Parece que esta vez hay pocas dudas así que simplemente agradecer los reviews: gaby weasley, Snivellius, TercySScloe, Sedes, Nocrala, Miss-Andreina-Snape, DrEaM-KaT, MeilinSnape, amsp14,

Y vamos al capitulo.

5. Severus Snape tiene un mal día

"Albus, aquí me tienes" – el anciano mago dejó su conversación con el retrato de un antiguo director para girarse y encontrar la siniestra figura del Profesor de Pociones que acababa de entrar en su despacho. Sonrió e inclinó la cabeza a modo de saludo.

"Ah, Severus" – dijo sentándose en su sillón habitual y señalándole una silla a su acompañante. Previsiblemente, Snape se cruzó de brazos declinando la oferta

"Prefiero seguir de pie"

"Como quieras" – continuó el director sin dejarse impresionar por la actitud de su interlocutor y buscando unos caramelos de menta en un cajón –"¿Sabes por qué te he mandado llamar Severus?"

Por supuesto que sabia por qué estaba allí. Era la misma razón por la que el director le llamaba todos los sábados por la mañana a su despacho. Odiaba esos encuentros semanales. Odiaba tener que devanarse los sesos buscando el más leve indicio del nuevo plan del Señor Oscuro y más aún odiaba no tener ninguna noticia que darle a Dumbledore, hacia semanas que no había sido convocado

"Tengo una ligera idea"- respondió sarcástico, deseando marcharse de aquella habitación. Desde que Malfoy le informara del término de su Concordatto, había estado tratando de buscar una buena excusa para hablar con Lucius sin éxito

"Puede que te sorprendas" – Albus succionó el caramelo relleno de menta con una expresión de alegría en la cara que no hizo más que encresparle más los nervios a Snape. No tenia tiempo que perder con las tonterías de Dumbledore –"Te he convocado por una razón muy especifica Severus"

"Que es ..."

"El futuro"

Snape dio un profundo suspiro y contuvo el comentario que amenazaba con salir de su boca. El futuro. Potter. ¿Es que no tenía ya suficiente¿En qué estúpida aventura se había embarcado el odioso crío esta vez¿No podía por una vez acatar las normas y quedarse tranquilo y quietecito? Todavía recordaba esa sonrisa de satisfacción en el tercer año con todo el asunto Black. Esa maldita sonrisa., tan parecida a la de James

"¿Severus?" – le sacó el director de sus nefastos pensamientos

"¿Qué han hechos los engreídos pupilos de Minerva esta vez?"

"No, no, nada de eso esta vez afortunadamente" – rió el director un momento para de pronto fruncir el ceño –" He estado preocupado últimamente"

"No he vuelto a ser convocado desde la última vez, si fuera a pasar algo próximamente al menos habría habido una reunión de mortifagos y..."

"He estado preocupado por ti, hijo mío" – Snape descruzó los brazos. Cuando Dumbledore le llamaba así significaba problemas –"Preocupado por tu futuro"

"Ya hemos hablado muchas veces de esto Albus. El futuro no es algo que me preocupe. Todos sabemos que es cuestión de tiempo que me descubran. Hace tiempo que lo acepté y no es ningún problema para mi"

"Y como siempre te vuelvo a decir que ya has pagado con creces tu culpa, Severus. Deja el pasado atrás y mira hacia delante"

"¿Y quién ocuparía mi lugar Albus?" – dijo tristemente negando con la cabeza– "La Orden no tiene otro espía más efectivo que yo, ambos lo sabemos. No puedo dejarlo"

"Esta bien" – cedió Dumbledore viendo que de nuevo aquella conversación no llegaba a ninguna parte –"Pero al menos prométeme que pensarás en la posibilidad de un futuro"

Snape pestañeó ante la extraña petición de Dumbledore¿qué se traía entre manos esta vez el viejo zorro¿por qué tenía que desenterrar precisamente ahora viejos sueños ya olvidados? Ante la cara de estupefacción de Snape, Dumbledore volvió a sonreír y sacó un sobre lacrado de una carpeta.

"Esto llegó esta mañana" – le tendió el sobre a Snape pero lo retuvo un segundo más antes de dárselo –"Y aunque me sorprendió un poco al principio creo realmente que es una idea magnífica"

Snape abrió el sobre ansioso e instantes después se dejó caer en la silla que antes había rechazado. Se trataba de una proposición de matrimonio para Hermione Granger ...firmada por Artemisa Snape a favor de su único hijo, Severus Snape.


Snape Manor tenía el mismo aspecto que recordaba de niño: un caserón imponente rodeado de una valla no menos atemorizante y protegido por tanto o más hechizos que la casa de los Black. Sin embargo, Severus no tuvo ningún problema en franquear la entrada, las puertas se abrieron para él, reconociéndolo como dueño de aquella finca sin ningún asomo de duda.

Atravesó a grandes zancadas el pasillo, ignorando a los distintos elfos domésticos que, o bien se apartaban atemorizados o lo recibían con lágrimas en los ojos por verle de nuevo en casa, hasta abrir de un portazo la puerta del salón de té favorito de su madre.

Artemisa Snape no se dejó intimidar ni por un segundo ante su hijo. Es más, lo tenía todo bastante previsto y, aunque reconocía que los últimos quince años lo habían convertido en todo un hombre seguro de sí mismo, para ella seguía siendo un niño.

"Cierra la puerta Sevvy, hay corriente" – comentó como si hubiera visto a su hijo apenas unos minutos antes, y siguió bebiendo a sorbos su té digestivo de antes de las comidas.

Snape pestañeó un par de veces, fuera lo que fuera lo que esperaba escuchar de su madre tras quince años de silencio no era eso. Observó a su madre, seguía igual que como la recordaba quizás con algunas arrugas y canas más en aquel pelo negrísimo y recogido en un severo moño a la altura de la nuca, pero allí estaba Lady Artemisa Snape en todo su sereno esplendor. Seguía siendo hermosa, tan parecida a Bellatrix Lestrange que se reprochó a si mismo por olvidar que eran familia directa. Sin embargo, el hechizo ya no funcionaba tan bien como cuando era niño, y agitando el sobre lacrado se encaró con ella

"¿Qué demonios significa esto, madre?"

"No me grites, aún no estoy sorda y compórtate. Esa no es manera de hablarle a tu madre" – riñó ella como si aún fuera un niño provocando que la vena en la frente de su hijo volviera a latir de cólera. Artemisa suspiró y miró a su hijo a los ojos –" Eso es lo que es, Severus. Tienes que casarte"

"¿Por qué?"- logró articular él rechinando los dientes

"Por la misma razón que tu difunto padre se casó conmigo¿por qué va a ser? Nuestra vida es mucho más larga que la de los muggles gracias a la magia, pero eso no afecta a la fertilidad. Ya es hora de que traigas un heredero a este mundo. Después de todo lo que hicimos tu padre y yo para tenerte, no voy a permitir que esta familia se extinga porque te ataquen por la espalda en un callejón de mala muerte"

"¿Por qué ella?" – repitió de nuevo la pregunta con un bufido, poco dispuesto a escuchar el antiguo sermón del sacrificio

"¿Ella? Ah¿es eso lo que te tiene así? Creí que te alegrarías"

"Madre..." – amenazó Severus a punto de perder la paciencia. Ella suspiró y señaló hacia una mesa cerca de la ventana. Ni siquiera tuvo que acercarse para reconocer la poción Veritas in Sanguem –"Así que fuiste tú...esos sueños...¡esto es casi magia negra!"

"Vamos, como si un antiguo mortífago se fuera a escandalizar por una poción tan tonta. Además no causa ningún daño, sólo revela nuestros más profundos deseos...y tu quieres a esa chiquilla, yo provoqué los sueños pero la elegiste tú"

"Madre..."- rogó ahora Severus

"Bueno, tuve que asegurarme que se trataba de algo más que una fantasía. Pero paré el efecto hace una semana te lo prometo. Si vieras mi sorpresa cuando descubrí que esa chica era la señorita Granger de la que tanto me habla Minnie. Parece que elegiste bien después de todo, tendréis hijos fuertes y con magia muy poderosa no me cabe la menor duda..."

Severus ya no escuchaba a su madre, sólo analizaba la verdad que tenia ante sus ojos. La irrefutable verdad, los sueños eróticos inducidos por la poción habían acabado tal como había asegurado su madre. Sus últimos sueños, los que más había atesorado, eran totalmente suyos, el verdadero deseo de su corazón una vez pasada la lujuria de la sangre.

"... y por eso en cuanto me enteré de esa estúpida ley de Fudge se me ocurrió que era la oportunidad perfecta para encontrarte una esposa. Ya que no hay ninguna bruja de buena familia de tu gusto al menos ésta no podrá negarse."- Lady Snape se cruzó de hombros –"He escuchado peores razones para casarse, fíjate en tu padre y en mi .."

"Madre"- la interrumpió de nuevo muy seriamente –"No pienso arruinarle la vida a esa chiquilla uniéndola a la mía. No mientras quede otra salida. No pienso firmar este papel y sin mi firma la proposición no tiene validez. Te recuerdo, madre, que el cabeza de familia soy yo" – y sin más abandonó la casa a grandes zancadas, tal como había llegado, pero con una nueva prisa.

El brazo le estaba doliendo ligeramente. Estaba siendo convocado pero a una reunión sin importancia. Tenía que asistir, era la única oportunidad que había tenido en días para acercarse a Lucius Malfoy


Tal como había supuesto, la reunión apenas tenía importancia. Un grupo de mortifagos había tenido una buena idea para buscar financiación, ya que la mayoría de los participantes en la rebelión estaban hartos de dilapidar sus fortunas con planes que no siempre tenían éxito y, a instancias de Lucius Malfoy se pensó en otras formas de financiación.

La mejor que habían encontrado y puesto en práctica con los mejores resultados, era bastante simple. Tan sólo tenían que robar de vez en cuando en algún banco muggle, cosa fácil a pesar de las ingeniosas medidas de seguridad y luego, disfrazados con algún hechizo glamour, cambiar en Gringotts el dinero en pequeñas cantidades que no resultaran sospechosas.

Snape cruzó la sala circular, hizo una profunda reverencia al pasar frente a Lord Voldemort que, sentado en un trono en el centro de la sala, escuchaba aburrido y complacido los detalles del plan y buscó a Malfoy con la mirada.

"...y es así como gracias a nuestro querido Ministro, esa nefasta Ley me va a permitir desquitarme de esa sangre sucia."- rió Lucius al coro de mortífagos que le acompañaba –"pero no os preocupéis, la compartiré con vosotros también. Pienso dejarla con vida... si me placen sus habilidades"

"¿Y quién es la afortunada, Lucius?" – preguntó Snape tras unos minutos de escuchar sus planes

"Mmm la dulce e insufrible amiguita de Potter, haré que se case con Draco y será toda mía"

"¿Granger?"

"Si, creo que se llama así. ¿Ocurre algo Severus?" – comentó indolente aunque un poco alarmado por la expresión de su compañero

"Ocurre que tendrás que buscarte a otra amiguita Lucius, esa sangre sucia va a ser para mí. Llevo años aguantando sus insolencias y su aire de superioridad. Yo, personalmente le bajaré los humos de la manera más conveniente"

"No Severus, es mía"

"Te equivocas, será mía"

"BASTA" – gritó el Señor Oscuro ante la inminente pelea –"no voy a permitir peleas entre mis hombres y mucho menos por una sangre sucia" – ante las palabras de su Señor tanto Lucius como Snape se inclinaron acatando sus órdenes. Voldemort, sonrió diabólicamente –"Crucio"


Hermione bajó con cautela hacia las mazmorras. Aunque era sábado, todavía había que respetar el toque de queda y, aunque tenía su posición de prefecta de Griffindor y podía alegar que estaba patrullando los pasillos, prefería no tener que mentir.

Aquella misma tarde había hablado con Blaise y su Concordatto había sido aceptado por la familia Zabini con gran alegría. Ron y Harry querían hacer una fiesta para celebrar que ya había pasado el peligro, pero antes ella se sentía con la responsabilidad de avisarle a Snape de que todo había salido bien. Lo más probable es que la mandara a paseo con un sarcástico"Oh, ya podré dormir tranquilo, señorita Granger", pero al fin y al cabo el plan del Concordatto había sido suyo.

El problema ahora era encontrar al profesor. No lo había visto en el Gran Salón ni en el almuerzo ni en la cena, así que esperaba encontrarlo en el aula de pociones o quizá en su despacho, pero lo más probable es que ni siquiera estuviese en el castillo. Mejor así podría volver cuanto antes a la torre y celebrarlo con sus amigos.

Así que sin mucha convicción, Hermione abrió la puerta del Aula de Pociones para encontrarla vacía. Justo cuando iba a cerrarla de nuevo, la pared secreta que daba acceso a los dominios del Profesor de Pociones se abrió y segundos después una poción embotellada flotaba a través de la habitación. No había duda, ya lo había encontrado. Hermione cogió la botella y caminó deprisa hacia las habitaciones de Snape, que se abrieron para ella.

Lo encontró en el suelo, con los músculos palpitando a causa de los efectos del cruciatus y violentos escalofríos recorriédole el sistema nervioso. Ella no dijo ninguna palabra y él le arrebató la botella con dedos temblorosos. Intentó beber pero sus dedos no tenían la fuerza suficiente. Hermione le arrebató la botella fácilmente antes de que derramase el precioso contenido y pese al gemido de protesta de Snape, ella misma le sujetó la botella para que pudiera beber un par de tragos.

Snape odiaba aquella situación. Odiaba tener aquella maldita obstinación a no gritar. Sabia lo mucho que le gustaba a su Señor torturar a sus mortífagos. Lucius había gritado de dolor enseguida, pero él no. Severus Snape no gritaba por eso Voldemort se ensañaba siempre con él. Un hechizo tras otro hasta que cayó al suelo al borde de la inconsciencia, pero no había gritado. Apenas recordaba cómo había podido llegar a casa, pero con el hábito de la costumbre convocó su mejor poción anestésica. Odiaba esa poción, aliviaba el dolor pero embotaba la mente y ahora, lo más odioso de aquel día: ser transportado como un inválido por Hermione Granger hasta la cama. Definitivamente aquel había sido uno de los peores días de su vida, y tenía muchos con los que comparar: sus días de colegio con Potter, cada uno de sus terribles pecados, la muerte de su padre maldiciéndole, ... y los ojos llorosos de una niña de pelo alborotado ante una gran humillación.

Reclinada sobre él, a escasos centímetros de su propio rostro, Severus ya no podía distinguir entre la realidad y el sueño, para él sólo existían aquellos labios que ahora susurraban palabras que no llegaba a entender

"Claro que hay diferencia... aunque siempre fuiste hermosa" – susurró con voz apenas audible antes de perder el sentido por completo.

Y así, con unas palabras que nunca jamás habría pronunciado estando plenamente consciente, en un día que preferiría no haber tenido nunca, Severus Snape, el imbécil de las mazmorras, volvió a la categoría de héroe a los ojos de Hermione Granger


He tardado más de lo que tenía pensado pero este capitulo valía la espera. Ya sabéis dudas, sugerencias y amenazas al botoncito de reviews