Con un poco de retraso, aquí tenéis el capítulo más esperado pero antes la sección de dudas:

Beita: la verdad es que no lo había pensado, pero teniendo en cuenta que mi historia sería algo así como el 7º libro tampoco creo que afecte mucho a menos que en el 6 Ron y Hermione se casen o Dumbledore se muera o algo así de espectacular, pero entonces tendría que rescribir lo que llevo para que se ajustase así que creo que nop, lo mejor será seguir con mi historia de forma independiente.

amsp14: la verdad es que no tenia previsto poner la despedida de soltero pero cuando me imaginé la boda se me ocurrió la escena con Lucius y vi que tenia para otro capitulo. Sólo siento decirte que Malfoy seguirá molestando a nuestra parejita un tiempo más, así que resignación que ya le llegará su hora

Malu Snape Rickman, LakotaSnape, SerleenaEd, MeilinSnape, TercySScloe ¿os dejé intrigadas con lo del pastel eh? Pues nada echarle imaginación porque Severus se largó antes de que la noche se volviera más bochornosa

Paula Moonlight: lo de la ceremonia espero que con este capitulo se desvelen tus dudas y sobre el bebé de Hermione, Snape está convencido que sólo lo van a hacer una vez y punto, y da por sentado que ella tomará por amante a Ron o Harry, por eso dice q prefiere que sea Harry que por lo menos es moreno y podría pasar más fácilmente por un Snape ante la opinión pública que si el bebé sale pelirrojo

MarisolBlack: la verdad no se me ocurrió a fin de cuentas ella tiene pocas amigas y teniendo en cuenta que esta con su madre y su suegra lo único q se me ocurría era q apareciera Ginny y tuvieran una fiesta del pijama, puedo imaginarme a los profesores en un bar emborrachándose pero meter a Minerva McGonagall en un espectáculo de boys me resulta ...¿impactante? así que decidí ponerle sólo fiesta a Severus, además si lo piensas la noche de antes de aceptar la proposición la pasó con sus amigos así que esa sería su despedida de soltera más o menos

Lady Hawkscliffe: gracias por lo que me toca. Intento mantener la personalidad de los personajes en la medida de lo posible creo que eso es lo que hace buena una historia, que sea creíble y que los personajes sean consistentes, quiero decir que ya es bastante difícil creerse que Severus Snape se ha enamorado, pero bajo ningún concepto se pondría a recitarle poesías a la luz de la luna, debe seguir siendo Snape, sino no queda bien

Y agradecer a: Ana fénix, wei-lo, Mary Malfoy, gabriella snape, DrEaM-KaT, MAEC, galilea, supermama, Azaleadm, Miss-Andreina-Snape, HoneyBeeM, Cat, Tere Potter, LILYFAL, Sailor Alluminem Siren, RowenaMalfoy, Hannah Abbott GHRS, Avispa, Chica-Felton-Malfoy, Salube, Rocio, Lady Argos, Sybil

12. Una puerta hacia el alma

Hermione se miró una vez más en el espejo incapaz de reconocerse a sí misma. Al alba un grupo de esteti-magos contratados por Lady Snape la habían despertado para empezar a arreglarla. Habían sido horas de quedarse completamente quieta, resistiendo hechizo tras hechizo hasta conseguir el aspecto adecuado para una novia en el día de su boda. Tenía demasiado maquillaje y el vestido era demasiado ceñido y escotado, aunque no se viera bien a través del velo, pero sabía el por qué de aquello: la hacían parecer mayor y eso era precisamente lo que no conseguía reconocer en su imagen. En el espejo había una mujer segura de sí misma no una colegiala asustada.

Suspiró y dejó el espejo muggle sobre el tocador, podía escuchar los pasos inquietos de su padre a la puerta de la habitación y el ruido de copas y murmullos de los invitados. Esa era otra de las cosas que le habían sorprendido: Lady Snape había invitado a toda la flor y nata de la comunidad mágica y durante todo el día no habían dejado de llegar invitados. Volvió a suspirar y se levantó decidida: hora de comenzar el show.

Severus esperaba pacientemente ante el altar de piedra de la capilla de Snape Manor. Situada en el ala norte, toda ella era de piedra maciza, lo que aún se conservaba de la casa original de los Snape, cuando Merlín y Morgana eran jóvenes y Avalón regía el destino del mundo. La sala era circular y con el techo encantado para mostrar una determinada constelación según la ceremonia que se estuviera llevando a cabo. Recordó con una punzada en el corazón la de veces que se había escondido del mundo en aquella sala, cómo se había sentido seguro y a salvo en ella. Y como casi siempre su querida madre se las había ingeniado para volver las tornas. Ahora su refugio de la niñez estaba lleno de magos y brujas que le miraban con recelo y murmuraban entre sí. Nunca se le había pasado por la cabeza casarse, pero si lo hubiera hecho desde luego que no habría sido así, convertido en un mono de feria para el disfrute de la alta aristocracia con la que su madre se resistía a perder los lazos. Sintió la mano de Albus en su hombro, reconfortante. El viejo zorro siempre sabía qué hacer o qué decir en cada situación, si no fuese por él no habría resistido la recepción. Todos aquellos conocidos y familiares que se acercaban a él haciéndole preguntas estúpidas sobre él y Hermione, todos con ese brillo en los ojos como si ya supieran que aquel matrimonio era una farsa. Una mentira más en la larga lista de engaños que era su vida. Pero en aquel momento las puertas se volvieron a abrir y una figura menuda vestida de blanco avanzó con paso firme del brazo de su padre, haciendo que el silencio por fin entrase en la habitación. Hermione avanzó como una reina avanza hasta su trono y su corona, con todos rendidos a sus pies y, en ese momento, Snape olvidó todo y a todos. Ya no importaba por qué habían llegado hasta aquí ni tampoco el cómo. Lo único que importaba es que ella estaba allí, frente a él, dispuesta a compartir el resto de sus días con él.

Escuchó, como en otro mundo, a Albus Dumbledore pronunciando las palabras de bienvenida y dando comienzo a la ceremonia. Oía las palabras pero era incapaz de comprender su significado, sólo el gesto de Albus poniendo en su mano la mano de Hermione y en la otra su varita le devolvió a la realidad. Su corazón latía casi al borde del pánico. Cerró los ojos, no quería verlo pero era aún peor, en su mente la veía tendida en el suelo. Muerta. Muerta por su propia magia. Quiso gritar, detener aquella locura antes de que comenzara pero Dumbledore pronunció la sentencia de muerte de Hermione sin que él fuera capaz de impedirlo

-"Animas Porta"

Lo sintió, sintió como una parte de ella la abandonaba y cerró los ojos ante la sensación de pérdida. Sintió escalofríos, como una presencia siniestra y amenazante a su alrededor. Aterradora y expectante a la vez, como si estuviera esperando una señal para atacar. Pero al mismo tiempo reconoció el miedo: el suyo y el de la presencia. Miedo. No quería sentir miedo y la única forma de vencerle era uniéndose a él. Intentó relajarse un poco y recuperar la confianza, al menos la suficiente para poder abrir los ojos. La señal. La presencia se abalanzó sobre ella, la atravesó y se quedó allí en su interior. Entonces lo reconoció. Severus. Esta era la magia de Snape, de alguna forma había entrado en ella como la suya propia habría entrado en él. Sonrió, dándole la bienvenida, aceptándole como parte de su vida y a cambio recibió un gran alivio y una agradable sensación de calidez. Ya no había amenaza, ya no había miedo. Pestañeó poco a poco y sus ojos se agrandaron ante la escena que tenía ante ella. Severus Snape estaba rodeado de un aura brillante, como si estuviera en medio de una llama. Tenían las manos unidas y al mirarlas, se dio cuenta que ella también estaba ardiendo, pero en su caso más que fuego era humo, un aura negra como la noche que la rodeaba por completo, vio algunas caras de horror entre los invitados, intimidados por el poder amenazante de Snape. Pero a ella ya no le importaba, se sentía segura rodeada por su magia y con una certeza absoluta se volvió hacia él. Aquellos ojos negros, profundos como la noche la miraban.

-"Yo te acepto, Severus Snape"

Sin dejar de mirarla, manteniéndola prisionera de su mirada. Snape recogió delicadamente la varita de la mano de Hermione y la dejó junto a la suya en el altar de piedra. Muy lentamente la tomó de la cintura y la alzó sin ningún esfuerzo mientras la piedra del altar se movía para mostrar un estrecho corredor. Snape con Hermione segura entre sus brazos, avanzó hacia él y pronto desaparecieron entre las sombras.


Aquello era increíble. Por primera vez su cerebro era incapaz de procesar todo lo que estaba sintiendo. Todavía podía sentir la presencia de Severus en su interior, calmándola, tranquilizándola. ¿así era el verdadero Severus Snape? Pronto lo averiguaría.

El corredor pronto dio pasó a otra habitación de piedra, con un altar aún mayor de piedra lisa en el centro. Estaba decorada con flores y bañada por la luz de la luna. Severus la dejó en el suelo y ella recorrió con la vista la habitación, intrigada ¿qué era aquel lugar? Estaba a punto de preguntarle cuando al girarse lo vio inspeccionando un macizo de rosas. Snape las apartó con la mano sin preocuparse de las espinas y dejó al descubierto una larga de serie de runas.

-"No soy una experta en runas mágicas pero juraría que éstas han sido alteradas" – dijo ella contenta de poner por fin a trabajar su cerebro, ante el gesto afirmativo de Snape ella continuó –"Hay una serie muy antigua no soy capaz de disfrazarla, quizás con tiempo y ..."- Snape carraspeó y ella abandonó la idea –"pero hay otra serie más reciente, algo como ... consumación y ...¿fertilidad?"

-"Lo que temía"- dijo él bajando la mano y permitiendo que las rosas de nuevo ocultaran las runas. Se irguió y con su pose más indignada bramó al techo de la habitación –"ESTO ES DEMASIADO MADRE. EL ESPECTÁCULO TERMINA AQUÍ" – y sin más tomando a Hermione de la mano activó el trasladador para emergencias que llevaba en el bolsillo.


En un abrir y cerrar de ojos se encontraron los dos en la conocida sala pentagonal de las habitaciones de Snape. Con gesto cansado, Severus se quitó la sobre túnica ceremonial en tonos verde oscuro ribeteada en plata, dejando a la vista la conocida fila de interminables botones pertenecientes esta vez a una camisa verde oscuro y unos pantalones del mismo color, y se dejó caer en el sofá frente a la chimenea.

Hermione dudó un momento, todavía estaba tratando de digerir lo de la runas y el altar de piedra, así que siguiendo su ejemplo se quitó el velo y se sentó en silencio junto a él en el sofá.

Tras unos minutos de embarazoso silencio Snape sacó un frasquito de uno de sus bolsillos y se lo tendió a Hermione

-"Bébelo"

-"¿Qué es?" – dijo ella con curiosidad examinando el líquido transparente

-"Castitas Donum"- ante la mirada interrogativa de su esposa Snape se vio obligado a dar una explicación –"Para que no sufras molestias cuando..." – Hermione se ruborizó y él se sintió aliviado de no tener que acabar la frase

-"Oh, gracias"- dijo empezando a beber a sorbitos la poción

Snape no pudo evitar enfadarse consigo mismo. Por el sombrero de Merlín, se estaba portando como un colegial. Tenía que tomar las riendas de la situación y hacerla lo más racional posible. Con las ideas más claras y sin atreverse a mirarla para que su resolución no fallase, Severus Snape disparó a bocajarro

-"Puedo usar un glamour para facilitarte las cosas. La poción debe excitarte un poco, pero no hace milagros. Quizás si parezco Lockhart o algún otro... creo que tengo un "Corazón de Bruja" confiscado en el despacho, podría..."

Hermione lo retuvo agarrándole una manga antes de que se levantara del sofá. Nunca jamás habría pensado que Severus Snape tuviera tan poca confianza en sí mismo como para proponerle semejante cosa, pero ella estaba demasiado avergonzada como para hacer algo efectivo, así que sin mirarle, murmuró

-"Me he casado contigo, Severus"

Aquellas palabras, apenas audibles tuvieron más efecto sobre él que un Imperio y al instante estaba de nuevo sentado en el sofá, disfrutando de otro incómodo silencio entre ellos. Al menos ya sólo quedaba una cosa por aclarar, tomó aire y volvió a disparar

-"Ambos sabemos que este matrimonio no..."- tragó saliva –"Sólo tendremos que hacer esto una vez, para que sea válido, de modo que... con la poción no sentirás dolor... puedo hacerlo rápido a menos que prefieras ..." – se pasó la mano por los ojos en un gesto de impotencia. Lo estaba volviendo a hacer, se estaba portando como un adolescente y de paso se estaba humillando una y otra vez con cada palabra que pronunciaba ¿por qué estaba tan nervioso¿por qué le importaba tanto lo que pudiera pensar ella¿dónde estaba el insensible Snape, el que disfrutaba haciendo llorar a los alumnos de primer año?

-"Si no es mucho pedir ..."- Hermione notaba que estaba al borde de la risa histérica y una carcajada en aquellos momentos podría echar a perder todas las buenas intenciones que Snape tuviera para ella, así que trató de tranquilizarse, olvidar la situación y poner a su cerebro a trabajar y eso significa datos –"No es que haya pensado mucho en bodas y todo eso, pero ya sabes cómo somos las chicas..."- se estaba yendo por las ramas eso no era bueno, mejor la simple y clara verdad –"La Ceremonia ha sido preciosa, jamás hubiera imaginado nada mejor"- Snape parpadeó ante esas palabras ¿le ha gustado casarse conmigo? Pero dejó de pensar para centrarse en las palabras, apenas audibles que ella pronunció a continuación, sin despegar la vista del suelo –"Pero siempre imaginé que mi noche de bodas sería algo tierno y romántico...lento...y..."

-"De acuerdo"- dijo él en un hilo de voz, provocando de nuevo otro silencio entre ellos.

Diez minutos después, cuando juzgó que la poción ya deberia haber hecho efecto, Hermione se levantó del sofá. Casi al instante, Severus volvió a alzarla en brazos y así, cruzaron el umbral del dormitorio.


Cuando la volvió a dejar en el suelo, sus ojos se volvieron a cruzar por primera vez desde la Ceremonia, pero esta vez sin ningún velo entre ellos. Una vez más Hermione se hundía en aquellas aguas oscuras, mientras él la contemplaba. Llevaba el pelo recogido en un moño a la altura de la nuca, recordó vagamente algo similar en un baile de gala en su cuarto año, y aquel vestido era como una segunda piel, blanco sobre blanco, aunque podía ver cómo el rubor se extendía. Parecía mayor, y con alivio se dio cuenta que ya nunca sería a sus ojos una alumna, ni una niña. Ante él tenía a una mujer. Su mujer.

Lentamente, temiendo que ella cambiara de opinión y se marchara, sus dedos se enredaron en el normalmente alborotado pelo, desatando el intrincado moño. Ella cerró los ojos, disfrutando de la caricia de aquellos dedos expertos sobre su cuero cabelludo. Un pequeño gemido se escapó de entre los labios rojos, y ella los dejó entreabiertos, notando cómo cada vez le costaba más respirar. Aquella era la señal que Snape había estado esperando y la atrajo hacia él, apoderándose de aquellos labios que habían plagado sus sueños durante aquel año por segunda vez. De nuevo un beso dulce, una réplica de su primer beso, pero esta vez Hermione no iba a permitirle la retirada, sus manos se enredaron en sus ropas atrayéndole de igual forma que él la sostenía y sin ningún pudor invadió la boca del profesor con su lengua.

El movimiento cogió totalmente por sorpresa a Severus, no había previsto que ella diera semejante paso, la poción sin duda, pero pronto dejó de pensar. Ya había empezado, ahora la capacidad de pensar no importaba, ahora sólo importaba sentir. Sentir ese cuerpo contra el suyo, el roce de seda de su piel joven, y aquellos sonidos y olores con los que ninguna poción podría rivalizar.

El beso ganaba en pasión por momentos mientras las manos de Snape abandonaban el ahora suelto cabello de Hermione para empezar a buscar el cierre del vestido. Ella no quiso quedarse atrás y ni corta ni perezosa, sus dedos comenzaron la ardua tarea de localizar y soltar botones. El vestido pronto cedió, y sintió la seda deslizarse por sus piernas instantes antes de que él de nuevo la levantara para dejarla esta vez acostada sobre la cama.

Siempre habría creído que se moriría de vergüenza la primera vez que un hombre la viera desnuda, pero no fue así, cualquier duda que pudiera tener sobre la imperfección de su cuerpo fue despejada ante la expresión de su marido, que no perdió ni un segundo en atacar su cuello, besando y succionando, avivando la llama que amenazaba con quemar toda su consciencia. Las manos de Severus se movían ágiles por todo su cuerpo, apenas rozando su piel con las yemas de los dedos unas veces, otras acariciándola con toda la palma. La estaba volviendo loca de deseo y frustración ya que lo único que ella podía darle a cambio eran tirones a la camisa que aún llevaba puesta. Eso fue hasta que Snape se deshizo de su sujetador y sin más se apoderó de un rígido puntito carnoso que le apuntaba desafiante. Al notar su boca en su pecho Hermione no pudo evitar arquear la espalda y exhalar de golpe todo el aire que quedaba en sus pulmones en un sonoro gemido. Sus manos se enredaron en el oscuro pelo, y le mantuvieron firmemente la cabeza en su lugar, para que por nada del mundo detuviera lo que le estaba haciendo a su cuerpo.

Complacido por la reacción, las expertas manos fueron bajando por su estómago, dibujando extraños símbolos sobre la piel y eliminando con efectividad la poca ropa que aún la cubría. Tras un momento de indecisión, mientras su boca cambiaba un pecho por otro, sus manos por fin se apoderaron del recién descubierto tesoro.

-"Oh...Merlín...Sev...SEVERUS!" – los dedos se habían introducido sin ninguna dificultad en aquella carne, húmeda y ardiente, y sin ningún esfuerzo fue aumentando el ritmo poco a poco, enardecido por los susurros y gemidos que obtenía como respuesta. Hasta que notó cómo la carne se contraía, reteniendo sus dedos en el interior. Entonces la volvió a besar con pasión, con anhelo y desesperación, sintiendo como el cuerpo de Hermione se retorcía de placer bajo el suyo.

Poco a poco fue liberando su boca, permitiéndole que volviera a recuperar el aliento mientras él cubría de minúsculos besos toda su mandíbula, dibujaba las líneas de su cuello y soplaba suavemente sobre sus hombros, relajándola y preparándola a la vez para el paso final. Siguió besándola, navegando por su cuerpo mientras se separaba de ella, para poder quitarse la ropa. Hermione lo miraba con ojos aletargados, todavía recuperándose y por eso tardo un instante en darse cuenta de las intenciones de él. De un salto se arrodilló sobre la cama, justo delante de él y sus manos se posaron sobre su camisa.

-"Quiero hacerlo yo... déjame tocarte"

Una vez más sus palabras le dejaron sin defensas. Nunca una mujer había pronunciado semejantes palabras refiriéndose a él y antes de que pudiera expresar alguna objeción, Hermione ya había conseguido abrirle la camisa. Ante el espectáculo que tenía ante ella, Hermione se quedó quieta y él se preparó para lo peor. Hasta aquí llegaron los sueños, ya era hora de despertar.

-"Severus...¿qué han hecho contigo?" – no había horror en su voz, ni asco, ni repulsión, ni lástima. Sólo sorpresa y tristeza. Las manos de Hermione terminaron de despojarle de su camisa y de pie a su lado, se dedicó a inspeccionar cada una de las señales de su cuerpo y tratarlas con el amoroso cuidado de una madre, no, de una esposa. Sintió calor, un calor sobre su piel por donde aquellas manos pasaban, una sensación cálida que nunca antes había sentido. Cálida y reconfortante. Pero ya no podía más, por muy gratificante que fuera aquella sensación de aceptación y redención para su alma, su cuerpo demandaba una atención inmediata, así que en un nuevo alarde de magia sin varita, sus ropas desaparecieron y sus brazos se cerraron sobre ella, deteniendo su exploración y la protesta que iba a emanar de sus labios.

Cayeron sobre la cama cómo sólo pueden hacerlo dos amantes, enredando brazos y piernas, dedos y cabellos. Piel contra piel, boca contra boca, piel contra boca. Y cuando creía que sus sentidos ya no aguantarían más, lo sintió. Sintió como su cuerpo era gratamente invadido sin ningún dolor.

Abrió los ojos que había olvidado que tenía cerrados y allí estaban los ojos de Severus Snape devolviéndole la mirada, como queriendo perforar en su alma como lo estaba haciendo con su cuerpo. Sintiéndose atrevida, Hermione alzó las caderas, haciendo que él se deslizara más profundamente y sonrió cuando el cerró los ojos tratando de mantener su cuerpo bajo control, instantes antes de enterrar su cabeza en su cuello. Lentamente comenzaron a moverse, aquello era una sensación totalmente desconocida, una locura devastadora y contradictoria a la vez. Se sentía completamente a su merced, su cuerpo ya no le pertenecía a ella sino a él, cualquier mínimo roce, su aliento contra su cuello, disparaba sus sentidos. Pero del mismo modo sabía que ella tenía ese mismo poder sobre él. Poseer y ser poseído. Dar y Recibir. Dos cuerpos unidos en Uno. Y entonces explotó, el ritmo endiablado que se habían impuesto estalló en una corriente eléctrica. Gritó su nombre justo antes de que el mundo explotara a su alrededor y ya nada más importase. Nada salvo estar así, juntos.


Ejem, espero que no me haya quedado demasiado empalagoso. Dudas, sugerencias y demás al botoncito de siempre