Harry abrió la puerta de casa y dejó entrar a Ginny, quien se dejó caer en el sofá mientras Harry se servía un vaso de agua.

-No ha ido tan mal.-dijo Harry -¿No?

-Bueno, lo de "lo hemos hecho esta mañana" sobraba, cariño.

-Es que… ¡me han puesto nervioso!

Ginny se sentó, se quitó los zapatos y se masajeó los pies.

-Estoy cansada- Ginny se levantó y se quitó la chaqueta- voy a darme un baño y me iré a la cama.

-¿No piensas cenar?-Harry estaba sacando la comida de la cesta donde la Señora Weasley le había puesto las sobras del día y poniéndola sobre la mesa de la cocina.

-He comido mucho en casa de mi madre- se restregó los ojos y bostezó- No; me bañaré, leeré un rato y me dormiré. He quedado mañana con Fleur y con Hermione para empezar con los preparativos.

-¿Quieres que te prepare el baño?- Ginny sonrió, Harry solía tener estos gestos y ella no solía rechazarlos- Tú, cena- se acercó a él, cogió el vaso donde había bebido agua hacía un minuto y se sirvió uno ella también- Aunque te parezca increíble, sé llenar una bañera- le guiñó un ojo y sonrió- aunque puedes subir después y frotarme la espalda.

Harry observó cómo ella iba subiendo las escaleras quitándose la ropa cansinamente, se giró, abrió la despensa y sacó una botella de zumo de calabaza, y empezó a tragarse las sobras de la maravillosa comida que solía preparar su suegra.

Harry no subió a frotarle la espalda a Ginny, él ya estaba sentado en la cama leyendo documentos y reportes de la Orden cuando Ginny entró en la habitación con una toalla alrededor del cuerpo.

-He dejado los platos en la pila -dijo Harry- Mañana te ocupas de ellos, ¿vale?-Ginny dejó caer la toalla y se acercó a la cómoda.

-¿Cómo es posible que derrotaras a Voldemort y no seas capaz de convocar un hechizo friega platos?-Ginny abrió un cajón, y sacó unas bragas.

-Soy como Tonks, un inútil para las cosas de casa.

-No lo eres-dijo Ginny mientras se ponía la ropa interior- eres un vago y un cómodo. Aprendiste a hacer un patronus cuando tenías trece años…

-Pero esto no puedo aprenderlo.

-Pues entonces vas a tener que aprender a fregar sin magia-Ginny levantó la almohada y sacó una camiseta vieja de Harry, se la puso, y se metió debajo del edredón- ¿Te falta mucho?

-¿Umm?- Harry la vio bostezar- No, un par de páginas. Quiero dejar el asunto de Amycus definido mañana a primera hora-Harry dio un pequeño salto y apartó los papeles de su nariz para mirar a Ginny- Joder, tienes lo pies helados.

-Por eso los acerco a ti- la voz de Ginny sonaba apagada porque hablaba con la boca pegada a la almohada- para que se me calienten.

Harry terminó de leer los reportes, movió su varita y la bola de cristal que alumbraba su parte de la cama se apagó, se acomodó al lado de Ginny quien ya respiraba regularmente por el sueño, y se quedó dormido en un santiamén.

Harry se levantó con el sonido del aleteo de una lechuza en su ventana, miró a Ginny quien todavía seguía dormida pero evidentemente incómoda ante el escándalo que la lechuza estaba montando, corrió hacia ella y le quitó el mensaje de la pata. Volvió a cerrar la ventana y a correr la cortina y salió de la habitación, se asearía en el baño de abajo para no molestar a Ginny.

Leyó la carta legañoso y exhaló un suspiro de resignación. Se lavó la cara con agua fría y se fue hacia la cocina a preparar el desayuno; unos huevos, salchichas, tostadas, gachas de avena, leche y zumo de naranja le harían más liviana la mañana.

-Buenos días- Ginny acaba de entrar en la cocina, llevaba la bata de seda negra que él le había regalado por Navidad y que le sentaba de maravilla con su piel blanca y su pelo rojo- mmmm ¡que bien huele!

-¿Qué haces levantada tan pronto?-Ginny cogió un plato y dos vasos, se recogió el pelo en una pinza, se sentó en frente de él y se puso en el plato de todo, y leche y zumo en los vasos.

-Fleur dijo que necesitaríamos toda la mañana para dejar las cosas claras y tengo que pasar a ver a Bill para que me reduzca la jornada a cuatro horas diarias-pinchó una salchicha con el tenedor- ¿A qué viene esa cara?

-Nada-dijo Harry y vio como Ginny se bebía la leche de un trago-Si ves a tu hermano pregúntale sobre el sitio donde encargaron ellos la boda. Nosotros también necesitaremos sillas, mesas, comida y todo eso.

- Ya lo había pensado, pero nada de sillas, mejor bancos de madera- dijo Ginny mientras mordía una salchicha- las sillas que había en la boda de mi hermano arrugaban la ropa de la gente.

-Qué observadora.

-Además, la boda de Bill fue…

-A mí me gustó-la interrumpió Harry.

-Sí, sí que fue bonita. Pero yo había pensado en algo más simple, más familiar. ¿Qué te parece?

-Familia y amigos, perfecto-dijo Harry- por mi parte no nos gastaremos dinero, no tengo ni familia ni muchos amigos-Ginny chasqueó la lengua de forma reprobatoria tal y como lo haría Hermione con Ron-Una boda sencilla ¿no?-Ginny asintió y Harry dio su aprobación con un gesto de hombros.

Ginny hizo un movimiento de varita y los platos y vasos de la noche anterior empezaron a lavarse solos, Harry no pudo reprimir una sonrisa; ella había intentado mil veces enseñarle ese hechizo, que él, convenientemente, se había negado a aprender diciendo mal el conjuro o haciendo el giro incorrecto de varita, cuando Ginny harta de reparar platos le decía que así no se cogía la varita, Harry solía proponerle, que fuera ella la que, cogiera su varita, al final acababan haciendo el amor encima de la mesa de la cocina riendo como dos locos mientras los platos y los vasos se hacían añicos en la pila.

Los pensamientos de Harry volvieron a los hechos de la mañana, y las noticias que había traído la lechuza de la Orden. Harry pensó que hasta ahora habían comentado el tema más bonito de la mañana, la boda; ahora llegaba la carta, y cómo se tomaría Ginny la noticia.

-Tengo que ir a Azkaban a medio día-dijo Harry y se quedó esperando la explosión de ella.

-¿¡QUÉ?- Ginny había parado de comer y lo miraba con gesto serio.

-Que tengo que ir a Azkaban a las once- Harry removió la comida de su plato.

-¡NO! ¡Estoy harta!-Ginny dio un gran golpe con el tenedor en la mesa y negó con la cabeza- ¿Y ahora por qué tienes que ir?

-Moody piensa que es buena idea que hable con Alecto, quizás sepa algo de su hermano.

-Pues que vaya él, ¡MALDITA SEA!-Harry sabía que iba a pasar esto, los dementores seguían afectando a Harry como siempre, y si bien no eran un peligro porque él era perfectamente capaz de defenderse de ellos, cuando volvía de Azkaban siempre traía un humor de perros y pasaba un buen tiempo hasta que se le iba el mal carácter.

Pero lo que Harry sabía que molestaba a Ginny, es que si era cierto que se volvía malhumorado y taciturno durante unos días, también se ponía extremadamente melancólico y triste, al fin y al cabo, oía a su madre suplicar por su vida.

Ginny tenía ahora los codos apoyados en la mesa y se tapaba la cara con las manos, Harry se levantó un poco de la silla y le cogió una muñeca a Ginny para apartarle la mano de la cara y poder verla.

-A mí me tienen miedo, Ginny-dijo Harry- a mí me temen los mortífagos y por tanto me confiesan cosas que a otros no harían.

-Creí que habías dicho ayer que te tomarías una excedencia en la Orden.-Ginny le apartó la muñeca de la mano con un gesto brusco.

-Sabes que no puedo.-Harry hablaba en un susurro, en tono suplicante-Ginny. Anda nena…

-No me llames nena- Ginny se levantó y empezó a quitar los platos y vasos de la mesa y a dejarlos bruscamente en la pila. Harry se levantó, se puso detrás de ella y le puso las manos en los hombros.

-Eres lo único que me alegra cuando vuelvo de esas visitas-Harry le hablaba susurrándole al oído.

Ginny se giró para mirarlo.

-Y soy yo la que aguanta tu mal humor también-Harry chasqueó la lengua ligeramente y trató de besarla, pero ella se apartó. Dándose por vencido se apartó de ella para dirigirse al dormitorio a terminar de asearse y vestirse.

-Ya es bastante duro sin estar tú enfadada-dijo Harry desde las escaleras- Lo siento.

Ginny se cruzó de brazos y se quedó mirando unas escaleras, por las que subió segundos después que Harry.

Salió de la ducha empapado, buscó las gafas encima de la tapa de váter, pero solo tocó una rodilla, Ginny estaba sentada allí. Le dio las gafas a Harry, se las colocó encima de la nariz y se puso una toalla verde alrededor de la cintura.

Quitó el vaho del espejo con la mano y se dispuso a afeitarse. Ya tenía la espuma de afeitar puesta cuando notó las manos de Ginny acariciándole los brazos, la nariz de ella le hacía cosquillas en la espalda. A Ginny le encantaba su espalda; dejó sus manos sobre los hombros de Harry y le besó el omóplato mientras Harry cerraba los ojos. Ginny se puso delante de él, se sentó en el borde de mármol del lavabo y le quitó la cuchilla de afeitar.

Ginny le levantó la cara con cuidado y le pasó la cuchilla por la piel que quedaba por encima de la nuez, cuando se giró para enjuagarla, su bata de seda se abrió, y Harry no pudo evitar acariciarle el interior del suave muslo con los nudillos mientras ella, seguía afeitándolo y él, la miraba a la cara.

-Nunca he contado las pecas que tienes en la nariz- dijo Harry mientras ella daba la última pasada- Me gustaría mucho hacerlo.

Ginny le sonrió y sacó su varita- Accio toalla-una toalla blanca llegó hasta sus manos, Harry vio como Ginny le daba un golpecito con la varita para luego ponerle en la cara recién afeitada la toalla, que ahora estaba húmeda y muy caliente, era muy relajante y agradable. Pero Ginny, seguía estando muy seria.

Harry apoyó su frente en la de ella, no iba a ir a Azkaban sin hacer las paces con ella, los dementores se cebarían con él.

-Ginny…

-No sigas tocándome-Harry sintió como si algo le golpeara en el pecho- No empieces algo si no vas a acabarlo después-Harry respiró más tranquilo, ella no quería quedarse a medias, le acarició el pelo y ahora sí, ella dejó que él la besara. Se separó con dificultad de ella y salió del cuarto de baño tambaleándose.

Ginny salió y se quedó apoyada en el marco de la puerta, con su pelo desordenado y con la bata medio abierta, era la imagen personificada de la tentación. Harry fue hacia la mesita y abrió el primer cajón.

-Tus calzoncillos están aquí, tontito- dijo Ginny, se acercó a la cómoda y le sacó un par de calzoncillos que le tiró a la cara.

Harry se acercó a ella de nuevo y le entregó una pequeña llave de bronce.

-Es la llave de una de las cámaras que me heredó Sirius, saca el dinero que necesites para tus compras de hoy-Harry se quitó la toalla y se puso la ropa interior que Ginny le había lanzado-No saques el dinero de casa, no habría suficiente.

Harry tenía más dinero del que podía contar, al cumplir la mayoría de edad había heredado el resto de la fortuna de su padre y sus abuelos sumado a la gran fortuna que Sirius le había dejado hacía ya tiempo más la enorme cantidad que habían recibido él, Ron y Hermione después de derrotar a Voldemort y de capturar a buen número de sus mortífagos, hacían de él, una persona que podía bañarse en oro; pero Ginny y él vivían perfectamente con el dinero que cada mes, les llegaba de sus sueldos. No necesitaban más, y salvo cuando iban al callejón Diagon a comprar libros, túnicas nuevas, o artilugios y cacharritos de defensa contra la magia oscura, no sacaban dinero de Gringotts.

Harry abrió el armario de la ropa y se quedó mirándolo.

-¿Qué me pongo?-preguntó.

-No sé, ponte el bañador- Harry se giró y se quedó mirándola con una cara que decía "que graciosa", Ginny giró los ojos -¿Qué más da? No vas a ligar con los dementores-Ginny se acercó y empezó a hurgar en el armario, Harry aprovechó para meterle la mano por delante de la bata.

-Estate quieto-Ginny se agachó y Harry se agachó con ella para no perder el contacto-Harry, para.-Le sacó un traje negro y una capa de viaje también negra con un ribete verde.

-Ésta no me gusta-Harry sostenía la capa por los bordes como si tuviera la peste- parece de Slytherin.

-No parece de Slyhterin-Ginny le quitó la ropa de las manos y empezó a vestirlo como si fuera un niño pequeño.

-Es verde-Harry le enseñaba el ribete verde de la capa a Ginny como aclarando su punto de vista.

-Tus ojos también lo son- Ginny se giró, buscó una corbata a juego y empezó a anudársela- No seas crío. Vas a llegar tarde…

Harry vio la hora y dio un pequeño grito de susto, fue hasta la cama y sacó de debajo unos zapatos negros.

-¿Dónde vas a ir?- Harry hablaba mientras se anudaba los zapatos. Vio como Ginny se encogía de hombros.

-No lo sé. Dejaré que Fleur me guíe, al fin y al cabo ella ya ha organizado una boda-Harry asintió y se levantó de la cama.

-¿Estarás aquí cuando vuelva?- Harry sonaba suplicante.

-Supongo-Harry la miró y levantó una ceja- Sí. Estaré aquí.

Harry cogió el maletín de piel de dragón que Ginny le había regalado por Navidades y guardó los documentos que había estado leyendo la noche anterior. Se acercó a ella y la rodeó con el brazo caminando juntos hasta las escaleras.

Harry intentó sonreírle cuando iba a salir pero no pudo, le dio un beso en los labios, y se marchó hacia el punto donde podía aparecerse y desaparecerse a su antojo.

Cuando abría la valla del jardín, Harry oyó a Ginny que lo llamaba, se giró y vio que ella corría hacía él descalza, sujetándose el frente de la bata para que no se abriera, cuando llegó ante él, Ginny le cogió el trasero con ambas manos y lo atrajo hacia sí metiéndole la lengua hasta la garganta en un beso de película.

-Me debes una reconciliación por la pelea de esta mañana.

Harry solo puso sonreír como un idiota, mientras ella le daba una palmada en el culo y se separaba de él mordiéndose el labio y mirándolo a los ojos con lascivia.

Ginny entró en casa y cerró la puerta, Harry aún se quedó unos segundos allí plantado. Eso mantendría alejados a los dementores un buen rato.

Caminó cinco minutos hasta el viejo sauce donde la protección especial contra apariciones de la casa se acababa y se desapareció hasta el ministerio. Hoy tenía cita allí con algunos aurores y funcionarios.

Se apareció en mitad del hall de recepción del ministerio, se quitó la capa de viaje, se arregló la ropa arremolinada por el viaje y se acercó a la mesa de la recepcionista.

-Tengo una cita con los aurores del ministerio y los miembros de la orden del fénix a las nueve.

-Sí señor Potter, ya le están esperando, segunda planta, novena puerta, señor.- Harry le hizo un gesto de agradecimiento y subió al ascensor que acababa de parar, oyó a la recepcionista una última vez- ¡Y enhorabuena!

Harry subió en el ascensor, que paró en el primer piso para dejar pasar unos memorandums, y una vez más, la gente que pasaba por allí le sonreía y saludaba con animosidad, era normal que la gente lo mirara y a menudo lo parara y lo saludara o le diera las gracias por salvar el mundo, Harry solía ponerse rojo como un tomate, y sonreía con simpatía hasta que le dejaban irse.

Harry salió del ascensor acompañado por varios memorandums que revoloteaban alrededor de su cabeza como si llevara una aureola de Santo.

Avanzó por el pasillo hacia la sala de reuniones, saludó con una sonrisa galante a la preciosa secretaria rubia que al pasar por al lado de su mesa le guiñó un ojo.

-Hola Harry, que guapo estás esta mañana-parpadeó seductoramente y apoyó los codos en su mesa echando el cuerpo hacia delante para enseñarle a Harry buena parte de su generoso escote.

-Tú sí que estás preciosa esta mañana, Sally- Harry levantó una ceja- ¿ha llegado alguien ya, encanto?-dijo mientras ojeaba el ejemplar de Corazón de Bruja que ella tenía sobre la mesa, recetas para adelgazar…

-Sí, ya están todos dentro-Sally seguía mirándolo sensualmente pero Harry se había quedado perplejo.

-¿Ya?-Harry miró el reloj que Sally tenía en la pared a sus espaldas- será mejor que entre-volvió a sonreírle y vio como otra secretaria, ésta mucho menos atractiva, por no decir nada atractiva, se acercaba a Sally corriendo con lo que parecía una caja de pasteles debajo de la axila y dos cafés en las manos. La mujer de los cafés miró a Harry, parpadeó un par de veces, y con un movimiento de varita hizo aparecer una silla que usó para sentarse delante de la mesa de Sally. Harry se encogió de hombros; cosas de mujeres. Cogió el pomo de la puerta, lo giró y empujó la gruesa puerta de roble; ciertamente ya había llegado todo el mundo, alrededor de la brillante mesa, también de roble, había sentadas quince personas, su asiento, el del cabezal de la mesa, estaba vacío; pero aún así, Harry notaba que había interrumpido una reunión, que si no tenía entendido mal, no tenía que empezar, primero, hasta las nueve de la mañana, y segundo, hasta que no llegara él.

-Buenos días caballeros-Harry hizo un gesto con la cabeza, miró a Hermione-y señoritas.

-¿Qué haces aquí, Harry?-preguntó Hermione.

-¿Cómo que qué hago aquí?-se acercó a la mesa y dejó con un golpe el maletín de cuero negro- Creo recordar que soy el jefe de la Orden, Hermione; y también creo recordar que fui yo quien convocó esta junta para hoy.

-Lo sabemos, Harry-dijo Ron hablando con las manos apoyadas en los hombros de Hermione- pero te hemos enviado una lechuza avisándote de los cambios.

-¿Qué lechuza?- dijo Harry-yo no he recibido ninguna…

Llamaron a la puerta, Sally entró en la sala con un sobre en la mano.

-Esto acaba de llegar para usted, señor Potter-Harry cogió la carta pero no la abrió, prefería oír la explicación directamente

-Gracias, señorita Gibbon-dijo Moody- todo aclarado. Puede retirarse.

-¿Desean algo más?

-No; puede retirarse, Sally-Harry le medio sonrió y ella le dedicó la más coqueta de todas las sonrisas

-Puedes abrir el sobre, verás que no te hemos mentido-dijo Moody.

-Mejor me lo contáis vosotros. ¿Ron?- si había alguien que no sabía mentir, esos eran Ron y Hermione, con la diferencia de que Ron, se ponía muy nervioso cuando mentía.

Ron miró a Hermione y luego a Harry.

-Les comenté a Lupin y a Moody lo de ayer… que estuviste en casa hablando con la familia y eso…y cómo dijiste que ibas a tomarte una excedencia…quiero decir que les he dicho que vas a casarte con mi hermana…

-Lo que Ronald quiere decir, Harry-dijo Hermione- es que hemos pensado que como vas a casarte dentro de dos meses, y lo de Alecto ya está casi solucionado, podrías ausentarte y poner tus asuntos en orden-Hermione se lo quedo mirando con cara asustada, Harry tenía un carácter fortísimo y a la única persona a la que parecía temer, era a Ginny-un boda cuesta mucho de organizar, y no has parado de trabajar desde que salimos de Hogwarts, te mereces disfrutar esto con Ginny.

-Creí que Ginny había quedado contigo y con Fleur esta mañana-Harry seguía mirando a Hermione con suspicacia como si creyera que le ocultaba algo-Hermione se encogió de hombros, y comentó que más tarde se reuniría con ellas.

-Si te sientas, Harry, te ponemos al día-dijo Lupin, Harry se sentó en su sillón e hizo un gesto con la mano.

-Por favor, continuad donde estabais.

-Estábamos discutiendo quien va a ir a Azkaban a interrogar a Alecto-dijo Lupin.

-Creí que queríais que fuera yo.

-Tú mandas Harry-dijo Lupin- pero Ojoloco y yo pensamos que estaría bien dejarte al margen de esto-Harry miró a Moody que no parecía estar de acuerdo con Lupin-ahora tienes que estar con la mente puesta en tu boda.

Harry apoyó los codos en la mesa de roble y suspiró.

-Bien; no voy a quejarme por no ir hoy a Azkaban. Deberíais ir tú Ojoloco, y el señor Shackelbot-Harry y el ministerio tenían sus diferencias, pero el ministerio se cuidaba mucho de meterse con El Elegido, así que, Harry dejaba que miembros del ministerio trabajasen para él. Shackelbot era de fiar, porque era miembro de la Orden, pero había muchas cosas que el ministro no sabía sobre sus integrantes, y Harry quería que siguiera siendo así, no se fiaba de los políticos. Así que siempre, en cualquier circunstancia, investigación o misión, los aurores del ministerio iban siempre acompañados por un miembro de la Orden, aunque en algunos casos, los aurores del ministerio era más fieles a la Orden que al ministro, cosa que él, por supuesto, ignoraba por completo.

La reunión trascurrió con normalidad, Lupin y Moody decidieron que lo mejor es que fueran Ojoloco y Shakelbot a interrogar a Alecto.

Fueron saliendo todos de la sala entre murmullos, Lupin y Moody se quedaron sentados junto con Kingsley, discutiendo planes, preguntas y demás.

-Hermione-dijo Harry mientras salía- hazme un favor, no le digas a Ginny nada, esta mañana esta enfadada por lo de Azkaban, y me gustaría darle una sorpresa.

-Harry;- era Sally, tenía las manos apoyadas en las caderas y le miraba con los labios entreabiertos-no me habías dicho que ibas a casarte.

Harry se giró para mirarla, Hermione lo miraba a él con las cejas muy levantadas, muy sorprendida.

-¿Os dejo solos, Harry?-Hermione hablaba con un tono muy empalagoso que a Harry no le gustó en absoluto.

-¿Cómo te has enterado?

-Viene en El Profeta de hoy.

-¿QUÉ VIENE EN EL PERIÓDICO?-Harry cogió el ejemplar de la mesa de Sally y empezó a ojear las páginas, había una columna con la historia de Harry y Ginny y unas fotos de archivo de ellos dos que el Profeta conservaba de fiestas del ministerio y otros encuentros. La noticia de su boda ocupaba seis páginas, y había un gran titular en primera página con una foto de él y Ginny bebiendo champán durante una fiesta del ministerio hacía un par de meses.

-¿Có… cómo es posible?.-Harry pasaba las páginas del periódico de forma frenética- Mira Hermione-le enseñó el periódico a ella y a Ron que acaba de unírseles- La boda del siglo, dicen- Harry se sentó en la silla de la secretaria y empezó a leer rápidamente- estaba toda la historia de su vida, en las dos primeras páginas, y luego la historia de Ginny y él, incluido el fin de semana que habían pasado en Londres, aunque habían omitido el incidente del restaurante-¿Qué significa esto?

Hermione le quitó el periódico de las manos a Harry y le dio una palmada en la espalda.

-Iban a enterarse, Harry, tarde o temprano la prensa siempre se entera.

-¿Tarde o temprano dices?-Harry se había levantado y miraba a Hermione con incredulidad- Este periódico lo han publicado hoy; esta mañana, Hermione. Eso es demasiado pronto incluso para ellos. ¡Y Ginny y yo no vamos a celebrar la ceremonia en Las Barbados!

-Tranquilo, Harry. La prensa siempre exagera.

-¿Qué exagera?-Harry le quitó el periódico de las manos con un movimiento brusco-Dice que vendrán los magos más importantes del mundo, ¡Ginny y yo queremos una boda familiar!.-Respiró hondo, y se calmó. Le dio el periódico a Hermione.

-Me voy a mi casa. Con mi mujer.

-¡Harry!-gritaron Ron y Hermione pero él ya se había marchado.

Harry se apareció debajo del gran árbol que marcaba los terrenos libres de protección más cercanos a su casa; el sol estaba muy alto, Harry pensó que Ginny no volvería hasta tarde, puesto que seguro pensaría que él mismo no iba a volver hasta la noche, se preguntó si Ginny ya había visto el periódico. Era increíble cómo tenían la capacidad de meterse en su vida privada; a Harry no le importaba que le preguntaran constantemente sobre su trabajo y sobre la captura de los últimos partidarios de Voldemort que habían conseguido sobrevivir a la última batalla y eludir después a los aurores, pero que se inmiscuyeran en su vida con Ginny… eso no iba a tolerarlo.

Entró en casa y llamó a Ginny aunque sabía que ella aún no había llegado. Tenía unas ganas tremendas de estar con ella para poder descargar su ira con alguien que le entendiera y que compartiera su punto de vista, pero a ella, aún le faltaban horas para llegar.

Harry se acercó a la estantería de los libros de recetas y empezó a ojearlos, prepararía una buena cena para cuando ella volviese; primero fingiría haber ido a Azkaban, ella, por supuesto, trataría de animarlo con besos, palabras melosas y caricias que Harry no pensaba rechazar, cuando la cosa subiera de tono y él estuviera satisfecho de atenciones, le diría la verdad, que se había librado de su visita a los dementores, ella se pondría hecha una fiera, las mejillas se le encenderían con las pecas más naranjas que nunca, sus pupilas se contraerían y sus ojos color chocolate se pondrían del color de la miel, se mordería el labio de la rabia dejándolo rojo… Estaba preciosa cuando se enfadaba; y reconciliarse con ella, era maravilloso.

Definitivamente, lo suyo no eran las cosas del hogar, había hecho todo lo que la "guía para el cocinero mágico con poco tiempo" le aconsejaba, pero su pollo asado con salsa de mostaza y trozos de manzana parecía un alienígena, y su tarta de fresas parecía venenosa.

Harry se sentó en el sofá y se puso a leer el ejemplar de El Profeta que esa mañana había llegado a casa. Nunca cambiarían, igual de sensacionalistas toda la vida.

Harry la oyó abrir la valla, cerró el periódico y lo guardó debajo de un cojín.

Ginny abrió la puerta, Harry vio como ella lo miraba todavía con las llaves colgando de la mano, vio como reaccionaba delante de él, dejando las llaves en la repisa de la entrada, y quitándose el chaquetón. Estaba guapísima, se había puesto su vestido rojo de flores amarillas estampadas, de manga corta y abotonado de arriba abajo.

-Oh Harry- corrió hacia el sofá y se agachó frente a él con las manos en sus rodillas-¿Estás bien pichoncito?-Harry puso cara seria intentando hacerle creer a Ginny que estaba triste y que de verdad necesitaba sus ánimos- ¡Oh cariño! Lo siento, siento haber llegado tarde, Fleur me retrasó. Pero ya estoy aquí ¿eh?- Ginny se levantó y se sentó a horcajadas encima de él mientras le desabotonaba la camisa y le daba un beso en los labios-Dame una sonrisa, Harry-Ginny hundió su nariz en el pecho de Harry haciéndole cosquillas-¿Sabes qué?-Ginny se desabotonó la parte de arriba del vestido, se quitó el sujetador y cogiéndole las manos a Harry las colocó sobre sus pechos; si hubiese ido a

Azkaban esto definitivamente le habría animado, pero no había ido, y estaba empezando a animarse demasiado- Voy a preparar una cena maravillosa, ¿quieres?-Harry asintió mientras le apretujaba las tetas; ella le sonrió-luego te prepararé un baño caliente con mucha espuma ¿Umm?-Harry seguía acariciándola mientras se preguntaba que había hecho para merecer algo tan maravilloso en la vida como el amor y la atención de esa mujer-Un buen masaje después-le dio un beso en el cuello- Y luego…-dijo Ginny mientras se inclinaba para besarle la nuez- voy a hacerte la más increíble de las mamadas.

Iba a volverse loco, seguro. Amaba a una mujer que a su vez lo amaba a él, y además tenía la enorme suerte de que su mujer estaba muy buena, y para más alegría de su cuerpo, Ginny era maravillosa haciendo ciertas cosas.

-Oh nena, como me pone que me digas esas cosas…-Harry cerró los ojos y torció el gesto, si la seguía engañando conseguiría una de las noches más maravillosas de su vida, pero probablemente, luego tendría que pasar una semana durmiendo en el sofá, pros y contras, pros y contras, pros y contras su mente trabajaba todo lo rápido que podía, teniendo en cuenta que su cerebro estaba sufriendo una falta grave de riego sanguíneo, no podía engañarla, ¡iban a casarse! ¡Confianza ante todo! Él le diría la verdad y ella aunque se molestaría, le perdonaría cualquier falta porque lo quería y la noche terminaría felizmente-Al final no he ido a Azkaban-Harry notó como ella dejaba de besarle la nuez y pensó con miedo que Ginny debía estar meditando la posibilidad seria de arrancarle la nuez de un buen mordisco. Bajó con precaución las manos de los pechos de Ginny. Pasaron unos segundos, cuando vio que Ginny no reaccionaba, pensó que era el momento de escurrir el bulto.-He hecho la cena… no me ha quedado muy bien pero creo que es comestible.

-Mmm…. ¿Ginny?-Harry pensó de repente que Ginny debía estar lamentándose por haber dejado su varita en el chaquetón, y él estaba enormemente agradecido porque el aura de Ginny en ese momento era mortal, y de haber tenido su varita, el hechizo mocomurciélagos de ella habría volado con más ferocidad que nunca hacia él.

Ginny se levantó del regazo de Harry levantó la barbilla y se abrochó el vestido con la mayor dignidad posible sin mirar a un Harry, que se retorcía las manos con nerviosismo.

Harry vio como Ginny iba hacia la cocina y empezaba a preparar la mesa para la cena.

-¿Ginny?... ¿palomita?-Harry se acercó a ella- Anda perdóname- Intentó acariciarle el cuello y cuando lo hizo sintió como si le dieran una descarga eléctrica de no mucha potencia y apartó la mano; mientras, Ginny sonreía maliciosamente-Sólo quería recibir un poco de atención- ella le miró levantando mucho las cejas, le cogió un plato de las manos y al rozarla volvió a sentir el calambre.

-Hoy estoy muy cargada-dijo Ginny mirándole con rencor y con las manos apoyadas en las caderas-será mejor que no me toques.

Harry abrió mucho los ojos, ella no había tenido la varita, pero era una bruja prodigiosa, volvió a tocarle en la cara y está vez la descarga fue mayor.

-¿¡Te has hechizado para que no pueda tocarte?

-No lo he hecho adrede. Pero te está bien empleado.

-Soy tu marido. ¡No puedes impedir que te toque!

-Aún no lo eres, y puede tocarme si quieres, yo o siento el calambre, sólo tú.

-¿Y qué pasa con la reconciliación por lo de esta mañana? ¿Cuándo podré tocarte?

-Supongo que cuando se me vaya el enfado…¿sabes qué, Harry?-Harry se quedó mirándola con rencor- Voy a cenar una cena maravillosa (por supuesto no la que has hecho tú), luego me bañaré en agua muy caliente y espuma aromática, y luego…

-¿Luego qué? No puedo darte ningún masaje porque no puedo tocarte-Harry estaba indignado, sólo había sido una maldita broma y ahora él iba a quedarse sin una noche estupenda de sexo oral.

-Luego me tumbaré sobre nuestra cama desnuda y me masturbaré las veces que sean necesarias hasta recuperar el buen humor-Ginny lo miró de arriba abajo, como si ella fuera un maravilloso ser humano y él una inmunda cucaracha-Si la cena es buena y el baño me relaja lo suficiente, puede que te deje mirar.

-¡No puedes hacerme eso!

-¿QUÉ NO?-Ginny fue hacia él y empezó a gritarle en la cara-¡llevo todo el día preocupada por ti! ¡preocupada por si lo estarías pasando muy mal, por si te estaban haciendo sufrir en Azkaban!-Ginny tenía lágrimas en los ojos, y Harry se sintió de repente, muy culpable-¡Y tú estabas tan tranquilo mientras yo me moría de la preocupación. Seguramente riéndote con la guapísima secretaria del ministerio- Harry levantó la vista del suelo, ya no se sentía culpable.

-O sea, que todo esto es por celos-Increíble, todo esto era porque le había guiñado un ojo a la estúpida de Sally y le había mirado las tetas, ¡era un hombre!

-No, Harry; no es por celos-dijo Ginny muy seria-por mí puedes flirtear con quien te de la real gana, pero luego no me juzgues a mí cuando me ponga coqueta-Ginny hizo un gesto como de marcharse.

A Harry le dio igual el calambre, le daba igual electrocutarse, cogió a Ginny por el brazo y la obligó a girarse. Ella le miró con los ojos muy abiertos, como sino pudiera creer que pudiera estarla tocando.

-Tú-Harry hablaba muy bajo, con un tono frío y letal, tenía la vista clavada en Ginny que lo miraba muy sorprendida-óyeme bien, Ginny-Harry respiraba agitadamente, como si acabara de hacer un gran esfuerzo-jamás… por encima de mi cadáver-Y diciendo esto la cogió y se la echó al hombro, echó a andar hacia las escaleras y las subió de tres en tres, con Ginny protestando sin parar, gritando y dando patadas.

Cuando llegaron al dormitorio Harry la tiró encima de la cama como si fuera un saco de patatas. Ginny rebotó en el colchón se sentó en mitad de la cama y se apartó el pelo de la cara con un grito de frustración.

-¡Escúchame!-Había vuelto a gritar, no quería gritarle, eso no solucionaría nada-Escúchame, Ginny. Quería darte una sorpresa, ya te lo he dicho. No quería que discutiéramos, he vuelto a casa con la idea de pasar la noche juntos, decidiendo cosas sobre nuestro futuro. Y en cuanto a Sally…

-¿La rubia de pechos grandes y firmes?

-Sólo soy simpático con ella

-¡JA!-Ginny había vuelto a levantarse y a ponerse de pie frente a él-Simpatía ¿no? Tú puedes simpatizar con quien quieras y yo no, ¿verdad?

-Exacto-Harry hablaba muy en serio.

-No hablas en serio-Ginny no podía creer que fuera a casarse con este cavernícola, Harry no podía ser tan machista.

-Soy un hombre-Harry no sabía cómo era posible que ella no entendiera su punto de vista.

-Y yo una mujer-Ginny empezaba a pensar que la discusión no llevaba a ninguna parte, solo quería meterle el dedo en el ojo a Harry y verlo lloriquear un rato mientras ella se reía de él.

-No, tú eres MI mujer-Harry se acercó mucho a ella, y sin importarle si volvía a sentir dolor la cogió por las caderas y la besó-eres sólo mía.-Ginny se dejo besar completamente aturdida, había pasado de enfadado a totalmente cariñoso en una décima de segundo-¡Dios, eres preciosa! Tú eres un bombón y yo estoy tan enamorado de ti-Harry volvió a besarla en el cuello-No quiero que flirtees con nadie, ya eres el centro de atención allí donde vas.

Ginny le cogió la cara, ahora estaba muy seria, ya no estaba enfadada, y Harry con sus celos desorbitados se las había arreglado de alguna manera para romper el hechizo.

-Tú sí que eres el centro de atención-dijo Ginny- tengo que competir en cada fiesta con montón de chicas preciosas que se echan a tus pies.

-No pueden competir contigo-Harry apoyó su frente en la de ella.

-¿De verdad?-Harry asintió; Ginny sabía que se estaba rindiendo, pero era débil, y Harry estaba guapísimo esa noche.

-¿Cómo puedo compensarte el mal día que ha pasado?-Harry le dio un beso en la punta de la nariz, evidentemente, todo había pasado, porque ahora mismo le estaba tocando el culo y ella no protestaba-Por supuesto no pretendo que te comas la cena que he preparado-Ginny se rió por primera desde su llegada-quiero que vivas para casarte conmigo. Puedo prepararte ese baño…-Harry le besó el párpado sensualmente-velas aromáticas, mucha espuma blanca, y burbujas relajantes…como en un jacuzzi-Harry vio como Ginny cerraba los ojos como deleitándose en la imagen-luego puedo darte un masaje relajante y luego…-Harry le lamió la oreja como haciéndole ver el plato fuerte de la noche-tendré que emplearme a fondo en nuestra reconciliación doble de hoy.

Ginny se apartó de él y empezó a quitarse la ropa.

-Aunque pensándolo bien, tampoco tengo mucha hambre.-Harry tragó saliva mientras veía a Ginny contonearse y bailar mientras se quitaba la ropa.

-¿No?-Ginny se acercó a él y le acarició el pecho-Yo tampoco.

Al final la noche iba a resultar como él quería.

-¿Crees que todo se arregla con sexo, Harry?-Esa pregunta no le gustaba un pelo, había gato encerrado.

-Mmmm ¿no?-No sabía que decir, la verdad es que la mejor manera de solucionar sus discusiones con Ginny hasta ahora había sido el llevársela a la cama hasta que se les pasaba el enfado.

-No, Harry-dijo Ginny- Así no se arreglan las cosas. Ayuda, pero las cosas se arreglan hablando. Y mañana vamos a hablar tú y yo.

Harry se tranquilizó, mañana era mañana, o sea, después de hacer el amor, si se empleaba a fondo, mañana no habría charla, mañana solo sería una palabra más para definir el futuro inmediato.

Mañana, le esperaban muchas sorpresas. Entre ellas, el nuevo ejemplar de El Profeta.

Tengo que decir que este capítulo me ha costado mucho de hacer, y no me gusta nada como me ha quedado, pero he tenido la urgencia de subir ya el capítulo de la historia y por otro lado cada vez tengo menos tiempo para escribir, así que lo que os prometí de un capítulo cada ocho o nueve días a veces serán más.

Por otro lado, quería hacer ver que Ginny y Harry tienen una relación de lo más normal como cualquier otra pareja, con problemas, discusiones, y una vida normal (al margen del sexo, que también es normal, pobre Harry es un hombre, no un obseso)

Gracias por vuestros reviews de apoyo, y de verdad, lamento tardar tanto.