no...- susurró incorporándose torpemente.
-Ya te he dicho que no te movieras- le regañó tratando de acostarlo de nuevo.
-No te vayas, por favor, Hermione- susurró Harry volviéndose a tumbar y mirando a la chica a los ojos.
-Esta bien, me quedaré, pero quédate tranquilo¿de acuerdo?- dijo acariciándole cariñosamente la mejilla.
El chico levantó una mano y con ella acarició la mano de Hermione.
-Me alegro de que... me haya dejado despertar... al menos solo un momento- susurró con esfuerzo.
Hermione no entendió las últimas palabras de su amigo, pensó que tal vez estuviera delirando a causa de la alta fiebre.
-Quería despedirme... quería verte por última vez...
-¿Despedirte¿cómo que despedirte?- susurró Hermione extrañada- acabas de llegar Harry, estás fuera del coma, ahora te toca recuperarte, vamos descansa.
-No sabes las veces que le supliqué- continuó el muchacho casi sin escucharla- pero al final accedió, pensó que me lo debía.
-Vamos Harry, cálmate, estás delirando, tiene que verte el médico- exclamó Hermione preocupada haciendo un nuevo ademán de marcharse.
-¡No, no te vayas- dijo Harry comenzando a toser.
-Pero estás mal, Harry, tenemos que avisar al médico- susurró la chica con lágrimas en los ojos.
-No llores, Hermione- dijo Harry secándole las lágrimas- estaré bien, sólo quiero que te quedes conmigo.
La chica se arrodilló a los pies de la cama, sujetándole la mano y entonces Harry comenzó a hablar:
-Hay algo que nunca te he dicho y ahora me arrepiento más que nunca de haber sido tan cobarde.
Hermione le miraba con ternura y compasión, sabía que su amigo estaba teniendo sus últimos instantes de vida.
-Te quiero, Hermione- dijo también derramando lágrimas- jamás te lo dije porque no quería interponerme entre tu y Ron, de hecho creo que por mi culpa él te dejó.
Las últimas palabras de su amigo la dejaron perpleja.
-No espero que me digas que me quieres- continuó Harry- sólo espero que tu y Ron os arregléis, nunca debí meterme entre vosotros.
-No digas eso, ya no tiene solución, él no me quiere.
-Claro que te quiere, él te adora Hermione, pero teme hacerme daño, lo veo en sus ojos- Harry sonrió- es un gran chico, por eso quiero que lo arregléis. Dale una oportunidad.
-¿Y qué pasa contigo?
-Yo ya no importo, no me queda mucho, pero vosotros tenéis toda la vida por delante.
-No digas eso, tú te vas a poner bien¡te vas a poner bien¿me oyes?- dijo Hermione llorando desconsoladamente.
Harry sonrió mirándola con dulzura y le acarició las mejillas mientras susurraba:
-Mi querida Hermione, solo quiero que seas feliz.
-Pues quédate conmigo, no me dejes sola tú también¡no puedes irte!.
-Debo hacerlo, fue lo que yo elegí- sonrió- se me dio la oportunidad de dar la vida por la gente que quiero, ya nada tengo que hacer aquí.
-No, eso es mentira, debes quedarte para cuidar de Ron y de mi, para poder casarte y tener una vida feliz como siempre quisiste- susurró Hermione- no puedes irte ahora.
Harry la miró tristemente:
-Lo siento mucho- dijo cerrando los ojos.
-¡No¡No me dejes, Harry, no nos dejes- dijo Hermione moviendo la cabeza de un lado a otro y hundiéndola sobre las sábanas de la cama.
-Los veo a todos, Herm- continuó Harry casi sin escuchar a su amiga- están todos ahí, esperándome, Mamá, papá, Sirius, Dumbledore...
-¡No Harry, por favor!- gritó Hermione agarrándose a su amigo- ¡No te vayas!.
-Hasta dentro de muchos años, nos encontraremos allá arriba.
Y con un último suspiro, se fue, dejándola sola en su desesperación, implorando ayuda. Una ayuda que no llegaría hasta mucho más adelante, cuando ya fuera demasiado tarde.
--------------------------Fin Flash Back------------------------------
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-Papi¿estamos llegando ya¿dónde viven los fantasmas¿eres amigo de alguno?- preguntaba la niña rápidamente y con mucha emoción.
-Tranquila, Eve, enseguida llegamos, ya lo sabrás todo cuando estemos allí.
Doblaron una esquina, bajando hacia la entrada para encaminarse posteriormente al Gran Comedor. Pero al llegar a la puerta principal vieron a una persona apoyada en la puerta y con las manos en la cabeza.
Cuando oyó unos pasos que se acercaban, esa persona levantó la vista y miró a Draco y a la pequeña.
-¿Quién es ese señor, papi?- preguntó la niña escondiéndose detrás de su padre.
Mientras tanto Ron y Draco se fulminaban con la mirada, o más bien el primero fulminaba al segundo, porque Draco permanecía con la mirada impasible, o al menos eso intentaba.
-No esperaba encontrarme con indeseables en el castillo después de tantos años- dijo con desprecio- pero veo que vaya a donde vaya nunca se acaban.
Draco lo miró con rabia.
-No voy a empezar una estúpida discusión contigo y menos delante de mi hija, podrías tener un poco más de respeto con eso.
Ron miró hacia otro lado.
-Vamos papi, tenemos que ver a los fantasmas- exclamó la niña tirando del brazo de Draco.
Draco se agachó y la miró.
-Lo siento, cariño, pero hoy no va a poder ser.
-Joooo, papi, yo quería verlos- dijo la niña haciendo pucheros.
-Otro día, ahora están muy ocupados, pero pronto vendremos otra vez a verlos ¿vale?- dijo secándole los ojos- ahora venga, tienes que ir con mamá, yo tengo que hablar un momento con este señor.
La niña se separó de su padre con cara de reproche y luego pasó al lado de Ron sin mirarlo encaminándose hacia los terrenos.
-Es una niña muy buena, es una pena que por culpa de tu cabezonería no pueda conocer a su tío- dijo Draco.
-Se parece mucho a ti- repuso Ron de mal talante- espero que sólo físicamente.
-Puedes decir lo que quieras, no va a afectarme en absoluto- dijo Draco tranquilamente- pero con mi hija no te metas, te lo advierto.
-¡Qué tierno!- exclamó Ron con sorna- ¿desde cuándo te has vuelto tan paternal?.
-No te interesa saberlo.
-Tienes razón, no me interesa- dijo Ron poniéndose delante de él- lo que si me interesa saber es¿qué haces tú aquí?.
-He venido con mi mujer- respondió tranquilamente.
-No tienes ningún derecho a estar aquí, y mi hermana no es tu mujer.
-¡Oh, ahora la llamas hermana¿no¡después de haberle dado la espalda durante cinco años!- espetó Draco furioso.
-Ella fue la que me dio la espalda al fugarse contigo¡le dio la espalda a su familia!.
-Es exactamente lo mismo que hice yo, y lo mismo que haces tú ahora.
-Yo no¡fue ella!- exclamó furioso- ella es la única que quiso alejarse, y tú tienes la culpa.
Draco lo fulminó con la mirada.
-Eso no voy a discutírtelo- afirmó- pero después de tantos años y después de que toda tu familia me haya aceptado, no entiendo aún por qué sigues con esa actitud.
Ron se quedó callado y lo miró a los ojos.
-Por tu culpa él murió, además de que alejaste a mi hermana de su familia¿cómo quieres que me comporte?.
Draco bajó la cabeza y repuso tristemente:
-Yo no tengo la culpa de lo que pasó.
-¡Claro que la tienes!- exclamó dando un puñetazo en la pared- por eso no tienes ningún derecho a estar aquí, al igual que ella.
-¡No¡yo no tengo la culpa de lo que pasó¡estás equivocado!- sollozó Draco furiosamente.
-¿Ahora vas a llorar, tus lágrimas nunca serán suficientes- repuso Ron fríamente- jamás podrán compararse con las que derramé yo al perderle.
-¡No!.
-¡Perdí a mi mejor amigo por tu culpa!.
-¡Cállate!- sollozó Draco propinándole un puñetazo a Ron en el pómulo.
Éste se apoyó en la pared para no caerse y se pasó una mano por la parte dolorida.
-Jamás te perdonaré esto- susurró con furia- al igual que no voy a perdonarte que le robaras la vida a mi mejor amigo, eso tenlo muy en cuenta.
Y dicho esto se marchó furioso del castillo, dejando a Draco sólo, sólo... con sus remordimientos, sus sentimientos de culpa, sus pensamientos por todo lo que sucedió aquella trágica noche.
-----------Flash Back-------------
-¡Harry¡¡Harry!- llamaba desesperadamente un chico- ¿dónde estás, Harry¡contesta!.
Se alejaba, gateando poco a poco, de la pelea desatada en los terrenos, buscando como podía a su amigo, aquel que debía enfrentarse al señor tenebroso.
Un mortífago se puso delante, interrumpiendo la búsqueda y le pegó una fuerte patada en la cara. Draco se sujetó la nariz con fuerza, un hilo de sangre comenzaba a bajar por uno de los orificios.
El otro mortífago se abalanzó sobre él, arrojándole a la fría hierba. Puso sus manos alrededor del cuello de Draco, mientras éste apretaba los puños y lanzaba inútiles puñetazos que su agresor esquivaba fácilmente.
Rápidamente, Draco cogió con una mano las que el mortífago tenía sobre su cuello y con la otra agarró fuertemente la varita que se encontraba en su bolsillo.
La apuntó hacia el mortífago, pero apenas era capaz de pronunciar una palabra, pues se estaba ahogando, y le costaba respirar cada vez más.
Su vista comenzaba a nublarse, y sabía que pronto iba a morir.
Pero de repente...
-¡Desmaius!.
Un chorro de luz roja alcanzó al mortífago en el pecho, sus manos dejaron de aferrar el cuello de Draco y su cuerpo cayó al suelo, al lado del muchacho, quedando tendido e inconsciente.
-¿Estás bien?- la persona que había pronunciado el hechizo se había acercado hacia él y ahora se encontraba de rodillas en el suelo, mirándole con expresión preocupada.
Su vista comenzó a despejarse y pudo distinguir el bello rostro de la muchacha, su cabello pelirrojo y sus preciosos ojos castaños.
-Ginny...- susurró débilmente- si, estoy bien.
La chica lo ayudó a levantarse, y Draco comenzó a frotarse el cuello dolorido, la marca de las manos del mortífago aún seguía ahí.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó Draco extrañado- ¡tenías que estar cuidando a los otros alumnos!.
Ginny sollozó débilmente y se abrazó a Draco.
-Lo siento- susurró- es que estaba muy preocupada por ti, no estabas en la sala común, fui a buscarte y me asusté mucho.
-Tranquila- dijo dándole unos suaves golpecitos en la cabeza- sólo buscaba a Harry¿sabes dónde está?- le preguntó mirándola a los ojos.
-Si, están en el Gran Comedor- sollozó hipando levemente- es horrible, Draco, han matado a Dumbledore.
-¿Qué!- exclamó- Oh, no, tenemos que encontrar a Harry enseguida, vamos.
La cogió de la mano y la llevó hasta el Gran Comedor.
Cuando llegaron, un gran resplandor les deslumbró, una luz brillante y de color perla. Se taparon los ojos. Un grito desgarrador se oyó en la lejanía, y una suave explosión hizo eco en el lugar.
La luz fue remitiendo poco a poco, y se volvieron a ver la horrible escena. Las ventanas del Gran Comedor estaban totalmente destruidas, las mesas se habían echado a un lado con brusquedad. Varios alumnos, los profesores y algunos mortífagos estaban en el suelo, algunos inconscientes, otros... muertos.
Sobre la mesa de profesores, un cuerpo se encontraba tumbado boca abajo. Su pelo, azabache y alborotado, delataba quién era.
Dos figuras se acercaron hacia él. La chica tenía la túnica desgarrada y un corte muy feo en la cara, y el muchacho cojeaba torpemente debido a una herida sangrante que asomaba a través del pantalón. Eran Ron y Hermione.
Ginny y Draco se acercaron también, corriendo a ver qué había pasado.
El chico, vio a los pies de la gran mesa, el cuerpo de un hombre, bajito y con cara de rata, con los ojos y la boca abiertos de sorpresa, víctima seguramente del Avada Kedavra. Era Peter Pettigrew.
En cuanto se aproximaron pudieron ver, con alegría, que su amigo Harry había abierto los ojos, y se incorporaba a trompicones con la ayuda de Ron y Hermione.
De repente, una exclamación de la muchacha, sorprendió a todos los presentes.
-¡Harry, tu... tu... cicatriz...- Hermione señalaba a la frente de Harry muy sorprendida- tu cicatriz ha desaparecido.
El muchacho posó una mano en su frente y pudo comprobar sorprendido las palabras de su amiga. No había nada que sobresaliese, su cicatriz en forma de rayo había desaparecido sin dejar rastro.
-¡No está!- exclamó contento.
Todos los presentes pudieron sonreír ante la expresión de la cara de su amigo. Era de completa felicidad.
-¿Qué pasó, Harry?- preguntó Draco extrañado- ¿cómo lo venciste?.
-Fue por Colagusano- susurró Harry, sus ojos se posaron directamente en la figura del mortífago, muerto a los pies de la mesa de profesores, casi con una expresión de tristeza- se interpuso entre Voldemort y yo, y recibió el Avada Kedavra, me dijo que lo sentía. Después no se cómo, la maldición se volvió contra Voldemort, y no se que pasó después, sólo recuerdo que me empezó a doler la frente y me desmayé.
Los muchachos escucharon terminar a Harry muy sorprendidos.
Después, para sorpresa de todos, Harry miró hacia la parte trasera de la mesa de profesores, se levantó de allí con esfuerzo y se arrodilló al lado del cuerpo de uno de los profesores.
Su larga melena y su barba blanca se encontraban extendidas sobre el suelo, sus gafas de media luna estaban rotas a su lado.
Harry las cogió y las apretó fuertemente en su mano, unas lágrimas comenzaron a caer a través de sus ojos esmeraldas.
Hermione se abrazó a Ron fuertemente y comenzó a llorar también, el chico posó una mano sobre la cabeza de su amiga, y la acarició cariñosamente, intentando consolarla. También él parecía estar a punto de llorar.
Ginny se quedó donde estaba, tapándose los ojos con ambas manos, sollozando ligeramente, y Draco se acercó hasta Harry y le pasó una mano por el hombro, intentando reconfortarle.
De repente, todo sucedió en un instante, sorprendiendo a los cinco chicos que lloraban la muerte de su director.
Una figura se levantó lentamente del suelo, y sin que los muchachos se diesen cuenta, se acercó sin hacer ruido, con una sola idea en mente "matar al traidor".
Sin importarle siquiera que ese mismo fuera su hijo, solamente buscando calmar su sed de venganza, Lucius Malfoy apuntó a Draco por la espalda y pronunció un hechizo.
El único que pudo reaccionar a tiempo fue Harry que, mientras un chorro de luz negra se iba acercando poco a poco a su amigo, se puso delante para servirle de escudo.
La maldición dio de lleno en el muchacho, la vista se le nubló, un hilo de sangre asomaba por su boca, y las piernas le flaquearon, haciendo que cayera sobre el frío suelo, con los ojos completamente abiertos. Antes de perder la consciencia podía sentir como una persona lo sujetaba y lo llamaba varias veces, mientras un nuevo rayo, esta vez de luz verde, impactaba sobre uno de los presentes.
Ron, Hermione, Ginny y Draco se quedaron boquiabiertos al observar cómo Lucius Malfoy caía al suelo, muerto, presa del Avada Kedavra. Había una persona detrás de él, apuntando todavía con la varita al aire y con lágrimas surcando sus mejillas. Era Narcissa Malfoy.
------------- Fin Flash Back --------------
Draco Malfoy se dejó resbalar poco a poco sobre una de las columnas del castillo, con los ojos llenos de lágrimas. Se encogió sobre el suelo, con los brazos alrededor de las rodillas y el rostro escondido.
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-¡Mamá, estoy aquí!- gritaba la niña alegremente corriendo de nuevo alrededor de los terrenos de Hogwarts, aproximándose cada vez más hacia las dos figuras que seguían charlando animadamente en la orilla del lago, su madre y su madrina.
Eve se echó sobre los brazos de Ginny, sonriente.
Las dos adultas estallaron en carcajadas ante el entusiasmo de la pequeña.
-¿Dónde está tu padre?- preguntó extrañada Ginny al haber visto llegar sola a la niña.
-Sigue dentro, me dijo que hoy no podía llevarme a ver a los fantasmas- dijo haciendo pucheros.
-¿Y por qué dijo eso?- preguntó esta vez Hermione.
-Porque se quedó hablando dentro del castillo con un señor- les explicó Eve.
Hermione y Ginny se miraron aún sin comprender.
-¿Conocías a ese señor?- le preguntó su madre.
-No.
Una vez más las dos adultas compartieron una misma mirada de extrañeza.
Entonces Ginny alzó la vista hacia la puerta de entrada al castillo, y vio a una persona saliendo de allí, apresuradamente. Le resultó muy fácil distinguir la figura aunque la distancia entre ellos era considerable, su pelo rojo, característico en toda su familia, era inconfundible.
Era su hermano Ron.
Rápidamente se levantó de la orilla y miro dubitativa hacia la puerta de entrada, y después lentamente pasó la vista hacia la figura de Ron.
¿Qué habría ocurrido entre Draco y Ron mientras estaban en el castillo?.
-¿Qué pasa, Ginny?- preguntó Hermione, ahora era ella quien tenía a la niña en brazos, y miraba hacia la puerta de entrada, extrañada por la actitud de su amiga.
La muchacha volvió en si.
-Necesito que te quedes un momento con Eve mientras voy al castillo- le pidió mientras caminaba rápidamente por los terrenos.
-¿Pero qué pasa!- preguntó Hermione, esta vez tenía que gritar pues Ginny estaba casi llegando hacia la puerta de entrada al castillo.
Pero no le contestó.
Se encaminaba lo más rápido posible por el vestíbulo, buscando con la vista a algo o a alguien.
Finalmente lo encontró, estaba agachado en el suelo, con los brazos rodeando sus rodillas y el rostro escondido, mirando hacia abajo.
Caminó esta vez más despacio hacia el muchacho, y al llegar a su lado, se puso de rodillas en el suelo y le pasó una mano por los hombros de forma afectuosa.
-¿Draco?- preguntó casi temiendo alterar el estado en que se encontraba su marido- ¿Qué es lo que ha pasado?.
Pero él no respondió. Seguía con la cabeza gacha, sin mirarla siquiera. Temblaba ligeramente de arriba a abajo e hipaba constantemente.
Ginny lo miró preocupada.
-Mírame, por favor- sintió como esas palabras salían de su boca con dificultad, sabiendo lo que encontraría si el muchacho la miraba.
Esta vez Draco pareció oírla, pues levantó ligeramente la cabeza y muy despacio, hasta que sus ojos encharcados en lágrimas miraron directamente a los de ella.
Ginny se encontró con los mismos ojos y la misma expresión, que hacía tanto tiempo no había vuelto a aparecer en el rostro de Draco. Unos ojos tristes, vacíos y sin esperanza, como si hubieran perdido la vida en un suspiro.
Los ojos de Ginny también empezaron a llenarse de lágrimas solamente por contemplar aquella expresión de profunda tristeza. Un pesado nudo se formaba poco a poco en su garganta y las mejillas comenzaron a enrojecérsele.
-¿Qué ha pasado?- preguntó preocupada abrazando a Draco fuertemente, intentando calmar su pena... intentando desesperadamente consolarle, igual que había hecho otras veces, hacía ya mucho tiempo- ¿qué es lo que te ha dicho mi hermano?.
-Fue mi culpa- repitió dificultosamente debido al hipo que surgía poco a poco en su garganta- fue mi culpa que él muriera.
-¿Quién...?- comenzó a preguntar Ginny, pero enseguida comprendió- no, no, Draco, tú no tienes la culpa de eso.
-Lo hizo para protegerme- al acabar la frase se derrumbó de nuevo en brazos de su mujer, sollozando fuertemente.
-Él te salvó la vida, tú no se lo pediste, no tienes la culpa, fue decisión suya- intentó darle a entender Ginny, pero Draco no daba su brazo a torcer, sabía que quien debía haber muerto aquel día era él... sólo él. Estaba convencido de ello.
Con suavidad, Ginny lo levantó del suelo, y le secó las lágrimas mientras le plantaba suaves besos en las mejillas.
-Vámonos a casa- le susurró al oído ligeramente.
Draco esbozó una sonrisa en su cara antes de salir de nuevo por la puerta de entrada, apoyado sobre Ginny, dispuesto a recibir a Eve en brazos y volver de nuevo juntos a casa.
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El muchacho pelirrojo se frotaba fuertemente las mejillas mientras se dirigía furioso encaminándose por los terrenos, sin un rumbo fijo.
Inmediatamente sintió que alguien lo observaba y volvió la cabeza.
Hermione y la niña pequeña que había acompañado a Draco se encontraban en la orilla, bajo la sombra de un gran abeto, jugando divertidas, y en la puerta de entrada Ginny penetraba en el silencioso castillo sin mirar hacia atrás.
Se quedó contemplando aquella estampa unos segundos, sin notar que sus labios se curvaban poco a poco en una sonrisa dulce y de cariño.
Aquella imagen era con la que tantas veces había soñado. Hermione, su amada Hermione, sentada sobre la hierba, jugando con un niño, el hijo que ambos tenían en común, mientras él se acercaba hacia ellos, y los tres reían divertidos.
Sin embargo, las cosas cambiaron radicalmente desde hacía varios años, y la niña que allí se encontraba era su propia sobrina, a la que jamás había conocido.
Sus ojos pasaron de la pequeña Eve hasta Hermione. Su piel morena, su pelo castaño con unos rizos bien marcados, sus ojos castaños y grandes, su nariz recta y sus labios finos y curvados. Seguía conservando su vitalidad y su juventud se notaba más que nunca. Pero, desgraciadamente, en aquel rostro tan bello sólo había lugar para la tristeza.
Lo que desde hacía tanto tiempo le había pasado a él.
Giró la cabeza hacia otro lado y distinguió dos figuras que se acercaban poco a poco también a la sombra del abeto.
Eran su hermana Ginny y Draco Malfoy.
Intercambiaron unas palabras con Hermione y después se marcharon de nuevo hacia el castillo.
Ron los siguió con la mirada hasta que desaparecieron en el umbral de la puerta.
Rápidamente salió de los terrenos y se encaminó por la parte trasera del castillo. Encontró finalmente unas pequeñas escaleras y bajó por ellas.
La estancia en la que se encontraba olía a humedad y a polvo, y se encontraba pobremente iluminado aún a la luz del día. Recorrió un pequeño túnel y finalmente pasó hacia el otro lado.
Los primeros rayos de sol del atardecer se reflejaron en el horizonte. Un bosque de encinas rodeaba el lugar y varias lápidas reposaban sobre la fría hierba, cada una con un nombre y unas fechas.
Pasó de largo por todas las tumbas y entró en un pequeño santuario, hecho de piedra, parecido a los totems.
En su interior reposaba un ataúd, fuertemente cerrado, con unas letras color esmeralda que se entrelazaban formando un nombre, unas banderas color escarlata y dorado colgaban de la pared, y miles de ramos de flores reposaban sobre el ataúd y alrededor de él. En un pequeño pedestal de plata, reposaba una espada fina y larga, con rubíes en la empuñadura y un nombre grabado en la hoja de hierro, "Godric Gryffindor".
Las letras color esmeralda del ataúd se unían para formar un nombre "Harry James Potter", y justo debajo la fecha de su nacimiento y del día de su muerte, acompañado por unas frases que decían "Querido amigo, aquí reposarás durante toda la eternidad, bajo el cobijo de nuestros corazones".
Esa era la frase que Ron y Hermione habían escrito especialmente para él.
Justo debajo, al lado de una corona de flores que ellos habían comprado, había un pequeño marco con una foto, echa justo antes del ataque, el día de la graduación. En ella salían Harry, Ron y Hermione, abrazados y muy sonrientes con sus distintos diplomas.
Ron observó detenidamente y con cariño la fotografía. Se arrodilló junto al ataúd y posó una mano tiernamente por la superficie de mármol.
Una lágrima asomó por sus ojos azules al recordar las últimas palabras que le había dicho al muchacho, cuando habían discutido acerca de lo que ambos sentían por Hermione.
Después de su muerte, se maldijo mil veces al recordar que lo último que le había dicho a su amigo habían sido esas últimas palabras.
"Ron... yo no elegí esto, tienes que creerme, cambiaría mil veces lo que siento antes de haceros daño a alguno de los dos".
El muchacho pelirrojo lo fulminó con la mirada.
"Mira, Harry, desde que llegué al colegio, incluso mucho antes, he tenido que soportar estar a la sombra de mis hermanos, hasta en el primer momento en que te conocí y nos hicimos amigos... siempre he sido tu sombra, la sombra del niño-que-vivió...".
"Yo no quise serlo nunca, jamás hubiera preferido ser el niño-que-vivió- murmuró el muchacho moreno tristemente".
"Lo sé, Harry, pero aún así, por muchos logros que hiciera, ahí estabas tu... para ser más importante... todas las miradas iban a ti... aunque tu no lo buscases".
Harry bajó la vista apenado.
"Pero, por primera vez... una persona se fijó en mi antes... Hermione, ella me quería... pero como siempre, ahí estabas tu, para ponerte en medio de todo".
"No, Ron, estás equivocado, yo jamás pretendí interponerme entre vosotros".
"Puede que no lo quisieras, pero de un modo u otro lo hiciste- le espetó el muchacho furioso- yo no quería hacerte daño y dejé incluso a Hermione, la única chica a la que he querido, pero te juro que esta vez no me rendiré...- estas últimas palabras salieron de la boca de Ron casi sin que quisiera decirlas, y estalló en llanto- ¡voy a luchar por Hermione aunque para ello tenga que enfrentarme contigo!".
Ron se dio la vuelta rápidamente y salió de allí corriendo".
El hombre apretó fuertemente los puños sobre el frío ataúd de su amigo, y las lágrimas comenzaron a bajar rápidamente por sus mejillas. Sintió un nudo en la garganta, cada vez más grande, que le dificultaba respirar, y su boca se cerró ante un grito desgarrador que luchaba por salir de ella.
De repente, una mano se posó sobre su hombro, casi asustándole.
Se dio la vuelta rápidamente y la otra persona retrocedió algo asustada por la reacción de Ron.
Éste se encontró con unos ojos grises que lo miraban tristemente, un cabello rizado y largo, rubio-rojizo. En el rostro pálido y pecoso se dibujó un gesto de preocupación.
-¿Por qué llora, señor?- le preguntó la niña.
Ron la miró sorprendido, luego bajó la vista y se pasó una mano secándose los ojos. Miró a la niña y negó con la cabeza.
-No es nada, es sólo que me ha caído una cosa en los ojos y me escuecen- mintió.
La niña lo miró dubitativa.
-Eso es lo que siempre me dice mi padre, se piensa que me lo creo, pero no es así, yo se que está llorando- respondió sinceramente.
Ron abrió mucho los ojos, mirándola atónito.
-¿Tu papá llora?- le preguntó.
-A veces, cuando se acuerda de él- la niña señaló el retrato que Ron miraba sólo unos segundos antes- es mi tío Harry.
Ron se quedó enfrascado en las últimas palabras.
-Usted sale con él en esa foto- dijo la niña observándola más detenidamente- ¿es que lo conocía?.
Ron asintió tristemente.
-¿Era su amigo?- otro asentimiento- entonces también tenía que ser amigo de la tía Hermione- también esta vez asintió- mi papi dice que el tío Harry era su mejor amigo, por eso se pone tan triste cuando lo recuerda¿usted se ponía también triste por eso¿porque le recordaba?.
Ron la miró sorprendido por la rapidez con la que hacía preguntas la niña y le sonrió.
-Sí, también estaba triste por eso.
-Mi mamá también se pone triste a veces, pero menos que mi padre, aunque las veces que se pone más triste es cuando se acuerda de mi tío Ron- le informó la niña.
Ron se acercó más a ella, muy interesado en lo último que le había dicho.
-¿Qué te ha contado tu mamá de tu tío Ron?.
-Me dijo que trabajaba en quidditch y que estaba muy ocupado viajando y que por eso no podía venir a verme- dijo la niña tristemente.
-¿Te gustaría conocerle?.
La niña asintió contenta:
-¡Si, me encantaría, quisiera saber donde está.
Ron sonrió.
-Si quieres yo lo puedo buscar.
La niña le sonrió.
-¿Cómo te llamas?.
-Evelinne Malfoy.
-Muy bien, Evelinne, si lo veo le diré que venga a verte.
-¡Muchas gracias, señor!- la niña se lanzó a sus brazos de manera afectuosa.
Ron por un momento no reaccionó, pero al instante, le devolvió el abrazo a la niña.
Cuando se separaron Ron le preguntó:
-Por cierto¿cómo has llegado hasta aquí?.
-Estaba escondiéndome para que no me encontrase la tía Hermione, casi nunca lo hace- le dijo guiñándole un ojo.
Ron se rió fuertemente.
De repente, una voz se oyó en la lejanía.
-¡Eve¡Eve¿donde estás, cariño?.
Una muchacha atravesó el cementerio rápidamente y se detuvo hasta llegar al santuario.
Pasó la vista por allí, y la detuvo en las dos personas que se encontraban allí, de repente pareció ruborizarse y se mostró más tímida.
-Hola tita- le dijo la niña sonriente acercándose a ella- estaba hablando con este señor- lo señaló a él.
Ron se levantó del suelo en el que había estado de rodillas hasta entonces y se acercó lentamente a ellas.
Hermione lo miró extrañada.
-Cariño, tenemos que irnos, tus padres tienen que irse ya- le informó sin apartar la vista de Ron.
-¿Ya¿tan pronto?- se quejó Eve.
Hermione cogió a la niña de la mano y quiso llevarla hasta los terrenos de nuevo, pero Ron lo impidió cogiéndola del brazo.
-No os vayáis aún- le pidió.
Hermione lo miró de nuevo extrañada.
-Lo siento, tenemos que irnos ya, Ginny y Draco están esperando en los terrenos- dijo soltándose al instante- vamos, Eve- le dijo a la niña apremiándola del brazo.
-Espera- dijo la pequeña, se soltó de Hermione y se acercó a Ron.
Eve le tiró de la chaqueta fuertemente indicándole que se agachara y cuando lo hizo le abrazó de nuevo y le plantó un suave beso en la mejilla.
En brazos de Ron, la niña sonrió y le guiñó un ojo a alguien que se encontraba allí, y que sólo ella se percató de su presencia.
El sujeto le devolvió la sonrisa y le indicó llevándose un dedo a los labios que se callase.
La niña alzó el pulgar con un gesto que indicaba un "OK".
Después se soltó de Ron y se dirigió hacia Hermione, saludando con la mano a este primero y alejándose con ella hacia los terrenos.
Ron las vio desaparecer con nostalgia.
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Draco se acercó sonriente hacia su hija, que iba cogida de la mano de Hermione, y la subió en brazos.
-Nos tenemos que ir ya, cariño, otro día te enseño los fantasmas¿vale?.
La niña asintió.
-Gracias, pero ya no estoy tan interesada como antes.
Draco, Ginny y Hermione se miraron extrañados.
-¿Por qué dices eso, Eve?- le preguntó su madre.
-Por nada- dijo la niña intentando quitarle importancia.
Así con un gesto de preocupación los tres adultos se marcharon de Hogwarts, con la pequeña en brazos.
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Fin 1 Parte
