Sólo un recuerdo
Un fanfiction basado en Slam Dunk por Khira
Disclaimer: La mayoría de los personajes que aparecen en esta historia son propiedad de Takehiko Inoue.
Advertencia: Yaoi. Muy Angst.
Capítulo 1. De regreso
Caminó deprisa por los largos pasillos del aeropuerto de Narita, temeroso de que alguien le reconociera, en dirección a la salida. Sin embargo aquello no era muy probable, la gorra y las enormes gafas de sol que llevaba llamaban más la atención que él mismo. Pero a pesar de haberse teñido el pelo de un color más natural, seguía destacando por su altura, y toda precaución era poca si no quería acabar huyendo de periodistas instigadores o peor aún, de fans completamente histéricos e histéricas.
Cuando por fin salió al exterior, se encontró con una cola larguísima de gente que esperaba para coger un taxi igual que él. El verano estaba por terminar pero el calor era aún sofocante, además que era media tarde y el sol caía de pleno. Refunfuñando por lo bajo, se metió a la cola, y tras casi media hora de espera, logró introducirse en uno a pesar de las quejas de una pareja que decían que se había colado.
- Buenos días, señor – saludó amablemente el taxista - ¿Quiere que pongamos el equipaje en la maleta?
- No, gracias – contestó – Es pequeña.
Efectivamente, para no saber cuanto tiempo iba a quedarse, la mochila bandolera era algo pequeña. Se acomodó en el asiento trasero, colocó la mochila a su lado, y se abrochó el cinturón. Le dio la dirección al taxista y partieron.
Mientras circulaban a velocidad moderada por una autopista recién remodelada, y para fastidio de Sakuragi, el taxista se empeñó en mantener una conversación.
- ¿Qué tal las vacaciones?
- Bien – contestó secamente.
- ¿Ha estado mucho tiempo fuera?
- Ocho años.
El taxista le echó una mirada sorprendida a través del espejo retrovisor.
- Ah, pensé que venía de pasar las vacaciones de verano fuera… - murmuró.
- Trabajo en el extranjero – explicó sin ganas.
Sakuragi apoyó la cabeza en la ventanilla, la cual permanecía cerrada ya que el taxi contaba con aire acondicionado, y miró ausente el paisaje. El taxista al notarle tan cansado desistió de seguir preguntando.
Cerró los ojos y respiró hondo. Tenía miedo, no lo iba a negar. Había pasado demasiado tiempo. Pero por fin se había decidido y no pensaba dar marcha atrás. Necesitaba verle, saber de él por algo más que el informe de un detective privado gracias al cual había descubierto su paradero. Saber que era verdad que estaba bien… y como era posible.
Al cabo de un rato se quedó dormido y tuvo que despertarle el taxista con un suave zarandeo.
- Hemos llegado – dijo.
Sakuragi pagó y bajó del coche sin olvidarse de coger su mochila. Aún no se la había colgado al hombro y el taxi ya había partido, dejándole solo frente al pabellón de deportes municipal de la ciudad y con los nervios a flor de piel.
"Tranquilo… ", se dijo a sí mismo, empezando a caminar hacia la entrada principal.
¿Pero cómo iba a tranquilizarse? No tenía ni idea de que cara poner cuando se vieran. Y menos de que cara pondría él. ¿Cómo reaccionaría al verle?
Se sorprendió un poco de que no hubiera nadie para cobrar entrada. Aunque si lo pensaba cínicamente, quizás si se cobrara entrada nadie acudiría a ver ese tipo de partidos, a excepción de amigos y familiares.
Mientras caminaba guiándose de unos pocos carteles que indicaban donde se encontraba la cancha de baloncesto, Hanamichi también se sorprendió del poco ruido que se escuchaba, lo que confirmó su teoría de que había poco público. Subió unas escaleras, y por fin apareció ante él la duela, y también, los jugadores que sobre ella luchaban por el control del balón.
Pero era una lucha muy diferente a la que él estaba acostumbrado.
Comprobó que efectivamente había apenas una docena de personas en las gradas, e inmediatamente, con el corazón empezando a latir dolorosamente rápido en su pecho, paseó la vista por los jugadores de ambos equipos.
Le reconoció de inmediato.
Como ya sabía, estaba en el equipo de los Kuma, con el uniforme azul marino y el número catorce en números blancos a la espalda. En lo primero que se fijó fue en su cabello negro y lacio, mucho más largo de cómo lo solía llevar en el instituto, ya que le llegaba casi por los hombros. Una finísima cinta en su frente impedía que le molestaran en la cara al jugar. Por la distancia no podía verle bien la expresión, pero sí notó algo que le sobrecogió, ya que no se lo esperaba. Estaba concentrado. Quería ganar.
Echó un vistazo al marcador y vio que los Kuma sólo perdían de un punto ante el otro equipo. Luego volvió a fijarse en él, esta vez en su estilo de juego. Había cambiado mucho desde que jugaran juntos, lógico en gran parte dada la situación. Pero ahora además apenas se quedaba con el balón, siempre lo pasaba a un compañero que estuviera mejor situado que él para anotar.
"Ojalá hubieras sido igual de generoso en el instituto…"
Unas cuantas jugadas más tarde el balón volvía a estar en posesión de los Kuma, y esta vez sí que lanzó él a canasta. Y vio que también había variado la forma de lanzar, el ángulo y la posición de lo brazos. También era lógico.
No era lo mismo lanzar de pie que desde una silla de ruedas.
Encestó. Unos segundos después el árbitro paró el partido después de una falta porque que se había pedido tiempo muerto. Los jugadores de ambos equipos se dirigieron a sus respectivos banquillos, y entonces le vio.
"No puede ser…", fue lo primero que pensó.
Se quedó mirando al entrenador de los Kuma con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Se sintió estúpido por no haberle preguntado por él a Satoshi, su informador.
Akira Sendoh.
No podía ser otro. Llevaba el pelo más corto, pero igual de parado y engominado, y a sus veintisiete años, seguía teniendo la misma cara de estúpido pervertido que a los dieciséis, cuando lo conoció.
Y vio, más sorprendido aún, cómo Sendoh daba instrucciones a su equipo gesticulando como un profesional, siendo escuchado atentamente por todos sus jugadores, inclusive Rukawa.
xXx
El partido terminó con la victoria de los Kuma por dos puntos escasos de diferencia. Los jugadores se dieron la mano y se dirigieron a los vestuarios, los cuales se fijó que disponían de una rampa para facilitarles el acceso, ya que se hallaban en semisótano. Al ver como Sendoh se quedaba platicando con el entrenador del otro equipo en lugar de bajar, se decidió a dar un rodeo por las gradas y acercarse.
Notó que las pocas personas que se cruzaron en su paso se quedaban mirándole, y se dio cuenta que todavía llevaba las gafas de sol y la gorra puestas, así que se quitó ambas en cuanto llegó a la parte más baja del graderío, quedando a un metro por encima de Sendoh, quien seguía hablando. Decidió no interrumpirle y esperar a que terminara.
Acabó de charlar unos dos minutos después, el otro entrenador bajó a los vestuarios sin reparar en él, Sendoh recogió una chaqueta del banquillo y se disponía a hacer lo mismo cuando un corto y suave silbido le hizo levantar la vista.
Si no fuera porque desde que había entrado allí que tenía ganas de llorar, Sakuragi se habría reído de la cara de atontado que puso el puercoespín al reconocerle.
- Ha-hanamichi Sakuragi… - balbuceó.
- El mismo… - Sakuragi sonrió levemente.
Sendoh se subió encima del banco para acercarse, aún con la sorpresa pintada en el rostro.
- ¿Qué haces aquí? – consiguió preguntar. Rápidamente añadió – En Japón, quiero decir…
- La temporada ha terminado… - respondió – Vine a pasar las vacaciones.
- Ah, claro… - la respuesta no le convenció, sabía muy bien que hacía años que el ex-pelirrojo no regresaba - Bonita temporada la que has cerrado, por cierto… El segundo máximo reboteador de la ACB¿verdad?
- Sí… la temporada que viene será…
- Claro…
- No me esperaba verte como entrenador, al menos tan joven…
- Dejé el baloncesto al entrar en la universidad…
- Ya veo…
- ¿Y que te trae a ti, el jugador japonés más famoso en una liga extranjera, a este humilde pabellón? – inmediatamente cayó en la cuenta de algo - ¿Viniste a ver a Rukawa…? – preguntó frunciendo el ceño.
La pequeña sonrisa de Sakuragi se desvaneció, en su lugar apareció una expresión de tristeza.
- ¿Podemos hablar en otro lugar? – preguntó.
Iba a replicarle que no quedaba nadie en el pabellón, cuando pensó que quizás era porque Rukawa podría salir de los vestuarios en cualquier momento. Asintió, y de un salto se subió a la barandilla del graderío y se colocó junto al ex-pelirrojo.
- Vamos a tomar algo. Hay un bar junto a las pistas de paddle.
xXx
Una vez estuvieron sentados en una de las mesas del bar, y tras hablar un rato sobre las andanzas de Sakuragi en la liga española profesional de baloncesto, Sendoh volvió al que sabía del cierto era la cuestión que le había traído hasta allí.
- ¿Por qué has venido aquí, Sakuragi¿Por Rukawa?
- … - Hanamichi no contestó, sólo desvió la mirada de los ojos violetas que le escrutaban a su bebida.
- Supongo que no es para darle una sorpresa… aunque será inevitable.
- …
- ¿Y cómo sabías que lo encontrarías aquí?
- …
Sendoh se cansó de preguntar sin obtener respuesta y se cruzó de brazos esperando a que le contestaran de una vez. Sakuragi al escuchar el silencio dejó de mirar su bebida y alzó la vista.
- Contactos – respondió simplemente.
- ¿…?
- Supe que estaba aquí gracias a unos contactos. Y sí, he venido a verle.
- ¿Por qué? – preguntó Akira.
- Para ver como está.
- Está bien – dijo con un convencimiento que le sorprendió.
- Pero…
- ¿Pero qué?
- Nada…
Sakuragi se abstuvo de decir que no creía que una persona en la situación de Rukawa pudiera estar bien.
- ¿Y tú? – preguntó Sakuragi cambiando de tema - ¿Cómo es que eres su entrenador?
- Bueno, no soy sólo su entrenador. Soy el entrenador de los Kuma – contestó Sendoh.
- Tú ya me entiendes. Tenía entendido que ibas a estudiar fisioterapia en la Todai.
- Y la estudié. Soy fisioterapeuta.
- ¿Y lo de entrenador?
- Es sólo por las tardes y los fines de semana que tenemos partido, como hoy.
- ¿Desde cuando?
- Hará ya… unos cuatro años que me uní a los Kuma.
- Casi como Rukawa, entonces… - murmuró Sakuragi más para sí que para que el otro le oyera.
- Fui yo quién lo trajo al equipo – dijo Sendoh orgulloso, sin pararse a pensar cómo sabía Sakuragi el tiempo que hacía que Rukawa estaba en los Kuma.
Al escuchar eso Hanamichi casi se atragantó con su bebida.
- Cof… cof… - tosió.
- ¿Estás bien? – preguntó el chico de ojos violetas.
- Sí… cof… ¿Cómo que tú le trajiste?
- Yo era su fisioterapeuta… bueno, lo sigo siendo.
- ¿Cómo que su fisioterapeuta?
- Sí, me tocaron unas prácticas en la clínica donde estaba ingresado…
Sakuragi iba a pedirle que se explicara más, pero por el momento se quedó con las ganas. Al notar que Sendoh miraba tras él con gesto extraño, se giró un poco en la silla para saber a quien estaba viendo, y esta vez casi se atragantó con su propia saliva al tragarla. Un chico de largo cabello negro, ojos azules y piel pálida, sentado en una silla de ruedas y vestido con un chándal, le miraba con expresión de desconcierto.
- R-rukawa…
- ¿Sakuragi…?
N/A: Hola, aquí estoy de nuevo con otro fic… Esta vez puede que no cumpla con lo de final feliz, y no desvelaré la pareja, así que están avisadas… Por lo demás, acepto sus críticas, tomatazos o amenazas de virus a mi ordenador, ya sea por review o mail, y también claro, sus comentarios de apoyo que siempre animan y me hacen sentirme menos culpable por estar escribiendo en lugar de estudiar
