Sue hizo sonar el móvil de Clark. Él estaba en Central Park haciendo algunas fotos con una nueva cámara digital que había comprado antes de irse. Clark contuvo el aliento

- Dígame

- Soy Sue. Tu amigo congelado me pidió que te llamara

- Ah, sí, el pobre… Qué gran esfuerzo esperar congelado en la calle

- Bueno, pues… ¿qué querías decirme?

- Me gustaría verte

- Ven al edificio Baxter a las siete. Espérame en la entrada, donde los de seguridad. Avísales de que has llegado y yo bajo

- Bien. Ve pensando qué te gustaría hacer…

- Ya tengo un medio plan. Cuando vengas te cuento

Reed no se había quedado tranquilo con lo que había visto por televisión. Llamó al jefe de policía de la ciudad por ver si tenía alguna información extra:

- Ya hemos estado allí, efectivamente no tiene buena pinta

- ¿Crees que podría ser un atentado?

- Lo más seguro. Las condiciones de seguridad del museo no hubieran permitido que dos operarios subieran allí, en horas de apertura, si fuera de otra manera. Me aseguran que el día anterior habían realizado una operación similar y que la estructura estaba impecable

- Eso he pensado yo

- Hemos encontrado los restos de algo que parece un explosivo. Lo están analizando en el laboratorio

- Mantenme informado. Me pasaré más tarde para hablar con los de seguridad.

Reed solicitó por teléfono las cintas de las cámaras de seguridad del Metropolitan. Las estuvo analizando a lo largo de la tarde pero no descubrió nada sospechoso. La actitud de los visitantes parecía la normal. Como era su estilo, Supermán aparecía de la nada y volvía a desaparecer, pero esto no podía considerarse raro. En cambio había un tipo con gafas que había permanecido en el interior del templo durante todo el proceso, mientras que el resto de los visitantes huían despavoridos o miraban al superhéroe. Quizás el instinto llevó al turista a esconderse allí, pese a que estaba justo debajo de las placas desprendidas. Todo lo demás parecía en orden.

A las siete, Clark estaba puntual en el cuartel de los cuatro fantásticos, un edificio antiguo de estilo art decó que había sido adquirido por el propio Richards antes de conseguir sus poderes, como base para sus investigaciones. Le comunicó su presencia al guardia de seguridad, que se puso en contacto con los pisos superiores.

- ¿Señor Richards? Sí, tienen una visita, dice que viene a ver a la señorita Susan. Clark Kent, dice que se llama

- Dígale que suba – Reed tenía curiosidad por conocer al nuevo acompañante de Sue

- Sí, señor – el conserje colgó el intercomunicador – Dice el señor Reeds que puede subir

En realidad, sólo quería que avisaran a Susan…

- Suba y espere arriba. Piso primero

- Está bien

El edificio tenía 9 pisos, siendo los dos últimos los que Reed dedicaba por completo a los experimentos. Los pisos del siete al tres incluían apartamentos para los cuatro miembros. El piso dos se dedicaba a las completas salas de entrenamiento y era el piso primero donde se encontraba la sala principal para reuniones y el espacio donde solían pasar gran parte del día

Salió del ascensor y se encontró en una antesala amplia, que terminaba en dos puertas metalizadas con apertura automática. Bueno, no era un lugar tan seguro como su fortaleza de los polos, pero al menos había un par de puertas antes de meterse hasta la cocina, pensaba Clark. Cuando llegó hasta las puertas, estas se abrieron de repente y ante él apareció Reed Richards, de uniforme

Hola, soy Clark Kent, vengo a buscar a Susan – le tendió la mano, pensando que sería lo más correcto en aquella situación

El doctor Richards parecía no reaccionar. Le miraba como si intentara descifrar algo.

- Usted… Usted es el tipo del Metropolitan

- ¿El Metropolitan?

- Usted es el terrorista

- Oiga, creo que…

Sin que tuviera tiempo de reaccionar, Reed le lanzó el brazo derecho y lo enrolló alrededor de la mano que Clark le tendía. Intentó amarrarle la otra mano con el brazo izquierdo pero para este segundo asalto Clark ya estaba preparado y utilizó su velocidad para apartarse de él, lo que dejó a Reed más que sorprendido. Reaccionó y utilizó su pierna para ponerle la zancadilla a Clark y tirarlo al suelo. Él intentó zafarse de Reed de un empujón pero éste era escurridizo y su flexibilidad extrema hacía resbalar los puños de su oponente. Aquello era un maldito malentendido. No merecía la pena intentar herir a Mr. Fantástico sin antes aclararlo. Decidió ser prudente y no revelar su identidad, con lo que acabó a merced de Richards, que lo tenía atado con sus elásticas extremidades.

Al momento llegó Sue corriendo, alertada por la chanza de su hermano Johnny: "Sue, parece que Reed ha decidido ponerse a jugar al Twister con tu cita".

- ¡Reed! Pero¿se puede saber…? – Sue estaba horrorizada- ¡Suéltale!

S- usan, puede ser el responsable del atentado de ayer. Estaba allí cuando ocurrió

- Sólo estaba de visita… - protestó Clark

- Reed, ha sido una casualidad

Reed alargó aún más el brazo, ya de por sí enrollado, hasta la bolsa que se le había caído a Clark y se la alargó a Susan.

- Por lo menos mira a ver si lleva algún explosivo

Susan metió en la mano en la bolsa y sacó cuidadosamente una caja, que al abrirla resultó estar llena de trufas: la mitad de las que había hecho, porque la otra mitad se las había dejado a Chloe. Susan sonrió

- Sólo son trufas de chocolate…

Reed aflojó sus ataduras y las recogió con frustración. Estaba seguro de que aquello no era una casualidad, aquel tipo tramaba algo. Intentaría drogar a Sue para conseguir los secretos de la ciudad, intentaría secuestrarla. Y aquella velocidad… ¿Cómo podía alertar a Sue?

- Susan, deja que hable contigo un minuto…

- Oiga, no tiene de qué preocuparse, de verdad, se equivoca de hombre. Yo sólo soy periodista – Clark deseaba realmente arreglar el entuerto, no quería crearle problemas a Sue. Esperaba poder llevarse bien con sus compañeros de equipo – Puede hablar con mis superiores y comprobarlo

- Perdona, Clark, ahora voy – se disculpó Susan

Dejaron a Clark en la antesala y las pesadas puertas metálicas se cerraron. No eran en absoluto obstáculo para su poderoso oído.

- Reed, ya basta por favor. ¿Cómo has podido atacarle así¿Dónde está la presunción de inocencia? Deja ya tus paranoias acerca de la seguridad

- Susan, me parece mucha casualidad y, si tengo razón, nos vas a poner a todos en un grave peligro

- Él sólo estaba en el lugar inadecuado en un mal momento

- Sólo ten mucho cuidado. Creo que es más de lo que aparenta

- Hasta luego, Reed

Ella salió por las dobles puertas y las cerró detrás de sí.

- Creo que a tu jefe no le caigo muy bien – comentaba Clark a la salida del Baxter - Es asombroso, sin embargo, lo que puede hacer el doctor Richards… He leído que puede hacerse tan fino como una hoja de papel y estirarse hasta 1500 pies sin que sus músculos se resientan pero la verdad es que verle en acción es otra cosa…

- Sí, bueno, es una pena que se obsesione tanto con todo. A veces se vuelve insoportable

- No digas eso, Sue. Él sólo intentaba protegerte

- No le defiendas tanto

- Sólo digo que ese edificio es como un blanco en una diana para cualquiera que quiera haceros daño. Es normal que tus compañeros se preocupen por ti. Sé que intentas llevar una vida lo más normal posible, Sue, y estás en tu derecho pero lo cierto es que tus enemigos saben quién eres y dónde encontrarte. Debes ser cuidadosa

- Sue resopló. Lo que le faltaba. Otro hombre superprotector en su vida.

El resto de la tarde pasó sin incidentes. Estuvieron paseando un rato por Central Park y tomando café. Al principio Susan estaba un poco tensa por lo que había sucedido. A Clark, por su parte, le parecía que las segundas citas eran siempre las más complicadas. Tenía la teoría de que la segunda cita era un territorio inestable donde predominaba la incertidumbre: no existía la magia de la primera, con lo cual se acudía a ella con menos efectos especiales. En la segunda cita se solía revelar si había algo de que hablar y si había razones para hacerse ilusiones. Afortunadamente para él, a medida que caía la noche Susan se fue animando y propuso coger el ferry a Liberty Island para ver las luces de Manhattan

En la cubierta del barco el viento le descolocaba los mechones rubios a Sue Storm. Hacía algo de frío pero ella no quería perderse nada de la vibrante visión de la ciudad nocturna

- Es curioso como, a pesar de vivir aquí, en Nueva York, vengo tan poco a Liberty Island. A veces se me olvida lo bonita que es la ciudad…

- Sí. A veces lo que tenemos más cerca se nos pasa desapercibido. Se integra con el paisaje y desaparece. Hay que redescubrirlo.

- A Susan le vino Reed a la mente. No lo pudo evitar. Así es como ella se había sentido muchas veces. La mujer invisible. Integrada con el paisaje. Se hizo el silencio.

- Sue… ¿Qué te pasa¿qué he dicho?... –Le preguntó dulcemente, casi en un susurro. La expresión de ella había caído en una gran tristeza de pronto. Se le habían puesto los ojos vidriosos, como si la hubiera herido una palabra cortante

- Perdona… Ha sido algo de lo que me acordé

Sue se retiró de nuevo al refugio de sus pensamientos. Clark intentó hacer lo posible por animarla.

- ¿Sabes cómo aprendí a hacer las trufas? –le preguntó tímidamente

Ella movió la cabeza con gesto negativo

- Pues mira, aunque no es muy conocido, en Smallville tenemos una fábrica de chocolate

Sue seguía teniendo los ojos tristes pero sonreía e intentaba seguir la conversación

- Y cuando yo era pequeño siempre estaba deseando conocerla. Soñaba con ello casi todos los días. Me imaginaba que tendrían en los pisos subterráneos un bosque enorme de chocolate, con criaturas del tamaño de un dinosaurio, todo hecho de chocolate…

- Y conseguiste entrar y descubriste que era una fábrica normal y corriente…

- Estás muy equivocada. Una fábrica de chocolate jamás es común y corriente. Para empezar huele a chocolate. Todo el pueblo, de hecho, huele a chocolate. Atrae a todos los niños del condado… Es una pasada

- ¿Y entonces?

- Pues un día conseguí que me invitara el dueño en persona, un tipo muy excéntrico, que no deja pasar a nadie…

- ¡Venga ya, eso es de una película!

- ¿Qué película?

- ¡La película de la fábrica de chocolate¡La he visto cientos de veces! La del río con la cascada de chocolate

- Mmm. Bueno, no sé si será la misma fábrica… Ésta tiene dos pisos, uno con las recetas de lo que se comercializa y otro… Con las recetas secretas que el avaro propietario consideraba demasiado buenas para compartirlas con el resto del mundo… Tienes mucha suerte de haberme encontrado, Sue, de verdad… Soy el único que conoce la receta

Sue ya tenía la sonrisa de par en par. Le dio un beso en la mejilla.

- Es verdad. Qué suerte. Con lo ricas que están

Pensó que era cierto. Tenía que apreciar la oportunidad que tenía ahora. La posibilidad de una ilusión nueva, lejos de Reed y de las pasiones contenidas y tortuosas. Un comienzo fresco y abierto desde el principio, sin nada que ocultar. Volvió a centrarse en las vistas espectaculares del paseo

Cuando se acercaba la medianoche, Clark la acompañó hasta el frente del cuartel

- Me lo he pasado muy bien – le dijo ella

- Yo también

- Qué pena que sólo te queden dos días…

- Bueno, en realidad, había pensado negociarlo con mi jefe y pedirle unos días más. Ver si podía cogerme unos días de vacaciones o algo así... Podríamos pasarlos juntos¿no?

- Sí… Excepto el sábado, dentro de tres días… Es que tengo entradas desde hace meses… Voy a ir con Johnny…

- ¿Al concierto de U2?

- ¿Cómo lo sabes?

- Lo he visto en el aeropuerto. Está todo lleno de carteles. Parece el acontecimiento del año…

- ¿A ti también te gusta?

- ¿Y a quién no le gusta U2? Aunque sólo fuera With or without you… Y Bono me parece un tipo interesante

- Ojalá pudiera invitarte pero creo que ni siendo el alcalde. No creo que quede ni en la reventa…

- No te preocupes, Sue, ya te recogeré a la salida…

- Es que¿sabes? – Sue se arrebujó en su abrigo – desde que te conocí tengo una canción en la cabeza. Se llama Stay.

Clark negó con la cabeza

- "Stay… Where the demons you drowned, Stay… Where the spirit I found… Stay… And the night would be enough…" – Sue canturreaba en voz baja. Él la miraba sonriente. Entonces ella calló y le miró a los ojos - Will you stay?

Clark se sorprendió de aquella pregunta y quedó un momento callado

- Todo lo que pueda Sue

Le dio un beso tierno y se despidieron hasta el día siguiente. De camino a casa de Chloe, él iba pensando preocupado en que no había sido del todo realista respecto a una posible relación con Sue Storm. A él se le necesitaba en Metrópolis. A ella en Nueva York. Estaba claro que no iba a ser fácil pero al menos merecía la pena intentarlo.