Siento de verás si he preocupado a más de uno, pero tenía algo asi como una mezcla de bloqueo de escritor, falta de inspiración sobre cómo seguir este fic hasta el final que tengo planeado y una vagancia extremas. Asi que lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, ...
16. Última noche en Hogwarts.Harry siguió con la mirada a Hemione mientras ella corría fuera del Gran Salón, reprimiendo el impulso de seguirla. Suspiró mientras negaba tristemente con la cabeza: los asuntos de Hermione habían dejado de ser los suyos, la había perdido. Sintió una mano en su hombro y se giró para ver que Ron tenía la vista clavada en la puerta por donde había desaparecido su amiga.
-"Es extraño¿verdad?" – Harry le miró y permaneció callado, en las raras ocasiones en que Ron ponía su mente a trabajar, era mejor dejarlo sólo para ver dónde le llevaban sus pensamientos – "Hubo un tiempo en el que el hecho de que Hermione Granger saliera corriendo de una habitación me encendía todas las alarmas, ahora simplemente ... "
-" La hemos perdido" – completó la frase Harry
-"¿Perdido?" – Ron lo miró y sonrió –"Sólo insinúa que te duele la cicatriz o que tienes un pequeño problema y la tendrás tan pesada como siempre encima tuya, Harry" – Ron siguió sonriendo, pero con un poco más de tristeza –"No, no la hemos perdido, simplemente otro la ha ganado"
-"Tienes razón, Ron, era de esperar, solo que ... nunca creí que ocurriese tan pronto"
Ron apretó más el hombro de su amigo, y trato de reconfortarle. Le comprendía bien, ambos sentían lo mismo sólo que para él era más fácil decirle adiós a Hermione. Estaba acostumbrado a ver a los miembros de su familia seguir su propio camino, no decir 'adiós' , sino 'hasta que nos volvamos a ver'. Pero para Harry era distinto, para él los adioses siempre habían sido definitivos, por eso no era tan extraño que le costara tanto soltar a Hermione, pero al menos, y de eso estaba seguro él, se mantendría a su lado todo el tiempo posible.
-"Vamos" –dijo volviendo a ser todo sonrisas y arrastrando a Harry hacia un rincón del Gran Salón –"las hermanas Patil están deseando dar una gran fiesta de despedida a los héroes de Hogwarts"
Los sonidos de la fiesta llegaban incluso hasta aquel lugar, sólo un poco amortiguados por las paredes de roca. En un lugar de la habitación, un espejo reflejaba fielmente lo que estaba ocurriendo en el Gran Salón, pero Dumbledore no lo miraba, no podía apartar los ojos del hombre que tenía ante él y éste a su vez, era incapaz de apartar la vista de sus propias manos.
Dumbledore quería gritarle, sacudirle, incluso hacerle tragar un caramelo de limón, cualquier cosa, cualquier cosa que le hiciera reaccionar. Pero era inútil, Severus estaba en otro lugar, en otro tiempo, reviviendo una y otra vez lo que acababa de ocurrir, y hasta que él mismo no decidiera abandonar aquella espiral, nada de lo que hiciera tendría efecto.
-"La maté, Albus" – dijo Severus al fin muy débilmente, era la voz de un hombre hundido, apaleado y lleno de culpa
-"No es eso lo que ha dicho tu elfo, la señorita Granger, perdón, tu esposa, se encuentra perfectamente en tus habitaciones" – Snape levantó la mirada, sus ojos se habían vuelto más oscuros de repente, y ya no tenían aquella mirada perdida. Albus se irguió, había querido hacerle reaccionar con su pequeño 'error' pero no era esa la reacción que había esperado.
-"Voldemort la mató ... y yo la traje de vuelta" – era una voz oscura, fuerte y aquellos ojos ardían
-"Entonces¿qué es lo que te atormenta, hijo mío?"
Snape no le respondió, simplemente se levantó y comenzó a desabotonarse el puño de la camisa y sin una palabra dejó su antebrazo izquierdo a la vista, para que el director pudiera verlo. Los ojos de Albus se abrieron por la sorpresa, dividido entre la alegría y el temor ante lo que significaba lo que estaba viendo, o mejor aún lo que no estaba viendo, porque en aquel antebrazo no había marca alguna.
-"Soy libre" – dijo aquel nuevo Severus perforándole con la mirada –"él sabía que estaría bajo su control hasta que me pidiera algo que no pudiera hacer. Ha estado probándome, tanteándome durante años, buscando cuáles eran mis límites. Llegó a creer que no los tenía, llegué a creer que no los tenía" – Snape sonrió, era una sonrisa torcida, demencial –"Hasta que quiso quitarme lo único que no podía dar. Podría haberle dado mi vida. Podría haberte dado mi vida!." – Snape casi gritó esas últimas palabras y por un momento Albus retrocedió, pero él no le siguió, simplemente volvió a sentarse en el sillón y su mirada volvió a perderse poco a poco –"Soy libre" – repitió en un susurro –"libre de él ... y libre de ti ... pero ahora ... por estas manos... ella también es libre de mí ".
Tendida sobre la cama, Ginny refunfuñaba como un gato y echaba tremendas miradas de odio a las camas vacías de sus compañeras de habitación. Una vez más, estaba sola en aquella habitación mientras ellas estarían en quién sabe qué lugar oscuro de la torre de astronomía, y lo más irónico de todo es que todo el colegio creía que precisamente ella conocería mejor que nadie los rincones oscuros de aquella maldita torre. Todo el día colgada de Harry y Ron tenía esa consecuencia, cuando la verdad era que precisamente las chicas que menos se dejaban ver con chicos eran las que tenían más éxito.
De alguna forma, al igual que le había ocurrido a Hermione antes que ella, parecía que llevaba un cartel luminoso a la espalda que gritaba "Propiedad Privada, no te acerques o te las verás con Potter y los Weasleys", lo más parecido a una cita que había tenido en los años que llevaba en Hogwarts era su cita con Neville para el baile del Torneo de los Tres Magos¡Neville Longbottom, Morgana Santa ¡que frustrante era todo aquello!
Pero de una forma u otra su situación cambiaría a partir de esa noche. Con Harry y Ron en la Academia de Aurores el año siguiente, ella por primera vez en no se sabe cuántos años, sería la única Weasley en Hogwarts. Sin un montón de perros guardianes a su alrededor, su vida sentimental ¿mejoraría o empeoraría?
Cerró los ojos y arrugó la nariz, sin duda un año lejos de cualquiera de sus sobreprotectores hermanos sería un cambio agradable, sólo que, al igual que Ron, Harry también desaparecería de su vida. Harry... Suspiró... Harry... ¿Harry?
Abrió los ojos de golpe, habría jurado que había notado algo rozando su pierna. Se sentó en la cama, mirando hacia todos lados en la desierta habitación. Nadie. ¿Nadie? De nuevo el roce sobre su pierna y, de improviso un peso invisible sobre ella, forzándola a que se volviera a recostar.
Por alguna razón, Ginny no sintió miedo: su héroe invisible había aparecido de nuevo.
La copa dorada se extrelló contra la pared de piedra con un sonido metálico, lanzando su rojizo contenido al aire. Bellatrix se acercó instintivamente a Lucius buscando una protección ante la cólera de su Amo. Lucius en cambio se apartó de ella, fuera lo que fuera lo que había provocado semejante cólera no quería estar cerca del culpable, fuera quién fuese.
Bellatrix lo miró con odio, recordándole con aquella mirada la clase de cobarde que era y, dado que no había nadie más con las suficientes agallas en aquella habitación, reunió el valor para acercarse, toda humildad y propósitos tranquilizadores a la figura reptiliana que se retorcía sobre su trono.
-"¿Mi Señor?" – susurró Bellatrix mientras se acercaba, su cuerpo preparado para el dolor que, sin duda iba a recibir muy pronto –"Mi Señor¿qué os ocurre?"
Voldemort bajo la cabeza para mirar a la mujer que se acercaba temblorosa, y al hombre rubio que se parapetaba tras las columnas de mármol, lo más lejos posible de ellos. Sintió su cólera crecer, su mejor hombre estaba allí, dejando que otros libraran las batallas, y de nuevo no pudo más que reprochar a su ancestro al no haber escogido un poquito más de valor como la norma de su Casa. La ambición era una gran cualidad sin duda, pero se necesitaba algo más para poder conseguir sus metas. Dejo de mirar a Lucius para fijar de nuevo la mirada en la mujer, al menos alguien en aquella habitación era todo un hombre.
Alzó un dedo y trazó el contorno del hermoso rostro de la mujer, podría haber sido una caricia pero podía ver claramente la marca que sus uñas dejaban allí por dónde pasaban. Bellatrix no cambio ni por instante la expresión de su rostro, aguantando el dolor casi tan estoicamente como lo habría hecho Snape y por ello quiso recompensarla
-"Mi querida Bellatrix, tranquilízate, tu Señor sólo esta molesto"
-"Puedo osar preguntar cuál es la causa de esa molestia, mi Señor" – susurró ella, un poco más confiada ahora que sabía que la ira de Voldemort no tenía nada que ver con ella.
Voldemort volvió a sentarse en su trono y Bellatrix se apresuró a recuperar la copa y rellenarla para él.
-"He cometido un error"
-"Pero eso es imposible mi Señor " – un mirada cortante de Voldemort y Lucius calló al instante
-"He subestimado a mi enemigo, y por ello ha quedado libre"
-"¿Mi Señor¿De qué enemigo habláis?" – se atrevió a preguntar Bellatrix sentada ahora a los pies del trono. Voldemort la miró y sonrió, quería dejar muy claro quién tenía su favor en aquella habitación
-"Snape ha quedado libre de la Marca Tenebrosa"
-"Entonces debemos matar a ese traidor inmediatamente" – el dedo se alargó y volvió a acariciarla
-"Aún no estoy muy seguro de quien fue el traidor, si él o yo Bellatrix." – levantó la mirada para fijarla en Lucius –" Pero nadie levantará su varita contra él. Snape está muy por encima de cualquiera de vosotros, un ataque sólo lo haría más fuerte. No quiero que hagáis nada, dejad las cosas tal y como están. Snape recibirá su castigo a su debido tiempo. Me haya traicionado o no, su poder siempre será una amenaza para mí"
Dedos invisibles subían lentamente por sus piernas, trazando extraños arabescos que no hacían más que volverla loca. Podía notar una respiración en su cuello, aire caliente abrasando su garganta a intervalos cada vez más rápidos, y Ginny no pudo aguantar el gemido por más tiempo.
Como si fuera una señal, dejó de sentir el aliento junto a su cuello para pasar a sentir húmedos besos sobre sus hombros mientras una de las manos abandonaba su pierna para tirar de la tela de su camisón, haciendo que el escote se abriera más dejando más piel expuesta a aquella lengua invisible.
-"Mmmm ... Harry..." – gimió ella una vez más
Su amante invisible se quedó quieto por un momento, helado, y ella abrió de nuevo los ojos tratando de ver aquellos ojos verdes que conocía tan bien. Alzó una mano, quería quitarle la capa pero sólo tropezó con un torso invisible.
El le cogió la mano por la muñeca, quizás demasiado fuertemente pero Ginny ni siquiera tuvo tiempo de protestar, de nuevo se abalanzó sobre ella, pero esta vez se apoderó de su boca. Fue un beso duro, demandando obediencia. Fácilmente la obligó a abrir los labios y su lengua la invadió, ella tan sólo se dejó llevar, dejó que él la dominara mientras cerraba los ojos y dejaba que sus dedos se enredaran en los cabellos que tenía sobre ella.
Probablemente debió notar que no llevaba ninguna capa sobre la cabeza. Probablemente debió notar que los cabellos que aferraba eran más cortos que los de Harry. Probablemente debió notar que los gemidos que escuchaba eran más aterciopelados que la voz de Harry. Probablemente debió notar muchas cosas, pero lo único que era capaz de percibir era aquella mano invisible entre sus piernas y lo mojadas que sentía de pronto las bragas que la cubrían.
-"Ginevra... – gimió una voz aterciopelada en su oído
La mano se cerró en un puño, retorciendo la tela mojada y, mientras su lengua trazaba lentamente su labio inferior, fue bajando la mano lentamente. Sin dudarlo, sin pensarlo, ella levantó las caderas para que aquella molesta pieza de tela quedara totalmente descartada y lo más lejos posible de ella y su héroe.
-"Gin..." – volvió a escuchar mientras notaba aquella boca de nuevo justo al borde de su escote, amenazando con rasgar la tela en cualquier momento – "...Gin..."
-"¿Ginny?...Ginny¿estás bien?... estás haciendo unos ruidos muy raros" – aquella voz era conocida, y desde luego bastante diferente a la que hasta hace un momento estaba escuchando. Ginny Weasley abrió los ojos para encontrarse con una de sus compañeras de cuarto, mirándola con expresión preocupada mientras sujetaba las cortinas de su cama con una mano.
-"Si, Ellis, no te preocupes, debió de ser un sueño" – la chica asintió y dejó caer la cortina.
Un sueño si, se repitió Ginny, debió de ser eso. Pero entonces¿qué hacían sus bragas al pie de la cama?
-"La Joven Ama tiene que tomar la poción, sino el Amo se enfadará con Hugo" – lloriqueó el pequeño elfo. Pero Hermione hacia tiempo que había perdido la paciencia, y el hecho de que la garganta le ardiera no ayudaba nada a las ganas que tenía de gritar.
En un arrebato le arrebató al elfo la botellita y se la bebió de un trago. Sabía a rayos, debía de tener algún tipo de escamas de dragón entre sus ingredientes, sin embargo su garganta se alivió lo suficiente para que el dolor la dejara pensar.
Recordaba algo de lo había ocurrido, pero no era capaz de unir las piezas del rompecabezas: algo había poseído a Severus por un tiempo, y ese algo había querido acabar con ella, tenía la señal de los largos dedos de su marido marcados en su garganta como prueba. Luego todo se había vuelto negro, habría perdido la conciencia sin duda, y lo único que recordaba a partir de allí es que Severus la estaba besando.
Después él la había mirado como si hubiese cometido un pecado mortal y se había ido corriendo. Ahora todo le daba vueltas y lo único que quería era que Hugo se mantuviera en silencio durante ¡cinco malditos minutos!
Escuchó la puerta de la mazmorra abrirse y una sombra pasar ante la puerta del dormitorio.
-"Severus" – graznó Hermione, haciendo trizas de nuevo su recién recuperada garganta, pero no le importó – " Severus!" – llamó de nuevo. Tenía la horrible sensación de que o lo veía ahora o no lo volvería a ver jamás.
Como un condenado, Snape se arrastró hacia el dormitorio. No tenía fuerzas para enfrentarse a ella, lo único que quería hacer era huir, por nada del mundo quería ver aquellos ojos. Y sin embargo, aquella voz áspera llamándole con la fuerza de un susurro fue más poderosa que un Imperius.
Se presentó ante ella como el condenado que era esperando el veredicto de culpable ante el tribunal.
-"Severus¿estás bien¿no te ha ocurrido nada?"
El la miró. Estaba sentada en la cama, con una mano protegiéndose la garganta, aún así podía ver perfectamente la marca que sus dedos habían hecho al estrangularla y sin embargo, no había ni una gota de rechazo, de reproche en ella. Sólo preocupación. Preocupación por él. Mi esposa. Llevaba toda la vida esperando que alguien le mirara así, que alguien se preocupara simplemente por él, por cómo estaba no por lo que hubiera hecho, no por poder seguir sacando algún provecho de él.
Sin una palabra, Snape avanzó y calló de rodillas ante ella. Después la abrazó, hundiendo la cabeza en su regazo, luchando a duras penas contra las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos. Se quedó allí llorando en silencio, desahogando por la fin la tensión . Mi esposa
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