En la entrada no había ni rastro de Sue. Se habría hecho invisible seguramente. No importaba. El coche tenía localizadores de todos los miembros del equipo. No podría hacerse invisible al radar. Al final y al cabo lo que ella hacía era crear una ilusión óptica, deformar la luz a su alrededor, pero no se hacía incorpórea.
Cogió el coche y activó el localizador. Le daba la sensación de que ella había querido decirle algo, antes en el laboratorio, de que quedaban cosas por decir. Necesitaba saber.
La seguía en paralelo por las grandes avenidas. Sin embargo, Susan iba demasiado deprisa como para ir a pie. Cuando el punto localizador cruzó en diagonal sobre el Chrysler le confirmó lo que sospechaba: estaba cruzando a través del cielo, a muchos metros por encima de él. Eso significaba que nada de semáforos, ni atascos ni obras. Sería imposible pillarla. De repente la luz se paró en una dirección concreta y allí se dirigió con el coche, 70 de Park Avenue. Cuando llegó hasta el lugar señalado sintió una extraña sensación al darse cuenta de que se trataba del Kimpton. Fue como poner el freno de mano, como si su esquema se hubiera desencajado. No parecía haber analizado otras posibilidades, otros caminos. Quizás Susan sólo había intentado frenarle cuando fue interrumpida por la presencia de Ben y Johnny. Él lo había interpretado todo mal, había perdido la objetividad, un error que no se solía permitir. Sólo había reconstruido la escena tal y como él hubiera querido que fuese. Sus manos temblaban mientras se agarrotaban alrededor del volante. Qué estupidez¿qué estaba haciendo allí? Si Susan hubiera estado enamorada realmente de él, volvería por sí misma. Y si no lo descubría por sí misma es que no había nada que hacer. ¿Podría él haber hecho algo más? No había estado tan perdido nunca. Esto había sido como suspender el examen final pero realmente había fallado con Sue en multitud de ocasiones. Se merecía lo que había pasado. Encima había empezado a llover. Eso también se lo merecía, seguramente. Bueno¿qué esperaba? Un veinteañero guapo, que encima sabía cocinar, que parecía estar sólo pendiente de ella… Para colmo era Supermán. Una auténtica promesa estrella en el universo superheroico, con unos tremendos poderes. Si había una especie de realeza entre los superhéroes, un liderazgo claro, Susan merecía estar en lo más alto. Ella era increíble, seguramente Supermán se había dado cuenta. Sería absurdo que la dejara marchar. No había otra como Sue.
La certeza de lo último permaneció en su cabeza durante el camino de vuelta hacia el Baxter. Era imposible. No podía imaginarse su vida de otra manera que no fuera junto a ella. Era como si se hubiera quedado atrapado en la canción de With or without you y no pudiera estar con ella pero sin ella tampoco. Tendría que vivir en la brecha que quedaba entre una tormenta y otra, entre un acceso de desesperación y el siguiente… Nunca había pensado hasta qué punto el sentido del resto de las cosas en su vida estaba ligado a ella, a su constante presencia, que había sido siempre tan habitual como el aire que respiraba. Igual de invisible pero igual de imprescindible.
En los pisos superiores del hotel, Susan respiró profundamente antes de llamar a la puerta. A ver cómo conseguía explicarle lo de que estaba enamorada de otro… Clark la llevaba sintiendo desde que empezó a recorrer el pasillo y abrió la puerta antes de que ella la golpeara.
- Hola Sue – Tenía el periódico en una mano. En la portada se daba información sobre los recientes ataques terroristas a la ciudad y cómo podían seguir afectando a los intereses turísticos. Al parecer, al margen de los ataques que él había presenciado, se habían producido tres más, de menor escala, que la policía local había desarticulado sin problemas – Escucha yo…
- He estado pensando… - las frases se superpusieron
- Quizás sería mejor…
- En definitiva…
- Los dos sonrieron por aquel caos dialéctico del que no eran capaces de salir
- ¿Hablamos abajo? – le dijo Clark, intentando quitarle peso a la situación
- Sí
En la cafetería del Kimpton, junto a la ventana, Clark fue el primero en tratar de explicarse:
- Susan, he estado pensando y creo que a lo mejor deberíamos ir con calma, quedar también en Metrópolis… No sé… No me gustaría que se precipitasen las cosas sólo porque me voy…
Susan permanecía con la vista baja en la taza de café pero no decía nada
- Susan… ¿qué pasa¿qué piensas? – se lo dijo con dulzura, no con exigencia – Cuéntamelo…
- Bueno, lo cierto es que…Antes de que tú llegaras había una persona. Creía que lo había superado, lo he intentado todo… Pero lo cierto es que… Lo cierto es que no es así
Clark se quedó sin palabras. Lo cierto es que no lo esperaba. Pensaba que sería una cuestión de tiempo que pudiera traspasar la barrera en el espíritu de ella, pero esto era diferente. Si Reed no era un aspirante sino que había estado ahí desde el principio, detrás de aquel muro a través del cual ni su visión de rayos-x podía ver.
- Sue… Yo pensaba que… Con el tiempo…
- Lo sé. Yo también pensaba que iba a funcionar. Pero no he conseguido olvidar lo que sentía por él, han sido muchos años
- No me extraña, si trabajas con él. Le ves todos los días…
Sue se quedó desconcertada de que él pudiera haberse dado cuenta. Ella nunca había mencionado a Reed
- ¿Cómo lo has sabido? Creía que lo tenía bajo control y no se me notaba
- A ti no
Susan comprendió. Sintió como si debiese una explicación
- Él y yo hemos estado juntos muchos años, en la universidad, antes incluso. Le conozco desde que estaba en el colegio, prácticamente, cuando vino a pasar un período en casa de mi tía. Ahora que nos pasó esto de los poderes, parece imposible que estemos juntos pero lo cierto es que mi corazón no me deja ser feliz con nadie más. De momento, al menos…
Clark hacía ya un rato que no podía concentrarse en lo que ella le decía. Su superoído captaba extraños sonidos que le mantenían inquieto. Algo no iba bien
- Clark¿me estás escuchando?
- Aléjate de la ventana
- ¿Qué?
Clark atravesó con su visión la película mate que cubría la ventana de la cafetería y pudo ver las metralletas en el momento de disparar. Cogió a Sue de la muñeca, la levantó del asiento y la abrazó mientras se iba con ella al suelo. Terminó la primera ráfaga y Susan estaba en shock
- ¡Clark! – pasó la mano por detrás de su americana. Estaba desgarrada por la metralla – Oh, Dios mío, oh Dios…
Creó un campo de fuerza alrededor de ambos, que lanzaba electrizantes destellos azules de energía
- No te preocupes, no pasa nada
- Podría haberte protegido, haber creado un campo… No tenías… - Susan estaba horrorizada, las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Clark estaba sobre ella, apoyado sobre los antebrazos
- No me hacen daño, tranquila – con la mano derecha se abrió la camisa y le mostró el escudo del traje. Los ojos de Susan se abrieron de par en par ante la visión y su expresión se transformó en una de alarmante sorpresa para después volver a respirar e irse relajando poco a poco. Clark escuchó como los terroristas volvían a cargar sus armas – Susan, protege a esta gente. Yo te ayudaré
Ella asintió con resolución y en décimas de segundo él desapareció de encima de su cuerpo. Era como si se hubiera evaporado. Susan creó un campo que cubrió toda la pared abierta y mantuvo un escudo contra la metralla, salvaguardando la seguridad de todos los que estaban en la cafetería. De pronto el ruido de las armas cesó y, tras unos instantes, Susan se aventuró a disolver el campo para obtener una mejor visión de lo que pasaba al otro lado de la barrera. Los terroristas estaban desarmados y atados contra su propio furgón blindado. Supermán había terminado su trabajo y permanecía junto a ellos. Clark. Susan sintió un acceso de furia, se sentía engañada. Había estado jugando con desventaja todo este tiempo. Reunió su energía y salió propulsada hacia los cielos
- ¡Susan! – Clark no iba a dejar que se fuera. No así. La persiguió y le dio alcance rápidamente, cuando ya se había elevado sobre los rascacielos y se empezaba a hacer invisible – Sue, por favor, por favor… - La agarraba de su invisible muñeca – Déjame explicarte
Ella recobró su visibilidad de pronto y se libró de un tirón. Estaba llorando
- ¡No tienes nada que explicar¡Allí abajo pensé que te mataban¿Cómo se explica eso? Me has tenido engañada todo este tiempo¿qué te has creído? Te has estado protegiendo hasta ahora, mostrando sólo lo que te convenía… Pues bien¡yo no tengo ese privilegio!
Clark la cogió y la abrazó contra su pecho hasta que ella calmó su llanto. Atardecía en el cielo de Nueva York y el viento se había levantado, agitando los cabellos y la capa del superhéroe, los dos abrazados flotando sobre las azoteas y las grandes avenidas
- ¿Por qué no me dijiste lo de Supermán? Podrías habérmelo confiado – le dijo ella, agotada, rodeándole con sus brazos
- Bueno, tú tampoco me contaste lo de Reed… Los dos teníamos secretos y cosas que queríamos dejar atrás… - Clark esperó un momento y prosiguió hablando - Susan, perdóname. Es tan difícil. He sido muy injusto contigo, es verdad. Saberlo puede ser tan peligroso para las personas a las que quiero…
- Lo sé… Ponemos en peligro a todos los que nos rodean, Clark. Antes… Creí que habían acabado contigo. Nuestra vida es tan complicada…
- Eso no te pasará con Reed. Os protegeréis mutuamente. Tenéis un buen equipo
Ella desenterró la cabeza de su pecho y le miró con sus ojos tristes, que se iluminaron levemente con una sonrisa
- Haces bien en mantener tu identidad secreta, es algo único y que no tiene precio. Ojalá yo pudiera. Yo hubiera hecho lo mismo
- Con el tiempo te lo hubiera dicho
- Lo sé
- Entonces¿no vas a quedarte pensando que soy despreciable?
Ella se impulsó un poco en el aire y le dio un beso dulce, que a Clark le supo más que nunca a despedida. El sol había terminado de ocultarse. Las luces de la ciudad lanzaban destellos bajo los pies de ambos
- No, Clark, creo que eres un encanto
Clark miró para otro lado, intentando no mirarla a los ojos y cogió fuerte las manos de Sue entre las suyas, como si lo que fuera a decir se contradijera con sus verdaderos deseos
- Márchate ya, Sue. Seguro que te están esperando
- Sobre lo que hablamos antes, no pierdas la esperanza. Encontrarás a alguien. No debemos dejar que el miedo nos impida seguir queriendo
Clark se sonrió
- Adiós, Sue
Y ella le dejó en medio de una noche donde las estrellas brillaban no en el infinito sobre su cabeza sino más bien en el abismo bajo sus pies, la fulgurante fuerza de Nueva York en todas sus múltiples avenidas y sus luces, como un mapa estelar, un dibujo de soles distantes, de planetas desconocidos: la artificial pero hermosa recreación humana de un cosmos inalcanzable. Y él se sintió de nuevo abrazado por la soledad pero víctima también de la poética que había en todo lo que los hombres habían hecho y habían construido y de la belleza oculta que palpitaba en sus ciudades y en sus vidas. Y su soledad no se le hizo tan pesada entonces, porque en la raza humana estaba su esperanza y su sentimiento de hogar, su inspiración y la fuerza de su espíritu.
El cielo oscuro cubierto de nubes presagiaba la tormenta. La Tormenta, que era como Susan Storm. Que como ella había entrado en su vida, la había sacudido con su violencia y se había marchado disolviéndose en el aire nocturno, volviéndose invisible.
