Disclaimer: Naruto y todos sus personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, escribo esto sin fines de lucro.
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Notas de la autora: Fic escrito para el evento Colaboración Artista-Ficker (CAF) organizado por el grupo de Facebook "Club de Lectura de Fabfiction". Este evento trata de que fickers y artistas colaboren para tener un fic con portada, un mino cómic o lo que surja de las ideas de ambos. En esta ocasión, los fickers proponían ideas que les gustaría escribir y los artistas tomaban las ideas que más les llamaran la atención. La artista que aceptó mi idea es Andrecatt45, la pueden encontrar en Instagram. El arte que hace es precioso, por favor, déjenle lindos comentarios, la portada que hizo para este fic está preciosa, ¿no creen lo mismo?
Nota 2: Este fic constará de aproximadamente doce capítulos, los cuales ya están planeados y en desarrollo, así que no se preocupen por quedarse a la mitad del fic por el hiatus, además, Andrecatt45 va a estar haciendo algunas ilustraciones a lo largo de los capítulos, así que no pueden perderse esta serie.
Nota 3: Este longfic surgió gracias a un evento del grupo, en el cual escribí un drabble con el mismo nombre que da un contexto muy corto del universo en el que se desarrolla este fic.
Nota 4: XD volvió la Chise de las notas largas. No los canso más y lean tranquilos.
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Las luces del amor
Capítulo 1: Un mundo distópico
Naruto corría desesperadamente por las calles destruidas de su ciudad. Estaba huyendo de una de las peores pandillas del sector. No podía darse el lujo de que lo atraparan y que le quitaran todo el botín que tanto le había costado conseguir. Tenía que ingeniar un plan que le permitiera escapar sin tener la necesidad de enfrentarse a ellos. Los conocía demasiado bien, en muchas ocasiones había logrado burlarlos, pero poco a poco se quedaba sin ideas. Analizó su entorno tratando de buscar algo que lo pudiese ayudar y por fin logró divisar lo que lo salvaría por esa ocasión.
Llegó hacia la parte inferior de un puente de madera improvisado que conectaba dos casas. Con un movimiento rápido y certero empuñó la lanza que siempre llevaba en su espalda y golpeó con fuerza una viga que estaba un tanto carcomida por las lluvias y el paso del tiempo. La estructura inicialmente tambaleó y Naruto aprovechó la oportunidad para deslizarse a toda velocidad a la par que la construcción apenas sostenida por el pedazo de madera astillada se iba derrumbando. Se salvó de milagro, o al menos eso pensó cuando vio a la pandilla quedarse atrás de los escombros. Giró a sabiendas que no lo perseguían. Así podía llegar a su escondite sin revelarlo al enemigo, sin embargo, en cuanto hizo el giro, chocó contra un cuerpo rígido. El muchacho cayó estrepitosamente debido al impacto y enseguida se dio cuenta de lo ingenuo que había sido en esa ocasión.
—¿A dónde tan a prisa? —Una voz grave y profunda resonó en los oídos de Naruto. —. Supongo que lo que llevas en la mochila es importante ¿no?
—No tengo tiempo para discutir contigo, Kisame. —Naruto empezó a examinar sus posibles rutas de escape a la vez que prestaba atención a su entorno.
Kisame era el líder de una de las tantas pandillas que pululaban en toda la ciudad y por lo que sabía, estaba tratando de expandir su territorio engullendo a los grupos que con el tiempo se habían creado haciendo promesas vacías de compartir absolutamente todo lo robado. Era cooperar con ellos o desaparecer en medio de actos violentos.
Naruto alzó la mirada para encontrarse de lleno con los ojos pequeños pero atemorizantes del líder y comprendió las razones por las que mucha gente había decidido unirse a su causa. El aspecto del vándalo era intimidante: Su pìel era de un color grisáceo, como si estuviese enfermo de algo y debajo de cada ojo llevaba tres tatuajes que simulaban las marcas de las branquias de un tiburón, a eso había que sumarle la gran estatura y el cuerpo musculoso. Una persona que valorara su vida no tendría las agallas de enfrentarlo en una pelea.
—¿En serio? Pues ya sabes lo que debes hacer si quieres que te deje ir. Debes pagar el importe a la movilidad —dijo el rufián entre risas mientras se acercaba al joven. —. ¿No te enseñaron a respetar a la autoridad?
— Yo no respeto a vándalos que se dedican a robar a los demás ¿No te enseñaron a trabajar?
Naruto, pese a ser solamente un niño, se negaba a verse obligado a hacer pactos con ese tipo de gente que solamente utilizaba el miedo para conseguir poder y autoridad.
En medio de la pequeña discusión, el joven trataba de encontrar alguna abertura para escapar, sin embargo ya era demasiado tarde, los pocos segundos que había perdido fueron suficientes para verse rodeado nuevamente. Naruto trató de pensar mientras Deidara, Kakuzu, Sasori y Hidan, los subordinados de Kisame, se iban aproximando lentamente. Los reconocía a todos ya que llevaban amarrados unas telas de color negro en la frente con algo que simulaba ser una nube roja en el centro de la bandana. En otras ocasiones ya los había enfrentado y siempre había salido victorioso, pero esta vez era diferente, estaban todos rodeándolo ¿no tenían nada mejor que hacer que tratar de intimidarlo? Estaba perdido, tendría que pelear contra ellos sabiendo que no tendría posibilidad alguna de victoria. Prefería morir en batalla antes de darles de buenas maneras lo que con tanto esfuerzo había logrado ganar. Naruto adoptó una posición de pelea y tragó un poco de saliva. La adrenalina empezó a recorrer todo su cuerpo y cuando los pandilleros estuvieron a punto de llegar hacia él, una explosión cercana fungió como distracción, la cual el rubio aprovechó para escapar.
—¡Naruto! por aquí. — Un joven de cabellos negros, tez blanca y complexión delgada hizo su aparición dentrás de una pared.
—¡Shikamaru! — exclamó Naruto en cuanto lo reconoció y corrió hacia él.
Corrieron a todo lo que sus juveniles pìernas les permitieron, esquivando postes caídos y vehículos que bloqueaban el paso. Dieron varias vueltas para tratar de confundir al enemigo, y cuando estuvieron seguros de que ya no eran perseguidos, por fin pudieron retomar el camino hacia su refugio.
A su paso se podía divisar el desgaste de las viviendas debido al abandono y a los múltiples accidentes que se habían producido al inicio de la pandemia. Naruto miró a su alrededor con tristeza y divisó el resultado de la destrucción humana. Sin leyes, las calles se convirtieron en botaderos en donde se podía encontrar desde basura hasta cuerpos de animales y humanos que no habían logrado sobrevivir a los tristes tiempos que se posaban sobre el mundo.
Naruto suspiró abatido, después de todo, cuatro años no eran suficientes para borrar de su memoria el recuerdo de días mejores.
Tras unos minutos de caminata, por fin llegaron a un edificio semidestruido. Al parecer, todas las ventanas y puertas parecían estar bloqueadas por pilas y pilas de escombros, es decir, estaba inhabitable, claro, eso solamente para la vista ignorante de los de afuera. Se acercaron con cautela, procurando mirar atentamente si no había alguien espiándolos y cuando creyeron que era seguro, se agacharon lo suficiente para pasar por debajo de un camión que había chocado contra una de las paredes del recinto.
Se arrastraron por debajo del camión hasta llegar a una grieta bajo este, subieron por allí para encontrarse dentro del cajón del vehículo, que en realidad llevaba hacia la entrada principal de su refugio.
Se encaminaron hacia una puerta pequeña que el mismo Naruto había fabricado años atrás cuando junto a su nuevo tutor, encontraron el lugar.
Shikamaru golpeó la puerta, primero dio dos golpes lentos, pausó y tocó tres veces rápidamente. Tras algunos segundos las maderas chirriaron dejando al descubierto una estancia amplia. Saludaron con un choque de manos con un niño un poco pasado de peso y de cabellos rojizos quien les había abierto.
—¿Por qué demoraron tanto? —Una voz adulta pero amable se hizo presente desde un rincón oscuro.
—Tuvimos algunas dificultades. —rio Naruto sobándose la nuca con la palma de su mano derecha.
—¿Otra vez los pandilleros de Kisame? —interrogó la misma voz.
—Si —Naruto suspiró cansado. —. Al menos no tuve que lidiar con el repugnante grupo de Kabuto.
Shikamaru se retiró. No le gustaba alardear de sus logros, así que pensó que no tenía nada más que hacer.
—¿A dónde vas? — Una figura alta y delgada apareció desde las sombras. La mitad de su rostro se encontraba cubierto por algunas telas viejas y un cabello blanco resaltaba entre la negrura de sus ropajes desgastados. —Ten, es necesario mantenerse hidratados. No podemos darnos el lujo de descuidar nuestra salud. —Le extendió una pequeña botella transparente a Shikamaru y después otra a Naruto. —Tu también la necesitas. Hiciste un buen trabajo.
—Muchas gracias, profesor Kakashi —Naruto esbozó una sonrisa sincera a su vez que le extendía la mochila que tanto había cuidado. —, este es el botín que pude conseguir.
—Muchas gracias —Kakashi alborotó el cabello rubio del muchacho con la palma de su mano en un gesto paternal. —. Ahora ve… Puedes ir a descansar, sé que hacer estas trayectorias es demasiado para un pequeño.
—¡Ya no soy un niño! —reclamó sentidamente mientras trataba de acomodar un poco su cabello sucio.
—Aún tienes trece años, sigues siendo un niño aunque tuviste que madurar demasiado pronto por culpa de esta maldita pandemia —El único ojo visible de Kakashi se tornó triste. —. Ve Naruto, yo seguiré haciéndome cargo de lo demás.
El joven asintió. No le gustaba admitirlo, pero Kakashi tenía razón. El estado actual del mundo los había orillado a desarrollarse más pronto para evitar ser víctimas de gente sin escrúpulos.
La puerta fue golpeada nuevamente y Kakashi acudió esta vez.
—Puedes retirarte, Choji. Yo me hago cargo de aquí en adelante. —se dirigió al joven que había estado al cuidado de la puerta hasta ese entonces.
—Muchas gracias, profesor Kakashi.
El joven estuvo a punto de retirarse, pero al momento en que Kakashi abrió la puerta, las voces temblorosas de sus amigos se hicieron presentes.
—Fue terrible. Tengo ganas de vomitar. —dijo uno de los muchachos que acababan de llegar. Estaba mucho más delgado que los demás, su cabello negro, lacio y graso caía un tanto largo hasta un poco más abajo de sus orejas sin llegar del todo hasta los hombros. Su vestimenta constaba de varias prendas viejas de distintos tonos de verde.
—¿Qué sucedió? —Kakashi examinó superficialmente al joven tratando de encontrar alguna herida, pero al ver que no respondía, se dirigió al otro muchacho. —¿Le pasó algo a Lee? —El otro chico, a pesar de no estar tan afectado como el primero, aún estaba dudoso si hablar o no. El revuelo llamó la atención de los demás habitantes del lugar y se fueron agrupando para saber qué pasaba. —¡Responde, Neiji!
—Kabuto… ese miserable. —Neiji respondió con evidente furia. Se podría decir que entre todos los chicos del lugar, era el mayor. Su cabello largo y castaño recogido en una media cola era su rasgo más distintivo, además de que trataba siempre de llevar prendas de colores claros para que si en algún momento le sucediera algo, pudiera ser reconocido sin dificultad.
—Las luces... —Lee gimió mientras su rostro expresaba que los eventos que habían presenciado, lo habían afectado sobremanera. No pudo seguir hablando.
—Encontramos la base de Kabuto. Nos infiltramos sin que nadie nos vea —Neiji decidió que lo mejor sería contarles a los demás lo que ocurría, quizás así podía mantener a salvo a sus compañeros. —Al parecer, su grupo logró encontrar a una pareja infectada con el virus y los soltaron en una especie de ring —Hizo una pausa antes de seguir hablando. —. Se destrozaron por completo en apenas minutos. Eran tan jóvenes. —Apretó el puño en un gesto de impotencia.
Un silencio denso se posó sobre la estancia durante algunos minutos. Los niños y jóvenes reunidos ahí solamente se limitaron a mirarse unos a otros mientras la incomodidad se dibujaba en sus rostros.
—Las luces que salían de sus ojos eran hermosas — Lee rompió el silencio mientras unas gruesas lágrimas caían por su rostro. —. Es tan frustrante que algo tan bello solamente signifique muerte y destrucción.
Sus camaradas corrieron a abrazarlo. Comprendían que lo que había presenciado no era fácil de digerir y a la vez recordaron los sucesos de hace cuatro años, cuando todo el mundo dejó de ser lo que era y se vieron sumergidos en una etapa de completo caos.
Pasado el episodio de esa tarde, los jóvenes se quedaron reunidos en los pasillos de la planta baja, que era la parte más segura de la edificación.
Antiguamente el edificio de cuatro o cinco plantas habría sido la sede de una pequeña empresa que aspiraba a seguir creciendo. Tenía varias oficinas a ambos lados de la estructura y quedaba un pasillo central que permitía el acceso a todas ellas. Prendieron una pequeña fogata a la mitad del pasillo para resguardarse del frío de la noche que se aproximaba.
Nadie tenía el valor de decir nada después de los sucesos de la tarde hasta que una voz firme interrumpió nuevamente el silencio.
—Aún no logro entenderlo. ¿Es necesario que hombres y mujeres estemos separados?
—Sai ¿estás hablando en serio? —Naruto lo confrontó.
Sai era menor que Neiji solamente por algunos meses. Cuando había llegado al refugio todos pensaron que moriría porque estaba demasiado pálido y delgado, sin embargo, muy pronto se dieron cuenta de que la tonalidad insípida de su piel era natural.
—Solamente digo que podríamos estar más seguros o seríamos más fuertes si nos juntamos con el otro grupo. —rebatió el joven.
Naruto se levantó de su lugar para encarar a su compañero.
—¿Eres idiota? no podemos darnos el lujo de estar con ellas ¿Sabes el peligro al que nos exponemos si alguno de nosotros se llega a enamorar?
—¿Qué está pasando aquí? — La voz firme del adulto hizo que la reciente discusión se terminara.
—Nada, no sucede nada. —Sai estaba alterado, pero por alguna razón decidió dejar el asunto ahí y se dispuso a apartarse del grupo.
—Espero que no me estés escondiendo nada —dijo Kakashi en el momento que el joven pasaba por su lado.
Sai simplemente se limitó a mirarlo y siguió su camino hacia el otro extremo del pasillo.
—¿De qué hablaban? y no quiero mentiras.
—Sai piensa que podríamos ser más fuertes y correríamos menos peligro al juntarnos con el grupo de mujeres. —Shikamaru solía ser el más reservado del grupo, sin embargo, no dudaba en hablar con la verdad cuando era necesario.
—En parte tiene razón, podríamos estar más seguros así.
—Pero profesor —se quejó Naruto. —, ¿eso no aumentaría el riesgo de que alguno de nosotros podamos contraer el virus?
—Si, es muy probable, pero tengan en cuenta que el amor es una cosa extraña que no discrimina género, color de piel o clase social, así que tampoco podemos decir que estemos cien por ciento a salvo.
Los muchachos guardaron silencio, después de todo, lo que les había dicho Kakashi era verdad. No podían asegurar nada aún.
—Pero la posibilidad es muy baja ¿no? — dijo un muchacho de cabello cobrizo claro que hasta ese momento no había hablado.
—Si. Es por eso que estamos mejor de la manera en la que estamos, ¿o tienes alguna duda, Gaara?
El muchacho movió la cabeza negando.
—Entonces aquí termina este tema. Kiba y Choji, vengan conmigo para repartir las raciones de comida. Naruto, Gaara y Neiji se encargarán de vigilar la parte de atrás del edificio. — Después de dar las órdenes pertinentes dirigió su vista hacia el final del pasillo para después murmurar. —Shikamaru y Lee, vigilen a Sai. Siento que hay algo que está ocultando.
Kakashi se alejó junto a los dos jóvenes mientras recordaba que un par de veces el walkie talkie que usaba para mantenerse en contacto con el otro refugio había desaparecido por algunos minutos para después encontrarlo en el lugar de siempre, curiosamente Sai, en las dos ocasiones, se encontraba cerca ¿Era quizás aliado de Kisame? no, seguramente si ese hubiese sido el caso, ya los hubiesen rodeado hace años. Le atemorizó pensar que quizás sería un espía de Kabuto y esperaba el momento idóneo para conseguir información del campamento de chicas y atacar en un solo golpe.
Le pareció repugnante. ¿Cómo podía existir gente que se divirtiera viendo como dos personas enamoradas se despedazaban en un ring por culpa de un maldito virus?
—Las luces del amor. — Susurró Naruto mientras miraba hacia afuera por una pequeña grieta dejada a propósito en las ventanas.
—¿Las ves? — preguntó Gaara. —¿Dónde? — Miró por el tramo de grieta que le pertenecía.
—Solamente recordaba.
Neiji asintió.
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Un nuevo día empezaba. El sol todavía no alcanzaba a iluminar todo, pero los matices celestes comenzaban a pintarse en el cielo.
Kiba, Gaara, Sai y Choji eran los designados para hacer exploración ese día. Estaban cargando sus mochilas y equipando algunas armas para defenderse por si llegaban a encontrarse con las pandillas cuando Naruto llegó a la fila acomodando sus prendas de vestir.
—Hoy no te toca salir. —lo reprendió Kakashi.
—Pero quiero ir. Es muy aburrido quedarse aquí. No tengo nada que hacer.
Naruto era diferente a todos los niños de su edad. Su ánimo parecía no decaer nunca y su sed de aventuras parecía no tener fin. A Kakashi le sorprendía que no quisiese quedarse en el refugio jugando a las peleas con sus demás compañeros, además, había muchas cosas que hacer en el lugar, como cuidar los sembríos o filtrar agua para potabilizarla, pero tenía que admitir que el chico siempre traía cosas útiles cada vez que salía, así que dejó que se marchara.
Esa mañana Kakashi se dedicó a reforzar la seguridad del escondite con la ayuda de Shikamaru quien tenía unas habilidades envidiables en cuanto a crear mecanismos, también tenía una destreza increíble para crear bombas caseras que hasta el momento habían sido de mucha utilidad para distraer al enemigo.
Estaban los dos, trepados en la parte alta de los escombros tratando de encontrar alguna apertura que se pudiera haber generado por las constantes lluvias cuando divisaron a un joven de cabello negro tambalearse y caer estrepitosamente en la mitad de la calle.
Shikamaru miró al adulto con preocupación y Kakashi solamente asintió.
Bajaron a la máxima velocidad que les permitía el terreno y Kakashi por fin llegó hacia el joven. Lo examinó con cuidado y dedujo que solamente se encontraba inconsciente. Lo tomó en brazos y pudo mirarle el rostro. El joven no pasaría de los catorce años y observó con tristeza las distintas heridas sobre su piel las cuales parecían estar todavía frescas. Kakashi llevó al muchacho hacia dentro del refugio con la ayuda de Shikamaru que se había quedado cuidando el agujero bajo el camión.
—¿Estará bien? —preguntó Shikamaru.
—No lo sé. Mientras tanto, le curaremos las heridas.
Continuará
Muchas gracias por llegar hasta aquí y comerse todas las notas de autor iniciales. Les recuerdo que tengo página de facebook "Chisheccid Fanfics" en donde pueden hacerme pedidos además de tener adelantos de nuevos proyectos en los que me voy metiendo y les hago consultas sobre qué es lo siguiente que debería publicar. También acepto donaciones mediante .
Un abrazo a todos y suerte!
