Una nueva vida
3 parte: "Una firme determinación"
Dudas... que inundan mi corazón
Deseos... que explotan en mi pecho
Decisiones... tomadas por despecho
El corazón tiene razones que desconoce la propia razón.
-Uff... ¡Qué ganas tenía de llegar a casa!- exclamó Hermione aliviada tumbándose sobre el mullido sofá.
Encima de la mesita había dejado la medalla y el diploma que le habían entregado.
Por fin podía dedicarse a aquello que siempre había soñado, desde que los tres estaban en el colegio... Por fin era un auror.
Hermione se incorporó rápidamente de su posición y echó un vistazo al cuadro que había sobre la mesita, al lado del diploma y la medalla. Tres jóvenes se movían por la foto, los tres amigos unidos en un abrazo, sonrientes y alegres en el último día del curso, antes de que toda la desgracia pasara... antes de que uno de los tres muriera... rompiendo al trío anteriormente inseparable.
La joven cogió el cuadro y pasó los dedos con suavidad sobre el rostro de uno de sus dos amigos, el chico pecoso y pelirrojo del que había estado enamorada tanto tiempo.
¿De verdad había hecho bien, ¿Hacía lo correcto marchándose de allí?.
Sabía que ya no podría haber nada entre los dos pero... ¿de verdad era aquello suficiente razón para irse?. Después de todo Inglaterra había sido siempre su hogar y le daba temor viajar hacia un lugar desconocido.
"No seas cobarde, Hermione" susurró una voz en su cabeza "Tienes que ser fuerte, ya no te queda nada que hacer aquí, piensa en tu futuro ahora más que nunca".
Si... eso era lo que iba a hacer de ahora en adelante.
Con determinación, volvió a dejar el cuadro sobre la mesita, se levantó del sofá y se metió en la habitación.
Viajaría por la mañana en el tren hacia el aeropuerto más cercano, ya era hora de hacer la maleta.
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-Nada, sigue saliendo el contestador- susurró Ginny preocupada colgando por cuarta vez esa noche el teléfono- No está en casa, ni en el trabajo, ningún amigo sabe nada de él... Ginny se derrumbó sobre el sofá, decaída, junto a su marido que movía el pie con nerviosismo y cuya mirada reflejaba preocupación.
-Estoy muy inquieta, no sabemos nada desde esta tarde cuando ha salido del auditorio después de hablar con Krum- dijo posando la cabeza sobre el hombro de su marido.
-El pobre debe de estar pasándolo muy mal, después de lo de Hermione- advirtió Draco con un resoplido.
-No puedo creerme que haya decidido casarse con él... Hermione quiere a Ron, ¡me consta, va a cometer el mayor error de su vida si se marcha con Krum.
-Lo sé- repuso su marido a modo de respuesta.
De repente el timbre de la puerta sonó. Ginny se levantó rápidamente, con nuevas esperanzas de que fuese Ron el que apareciese por ella. Pero al abrir todos sus pensamientos se derrumbaron, eran Luna y Neville quienes aparecieron en el umbral, ambos con semblante serio.
-¿Hay noticias de él?- preguntó Neville preocupado.
-No, ninguna- respondió Ginny.
La muchacha cerró la puerta y los recién llegados se sentaron en otro sofá, todos esperando.
-Tranquilos, seguro que pronto aparecerá, necesita estar sólo un tiempo- dijo Neville intentando calmar un poco el ambiente.
-Si, pues que falta de consideración el no avisar... ¡Ay!- decía Luna aunque fue interrumpida por una sonora patada de Neville- ¿Por qué me das?.
-Luna, por favor, este no es momento para tus continuas quejas- dijo Neville molesto mirando hacia otro lado.
Luna miró a Neville entristecida y acto seguido agachó la cabeza.
-Lo siento.
-Bueno... no pasa nada, tampoco vamos a discutir entre nosotros, lo importante es estar juntos ahora- dijo Draco en tono conciliador.
Los demás asintieron y la tensión volvió a instalarse en el ambiente como había ocurrido momentos antes.
Al final, Ginny rompió el silencio con una sugerencia.
-Deberíamos avisar a Hermione, ¿no?.
Todos se miraron dubitativos, sin saber que responder.
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En esos momentos, la pequeña Eve escuchaba todo desde las escaleras... Se levantó de un salto y se dirigió a su habitación. Cuando estuvo en ella cerró la puerta con pestillo y exclamó un nombre en voz baja:
-Harry.
El fantasma se presentó con un chasquido en la habitación.
-¿Sabes lo que está pasando verdad?- preguntó la pequeña muy seria.
El fantasma asintió con tristeza.
-Pero ya sabes que...
-Si, que no puedes hacer nada, ya lo sé- dijo dándose la vuelta enfadada.
-Vamos, Eve, no puedo intervenir, debo dejar que las cosas sucedan como están predestinadas a ocurrir, sólo estoy aquí para velar por vosotros- se defendió Harry.
-Entonces, ¿no me vas a ayudar?- dijo la pequeña mirándole seriamente.
-No tengo que intervenir, mientras no me pidas eso.
-Está bien, entonces quiero que me ayudes a escapar de aquí, voy a salir a buscar a mi tío- dijo Eve decidida.
-¡¿Cómo!- exclamó Harry sin dar crédito a las palabras de la niña- ¡Estás loca, ¡no puedes hacer eso!.
-¿Por qué no?- le espetó la niña con convencimiento- sólo voy a salir a buscarle y tú me vas a acompañar, no voy a ir sola.
-No, ni se te ocurra, no voy a ayudarte a escapar de aquí, bastante tienen ya tus padres con la desaparición de tu tío- replicó Harry dándose la vuelta y cruzando los brazos.
La niña lo miró enfadada.
-Pues vale, entonces iré yo sola.
Pero en ese momento Harry no la escuchaba, había descruzado los brazos y miraba al techo de la habitación con extrañeza, recibía una señal... necesitaban hablarle.
-Vale, ya ni siquiera me escuchas- respondió Eve abriendo la ventana de par en par.
Pero Harry se movió rápidamente hacia ella y le cortó el paso.
-Escúchame Eve, tengo algo muy importante que hacer, así que necesito que te quedes aquí, por favor- le rogó intentando convencerla.
-¿Qué es más importante que encontrar a mi tío eh?- exclamó la niña molesta intentando empujarle para pasar, pero simplemente lograba traspasarle.
-Por favor, Eve, es muy importante lo que tengo que hacer, debes prometerme que te quedarás aquí hasta que yo vuelva, ¿de acuerdo?.
La niña al final lo miró un poco dubitativa y dijo:
-De acuerdo, lo prometo.
Harry sonrió y se marchó con un ¡plop!.
Los labios de la niña se curvaron de forma maliciosa y sacó una mano con los dedos cruzados de detrás de la espalda.
-Volveré, si, pero con mi tío- susurró decidida.
Y dicho esto, salió por la ventana trepando y se marchó sin hacer ruido en busca de Ron.
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El teléfono sonaba en la mesita de una habitación oscura y cerrada. El reloj que se encontraba a su lado marcaba las doce de la noche.
Hermione se despertó somnolienta y con un bostezo descolgó el auricular.
-¿Diga?- preguntó con un susurro de voz.
-¿Hermione? Soy Ginny- la voz de Ginny sonaba preocupada al otro lado del teléfono- perdón por haberte despertado, ha pasado algo importante.
Hermione encendió la lámpara que había en su mesita y se incorporó suavemente.
-¿Qué ha ocurrido?- preguntó sorprendida y a la vez nerviosa.
-Verás... esto... Ron ha desaparecido- la noticia cayó como un rayo sobre la muchacha- no sabemos nada de él desde esta tarde y he pensado que lo mejor era avisarte.
-Pero... ¿Cómo, ¿Qué..?- Hermione estaba muy confusa, no sabía que decir.
-Será mejor que si puedes vengas a casa, Neville y Luna están aquí, podremos explicártelo más tranquilamente que por teléfono.
-Muy bien- dijo Hermione con voz temblorosa- en... enseguida estoy ahí.
Y sin más colgó. Se levantó rápidamente para arreglarse y se encaminó a la casa de su mejor amiga
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"No... esto no puede acabar así... tengo que hacer algo" pensaba decidido Harry volviendo rápidamente a la habitación de la pequeña "Niña cabezota, ¿por qué no podías esperarme cómo te he dicho?" suspiró "Ojalá estés ahí".
El fantasma apareció rápidamente en la habitación de Eve. Pero en el momento en que se detuvo a observar comprendió que había llegado demasiado tarde.
La habitación estaba desierta y la ventana abierta de par en par, con las cortinas ondeando suavemente empujadas por el viento.
-¡Maldita sea!- exclamó Harry pegando una patada a la cama con todas sus fuerzas.
Ya le daba igual que lo oyeran... estaba irritado, frustrado, furioso consigo mismo... ¡en qué maldita hora se habría atrevido a aparecerse de nuevo en sus vidas!
Recordaba lo que sólo unos minutos antes le habían informado sus superiores... Lo que sucedería en un futuro sin que ni él ni nadie pudiese intervenir, las cosas estaban predestinadas a suceder así, y cualquier cambio podría suponer una grave consecuencia en los acontecimientos del futuro.
¡Demonios! ¡¿por qué, ¡¿Por qué ahora que las cosas empezaban a marchar bien!.
Una lágrima bajó suavemente por la mejilla de Harry.
Se sentía tan impotente... no había servido de nada su presencia allí, ni siquiera podía intervenir.
"Ya sabes lo que te espera si intervienes"... Claro que lo sabía... El destierro, la peor condena que podría suponerle a alguien como él, un simple espíritu.
Recordó, con tristeza, la sensación que sintió cuando vio caer a su padrino lentamente a través del velo para nunca más regresar, ¿sería eso lo que le esperaba a él, vagar sin retorno alguno a través del mundo de los condenados para toda la eternidad, ¿podría atreverse a aceptarlo y ayudar a sus amigos?.
-¡Al cuerno!- exclamó y con un chasquido desapareció de la estancia.
Al cabo de pocos segundos llamaron a la puerta.
-¿Eve, ¿estás ahí cariño?- preguntaba Ginny al otro lado de la puerta, pero al ver que no obtenía respuesta alguna la abrió.
La habitación se encontraba a oscuras y con la ventana abierta de par en par, a pesar de que creía que su hija seguía despierta a juzgar por el ruido que había escuchado antes en el piso de arriba que procedía de su habitación.
"¿Estará dormida?- pensó".
Ginny encendió la luz y observó detenidamente la habitación, pero su hija no se encontraba allí.
Empezó a ponerse nerviosa. Se acercó rápidamente al baño y abrió la puerta de golpe, pero la pequeña no estaba. Se quedó mirando la ventana de la habitación de Eve y se puso más nerviosa que nunca.
-¡Draco!- gritó desesperada y con lágrimas en los ojos.
El muchacho subió corriendo las escaleras seguido de Neville y Luna.
-¿Qué pasa?- dijo este acercándose preocupado, Ginny se abrazó a él rápidamente y sollozando muy deprisa- ¿Por qué estás así, ¿qué te pasa?.
-Nuestra hija... se ha ido, Draco, ¡no está en su habitación!- exclamó muy nerviosa, parecía que iba a darle un ataque.
Draco miró en el cuarto de su hija con los ojos muy abiertos de sorpresa, mientras Neville y Luna entraban al cuarto de la pequeña, Neville se asomó por la ventana.
-Tenemos que salir a buscarla- añadió con determinación acercándose a Draco y Ginny.
En ese momento llamaron al timbre de la puerta.
-Hermione ya está aquí- les informó Luna muy seria- será mejor que vaya a abrir.
Dicho esto la muchacha bajó por las escaleras. Al momento el timbre dejó de sonar y oyeron el sonido que hizo la puerta al abrirse.
Mientras tanto, Neville en el piso de arriba miraba a Draco con unos ojos que expresaban determinación.
-¡Vamos, Draco, reacciona!- exclamó nervioso- ¡tenemos que salir a buscarla!.
Draco, Neville y Ginny bajaron las escaleras, en el recibidor los esperaban Hermione y Luna. La primera reflejaba en su rostro un semblante de preocupación y se acercó junto con Luna hacia Draco.
-¿Qué ha pasado, Draco, ¿por qué está Ginny así, ¿y qué es eso de que Eve ha escapado?- preguntó aceleradamente mirando al chico fijamente.
Ante la avalancha de preguntas, Draco dejó a Ginny junto a Luna y se volvió a Hermione.
-Ahora no podemos responderte a todo esto, vamos a buscar a Eve, tú quédate aquí con Ginny y Luna, ellas podrán contártelo con más calma.
-¡Ni hablar!- exclamó Hermione sorprendida- Yo voy con vosotros, soy una aurora y también quiero buscar a Eve, es mi trabajo.
Draco miró a Hermione con calma y después asintió convencido.
-De acuerdo..., te lo explicaremos entonces por el camino, Luna- llamó a la chica- tú quédate aquí con Ginny hasta que volvamos y si tardamos mucho avisad al ministerio.
-Está bien- aceptó ésta resignada- buena suerte- añadió mirando a Neville preocupada.
El chico le devolvió la mirada en tono tranquilizador y salió por la puerta acompañado de Hermione y Draco.
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Mientras tanto, por las oscuras y desiertas calles de Londres, la pequeña Eve caminaba despacio, buscando con la mirada algún resquicio que le ayudara a localizar a su tío.
Las piernas comenzaban a temblarle a causa del viento que hacía en la calle, y se arrepintió de no haber cogido algo de abrigo cuando salió de casa. Miraba de un lado a otro, nerviosa, cada vez que oía algún ruido, se volvía alarmada y con el corazón latiéndole rápidamente.
-Ojalá Harry hubiese venido conmigo- pensó entristecida, mirando de un lado a otro asustada, desconocía la calle en la que se encontraba y se dio cuenta de que se había perdido.
Caminaba en esos momentos por un callejón oscuro y silencioso, con una sola farola que lo iluminaba, en una esquina, al lado de la farola, había dispuestos unos contenedores, y al lado habían varios muebles de madera rotos. Eve se acercó lentamente a la pared y se apoyó en ella dejándose caer hasta sentarse sobre el suelo.
Era ya muy tarde y llevaba mucho tiempo caminando, las piernas le pesaban terriblemente y se sentía muy cansada, el sueño empezaba a acudir a sus cansados miembros mientras se le escapaba un largo bostezo.
La niña se acurrucó de rodillas ante una nueva oleada de frío, calentándose los hombros con las manos.
-Por favor... Harry, ven a buscarme- las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos hasta que la vista se le nubló por completo. La niña se abrazó a sus piernas, con la cabeza oculta tras ellas, así permaneció unos minutos, hasta que al cabo de un rato, oyó ruidos al final del callejón.
Levantó la mirada, muy asustada, y observó la esquina del callejón. Un murciélago daba vueltas alrededor de la farola, emitiendo un peculiar sonido que ponía los pelos de punta a Eve.
De repente el animal bajó de la farola unos centímetros y, con un chasquido, se transformó.
La niña se levantó asustada, y retrocedió caminando de espaldas, mirando horrorizada a la criatura que se acercaba hacia ella.
El individuo vestía una gran capa negra alrededor de los hombros, que caía por debajo de las rodillas, vestido con un traje de cuero, que hacía que destacase la extraña palidez de su piel y las ojeras que recorrían sus ojos, pero lo que más le llamó la atención a la niña eran unos pequeños colmillos que asomaban por las comisuras de la boca del individuo.
¡Era un vampiro!.
-Vaya, vaya, vaya, ¡mirra que tenemos aquí!- el vampiro tenía un acento raro y una voz profunda y socarrona, y en algunos retazos arrastraba las palabras- un joven festín parra mi prróxima cena.
Sin pensarlo dos veces la niña se dio la vuelta rápidamente, corriendo desesperada fuera del callejón. A pesar del cansancio y de la fatiga que tenía, el miedo le impedía mirar hacia atrás y sólo pensaba en huir de allí.
-Las prresas que huyen son las que más me gusta cazarr- susurró divertido. El vampiro abrió una boca que exageraba la magnitud de sus colmillos y voló hacia la pequeña, que corría todo lo que podía ignorando el cansancio que recorría su cuerpo.
En un momento la niña consiguió lanzarle una piedra que había recogido del suelo, pero el vampiro consiguió esquivarla y prosiguió la persecución.
De repente, un saliente de la carretera hizo tropezar a Eve, que cayó al suelo dolorida. Iba a levantarse para seguir huyendo del vampiro, pero en un momento la bestia consiguió alcanzarla y fue acercándose a ella lentamente, sus finos labios se curvaron en una maligna sonrisa.
-No sirrve de nada que corras, al final te he cazado, pequeña.
Eve se acurrucó en el suelo y cerró los ojos, llorando amargamente, deseaba llamar a su padre o a Harry, pero las palabras no le salían de la boca a causa del pánico.
El vampiro abrió las mandíbulas y se puso por encima de la pequeña, relamiéndose los labios, acercándose lentamente a su cuello.
Pero de repente, una potente y firme voz surgió, pronunciando un hechizo, cuyas palabras resonaron haciendo eco en la noche:
-¡Wingardium leviosa!.
El vampiro se estremeció bruscamente, abriendo las mandíbulas y chillando gravemente, hasta que se evaporó en una nube de cenizas. Una astilla grande de madera cayó sobre el suelo cuando la bestia se esfumó.
Eve no se atrevió a levantarse mientras escuchaba unos pasos que se acercaban a ella velozmente.
-Eve- susurró una voz por encima de ella acariciándole la mejilla.
La niña reconoció la voz y levantó la vista para mirar a la persona que la había salvado, el fantasma le devolvió la mirada dulcemente.
-¡Harry!- exclamó abalanzándose sobre él, extrañamente no le había atravesado, pero en esos momentos aquello no le preocupó, Harry le correspondió el abrazo de forma protectora.
Cuando se separaron, Harry miró a la pequeña a los ojos y añadió sonriente.
-Vamos, Eve, tenemos que encontrar a tu tío.
La niña le devolvió la sonrisa mientras Harry la cogía en brazos y alzaba el vuelo, alejándose del lugar.
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En un oscuro callejón, mucho más cerca de lo que ambos pensaban, la figura de Ron, desmayada sobre el frío suelo, abría los ojos, cobrando consciencia y con un fuerte golpe en la cabeza.
Lentamente se llevó la mano hacía la parte dolorida y se levantó del suelo, con bastante dificultad, sintiendo el cansancio y el entumecimiento de sus músculos, y preguntándose qué hacía y cómo había llegado a aquel lugar.
No reconocía el callejón, ni la zona. Todo se hallaba oculto en un impenetrable silencio. Estaba solo.
De repente, casi sin quererlo, recordó a Hermione abrazando a Viktor Krum... recordó la taberna y su varita apuntando hacia el tabernero, y segundos después pudo recordar a dos figuras borrosas arrastrándole semi-inconsciente hacia allí.
Apoyó una mano sobre la pared del callejón y comenzó a caminar, intentando no perder el equilibrio.
Sintió cómo las lágrimas brotaban rápidamente en sus ojos, nublándole la vista, resbalando por sus mejillas. No había podido llorar antes... y ahora por alguna extraña razón no podía dejar de hacerlo.
Por su mente pasaban una y otra vez mil imágenes. En todas ellas aparecía el rostro de una muchacha de mirada inteligente y astuta con una revuelta cabellera castaña cayéndole sobre los hombros, mirándole con esos ojos tan maravillosos e inteligentes, en cada uno de los momentos que más habían significado en su vida y que lo habían hecho llegar hasta ahí: Hogwarts, en sus días de estudiante, recorriendo callejones y viviendo aventuras con ella y con Harry; en las vacaciones de verano en la Madriguera; durante la guerra miradas de confusión y dolor sucedidas entre ellos.. Y finalmente los dos parados ante la fría tumba de su amigo, Hermione llorando... nadie más a su alrededor..
Sus pasos tropezaron de improviso en la esquina del callejón, sacándole bruscamente de sus recuerdos. Su cuerpo cayó al suelo de rodillas, temblando, con la mirada perdida... sólo y derrotado.. Ron se dejó caer mientras una tormenta estallaba en el cielo y miles de gotas empapaban su rostro y su ropa. Siguió ahí, tumbado boca abajo sobre la acera, llorando amargamente, sin importarle ya nada, todo acabó en el momento en que dejó escapar al amor de su vida.
De repente, escuchó llegar claramente unos pasos hacia el callejón donde se encontraba.
Levantó la vista y observó: la persona que llegaba a su encuentro era aquella que menos había esperado y la que tanto anhelaba encontrar.
-¿Ron? – dijo Hermione dubitativa mirando hacia dónde se encontraba encogido.
Tenía las ropas empapadas igual que él y sujetaba en las manos su varita, que en aquellos momentos despedía una luz brillante e incandescente.
Ron se limitó a incorporarse y dar la espalda a Hermione.
La muchacha corrió a su encuentro y lo abrazó aliviada. Ron siguió en la misma postura, sin mirarla. Finalmente Hermione se apartó de él y se le quedó mirando.
-Nos tenías muy preocupados a todos- comenzó a decir- no te localizábamos.
Ron se volvió y se cruzó de brazos.
-No hacia falta que os molestarais en buscarme, estoy bien.
-¿Bien?- dijo Hermione un tanto alarmada observándole- ¡estás empapado y muerto de frío, ¿Qué tienes en la cabeza?.
El muchacho se llevó una mano a la parte dolorida y notó un pequeño bulto detrás, luego se miró la mano. Había un poco de sangre en ella.
-¿Es sangre?- preguntó Hermione preocupada- ¿qué te ha pasado?.
-Ya he dicho que estoy bien, no hace falta que os preocupéis por mi- le espetó bruscamente apartando a la chica que intentaba en esos momentos mirarle la herida.
Se dio la vuelta, cansado, y comenzó a alejarse de allí.Hermione le siguió un tanto entristecida.
-Espera, Ron, hay algo que debes saber- se paró y lo cogió del brazo para que se volviera- Eve se ha escapado.
-¡¿Qué!- exclamó Ron alarmado- Dios santo, ¿y por qué has esperado tanto para decírmelo?.
Hermione lo miró molesta.
-Ni siquiera me has dejado.
Ron la fulminó con la mirada y se volvió de nuevo, caminando muy deprisa. Hermione le siguió.
-¿Cuánto lleva desaparecida?- preguntó Ron mientras caminaba.
-Unas dos horas.
Ron abrió los ojos sorprendido.
-¡Pero cómo habéis sido tan irresponsables!.
Hermione se encaró a él y le espetó resentida.
-¡Ella se escapó para buscarte, salió sin que nos diéramos cuenta!.
Ron intentó tranquilizarse un momento y dejó de mirar los ojos de la chica que en esos momentos le dirigía una mirada furiosa.
-En cualquier caso debisteis vigilarla.
-¡Y tú no deberías haber desaparecido así!.
-¿Insinúas que es culpa mía que se haya escapado?- exclamó Ron comenzando a enfurecerse.
-¡Yo no estoy insinuando nada, eres tú el que lo malinterpreta todo!- chilló Hermione.
-Ah, claro, ¡ahora soy yo el que lo ha malinterpretado, el que lo ha hecho mal, ¿no!- respondió hastiado.
-¡Qué dices!.
-¡Lo que oyes, ¡Siempre soy yo el que lo hace todo mal¡, y siempre eres tú la perfecta, la que lo resuelve todo, ¿verdad?.
Unas lágrimas comenzaron a asomar por el rostro de Hermione.
-Eso no es justo, Ron.
-¡Claro que lo es, porque es lo que piensas, lo que siempre has pensado- comenzó a sollozar Ron- por eso preferiste a Harry, ¡él era mejor que yo, ¡el que nos salvaría a todos, ¡y por eso prefieres ahora a Krum!.
-Ron, estás malinterpretándolo todo, no es así- dijo Hermione llorando intentando acercarse a Ron.
-¡No me toques!- exclamó Ron apartándola- desaparece de mi vida, ¡vete con él, ¡déjame en paz!.
Ron se volvió, hastiado, intentando retener las lágrimas que luchaban por escapar de sus ojos.
Hermione se quedó de pie, sollozando y sin saber qué decir.
Pero el muchacho, no había dado siquiera dos pasos cuando tropezó con alguien.
-Disculpe- repuso, sin embargo, el desconocido no le respondió. Ron sintió la punta de un revólver sobre su estómago, y unos ojos encolerizados mirándole directamente.
El chico levantó los brazos y miró asustado al hombre que lo apuntaba con aquella pistola amenazante.
Hermione gritó por detrás y se acercó a él corriendo.
-Dile a tu amiga que no se acerque o le volaré los sesos, ¿entendido?- susurró el desconocido mirando nervioso a Hermione.
Ron asintió y le gritó a la muchacha:
-¡Quieta no te acerques!.
Hermione dudó por unos instantes y se quedó quieta.
Ron se volvió hacia el desconocido.
-No le hagas daño a ella, por favor, te daré lo que quieras, dinero, joyas- dijo al ver cómo la mirada del hombre pasaba de su cartera que asomaba por el bolsillo de su pantalón, hasta el reloj que llevaba en la muñeca.
De repente, Hermione se llevó una mano al bolsillo de su túnica, buscando la varita.
Pero el ladrón fue más rápido. La apuntó con el revólver.
-¡Noooooooo!- chilló Ron lanzándose contra él.
Un disparo quebró el inquietante silencio que reinaba en la noche.
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-¿Has oído eso, Harry?- preguntó la pequeña Eve mirando preocupada al fantasma.
-Si, lo he oído- respondió Harry nervioso- ¿de dónde ha venido?.
-Creo que de detrás de ese edificio- respondió la niña señalando hacia la derecha, a un edificio grande y muy antiguo.
-Muy bien, allí vamos.
-¡Eh, espera, Harry, mira abajo- exclamó Eve sonriente- ¡Es papá!.
En efecto, Draco Malfoy, acompañado de Neville Longbottom, se dirigía corriendo hacia el lugar donde se había oído el disparo.
-Déjame bajar- pidió la niña.
-Muy bien, pero tendré que dejarte un poco más adelante, recuerda que ellos no deben verme.
Harry remontó el vuelo rápidamente y bajó hacia el callejón más cercano a dónde se encontraban Draco y Neville, y depositó a la niña en la esquina.
-Bueno, ya te dejo donde debes estar, ahora tengo que irme- repuso Harry.
-¿Adónde?.
-Ya sabes que no puedo decírtelo.
La niña suspiró resignada.
-Pero volverás, ¿verdad?.
Harry miró entristecido a la niña y asintió intentando tranquilizarla. Sonrió.
-Claro que sí.
La niña le devolvió la sonrisa, convencida y se despidió del fantasma, que desapareció con un ¡pop! Dejándola sola en aquel callejón.
Poco a poco, Eve logró captar las voces de su padre y de Neville que se acercaban rápidamente hacia donde ella se encontraba.
-¡Date prisa, Neville, ¡Eve podría estar allí!.
-Tranquilízate, puede que no sea Eve, seguro que no le ha pasado nada.
-Por dios, lleva más de dos horas desaparecida, ¡no me digas que me tranquilice!.
Eve distinguió por fin la figura de su padre que pasaba de largo el callejón. Salió a la carrera y lo llamó:
-¡Papiiiiiii!.
Draco se volvió precipitadamente y se acercó corriendo hacia ella y estrechándola en sus brazos. Un abrazo cargado de preocupación y cariño.
-¡Oh! Eve, estás a salvo, estaba muy preocupado.
Draco miró a su hija y se le llenaron los ojos de lágrimas.
-No llores, papi, ya estoy aquí- susurró la niña acariciándole las mejillas. Draco le besó la mano.
-Cariño, tienes que prometerme que no vas a volver a escaparte, ¿Vale?.
Eve sonrió y asintió.
-Lo siento, sólo quería encontrar al tío Ron.
Neville se acercó a Draco y apoyó una mano en su hombro.
-Aún tenemos que encontrar a Hermione.
Draco asintió.
-Papi, antes he escuchado un disparo detrás de aquel edificio- dijo Eve señalando a su espalda- ¿crees que le ha pasado algo a la tita Hermione?.
Neville y Draco se miraron preocupados.
-Tranquila cariño, seguro que están bien, vamos a ver si la encontramos.
Draco, Neville e Eve salieron del callejón y se apresuraron a llegar al lugar donde les había señalado la niña. Neville miró a Draco y dijo en voz baja:
-Será mejor que vaya yo delante, puede que no nos guste lo que vayamos a encontrar.
Draco asintió y tomó en brazos a la niña. Neville se apresuró por delante de ellos.
-¿Qué pasa, papi?- preguntó la niña preocupada- ¿Por qué se va?.
-No pasa nada, Eve, el tío Neville ha ido a asegurarse de que no ocurre nada malo.
Observaron cómo llegaba Neville a la esquina del edificio y cómo por un momento se detenía, mirando la escena horrorizado.
-¡Draco, ¡hay que llamar a una ambulancia!- exclamó Neville adentrándose en el callejón.
Draco salió corriendo hacia la esquina en la que había desaparecido su amigo y se detuvo nada más llegar. Nunca podría olvidar la escena que presenció en aquel momento.
Eve comenzó a sollozar y se abrazó llorando a su padre. Neville se arrodilló en el suelo, intentando calmar a Hermione.
Hermione estaba sentada en el suelo de rodillas, sosteniendo a Ron en sus brazos. La sangre brotaba de su mano que estaba apoyada suavemente sobre el pecho de Ron.
-Hermione, tenemos que llevarlo a un hospital- susurró Neville intentando tranquilizarla.
-Intentó protegerme- susurró Hermione mirando el rostro de Ron, más blanco que la cera y cuyos ojos estaban cerrados, y lo acarició suavemente con las mejillas.
-Hay que llevarlo a San Mungo, Hermione- volvió a insistir Neville.
Pero Hermione no le miraba. Se quedó en el suelo, sollozando, sosteniendo al amor de su vida en los brazos. Y lloró, lloró amargamente por no haberse dado cuenta antes, de lo que él la quería. Suplicando por dentro, que se recuperase.
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Se encontraba en un rincón oscuro, dónde apenas veía nada, sin luz alguna. Apenas era capaz de distinguir su propio cuerpo. Intentó mirar sus manos, pero la oscuridad le cegaba.
-¿Hola?- preguntó dubitativo al vacío.
No recordaba cómo había llegado allí, ni lo que había hecho anteriormente. Era como si todos sus recuerdos hubieran desaparecido. Únicamente sentía dolor, un dolor intenso y agudo en las costillas.
Caminó unos pasos, pero apenas hubo dado unos pocos cayó al suelo derrotado y cansado. El dolor comenzaba a incrementarse. Se agarró el pecho con fuerza.
Sentía cómo le faltaba el aire, cómo comenzaba a latirle el corazón fuertemente en el pecho.
De repente, una luz cegadora surgió de improviso sobre su cabeza. La luz inundó la estancia. A medida que se acercaba, la luz lo inundaba y el calor comenzaba a entrar en su cuerpo, calmándole.
Se levantó con cuidado y se fue acercando poco a poco, como atraído hacia ella.
De repente, oyó una voz a su espalda:
-Ron, no vayas.
Aquella voz era conocida. Se dio la vuelta y miró a la persona que había pronunciado aquellas palabras. Casi no creyó lo que sus ojos contemplaban.
-¿Harry?.
Este asintió.
-Ron, aún no es tu hora, debes vivir.
-¿Por qué?.
-Ella te necesita.
De repente se proyectó en su mente la imagen de una muchacha de pelo castaño. Sostenía su mano fuertemente mientras lloraba y le suplicaba que no se marchara. Hermione le pedía que no se fuera, que se quedara con él.
-No es a mi a quién quiere, si no a Krum, eso no es real- susurró Ron resignado.
Harry negó con la cabeza.
-Es a ti a quién espera, no a Krum- susurró alzando una mano hacia él- no la dejes sola.
Ron miró dubitativo a su amigo, el cual le sonreía con cariño y confianza, la misma sonrisa que había contemplado durante largos años de amistad en la escuela.
-¿Por qué haces esto, tú también la quieres- preguntó Ron apenado.
Harry bajó la vista un momento, sus ojos se entristecieron, pero al momento volvió a mirar a su amigo decidido y respondió:
-Siempre la querré, pero eres tú la persona que puede hacerla feliz.
Ron lo miró inseguro y preguntándose si debía aceptar lo que su amigo le decía.
-No la abandones- suplicó finalmente Harry, aún con la mano alzada, decidido y confiado de cambiar las cosas a cómo sabía que debían haber sido siempre.
Ron miró a su amigo a los ojos, alzó también su mano y la estrechó.
Al momento la sala desapareció.
Abrió los ojos y sintió el tacto de una mano cerrarse sobre la suya. Estaba tumbado en la cama de un hospital. Su torso estaba rodeado de vendas, algunas ya empapadas en sangre. Volvió a sentir un dolor agudo en el pecho al moverse.
De repente, la mano que aferraba las suyas le apretó con más fuerza y se encontró frente a Hermione, que le sonreía abiertamente y cuyos ojos dejaban escapar unas lágrimas de felicidad.
-Estás a salvo- susurró la chica acariciando con la mano su mejilla.
Ron levantó una mano y aferró la suya con suavidad. Hermione comenzó a llorar y posó la cabeza sobre el pecho de Ron. Este la acarició suavemente y le susurró:
-No llores.
Hermione levantó la cabeza y volvió a mirar sus ojos. Ron levantó una mano y le secó las lágrimas con ternura.
-Por favor, no te vayas nunca.
La muchacha esbozó una sonrisa de felicidad, mirando con dulzura a Ron y se acercó aún más a su rostro, buscando sus labios.
-No me iré.
Y le besó tiernamente. Un beso soñado y anhelado por ambos.
Se abrazaron, deseando no separarse más. Ron miró al techo, esbozó una sonrisa de felicidad, la felicidad que finalmente había conseguido, la que había esperado tanto tiempo y susurró unas palabras a su amigo, donde quiera que estuviese:
-Gracias, Harry.
Una semana después...
El timbre de una puerta comenzó a sonar, estrepitosamente.
-¡Draco, abre cariño, que estoy muy ocupada.
Draco Malfoy dejó el periódico a un lado y se levantó del sofá para abrir la puerta. En el rellano estaba Ron y Hermione sonrientes. Ron se sujetaba fuertemente a Hermione.
-¡Eh! ¡Qué sorpresa, pasad, no sabíamos que hoy te daban el alta- dijo Draco sonriente estrechando la mano de Ron- Ginny, mira quién ha venido.
-¡Ron, ¡Hermione!- exclamó Ginny contenta saliendo de la cocina y recibiéndoles- nos teníais que haber avisado, habríamos ido a buscaros.
-No hacía falta, hermanita- susurró Ron.
Los cuatro pasaron al comedor y Ron se sentó con dificultad en el sofá con ayuda de Hermione y Draco.
-No me tratéis como a un inválido, aún puedo valerme por mí mismo- dijo Ron un tanto ofendido.
-Tienes que cuidarte ya lo sabes- dijo Hermione sentándose a su lado.
De repente la pequeña Eve llegó corriendo a la sala.
-¡Tío Ron, ¡Tita Hermione!- exclamó abalanzándose sobre ellos.
Ron dejó escapar un grito de dolor.
-¡Uy, lo siento, tío- se disculpó la niña al instante.
-Eve, ya te dije que llevaras cuidado, el tío Ron todavía no puede hacer movimientos bruscos- le regañó Draco.
-Dejad tranquila a la niña- la defendió Ron abrazándola con cariño.
-¿Qué le han dicho los médicos?- se interesó Ginny.
-Dicen que ha tenido mucha suerte- explicó Hermione- la bala casi rozó el corazón, así que deberá guardar reposo durante un tiempo, y nada de movimientos bruscos ya lo sabes, lo que significa que nada de Quidditch- añadió dirigiéndole una mirada de advertencia.
Ron bajó la vista resignado.
De repente volvieron a llamar a la puerta.
-¡Yo voy!- exclamó Eve contenta.
Se levantó rápidamente del sofá y abrió la puerta. Al otro lado estaban Neville y Luna, ambos muy sonrientes y cogidos de la mano. Entraron y se sentaron con ellos.
-Tienes buen aspecto, Ron- dijo Neville dándole una palmadita de ánimo en el hombro.
-Gracias.
-¿A qué viene esta visita, no os esperábamos- preguntó Ginny curiosa.
-Bueno, veréis...- empezó a decir Neville mientras se ruborizaba hasta las orejas.
Luna sonrió y siguió hablando por él mientras le cogía las manos.
-Neville y yo vamos a casarnos- anunció.
Los demás estallaron en felicitaciones y en carcajadas.
-¡Qué calladito te lo tenías, tío!- se burló Ron dándole un codazo a Neville, pero al hacerlo le dolió el pecho- ¡Ay!.
-Te lo mereces- dijo Neville burlón.
-¿Cuándo será?- preguntó Hermione.
-Para el verano- dijo Luna sonriente, se la veía radiante ese día.
Ginny y Hermione la miraron sonrientes, esta última se acercó a su pareja.
-Dentro de un tiempo también nos tocará a nosotros, ¿no?- repuso pícara.
El rostro de Ron se tornó tan rojo como su pelo.
-¿Y qué ha pasado con Krum, pensé que te había pedido matrimonio- dijo Draco.
Ginny le lanzó una mirada de advertencia, pero Hermione le tranquilizó con la mirada.
-Ya hemos aclarado las cosas, vino a ver a Ron al hospital.
Ron hizo un gesto de hastío pero Hermione le ignoró y prosiguió:
-Me había pedido que nos casáramos, pero yo le rechacé el día de mi graduación y cuando vino a verlo, me dijo que volvía a Bulgaria- dijo esto último algo entristecida.
-¿Y dónde trabajarás entonces, creí que te marcharías a Bulgaria- preguntó Ginny.
-Bueno, el ministerio de Magia de Londres me ha ofrecido un puesto- dijo mirando a Ron cariñosamente y cogiéndole la mano- y pienso aceptarlo.
-Enhorabuena- respondió Neville.
-Echaré de menos a Viktor, también me hubiera gustado viajar a Bulgaria- repuso Hermione.
Ron le fulminó con la mirada.
-Ya estás tú pensando mal- suspiró Hermione cansada mirándole.
Pero para sorpresa de todos, el muchacho cambió su gesto y sonrió. Se abrazó a Hermione y la besó.
Los demás los miraron un tanto incómodos.
-¡Eh, parad el carro, tortolitos- les interrumpió Luna, que abrazaba a la pequeña Eve y le tapaba los ojos- Que hay menores delante.
Ron y Hermione se separaron, ambos ruborizados.
-Ginny, ¿te encuentras bien?- preguntó Draco preocupado mirando a su mujer.
Ginny se frotaba el vientre con fuerza y se había puesto un poco blanca.
-No te preocupes, sólo me habrá sentado mal algo- le tranquilizó.
-Pero estás blanca, cariño, ¿no quieres que vayamos al hospital?- propuso aún más preocupado.
-En serio, estoy bien, esto es normal en mi estado- repuso divertida mirando a su marido y recalcando las últimas palabras.
Draco abrió sorprendido los ojos.
-¿No querrás decir que..?- empezó a decir Draco, muy sorprendido.
Ginny sonrió y asintió con la cabeza.
-Me enteré ayer, cuando fui al médico, estoy embarazada de dos semanas- informó.
Los demás estallaron en aplausos y hurras. Draco abrazó a su mujer y la besó.
-¿Has oído eso, Eve, ¡vas a tener un hermanito!- exclamó Luna que sostenía a la pequeña en los brazos.
Pero la niña no sonrió, se bajó de los brazos de Luna y subió las escaleras corriendo.
-¿Por qué se ha puesto así?- preguntó Draco extrañado.
Ginny suspiró resignada.
-Ahora iré a hablar con ella.
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Mientras tanto, Eve subió a su habitación y se sentó en la cama, muy pensativa.
De repente, Harry se materializó ante ella. La niña sonrió.
-¡Harry, ¡Sabía que vendrías!.
El fantasma sonrió y posó una mano sobre la cabeza de la pequeña.
-Te dije que volvería.
La niña sonrió y recordó lo que había sucedido unos momentos antes.
-¿Sabes lo de mi nuevo hermanito, verdad?- preguntó.
Harry asintió.
-¿Por qué has reaccionado así, ¿no te alegras?.
-¡Claro que me alegro, pero..- empezó a decir- es sólo que no me lo esperaba, pensaba que yo estaría sola.
-Pues entonces, más razón para alegrarse- dijo Harry sentándose a su lado en la cama.
-Pero ya te tengo a ti, no me hace falta un hermanito- reclamó con inocencia.
Harry sonrió tristemente y acarició la cabeza de la niña.
-Eve, no puedo quedarme contigo siempre, tengo que irme.
-Pero siempre vuelves, siempre has vuelto.
-Sí, pero ahora, será distinto- respondió entristecido.
-¿Por qué?.
-Porque ya no me dejan volver más.
La niña se entristeció y sollozó:
-¿Por qué, ¿por qué no te dejan volver?.
-Están enfadados conmigo, hice algo que no debía y creo que no me dejarán mucho tiempo allá arriba.
-¿Adónde vas a irte?- sollozó la pequeña- yo no quiero que te vayas.
El fantasma la abrazó y la consoló.
-Tranquila, aún así, no creo que tardemos mucho en vernos.
La niña lo miró extrañada.
-¿Pero no habías dicho que te ibas a otro sitio?.
El fantasma se llevó un dedo a los labios y sonrió.
-No seas curiosa, ni quieras saber más. Dentro de poco lo sabrás. Y creo que tus padres, sobre todo tu madre, van a tener mucho que ver en ello, y también tu nuevo hermanito.
Harry le guiñó un ojo y la pequeña sonrió.
-Ahora tengo que irme, Eve, pero espero que pronto nos veamos.
Eve y Harry se abrazaron cariñosamente y el fantasma plantó un beso en la frente de la pequeña. Unas lágrimas asomaron en los ojos de ella.
-Hasta siempre- susurró Harry y se desvaneció.
Eve se quedó contemplando el punto en el que Harry había desaparecido, intentando comprender las últimas palabras que le había dicho. No se percató de la presencia de otra persona en la puerta.
-Eve, cariño, ¿estás llorando?- su madre estaba mirándola desde el umbral, con expresión preocupada.
La pequeña se secó las lágrimas y sonrió a su madre.
-No es nada, mami.
Ginny se acercó, se sentó al lado de su hija y la abrazó.
-¿No te alegras de tener un hermanito, cariño, ¿por eso lloras?- preguntó preocupada.
-Claro que no, mami, ¡me encantaría tener un hermanito, pero.. ¿vais a quererme igual papá y tú, verdad?.
Ginny miró Eve a los ojos y sonrió aliviada.
-Por supuesto, cariño, tú eres la persona más importante para papá y para mí, y tu hermanito te querrá mucho, y tendrás que cuidarlo bien ¿eh?.
Eve se abrazó al vientre de su madre, comprendiendo al fin lo que Harry quería decir y asintió.
-Mami, si es un niño, ¿podemos llamarle Harry?.
Ginny miró a su hija sorprendida y esbozó una sonrisa tierna al tiempo que respondía:
-Harry se llamará.
Fin
Nota de la autora: Historia terminada!. P.S: A los que les haya gustado, no me maten xfavor xD. Muchas gracias a mis dos seguidoras Hermlils y Biank Radcliffe, sin vuestro apoyo no hubiera seguido la historia, habéis estado al pie del cañón eh! Jejejeje. Y a mi amiga Sonia, que se que me lee aunque no pueda dejarme comentario... Muchas gracias wapisima, eres la mejor! Y Te quiero muxo! (sin pensar mal eh xD). Bsitos y XAUUUUU!.
