Primero agradeceros a todos y todas vuestro apoyo y preocupación por mi y segundo agradeceros también que no me hayáis matado. Ya se que esto está muy visto y que como excusa es bastante lamentable pero es la pura verdad: empecé hace unos meses con un nuevo trabajo y aunque me encanta termina con mi existencia entre semana y los fines de semana mis padres aprovechan para que haga todo lo que no pude hacer entre semana y etc, etc etc

Resumiendo que mis amigos se preguntan si sigo con vida y vosotros os quedáis sin el capítulo, de modo que aprovechando lo de año nuevo vida nueva, intentaré retomar el ritmo y seguir escribiendo si no un capitulo a la semana, uno cada dos.

Y creo que ya habeis esperado bastante asi que aquí lo tenéis:

15. Exámen

Terminó de escribir la última línea y suspiró contento. Aquel ensayo garantizaba un aprobado en Historia de la Magia. No podía negar que tener las preguntas por adelantado ayudaba bastante a la hora de hacer exámenes, sólo tenia que memorizar respuestas seguras. Miró a su alrededor aburrido, aún quedaban quince minutos para que terminase el tiempo de aquel EXTASIS, el último gracias a Merlín, de modo que Draco Malfoy se limitó a estudiar disimuladamente a sus compañeros.

Crabbe intentaba inútilmente copiar algo del ensayo de Goyle, Draco sonrió sarcásticamente, si aquel era el tipo de magos con el que tendría que enfrentarse en el futuro para llevar a cabo su nueva misión, era pan comido. Crabbe no solo había sido incapaz de aprenderse las respuestas sino que a estas alturas todavía no se había dado cuenta que los pergaminos de los exámenes estaban encantados de manera que sólo aquel que escribía pudiera leerlos. Además ¿qué clase de estúpido querría las respuestas de Goyle teniendo a Granger justo al otro lado?

Granger, Draco rodó los ojos al ver la longitud del pergamino y la velocidad a la que seguía escribiendo la bruja. ¿Serían ciertos los rumores de que su libro de cabecera era 'Hogwarts: La Historia'? Tendría que preguntarle a su padrino en alguna ocasión. Ahora sonrió travieso, unas noches atrás un altercado en los dormitorios lo había llevado a tener que despertar al Jefe de su Casa para que pusiera orden, realmente había sido un shock comprobar que un remolino de pelo rizado asomaba entre las mantas de la cama de su padrino. Aunque tampoco pudo ver mucho más ya que un Snape de anchos hombros y cara de pocos amigos le obstruía el espectáculo. Al menos el incidente sirvió para confirmar lo que a casi todos les costaba creer: estaban casados. Desde aquel día las apuestas sobre cuántos orgasmos tendría Granger aquella noche y los hechizos para intentar escuchar lo que ocurría en las habitaciones de Snape eran el pan de cada día en la Sala Común. Desgraciadamente era difícil comprobar quién había sido el ganador, lo que llevaba a peleas y gritos y por tanto la aparición de un Snape bastante molesto. Draco aún recordaba la cara de su padrino cuando un chico de primer año le preguntó directamente sobre cuántos orgasmos llevaba aquella noche su mujer. Aunque claro el hechizo de erección permanente que obtuvo después el crío no le pareció tan gracioso a nadie y desde entonces todos se abstuvieron de volver a preguntar algo semejante.

Draco se revolvió en la silla de solo pensar en aquel hechizo y volvió a pasear la mirada a su alrededor. Weasley tenía casi la misma expresión que Crabbe pero al menos la longitud de su ensayo era más aceptable, y Potter se rascaba la cicatriz distraídamente con la punta de la pluma intentando recordar algo más sobre la rebelión de los duendes de 1365. Teniendo en cuenta que los duendes se rebelaban mas o menos cada tres siglos era fácil equivocarse de rebelión.

Potter, Draco casi sintió un escalofrío al pensar que ahora estaban en el mismo bando. No podía negar que lo envidiaba, era una celebridad después de todo, pero ahora su relación había cambiado, al menos en lo que a Draco se refería porque para el increíble Potter el seguía siendo una serpiente ponzoñosa. Después de todo lo que había descubierto ahora sabía que la vida de Potter no había sido el camino de rosas que él había creído y el negro futuro que le aguardaba era digno de respeto. Si, probablemente fuera eso, ahora sentía algo de respeto hacia Potter, pero eso no quitaba que el chico maravilla le sentara como un dolor en el estómago, y parte de ese dolor era culpa de cierta pelirroja que llevaba dos horas con la nariz pegada al cristal del aula de exámenes, esperando.

Draco se lamió lentamente los labios mientras la miraba, la muy estúpida aún corría tras Potter para agradecerle una ayuda de la que el no sabia nada, pero claro ella tomaba su ignorancia como un acto de caballerosidad. San Potter, Bah!. Eso era lo que llevaba peor de toda esa misión encubierta. Ser un héroe en la sombra quizás fuera con su padrino pero desde luego no iba con él. Le gustaba demasiado ser el centro de atención, a fin de cuentas le habían educado para ello. Pero lo que realmente le molestaba era que una vez más Potter le había ganado, y esta vez sin levantar un solo dedo.

Ginny sintió un escalofrío en la espalda y dejó de mirar a Harry por un momento. Draco Malfoy tenia los ojos clavados en ella pero una expresión ausente, como si estuviera pensando en otra cosa y realmente no la estuviera mirando. Se lamió los labios lentamente y Ginny enrojeció hasta la médula mientras una idea absurda pasaba por su cabeza.


La sala estaba alumbrada por antorchas, como siempre, dejando un juego de luces y sombras por todas partes. Más de una vez se había escondido entre aquellas sombras, espiando, pasando desapercibido para los que se encontraban en los focos de luz. Ahora, una vez más las tornas habían cambiado. Ahora era él quien se arrodillaba ante Voldemort y otros quien espiaban entre las sombras.

Sus ojos se desviaban una y otra vez hacia la misma esquina, podría apostar lo que le quedaba de vida a que Lucius estaba allí, por nada del mundo iba a perderse aquel espectáculo y probablemente Bellatrix tampoco estaría muy lejos. Severus no entendía por qué aquella mujer lo odiaba tanto pero ahora tenía otras cosas más importantes en qué pensar, su vida por ejemplo.

Llevaba más de media hora allí, con la rodilla en tierra y la cabeza gacha relatando lo que había 'espiado' sobre Dumbledore y la Orden del Fénix y estaba seguro de que nada de lo que estaba diciendo le interesaba lo más mínimo a Voldemort. Esto hacia que las tripas de Severus se revolvieran, con la información que estaba facilitando, un ataque era seguro. Estaba poniendo en peligro las vidas de sus aliados y, aunque estuvieran prevenidos, ellos debían aparentar estar siendo tomados por sorpresa para que su tapadera no se viera perjudicada. Por su culpa, por lo que estaba diciendo, buenas personas resultarían heridas sino muertas y todo para nada. Para ser un daño colateral ante el motivo principal por el que había sido llamado.

-"Muy bien Severus, tu información es demasiado vaga, como siempre pero servirá" – dijo El Señor Oscuro con gesto aburrido mirándose las largas uñas, parecidas a las garras de un animal y tanto o más efectivas. El mismo las había probado en más de una ocasión

-"Entonces, si no queréis nada más de mí, mi Señor, me retiraré" – respondió Snape solemne, aunque ya sabia cuál seria la respuesta

-"Sólo una cosa más, mi leal servidor" – la bilis se le subió a la garganta al escucharse llamar así pero continúo callado –"He recibido protestas sobre la elección de tu esposa"

-"Supongo que ya se han tomado medidas para castigar la osadía de molestaros por algo tan nimio como una sangre sucia" – dijo pretendiendo estar escandalizado mientras mentalmente pedía perdón a Hermione por todo lo que iba a decir a continuación. –"No he sido el primero en casarme con alguien indigno, gracias a esa maldita Ley del imbécil de Fudge, y desgraciadamente no seré el último. No veo por qué han tenido que molestaros con ello mi Señor"

Voldemort sonrió, aquel hombre nunca dejaría de sorprenderle, estaba diciendo exactamente lo que tenía que decir. O era realmente su mejor servidor o su enemigo más terrible. Llevaba años haciéndose esa pregunta, detalles, pistas aquí o allí haciéndole un día creer una cosa, al día siguiente lo contrario. Era muy peligroso y podía serlo aun más. Tenia que dejar zanjada la cuestión cuanto antes.

-"Las quejas son ante tu resistencia a compartirla Severus" – Snape calló, llevaba días preparándose para responder a esa pregunta.

-"¿Puedo seros sincero mi Señor?" – preguntó Severus humildemente

-"Por supuesto, no espero menos de ti, Severus"

-"Tengo mis propias y egoístas razones para mantener a mi esposa en mi cama y solo a mi disposición" – sus ojos se volvieron más oscuros cada vez que pronunciaba la palabra 'mi' – "y sabéis que, aunque nunca me he pronunciado abiertamente contra ello, nunca he compartido con otros ni mujeres, ni esposas" – dijo esto último mirando de reojo hacia la esquina donde Lucius escuchaba como una rata, mientras a su mente llegaban recuerdos de una joven Narcisa Malfoy suplicándole a su marido que no la obligara a entregarse a sus compañeros mortífagos, pocos días después de su boda. –"Pero sobretodo, y en esto me atrevo a decir que estaréis de acuerdo conmigo, mi Señor, es que mi esposa ocupa un lugar muy cercano a Dumbledore y a Potter. Ella debe seguir totalmente convencida de que les soy leal. Y accediendo a los deseos de mis compañeros, todo mi trabajo se iría al diablo y perderíamos nuestra ventaja sobre el viejo chiflado."

-"Como siempre Severus, tu lógica es innegable" – dijo tras unos minutos de silencio –"Debes perdonar a aquellos que carecen de tu inteligencia y no ven más allá de sus narices" – continuó dirigiendo sus palabras hacia la oscura esquina – "Puedes retirarte mi leal servidor, una vez más las acusaciones en tu contra no son más que envidias de aquellos que están por debajo de ti" – Snape se inclinó aceptando el cumplido contento de poder salir de aquel trance airoso –"Solo una cosa más¿y si te ordenara traérmela?" – Snape no respondió, pero el brillo en sus ojos oscura dejaba pocas dudas, Voldemort sonrió –"Sí, eso es lo que me había imaginado".

La risa cruel e hiriente de Voldemort le hería como un machete, mientras se cuerpo se debatía una vez más por mantenerse consciente ante el dolor. Hermione. Y de pronto, todo se volvió negro.


El Gran Salón de Hogwarts brillaba una vez más en todo su esplendor con los colores de Griffindor, por séptimo año consecutivo. Hermione se preguntó si el año próximo también se verían los mismos colores ya que ni ella ni sus amigos podrían aportar sus puntos. Harry siempre conseguía atrapar la snich en el último momento y con Ron de guardián, el equipo era casi invencible, sin duda el equipo de quiddich les iba a echar de menos. Y académicamente hablando, nadie conseguía tantos puntos como ella, ni siquiera los de Ravenclaw, suspiró un poco triste mientras removía su zumo de calabaza. Sin duda la buena racha de Griffindor terminaría aquel año.

-"¿Tu también vas a echar de menos esto verdad, Herm?" – susurró Harry dejándose caer en una silla a su lado con una cerveza de mantequilla –"Es como marcharte de casa sabiendo que nunca más volverás"

-"Harry, sabes que podrás volver a Hogwarts siempre que quieras, Dumbledore estará encantado y ... " – protestó Hermione pero Harry no le dejó continuar

-"No me refiero a eso. Quiero decir que claro que volveremos pero ya no será lo mismo. Ya no más puntos, ni viajes a hurtadillas por los pasillos, ni aventuras estúpidas. Seremos adultos no estudiantes"

Hermione se quedó en silencio, comprendía lo que Harry estaba diciendo, esa noche no estaban celebrando haber conseguido un diploma. Se estaban graduando en algo más, dejaban de ser niños para convertirse en adultos, para bien o para mal, y aquel pensamiento podía ser aterrador. Pero para ella las cosas no eran como las veía Harry, quizás fuera cierto que las mujeres maduran antes que los hombres o que simplemente la vida la había tratado de forma distinta.

A Hermione le parecía que había tratado toda su vida de que la tomaran en serio y la trataran como una adulta, siempre había deseado crecer, de que su cuerpo llegara de una vez a un estado de madurez al que su mente había llegado con facilidad mucho tiempo atrás. Ella no necesitaba una graduación para sentirse adulta, llevaba semanas siéndolo.

-"Oh vaya, ahí viene Ginny otra vez" – protestó Harry mientras la pelirroja avanzaba sonriente hacia ellos –"Uf mira que tarde es, será mejor que busque a Ron y nos pongamos a hacer las maletas, tenemos que registrar nuestra solicitud en la Academia de Aurores a primera hora, ni siquiera podremos irnos en el tren, tendremos que aparecernos allí" – dijo en voz demasiado alta y con una sonrisa forzada a la pequeña pelirroja Harry desapareció entre la multitud mientras Ginny ocupaba su lugar junto a Hermione.

-"Creo que me está evitando"

-"¿De veras¿y que te ha hecho llegar a semejante conclusión?" – comentó Hermione divertida

-"Es solo que me tiene desconcertada, estoy empezando a pensar que se arrepintió de besarme. Primero pensé que siempre había querido hacerlo pero que simplemente era demasiado tímido para decírmelo y aprovechó la oportunidad, pero entonces debería haber cambiado de actitud o algo pero nada."

Hermione miraba a su amiga con ojos como platos, no había entendido ni palabra salvo que Harry la había besado, pero si era así ¿por qué la evitaba ahora? Así que Ginny le contó con pelos y señales su rescate de las garras de Crabbe y Goyle y sobre su héroe invisible

-"Ginny, quizás esto te suene extraño, pero ¿estás segura que fue Harry? Quiero decir, tu misma dices que Harry niega haberte hecho algo y bien, ya le conoces si el quisiera besarte lo haría sin tanto misterio"

-"Pero si no fue Harry¿quién fue?"

Hermione no pudo responderle, de pronto notó una fuerte opresión en el pecho y recordó de golpe que no había a Severus en toda la tarde. Llevada por un impulso, Hermione dejó la fiesta y corrió hacia las mazmorras.


Hermione llegó a la puerta de sus habitaciones pero Hugo le bloqueó el paso gimoteante.

-"No joven Ama, no entre, es peligroso!" – lloriqueó el elfo desesperado. Pero esto no hizo más que apremiar aún más a Hermione, con un empujón que lamentaría más tarde echó a un lado al elfo y entró.

Severus esta allí, de espaldas a ella, frente a la chimenea. Parecía estar bien, pero conforme se iba acercando, se dio cuenta que sus hombros se agitaban con fuertes temblores.

-"Severus¿estás bien¿Necesitas la poción?" – preguntó preocupada, temiéndose lo que su marido había recibido una vez más de manos de Voldemort. Preocupada se acercó un poco más a él, alzó la mano para tocarle pero antes de que pudiera reaccionar se vio lanzada fuertemente hacia la pared.

Snape se giró y por primera vez vio su rostro. Sus ojos estaban vacíos y blancos, Hermione no tardó mucho en deducir que estaba poseído.

-"Severus!" – gritó pero fue aún peor, la vio y algo pareció estallar en él. Su magia se volvió loca y los muebles empezaron a temblar ante su furia, los libros revoleaban por doquier y todo se hacia añicos a su alrededor. Pero eso era lo que menos le importaba a ella porque sin una palabra, sin ninguna explicación en aquellos ojos completamente blancos que la miraban sin verla, las manos de Snape se cerraron sobre su garganta, alzándola dolorosamente en el aire, contra la pared y arrebatándole segundo a segundo el preciado aire de sus pulmones, sin que sus pequeñas uñas arañando sus antebrazos tuvieran el más mínimo efecto.

-"Severus..."- trató de razonar con él, malgastando el poco oxígeno que le quedaba entre lágrimas de impotencia –"Sev...erus...mírame ...soy... yo...soy ... Hermione ...soy ...soy...tu...esposa...".

Esposa. Aquella palabra llegó a su cerebro como una flecha, atravesando el muro que rodeaba su conciencia, el muro que llegaba horas tratando de derribar. Aquella palabra llegó hasta él y se apoderó de él. Miró y la vió, colgando ante él. Sintió su magia arremolinándose a su alrededor, se sintió furioso como nunca y poderoso como nunca. Sus manos dejaron de asfixiarla para abrazarla contra él, la apoyó contra la pared y la besó sin pensar en lo que estaba haciendo, llenando de nuevo sus pulmones de oxigeno y de algo más.

Siguió dándole aire hasta que notó cómo volvía a él y cuando sintió que el peligro ya había pasado la besó. La besó como nunca antes la había besado, con pasión, con rabia por el miedo de haber estado a punto de perderla, con orgullo, con todo lo que era Severus Snape. Y ella extrañada ante aquel comportamiento se dejó llevar, respondiendo a su pasión, sometiéndose a su voluntad.

Poco a poco el beso fue cambiando. Seguía siendo fiero y posesivo pero ya no había urgencia, el peligro había pasado. Se vieron forzados a separar los labios y entonces Hermione se dio cuenta que estaba totalmente aplastada contra él, que sus manos se habían estado moviendo por su cuerpo como no lo habían hecho desde su noche de bodas y que tal como había ocurrido aquel día, un aura negra los estaba envolviendo, tan negra como los ojos de Snape al mirarla. Sus manos se detuvieron con desgana en su cintura y las de ella volvieron a sus anchos hombros. Severus la miró, penetrándola de nuevo con aquella mirada con el abismo infinito de aquellos ojos. Mi esposa.


Espero que la espera valiera la pena.

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