De la autora:

Contestaciones a los reviews

Biank Radcliffe: Hola wapisima! Muchas gracias por leer mi historia me gusto mucho que dejaras un comentario y me alegra que te gustase (hasta el punto de soltar alguna que otra lagrimilla jejejeje) Espero que sigas leyendo porque de aqui en adelante vas a encontrar muchas sorpresas, o eso espero, jijijiji. Bsitos!

Hermlils: Hola! Muchas gracias por dejar comentario, la verdad fue el primero que me llego y me hizo mucha ilusion jejejeje. También mi hermana lloro con la historia asi que no te de vergüenza a ti mas bien ten preparados los clinex para lo que llega a continuacion (yo solo aviso jejejeje). Muchos bsos! Y espero que te guste!.

2 Parte: "La decisión de Ron"

Hoy una decisión he tomado

recuperaré al ser amado

él estaría de acuerdo, me daría su apoyo

por ello, he de intentarlo.

Los fríos pasillos de la prisión de Azkaban se encontraban apenas iluminados bajo las antorchas llameantes situadas sobre las paredes de piedra.

Los dementores vagaban de un lado a otro, asomándose de vez en cuando hacia la celda de un alma abandonada, suspirando de terror y de locura. Las horribles criaturas caminaban en esos momentos por el décimo pasillo subterráneo, el último de todos.

Se dispusieron a abrir una de las celdas, mientras los prisioneros balbuceaban y temblaban aterrorizados ante la presencia de aquellos seres.

Se acercaron a la esquina más profunda de la celda, donde una persona estaba agachada, apoyada sobre la húmeda y fría pared, asiendo los barrotes de la pequeña ventana que daba al exterior, mirando con nostalgia la luz de la luna y las estrellas, que apenas se veían a través de ella.

Los dementores la agarraron por debajo de los hombros, y la arrastraron fuera de la celda, sin apenas resistencia por parte de la prisionera, la cual seguía con la mirada perdida vuelta hacia la ventana.

Las criaturas la llevaron por varios pisos, arrastrándola incluso por las escaleras, hasta dejar atrás los subterráneos, donde los dementores la llevaron por un pasillo hasta que la arrojaron hacia una pequeña habitación.

Aquel lugar estaba desierto, no tenía ventanas, y una pequeña lámpara colgaba del techo, iluminando la sala.

Los dementores la sentaron en una silla, que se encontraba frente a un pequeño mostrador que atravesaba toda la habitación, con un cristal encima sobre toda su superficie, y una pequeña apertura en forma de semicírculo en medio del cristal.

Después las criaturas salieron de la estancia, dejándola sola.

Tampoco reconocía muy bien donde estaba, y eso le daba igual, ella seguía con la mirada perdida, sin enfocarla a ninguna parte, esperando algo que ni siquiera sabía qué era.

Al otro lado del mostrador, se abrió una puerta, que hasta entonces tampoco se había percatado de que allí estaba, y una persona encapuchada entró por ella.

Levantó la mirada con desgana y la dirigió hacia el individuo, el cual ya se había sentado en la silla de enfrente y se bajaba la capucha, dejando a relucir su rostro.

Su cabello rubio caía elegantemente por encima de sus hombros, en su pálido y delgado rostro se reflejaba un gesto de preocupación, y sus ojos, grises y cálidos, eran el vivo retrato de la más profunda tristeza.

-Hola madre- murmuró Draco lentamente, pasando la vista desde las grandes ojeras debajo de los ojos de su madre, del mismo color que los suyos, a su pelo largo que caía pesado y enredado hasta su cintura.

Su estado era mucho más lamentable que el de hacía sólo unos días, cuando la había visitado por última vez.

Narcissa Malfoy lo miró extrañada y luego susurró su nombre:

-¿Draco?.

El muchacho asintió.

-¿Cómo estás?- le preguntó apoyando una mano sobre el cristal.

La mujer hizo lo mismo, poniendo su mano a la altura de la de su hijo, una mano huesuda, con manchas, y que denotaba su extrema delgadez.

-Ahora bien- respondió sonriente, aunque sus ojos no sonreían, estaban como sin vida.

Draco le correspondió la sonrisa, mucho más alegre que la de ella.

La mujer echó un vistazo a su hijo, pasando la vista por la lujosa túnica que llevaba puesta.

-¿Adonde vas tan elegante?- le preguntó.

-Hoy es la graduación de Hermione- le informó- se convertirá oficialmente en aurora.

-¿Hermione¿que Hermione?- le preguntó extrañada su madre.

Draco borró rápidamente la sonrisa que hasta hacía sólo unos segundos se había dibujado en su cara.

-¿No te acuerdas?.

La mujer movió la cabeza de un lado a otro en señal de negación.

Draco bajó la mirada tristemente.

-¿Por qué¿era importante¿tenía que acordarme?- preguntó preocupada y entristecida la mujer.

-No, no importa, es igual- la tranquilizó Draco.

Aunque su madre no parecía muy convencida, ella también bajó la cabeza tristemente.

-¡Ey, vamos- intentó animarla Draco- mira, te he traído algo, seguro que con esto te animas.

Rebuscó con apremio en sus bolsillos y sacó tres fotos de un sobre que llevaba en el pantalón. Todas mostraban a una niña pequeña, rubia y de ojos grises, en una ocasión abrazada a su padre, y en otra a su madrina Hermione.

-Toma- pasó las fotos por el semicírculo del cristal.

Narcissa las cogió y las observó detenidamente.

-Que guapa está- dijo con una sonrisa mirando la foto tiernamente- se parece mucho a su padre.

Draco sonrió.

-Cuando sea mayor se va a casar con Lucius Malfoy, ese chico es un muy buen partido- prosiguió aún sonriendo.

Draco la miró extrañado.

-Mamá¿qué...?.

-Es Narcissa, siempre fue el ojito derecho de su madre- decía ahora casi sin escucharle.

Un brillo de tristeza apareció de nuevo en los ojos de Draco, y ambos se le llenaron de lágrimas, mientras un nudo aparecía en su garganta.

Narcissa levantó la mirada de las fotografías.

-¿Quién eres?- le preguntó amablemente- ¿conoces a Narcissa?.

Las lágrimas recorrieron lentamente sus mejillas, mientras su madre pasaba una mano tiernamente sobre la fotografía, con la misma mirada de dulzura.

Permaneció así unos instantes, que a Draco le parecieron siglos, y levantó la vista de nuevo hacia su hijo. Lo miró preocupada

-Draco...- dijo levantándose del asiento y acercándose más al cristal- ¿qué te pasa¿es que acaso me he vuelto a olvidar de algo?.

El muchacho se secó las lágrimas con la manga de su túnica y negó con la cabeza.

-No, no es nada.

De repente, la puerta que había detrás de Narcissa se volvió a abrir, y uno de los carceleros de Azkaban se acercó a ella.

-Ya me tengo que ir, adiós, dile a mi nieta que pronto saldré de aquí- le dijo su madre sonriente.

Draco asintió intentando sonreír, mientras veía cómo dos dementores conducían de nuevo a su madre a los subterráneos.

Al cerrarse la puerta, el muchacho se derrumbó sobre el mostrador, llorando amargamente.

Si tan solo pudiese sacarla de allí...

La sentencia había sido tan injusta... doce años... doce años sólo por intentar proteger a su hijo... de aquel hombre con el que la habían obligado a casarse.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Una muchacha se encontraba sentada sobre su cama, con los brazos apoyados sobre sus rodillas y un pergamino, que había recibido recientemente, entre sus manos.

Se había vestido muy elegante, con unos zapatos de tacón alto y fino, una túnica color beys, y el pelo largo bien recogido en un moño.

Esa tarde iba a graduarse, y a partir de aquel día tendría una carrera con la que podría ganarse la vida.

Solamente tenía que decidir adonde debía ir...

Aquel pergamino que ella sujetaba, mostraba varias ofertas de algunos ministerios de magia, los cuales solicitaban su ayuda en cuestión de misiones para los aurores.

Sólo debía decidir si quedarse allí en Londres o irse a vivir fuera, a otro país, en donde seguramente el cambio sería radical.

Conocería nueva gente, afrontaría nuevas experiencias... todo ello lejos de aquí.

Y sobre todo, por encima de todas las cosas, olvidaría...

Pero¿realmente quería olvidar¿en realidad quería marcharse y olvidar todas las experiencias que había vivido en aquel lugar?.

Su vista recorrió cada rincón del pequeño apartamento que unos meses antes había alquilado.

¿Qué le quedaba aquí que podía retenerla a quedarse?.

Su vista se posó finalmente en un pequeño retrato, situado sobre su mesita de noche.

En aquella fotografía había dos personas, sonriendo a la cámara, abrazados, en sus años de novios, con apenas 16 años. El tiempo había pasado muy rápidamente por aquellos rostros jóvenes, reflejados en la fotografía. Ron y ella.

Realmente esperaba haber tenido una razón igual que aquella que tenía enfrente y que se reflejaba claramente, para no tener que marcharse.

Pero la realidad era otra... allí ya no le quedaba nada, y nada la ataba a aquel lugar.

Posó boca abajo el retrato de la mesita y extendió la carta para leerla de nuevo más detenidamente.

Su vista se situó de improviso hasta el puesto de auror solicitado en el ministerio de Bulgaria. Según leía había recibido buenas recomendaciones por parte de Viktor Krum.

"Bulgaria... no estaría mal" pensó. Podría conocer otro idioma y además, ya había visitado ese país en una ocasión con Viktor.

Sonrió al recordar el ataque de celos que provocó a Ron, saber que ella había pasado un mes entero allí, con el famoso jugador de la selección búlgara.

De repente movió la cabeza de un lado a otro, borrando la sonrisa e intentando no recordar aquello... le hacía mal.

Entonces, de improviso, el timbre de la puerta sonó.

Hermione miró hacia allí extrañada, dejó la carta sobre la cama y se levantó encaminándose hasta la puerta de entrada.

La abrió y se asomó por ella.

Una persona se encontraba en el rellano de la escalera, sonriéndole alegremente.

Hermione lo miró muy sorprendida y le devolvió la sonrisa.

Lo recordaba igual que la última vez que lo había visto... su tez curtida y morena, su nariz prominente, sus ojos húmedos y negros, su pelo castaño oscuro, y sus espesas cejas marrones.

-¡Viktor!- exclamó contenta echándose a sus brazos, y el chico le respondió al abrazo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿A qué esperamos?- preguntó la niña impaciente- me estoy aburriendo.

Estaba tumbada boca abajo en su cama, con las piernas alzadas y la cabeza apoyada en los brazos. Su cara reflejaba un gesto de reproche hacia la persona que se encontraba delante de ella.

-Espera, ya falta poco.

-¿Pero por qué tengo que quedarme aquí sola¿por qué no podía irme con mis padres?.

Pensó un poco antes de poder responder a aquella pregunta. No podía mencionar nada de Azkaban, ella seguía pensando que su abuela vivía en París.

-Eeee...- dudó un poco- porque tengo preparado algo para ti- respondió al haber captado una nueva presencia.

-¿Qué es?- preguntó Eve curiosa.

El individuo sonrió.

-Ya lo verás.

-¡Jo¿por qué nunca me dices nada?- se quejó la pequeña.

-Porque no me dejan.

-¿Quién no te deja?.

-Haces muchas preguntas, Eve, ya lo entenderás todo a su debido tiempo.

-Siempre me dices lo mismo¿por qué no puede ser ahora?.

El individuo posó una mano transparente sobre la cabeza de la niña.

-No seas quejica, lo averiguarás dentro de...- miró pensativo al techo- ¡ya!.

Entonces el timbre de la puerta sonó.

-¿Quién es?- le preguntó extrañada.

-Corre y abre- respondió guiñándole un ojo- y después no dejes que se vaya.

La niña obedeció y saltó de la cama encaminándose hacia el salón.

Luego recordó algo y volvió a la habitación apresuradamente.

-Oye¿por qué no puedo dejar que se vaya?- preguntó.

Pero el individuo había desaparecido de la habitación.

-Siempre igual- se quejó la pequeña volviendo de nuevo al salón a abrir la puerta.

Llamaron de nuevo dos veces y la niña dio dos vueltas a la llave, ignorando la advertencia de sus padres de "no dejes entrar a nadie" y abrió la puerta.

Un muchacho pelirrojo se encontraba en el portal de la casa, vestido elegantemente con una túnica negra, que le llegaba por debajo de las rodillas.

-¡Hola, señor!- exclamó la niña contenta.

Ron sonrió.

-Hola Evelinne¿están en casa tus padres?.

-No, han salido.

-Ah, bueno, entonces me voy, diles...- se quedó un momento pensando- diles que he estado aquí.

Se disponía a darse la vuelta, pero la niña lo retuvo cogiéndole del brazo.

-¡No, no se vaya- dijo apresuradamente.

Ron miró extrañado a la pequeña.

-Es que mis padres no están y me da miedo quedarme sola otra vez en casa- decía esto mientras hacía pequeños pucheros- ¿no podría quedarse conmigo un rato?.

-Bueno, está bien- aceptó Ron entrando en la casa.

La niña cerró la puerta tras él y suspiró aliviada.

-¡Siéntese!- le dijo ofreciéndole una silla de la mesa del comedor- ¿quiere tomar algo?.

"Que servicial" pensó Ron.

-Puedo hacerle un café si quiere- le informó la niña.

Ron la miró sorprendido.

-¿Sabes hacer café?.

-Bueno, mis padres ya han preparado, aunque ahora está frío, pero eso lo arreglo yo en un pis pas- dijo la niña corriendo a la cocina a por una taza.

Cogió la cafetera y vertió un poco de café en la taza.

Luego volvió a la mesa del salón con ella y la dejó delante de Ron.

Después corrió hacia su habitación y volvió con un pequeño paquetito en las manos.

Mientras Ron la miraba perplejo, la niña sacó del paquete un frasco que contenía un líquido color púrpura en su interior, a continuación echó unas gotas al café.

Éste adquirió por un momento un color blanquecino y luego volvió a su color original.

-Esto hará que el café arda- le informó- es una broma de mis tíos Fred y George, siempre la utilizaban con mi padre.

Ron rió estrepitosamente al imaginar a Draco quemándose con el café y persiguiendo furioso a los dos hermanos.

-Sólo tiene que esperar a que se enfríe un poco.

Ron tocó la taza y sopló al café.

-Pues la taza está fría, y ni siquiera sale vapor de ella.

-Eso es otro de los trucos, para que la otra persona no se de cuenta- dijo la niña guiñándole un ojo.

Ron volvió a dejar la taza en la mesa y la miró de nuevo, la niña lo contemplaba con una mirada dulce.

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Nada- respondió- sólo me preguntaba si había encontrado a mi tío Ron.

Ron sonrió.

-Si, le he encontrado.

-¿Si!- exclamó la niña contenta- ¿y que le ha dicho¿va a venir a verme?.

-Si, hoy mismo dijo que vendría.

-¡Bien!- exclamó la niña contenta saltando- ¿y me va a traer algún regalo?.

Ron tragó saliva, preocupado, no había pensado en eso.

-Pues, verás...

La niña lo miró impaciente.

-Eso no lo sé, no me dijo nada.

-Vaya... pensé que me traería un regalo, como hace siempre el día de mi cumpleaños.

Ron la miró atónito.

-¿Tu tío Ron te envía regalos por tu cumpleaños?- preguntó extrañado.

-¡Claro que sí, mis padres siempre me dan un regalo, y me dicen que es de parte de él.

Ron bajó la cabeza tristemente. Seguramente regalos que ellos mismos habían comprado y luego le habían hecho creer que eran de él.

Se había comportado de manera horrible todo este tiempo, seguro que si Evelinne se enterase de que él era su tío no volvería a hablarle.

Eve lo miró preocupada.

-Señor¿le pasa algo, se ha puesto triste de repente.

-No, nada- la tranquilizó.

De repente se escuchó un ruido en la puerta de entrada. Ésta se abrió y dos personas entraron por ella.

-¿Eve?- la llamó su madre.

-¡Mamá¡papá!- exclamó contenta la niña corriendo hacia ellos y tirándose en brazos de su padre- ha venido a veros un señor- les dijo.

Draco y Ginny miraron sorprendidos a Ron, el cual se había levantado de la mesa y los miraba con rostro impasible.

-Te dije que no abrieras a nadie, Eve- la riñó su padre sin dejar de mirar a Ron.

-¡Pero papi¡conoce al tío Ron¡ha dicho que hoy va a venir a verme!- exclamó la niña sonriente.

Draco y Ginny pasaron la mirada extrañados de su hija a Ron.

-¿A qué viene esto¿es una broma?- preguntó Draco de mal talante.

-Puedo explicároslo- les dijo Ron un poco nervioso.

-Será mejor que lo hagas- dijo Ginny seriamente.

-Si, y empieza por decirnos por qué has venido aquí- terminó Draco.

Eve miró extrañada a su padres.

-¿Qué pasa mami¿por qué lo tratáis así?- preguntó con tristeza.

-Te he dicho muchas veces que no le abras a ningún extraño.

-¡Él no es un extraño!- exclamó la niña enfadada- es mi amigo.

-Vete a tu habitación, Eve- le ordenó su padre.

-¡No quiero!.

Su padre la miró duramente, la niña se asustó.

-Eve, haz caso a tu padre- le dijo Ron.

La niña los miró tristemente y se encaminó hacia las escaleras, dirigiéndose a su cuarto.

-No hacía falta que la riñerais así, yo no iba a hacerle nada, por eso me abrió- explicó Ron.

-Me parece que tú no eres nadie para decirme cómo debo educar a mi hija- dijo Draco duramente- sobre todo después de que hayas pasado de ella durante cuatro años.

Ron asintió tristemente.

-Perdona, yo sólo...

-¿Por qué estás aquí, Ron¿qué es lo que pretendías viniendo así y diciéndole esas cosas a mi hija?- le preguntó Ginny.

-Quería hablar con vosotros- se sinceró Ron- en fin, pediros perdón.

Draco y Ginny se miraron atónitos.

-Ya se que me he comportado como un estúpido todo este tiempo, incluso ahora soy demasiado cobarde como para decirle a Eve que soy su tío, después de tanto tiempo...

-¿Ahora quieres pedir perdón?- preguntó Draco atónito- no me lo puedo creer¡ahora ya no sirve¡debiste pensarlo hace mucho!.

-Cariño, cálmate...- susurró Ginny posando una mano sobre su hombro.

-No me callo, Ginny¡voy a decirle todo lo que se merece!.

-Sabía que nunca debí haber venido, será mejor que me vaya- susurró Ron tristemente- despedidme de Eve.

Ron alcanzó la puerta, ni Ginny ni Draco se lo impidieron, pero de repente Eve, que había escuchado todo desde las escaleras, pasó como un rayo y cogió a Ron de la chaqueta.

-No, tío Ron, no te vayas- susurró la pequeña.

Ron la miró a los ojos, por ellos caían unas lágrimas tristes y silenciosas.

-Por favor, nos os peleéis más¿por qué no podemos estar como siempre?- la niña se enjuagó las lágrimas con la manga de la blusa.

Ron miró tristemente a la niña, y luego se dirigió decidido hacia Draco.

-Mira, ya sé que me merezco todo el odio que puedas tener hacia mí, me he portado fatal todo este tiempo- comenzó a hablar decidido- te eché la culpa de la muerte de mi amigo, cuando tú no la tenías, pero para mí era más fácil pensar lo contrario.

Draco lo miró tristemente.

-Lo cierto es que Harry quiso morir, quería salvarte, porque sabía que sin ti mi hermana jamás podría rehacerse.

Ginny comenzó a derramar lágrimas.

-Y ahora eres el hombre que la ha hecho feliz, con el que se ha casado y con el que tiene una hija preciosa- sonrió mirando a la pequeña con dulzura- realmente he decidido dejar nuestro odio en el pasado, empezar a conocerte realmente, por favor... ¿podemos empezar de nuevo como amigos?.

Le tendió la mano a Draco.

Éste miró a Ron a los ojos, unos ojos que por primera vez le sonreían, dejando a un lado todo el odio y el rencor que una vez se tuvieron.

-Por favor, papi- susurró la niña poniéndose a su lado.

Draco la miró y le sonrió, luego estrechó la mano de Ron.

Después éste se volvió a su hermana.

-Lo siento mucho, Ginny, me duele mucho no haber estado contigo todo este tiempo, pero no volveré a dejarte sola, ahora lo comprendo.

La muchacha se abrazó a su hermano llorando.

-¡Ron!.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿Estás nerviosa?- preguntó Viktor posando una mano sobre la suya apoyada en el asiento.

-Ufff, un poco, es la primera vez que me dan un título como aprendiz de auror- exclamó contenta.

Miró por un momento a Viktor, y pensó que esa persona que había a su lado podría ser Harry, graduándose ese mismo día como ella. Desechó esos pensamientos en el mismo momento en que aparecieron.

-¿Y has pensado ya lo que vas a hacer?.

Hermione miró dudosa a Viktor.

-Pues, creo que sería una gran oportunidad trabajar en Bulgaria, Viktor, no creo que nada me ate aquí- repuso tristemente.

-¿Y tus padres?.

-Ellos dicen que haga lo que crea mejor para mí.

Pero Hermione de repente puso una cara muy triste.

-¿Seguro que no te queda nada aquí?- preguntó Viktor preocupado.

Hermione echó un vistazo por las largas filas del auditorio. Realmente esperaba encontrarlo allí, y Viktor se dio cuenta.

-¿Aún esperas que aparezca Ronald Weasley?.

Hermione lo miró intentando parecer sorprendida.

-No.. no¡que va, sólo es que me preocupa que Ginny tarde tanto... nada más- pero sonó tan poco convincente que Krum no la creyó.

-Hermione¿qué vas a hacer cuando llegues allí?- preguntó preocupado.

-Aún no lo sé, pero espero encontrar alguna pensión o un hotel donde poder quedarme.

-¿En un hotel?.

-Claro¿donde si no en un hotel podría quedarme?- preguntó Hermione sonriente- deja de preocuparte anda.

Viktor metió una mano en su bolsillo y agarró algo que tenía allí dentro, una pequeña cajita. Luego miró a Hermione, que miraba al escenario muy atenta. ¿Y si se lo pedía, para eso había venido realmente¿no?.

Pero... ella quería a Weasley, lo sabía perfectamente, aunque no fuera correspondida. ¿De verdad debía arriesgarse¿podría hacer que ella olvidara a ese hombre?.

-Hermione...- susurró.

La chica lo miró sonriente.

-¿Si¿qué quieres?.

Krum sacó la cajita del bolsillo.

-Esto... he estado pensando realmente donde podrías quedarte...

-Ya te he dicho que no hacía falta, Viktor.

-No, déjame terminar, por favor.

Hermione se calló ante la expresión del chico, de repente se había puesto muy serio.

-Hermione, sabes que yo siempre te he querido y haría cualquier cosa por ti- puso delante de ella la cajita y la abrió- quiero que olvides a ese hombre y que te vengas a vivir conmigo a Bulgaria, así que, por favor, cásate conmigo.

Hermione miró atónita el anillo de compromiso que Viktor le mostraba.

-Te juro que tendré paciencia, pero estoy seguro de que podrás olvidarle si estás lejos de aquí¿qué me dices?.

Hermione miró a Viktor muy sorprendida.

-¡Señorita Hermione Granger, por favor, acuda al auditorio con sus compañeros!- se escuchó en ese momento en la enorme sala- ¡Señorita Granger, por favor!.

Hermione miró hacia el escenario, todos sus compañeros la esperaban. Pero Viktor llamó de nuevo su atención.

-Hermione, por favor, dame una respuesta.

-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-

-A este paso no llegaremos a tiempo- se quejaba Draco apoyado en la pared de salón, justo delante de la chimenea- ¡queréis daros prisa!.

En ese momento, Ron y Ginny bajaban por las escaleras apresuradamente.

-Ten un poco de paciencia, estaba nervioso- se disculpó Ginny.

-Si, si ya lo se- repitió Draco cansado- ¿dónde está Eve?.

-Creíamos que estaba aquí abajo contigo- dijo Ron extrañado.

-Seguro que está en su habitación, iré a buscarla antes de que lleguemos todavía más tarde- dijo Ginny volviendo a subir las escaleras.

En el dormitorio de la pequeña

-¿Vas a venir a ver a la tita Hermione?- preguntaba la niña sonriente.

-Ya sabes que no puedo, Eve- repitió el fantasma cansado.

-¿Por qué no, jo, yo quiero que vayas- se quejó la niña.

El fantasma le sonrió y posó una mano sobre su cabecita, como siempre hacía.

-Vamos, ya casi todo está solucionado, pronto tendré que irme.

-No sé por qué, mi padre me ha dicho que otros fantasmas se quedan para siempre¿por qué tu no?- preguntó Eve enfurruñada cruzando los brazos.

-El mío es un caso especial- susurró guiñándole un ojo.

-Ojalá te quedaras para siempre- murmuró la niña con los ojos llorosos.

El fantasma la cogió del mentón y con un dedo le secó las lágrimas que le caían por las mejillas.

La niña lo miró extrañada.

-¿Cómo puedes hacer eso?.

-Ya te dije que era especial- murmuró sonriente.

La niña le devolvió la sonrisa.

De repente, la voz de su madre comenzó a oírse por las escaleras.

-¡Eve¡vamos baja que llegamos tarde!.

-Es mamá¡vamos vete antes de que te vea!- exclamó la niña apremiando al fantasma.

-De acuerdo, pero si ocurre algo malo me avisas¿vale?.

-OK- exclamó la niña alzando el pulgar en señal de afirmación- Adiós tío Harry.

-Hasta otra- dijo saludando con una mano mientras desaparecía finalmente con un ¡plop!.

-¡Ah, conque estabas aquí- exclamó Ginny asomándose por la puerta- te estaba buscando, vamos, tenemos que irnos ya- dijo tendiéndole la mano.

La niña se cogió a ella.

-Si, vamos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿Ves por algún lado a Ginny y Draco?- preguntaba Luna mirando por encima de las cabezas.

Neville y ella estaban sentados en uno de los bancos de la mitad del auditorio, guardando asiento a sus amigos. Neville negó con la cabeza ante la pregunta de la chica.

-Tardan demasiado¿no crees?.

La chica lo miró a los ojos, Neville se ruborizó ante los ojos claros de Luna. Estaba muy guapa ese día.

-Menuda falta de educación, esto está a punto de comenzar- replicó Luna molesta cruzándose de brazos. Como Neville no le respondió lo miró de reojo, el chico la miraba fijamente-¿Qué pasa¿tengo algo en la cara?.

Neville se ruborizó, había sido un poco descarado al hacer eso.

-No, sólo... sólo me estaba fijando en que has venido muy guapa hoy- dijo con esfuerzo, pero no apartó la vista cuando Luna lo miró.

-Vaya gracias- dijo la chica sin ni siquiera ruborizarse.

El corazón de Neville latió muy deprisa al ver que Luna no apartaba la mirada.

¿Cuánto tiempo hacía que le gustaba tanto aquella chica?... No lo sabía. Pero era tan extraña y a la vez encantadora... Además era la única chica que le hacía caso.

Miró sus labios, rojos y gruesos.

¿Y si se atrevía, a lo mejor Luna le pegaba, pero, al fin y al cabo, solo era un beso ¿no?.

Se acercó lentamente hacia el rostro de la chica. Pero para su sorpresa la chica no se inmutó.

Cuando ya estaba muy cerca de ella, a punto de besarse, Luna giró la cabeza y exclamó contenta:

-¡Mira, ahí están.

Neville bajó la cabeza, decepcionado, y miró hacia atrás.

Draco, Ginny, Eve y para su sorpresa, también Ron con un ramo de flores en la mano, se acercaban sonrientes hacia ellos.

-¡Hola, sentimos mucho llegar tarde- dijo Ginny a modo de saludo.

-No pasa nada- dijo Neville- aquí os hemos guardado unos asientos- dijo señalándoselos con la cabeza.

-¡Gracias!- exclamó Ginny.

-Pero por desgracia sólo hay tres- les informó Luna- no contábamos con Ron.

-Ya, nosotros tampoco- dijo Draco.

Ron lo miró con mala cara.

-Tranquilo, sólo era un comentario- se disculpó Draco.

Neville y Luna se miraron sorprendidos.

-¿Desde cuando tanta confianza?- preguntó el primero.

Ginny sonrió abiertamente, pero ni Ron ni Draco respondieron a la pregunta.

-Bueno- dijo Ginny- tu Eve ponte encima de mi, así Ron podrá sentarse.

Pero Ron no se mostró de acuerdo, y se explicó ruborizándose un poco.

-Si os parece bien prefiero esperar a Hermione allí- dijo señalándoles hacia uno de los lados del escenario.

-Está bien- dijo su hermana guiñándole un ojo.

-Suerte.

Ron se volvió, para su sorpresa era Draco quien había dicho eso último, aunque no miró a Ron a la cara, y hacía como que miraba hacia otro lado.

Ron se marchó sonriente hacia el escenario.

Varios alumnos pasaban en esos momentos por encima del escenario. Todos vestían elegantemente, y esperaban impacientes su turno.

Un señor de bigote y ojos inteligentes saludó al público y pronunció un discurso. Hermione se revolvía nerviosa en la primera fila, aunque no vio a Ron, si saludó tímidamente a los demás con la mano.

Los alumnos fueron llamados uno a uno. Hermione sería una de las primeras.

Ron estaba muy nervioso, sabía que tenía que declararse a Hermione, y aunque había ensayado varias veces delante del espejo, sabía que todo se le olvidaría cuando la tuviese enfrente. De hecho, sólo con ver lo guapa que estaba ya se le olvidaban las últimas líneas.

Después de unos cuántos le tocó el turno a Hermione.

Se la veía muy nerviosa y sonreía mientras se acercaba al centro del escenario. Pero, cuando el hombre del bigote iba a entregarle el diploma y la medalla de auror, una persona subió rápidamente al escenario y cogió él mismo el diploma y la medalla para entregárselos a Hermione.

Ron se quedó boquiabierto al reconocer a aquella persona, y los otros, a su vez, miraron a Ron preocupados. Era Viktor Krum.

Hermione recibió sus premios de manos de Krum y se acercó con él para dar su discurso.

Colocó bien el micrófono y comenzó a hablar, mirando a Krum muy nerviosa.

-Quiero agradecerles este premio a mis amigos, Ginny, Draco, Neville y Luna- les hizo una seña- gracias a todos, y a ti también Viktor- añadió sonriente, las demás aurores la miraron con envidia- y sobre todo, muy especialmente a dos personas muy queridas que, por motivos diferentes, no han podido venir aquí hoy- esto último lo dijo muy entristecida- mis mejores amigos, Harry Potter y Ronald Weasley.

El corazón de Ron volvió a palpitar con fuerza.

-He decidido continuar mi profesión en otro país, igual que la mayoría de mis compañeros- Ron sintió un nudo muy extraño en la garganta- me iré a Bulgaria para ejercer como auror en el ministerio, una decisión tomada gracias a los consejos de Viktor.

Ron hubiera fulminado con la mirada a Krum, pero las palabras de que Hermione se iría a Bulgaria le cayeron como un jarro de agua fría.

Hermione terminó su discurso, hizo una reverencia y se alejó con sus otros compañeros. Mientras Viktor bajaba del escenario.

Ron, por su parte, se quedó allí plantado, confuso.

Entonces, mientras otro alumno se adelantaba para dar su discurso, Viktor Krum lo distinguió mientras rodeaba el escenario y se acercó a él, con aire sonriente.

-Ronald Weasley, no sabía que habías venido al final- le dijo amablemente- Hermione se pondrá muy contenta cuando te vea.

Ron asintió fríamente.

-¿Se va a Bulgaria...- dudó un poco- contigo?.

Krum asintió.

-Hoy le he pedido que se case conmigo, espero que acepte- comentó sonriente.

Ron sintió que sus ilusiones caían hechas pedazos, no le respondió a Viktor y se dio la vuelta para marcharse, no podía soportar estar delante de aquel miserable.

-Oye, siempre supiste que a mi me gustaba Hermione, pero tú la dejaste libre, ahora es mi oportunidad de estar con ella¿no crees?- dijo Krum antes de que él se marchase.

Ron se quedó quieto un instante, y luego se volvió hacia él.

-Espero que…. seáis muy felices- dijo intentando parecer lo más sincero posible.

-Gracias.

Luego se volvió y salió corriendo del auditorio, tirando el ramo de flores a una de las papeleras de la entrada. Ginny, Draco, Neville y Luna, que los habían observado durante todo el tiempo, miraron entristecidos cómo la silueta de Ron desaparecía al doblar la esquina.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Después de una media hora, Hermione bajó sonriente del escenario, y fue a reunirse con sus amigos.

-¡Tita¡Tita¡felicidades!- gritó Eve contenta abrazándose a ella.

-Enhorabuena- la felicitó Ginny sonriente- sabíamos que lo conseguirías.

-Muchas gracias- susurró Hermione ruborizándose ligeramente.

-Oye, Ron ha estado aquí- dijo Luna sin cortarse un pelo. Los demás la miraron nerviosos.

Hermione miró sorprendida a Luna.

-¿Ah si?- preguntó tristemente- ¿y... y dónde está?.

-Ya se ha marchado¡ay, me has hecho daño, Neville- le riñó la chica a éste, el cual le había pegado un pisotón para que no siguiera hablando. Neville se ruborizó ligeramente ante la expresión de Luna.

Hermione bajó la cabeza tristemente.

Eve, que se encontraba a su lado sujetándole la mano, la miró preocupada.

-¿Es verdad que te vas a Bulgaria?.

Hermione asintió.

-¿Por qué?- preguntó la niña tristemente- ¿por qué te vas, yo quiero que te quedes.

Hermione sonrió tristemente, se agachó y cogió las manos de la niña.

-Ciertamente... esperaba tener una razón para... quedarme- esto último lo dijo con un susurró y sin mirar a la niña.

-Quédate, por favor, tita- Eve parecía a punto de llorar- si te vas no podré verte siempre que quiera, ni podrás visitarme.

-Cielo, tengo que irme¿lo entiendes, a veces por cuestiones de trabajo la gente se va.

-Pero también puedes trabajar aquí¿no?- murmuró la niña.

Hermione no respondió, la miró tristemente.

-Eve, vamos, deja a la tita, ya te ha explicado que tiene que irse- Draco cogió a la niña por los hombros y Hermione se incorporó nuevamente.

Eve se abrazó a su padre y escondió la cabeza en su túnica.

-¿Estás segura de que quieres hacerlo?- preguntó Ginny a su amiga seriamente.

Hermione la miró sonriente y asintió.

-Si, es lo mejor.

-¿Cuándo te vas?- preguntó Neville.

-Mañana temprano, a las 9:30¿pasareis a despediros verdad?.

Los chicos asintieron.

-¡Hermione!.

Viktor Krum se acercaba a ellos. Los saludó amablemente, y se dirigió a Hermione.

-¿Podríamos hablar?- preguntó nervioso- antes no me has dado una respuesta.

-Si... si, enseguida voy- respondió Hermione entrecortadamente- bueno chicos, nos vemos mañana entonces.

Se acercó a Eve y la abrazó.

-Te prometo que vendré a visitarte todas las veces que pueda- le susurró al oído.

La niña hipaba lentamente mientras se abrazaba a ella, y la miró intentando sonreír, mientras ésta se reunía con Viktor.

Los amigos salieron por la puerta del auditorio, algo deprimidos. Aunque a Luna no parecía afectarle mucho la noticia. Era la única que mantenía un semblante divertido.

-¿Qué querrá hablar con ella?- preguntó ésta interesada.

-No seas cotilla, Luna- la riñó Neville.

-¿Qué pasa¿acaso vas a decirme que tú no tienes curiosidad por saber qué es?- le preguntó con una mirada fulminante.

-Pues yo si quiero saberlo- respondió Ginny sinceramente- creo que tengo la idea más o menos de lo que puede ser.

-Quedaos aquí con la niña- les dijo Luna a Neville y Draco- nosotras volvemos enseguida.

Dicho esto, las dos chicas se metieron de nuevo por la puerta del auditorio.

Krum y Hermione estaban en unos lados del escenario, Ginny y Luna caminaban agazapadas contra la pared, pero afortunadamente ellos estaban de espaldas y no las veían.

-Por dios, que vergüenza, nos está mirando todo el mundo- exclamó Ginny cabizbaja y ligeramente ruborizada.

-No seas quejica, has sido tú la que has decidido venir.

Luna y Ginny pasaron corriendo perseguidas por las miradas que la gente del auditorio, que se reían mientras las observaban.

Luna llevó a Ginny detrás de unos asientos y entre las filas asomaron la cabeza hasta mirar hacia Krum y Hermione.

-Bueno, parece que están hablando tranquilamente¿no?- dijo Ginny un poco aliviada.

-¿Por qué¿qué pensabas que hablarían?- preguntó Luna extrañada.

-Nada, nada, sólo que me inquietaba mucho que Krum dijera eso de que necesitaba una respuesta- respondió Ginny.

-Si, ya- dijo Luna poco convencida- tú pensaste al igual que yo que iba a pedirle matrimonio¿verdad?.

Ginny miró sorprendida a su amiga.

-No se te escapa una, eh.

Luna se encogió de hombros.

-Espera, creo que Krum se está sacando algo del bolsillo.

En esos momentos, Krum sacó una pequeña cajita y la abrió delante de Hermione. Ginny y Luna se miraron sorprendidas.

-No puede ser...- susurró Ginny.

-¡No aceptes, Hermione!- murmuró Luna.

Ginny la miró extrañada.

-¿Qué pasa, eso es lo que se dice cuándo las protagonistas de las películas muggles van a casarse con quien no deben.

Ginny miró hacia otro lado y suspiró resignada.

-Oh, oh- exclamó Luna mirando fijamente a la pareja.

-¿Qué pasa?- preguntó Ginny mirando a Luna y después a Krum y Hermione- Oh no.

Lo que vieron las dejó atónitas. Hermione estaba abrazada a Krum.

-Bueno, ahora es cuando el protagonista entra por la puerta del auditorio y hace reflexionar a la chica sobre su tremenda equivocación- dijo Luna sin importancia mirando hacia la salida. Pero, al contrario de lo que esperaba, Ron no apareció por la puerta- ¡Mierda¿en qué estará pensando Ron?.

-¡Luna, esto no es una película- exclamó Ginny alterada por lo que acababa de ver.

-Si, vale, quien sabe.

Ginny volvió a suspirar resignada.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

"Me iré a Bulgaria… una decisión tomada gracias a los consejos de Viktor"

"Hoy le he pedido que se case conmigo... tú la dejaste libre, ahora es mi oportunidad de estar con ella".

Estas mismas frases pasaban una y otra vez, como taladradoras, por la cabeza de Ron.

Había perdido definitivamente a Hermione... el amor de su vida, lo único por lo que había estado dispuesto a luchar... lo sabía, ya no había solución posible... no había marcha atrás.

En esos momentos, estos pensamientos ocupaban su mente, clavándose como espinas en su derrotado corazón.

Después de vagar sin rumbo por la calles de Londres, Ron había ido a parar a una pequeña y humilde taberna, en uno de los rincones de la ciudad.

Ya iba por su cuarta copa de Whisky, la cual consumía rápidamente, intentando olvidar, no recordar más lo sucedido anteriormente.

Deseaba más que nunca olvidar... quién era, por qué estaba allí, que haría de ahora en adelante sin ella...

Derrotado y cabizbajo, cayendo poco a poco en el abatimiento y la desesperación.

¿Por qué demonios había sido tan terco y cobarde¡¿Por qué¡¿Por qué no le confesó antes lo que sentía!.

Ahora ya no había manera posible de cambiar lo que había ocurrido, ella iba a irse con Krum, iba a rehacer su vida con él, iban a casarse... por culpa de su ignorancia y su alejamiento...Había empujado a la persona que más le importaba a los brazos de otro, su mayor rival por el amor de ella. ¿Pero cómo había podido ser tan estúpido!.

Ron se llevó las manos a la cabeza, aferrando los dedos sobre su pelo, cerrando fuertemente los ojos, lleno de rabia.

Sería la mujer de Krum... ¡Su mujer!.

Bebió de sopetón el último trago de Whisky que le quedaba en el vaso y volvió a dejarlo con brusquedad en la barra.

-¡Camarero!- gritó dificultosamente con la voz tomada- póngame otro Whisky.

El viejo tabernero lo observó fijamente con semblante serio y apenado.

-Joven, váyase a casa, ya ha bebido bastante- dijo retirándole la copa a Ron.

-¡Que me ponga otro le digo!- exclamó este apretando fuertemente el puño sobre la barra.

-Le repito que se vaya a su casa- volvió a decir muy serio ante la actitud de Ron- Aquí no se le servirá nada más.

De inmediato y con torpeza, Ron se levantó y, enfurecido como estaba, sacó la varita de su bolsillo apuntando al tabernero.

-¡Le he dicho... que me ponga otra¡Tarantallegra!- gritó.

Sin embargo, el hechizo se desvió cuando Ron se tambaleó hacia un lado, a causa de los pocos reflejos que le quedaban.

Entonces, rápidamente el tabernero aprovechó la oportunidad, sacó su varita y exclamó:

-¡Desmaius!.

El cuerpo inconsciente de Ron cayó al suelo y su varita rodó a varios metros de su mano.

-John, Henry- dijo el tabernero dirigiéndose a sus dos ayudantes, los cuales se habían aproximado al ver a Ron blandiendo la varita hacia su jefe- aseguraos de que está bien y sacadlo de aquí.

Haciendo lo que se les había pedido, los dos muchachos cargaron con el cuerpo inerte de Ron y salieron de la taberna.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Fin 2 Parte