Sólo un recuerdo

Por Khira

Capítulo 5. Tsubasa

Nada más entrar en la cocina para desayunar, Sakuragi notó algo diferente en el ambiente de esa mañana. Era más distendido, incluso alegre. Sendoh silbaba mientras preparaba el café y le dio los buenos días con una gran sonrisa. Rukawa no sonrió pero también le dio los buenos días.

- Buenos días – saludó él también - ¿Cómo estás, Sendoh? – preguntó mientras se sentaba.

- Mucho mejor, gracias – respondió mientras le servía el café – Pero creo que en cuanto termine de desayunar me volveré a la cama. Me siento cansado todavía, y eso que he dormido de un tirón.

Rukawa alzó la vista de su café al escucharle. Aún se le veía preocupado.

- A ver si es cierto – murmuró – Y cuando vuelva no te encuentro levantado.

- ¿Cuándo vuelvas? – repitió Sakuragi curioso.

- Es que los sábados Rukawa tiene una cita – sonrió Sendoh.

Sakuragi casi se atragantó con el café. Rukawa miró a Sendoh con cara de fastidio.

- Muy gracioso – terminó de beberse el café – Voy a cambiarme, Mitsui debe de estar por llegar.

Rukawa salió de la cocina y se dirigió a su habitación.

- ¿Una cita¿Con quién? – preguntó Sakuragi enseguida.

- Con Tsubasa – respondió Akira, sentándose para tomar él también su café.

- ¿Con Tsubasa¿Quién es¿Una mujer?

Sendoh soltó una risita.

- Podría decirse que sí...

- ¿Qué quieres decir con...?

En ese momento sonó el teléfono y Sakuragi no pudo seguir preguntando. Sendoh se levantó de la mesa para ir a cogerlo, pero antes se paró un momento en la puerta y se giró hacia Sakuragi.

- Si quieres acompañarles, yo de ti me cambiaría rápido. Si no Mitsui te dejará aquí.

Hanamichi se terminó el café de un trago y siguió a Sendoh hacia la sala, donde tenía su mochila con la poca ropa que se había traído de España. Mientras Sendoh hablaba por teléfono Sakuragi se cambiaba, y así escuchó la conversación.

- ¿Diga...¡Ah, hola...¿Qué tal...? Sí, muy bien... Ahora se pone...

Sendoh salió de la salita con el teléfono, que era inalámbrico, en dirección a la habitación de Rukawa. Cuando volvió, Sakuragi tenía tal cara de intrigado que se adelantó.

- Era su madre – explicó – Le llaman una vez por semana.

- ¿Sus padres? – se extrañó – No sé, creí que no se trataban...

- Al contrario. Se lleva muy bien con sus padres. Sobretodo desde que no vive con ellos.

- ¿Cómo? – ahora sí que no entendía nada.

- Verás... si Rukawa se decidió a venirse a vivir conmigo fue por ellos. Pero no porque se discutieran. Lo que pasó fue que Rukawa se dio cuenta de que aparte de él quien peor lo estaba pasando era su familia. Su madre tuvo que dejar de trabajar para cuidarle, o mejor dicho para vigilarle, y ambos también sufrían de depresión. Irse de casa fue su manera de demostrarles que estaba mejor y al mismo tiempo darles un descanso...

- Entiendo...

Rukawa apareció al cabo de unos minutos, ya vestido y con el teléfono en la mano. Se lo devolvió a Sendoh mientras miraba extrañado al ex-pelirrojo.

- ¿Tú también vienes? – preguntó.

- Si no te molesta... – dijo Sakuragi, aunque seguía sin saber adonde irían.

- No, para nada – dijo Rukawa encogiéndose de hombros.

Un pitido desde la calle les hizo saber que Mitsui ya había llegado. Bajaron y Sakuragi vio el coche de su ex-compañero, un Toyota bastante viejo. Se sintió de nuevo mal al confirmar que sus amigos no andaban precisamente sobrados de dinero. Pensó que en cuanto averiguó el paradero de Rukawa tendría que haberles mandado dinero, anónimamente claro, porque si no el zorro lo más probable no lo hubiera aceptado.

Observó en silencio como Sendoh ayudaba a Rukawa a meterse en el asiento delantero y Mitsui plegaba la silla y la metía en el maletero. El chico de la cicatriz apenas le miró, así que optó por meterse en el coche detrás de Rukawa sin más.

Mitsui se metió de nuevo frente al volante y tras despedirse de Sendoh partieron los tres en el Toyota.

El día era espléndido. Durante el camino Rukawa le contó brevemente a Mitsui lo que había pasado la noche anterior, el chico mayor ya lo sabía por él mismo, ya que Sendoh le había llamado temprano para que acompañara él solo a Rukawa ese sábado. En presencia de Mitsui, Sakuragi no se atrevía a hablar mucho así que se quedó con las ganas de preguntar a dónde iban.

El trayecto fue largo, casi una hora. En el coche sólo se escuchaba la música heavy que Mitsui tenía puesta en la radio. Dejaron atrás un par de ciudades y se internaron en el campo. Empezaron a verse casitas rurales e incluso un par de granjas. Finalmente se internaron en un camino de tierra y llegaron a lo que parecía un rancho, formado por unos cuantos edificios rústicos y varios vallados. Mitsui aparcó el coche junto a un par de furgonetas y se bajaron. El paisaje era precioso, estaban completamente rodeados de prados.

Mientras Mitsui ayudaba a Rukawa a sentarse de nuevo en su silla, apareció una muchacha joven, de unos veinticinco años, castaña y con pecas, casi dando brincos.

- ¡Hola Mitsui, hola Rukawa! – saludó efusiva. Al darse cuenta de la presencia de un desconocido se cortó un poco – Ah, hola...

- Hola... – saludó Sakuragi. "¿Esta es Tsubasa?", se preguntó.

- Akemi, te presento a Hanamichi Sakuragi. Un... amigo – dijo dudando – Sakuragi, ella es Akemi. La hija del dueño del centro. También es fisioterapeuta.

"¿Del centro? Bueno, al menos no es la tal Tsubasa..."

La chica se le quedó mirando.

- ¿Hanamichi Sakuragi? De que me sonará ese nombre... Bueno, da igual. ¡Encantada!

- Igualmente – Hanamichi se inclinó un poco al igual que ella.

Mitsui iba a empujar a Rukawa hacia el interior del rancho pero Akemi se le adelantó y entró con él. Sakuragi y Mitsui les siguieron.

- Tsubasa te ha echado mucho de menos¿sabes? Se la veía triste... – iba diciendo la chica, intrigando más a Sakuragi - Claro, como la semana pasada no viniste...

- No me encontraba muy bien... – se disculpó Rukawa.

Se detuvieron al llegar a uno de los vallados. Dentro había una media docena de caballos. Akemi dejó a Rukawa junto a la entrada y de un salto se metió en el interior. Cuando volvió llevaba de las riendas a una preciosa yegua color chocolate, con las crines negras y muy largas.

- Hola Tsubasa – saludó Rukawa, dejando atónito a Sakuragi - ¿Qué tal?

La yegua por supuesto no contestó pero en su lugar acercó su gran cabeza a Rukawa, quien alargó la mano para acariciarle el hocico.

- ¿Preparado para montar? – preguntó Akemi.

- Claro.

Sakuragi estaba estupefacto, no ya por descubrir que la tal Tsubasa era un caballo, sino por el brillo en los ojos del zorro, tal parecía un niño admirando un juguete muy preciado. Observó atentamente como Mitsui se llevaba a Rukawa a una especie de plataforma de madera que constaba de una rampa y varios escalones. En seguida comprendió que servía para que la silla de ruedas quedara a la misma altura que el lomo del caballo. En menos de cinco minutos Rukawa ya estaba perfectamente montado, y a ojos de Sakuragi, parecía un caballero.

- Toma – dijo Akemi dándole una pequeña fusta.

- ¿Puedo salir a campo abierto?

- ¡Claro! Enseguida te abro.

- ¿Qué? – exclamó Mitsui – Rukawa, hace un par de semanas que no montas, deberías esperar a...

- Montar a caballo es como montar en bicicleta, nunca se olvida – replicó Rukawa con un deje de tristeza.

- Pero...

- Ah, Sakuragi, te presento a Tsubasa... – interrumpió de nuevo – Mi Tsubasa...

"Mis alas...", repitió mentalmente Sakuragi. (N/A: 'Tsubasa' en japonés significa 'alas')

- Bueno, pues ves alerta y... – pero de nuevo Mitsui se quedó con la palabra en la boca.

- ¡JA! – gritó Rukawa dando un fustazo al lomo de Tsubasa en cuanto vio la barrera ya abierta, y saliendo disparado sobre ella.

- ¡Ru...!

En menos de cinco segundos Rukawa y Tsubasa ya se habían alejado tanto que ni gritando les oirían.

- No me hace ni puto caso – se quejó Mitsui.

- Sólo a Sendoh¿verdad? – preguntó Sakuragi mal disimulando sus celos.

Mitsui le miró de reojo.

- Bueno, Sakuragi¿vamos a tomar algo? Puede que no vuelva hasta la hora de comer...

xXx

A lo largo de la mañana fueron llegando más discapacitados al centro de equinoterapia. Sakuragi y Mitsui tomaban un par de cañas en la cafetería, sentados en una mesa junto a uno de los ventanales, observando de vez en cuando las terapias. Akemi estaba con una niña de unos 10 años y con el que supuso su padre, enseñando a la pequeña a montar sobre un pony.

- La equinoterapia no consiste en enseñar al paciente a montar a caballo – explicaba Mitsui - Es mucho más complejo que eso. En el caso de pacientes con dificultades motrices, se trata de colocar al paciente de tal manera que el movimiento pueda estimular su organismo y así facilitar la rehabilitación. Los fisioterapeutas nos encargamos de esa tarea.

- ¿Pero es normal que Rukawa se haya marchado trotando por su cuenta? – preguntó Sakuragi al ver que los demás pacientes permanecían dentro de los vallados, acompañados por sus fisioterapeutas.

- Claro que no. Pero se trata de Rukawa – y con eso dio por finalizada la explicación.

En cuanto terminó el cigarrillo que se estaba fumando, Mitsui sacó un paquete de tabaco de un bolsillo y se encendió otro. Ya era el cuarto de esa mañana. A Sakuragi le pareció excesivo pero no dijo nada, él era el menos indicado para dar lecciones sobre malos vicios.

- ¡Hisashiiiiiiiiiii...!

A Mitsui por poco no se le cayó el cigarro al escuchar que le llamaban así. Sakuragi se giró hacia donde había provenido la voz pero la dueña ya se estaba abalanzando casi literalmente sobre el chico de la cicatriz.

- Ho-hola Azumi... – saludó Mitsui haciéndole un poco de sitio en la silla, pues la chica se había sentado casi sobre él – Sakuragi, te presento a Azumi, es la hermana pequeña de Akemi.

Azumi era clavada a su hermana mayor, pero mucho más... descarada. Se notaba a simple vista por su manera de vestir: una minifalda por encima de las rodillas no era prenda para llevar en un rancho, aunque sí las botas altas negras que llevaba. No tenían tacón, y de hecho no le hacía falta, pues la chica era bastante alta. Aparentaba no más de diecisiete años.

- Encantado – dijo Sakuragi.

- Igualmente – dijo ella. Inmediatamente se giró hacia Mitsui, y claro, al estar sentada en su misma silla, sus rostros quedaron casi pegados - ¿Cómo estás, Hisashi? – preguntó coqueta.

- Muy bien... y no me llames Hisashi.

- ¿Por qué no? Es tu nombre.

- Pero no tenemos tanta confianza.

- Porque tú no quieres...

Sakuragi casi se atragantó al ver el cruce de piernas que exhibió Azumi. Mitsui se sonrojó y miró hacia otro lado.

- Ey¿donde está Sendoh? – preguntó.

- Está un poco resfriado – contestó Mitsui.

- Oh que pena... Y Rukawa supongo que ya está volando con Tsubasa...

- Así es... – sonrió el moreno.

- ¡AZUMI! – se escuchó de pronto desde el exterior.

- ¡Mierda, mi padre! – exclamó la chica levantándose – Seguro que quiere que le ayude a ensillar... ¿Y para esto esperaba yo las vacaciones? Vaya palo... Voy a cambiarme. ¡Chao!

Se despidieron de ella con un gesto. En cuanto se quedaron de nuevo solos, Sakuragi no pudo evitar sonreír al ver que Mitsui seguía sonrojado.

- No sabía que te iban las menores... – dijo burlón.

- Idiota... – bufó Mitsui – No es más que una cría. Cuando la conocimos no tenía ni quince años.

- ¿Cuándo fue eso?

- Hace dos años.

- ¿Tanto hace que venís?

- Así es...

Terminaron sus bebidas y se quedaron mirando por el ventanal. De pronto escucharon unos gritos de asombro y al momento siguiente aparecía Rukawa acercándose a la cafetería montado sobre Tsubasa.

Sakuragi y Mitsui salieron afuera. Akemi estaba riñendo a Rukawa, por lo visto que se acercara hasta allí con Tsubasa era como si un coche se hubiera subido a una acera, pero el chico la estaba ignorando un poco.

- ¿Ya tienes hambre? – preguntó Mitsui acariciando el hocico de la yegua.

- No – respondió Rukawa – Quería saber si Sakuragi se venía a dar una vuelta.

El ex-número 10 de Shohoku le miró sorprendido, pero no más que Mitsui o que Akemi. En los dos años que llevaba Rukawa asistiendo al centro, nunca antes había invitado a nadie a montar con él.

- ¿Y bien¿Qué dices? – preguntó Rukawa al ver que Sakuragi se había quedado parado.

- Eh... pues... claro que sí.

Akemi trajo un taburete para ayudar a Sakuragi a montar, eso sí, después de que Rukawa y Tsubasa se alejaran de la cafetería. Para Sakuragi fue una sensación muy incómoda pero a la vez placentera sentarse detrás de Rukawa, era la primera vez en esos días que le tenía tan cerca, y se puso aún más nervioso.

- Sujétate – ordenó Kaede, y Hanamichi tímidamente colocó sus manos en la cintura del zorro.

- Por favor ten cuida... – empezó Mitsui.

- ¡JA! – pero Rukawa ya había echo a Tsubasa salir disparada.

xXx

Galopando por los prados de alrededor, Sakuragi realmente sintió la sensación de que estaba volando. Iban tan rápido que, por mucha vergüenza que le diera, no le quedaba más remedio que sujetarse fuertemente a la cintura de Rukawa para no caerse.

El viento le molestaba en los ojos pero por nada del mundo los cerraría. No sólo por el impresionante paisaje, la visión del esbelto cuello del zorro y sus cabellos flotando en el aire eran también dignos de admiración. De pronto sintió que Tsubasa empezaba a galopar aún más veloz, e instintivamente pasó de sólo sujetar a Rukawa de la cintura a abrazarle y aferrarse completamente a su espalda.

La calidez de su cuerpo le sorprendió, no así la suavidad de sus cabellos, que ahora tenía rozando contra sus mejillas. Esta vez sí cerró los ojos y sin hacer ruido aspiró su aroma, y deseó que aquel instante no terminara nunca.

Rukawa por su parte se sorprendió y se estremeció al sentir el pecho de Sakuragi pegado a su espalda y su aliento en el cuello...

- ¡SOU! – gritó Kaede de pronto tirando de las riendas, y Tsubasa se detuvo abruptamente.

Sakuragi despertó de su ensoñación de golpe y por poco no le dio un cabezazo accidental a Rukawa en la nuca. Se despegó de su espalda con un suspiro.

- ¿Qué pasó? – preguntó temiendo que Rukawa hubiera detenido el caballo para decirle que se apartara.

- Llegamos – dijo Rukawa simplemente.

Entonces Sakuragi se fijó a donde habían llegado, y abrió los ojos un poco más de lo normal. Si ya el paisaje de aquel lugar era hermoso, el sitio donde se encontraban parecía la portada de una revista de National Geographic. Estaban a escasos metros de la ladera de un pequeño precipicio, y ante ellos se extendían kilómetros y kilómetros de verde prado, hasta llegar cerca del horizonte, donde el mar hacía su aparición, difuminado por la distancia, pero tan brillante como el sol que se reflejaba en él.

- Es... es precioso... – balbuceó el ex-pelirrojo.

- Me apetecía enseñártelo – dijo Rukawa con voz neutra, pero contento interiormente por su reacción.

Hanamichi continuó admirando el paisaje durante bastante rato, después se apoyó de nuevo en la espalda de Rukawa y le abrazó, sorprendiendo otra vez a este.

- ¿Qué haces? – preguntó esta vez.

- Gracias por traerme... – dijo Sakuragi ignorando su pregunta.

- No hay de qué...

- Lo siento, Rukawa, lo siento de verdad... – susurró el chico más alto.

- ¿Eh?

- Perdóname por no haber venido antes a verte...

- Ya te dije que te perdonaba... – murmuró Rukawa recordando su última conversación sobre el tema.

De pronto, Sakuragi se echó a llorar.

- ¿Torpe? – exclamó Rukawa, intentando girarse un poco - ¿Qué te pasa?

Pero Hanamichi no se lo explicó, y continuó sollozando con la frente apoyada en su hombro. Rukawa respetó su silencio, aunque intrigado por esa falta de control, y cuando se hubo calmado, volvieron al centro a lomos de Tsubasa.


N/A: Hola! Hanamichi está un poco llorón, verdad? bueno, tiene sus razones... y todo se explicará, solo espero explicarme bien y que no quede ningún cabo suelto. Muchas gracias a kaehana9, elena, ladykaoru, balucita, kehl, hipolita, sol y astrea por sus reviews; están contestados a continuación. Perdón por la brevedad de las respuestas pero es que uno de mis propósitos de año nuevo es ponerme a estudiar ya para los exámenes y empieza a ser hora XDD.

Kaehana9: jejeje pues me alegro que te enganches. Besitos y gracias por el review.

Elena: exacto, Hanamichi no puede quejarse de nada. Haber estado antes!

LadyKaoru: hola! he leído un montón de fics, pero tú prueba jejeje muchas gracias por tus halagos, me hacen muy feliz. Besosss.

Balucita: capaz que sea hana y no rukawa quien lo pase peor en este fic, ya no digo más...

Kehl: inconcluso? Yo? Jamás! XDD en serio, soy muy responsable en estas cosas, me tendría que pasar algo grave para no terminar una historia, además yo soy la primera que le sienta mal ver historias inacabadas.

Hipolita: corto? Buaa yo que estoy intentando que me salgan de un largo decente y creía que lo estaba logrando... jo... Bueno, ya viste que para el cumple de nuestro zorrito subí el epílogo de 'heridas abiertas', espero que te gustara.

Sol: lo de que no fue a visitarlo creo que ya es evidente, pero alguien se lo echará en cara más claramente. Creo que se te ha cortado el review, el por favor es por los scans de deep purple, puede ser? XD

Astrea: es que tú lees demasiado bien entre líneas XD. Mmm Sendoh palmarla...? Ya te gustaría, eh? XD Bueno, en este fic todo podría ser... Muchos besitos y muchísimas gracias por el review!

Hasta el próximo

Khira