Pasaron dos días más, entretenidos por las mañanas, emocionantes y siempre diferentes por las tardes. Especiales, en esa seguridad de que aquellos momentos eran escasos y preciados. A Clark le habían dado una semana y estaba deseando aprovecharla al máximo al lado de Sue. A cada día que pasaba, ella mostraba más ilusión: tendría la oportunidad de visitarle en Metrópolis, vivir nuevas experiencias, salir de su pequeña vida en el cuartel de Nueva York. Tendría algo que llevaba esperando desde hace mucho. Sabía que a su relación con Clark le faltaba algo… Pero todo llegaría, aún era muy pronto para que todo aquello fuera algo más que un proyecto lleno de dulces posibilidades. Reed, por su parte, vivía dolido y angustiado por la desconfianza y temía cada vez que Sue salía por la puerta. Se sentía impotente de no poder seguirla y vigilarla pero no tenía más remedio que conformarse. La echaba de menos. Quería volver a pasar tiempo con ella, dentro del cuartel, fuera, en cualquier sitio. Lamentaba haber sido tan ermitaño a veces, no haberla acompañado a tantos lugares como ella quería visitar. Esos momentos perdidos se le hacían ahora preciados y necesarios como la respiración. La estaba perdiendo y no podía hacer nada sino mirar… O quizás no. Ya no podía estar con ella en el tiempo de ocio pero aún le quedaba el laboratorio. Tenía que hablar con ella, contarle cómo se sentía. Hacerle saber que sí le importaba que saliera con otro y no sólo por cuestiones de seguridad.

Aquella tarde llamó a Susan al laboratorio con la excusa de estudiar su habilidad para hacer invisibles otros objetos que ella tocase o llevase consigo. No sabía si conseguiría hablarle o no de sus sentimientos… Lo único que quería era pasar tiempo a su lado. La echaba de menos.

- Colócate aquí, Sue, detrás de estos filtros

Ella se sentó a poca distancia de él. Sobre una mesa cercana reposaban varios objetos de distintos pesos y texturas. Él estaba nervioso y dividía su atención entre ella y el estudio.

- Empezaremos por algo fácil. Objetos no orgánicos, inanimados. ¿Puedes coger el vaso y hacerlo desaparecer?

Sue desapareció y se llevó el vaso con ella.

- Ahora con un objeto de origen vegetal…

Ella volvió a desaparecer, esta vez con una manzana en la mano.

- Muy bien. Empecemos con cosas más pesadas. Intenta concentrarte con esa mesa

- No voy a poder, Reed. Ya lo he intentado antes

- No pienses en eso, Sue, tu sugestión podría interferir…

- No creo que pueda

- Bien, esto es lo que haremos: tú cerrarás los ojos y yo guiaré tus manos hasta posarlas sobre objetos neutrales. Tú no sabrás lo que estás tocando y yo podré estudiar el efecto objetivamente

Sue cerró los ojos y sintió cómo Reed se acercaba y se arrodillaba junto a ella. No había ni un sonido, sólo el roce de su uniforme al andar y el ritmo de su respiración. Parecía como si todas sus sensaciones se estuvieran amplificando en lo reducido de aquel laboratorio. Sintió las manos calientes de Reed tomando las suyas y notó cómo dulcemente las apoyaba en una superficie lisa y fría.

- Ahora Sue – le susurró casi al oído

A ella se le cortó la respiración pero trató de concentrarse. La mesa no desapareció

- Probaremos con otra cosa

Reed volvió a estrecharle las manos entre las suyas, grandes y masculinas. Ella lo sentía muy cerca. Las depositó sobre una mesa auxiliar, más pequeña. Esta vez sí funcionó.

- Bien, sólo me queda por hacer una prueba más

La incorporó con cuidado de la silla, mientras ella seguía con los ojos cerrados y se acercó a su cuerpo hasta que escasos centímetros separaban sus rostros.

- Prueba conmigo, Sue

- Reed…

Ella abrió los ojos y se lo encontró muy cerca, con la mirada clavada en sus pupilas, con la intensidad y resolución que ponía en todos sus estudios… Sólo que ahora el estudio era ella.

- Abrázame. Llévame a dónde tú vas

- Pero…

- No tengas miedo. Quiero estar contigo. En ese lugar…

Reed la rodeó con sus brazos y ella sintió como el tiempo se detenía mientras él la estrechaba con toda la grave intensidad con la que la amaba, la fuerza de algo que llevaba enterrado demasiado tiempo. Susan sentía contra su uniforme el roce del de Reed, el perfume de su piel embriagándola, su olor tan especial que durante años la había mantenido cautiva, la trampa adorada de sus brazos, que eran como el fondo del mar, silencioso, dulce y aletargado, donde nunca pasa nada. Ella reaccionó, asustada por todo lo que sentía, dispuesta a rebelarse contra la sensación de caer anestesiada de nuevo en su sempiterna devoción por él.

- Reed, no puedo. Lo siento

Intentó deshacerse del abrazo, pero él no lo permitió

- Susan, espera, necesito… Necesito hablarte

- ¿De qué? – Sue estaba ya agitada y turbada por sus emociones. Quería huir de sus brazos pero era incapaz

- De mí, de lo… Mal que me siento cada vez que te vas – Reed hablaba lenta y dificultosamente pero no se permitía a sí mismo callar. No ahora – De lo mucho que te necesito, Sue

- Reed, deja que me vaya – Sue era tajante. Aquella situación se le hacía muy violenta. No sabía cómo reaccionar, qué debía hacer

El bajó la mirada y aflojó un poco el abrazo

- Sólo quería que supieras… Que me arrepiento cada día de no pedirte que te quedes

- Y yo me arrepiento de estar aquí… - Ella se deshizo del abrazo. Se sentía presa de un torbellino de emociones, furiosa y vulnerable a un tiempo – Y de haber perdido tanto tiempo contigo y… ¡Y de haberme subido aquel día a tu maldita nave! Sólo trato de hacer una vida lo más normal posible, Reed ¿Quieres dejarme de una vez¡Todo tiene que ser como tú quieres!

- Yo no te pedí que subieras a la nave. Lo hiciste por voluntad propia

- ¡Esa no es la cuestión! A partir de ahora llámame sólo cuando tengas en mente un estudio serio y no sólo una estratagema para meterte en mi vida privada

Sue salió de allí hacia el ascensor, dejando a Reed solo en medio del laboratorio, con el ánimo partido en dos. Sue tenía razón. Él no podía ofrecerle una vida normal. ¿Qué era una vida normal? Él era como era. Un investigador, un científico, un superhéroe. La vida no le daba para más. No podía llevar precisamente una existencia mediocre, no se lo podía permitir. Y luego estaba el tema de la nave. Ese maldito momento que lo había cambiado todo. Tendría que haber hecho otro test, comprobar las mediciones… Tendría que haberse ido solo. Maldita sea.

Mientras tanto Sue estaba arrodillada en el suelo del ascensor, contra la pared, enterrando la cabeza entre las manos. Sentía cómo se le retorcía el corazón. Había tenido tanto miedo ante aquella situación que no esperaba, que había revuelto los sentimientos que había arrastrado toda su vida, que había hecho real tantas cosas… Se había quedado completamente expuesta ante él y le había lanzado a la cara lo que más le dolía, sólo para desviar la atención. ¿Por qué había tenido que sacar el tema de la nave? No tenía nada ver… ¿o sí? No era culpa de Reed. Ella subió por voluntad propia. No quería decir eso. Sólo quería que él la dejara ir, que no le pidiera explicaciones por sus sentimientos. Por qué había tenido que desmontar así la frágil línea de nueva vida que ella estaba intentando trazar. Este era el típico arranque de celos masculino. La había tenido a su lado durante años y no había sido capaz de decirle nada. Cuando la tuviera de nuevo segura, sin un tercero en discordia, su relación seguiría igual de estancada y de muerta que siempre. No sabía qué le dolía más. Maldita sea.

En su cuarto, de nuevo, Stay, pero la canción ya no era sobre Clark. Era sobre Reed. "You say when he hits you, you don´t mind. Because when he hurts you, you feel alive… And when you look, you look through me…" Era desesperante cómo Reed conseguía atraerlo todo hacia sí con la intensidad magnética de un agujero negro. Parecía que Clark la había curado de su metafórica invisibilidad, pero ¿por cuánto tiempo?

Al día siguiente era el concierto de U2. Clark se levantó temprano para poder desayunar junto a Chloe, al fin y al cabo era el único momento del día en que podía hablar un poco con ella. Leía con atención la parte del periódico de la sección de espectáculos, que anunciaba con grandes titulares y fotos inmensas lo que se avecinaba para última hora de la noche

- Debe ser espectacular, la gira de los U2… Dice aquí que las entradas no duraron ni 20 minutos…

- Sí, va a ser alucinante. ¿No has ido nunca a un concierto de ellos? – comentó Chloe mientras ponía el café

- Yo no. Me hubiera gustado ir a este. Por ir con Sue. Pero no quedan entradas y los pases de prensa están todos entregados

Chloe se metió la mano en el bolsillo de la falda y miró los dos tickets que tenía comprados desde hacía meses. Había pensado darle la sorpresa a Yasuto, pedirle que fuera con ella, incluso había quedado con él a media mañana para dar el golpe de efecto pero… Qué diablos, se trataba de Clark.

- ¿Y si te dijera que tu hada madrina ha estado trabajando duro y tiene listos tus zapatos de cristal?

En otro punto de la ciudad, Reed desayunaba café frío en el apartamento de Ben. Las tazas de Ben eran de goma, como de niño de guardería, para evitar que se rompieran si se le caían de las torpes manos de roca. No guardaban el calor ni cinco minutos. Pero Reed necesitaba desahogarse

- Intenté hablar con ella pero nada, me despachó. No sé qué más puedo hacer. Me preocupa que le pase algo pero…

- Te preocupa aún más que le salga bien y no puedas tenerla para ti

- Estoy jodido, Ben – Reed sopló la superficie del café, por la costumbre, aunque estaba igual de frío que el agua del grifo. Sus pensamientos absorbían toda su atención – No me fío ni un pelo del tipo. Tengo que vigilar a Sue sin que se entere

- Eso va a ser complicado. Creo que esta noche va con Johnny al concierto ese de rock. Podrías aprovechar para intentar de nuevo hablar con ella…

- Uf, ya estuve intentando conseguir entrada pero no hubo manera

- Déjalo en mis manos. Los del Madison Square me deben una. Seguro que no hay problema

A las siete de la tarde era la apertura de puertas. Sue y Johnny llegaron los primeros y fueron rodeando el recinto hacia la entrada lateral, que daba acceso a la zona VIP. A Sue no le gustaba nada tener que ver el concierto desde allí, quería ir a la primera fila a gritar y saltar y corear las letras de las canciones pero no había otro remedio, al menos en principio. Minutos después llegaba Chloe, con una camiseta del Elevation Tour y acompañada de Clark, y presentaba su carnet de personal diplomático ante las puertas de la zona reservada.

Cuando llegaron encontraron a Sue contra la barandilla, mirando el escenario. La zona VIP estaba aún desierta. Clark se acercó por detrás y le tapó los ojos, a lo que ella reaccionó volviéndose inmediatamente invisible y soltándose de él. Cuando se dio cuenta de que era él recuperó su visibilidad.

- ¡Clark¿Cómo no me dijiste nada?

- Sorpresa…

- Este es mi hermano Johnny

- Johnny estaba como difuso. Tenía la mirada fija en algún punto. El punto en cuestión era Chloe Sullivan, que bajaba por las escaleras de la tribuna.

- ¿Johnny¿Estás en la tierra?

- ¿Eh?

Saluda a Clark

- Ah, sí, amigo¿cómo va? – le estrechó la mano

- Esta es mi amiga Chloe – ella se había juntado ya al grupo

Johnny se arrodilló y le besó la mano

- Encantado. Si necesitas fuego, no dudes en pedírmelo

- Típico de Johnny, pensó Sue. Las entradas VIP no estaban numeradas, se iban asignando según llegaban, así que escogieron primera fila centrado: Chloe, Johnny, Sue y luego Clark. Hacia las 8 ya iban a salir los teloneros y casi todo estaba cubierto. Al lado de Chloe había quedado un asiento vacío con abrigos y bolsos y refrescos.

- Voy a ir a buscar otra Coca-Cola. La noche es muy larga – dijo Chloe

- Te acompaño. Conozco este lugar como si fuera mi casa – se ofreció Johnny

Al subir las escaleras pudo ver junto al lateral las inconfundibles figuras sentadas de Ben y Reed. Miró al cielo. Si Sue se enteraba la iban a tener. Iba distraído y literalmente se le echó encima a un tipo bien vestido de abrigo negro, que llegaba evidentemente tarde al concierto.

- Oiga, mire por dónde va – le soltó el desconocido - ¿No cree que ya es hora de ir tomando asiento?

- Eso mismo le digo yo. Si hubiera llegado un poco antes, ahora no tendría tanta prisa. Un poco más tarde y se pierde el espectáculo

- El desconocido esbozó su media sonrisa característica. Aquél tipo no sabía con quién se estaba metiendo

- Podría pagar para que le sacaran de aquí

- No me diga. Yo podría sacarle a usted directamente, sin necesidad de pagar a nadie. Prendiéndole fuego a su abrigo de dos mil dólares, por ejemplo – Johnny se sacó la mano del bolsillo y sostuvo una pequeña bola de fuego en la palma cóncava

- No me intimidan sus trucos ni tampoco esos malos humos que tiene…

- Chloe terminó de abrirse paso por las escaleras y se encontró con una escena que no esperaba

- Chloe¿no me digas que este tipo es amigo tuyo? – sonrió abiertamente, también sorprendido

- ¡Lex! No… ¡no me lo puedo creer!

Chloe se le abrazó al cuello, feliz de verle allí. Johnny estaba alucinando.

- ¿Qué haces en Nueva York? Hacía como un año que no te veía…

- No me lo perdería. Vengo del aeropuerto. Este es mi cuarto concierto de la gira.

- Bueno… ¡Es genial! A mi lado hay un sitio, donde están los abrigos, junto a Clark y la hermana de Johnny. Yo vengo ahora, voy a buscar un refresco. Me tienes que contar mil cosas

- Sí, me voy a sentar. Antes de que llegaras, aquí ya empezaba a oler a chamusquina

Clark también se sorprendió y se alegró de ver a Lex y Lex se sorprendió de verle de la mano de Sue Storm, la famosa Chica Invisible, una mujer guapa, inteligente y con poderes. Cada vez que ella se daba la vuelta aprovechaba para tomarle el pelo a Clark con el tema