Sólo un recuerdo

Por Khira

Capítulo 9. Despedida

Rukawa sintió como si una mano helada le atravesara el pecho y le estrujara el corazón. Mitsui y Sendoh estaban en shock.

- No puede ser... – susurró Kaede casi sin voz – Tú no estabas allí...

- Sí, sí que estaba... – replicó Sakuragi en el mismo tono.

- - - Flashback - - -

Era un día de marzo muy caluroso. Sakuragi, cabreado por lo que había escuchado decir a unos compañeros de equipo, subió los escalones de dos en dos hasta llegar a la puerta que daba a la terraza, donde sabía que le encontraría. La abrió y allí estaba, sentado en la barandilla, mirando quien sabe que punto del horizonte. Volteó a mirarle al escuchar el ruido de la puerta al cerrarse, y como siempre, ninguna expresión se mostró en el rostro de porcelana.

- ¿Qué haces aquí, torpe? – preguntó Rukawa.

- Ryota nos busca – contestó Sakuragi secamente – Quiere hablar con los dos.

- ¿Para qué?

- Para decirnos quien es el nuevo capitán.

Rukawa continuó mirándole un momento, y luego desvió de nuevo la vista hacia el horizonte.

- No me interesa.

- ¿No te interesa saber quién de los dos será el nuevo capitán? – preguntó Hanamichi con algo de rabia.

- No me interesa… - por un momento el pelirrojo creyó ver una expresión de soberbia en su cara - … ser el capitán.

Sakuragi apretó los puños, al mismo tiempo que empezaba a temblar de la ira. ¿Es que Rukawa también se había enterado por terceros de que Ryota le había elegido a él¿O es que era tan creído que ya lo daba por hecho? O peor aún¿es que no consideraba siquiera que él pudiera ser elegido capitán?

- ¿Y por qué no, si puede saberse? – siseó.

Pero Rukawa simplemente no contestó. Y como lo odiaba cuando hacía eso, cuando lo ignoraba. Quizás le odiaba más incluso que cuando se conocieron. A finales de primer curso habían comenzado a llevarse mejor, pero todo cambió de nuevo a peor cuando Haruko rompió con él unas semanas atrás. La razón: seguía estúpidamente enamorada del maldito zorro, quien la ignoraba igual que hacía con todo el mundo. Ahora estaban a finales de segundo y el odio se había convertido en auténtica aversión. O eso creía él entonces.

- Te odio – se le escapó entre dientes.

El chico de ojos azules ni siquiera le miró.

- No me importa.

No se paró a pensar que quizás el zorro estaba mintiendo. Él sólo escuchó que no le importaba que le odiara, que no le importaba él. Y la rabia lo consumía al no entender aún por qué a él sí le importaba lo que pensara aquel zorro engreído y antisocial.

Empezó a caminar deprisa hacia él, sin pararse a pensar en lo que iba a hacer. Rukawa por fin lo miró, y vio complacido por primera vez el miedo en sus ojos azules cuando le agarró fuertemente de la camisa del uniforme, zarandeándolo un poco encima de la precaria barandilla.

- Suéltame, idiota – exclamó Rukawa con la voz menos firme de lo habitual. Era evidente que tenía miedo de caerse.

- ¿Qué pasa, tienes miedo, zorro? – preguntó Sakuragi con una sonrisa malvada.

Rukawa le miró fijamente a los ojos.

- No.

- ¡Pues deberías! – gritó el pelirrojo, más furioso que nunca.

Le agarró aún más fuerte y acercó sus rostros hasta quedar a pocos centímetros.

- ¿Por qué? – preguntó Rukawa, intentando disimuladamente aferrarse más fuerte a la barandilla – No eres más que un torpe.

En ese momento algo enajenó la mente de Sakuragi. Tantas veces que le había oído dedicarle ese insulto y en esa ocasión no pudo soportarlo.

Un pequeño movimiento. Brusco y a la vez preciso. Vio como el miedo presente en los ojos de Rukawa se convirtió en terror al sentir su cuerpo empezar a caer.

Y después ya no vio nada más.

Escuchó un ruido sordo y muchos gritos, pero no cometió el error de asomarse. Entró rápidamente al edificio y bajó las escaleras hasta el primer piso, donde se quedó horas en el baño, escuchando pasar gente corriendo, más gritos, y luego el sonido de una sirena, hasta que el silencio se hizo de nuevo en el instituto.

- - - Fin del flashback - - -

Cuando Sakuragi terminó de explicar brevemente lo que había pasado aquel día, Rukawa tenía la mirada más perdida que nunca.

- No me lo puedo creer… - balbuceó Mitsui apoyando las rodillas en el suelo – No me lo puedo creer… Será cabrón...

Sendoh no dijo nada. No le salían las palabras.

El pelirrojo no se movió de su sitio, esperando la reacción de Rukawa. Tras un par de minutos, el moreno alzó la vista.

- ¿M-me tiraste por la terraza de un tercer piso porque te llamé torpe...? – preguntó con voz afónica de la rabia.

- No... Yo... yo no sé que me pasó... – sollozó Hanamichi.

- ¿QUE NO SABES LO QUE TE PASÓ! – rugió Rukawa con el rostro desencajado - ¡ME DESTROZASTE LA VIDA, GRANDÍSIMO HIJO DE PUTA!

Sakuragi se dejó caer de rodillas en el suelo, llorando con un llanto desgarrador.

- Lo sé... lo sé, Rukawa, lo sé... lo siento...

- ¿Que lo sientes¡¡Y tanto que lo vas a sentir!

Con un movimiento rápido, Rukawa cogió la pistola que Sakuragi no había dejado de ofrecerle en ningún momento, y le apuntó a la frente con mano temblorosa.

- Hazlo... – dijo simplemente el pelirrojo.

Al oír a Sakuragi, Sendoh supo lo que estaba sucediendo. Se levantó y se abalanzó sobre la puerta.

- ¡Kaede, no le creas! – gritó al mismo tiempo que la aporreaba - ¡Está mintiendo para que le mates, porque él no tiene el valor de hacerlo!

Pero dentro de la habitación, para Rukawa y Sakuragi era como si escucharan llover. Rukawa se irguió lo más que pudo en la cama, sin dejar de apuntar a la cabeza del ex-pelirrojo, quien de verdad parecía no tener intención alguna de moverse.

- Hazlo – repitió con voz suave – Hazlo, Kaede...

Escucharle llamarle por su nombre de pila con esa voz tan cálida fue demasiado para Rukawa. ¡Tantas veces que había soñado con que le llamara así en su adolescencia! Y ahora lo había hecho en una situación tan diferente como aterradora.

¿Terror? No. Rukawa se dio cuenta de pronto que no sentía ningún miedo. Mejor dicho que ya no sentía nada de nada. Estaba completamente vacío.

Miró a los ojos castaños de Sakuragi por última vez. Sin rencor, sin odio. Hanamichi entendió perfectamente esa mirada: Rukawa le estaba perdonando.

Sakuragi cerró los ojos. Al menos moriría en paz.

- Gracias... – susurró quedamente.

El ruido del disparo hizo que los corazones de Mitsui y Sendoh casi se pararan del susto, para a continuación volver a latir con violencia. Sendoh, que había dejado de aporrear la puerta segundos antes, apoyó las palmas de las manos y esperó un momento a que la voz volviera a su garganta.

- ¿Kaede...?

El silencio fue su única respuesta. Sendoh apoyó la frente en la puerta y lo volvió a intentar.

- Kaede... por favor, dime algo...

Nada. De momento sólo se había escuchado un disparo, pero Sendoh empezaba a dudar de que lo hubiera recibido Sakuragi. ¿Y si Kaede había cambiado de opinión y se había apuntado a sí mismo?

- ¡KAEDE, MALDITA SEA, RESPÓNDEME!

Entonces lo escuchó. El ruido de alguien que se arrastraba. Y al poco el sonido que más deseaba oír en ese momento: la voz de Kaede.

- Estoy aquí... – se escuchó justo detrás de la puerta.

- ¡Kaede! – exclamó Akira - ¿Estás bien¿Qué ha pasado?

- Le he... le he matado...

De nuevo se hizo el silencio en el pequeño piso. Mitsui, una persona mucha más práctica que Sendoh, se llevó las manos a la cara pensando que demonios iban a hacer ahora. Sendoh en cambio estaba más preocupado por el tono de voz tan neutro de Rukawa.

- E-está bien, tranquilo... – más bien eso se lo decía así mismo – A-ahora vamos a intentar abrir esta puerta, deberías quedarte a un lado... ¿Está la estantería bloqueándola, verdad? Si pudieras ir quitando libros para que nosotros...

- No... – interrumpió Rukawa en el mismo tono.

Sendoh se quedó helado, pues comprendió inmediatamente las intenciones de Rukawa.

- Kaede no lo hagas, por favor, no...

- Lo siento, Akira...

La barbilla de Sendoh temblaba. Se arrodilló frente a la puerta para quedar a la altura de Rukawa, pensando que decirle para que cambiara de idea. Mitsui al ver la expresión de Sendoh y al recordar que Rukawa seguía en posesión de una pistola comprendió también que pretendía el ex-número 11 del Shohoku.

- Kaede, no, por favor – sollozó Sendoh – No te preocupes por lo que ha pasado con Sakuragi, ya explicaremos que...

- No lo hago – murmuró Rukawa.

- ... – Akira respiró hondo, sabía que lo tenía muy difícil para convencerle – Kaede, piensa en todo lo que te vas a perder... ¿Que hay de los Kuma, y de tus compañeros...¿Que hay del partido del domingo contra los Inu de Yokohama...? Íbamos a aprovechar para visitar a tus padres¿recuerdas? Hace mucho tiempo que no te ven, deben estar echándote un montón de menos... ¿No les echas tú también de menos, Kaede?

- ...

- ¿Y que hay de todo el dinero que habíamos ahorrado para comprar esa casa adaptada¿Recuerdas lo mucho que te gustó? Era amplia y cómoda, te permitía hacerlo todo por ti solo, como siempre has querido... – a Sendoh se le agotaban las palabras – Y que hay de Mitsui y de mí... ¿Nos vas a dejar tirados, Kaede...?

Del otro lado de la puerta, Rukawa, apoyado en la estantería que bloqueaba la puerta, miraba el cuerpo sin vida de Sakuragi junto a la cama. Bajó la vista y contempló también el reguero de sangre que había dejado en el suelo de la habitación al arrastrarse. También tenía sangre en la ropa, y en las manos.

Se miró la mano izquierda, mientras sujetaba con la derecha la pistola. Tenía sangre en las yemas de los dedos, y se los frotó distraídamente sintiendo su tacto. Luego se miró las cicatrices que adornaban sus finas muñecas.

Nada de lo que le estaba diciendo Sendoh le importaba. Contempló por última vez su habitación, luego cerró los ojos y colocó la boca de la pistola en su sien.

- Lo siento. Akira... Gracias por todo.

No tuvieron tiempo de reaccionar a sus palabras. El sonido del segundo disparo les congeló la sangre en las venas. Sendoh ya no dijo nada más, simplemente se apoyó de espaldas en la puerta y empezó a llorar. Mitsui se sentó a su lado y le abrazó.

xXx

El pequeño piso parecía más diminuto que nunca ahora que estaba infestado de policías. Sendoh y Mitsui estaban sentados en el sofá de la salita, mientras el inspector jefe, un hombre alto y enjuto, leía la nota de suicidio que efectivamente Sakuragi había dejado allí.

Me llamo Hanamichi Sakuragi, tengo 26 años,

y hoy, 18 de agosto, he decidido suicidarme.

Escribo esta nota para dejar constancia

de que nadie me ha influenciado ni ayudado

a tomar esta difícil decisión.

A ti, kitsune, quiero que sepas que te amo,

y que, esté donde esté, seguramente en el infierno,

seguiré amándote con toda mi alma.

Sé que nunca podrás perdonarme por el daño que te hice,

y ni siquiera una eternidad

me habría bastado para compensarte.

Siempre tuyo,

Hanamichi, tu do'aho.

El inspector leyó la nota varias veces.

- ¿Quién es el kitsune? – preguntó al cabo de unos minutos.

Sendoh dudó antes de responder. Suponía que Sakuragi se había dirigido a Rukawa con su apodo para no implicarle en nada, pero ahora que su amigo estaba muerto... que importaba ya.

- Se refiere a Kaede Rukawa, mi compañero de piso – murmuró.

- ¿El chico moreno?

- Sí.

- ¿Estaban juntos?

- No.

- ¿A qué daño se refiere?

- ... – Sendoh suspiró, y luego se decidió a responder. Cuanto antes se marcharan, mejor - Sakuragi se presentó por sorpresa hace unos días. Por su culpa, Kaede se quedó inválido, pero él no lo sabía. Esta mañana se lo ha confesado...

- ¿Y por eso el señor Rukawa le ha matado?

- Sí...

- Y luego se ha suicidado...

- ...

- De acuerdo, de momento no hay más preguntas...

El inspector volvió a la habitación de Rukawa, donde aún estaban los cuerpos de los dos ex-compañeros de equipo. Ambos, Mitsui y Sendoh, habían preferido llamar a la policía en lugar de intentar entrar primero ellos en la habitación; no estaban preparados para lo que sabían que encontrarían dentro.

Mitsui le pasó un brazo por los hombros a Sendoh. El entrenador de los Kuma estaba destrozado. Tenía los ojos muy hinchados y enrojecidos, y parecía que iba a ponerse a llorar otra vez de un momento a otro.

- No tendríamos que haberle dejado solo... – musitó – Si Sakuragi no se hubiera encerrado con él en la habitación...

- Fue su elección – interrumpió Mitsui – Nadie le obligó a matar a Sakuragi ni a...

- ¡Pero podríamos haberlo impedido! – exclamó Sendoh.

- ¿Por cuánto tiempo, eh? – preguntó el chico de la cicatriz – Rukawa no era feliz, y ambos sabemos muy bien que nunca lo sería. Sakuragi sólo precipitó las cosas.

Sendoh se tapó la cara con una mano en un vano intento de controlar sus sollozos. Sabía que en el fondo Mitsui tenía razón; era cuestión de tiempo que Rukawa volviera a intentar matarse. En cuanto dejara de tomar los antidepresivos, o si se lesionaba y tampoco podía jugar con los Kuma, o quizás cuando Mitsui se viniera a vivir con ellos y pensase que sobraba. Rukawa no estaba a gusto con su vida y cualquier gota habría derramado el vaso.

Se escuchó un ruido de camillas, y ambos chicos levantaron la vista hacia el pasillo.

- No vayas – le pidió Mitsui a su chico.

- Tengo que hacerlo – murmuró Akira – Tengo que verle por última vez.

Sendoh se levantó y se dirigió al pasillo, seguido por Mitsui, quien no quería dejarle solo en un momento así. Con el temor de quien sabe va a enfrentarse a una visión horrible, Sendoh se asomó al dormitorio de Rukawa.

Lo primero que vio fue a Sakuragi, con el rostro tan ensangrentado que era imposible distinguir sus rasgos. Ya estaba subido en la camilla, con un agente que empezaba a taparle con una sábana blanca a la vez que la sujetaba con correas a la camilla. En cuanto terminó otro agente le pidió que se apartara y así poder sacar el primer cuerpo de la habitación.

Luego vio a Kaede. Estaba muy despeinado, y su tez blanca estaba también manchada de sangre, aunque menos que la de Sakuragi. Los labios entreabiertos, las largas pestañas. Le sorprendió su expresión serena.

"La pesadilla terminó, Kaede... Ahora puedes dormir tranquilo..."

Owari


N/A: Hola otra vez... (Khira asomándose con cuidado para esquivar los cuchillos). Que puedo decir... me sorprendió la facilidad con la que pude escribir la segunda mitad de este capítulo final (la primera mitad la empecé hace tiempo)... quizás porque por fin tenía claro lo que quería plasmar, o quizás porque he visto tanto CSI que ya estoy curada de espanto.

Ya avisé al comenzar esta historia que lo más probable no tuviera final feliz, aunque mentiría si dijera que nunca pensé en cambiarlo... pero entonces perdería su razón de ser. Y la razón por la que lo empecé fue intentar crear un fic que fuera recordado por lo Angst y no por su final feliz. ¿Y en la variedad está el gusto, no...?

Este fic se lo dedico a Yukino.

Muchos besos a todas, gracias por sus reviews o simplemente por leer.

Khira


Respuestas a reviews sin firmar:

Elena: sangre ha habido, desde luego... y mucha... Muchos besitos y muchas gracias por tus fieles reviews!

Paty: la verdad es que este fic me ha sido muy difícil de escribir y por eso he actualizado tan remotamente... Ahora ya termino, espero que te guste el capítulo final, al menos narrativamente hablando Xd. besosss

Riomy: jejeje no cal que vinguis a Palma, vine al Saló del Manga 2006 i allà ens veim XD. que be que t'hagin agradat els meus altres fics. Una besada i moltes gracias pel comentari!

Ryu-chan: hola! esta vez el premio al mas sufridor creo que se lo han llevado por igual... me alegro de haberte sorprendido con lo de Mitsui y Sendoh jejeje. muchos besos y gracias por el review!