Sólo un recuerdo

Por Khira

Capítulo 3. El día a día

De pronto el aire se sentía más pesado. Sakuragi y Mitsui se escrutaban mutuamente, mientras Sendoh y Rukawa les miraban alternativamente sin entender del todo a que venía aquel ambiente tan tenso.

El ex-número 14 del Shohoku llevaba el pelo muy corto, unas gafas de sol pastilleras a modo de diadema y un pendiente en la ceja izquierda. Además estaba muy moreno, lo que hacía notar más la cicatriz de su barbilla. Por lo demás a pesar de estar próximo a la treintena tenía la misma expresión de macarra que en el instituto, eso era lo que estaba pensando Sakuragi.

- Eeehh bueno Mitsui, supongo que te acuerdas de Sakuragi, jugabais en el mismo equipo… - dijo Sendoh para romper de una vez el incómodo silencio.

- Claro que me acuerdo – dijo Mitsui entre dientes – Cuánto tiempo, Sakuragi… - añadió irónico.

- Sí, ya ves… - murmuró el aludido - ¿Qué haces aquí? – preguntó.

- ¿Eso debería preguntarlo yo, no crees? – replicó – No soy yo el que se ha pasado ocho años fuera.

Sakuragi le miró entre furioso y cansado, harto ya de que le recriminaran eso. Sendoh se apresuró a intentar poner paz.

- Mitsui y yo trabajamos en la misma clínica – explicó. Sakuragi recordó entonces que Mitsui también empezó la carrera de fisioterapia, un año antes que Sendoh – Él trabaja por las tardes y por eso se queda con Rukawa por las mañanas.

Y de nuevo el silencio. Sendoh se cansó de la situación y anunció que tenía que marcharse al trabajo. Mitsui le acompañó a la puerta y luego volvió a la cocina.

- ¿Empezamos, Rukawa?

La pregunta despertó a Rukawa, que se había quedado medio dormido al no prestar atención a la discusión. Asintió al mismo tiempo que reprimía un bostezo.

- ¿Qué vais a hacer? – preguntó Sakuragi.

Por un instante Mitsui creyó ver en él al mismo chico inocente y curioso que conoció en el instituto. Pero meneó la cabeza y desechó aquel pensamiento. Nunca le perdonaría.

- Unos ejercicios para mejorar la circulación – explicó mientras arrastraba la silla de Rukawa en dirección a su habitación – Nos vemos luego.

Sakuragi entendió la indirecta: no pintaba nada con ellos. Dio media vuelta y se dirigió a la sala de estar, se dejó caer en uno de los sofás y cogió el mando del televisor.

Aún le duraba la sorpresa de que Mitsui también estuviera tratando a Rukawa. Que él supiera esos dos nunca se habían llevado bien en el instituto, aunque la verdad Rukawa no se llevaba con nadie, pero además en cuanto Mitsui, Akagi y Kogure se fueron a la universidad perdieron mucho el contacto con ellos.

Pero evidentemente era él que sentía estar fuera de lugar en aquella casa.

La televisión estaba puesta pero no la escuchaba y apenas la veía.

"¿Qué estoy haciendo aquí?", se preguntó de pronto. "Está mejor de lo que esperabas, márchate…", se dijo a sí mismo.

"No", pensó al recordar las cicatrices en las muñecas del zorro. Tenía que quedarse y averiguar que había pasado durante aquellos ocho años.

xXx

- No me puedo creer que Sendoh le haya invitado a quedarse aquí – farfulló Mitsui mientras masajeaba el gemelo izquierdo de Rukawa, quien permanecía acostado boca abajo en la cama con la cabeza ladeada escondida entre los brazos - Hay que tener cara…

- … - Kaede simplemente se encogió de hombros.

- ¿Es que a ti no te molesta? – preguntó sorprendido.

- Ya ha pasado mucho tiempo… - dijo el chico más joven.

- ¡Precisamente por eso! – exclamó Mitsui – ¡Rukawa, él no…!

- ¡Mitsui! – interrumpió Rukawa sin moverse – Déjalo ya¿quieres?

Mitsui ya no dijo más, y continuó masajeando sus piernas, de vez en cuando observando la cabellera negra que ocultaba el rostro de su amigo.

"Tú… a pesar de todo… te alegras de que haya venido…"

xXx

Casi dos horas después entró Mitsui en la salita. Sin decir nada, se sentó en el otro sofá y encendió un cigarrillo.

- No sabía que fumabas… otra vez… - murmuró Sakuragi.

- No sabes muchas cosas, Sakuragi… - replicó él.

- ¿A qué te refieres? – preguntó molesto.

- Déjalo…

Sakuragi tampoco tenía ganas de discutir, por lo que decidió ignorar el comentario.

- ¿Cómo ha ido…? – preguntó en un tono más conciliador.

- ¿El qué? – preguntó a su vez Mitsui dando una calada, sin mirarle.

- La sesión…

- Ah… bien, como siempre…

- ¿Está durmiendo?

- Supongo que no tardará…

El ex-pelirrojo se pasó una mano por los cabellos, nervioso por lo que quería preguntar.

- Esto… Mitsui… tú que también le tratas… ehm…

- ¿Qué pasa…?

- ¿Hay alguna posibilidad… por remota que sea… de que... vuelva a caminar?

Mitsui se quedó mirándole con el cigarro en la mano.

- Tiene la columna partida en dos, Sakuragi – el leve temblor que acompañó sus palabras no pasó desapercibido para el jugador – No, no volverá a caminar…

- Pero… - esa respuesta ya la conocía, pero era demasiado cruel para ser verdad – La ciencia médica es la que más avanza¿no? Quizás algún día…

- Mucho tendría que avanzar… - replicó Mitsui con voz cansada.

En la tele estaban dando noticias de deportes, pero ninguno de los dos reparó en ello. Sakuragi bajó la vista, abatido, sólo la volvió a levantar para seguir preguntando.

- ¿Desde cuando Sendoh y tú os ocupáis de él?

- … - Mitsui le miró sin ganas pero se decidió a contarle - Pues… Sendoh hará unos seis años, creo… y yo unos tres…

- ¿Cómo fue?

- Sendoh empezó a trabajar en la misma clínica que yo y me contó que estaba viviendo con Rukawa. Por supuesto me quedé atónito, hacía años que no sabía de él, cuando salió del hospital su familia y él se mudaron y le prohibió a sus padres contarnos donde estaban… Al principio a Rukawa no le hizo ninguna gracia verme, pero poco a poco aceptó que les ayudara…

- ¿Y Sendoh?

- Eso que te lo cuente él… - dijo levantándose – Me voy a hacer la comida.

- Te ayudo – dijo Sakuragi también levantándose.

Pero en lugar de dirigirse hacia la puerta, antes Mitsui dio dos pasos hacia él y le encaró.

- Sendoh se fía de ti porque él no sabe lo que hiciste, o mejor dicho, lo que no hiciste – siseó - Pero yo te voy a decir un par de cosas, Sakuragi: una, recuerdo perfectamente lo mucho que aborrecías a Rukawa, así que si viniste aquí con el objetivo de regodearte en su desgracia, ya estás desapareciendo de nuevo – Sakuragi abrió la boca para protestar pero Mitsui continuó – Y dos, si te quedas, que no me entere que le has dicho algo desagradable que pueda desestabilizarle, nos ha costado mucho llegar hasta aquí.

Sakuragi cerró la boca, ya sin saber qué decir. Pero Mitsui añadió algo más antes de irse a la cocina.

- Ah, y no hace falta que me ayudes con la comida. Por si no te has dado cuenta, nos las apañamos muy bien sin ti. Especialmente Rukawa...

xXx

Comieron tarde porque esperaron a Sendoh, y apenas terminaron Mitsui tuvo que marcharse. Sendoh invitó a Sakuragi a asistir al entrenamiento de esa tarde y él aceptó, extrañado de que Rukawa no pusiera ninguna pega.

Acostumbrado a recordarle como jugador, para Hanamichi era muy curioso ver a Sendoh ejercer de entrenador. Pero no podía compararse con la amarga sensación que le oprimía el pecho al ver a Rukawa entrenar a aquel deporte que tanto amaba de una forma tan diferente.

Se fijó mejor en su estilo de juego, y en la facilidad con que manejaba la silla. Se fijó también en que ahora, en lugar de llevar un soporte en el brazo izquierdo, llevaba muñequeras. Supuso que era para ocultar las cicatrices.

Sakuragi estaba sentado en las gradas del pabellón, Sendoh le había invitado a sentarse en el banquillo de la cancha pero él se negó, no quería que le presentara al equipo y que todos le reconocieran. Al cabo de un rato de comenzar el entrenamiento y aprovechando que sus jugadores estaban enfrascados en un largo ejercicio, Sendoh subió a sentarse un rato con él.

- Y bien¿qué te parece? – preguntó Akira señalando con un gesto de cabeza a la cancha.

- ¿El equipo? – preguntó Sakuragi sin entender.

- No. Rukawa.

- ¿Rukawa?

- ¿Cómo le ves?

Miró de nuevo a la cancha, aunque en realidad el único jugador que había observado desde que empezara el entrenamiento era a Rukawa.

- ¿A qué te refieres?

- Esperabas verle derrotado¿verdad? – preguntó Sendoh, haciendo que Sakuragi diera un pequeño respingo.

- ¿Por qué dices eso?

- Por la manera que me preguntaste si estaba bien… parecía que no te lo creías…

- Es que… - Sakuragi se sinceró, sin dejar de mirar a Rukawa – Yo en su lugar no lo estaría…

- Ya… ni tú ni nadie… - suspiró el joven entrenador – Pero Rukawa es fuerte, algún día tenía que volver a demostrarlo…

- Vi sus marcas… - interrumpió.

- ¿Cómo?

- Las marcas en sus muñecas…

- Ah, eso… - Sendoh dirigió también su mirada a Rukawa – Eso pasó antes de que nos reencontráramos, así que no te puedo explicar mucho… Pero si miramos el lado positivo de las cosas, fue gracias a esa tontería que hizo que le volví a ver…

- ¿Qué quieres decir? – se sorprendió el ex-pelirrojo.

- Porque por hacer eso le ingresaron en la clínica donde yo estaba de prácticas, en la planta de psiquiatría… - explicó – Yo trabajaba en rehabilitaciones, en la planta primera. Un día tuve que subir para darle un recado a un enfermero, escuché gritos provenientes de una habitación, entré corriendo y ahí estaba…

- - - Flashback - - -

Le costó unos segundos reconocer al chico que estaba en la cama gritándole a una enfermera. Llevaba el pelo muy largo y una barba de cuatro días; estaba muy delgado y extremadamente pálido. Estaba muy cambiado. Sus muñecas estaban vendadas y en una de ellas había una mancha de sangre. La enfermera lo que quería precisamente era cambiarle el vendaje y revisarle los puntos, pero por lo visto el chico no estaba de acuerdo.

- ¡No me toques, puta! – gritó apartándose más de ella.

- ¿Rukawa? – exclamó Sendoh.

Rukawa le miró, parpadeó, y se calmó un poco.

- ¿Sendoh…?

- ¿Os conocéis? – preguntó la pobre enfermera, entre asustada y enojada.

- Sí… - respondió Akira acercándose a la cama.

- Pues quédate con él unos minutos, por favor, mientras voy a avisar al doctor Tsukimoto – suplicó la chica – Necesita un tranquilizante… - añadió en voz baja, aún molesta.

- ¡Y una mierda voy a dejar que me duermas! – gritó Kaede, que la había oído, aunque la enfermera ya había salido.

- Rukawa, cálm… - Sendoh le tocó en el hombro pero el chico más joven le apartó de un manotazo.

- ¡No me toques!

- Vale, vale… - aceptó alzando las manos.

Algo en una esquina de la habitación le llamó la atención y lo miró: era una silla de ruedas. Rukawa siguió su mirada y luego se miraron a los ojos de nuevo.

- No me digas que no lo sabías… - gruñó sarcástico.

- Eh, sí… - musitó – Pero no sabía que estabas aquí…

- Eres el único aparte de mis padres, así que más te vale callarte – le amenazó.

Sendoh se mordió los labios, sobrepasado por la situación. Desde que se enfrentaran en el último partido que jugó con el Ryonan, puesto que a pesar de vencer a Rukawa su equipo no se clasificó para el nacional, que no lo había vuelto a ver. Supo de lo que le había pasado por Hikoichi, que lo llamó que él acababa de empezar la universidad. Acongojado, quiso ir a verle, pero antes habló con Akagi y Kogure, que estudiaban en la misma universidad, y le dijeron que no era buena idea.

Y ahora, dos años más tarde, se lo encontraba en el mismo hospital donde estaba de prácticas, fuera de si y con…

"Oh dios mío…", pensó al reparar por primera vez en sus muñecas y lo que significaba.

- ¿Qué has hecho! – preguntó cogiéndole una.

- ¡QUE NO ME TOQUES, GILIPOLLAS! – rugió con el rostro desencajado, empujándole.

Sendoh se asustó. Rukawa definitivamente no era el mismo. Cualquiera en su situación habría cambiado, pero aún así… Sus ojos azules estaban opacos, pero al mismo tiempo le miraban desafiantes como antaño, aunque era otro tipo de desafío…

Rukawa, que estaba un poco incorporado apoyándose con las palmas de la mano en la cama, se dejó caer de espaldas con un ruido sordo, y se pasó las manos por los cabellos mientras hablaba.

- Aunque la verdad, el único gilipollas que hay aquí soy yo¿sabes? – murmuró de nuevo calmado mirando el techo – ¿A quien se le ocurre intentar matarse sabiendo que tus padres pueden llegar en cualquier momento? A mí… Pero sabes que pasa, que no podía irme a ningún otro sitio… digamos que tengo problemas de movilidad... Y van y me ingresan en psiquiatría, como si estuviese loco…

- Rukawa… - susurró Sendoh. La voz le tembló y supo que le faltaba poco para echarse a llorar.

- Por cierto¿y tú que haces aquí? – preguntó echándole un vistazo a su uniforme - ¿Eres médico?

- N-no, estudio fisioterapia, estoy de prácticas…

Iba a seguir contándole pero en ese momento entraron la enfermera de antes, acompañada de un médico y otro enfermero.

- Ya puedes irte – dijo la chica.

Akira quiso replicar, pero vio la jeringuilla en manos del enfermero y calló. Comprendió que iban a sedarle a la fuerza si era necesario, y la verdad no quería verlo.

- Hasta luego, Rukawa. Volveré a subir a verte en cuanto pueda…

Rukawa no dijo nada, estaba mirando al médico con más que desconfianza. Sendoh salió de la habitación y se quedó apoyado en la pared junto a la puerta. Enseguida escuchó las quejas y gritos de Rukawa, que poco a poco se fueron apagando.

En ese momento decidió que haría lo posible para ayudarle.

- - - Fin del flashback - - -

- Me costó sangre, sudor y lágrimas, literalmente – confesó Sendoh – Pero conseguí acercarme a él lo suficiente para que me permitiera visitarle después de que le dieran el alta.

- ¿Y después? – preguntó Sakuragi.

- Un infierno – Hanamichi volteó a mirarle por la repentina desesperación en el tono de voz con que Sendoh había hablado – Empecé a acudir frecuentemente a su casa, pero te juro que cada vez que iba me entraban ganas de no volver. Sus padres estaban destrozados, ninguno de los dos había logrado sobreponerse y mucho menos ayudar a Rukawa. Se mudaron a Chiba para que pudiera asistir a un centro especializado que hay en la ciudad, pero él se pasaba la mayor parte del día en su habitación, se negaba a salir a ningún sitio y mucho menos a retomar los estudios o acudir al centro. Al principio lo único que conseguí fue, en cuanto acabé la carrera, sustituir al fisioterapeuta que por aquel entonces le trataba. Al año siguiente me convertí en el entrenador de los Kuma, algo que seguramente habría hecho aunque no me hubiera reencontrado con Rukawa, pero no fue hasta un año después que conseguí que Rukawa se uniera, ya te conté cómo.

Sendoh iba a seguir hablando pero un estrépito les alarmó y se pusieron de pie de inmediato. En la cancha había un par de jugadores caídos de sus sillas, uno de ellos era Rukawa. Bajaron corriendo por las gradas y de un salto irrumpieron en la cancha. Sendoh se arrodilló junto a Rukawa, quien parecía haberse llevado la peor parte del golpe.

- ¡Dai, Kaede¿Qué ha pasado? – preguntó Sendoh mientras inspeccionaba el brazo del que Rukawa se estaba doliendo.

- Un choque por un rebote – explicó Dai, el otro jugador caído, mientras se volvía a sentar hábilmente en su silla - ¿Estás bien? – le preguntó a su compañero.

- Sí – contestó Rukawa, apartando las manos de Sendoh – Estoy bien, Akira.

Era la primera vez que escuchaba a Rukawa llamar por el nombre a Sendoh, y a Sakuragi le sentó como un tiro. De pronto se dio cuenta de que estaba siendo observado por el equipo al completo.

- ¡Dios mío, es Hanamichi Sakuragi! – exclamó uno de los jugadores - ¡El jugador japonés del Estudiantes!

Todos los demás prorrumpieron en exclamaciones de asombro. Sakuragi no sabía que hacer, siempre se había sentido incómodo con ese tipo de situaciones. Pero más incómodo se sintió cuando su mirada se cruzó con la de Rukawa.

No había envidia, ni rencor, en la mirada del chico de ojos azules. Sólo una absoluta y profunda tristeza.


N/A: Hola! Aquí os dejo otro cap de esta historia. Empiezan los flashbacks, y tengo que avisaros que son explicativos de la historia o recuerdos del personaje, lo que significa que no lo está contando en voz alta a su interlocutor. Muchísimas gracias por los reviews, a ver si a la próxima que actualice ya estoy de minivacaciones y puedo contestar todos. Besosss