Hola, en este capitulo inauguro la sección de respuesta a las dudas:
Xioraxiora: pues ya ves te equivocaste, esta historia consiguió más reviews que la de Inuyasha. Intentaré subir un capitulo por semana y a menos que se me acabe la inspiración creo que será una historia bastante larga. Me da un poco de rabia que la idea no sea completamente mía, pero es solo la parte de la ley la que tome del desafío Wikt (no se si se escribe así tampoco, ni siquiera he visto la pagina) el resto es totalmente mía
TercySScloe: sobre tu pregunta del giratiempo, un poco tarde la respuesta sorry, pero ya has visto que Dumbledore y Mcgonagall lo sabían (más que nada porque ella es la que se lo da a Hermione) y en el Ministerio también. Para el resto de la escuela, incluido Snape fue una sorpresa saberlo. Y sobre tus sugerencias en el review del segundo capitulo, bueno, no es exactamente eso pero tampoco vas muy desencaminada sobre lo que tengo en mente
Ashura: Severus va a tener primero que convencerse de que está enamorado y dada su personalidad no va a ser cosa fácil. Siempre intento que todas mis historias sean lo más realistas posibles y sobre todo manteniendo la personalidad original de los personajes, así que no esperes que vaya corriendo a declarársele con flores y todo, seria algo completamente anti-snape
willow black: gracias pero el merito de la Ley no fue mía, esta historia es en respuesta a un desafío basado en esa ley: Hermione tiene que casarse con un pura-sangre, el resto si es cosa mía, lo juro por snoopy
Y agradecer a : NieVS, Patty-Sly, Jamie Masiel, KgOs, Galilea, DrEaM-KaT, Loraine-Potter, AngelSusy Malfoy, SerleenaEd, rocio, hatsuni, SABI, yo, Miss-Andreina-Snape, Snivellius por tomarse la molestia de apretar el botoncito y votar por esta historia.
3. Buscando al mago perfecto
Snape dio un largo suspiro antes de dejarse caer en su sillón favorito y conjurar un vaso de whisky. Se pasó la mano por el pelo tratando de organizar sus ideas y dio con una sustancia pastosa, cortesía del señor Miniver. Cosas como ésa no ayudaban a mejorar el estado de su cabellera. Había heredado el tradicional pelo grasiento tan característico de los Snape, era bien sabido que si te encontrabas cara a cara con una nariz aguileña y un pelo grasiento habías dado con un Snape de pura cepa. Y el estar todo el día recibiendo efluvios y vapores de los calderos no ayudaba nada a quitar esa grasa, si a eso le añadimos la ayuda inestimable de los señores Miniver y Longbottom, ya no había nada más que hablar. Su pelo era una causa perdida, igual que el de Hermione Granger.
Ese pensamiento fue acompañado al instante por otro trago que le quemó la garganta. La había visto antes de llegar a sus habitaciones. Minerva había cumplido su palabra y la había encontrado en la entrada del Gran Salón, acompañada por Weasley y Potter por supuesto. Desde la distancia en que se encontraba no podía escuchar lo que estaban diciendo pero tampoco lo necesitaba. Pudo ver perfectamente cómo la cara de Hermione se iluminaba y relajaba como si le hubieran quitado un gran peso de encima, pero lo que no podía olvidar eran los brazos de Potter abrazándola y los manos de Weasley secando sus lágrimas.
Corría por los oscuros pasillos como un cazador tras su presa, seguro que esta vez no escaparía. Llevaba demasiado tiempo haciendo esto: rondas nocturnas en el colegio, y sabia perfectamente los hábitos de sus presas. Tan sólo una noche de primavera y más concretamente sin luna y encontraría la Torre de Astronomía a rebosar de parejitas dispuestas a un estudio práctico y nocturno sobre anatomía humana. Una pena que esa asignatura no contara para los EXTASIS porque Draco Malfoy era un alumno aventajado sin lugar a dudas.
Conociendo a su presa, la torre había sido el mejor lugar para comenzar su ronda, y ahora justo cuando iba a retirarse a la tranquilidad de sus mazmorras un súbito presentimiento le había hecho volver.
Poco a poco subía la escalera en caracol, silenciosamente, para no alertar a su presa, cuando de pronto el presentimiento que lo había llevado hasta allí pesó en su corazón como una losa. Un gemido. Había escuchado perfectamente un gemido femenino y ¿qué era aquello en el último escalón? Sí, no había duda: la capa de invisibilidad de Potter.
A cada paso que daba los gemidos, ahora masculinos también, se hacían cada vez más claros. Podía incluso escuchar la respiración entrecortada e incluso percibir el olor a sudor. Llegó al último escalón y avanzó sobre la capa en el suelo para descubrir algo parcialmente cubierto bajo ella: libros.
-"No, por favor Merlín, ella no" – ya no quería seguir avanzando. No quería verlos, verla. Pero aquella curiosidad morbosa era más fuerte que él y dio otro paso hacia la terraza de la torre.
Allí estaba, un bulto de cuerpos a medio vestir agitándose, frotándose ,conociéndose. Lla noche era oscura, apenas podía ver, pero le bastó para distinguir una cabeza negra y un reflejo pelirrojo antes de que la mujer volviera a gemir, esta vez más fuerte.
Cerró los ojos, ya era suficiente, quería salir de allí, pero sus pies parecían haber echado raíces en el suelo, estaba completamente paralizado. No era capaz de ningún movimiento. Entonces los notó, un brazo delicado serpenteando en su cintura abrazándole y otro cruzándole el pecho, apretándole contra su cuerpo. Notó como Ella apoyaba la frente en su hombro y el tiempo se detuvo.
-"Tonto, sabes que sólo te quiero a ti"
Todo desapareció para él: la torre, el montículo de cuerpos gimientes,... sólo Ella abrazándole. Abrió los ojos y dirigió su mirada a su propio pecho para descubrir cómo sus propias manos habían vuelto a la vida para posarlas sobre las de ella. Podía sentir su pequeña y cálida mano apoyada sobre su viejo corazón, librándole de la pesada carga que había soportado durante tantos años.
-"Hermione..."
Esta vez no despertó sobresaltado, sino con una extraña sensación de paz. Cerró de nuevo los ojos y le pareció volver a sentir su dulce abrazo. Aquel sueño había sido distinto a los demás. Los demás podía atribuirlos a simple lujuria, al deseo de tener a una mujer hermosa entre sus brazos. Un instinto primario. Por eso se despertaba siempre sobresaltado, todo su ser reprochándose a si mismo por tener semejantes pensamientos de una alumna. Quizá fuera una sorpresa para más de uno pero Severus Snape tenía principios y una moral victoriana que ni en sus tiempos de mortifago le había dejado en paz.
Aquel sueño había sido distinto porque no había despertado instintos sino sentimientos. Se había sentido amado. Sacudió la cabeza y la sustancia pegajosa de Miniver se escurrió hasta su oreja. Necesitaba un baño, después de todo, no había sido más que un sueño.
Eduard Miniver caminaba hacia el aula de pociones seguro de su destino, después de todo no era la primera vez que hacia volar su caldero y ya conocía bien la dinámica de su castigo. Estaba en su naturaleza ser descuidado y patoso, no por nada el sombrero habia gritado - "¡Huffelpuff!"- antes siquiera de sentarse en la silla derecho, pero era algo que ya había aceptado como una parte de si mismo, como su pelo rubio y su pequeña estatura.
A pesar de todo, Miniver se esforzaba día tras día en no causar más estropicios en Pociones, y curiosamente no porque el profesor le aterrorizara. Todo lo contrario, conocía al Profesor Snape desde antes de entrar en Howarts aunque nunca había cruzado una palabra con él antes de su primera clase. Para él siempre había sido el señor Snape, aquel hombre vestido de negro que de vez en cuando visitaba a su madre para tomar el té. Eduard no sabia por qué pero su madre siempre sonreía más después de esas visitas y por ello le estaba agradecido.
Aunque claro, eso fue antes de recibir la carta de Howarts y descubrir que a pesar de haber vivido como un muggle toda su vida, en realidad era un mago. Su madre le había dicho que cuando nació, creyeron que era un squib y por eso decidió que lo mejor para él sería vivir como un muggle y que nunca supiera nada de la magia. Para su madre fue una sorpresa recibir la carta y confirmar que no era un squib, pero a pesar de ello, siguió viviendo sin magia en su casa de siempre a las afueras de Chelsea.
Fue por todo eso por lo que para él el temido Profesor Snape, no era tan temido. Intimidante y escalofriante si, desde luego, pero no podía temerle. Su madre hablaba siempre bien de él, como si hubiera hecho algo muy importante por ella, y si ella confiaba en él, Eduard también lo haría por mucho que le gritara una y otra vez lo patoso que era. De modo que sin miedo, entró en el aula, le dirigió una sonrisa de oreja a oreja al profesor y sin necesidad de palabras tomó un trapo para empezar a frotar calderos.
Snape miró a su alumno frotar y frotar el caldero con brío, para dejarlo reluciente, sin que aquella estúpida sonrisa se borrara de su cara. Aquel crío era un misterio insondable para él. Por más que le castigase, gritase o amenazase, él respondía siempre con un avergonzado –"Si Profesor, Tiene usted razón Profesor, Disculpe Profesor" – y le sonreía. No había duda, era el perfecto Huffelpuff, digno hijo de su madre.
"¿Profesor Snape? La Profesora McGonagall dijo que viniera a hablar con usted" – dijo Hermione Granger materializándose en el aula de pociones. –"Pero si está ocupado puedo volver más tarde" – continuó ella al descubrir a Miniver frota que te frota junto a su montón de calderos.
"Es igual, el señor Miniver puede arreglárselas a solas por los calderos. Espero que sólo con un trapo no vuele nada más" – advirtió Snape en su tono más intimidante
"Si señor. Sólo limpiaré los calderos con el trapo. Y no me acercaré a menos de 10 metros de cualquier cosa embotellada de la habitación como usted me dijo la última vez"
En otras circunstancias Hermione se habría echado a reír. No bastaba con que Snape tuviera una expresión de completa incredulidad en la cara, sino que aquel chico de segundo año, no sólo no se había echado a temblar ante el tono de Snape, como haría cualquiera en su sano juicio, sino que le respondía con una sonrisa totalmente inocente que había desarmado por completo al profesor. Cualquier Griffindor hubiera pagado una fortuna por presenciar aquella escena.
"De acuerdo, señor Miniver, correré el riesgo de dejarle solo por esta vez" – se levantó de su escritorio, echó una última mirada dubitativa a Miniver y finalmente se volvió a Hermione –"Sígame, señorita Granger. Su asunto es demasiado delicado para tratarlo aquí"
Snape se acercó hacia una pared, la tocó con su mano mientras susurraba unas palabras, y una sección del muro se corrió hacia un lado dejando a la vista un pasillo. Hermione entró tras él, justo a tiempo antes de que el muro se cerrara tras ellos y avanzó por el corredor. Unos pocos pasos y un tramo de la pared se convirtió en un acceso transparente al despacho del profesor. Sin duda aquel pasillo era su acceso privado tanto a su despacho como al aula de Pociones. Snape sin embargo, no entró en su despacho sino que siguió avanzando unos pasos más hacia el fondo y desapareció.
Por un instante Hermione sintió miedo, pero luego recordó el andén 9 y ¾ y se tranquilizó. Sin duda el fondo del pasillo funcionaba del mismo modo. Así que tomó aire, un poco de impulso y... se encontró de golpe en una habitación pentagonal decorada por supuesto, en verde y plata, los colores de Slytherin. Tres de las paredes de aquella habitación estaban llenas de libros y tuvo que reprimir el impulso de echar a correr hacia allí para ver qué libros todavía no había leído. Siguió explorando la habitación con la mirada, justo delante de ella una puerta entreabierta, y en la última pared, un inmensa chimenea con un sofá de aspecto cómodo justo delante. Se giró para ver a Snape tomando asiento frente a una mesa de estudio en la parte de los libros y señalándole una silla a su lado.
"Bien señorita Granger, será mejor que vayamos directamente a su problema y a las medidas que la Orden decidió que serían una solución aceptable para ello"
"¿Solución aceptable?" – repitió ella
"Supongo que no creería que habíamos encontrado un tecnicismo simple que la librara de la Ley¿verdad señorita Granger? Es usted demasiado lista para esperar algo así"
Si, no había duda, Severus Snape seguía ganando puntos en la categoría de imbécil, por si en algún momento lo había dudado.
"Entonces, profesor. ¿Podría explicarme al menos esa 'solución aceptable'?"
"Matrimonio in Concordatto" – dijo Snape. Dejó pasar un instante para ver si ella reconocía esas palabras y al ver que no, continuó sin darle tiempo a preguntar –"No se hasta qué punto conoce las costumbres de la Comunidad Mágica siendo hija de Muggles de modo que empezaré por el principio. Entre magos, la mayoría de los matrimonios eran acordados entre las familias, cuando los niños nacen. Esa costumbre es una de las causas por la que usted y yo nos encontramos aquí, buscando una solución a su problema" – estaba claro que no iba a dejar pasar la oportunidad de usar su sarcasmo – "Los niños crecían sabiendo que llegado el momento, se casarían. Eso es lo que se llama 'Matrimonio in Concordatto', algo así como si estuvieran prometidos."
"¿Y esa es mi solución? Pero yo no estoy prometida a nadie"
"Si me permite continuar, se lo explicaré"- comentó el molesto por la interrupción, pero estaba hablando con Hermione Granger ¿qué esperaba?
"Disculpe Profesor"
"Bien. Con el Concordatto, tenemos dos ventajas: la primera es que llegado el momento, si por alguna razón alguno de los prometidos no quiere casarse, no hay boda. No es que sea un hecho muy común, pero se han dado casos" – Hermione se alegró tanto por esto que casi sonrió – "La segunda ventaja es que el momento de la boda no suele ser hasta que la novia sobrepasa los 30 años"
"¿30¿Por qué tan tarde? Quiero decir que, si se acordó esa boda desde el nacimiento ¿por qué esperar?"
"¿Sabe cuál es la edad media que puede alcanzar un mago, señorita Granger?" – ella movió lentamente la cabeza, sorprendida un poco por la pregunta –" La longevidad de un mago depende en gran medida de su poder mágico. Un mago no demasiado brillante puede alcanzar fácilmente los 170 años. Si nos fijamos en magos poderosos... pues ¿cuántos años puede tener nuestro querido Director?"
"Unos... ¿200?"
"273 para ser exactos. Hay tiene su explicación, un mago de menos de treinta años sigue siendo un adolescente en muchos círculos de magia"
"Entonces la solución que me da la Orden es un Concordatto. ¡Pero igualmente tendría que casarme! El Ministerio no aceptará que rompa el compromiso"
"El Ministerio aceptará el Concordatto dada su juventud. A fin de cuentas la Ley es para conseguir matrimonios mixtos, un Concordatto con un mago pura sangre, es lo mismo, pero a más largo plazo"
"Y de esta forma, gano tiempo hasta que la Ley se derogada. Cuando eso ocurra sólo tengo que oponerme a la boda y ya está" –concluyó ella, viendo el razonamiento de la Orden al fin
"Exactamente. No es la mejor solución, pero es válida. Ahora sólo tenemos que encontrar un candidato que cumpla con los requisitos de la Ley y esté dispuesto al Concordatto"
"Eso suena más fácil de lo que en realidad es"
"Veamos... de acuerdo con la Ley cualquier mago entre 18 y 81 con siete generaciones de sangre limpia en su familia puede pedir una petición matrimonial por usted. ¿hay alguien en Griffindor que reúna esos requisitos?"
"No" – dijo Hermione suavemente.-" Ron y Neville cumplirían con el requisito de la sangre limpia pero son demasiado jóvenes y Harry y Ron tienen Muggles en su familia"
"Mmm, bien. Finnegan también tiene familia Muggle. Supongo que Griffindor no se caracteriza por su limpieza de sangre. Ya no somos tan comunes como solía ser, era inevitable. Seguramente esta sea también la última generación de Weasleys de sangre limpia, por lo que tengo entendido los mayores ya tienen pareja, habría que preguntar a los gemelos quizá alguno quiera ayudarla"
"Así que mis opciones se reducen a que Fred y George sientan lástima de mi y accedan a ese Concordatto" – negó con la cabeza –" Supongo que debo parecer algo patética, sentada aquí esperando a que un hombre venga a rescatarme"
"A mi no me pereces patética" – ella le miró tan sorprendida por las palabras de ánimo que ni siquiera se dio cuenta de que la había tuteado –"Pero tampoco tengo ni el tiempo ni la intención de sentir pena por usted y compadecerla. Esta es una situación que no ha buscado, sino que le ha sido impuesta y no está en sus manos el poder para salir de ella. Esta reunión será de mucha más utilidad si recuerda que estoy aquí para ayudarla, no para secar sus lágrimas y ofrecerle mi hombro para desahogar su desgracia"
Snape se levantó de la mesa y caminó hacia las estanterías, dándole tiempo a superar su ataque de autocompadecimiento. Regresó con un pequeño libro forrado en piel entre las manos
"Este es mi viejo cuaderno de trabajo. Veamos si encontramos algún otro candidato. Tengo aquí apuntados los nombres y fechas de nacimiento de cada estudiante al que le he dado clase. Veamos ... Fich-Fletchey es lo suficientemente mayor... no, hijo de Mugres ..."
"¿Tiene eso escrito ahí?"
"Si claro" –respondió Snape –"Estaba tan harto de Lucius hablando y hablando sin parar de la superioridad de la sangre limpia, que tuve que investigar y crear mis propias estadísticas al respecto"
"¿Y cuál fue el resultado?"
"Digamos que las notas en Pociones de Longbottom, Crabble y Goyle no ayudaron mucho a la postura de Lucius" – por un momento una sonrisa se dibujó en aquel rostro tan severo –" y ya que estamos Goyle cumple todos los requisitos"
"Morgana santa¡no! Además dudo que estuviera dispuesto a ayudarme"
"Claro, quizás otro Slytherin menos 'desagradable'...¿Zabini?"
"Creí que era gay"
"Y lo es. Razón de más para que esté dispuesto a aceptar un Concordatto. Así él también tendría tiempo para preparar a su familia para la noticia y llegado el momento ambos tendrían un buen motivo para rechazar la boda"
"Visto así, hasta parece una buena idea"
"Tenemos que ser prácticos en este asunto señorita Granger. Bien, sigamos ..." – dijo él pasando el dedo por la larga lista de nombres y fechas –"...vaya... Draco...Lucius podría ..."
"No, eso si que no. Draco Malfoy nunca me ayudaría en algo así." -Snape seguía con los ojos fijos en el libro y Hermione empezó a preocuparse –"Oh Dios, no está pensando lo que creo que está pensando ¿verdad profesor? El señor Malfoy nunca haría que Draco se casara conmigo, jamás mancharían su preciosa sangre con alguien como yo en la familia"
"Hermione, usa tu cerebro.¿Desde cuándo un mortífago se preocupa del pedigrí de la mujer a la que viola. No vivirías los suficiente para que tus hijos sean un problema"
"Dios mío" – dijo ella con un hilo de voz, encogiéndose en la silla –"Creo que me voy a poner enferma"
Snape la miró un momento, reprimiendo las ganas de estrecharla entre sus brazos y decirle que todo saldría bien. No podía hacer eso, no sería apropiado tratar así a una alumna, tan solo debía tranquilizarla.
"Esa es sólo una posibilidad, señorita Granger. Una entre muchas. Es mi costumbre anticipar la peor situación posible para estar preparado, la he alarmado sin razón. No tenemos ningún motivo para pensar que Lucius haga algo así"
"Pero sería capaz" – gimió ella tratando de no llorar ante Snape
"Lo que un hombre es capaz de hacer y lo que realmente hace son dos cosas muy distintas, señorita Granger." – guardó silencio un instante y prosiguió – "Todavía no tiene ninguna petición de matrimonio, ni de Draco ni de nadie. Atengámonos al plan del Concordatto. Pase lo que pase es usted quien decide, no lo olvide, es usted quien tiene la última palabra"
Ya se van complicando las cosas, pero como veis Severus todavía no tiene la menor intención de solucionar él mismo el problema de Hermione
Dudas, sugerencias y amenazas al botoncito de reviews
