Lo prometido es deuda y aquí tenéis el siguiente capitulo.

HoneyBeeM: sorry seguramente me salté tu review sin darme cuenta o a lo mejor fue que ff no me lo envió al correo que a veces pasa, en cualquier caso date por doblemente saludada

Y agradecer a los que se molestaron en darle al botoncito como siempre y que esta vez no me mandaron ningún maleficio: TercySScloe, Azaleadm, rocio, D.N.Angel girl, Florence Rose, Miss-Andreina-Snape, amsp14, Malu Snape Rickman, Annie Ryddle, akizuki, SerleenaEd, Ginger, caricatura, Snivellius, supermama, MarisolBlack, MeilinSnape, Paula Moonlight

En general parece que todas os reísteis bastante con el pobre Sevvy y su cambio de imagen forzoso, esa es la escena que adapté de Luna Nueva, sólo que en ese fic arreglaban a Severus para una cita, lo digo para que no me acuse nadie de plagio. Y en general deciros que yo suelo escribir mis fics así mezclando escenas graciosas con otras más tristes para que queden con ese toque de realismo que hace las historias más creíbles, y ya que hablamos de realismo, y ya que algunas me los habéis preguntado en la noche de bodas va a haber un lemon. La mayoría creo que no habéis leído más fics míos así que voy avisando de mis lemons son bastante ... detallados por decirlo de alguna manera. No sé qué edad tenéis pero ya quedais avisados para que lo leáis por vuestra cuenta y riesgo y si alguien cree que debería subir el rating q me lo diga, lo que sea antes de ir a protestar a los jefes de ff que no quiero que me echen

9. La Petición

Hermione cerró la puerta de su habitación con una pequeña sonrisa en los labios. McGonagall había dado su permiso y, rompiendo varias normas Harry, Ron y Ginny habían pasado toda la noche con ella. No habían hablado de su boda ni de su futuro marido, lo que realmente había importado era disfrutar de esa noche, la última en que los cuatro estarían totalmente juntos. Así que habían reído recordando pasadas hazañas y viejos amigos, mientras tomaban una cerveza de mantequilla tras otra.

Hermione, al igual que todos, sabia que todo cambiaria después de Hogwarts, era inevitable la separación. Harry y Ron seguirían siendo inseparables porque ambos estaban muy decididos a entrar en la Academia de Aurores y, aunque habían tratado de convencerla de que fuera con ellos, Hermione se había negado. Tenía muy claro su futuro: quería ser medibruja. Era la profesión perfecta para ella, la medibrujeria requería bastante dominio de muchas artes mágicas, desde Transfiguración a Pociones pasando por Encantamientos y tendría un amplio campo de investigación. Hermione quería encontrar la cura a la Licantropía, o al menos conseguir una poción matalobos más efectiva que la que ahora existía. Suspiró. Su vida iba a cambiar de todas formas con o sin la ayuda de la Ley.

Al igual que el día anterior, Hermione salió de la Torre sin que nadie se diera cuenta. Allí McGonagall la esperaba con lágrimas en los ojos para llevarla, como el día anterior al despacho de Dumbledore. Un vez allí la profesora le dio un beso en la frente y le abrió la puerta. Hermione quedó un poco sorprendida de ver la cantidad de gente que cabía en el pequeño despacho y se avergonzó de ser el centro de todas las miradas. Por un lado tenía a Dumbledore sonriendo como siempre junto a un mago desconocido, el funcionario del Ministerio sin duda, sentados tras la mesa del director. A la derecha los señores Malfoy con Draco, que parecía tener tantas ganas como ella de salir de aquella habitación, y a poca distancia de los Malfoy una mujer mayor que parecía sacada de una novela de Jane Austen y ¿ese era Snape?

"Hermione cariño, aquí" – llamó su madre desde el lado izquierdo de la habitación, sacándola del shock que había provocado la nueva imagen de Snape.

"Bien, parece que ya están todas las partes reunidas" –comentó el funcionario –"Si no hay alegaciones de última hora podemos comenzar" – miró a ambos pretendientes que negaron con la cabeza –"Bien, la primera propuesta"- dijo cogiendo un fajo de papeles de la mesa –"es la del señor Draco Malfoy, de modo que será él quién comience. Señor Malfoy, cuando quiera"

Draco carraspeó un poco para aclararse la voz, se levantó y en una pose muy dramática se arrodilló ante Hermione tomándola de las manos

"Mi querido ratoncito, conmigo tendrás todo lo que una bruja sueña. Para empezar por fin tendrás una familia digna de ti y una ventajosa posición social. Dispondrás de todo el dinero que necesites para comprarte ropa y joyas, todos los elfos domésticos que quieras para atenderte en tus más mínimos caprichos. No necesitarás hacer nada salvo estar hermosa para mi y mis amigos. Yo me encargaré de todo mi amor, no tendrás que elegir una profesión ni volver a tocar un libro jamás. Estarás toda la vida en un pedestal porque es allí dónde perteneces" – Draco terminó su discurso con un beso en la muñeca mientras su padre asentía complacido con el discurso.

Hermione parpadeó escéptica ¿de verás Malfoy creía que eso era lo que ella soñaba¿de veras pensaba que una bruja en su sano juicio aceptaría semejante proposición de futuro? Entonces lo vio, brujas como Pansy Parkinson o incluso Lavender Brown soñaban con una vida así. Se fijó por vez primera en la madre de Draco, era muy hermosa, ella nunca seria tan hermosa pero tampoco nunca había querido serlo. Simplemente no encajaba en la vida de objeto decorativo que Malfoy le proponía.

"Señor Severus Snape, su turno"

Al igual que Draco, Severus también carraspeó y se puso en pie, pero no iba a rebajarse a una actuación semejante, a Draco le gustaba demasiado ser el centro de atención

"Señorita Granger, yo no le ofrezco nada parecido" – Artemisa tosió desaprobando esas palabras y Severus le echó una de sus miradas de advertencia –"No le ofrezco nada parecido porque la conozco lo suficiente para saber que no quiere nada de eso. Si se tratara de posición social, puedo asegurarle que yo también la cubriría de joyas pero en vez de eso le ofrezco libertad. Libertad para pensar, decir y hacer lo que quiera y cuándo quiera. Si quiere estudiar, estudie. Si quiere trabajar, trabaje. Si quiere quedarse en casa haciendo de florero, hágalo." – y por primera vez en su discurso Severus la miró directamente a los ojos –"Estoy seguro de que haga lo que haga nunca dejaría mi nombre en mal lugar y seria un honor tenerla por esposa" – Quería decirle más, quería decirle que elegir a Draco sería un suicidio, quería decirle que era todo lo que cualquier mago podría desear. Quería decirle muchas cosas, pero sobre todo quería decirle que le eligiera porque no podría soportar perderla, porque si no había podido salvar a la única persona que amaba en este mundo ya no le quedaría razón alguna para seguir. Pero no dijo nada. Era Severus Snape después de todo y él no suplicaba. Así que simplemente calló y volvió a sentarse.

"Ambas peticiones han sido expresadas ante la familia de la Novia. Señorita Granger, sólo tiene que venir y firmar la petición del mago elegido" – dijo poniendo los dos pergaminos sobre la mesa –"Por supuesto, tiene un tiempo para pensárselo" – comentó el funcionario al ver que Hermione no se movía.

Hermione cerró los ojos y dejó la mente en blanco, como cuando se encontraba ante una pregunta difícil en un examen. Sabia que en su mente tendría la respuesta, sólo tenia que dejar que llegara. Así que siguió esa táctica y dejó la mente vacía. Dejando de lado conspiraciones y contra conspiraciones, la vida que Draco le proponía era su idea del infierno. Snape le ofrecía algo que encajaba más con su forma de ser y con sus sueños, ojalá fuera un Legimentis para saber qué era lo que escondían ambos. Entonces su cerebro dio con la respuesta, como siempre. Recordó el instante en que Snape la había mirado, había algo en sus ojos que nunca antes había visto: sinceridad y un anhelo escondido. Repasó sus dos recuerdos del Profesor Snape y lo que había pasado sólo dos noches antes. Hermione sonrió, abrió los ojos y con paso firme avanzó hasta la mesa y firmó.

"Mis felicitaciones" – dijo el funcionario recogiendo el pergamino firmado y desapareciendo con un PLOF. Los ojos de Dumbledore no dejaban de chispear complacido.

"¡Qué poca educación! Ni siquiera nos ha dicho a quién ha elegido" – bufó Lucius Malfoy

"Tranquilícese, señor Malfoy." – tranquilizó Dumbledore –"Cualquiera diría que el pretendiente es usted, no su hijo"

"Entonces díganos de una vez a quién ha elegido la sangre sucia y acabemos de una vez"

"La sangre sucia tiene voz propia para decírselo personalmente, señor Malfoy" – dijo Hermione muy enfadada con las manos en las caderas –"Prefiero entregar mi varita antes que entrar en su distinguida familia sangre limpia"

"¿Eso significa que no eliges a Draco¿Qué van a pensar nuestras amistades¡Un Malfoy rechazado por una sangre sucia!"

"Cállate Narcisa, nadie ha pedido tu opinión" – Lucius estaba que no cabía en sí de cólera y humillación, mientras Draco simplemente se había dejado caer en la silla aliviado como nunca.

"Si nos disculpas, Lucius" – dijo Snape con una inmensa sonrisa de triunfo –"creo que estáis de más aquí."

"Tienes toda la razón Severus" – le apoyó Dumbledore –"Joven Malfoy, creo que tiene clases a las que asistir. Señores Malfoy, les acompañare hasta la puerta"


Minutos después, los Malfoy y el Director habían desaparecido pero nadie se había movido ni dicho una palabra. Hermione estaba demasiado avergonzada como para decir nada, sus padres esperaban que fueran otros quienes dieran el primer paso ya que no estaban seguros de qué debían decir y Severus todavía estaba saboreando su triunfo sobre Lucius como para hacer algo. De modo que fue Lady Snape la encargada de romper el hielo. La dama se levantó del sillón y se dirigió a Hermione que tragó saliva nerviosa. Artemisa sonrió y la abrazó.

"Soy Artemisa Snape, la madre de Severus"- dijo con voz dulce –"Puedes llamarme Missa, Hermione" – Hermione sonrió tímidamente a su futura suegra y ese fue el momento en que Snape volvió a la realidad

"Señor y Señora Granger" – dijo cuadrándose y haciendo un saludo casi militar –"Severus Snape, Profesor de Pociones de la Escuela Hogwarts a su servicio. Sé que a sus ojos debo parecer un depravado al hacer semejante proposición a una alumna pero si me permiten explicarme.."

"Señor Snape" – le interrumpió el padre de Hermione –"no negaré que ese era mi parecer hasta hace bien poco. Reconozco que ni mi esposa ni yo estamos familiarizados con las costumbres de su Comunidad y quizás una diferencia de edad tan grande no sea un problema para ustedes así que intentaremos que tampoco lo sea para nosotros. Mi hija le ha elegido a usted y con eso nos basta"

"Perfecto entonces"- interrumpió Artemisa –"Tenemos que arreglar una boda en tres días, lo mejor será que vengan conmigo a Snape Manor y discutiremos los detalles con calma. Así además podrán comprobar por ustedes mismos el estilo de vida que tendrá su hija junto a su futuro marido"

"Parece una idea fantástica, Señora Snape" – aplaudió curiosa la señora Granger

"Si no hay nada más que decir" – prosiguió Snape –"Tanto su hija como yo tenemos clases a las que asistir"

"Sevvy por favor" – gruñó Artemisa –"¿dónde están tus modales? Además ni siquiera has besado a tu prometida"

"No, no es necesario"- susurró Hermione avergonzada

"¿Tan desagradable le parece la idea?" – dijo Severus avanzando hacia ella amenazador

"No es eso Profesor, es sólo que ..."

"Ah, quieren intimidad"- rió Artemisa –"mejor dejarles solos"- continuó saliendo de la habitación seguida por los Granger

"Quería preguntarle una cosa Profesor"- dijo Hermione en cuanto estuvieron solos, aunque Snape la seguía teniendo casi acorralada contra la mesa de Dumbledore

"Puedes llamarme Severus mientras estemos solos, Hermione. Al menos mientras sigas siendo mi alumna, no me parecería apropiado que me llamaras Severus en clase"

"Si, entiendo ...Severus" – dijo el nombre despacio, extrañada ante la súbita confianza y ante la expresión de gusto de su futuro marido –"¿Por qué querías casarte conmigo, Severus?" – era la pregunta que había estado temiendo y la única que no podía responder con una mentira, así que le dijo la verdad, a su modo

"Por varias razones. Para empezar no podía permitir que la bruja más brillante que ha pasado por Hogwarts desde Rowena Ravenclaw cayera en las manos de Lucius" – Hermione sonrió ante el cumplido y él se envalentonó –"No voy a mentirle señorita Granger, mi madre me insistía en buscar una esposa y he de admitir que la idea de que fuera usted no me desagradaba del todo, intelectualmente hablando"

Hermione volvió a sonreír ¿qué esperaba? Era Severus Snape después de todo, no iba a escuchar de su boca una declaración de amor. Había dado una respuesta clara, fría y directa tal como era él y justo lo que necesitaba oír.

"Creí que ahora era Hermione" – dijo ella relajándose –"Y puedes besarme si quieres, Severus"

Había escuchado esas palabras incontables veces en sus sueños y realmente deseaba oírlas. Se acercó poco a poco mientras ella cerraba los ojos, dispuesta. Muy despacio le acarició la mejilla con las yemas de los dedos trazando el contorno de su rostro hasta pasarlas por los labios entreabiertos. Hermione casi gimió ante la caricia, nunca habría imaginado tanta gentileza escondida en el arisco profesor, pero todo pensamiento coherente desapareció de su mente cuando sus labios se posaron sobre los de ella. Fue un beso suave, dulce y lento que le dejó los labios cosquilleando y completamente perpleja.

Cuando abrió los ojos al cabo de un momento, Hermione estaba sola en el despacho de Dumbledore. En su dedo un anillo rojizo centelleaba.


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