Clark llegó pronto al Kalahari. Estaba nervioso por encontrarse con aquella mujer, inflexible y dulce al mismo tiempo. Por un lado inaccesible pero por el otro tan cómplice, tan interesante en cualquier caso… Susan Storm era una mujer muy carismática. Decidió esperar en la barra mientras tomaba una copa y ojeaba el periódico local. Se notaba que el lugar era muy exclusivo, Nueva York cuidaba bien de sus héroes: blues y jazz en vivo al piano con las jóvenes promesas de la gran manzana, servicio impecable y decoración a media luz en verdes botella, dorado y Burdeos. El Kalahari se encontraba en lo alto de un rascacielos y sólo se podía acceder con invitación o siendo cliente habitual. Un lugar excelente para que cualquier figura pública se sintiera a gusto y con su intimidad protegida.
Levantó la cabeza del periódico y se dio cuenta de que la chica que se sentaba a su lado era nada menos que Natalie Portman. Le había encantado verla de Reina Amidala y soñaba con poder entrevistarla algún día pero hasta ahora Perry le tenía relegado a la sección de tráfico. La de Susan era su primera entrevista importante a un personaje público que no estuviera relacionado con impuestos, leyes y politiqueo. La actriz tenía desparramadas sobre la barra una gran cantidad de revistas que había ido desplazando hacia el borde, dejando algunas a punto de caer al suelo.
- Discúlpeme … Se le van a caer las revistas – Con cuidado las apartó del borde y las reagrupó
- Gracias, ni me daba cuenta
- ¿Le han hecho esperar mucho?
- Un poco…Mi entrevistador está siendo un poco impuntual
- Yo también tengo una entrevista
- ¿Con algún periodista conocido?
- No, bueno, yo soy el entrevistador… Trabajo para el Daily Planet, de Metrópolis
- Me encanta el Planet. Si no se presentan nuestros interlocutores me puedes hacer la entrevista a mí – Natalie tenía una sonrisa abierta y sincera, muy natural
- Eso sería increíble, señorita Portman
De repente se acercó uno de los camareros e informó a Clark en voz baja de que la señorita Susan Storm le esperaba en su reservado. Él asintió
- Me temo que tendrá que ser en otra ocasión
- Bueno, aquí está el teléfono de mi agente…
- Gracias. Espero que su espera sea corta
Llamó a la puerta del reservado y casi se cae de espaldas cuando, en apenas décimas de segundo, le abrió Susan Storm en persona, tan guapa que quitaba el aliento, espectacular de arriba abajo. Su ropa era elegante pero sobria y sin embargo no tenía nada que envidiar a las actrices y modelos que frecuentaban el local. Ella se le quedó mirando, parecía nerviosa mientras esperaba a que él dijera algo. Clark la tenía a pocos centímetros, con aquellos ojos profundos clavados en los suyos. Le había dejado sin palabras.
- Está usted… Tan bonita que… - lo dijo en apenas un susurro, que se desvaneció, como si fuera inútil intentar seguir traduciendo aquella impresión
- ¿Quiere pasar?
Clark asintió con la cabeza. Al entrar en el reservado escogió para sentarse un sillón de cuero en forma de "L" y ordenó sobre la mesa el periódico y los papeles que traía.
- ¿Qué te gusta? – dijo ella mientras trasteaba en la barra de bar
- ¿Perdona?
Para beber. Aquí solemos tratar asuntos de alta seguridad y ni siquiera los camareros tienen acceso. Dime lo que quieres… Que yo te lo pongo
- Recomiéndame algo
- ¿Ron blanco y licor de coco?
- Suena bien
Sue llenó dos copas y se sentó en el sillón. Aquí no llegaba el sonido del piano. Clark podía escuchar la respiración irregular de ella y cómo su corazón permanecía intranquilo.
- ¿Has tenido mala experiencia con los medios, verdad?
- Lo cierto es que nunca parecen preocuparse por lo importante – Sue suspiró profundamente, aliviada de que él hubiera roto el hielo con una pregunta neutral - Sólo les interesan las indiscreciones…
- ¿Como cuáles?
- Pues cosas como… Si yo tengo que desnudarme cada vez que me hago invisible o si Johnny quema la ropa cuando se convierte en La Antorcha… Cosas así, que no tienen que ver con la labor que normalmente hacemos en el cuartel…
- ¿Y es cierto?
- ¿El qué?
- Pues eso… Esas cosas… Lo de desnudarte… - lo dijo como para el cuello de su camisa y subió la mirada como si no hubiera roto un plato
Sue se concentró y desapareció de izquierda a derecha, reapareciendo en el mismo sentido. Su ropa era igual de invisible
- ¿Responde esto a tu pregunta? – en su cara lucía una sonrisa pícara y llena de seguridad, presumía de sus poderes delante de él
- Completamente
- Bueno, teniendo en cuenta que esto no es una entrevista, porque no lo es, ignoraré tu última indiscreción
- ¿He sido muy indiscreto?
- Bastante, como cuando has llamado al cuartel mencionando lo del patinaje… La verdad es que me extrañó mucho que me reconocieras…
- Es que tengo una mirada muy penetrante
- Ya. – ella le miró con actitud de pararle los pies – Supongo que eso te será muy útil en tu profesión
- La verdad es que sí. Pero si mi profesión te molesta, mentiré y me haré pasar por jardinero o algo así. No perdería la rosa sus virtudes porque se hiciera llamar de otra manera¿no?
Sue reconoció la cita al instante y se le iluminó la sonrisa Adoraba a Shakespeare, el punto débil de tantos actores y actrices a lo largo de los tiempos.
Clark se sonrió. Susan podía ser una supercientífica y una superheroína a ojos vista pero debajo de su piel había una mujer de carne y hueso, sensible a los piropos y al romanticismo. Ella se puso seria y fue directamente a la cuestión
- Clark, siento no poder darte lo que quieres, pero si te concediera la entrevista tendríamos que hablar con todos los medios a partir de entonces, para no favorecer a ninguno, y esto consumiría nuestro tiempo… Nos desviaría de nuestros quehaceres importantes…
- ¿Cómo sabes que lo que quiero es una entrevista? – Clark la miraba intensamente
- ¿Qué es lo que quieres entonces? – ella le devolvió la mirada y contuvo el aliento
Al cabo de un momento él rompió la tensión con una sonrisa
- Me conformo con que me lleves a dar una vuelta por la ciudad. Ya que estoy aquí… Así no pierdo el viaje. Nunca había estado en Nueva York
- Ya sé que es muy típico pero¿has visitado el Empire State?
- ¿También tienes pase VIP?
- No pero¿quién puede pasar más desapercibido que la Chica Invisible?
Mientras subían en el interminable ascensor hasta el último piso, Clark la protegía con su cuerpo contra la esquina, evitando así que los demás visitantes pudieran empujarla. Cuando se abrieron las puertas la abrazó con cuidado y la acompañó al mirador. Era difícil andar junto a ella. Tenía miedo de tropezarse o empujarla, era complicado imaginarse dónde estaba en cada momento.
- Ya me imagino tu titular – reía ella – "Romántica cita con Susan Storm en lo alto del Empire State"
- ¿No me creerás capaz? – él fingía sentirse insultado por semejante acusación - ¿Piensas que soy una especie de pirata Drake del sensacionalismo¿que voy al abordaje de barcos a la deriva para asaltar sus tesoros y llevarlos hasta mi metrópoli? – mientras hablaba, Clark estaba pendiente del resto de visitantes y de permanecer alejado de la multitud. No quería levantar sospechas cuando parecía que hablaba solo.
Sue sonreía divertida aunque él no podía verla
- Hasta "tu Metrópolis"…
- Además… Ese titular sólo podría ser cierto si esto fuera realmente una cita… - sus palabras iban siendo tentativas – Y eso sólo sería posible si tú no estuvieras con nadie… ¿no? – para este momento ya habían llegado a un lugar solitario, al borde del mirador.
Susan esperó un momento que a Clark le pareció más que largo.
- No. No estoy con nadie, Clark
- Me alegro porque…
Aquí él se paró. Ni siquiera sabía exactamente cómo mirar aquél espacio vacío que tenía delante, mucho menos se atrevía a alargar su mano, no fuera que acabara en algún lugar poco apropiado y era incapaz, sobre todo, de lanzarse a besarla sin verla. Desistió con pesar y se volvió hacia la vista nocturna de la ciudad, que a muchos metros por debajo centelleaba como un mosaico de lentejuelas. Se sujetó de la barandilla y pronto notó cómo unas manos pequeñas le agarraban las suyas y le separaban de la barrera, guiándole poco a poco. Sobre su boca, de pronto, sentía el roce de los dulces e invisibles labios de Sue Storm, un beso tímido y cálido que él se encargó de hacer más intenso. Ella llevó el brazo de él por detrás de su incorpórea cintura, para que pudiera estrecharla, mientras él buscaba con la otra mano su mejilla, delicada y transparente, como todo su cuerpo. Cerró los ojos para que la sensación fuera menos extraña y estuvieron enlazados en el sensual abrazo hasta que oyeron la voz del vigilante.
- ¿Eh¿amigo¿está ensayando alguna obra de teatro?
- Mmm, no…- Clark se separó del beso y miró al vigilante mientras sentía una ola de calor subiéndole al rostro
- Usted lo que necesita en buscarse una novia. No vaya a hacer ninguna tontería
Todavía rodeaba a Sue con su brazo. Cuando el vigilante se hubo marchado la atrajo con cuidado hacia sí y le susurró al oído.
- Susan, me desespera no poder verte con lo guapa que estás…
- Clark, este lugar es muy público, demasiado. Está lleno de turistas con cámaras, aunque sean domésticas…
- Entonces llévame a algún lugar donde nadie pueda vernos
- ¿En Nueva York?
- Algún sitio donde pueda mirarte sin tener que contar los minutos… No estoy acostumbrado a salir con mujeres tan famosas – sonrió
- No puedo llevarte al edificio Baxter. Reed no lo permitiría. Tenemos unas medidas de seguridad muy estrictas… Pero podemos quedarnos en casa de Celine, seguro que a ella no le importa.
Sue sacó el móvil y marcó la tecla que tenía el número pregrabado de su amiga.
- Dime Sue
- Oye Celine, necesitaría un sitio donde poder charlar tranquilamente
- ¿No me lo digas¡el tío del patinaje¿a que sí?
- Celine…
- Lo sabía. Sue, ya sabes que no hay problema. Ven cuando quieras. Te di la llave para las emergencias… Incluidas las amorosas… - le tomaba el pelo mientras que Sue se sentía cada vez con más vergüenza
- Bueno, entonces… ¿Sí?
- Sí, no te preocupes. Voy a salir y volveré tarde. O mejor no vuelvo, ya me las apañaré. Ya me cuentas mañana por la mañana
- Gracias Celine. Un beso. Hasta luego
El apartamento de Celine era acogedor y estaba minuciosamente decorado por su propietaria para crear ambiente navideño. Estaba claro que ella se tomaba mucho tiempo en estudiar las revistas de decoración y se fijaba mucho en los detalles. El árbol de navidad presidía el salón con su luz tenue y constante.
- Sue se adelantó y puso un CD de Diana Krall en la minicadena. Ahora ya no tenían que esconderse y Clark no le quitaba ojo a ninguno de sus movimientos.
- ¿Qué te gustaría tomar? – le dijo ella mientras se quitaba la bufanda y el abrigo
- Es la segunda copa que me ofreces hoy… Voy a empezar a pensar que te quieres aprovechar de mí…
- ¿Yo¡Pero bueno!
- De todas formas me afecta poco el alcohol así que tendrías que acabar con las reservas de tu amiga…
- Esto es el colmo, sírvete tú mismo. Yo paso
Sue se sentó en el sofá y cogió enérgicamente una revista femenina que había sobre la mesa, sólo para darse algo que hacer y no estar obligada a prestarle atención. Empezó a pasar las páginas desinteresadamente y con actitud ofendida.
- Oye Susan…
- Es Sue. Lo de Susan es para el pasaporte y esas cosas – le dijo cortante
- Bueno, pues¿qué es lo que quieres tú?
- Sugiéreme
- ¿Qué tal chocolate? Si es que tiene tu amiga…
- Vale
- ¿Seguro que no le molestará que meta las manos en su cocina?
- No, para nada
Clark se puso a buscar y finalmente encontró un paquete de chocolate a la taza detrás de varias cajas de cereales de fibra, barritas energéticas y otros productos dietéticos.
- ¿Eres muy golosa¿te gusta con mucho azúcar?
- Bastante sí. ¿Le echas algo más? – no levantaba la cabeza de la revista pero pasaba las páginas a toda velocidad
- Le echo algo de alcohol si es para trufas pero si no, mejor no. El chocolate ya está bueno de por sí
- ¿Sabes hacer trufas?
Clark le guiñó un ojo
Ahora que él estaba de espaldas, ella podía levantar la vista de la Cosmopolitan y quedarse mirándole. Clark era muy organizado en la cocina y estaba acostumbrado a desenvolverse en ella. Desde que empezó a vivir en Metrópolis hasta ahora había mejorado mucho y conseguía platos muy apañados en un instante, aunque claro, no iba a utilizar la visión calorífica o la supervelocidad delante de Sue. A ella le parecía muy sexy verle removiendo el chocolate, con el delantal de Celine sobre su indumentaria elegante, de pantalón de traje y camisa gris. Qué diferencia con Reed, que los únicos fogones que manejaba eran los del laboratorio. Sue intentó no pensar en ello.
Clark se dejó el delantal y se llevó las tazas. Se sentó junto a ella en el sofá y las dejó sobre la mesa
- Bueno, aquí está, chocolate a la taza al estilo de Metrópolis
Sue parecía ensimismada leyendo algo. Clark le cogió la revista con rapidez y leyó en voz alta:
- "Cómo conseguir que tu primera cita no sea la última". Vaya, vaya
- Trae eso ahora mismo – Sue quería que se la tragase la tierra. Estaba claro que no le iba a devolver la revista
- No te hace falta leer este artículo
- Eres… Un entrometido – fue la primera palabra que se le ocurrió
- Y tú eres una de las mujeres más interesantes que he conocido nunca. Eres preciosa, inteligente, decidida, y además te haces invisible. Jamás dejaría que esta cita fuera la última, no podrás librarte tan fácilmente de mí
Le puso la mano sobre la nuca, como si temiera que en cualquier momento ella pudiera deshacerse como polvo en el aire y la besó sin prisa pero con intensidad, reafirmando el carácter corpóreo de cada célula de su cuerpo. Sue se dejó llevar y puso en aquel beso toda su necesidad de romanticismo. Clark subía la mano por detrás de la cabeza de ella, hundiendo los dedos entre los bucles dorados alrededor del recogido.
- Clark… Se va a enfriar… El chocolate
Él se paró y la liberó de su abrazo, separándose lentamente de ella y sentándose a una distancia prudencial
- Tienes razón. Está mejor caliente
