A las 21.30 se apagaron las luces. El estadio vibraba con la tensión de lo que se avecinaba. La masa, abajo en la pista, gritaba con la emoción y coreaba "Boooono, Boooono". Sue apretó la mano de Clark entre las suyas. Llevaba meses esperando este momento. La entrada del grupo fue como una explosión: la guitarra de Edge, los fogonazos del escenario, los gritos, sobre todo los gritos de miles de personas allá abajo, una marea de luces de móviles, de flashes de cámaras, de mecheros. La pista era como un vibrante monstruo orgánico de miles y miles de puntas de fibra óptica y Sue estaba fuera de sí, sin poder respirar y a Clark le pareció que aquello era realmente un espectáculo
- ¡Empiezan con City¡Empiezan con City! – oyó que gritaba Johnny. City of blinding lights, prácticamente un himno para Nueva York, la ciudad de las luces cegadoras. Aquello era más que nunca un tributo a la Gran Manzana.
- "Oh, you look so beautiful tonight!" – Bono cantaba y hacía estremecerse a aquél monstruo de miles y miles de personas que era su público y los focos se deslizaban sobre la marea y el efecto era como el del viento abriendo surcos sobre la hierba nocturna.
Johnny y Sue cantaban cada sílaba a grito pelado. Parecía que se iban a salir de sus cuerpos con el ¡1, 2, 3… 14! Esa canción sí la conocía Clark. Apenas había tenido tiempo de escuchar el último disco aquella tarde. Esperaba que empezaran pronto con los éxitos de los 80. Pero en cualquier caso estaba sorprendido y contento de ver a Sue tan emocionada, tan extasiada, vibrando en cada fibra de su cuerpo con las cuerdas de la guitarra eléctrica, y el grupo no le daba un respiro. Clark pronto se concentró en el espectáculo.
En cambio Reed, a lo lejos, estaba ajeno a todo y sólo tenía ojos para Sue. Para él no existía U2, ni el estadio, ni nada más, sólo ella. Sabía lo que le pasaba por dentro. No estaba sorprendido porque la conocía, porque sabía qué era lo que la emocionaba, lo que le sacaba la música de las profundidades del espíritu, lo que significaba para ella estar allí. La había visto crecer hablando de Bono y de sus canciones, la había acompañado a comprar el disco el mismo día que salía, la había visto ir a correr, bailar, quedarse dormida… Con la música de aquellos cuatro irlandeses. Sonaba Miss Sarajevo y Reed sólo podía pensar en todos aquellos momentos. Para él, U2 sólo tenía significado a través de Sue, como tantas cosas. Tantas cosas que no tendrían sentido sin ella. Cómo deseaba estar a su lado en aquellos momentos, besarla con With or without you… ¿tan importantes eran las palabras que la ausencia de ellas había conseguido separarles? Él la quería. Creía que ella lo sabía. ¿Tan necesario era ponerlo en el aire o en la superficie de un papel? Sue tenía esa apariencia tan cerebral y luego era capaz de emocionarse hasta el extremo, de entregarse por completo. Y él la amaba y en estos momentos, viéndola así, pensaba que no podría estar más enamorado de ella.
Ben miraba a Reed de vez en cuando y se preocupaba por su amigo. Estaba claro que la pasión le devoraba lentamente y le ardía en los ojos. Pensó si no habría sido un error haber venido, si no era un sufrimiento innecesario. Si se pudiera hacer algo, librar una batalla, derrotar a un enemigo. Pero se trataba de algo mucho más complicado, que no podía forzarse, que no podía arreglarse ni con toda la fuerza física del mundo
De repente Sue le dijo a Clark:
- Ahora vuelvo – y se volvió invisible
Él se quedó sorprendido
- ¿Adónde ha ido?
Johnny hizo una señal con la cabeza hacia el escenario y sonrió. Desde su asiento Reed también se sonreía. Al final lo había hecho, había tenido las agallas de cumplir lo que tanto había anunciado. La imaginaba flotando en el escenario junto a Bono, como un espíritu invisible a los ojos del público, recorriendo la pasarela a su lado mientras él cantaba sensualmente "One love, one life, when there´s one need in the night", cerca de su micrófono, pisando cuidadosamente frente a él, haciéndose la ilusión de que cantaba para ella y de que el resto del público no existía. Ese debía ser el momento de su vida. Reed tenía la sonrisa de oreja a oreja
- Sue, eres increíble. Siempre te sales con la tuya.
Y así era, como un ángel etéreo, de puntillas a escasos centímetros del cantante, moviendo los labios como si cantara con él, como si participaran de un mismo espíritu. Reed pensó que ése era un error que no debía seguir cometiendo: el de intentar atarla, el de estar advirtiéndola constantemente de los peligros y de los riesgos en lugar de apoyarla y ayudarla a realizar sus sueños, que poco daño podían hacer. A veces su espíritu se estiraba alrededor de ella, envolviéndola como una extensión de su elástico cuerpo, intentando protegerla todo lo posible, pero ella se resistía a permanecer en su cerrado mundo...
- ¿Susan puede volar? – preguntaba Clark
- Veo que aún no te lo ha enseñado todo…
De repente Clark se concentró en su oído. Por debajo de la música y la gente y todos los sonidos que retumbaban por todo el estadio, había escuchado algo que ya creía haber oído en otro sitio. Quizás no fuera nada, pero lo tenía que comprobar. Se disculpó con Johnny y subió las escaleras rápidamente. Concentrado como estaba, no se dio cuenta de que Reed había salido detrás de él. Si planeaba cometer algún tipo de atentado, pensaba el Fantástico, este era el momento de detenerle.
Bajó las escaleras detrás de él hasta los pisos inferiores, debajo del escenario. Parecía claro que había planeado reunirse con alguien allí, pues había dos tipos vestidos de negro manipulando un artefacto adosado a una columna. Tenían una bomba seriada. Probablemente habría bombas por debajo de todo el escenario y de las gradas. La situación se presentaba tremendamente difícil para Reed: tendría que luchar contra tres enemigos y evitar que la primera bomba fuera activada o todo el pabellón volaría por los aires.
El parapeto lateral de cemento adosado a las escaleras les protegía de la vista de los terroristas. Clark se refugió con la espalda contra la superficie, esperando el momento adecuado. De repente sintió sobre su cuello como unas tenazas que quisieran estrangularle y que venían de la parte alta de las escaleras. Se giró con dificultad. Las manos de Reed eran como la goma y podían amoldarse alrededor de su garganta como cemento líquido, sin dejar un resquicio libre. Estaba consiguiendo asfixiarle. No había tiempo. Sin pensarlo se abrió la camisa, dejando a la vista el escudo de superhéroe y sujetó a Reed por las muñecas. Éste quedó desorientado y sorprendido hasta el extremo¿cómo era aquello posible¿estaba Sue saliendo con Superman? Pero parecía claro: por eso estaba en el museo, por eso había mostrado aquella velocidad, por eso esperaba en este mismo momento oculto tras el parapeto de cemento. Relajó las manos y las recogió hasta la altura en la que se encontraba. Clark utilizó su velocidad y cuando estuvo frente a frente con él, ya le ondeaba la capa y era completa su transformación. Le hizo una seña. Él se encargaría de la bomba y Reed de los dos terroristas. Mr. Fantástico, todavía algo descolocado por su nuevo hallazgo, asintió y alargó los brazos sigilosamente, con la intención de acercarlos lo más posible a los cuellos de sus enemigos. De un golpe enrolló a cada uno con un brazo y los atrajo violentamente hacia atrás, lejos de la bomba, pero el tirón activó el detonador que uno de ellos llevaba enganchado.
Clark apenas tuvo tiempo de neutralizar la onda expansiva de la primera, pero el auténtico reto venía a partir de entonces: debía seguir la transmisión de la señal a través de los sótanos del pabellón… Y llegar antes que ella. Llegó a la segunda y consiguió cortar el cable antes de que estallara. Desafortunadamente la señal tenía un circuito secundario, por si alguna de las bombas fallaba. Debía seguir el rastro y ocuparse de cada una por separado. En un espacio de fracciones de segundo tuvo que avanzar paralelo a la señal y desactivar hasta nueve bombas, situadas a gran distancia unas de otras. Cuando hubo terminado volvió junto a Reed, que mantenía bajo control a sus cautivos. Había llegado el final del concierto, arriba en el escenario y aquello pronto iba a llenarse de curiosos, de policías y lo que era peor, de gente conocida… Escuchó la voz de la Chica Invisible por las escaleras
- Susan está en camino, tengo que marcharme
- Ella no lo sabe¿verdad?
Clark negó con la cabeza
- Ya veo
En ese momento llegaban el resto de los cuatro fantásticos y Clark desaparecía con una ráfaga
- ¡Reed¿Qué ha pasado? Nos ha llegado una información a través de seguridad… ¿Adónde ha ido Supermán? Estaba aquí ahora mismo¿no?
Tenía prisa. Ha debido oír alguna otra alarma
- Qué raro que estuviera por aquí…
- Sí, ha sido una suerte. Nueve bombas desactivadas en dos segundos y medio es un récord que muy pocos pueden apuntarse
- También es raro que estuvieras tú… Que yo supiera, no tenías entrada. Pero bueno, ya veo que has hecho un gran trabajo
- ¿Dónde está tu amigo Clark¿no debería estar acompañándote?
- No necesita vigilarme todo el tiempo – aquello se lo dijo con claras segundas
- Ya
- ¿Me estabas buscando, Sue? – Clark bajaba por las escaleras, luciendo una camiseta de manga larga del Vertigo Tour, que le ocultaba por completo el traje de superhéroe
- De hecho sí. ¿Por qué tardaste tanto¡Te has perdido el final!
- Me estaba comprando una camiseta. He tardado en decidirme. Tengo otra para ti – le lanzó la camiseta mientras le guiñaba un ojo - ¿Nos vamos?
Sue miró a sus compañeros. Se resistía a partir y a dejar al equipo y Reed se lo notó
- Puedes irte Sue, aquí ya hemos terminado. No te preocupes
- Está bien
- Por cierto Clark¿dónde te estás quedando, aquí en Nueva York? – Reed pensó que, siendo Supermán, Clark podía ir y venir de Metrópolis en pocos minutos. Iba a ver qué se inventaba
- En un hotel – no quería tener que ponerse a explicar que Chloe y él eran sólo amigos. No le apetecía que Reed se pusiera a hacerle preguntas sobre eso
- ¿En cuál? Si se puede saber…
- En el Kimpton
- ¡El Kimpton! – Reed se sonrió - ¿Cómo se escribe¿cómo Krypton?
- Sí… Pero sin la "y" griega… Y sin la "r"… Y con "m" - Clark no se podía creer aquello. Ni siquiera Lex en sus mejores momentos conseguía esas salidas. Le contestó entre dientes mientras pensaba irónicamente "muy gracioso, muy gracioso, me parto" – Tú deberías saberlo, que para eso vives aquí
A Sue todo aquello le parecía de un absurdo tremendo
- Venga, dejadlo ya, qué más dará. Vámonos
Cuando Sue se dio la vuelta, Clark y Reed cruzaron miradas. Ahora Clark estaba seguro: no era sólo por la seguridad y por los atentados, claramente había algo más. Reed no le podía ni ver cerca de Sue y con su mirada resentida parecía decirle "Esto no cambia nada entre nosotros". Pero a él le gustaba mucho ella, no iba a quitarse de en medio sólo porque sí. Susan Storm no era propiedad de nadie
