Siento tardar tanto, de verdad que lo lamento; pero no puedo más. Llevo mil cosas en la cabeza y es imposible ponerme a escribir ahora; solo quiero acabarlo porque me sabe fatal no actualizar más a menudo; pero es que tengo tres trabajos para la facultad, más estudiar, más ir, más trabajar, y responsabilidades varias.

Gomen nasai

Notó un escalofrío, alguien (Ginny, seguro) le había besado en los labios y ahora le soplaba dulcemente dejándoselos fríos. No podía separar la boca, y no quería que Ginny le besara mientras él tuviera la boca pastosa y le oliera a culo de babuino.

-Despierta, dormilón-dijo dulcemente Ginny.

-¿Cora e?

-La una y media. Es hora de levantarse y comer algo. ¿No te parece?-Harry abrió los ojos, Ginny le sonreía sentada a su lado, estaba preciosa. ¿Cómo podía estar tan guapa y tan fresca después de la borrachera de anoche?-¿Quién es Harry Hotter?-Harry sabía que ella se estaba aguantando la risa-¡Ah! Y has dormido conmigo-informó.

-Me suplicaste que me aprovechara de ti-dijo Harry con voz cansina mientras se incorporaba.

-¡No es verdad!-Harry asintió.

-¿Y no te aprovechaste?-dijo seductoramente.

-¿Qué clase de hombre crees que soy!

-No es por ti, es por mí. Soy un bombón que nadie rechazaría-dijo llena de sí misma.

-Yo ya te tengo muy vista-dijo Harry maliciosamente esperando un rebote de ella.

-¡Oye!-gritó mientras le estampaba la almohada en la cara-Claro, supongo que tu chica stripgirl es mucho mejor que yo-dijo fingiendo estar ofendida-¡Qué ella te haga la comida!-Harry se incorporó y cogiéndola de la cintura la empujó a la cama donde se tumbó encima de ella con la cabeza apoyada en su tripa.

-Mmmm-Ginny empezó a acariciarle el pelo-Estás blandita-Harry le dio un beso en la tripa y Ginny sintió un escalofrío de satisfacción-¿Lo pasaste bien?

-Muy bien. Todas nos reímos y nos divertimos mucho.

-Nosotros también. Aunque te advierto que tuve que confesar que te desvirgué en tu cama cuando tenías la tierna edad de quince años. Ahora que lo pienso-dijo mientras se incorporaba y se apoyada sobre un codo-Puede que me denuncien.

-¿Y no les diste detalles?-dijo Ginny besándolo en la barbilla-¿No les contaste que te corriste nada más empezar?-dijo tronchándose de risa mientras veía como Harry iba adquiriendo el color del pelo de los Weasley.

-¡EH!-gritó Harry-¡Se supone que eso es agua pasada!-Ginny asintió vigorosamente pero no dejaba de sonreír-¡Es tabú, Ginny¡Tabú!-Ginny hizo un gesto con la mano como si se cerrara la boca con una cremallera. A Harry no le gustaba que le recordaran sus fracasos sexuales, aunque Ginny le hubiera insistido mil veces que eso era normal las primeras veces.-Debías ir muy borracho como para contarle eso a mi padre.

-No lo suficiente, créeme. Fue por culpa de un estúpido juego.

-No me lo digas-dijo Ginny mientras Harry rodaba fuera de la cama-¿la bola de la verdad?

-Sí-dijo Harry y se giró para mirarla desnudo, con los calzoncillos en la mano-¿Cómo lo has sabido?

-Porque yo tuve que confesarle a mi madre que nos lo habíamos montado en el escobero de Hogwarts. Jugamos al mismo juego, Harry. ¿Algo más que confesaras?

-Sí-dijo Harry acercándose a ella y tapándose los ojos y la sonrisa con una mano.

-¿Qué?-dijo Ginny sonriendo y tratando de apartarle la mano para mirarlo de verdad.

-¿Qué que?

-¡Harry!-Ginny se levantó y poniéndose de rodillas en la cama se acercó a él y le puso una mano en la cintura mientras con la otra sacaba su varita-Abre la boca-Harry obedeció y al momento tenía un agradable sabor a frambuesa en la boca.

-Podrías haberlo hecho de menta;-dijo-Es más varonil.

-¿Qué confesaste?

-Nada-dijo intentando esconderse.

-¡Te has puesto rojo!-gritó-¡Harry¿El qué?-dijo mientras sonreía.

-Si no hubiera ido borracho ni con el crucio me habrían sacado esa confesión-dijo distraídamente-No podré mirar a tu padre a la cara nunca más- intentó no mirarla a los ojos-Le dije que lo que más me gustaba era cuando me la chupabas-Ginny le escupió en la cara cuando empezó a reírse, y Harry no fue capaz de sostenerla cuando ella se echó de rodillas en el suelo al lado de él, tronchándose de risa.

-¡No te rías!-dijo Harry tratando de levantarla del suelo-no tiene gracia ¿vale?

-Sí la tiene-dijo mientras se incorporaba (aunque tenía que sujetarse en él para no volver a caer al suelo) Harry miraba hacia otro lado pero no podía evitar sonreír-¿Le has confesado algo más?-dijo mirándolo con una mueca de burla y pena. Harry negó con la cabeza.

-Vamos a comer, anda. Te he preparado una poción anti resaca-le dijo Ginny finalmente.

Ginny tuvo que parar de a mitad de comer porque una vez más le vino un ataque de risa al imaginar la despedida de Harry y las caras de sus hermanos durante las confesiones íntimas de su novio, Harry le tiró una albóndiga pero ella no paró de reír, al final él acabó riendo con ella. Verla y oírla reír era contagioso.

El día se le pasó volando a Harry, cuando se quiso dar cuenta ya era de noche otra vez y hora de irse a la cama. Habían pasado el día plácidamente sentados en el sofá viendo una película durante la cual ambos se quedaron dormidos, luego Ginny había insistido en salir a pasear por el campo, ella caminó descalza un buen rato mientras le contaba a Harry todo lo que recordaba de la noche anterior; Harry ya estaba pensando en la manera de molestar a Ron con el hecho de su concepción.

Ni siquiera cenaron, merendaron pronto y pronto se fueron a dormir. A pesar de que hoy no estaba borracha, Ginny no quiso dormir sola y Harry no se hizo de rogar.

Harry se despertó como de un sueño, alguien estaba aporreando la puerta de casa. Bajó en calzoncillos y abrió la puerta de mala gana.

-¿Abres así de desnudo siempre?-dijo Hermione.

-¿Acostumbras a aporrear las puertas de la gente decente?-dijo con una mueca de asco

-La gente decente no abre sus puertas medio desnudo.

-Y la gente que no quiere ver cosas desagradables, avisa antes de llegar.

-Vengo a ver a Ginny-dijo empujándolo y pasando como si fuera su casa.

-Está durmiendo.

-Pues despiértala.

-No-dijo Harry tajantemente, estaba muy a gusto durmiendo y Hermione le había puesto de mala leche-Es más, quédate por aquí, que yo me subo a acostarme otro rato.

-¡Ja!-dijo Hermione-¿No será verdad?-Pero lo fue, Harry le hizo un muffliato antes de que ella pudiera reaccionar y se metió en la habitación con Ginny, mientras Hermione trataba de aporrear la puerta del dormitorio, que por supuesto, había sido hechizada por Harry en cuanto había entrado por ella.

No se levantó mucho más tarde, cuando lo hizo, Ginny seguía dormida pero pudo oler el dulce aroma del desayuno. Bajó las escaleras y se encontró con Hermione de frente al pasar a la cocina; estaba muy colorada cuando lo vio.

-Lo siento-dijo Hermione-Es que…

-¿Estás hormonal?

-Un poco. Sí. No quería ponerme tan antipática.

-No te preocupes-dijo Harry quitándole la sartén con los huevos revueltos de las manos-Estoy acostumbrado.

-¡Oye!-dijo Hermione.

-Es broma-dijo Harry metiéndose un montón de huevo en la boca con un tenedor-No me gusta que me despierten así. Requiero más tacto.

-Lo siento mucho, su majestad.

-¡Ginny sí que sabe cómo despertarme!-dijo Harry poniendo cara de pervertido.

-¿No te da vergüenza decirle eso a Hermione?-Ginny acababa de entrar en la cocina mientras se restregaba un ojo-Buenos días-Ginny se acercó a la cocina donde Hermione estaba haciendo más desayuno, cuando llegó al lado de su amiga, se dieron un beso.

-¡Oye!-gritó Harry-¿la besas a ella y a mí no?-Ginny le guiñó un ojo a Hermione.

-¡Hay que ver qué celoso eres!-Hermione se acercó a Harry, le pellizcó la mejilla como a un niño pequeño y le dio un beso en la mejilla.

-¡Pero tú no!-dijo mientras se restregaba la mejilla con la manga. Ginny se acercó por detrás mientras Hermione le daba una colleja a Harry con cara de pocos amigos.

-Antipático-murmuró. Ginny llegó y le acarició el punto donde Hermione le había pegado mientras se sentaba en su regazo.

-Ahora no quiero mimitos-dijo girándole la cara a Ginny con fingido enfado.

-Anda, dame un beso, tonto-dijo ella sonriendo. Le encantaba cuando Harry se ponía así, ñoño.

-No quiero-dijo obstinadamente con voz infantil-Ahora no quiero. ¿No prefieres a Hermione?

-Eres peor que un crío-dijo Hermione; Harry la vio salir de la cocina y la observó subir por las escaleras, como Pedro por su casa. Es lo que tiene la confianza.

-Abre la boca-dijo Ginny, Harry obedeció y en seguida ella empezó a darle de comer.

-¿A qué ha venido? Quería verte.

-Va a ayudarme a preparar el cuarto de invitados.

-¿Para¿Es que vamos a tener visita?

-Esta semana vendrán los invitados a traernos sus regalos. Es tradición que se coloquen todos en una habitación para que la gente venga y los vaya viendo.

-No tenía ni idea-dijo Harry mientras le daba él de comer a Ginny-¿Por qué no me has pedido a mí que te ayudara?

-Porque sé que tú esta semana vas a estar muy liado. Tienes que dejar las cosas claras en la Orden, Harry. Vamos a estar casi un mes fuera, y no quiero sorpresas durante nuestra Luna de Miel. Nada de distracciones-dijo Ginny dándole un beso en la mejilla-Quiero pasarme el día follando.

-No me digas eso que me empalmo-dijo Harry con voz lastimera, Ginny rió.

-Es totalmente asqueroso-dijo de repente Hermione-Menos mal que Ron no está aquí.

-Lo que me recuerda que tengo que irme ya-dijo Harry quitándose a Ginny de encima.

-Intenta no volver muy tarde. Hoy van a venir mis padres a comer y a traernos los regalos.

-Yo también quería venir hoy-dijo Hermione.

-Podemos comer todos juntos, entonces. ¿Te parece bien?-le dijo a Harry.

-Ginny, tú puedes invitar a esta casa a tu familia siempre que quieras-Le dio un beso en la punta de la nariz y subió las escaleras, bajó unos minutos después arreglado, apenas dijo adiós desde la puerta.

-¿Preparada?-Ginny asintió-¿Qué piensas hacer con el traje de novia?

-Se queda en casa de mis padres. No quiero que nadie lo vea-paró y se tragó el zumo de naranja de un trago-Sé que es tradición exhibirlo para que lo vean los invitados, pero prefiero que sea una sorpresa. Deberíamos hacer una lista de tentenpiés-dijo-Quiero tener algo que ofrecer a mis invitados. ¿No te parece?-Hermione asintió

-Huevos, champiñones, cebolla, dátiles, bacon, pastas varias, té variado, café, wishky de fuego…mmmm-Ginny se quedó pensando.

-Harry y tú siempre estáis igual. Enganchados-dijo de repente Hermione

-Pobrecito-dijo Ginny-Está loco por mí.

-No-dijo Hermione-Me refiero a que habláis de esa manera…

-¿Cómo?

-Directamente. Ron nunca me ha dicho a mí que… bueno, eso-Hermione se calló y se puso muy roja-Ni yo tampoco le he dicho nunca que estaba…bueno, ya sabes.

-¿Empalmada?-dijo estúpidamente Ginny.

-No idiota. Cachonda-dijo en un susurro.

-¡No me lo creo!-dijo Ginny riendo-¿Es verdad?-dijo al ver que Hermione no sonreía.

-Le digo que me apetece… o le digo que venga a casa que me apetece verle. Pero nunca le he dicho "Ven que me apetece hacerlo" y mucho menos decirle que "follemos"

-Hermione-Ginny se sentó a su lado-¿Sabes? Ron y tú no tenéis que ser necesariamente como Harry y yo. A Harry le gusta que sea directa; pero puede que a mi hermano le guste hacerse el interesante y puede que a ti también te guste hacerte la tímida. ¿No crees?-dijo con una sonrisa mientras le acariciaba el pelo.

-Hablas como si fuera un juego.

-¿Es que no lo es?

-No. Es algo serio. Íntimo.

-Es íntimo, pero no es serio. Solo es serio cuando algo no va bien-Ginny se detuvo de pronto-¿Algo va mal, Hermione?

-¡No!-gritó ella rápidamente-Quiero decir que es importante; para mí es algo serio. No quería decir que no me gustara. Me encanta. Y todo va perfectamente.

-¿Qué es lo que quieres decir entonces?

-No lo sé. No sé para que he abierto la boca. Olvídalo.

-¡Ah no!-dijo Ginny-En cuanto tenga un hueco vamos a ir a Londres y te vas a comprar un montón de lencería guarra para mi hermano-Hermione se rió.

-Ron no es Harry. No le ponen loco esas tonterías.

-Ron es un tío, Hermione-dijo como si eso lo aclarara todo.

-Yo no puedo ponerme esas cosas-dijo riendo tímidamente-No soy tú.

-Piensa que es un disfraz-dijo Ginny-Será como disfrazarte para un juego. Solo que no es un juego de niños. La confianza es lo primero. No deberías tener vergüenza con Ron-Hermione se quedó unos minutos pensando haciendo dibujos sobre el mantel.

-¿Sabes qué?-dijo de repente-Creo que me apetece ver a tu hermano.

-¿Sí?-dijo Ginny con una sonrisa.

-Sí-dijo Hermione, y se puso de pie-Me voy. Me apetece echar un polvo.

-¡Bien dicho!-dijo Ginny levantándose de la mesa-Qué envidia me das. Te espero esta tarde. Ven pronto.

-No te prometo nada-dijo Hermione ya desde el umbral de la puerta riendo como una tonta-Te quiero, Ciao-dijo alegremente mientras trotaba hacia el punto de aparición más cercano a su casa.

Ginny dejó la casa presentable para las visitas y acondicionó su dormitorio ya que pensó que los regalos se debían exhibir en el dormitorio principal, con lo que, también tuvo que arreglar el cuarto donde Harry había dormido los dos últimos meses para los dos.

Su madre llegó un poco antes de que Ginny empezara a hacerla comida.

-¿Qué haces aquí ya, mamá?

-He venido a ayudarte-dijo quitándose la chaquetilla y dándole un beso-Empieza a hacer calor-dijo abanicándose con la mano-¿Y Harry?

-Tenía que encontrarse con la Orden.

-Pero si yo he visto a Ron salir con Hermione a dar un paseo por el lago-dijo su madre entrando en la cocina. Ginny se encogió de hombros.

-Supongo que se encontrará con Lupin y Ojoloco nada más.

-Espero que Ron y Hermione no tarden en seguir vuestros pasos-dijo mientras invocaba con la varita unas cebollitas tiernas-No quiero que se quede embarazada antes del matrimonio. ¡Qué vergüenza!

-¿Y eso por qué, mamá?-dijo Ginny mirándola de soslayo mientras picaba una zanahoria.

-¿Qué pensarían los padres de Hermione de Ron? Ron nos dejaría en evidencia delante de ellos.

-Ya son mayorcitos para hacer lo que quieran-dijo rebeldemente Ginny.

-Exacto. Si son mayorcitos para eso, también lo son para casarse. Ya han tenido un aviso; no me extrañaría que la dejara embarazada cualquier día de estos, los Weasey son tremendos en la cama. Tu padre por ejemplo…

-¡Mamá!-gritó Ginny-¡Qué asco!

-A mí no me hables en ese tono. ¿Es que piensas que saliste de la nada? No, jovencita. Estás en este mundo porque tu padre y yo tuvimos una noche loca.

-Mamá-dijo Ginny tapándose la cara con una mano por la vergüenza.

-Los dos queríamos una niña, te buscamos día y noche-Ginny hizo un gesto de asco-Y te encontramos al fin.

-Gracias-dijo Ginny irónicamente-¿Podemos cambiar de tema ya?-Su madre la miró de soslayo.

-Estás horrible-dijo peinándola un poco-¿Y cuándo vas a buscarlo tú? Ninguno de tus hermanos mayores parece dispuesto a darme nietos. Tú y Ronald sois mi única esperanza-dijo sonándose dramáticamente la nariz.

-No te pongas pesada, mamá. ¿Dónde está papá?

-No lo sé. Se largó a hurtadillas esta mañana de casa. Pero no te preocupes, se acuerda de que tenía que venir hoy a comer. Anda, haz taquitos las pechugas.

-Sé cocinar, mamá. Gracias.

-Está bien-dijo la señora Weasley-Haz tú las pechugas y yo haré el segundo plato. ¿Te parece bien?-dijo cogiendo una cazuela de barro- ¡Oh mira!-dijo mirando por la ventana-Ya están aquí todos.

-¿Ron y Hermione también?-dijo Ginny extrañada.

-No. Solo tu padre y Harry. Sal a recibirle y a darle un beso a tu novio.

-Él sabe entrar solo, mamá. Y sabe dónde está la cocina así que puede encontrar solito el camino hacia mis labios.

-Los hombres nunca cuidan esas cosas. Esos detalles. Si no sales a por él y le acostumbras a que te bese antes de salir de casa y cuando regresa no lo hará ni ahora, ni después, ni nunca, tesoro-dijo mientras se aseaba el delantal. Ginny puso los ojos en blanco, no necesitaba que su madre le dijera lo que iba y no iba a hacer Harry al verla cada día. Ginny oyó la estruendosa carcajada de Harry y sonrió.

-¡Ya estoy en casa!-anunció desde la entrada; segundos después entraron los dos por la puerta de la cocina-Buenas-dijo al entrar en la cocina.

-¡Qué bien huele!-dijo el señor Weasley acercándose a su mujer y besándola-Hola cariño-le dijo a Ginny, y la besó también.

-¿Una cerveza señor Weasley?-preguntó Harry.

-Sí Harry. Muy fría, por favor-Ginny vio como Harry abría un par de cervezas y le entregaba una a su padre-¿Vamos al salón?-el señor Weasley asintió con la cerveza y sin más salieron los dos por la puerta.

-¿Qué te he…?-empezó a decir la señora Weasley al ver la boca abierta de Ginny quien veía como su novio salía de la cocina sin ni siquiera darle un triste beso en la mejilla-dicho?-terminó finalmente en voz baja.

-¡No puedo creerlo!-dijo Ginny mirando con indignación hacia el agujero por el que segundos antes había desaparecido Harry-¡Después de la que me ha montado esta mañana por no darle un beso ahora me hace esto?-dijo gritando aunque en realidad era un comentario para sí misma.

Ginny salió airosa de la cocina con un plato de olivas en la mano. Se plantó delante de la mesita baja que había enfrente del sofá y se quedó mirando a Harry que hablaba, cerveza en mano, con su padre de los partidos de quidicht del fin de semana. Los Chudley habían sido vapuleados por Los Monks de Cardiff.

Ginny dejó el plato con estrépito sobre la mesa, y los dos hombres pararon de hablar para mirarla.

-¿Estás a gusto, Harry?-dijo con una mirada fulminante.

-¿Sí?-dijo Harry algo inseguro, no sabía qué estaba pasando.

-¿Te traigo algo más?-dijo con sorna, era increíble que ni siquiera le hubiera dado un beso. Ni tan solo la había mirado o había dicho que la comida olía bien. Nada.

-Así estoy bien-dijo Harry mirando al señor Weasley de reojo.

-Me alegro-dijo Ginny-No quiero que te estreses-dijo con furia. Esto era increíble. Lo que más le fastidiaba era que ni siquiera le había ofrecido su ayuda en la cocina. Directamente se había ido a la cerveza. Harry miró al señor Weasley, dejó la cerveza en la mesa y se puso de pie.

-¿Qué te pasa?-dijo acercándose a ella.

-Nada-Ginny intentó marcharse pero Harry la retuvo. Harry vio como el señor Weasley se escaqueaba fuera del salón y cerraba la puerta tras de él.

-¿Qué te pasa, nena?-Harry la vio secarse una lágrima-Estás muy estresada, Ginny. Estás muy rara últimamente, cielo.

-¿Rara?-dijo levantando la voz-¡Me has dejado en ridículo delante de mi madre!

-¿Qué?-dijo Harry-¿cuándo?

-Ahora mismo. Al llegar. Ni siquiera me has mirado. Ni un beso, nada.

-¿Y por eso te he dejado en ridículo?-dijo Harry sin comprender nada.

-¡Sí!-le gritó-Has hecho lo que ella ha dicho que harías y que yo le había dicho que no harías-dijo muy deprisa.

-¿Qué? Espera un momento-dijo Harry-Explícate.

-¡No me has besado!-Harry tenía cara de no entender nada-Ella dijo que si yo no te besaba tú no lo harías. ¡Y yo le dije que sí!

-Y yo no te he besado-dijo Harry comprendiendo. Le cogió la cara con ambas manos y le dio un beso. Ahora entendía un poco el galimatías de antes, pero seguía sin comprender el drama, el por qué Ginny se había puesto así por una tontería¿sería la regla?-Estamos muy estresados los dos. Perdóname-al decir eso, fue como si Ginny recobrara la cordura.

-¿Qué estoy diciendo?-dijo ella apoyándose en su pecho-Estoy cansada-Mentía. No estaba cansada, estaba hormonal, y acababa de darse cuenta de que estaba pasando por una fase de cambios de humor, quizás, acentuados por el stress de la boda.

-Ya queda poco.

-Se me está haciendo eterno-dijo ella mientras él le daba besos en la cara.

-¿No es un día maravilloso?-dijo una voz detrás de ellos. Ron, según observó Harry, tenía la cara del tonto más feliz de la tierra. Hermione apareció detrás de él, con la misma cara de imbécil.

-Fantástico de verdad-dijo Hermione con una risita tonta-Chicos al salón, chicas a la cocina-dijo cogiendo a Ginny de la mano y apartándola de Harry-Lo siento Harry, tengo cosas que contarle.

-Pues se las cuentas luego-dijo Harry recuperando por el brazo a su mujer-Invitados al salón, anfitriones a la cocina-Harry le sonrió a Ginny-¿Cocinamos juntos¿quieres?

Harry echó a la señora Weasley de la cocina (quien se resistió bastante, por cierto), puso música y cumplió todas las instrucciones que Ginny le iba diciendo sobre la comida. Hicieron pastas, galletas, bizcochos, pasteles (entre ellos una tarta de melaza) suficientes para un regimiento, y terminaron la comida para el día.

Tragaron todo lo que pudieron y quizás algo más, Harry no dejó de notar que era como uno de esos domingos en la Madriguera (aunque faltaran algunos Weasleys) en los que todos reían y charlaban (a veces discutían) disfrutando de una comilona preparada por la Señora Weasley. Quizás para impresionar a su madre Ginny se había esforzado tanto, Harry pensó que si de normal ya cocinaba como una reina; ahora mismo, a los ojos de su estómago, Ginny Weasley era una diosa.

A la hora del café (Ginny tomó tila porque Harry se empeñó) y las pastas llegó la hora de los regalos.

-Tienes tantas cosas que no sabía qué comprarte-dijo Hermione a Ginny.

-Ejem-Hermione y Ginny miraron a Harry-No es por nada, pero yo también me caso-Hermione y Ginny se rieron de él.

-No sabíamos si compraros algo por separado o juntos-dijo Hermione yendo hacia la chimenea.

-Un regalo de boda tiene que ser para los dos-dijo Harry enfadado.

-Me refiero idiota-dijo Hermione- a que Ron y yo no sabíamos si compraros algo juntos, o que cada uno os hiciéramos un regalo.

-¡Ah!-dijo Harry, y se hundió en el sofá avergonzado. Ginny llegó, le revolvió el pelo y le dio un beso en el cogote.

-Ahí llega -dijo Ron cuando el paquete llego vía flu. A Hermione le cabía en una mano.

-¿Vamos al jardín de atrás?-dijo ella-Hay que hacerlo en el exterior-Todos la acompañaron muy entusiasmados.

-Yo estaba totalmente en contra-dijo Ron cuando Ginny abría el paquetito. Era como una figurita de porcelana, solo que era una bañera de porcelana. En cuanto le dio el aire, empezó a crecer hasta volverse de un gran tamaño; y Ginny se dio cuenta de lo que era, y el por qué su hermano no lo aprobaba.

-¿Nos habéis comprado un yakuzzi?-dijo Harry.

-Sí-dijo Ron-A ver cómo lo usas…-dijo en tono amenazante.

-Ya está manipulado con magia-dijo Hermione-funcionará en cuanto se lo pidáis.

-Es fantástico Hermione-dijo Ginny. Harry también le dio las gracias. Después besaron a Ron (Ron le tendió una masculina mano a Harry que él estrechó pero que también aprovechó para atraer a Ron en un abrazo). La señora Weasley volvía a sonarse la nariz.

-¡Ah sí!-dijo Hermione-¡Ya se me olvidaba!-Sacó otro paquete de su bolsillo y se lo tendió al señor Weasley-Este es para usted-Harry no sabía muy bien qué le esperaba al señor Weasley (y él tampoco parecía saberlo muy bien) pero cuando lo abrió, apareció ante él un patito de goma amarillo de ducha. El señor Weasley abrazó y besó a Hermione y casi se muere de la alegría, y los demás, de la risa. La vida tenía estas cosas, pensó Harry, su suegro era oficialmente, un friki.

-Ahora el nuestro, Arthur-dijo emocionada la señora Weasley al volver a entrar en la casa-No es tan glamouroso-dijo con un tono de disculpa a Harry.

El señor Weasley invocó el regalo por la chimenea. Venía envuelto en papel marrón.

-Ese no crecerá más¿no?-dijo Harry al ver que ya tenía un tamaño considerable.

-Ábrelo, tesoro-le dijo la señora Weasley a Harry. Harry abrió el paquete con dedos seguros, debajo del papel, había una caja de color sepia que Harry y Ginny abrieron juntos; dentro, un reloj mágico, como el que colgaba de la pared de la cocina de la Madriguera, solo que más nuevo. No tenía manecillas.

-Mamá-dijo cogiéndolo-¿Dónde lo has conseguido?

-Fue Fleur-dijo la señora Weasley-Ella lo encontró en un pueblo de Francia. Cuando le dije que me gustaría regalaron uno y que quizás os diera el nuestro ella me contó que había oído decir que vendían uno en un pueblecito mágico de Francia. Fuimos allí, y lo compramos.

-No tiene manecillas-dijo Harry.

-Tiene dos-dijo la señora Weasley-¿Ves?-dijo abriendo el cristal que contenía el péndulo-La señora Weasley las cogió y se las enseñó a Ginny-Por ahora solo te da la tuya y la de Harry. Pero cuando vengan más Potters a este mundo irá dándote manecillas para ellos.

-Tenéis que poner vuestras fotografías-dijo el señor Weasley.

-Muchas gracias mamá-Ginny abrazó a su madre-Papá-y abrazó a su padre.

-Gracias-dijo Harry, a quien la señora Weasley estrechó con muchísima fuerza, el señor Weasley también lo abrazó.

-Aún falta una cosita-dijo el señor Weasley disimuladamente-No te dije nada, Molly, perdona-Fue hasta la chimenea e invocó otro regalo. En esta ocasión, era muy grande, apenas cabía en el hueco de la chimenea, y cuando el señor Weasley lo sacó del todo, aún se hizo mayor.

-Arthur…-dijo la señora Weasley- ¿Qué…?

-Un momento, Molly-dijo con una sonrisa-Abridlo, por favor. Con un golpe de varita bastará-Ginny le hizo un gesto a Harry. El papel de regalo fue cayendo lentamente, como si se derritiera, bajo él, apareció una hermosa cuna de madera clara.

-Señor Weasley…-dijo Harry en un susurro.

-Me hiciste una promesa, Potter-le dijo con una sonrisa.

-¿Qué significa esto, Arthur?

-Harry me dijo que podría ser el padrino de la primera criatura que tuvieran-dijo felizmente.

-No se lo dije-dijo Harry examinando la cuna-Se lo prometí. Es preciosa. ¿No dices nada, Ginny?-Harry se fijó en que ella estaba parada, apenas decía nada, y miraba hacia la cuna con una extraña expresión entre melancólica y alegre.

-¿No te gusta, princesa?-le dijo su padre a Ginny. ¿Cómo no iba a gustarle? Era una maravilla, de fina madera clara con los barrotes tallados con letras rúnicas de protección, el colchoncito, que estrenaría su bebé mucho antes de los que todos allí, menos Hermione, se pensaban, era de plumas envuelto en una fina tela de seda blanquísima. La sábana, que estaba doblada en pico para que se vieran todos los demás detalles de la cuna, era de color azul oscuro, y tenía estampados dibujos de angelitos desnudos dormidos sobre nubes de algodón blanco suspendidas en un cielo poblado de doradas estrellas. Ginny no pudo reprimir algunas lágrimas.

-¡Eh¡eh! Venga, nena-dijo Harry abrazándola-¿Es que no te gusta?

-¿Bromeas?-dijo ella separándose de él y sonriendo mientras se secaba las lágrimas-Es preciosa. Gracias papá.

-¿Estás bien?-le susurró Harry mientras le apartaba el pelo de la cara con cariño. Ella asintió con una sonrisa-¿Segura?

-Iré a lavarme la cara-dijo mientras se desprendía de él. Harry la siguió con la mirada.

-¿Todo bien, Harry?-preguntó el señor Weasley.

-Sí-dijo con dureza, se giró y al ver la cara de su familia sonrió un poco-Está muy estresada y sensible. Además, ella también quiere tener un niño pronto; supongo que esto-dijo señalando hacia la cuna-es como una presión más para ella. Ahora vuelvo-Harry subió por las escaleras, cuando entró en la habitación oyó a Ginny en el baño.

-¿Puedo pasar?-dijo tocando suavemente a la puerta.

-Adelante-Harry pasó y se colocó frente a ella-Siento haberme puesto tan tonta.

-No pasa nada-dijo Harry mientras le acariciaba la cara-¿Ya estás mejor?-Ella asintió-¿sabes? No tienes que sentirte presionada-Harry apoyó la frente en la de Ginny-Tu padre lo ha hecho porque le dije…

-Sé lo que le dijiste. Y está bien.

-Sé que deseas tener un hijo desde hace tiempo. Ya vendrá. No quiero que pienses en ello.

-Es difícil-dijo Ginny sarcásticamente, aunque Harry no se dio cuenta.

-Te prometo-dijo sonriendo-que en la Luna de Miel no pararé hasta dejarte preñada-Ginny se rió-Es verdad. ¿No me crees?

-¡Oh, sí te creo!

-Te prometo que no tardaremos en tener un bebé que duerma en esa cuna-dijo seriamente-Te lo juro.

-Tendremos un hijo pronto-dijo Ginny, quien se debatía ahora entre decírselo en ese preciso momento a Harry o esperar un poco más.

-Esa es mi chica-Alguien llamó a la puerta del dormitorio.

-¡Harry, Ginny!-era Ron-Mamá, papá, Hermione y yo vamos a echarle un vistazo a las obras de mi casa. ¿Venís?-Harry le hizo un gesto de pregunta a Ginny y ella asintió.

-¡Ya vamos!-gritó él- Por cierto¿Qué les pasa a Ron y Hermione¡Menuda cara de imbéciles tienen hoy los dos!

-Se han pasado la tarde dándole al asunto. Están, al contrario que nosotros, totalmente liberados de presiones.

-Es una pena que no podamos estrenar todavía ese yakuzzi-dijo ausentemente Harry; Ginny le pellizcó en el culo y los dos salieron tras los demás.

En los sucesivos días Harry y Ginny recibieron la visita de los cientos de invitados a la boda, incluido Percy quien se aseguró de llegar por la mañana un día que sabía que tan solo Ginny, ni siquiera Harry, estaría en casa. Ginny se pasó de mal humor toda la mañana y si no hubiera sido por Harry habría estrellado contra el suelo la horrible vajilla que su hermano le había comprado. Fleur y Bill tuvieron la maravillosa idea de regalarles un armario ropero que planchaba la ropa y era capaz de combinarla más decentemente que Harry, además, tenía la ventaja de que atraía mediante magia toda la ropa que se dejaba tirada por la casa. Hagrid, a pesar del miedo de Harry ante su regalo, les regaló una alfombra tejida por él mismo, en la que se distinguían pedazos de pieles de animales fantásticos con bordados de hilos plateados y dorados, fruto sin duda, del pelo de unicornio. La profesora McGonagall también les hizo un bonito regalo, les regaló un cuadro como los centenares que había en el castillo, pero en su pintura en vez de señoras gordas o caballeros chiflados, se veía las dos figuras de Harry y Ginny con diecisiete años, que convivían felices en la sala común de Griffindor.

Charlie les compró en Rumania una colcha mágica, cuanto más frío hacía más abrigaba y en verano se volvía fina como la seda.

Los gemelos les compraron, para deleite de Harry, un juego de pelotas de quidicht y unas porterías que no eran capaces de ver los muggles. Ellos se quedaron a cenar y fueron testigos del enfado de Ginny que les contó lo que había pasado con Percy. Fred y George se presentaron al día siguiente en el Valle de Godric, con un nuevo regalo: Una alfombrilla para la entrada de la casa que le mordía los pies a las visitas indeseadas. Harry quiso ponerla en seguida, a sabiendas de que el jefe de Ginny aún estaba por pasar a dejar su regalo pero Ginny no le dejó.

Al llegar el final de semana habían reunido un buen surtido de vajillas, juegos de té, y cuberterías; ropa del hogar (juegos de toallas que cuando estaban muy sucias se negaban a ser usados y tenías que lavarlos, o sábanas que se secaban si te hacías pis (Harry se partía con estas, pero Ginny las agradeció para futuros niños), y cacharros varios (entre ellos, el regalo de Marcello, quien les trajo de Italia un aparato musical que interpretaba las mejores obras musicales que jamás se habían hecho, había conciertos de Paganini con su stradivarius, de Beethoven al piano, de Vivaldi y sus violines, o la mejor versión jamás hecha de la Boheme. Aunque también había música actual: muggle y mágica; Harry tuvo que admitir que era un buen regalo e incluso, le chocó la mano como agradecimiento).

Ya era viernes, era jornada de reflexión para ellos, tan solo la familia se había pasado por casa para recontar los regalos; y Harry y Ginny se habían pasado el día dando los últimos detalles a todo, trajes, invitados, mesas, música, comida, viaje de novios, etc. Ron llegó por la tarde para hacerle compañía a Harry, y Hermione llegó con él para llevarse a Ginny.

-¿No me vas a dejar plantado, verdad?-le dijo él mientras la veía prepararse para la marcha, intentando retenerla.

-¿Y tú a mí?-Ginny se giró y se colgó de él, mientras Hermione tiraba de ella hacia la puerta y Ron tiraba de Harry hacia dentro.

-Dejadlo de una vez, pesados-dijo Ron-Tira fuerte, Hermione.

-No llegues tarde¿eh pichoncito? No me asustes.

-Te lo prometo. Pero tú tampoco tardes en bajar-le susurró Harry

-No te haré esperar. Te lo prometo.

-Están pegados como lapas-dijo entre resoplidos Hermione.

-Te quiero mucho-dijo Harry.

-Yo a ti más-dijo Ginny-Nos vemos mañana¿eh?

-Ya te estoy echando de menos.

-¡Oh, por favor!-gritaron Ron y Hermione a la vez.

La señora Weasley le preparó a Ginny una poción para que durmiera bien y descansase, y funcionó, porque pese a los nervios que pueda tener una novia, a Ginny tuvo que entrar por la mañana Fleur para despertarla.

-Aguiba dormilona-dijo Fleur-Es hoga de empezag a preparagnos.

-¿Qué hora es?-preguntó Ginny al ver que Fleur ya estaba preparada.

-Las nueve y media. Te casas a las doce.

-¡QUÉ¿TAN TARDE¡Me he dormido el día de mi boda!-dijo meneando las manos como si fuera una niña que va a iniciar un juego de palmitas con una amiga.

-No te has dogmido, y tranquila que tenemos tiempo-dijo quitándole el pelo de la cara-te he prepagado un baño calentito con espuma y perfume. Veinte minutos, andando-dijo Fleur.

Ginny salió veinte minutos después del baño (Fleur la llevaba cronometrada). Fleur había preparado toda una ristra de potingues para la cara y el cuerpo. A las diez Ginny aún no estaba ni peinada, ni maquillada, ni vestida. La boda era a las doce y ella estaba histérica. Podía oír a la gente remolonear por la casa y alguno invitados empezar a apiñarse en la explanada de en frente de su casa, sin embargo, ella no podía salir del recinto en el que la había enclaustrado Fleur (incluso había hechizado las ventanas para que nadie desde fuera pudiera verla).

Se había comprado ropa interior de seda blanca para la ocasión, Fleur la ayudó a ponérselo muy a su pesar, pues Ginny no paraba de decir que no era imbécil y que sabía ponerse unas bragas sola. Pero daba igual, Fleur estaba en todos sitios. Lo peor fue cuando llegó Hermione, ahora tenía a dos locas que no paraban de hacerla ir de aquí para allá poniéndola todavía más nerviosa. Solo se relajó un poco, cuando se sentó en un taburete y Fleur empezó a peinarla. Fleur le cepilló el pelo húmedo secándolo con el paso del cepillo, lo cepilló una y otra vez hasta que el pelo quedó liso, suelto y suave como la seda. Primero le apartó el pelo de la cara hacia atrás y cuando vio el efecto lo dejó caer al natural volviendo a peinarlo cuidadosamente. Después le recogió el pelo atrás en una sencilla trenza, pero tampoco le gustó. Fleur le retiró el pelo de la cara, haciéndole la raya al lado izquierdo de la cabeza y recogiéndole el pelo en una coleta baja atrás.

-Empezaguemos pog aquí-dijo con una sonrisa-¿te gusta?-Ginny asintió-Ve maquillándola Hermione-dijo acariciándole el pelo con ensimismamiento-Pego no mucho, no le hace falta-dijo mirando a Ginny a través del espejo con una sonrisa que Ginny le devolvió.

Llevaba una hora dando vueltas en la cama, ya no podía esperar más. Eran las nueve de la mañana pero Harry ya no se aguantaba las ganas de empezar a prepararse. Dejó a Ron en la cama (y es que habían tenido que dormir juntos porque su dormitorio estaba ocupado con los regalos, y en los otros dos cuartos de la casa aún no tenían muebles) y se dirigió al baño. Harry se metió en la ducha y usó todos los productos que la noche anterior Bill le había traído por recomendación de Fleur.

Se afeitó cuidadosamente (no quería tener cortes que hechizar el día de su boda), se puso los potingues en la cara y el cuerpo y se secó el pelo con aire caliente que sacó de la varita. Cuando hubo terminado, tuvo que volver a lavarse el pelo ante el resultado. Era un desastre total. Normalmente Ginny era quien le cortaba el pelo, pero ahora ella no estaba allí. ¿Cómo se les había podido pasar los pelos de Harry? Iba a parecer un espantapájaros el día de su boda. Horror, estaba poniéndose histérico.

-Cálmate tío-dijo Ron bostezando a la vez que meaba-El histerismo es cosa de chicas.

-¿Qué me calme?-dijo Harry-¡Mira qué hora es, y ni siquiera te has arreglado un poco, Ron!-le gritó.

-Harry-dijo poniéndole las manos en los hombros-son las nueve y media. Hasta las doce no te casas.

-Le prometí a Ginny llegar pronto-dijo-¡Quítame las manos que no te las has lavado¡Y tira de la cadena!-le gritó mientras Ron se desnudaba para ducharse-Date prisa.

Ron salió del baño cabreado, Harry no le había dejado ducharse en paz molestándolo a cada momento y metiéndole prisa. Cuando salieron por la puerta, Harry estaba como para que le diera un ataque. Ni siquiera pudo cerrar la puerta de lo mucho que temblaba.

-Te pareces a mí antes de los partidos de quidicht en Hogwarts.

-Ja. Ja.

-¿Sabes qué, Harry? Que tú y yo no hemos tenido oportunidad de hablar.

-Hemos pasado la noche juntos-dijo Harry-Quería llegar YA a la madriguera, no le apetecía oír las disertaciones amorosas de Ron hacia Hermione.

-Estás a punto de firmar un contrato mágico. Vas a hacer una promesa a mi hermana muy fuerte-dijo Ron-Pero para mí ese contrato vale una mierda.

-¿Perdón?-dijo Harry.

-Lo que a mí me vale, y cuenta, es lo que le prometas a ella. Pero también quiero, que me hagas una promesa a mí.

-¿El qué?-dijo Harry que se había erguido masculinamente delante de Ron, quien se presentaba solemnemente delante de Harry con la misma pose galante.

-Que me prometas que la vas a hacer feliz. Que la vas a cuidar, querer, proteger y todo eso que dice el contrato en que vais a poner vuestras firmas. Ese contrato solo hace que Ginny deje de ser una Weasley para pasar a ser una Potter. Pero Potter o Weasley, sigue siendo mi hermana pequeña y quiero que sea feliz. Así que prométemelo. Prométeme que vas a cumplir ese contrato de verdad.

-Te lo juro, Ron. Cuidaré, protegeré y querré a tu hermana y haré lo que sea para que sea feliz. No te voy a decepcionar.

-Más te vale

-¿Cuánto falta?-dijo Ginny, Fleur llevaba por lo menos media hora con su pelo.

-Ya casi está-dijo Hermione-Aún falta una hora para la ceremonia. Tranquilízate.

-Para ti es fácil decirlo-Llamaron a la puerta.

-¿Todo bien por aquí?-dijo la señora Weasley.

-Sí mamá.

-Hermione, cariño¿puedes bajar un segundo?-Hermione dejó lo que estaba haciendo y acompañó a la señora Weasley fuera.

-A veg qué te paguece-Fleur la miraba por el espejo, le había hecho un peinado muy bonito, le había hecho una coleta baja, no se le veían las puntas del cabello sino que estaba doblado hacia la nuca en donde se enredaba alrededor de la coleta formando el coletero. Entre el pelo le había puestos hilos de plata que refulgían y contrastaban con el pelo rojo, y arriba, cayendo hasta la frente, una fina diadema de plata con brillantes. Ginny la había encontrado en una de las cámaras de los padres de Harry de las que había en Gringotts. Estaba en una caja de ébano junto con unas notas, al parecer, la abuela de Harry, la madre de James Potter, la había llevado durante su boda. Ginny la cogió "prestada" sin pensárselo, quería darle una sorpresa a Harry-Estás preciosa. Pero…

-Pero ¿qué?

-Que no me gusta lo que te ha hecho Hegmione en la cara. Tú eres tan guapa, no necesitas todo esto-dijo quitándole la sombra de ojos, el pintalabios y el maquillaje-Fleur rehizo todo lo hecho por Hermione, y solo le dio unos ligeros toques rosados en la cara, en los ojos y algo de brillo para los labios.

-Ya está-dijo Hermione al abrir la puerta-Harry está aquí Ginny, por eso me han llamado.

-¿Qué pasa?-dijo ella poniéndose de pie-¿pasa algo malo?

-No-dijo Hermione-¿Quieres tranquilizarte? El idiota de tu novio está tan nervioso (puede que incluso más) que tú. Solo quería que le ayudara con el pelo. Una batalla perdida.

-Venga-dijo Ginny-Vísteme¡rápido!

-Ve a buscag los pendientes, Hegmione.

-¡Date prisa!-le gritó Ginny- No quiero hacerle esperar.

-Ginny-le dijo Hermione-Aunque bajaras ahora mismo la ceremonia no empezará hasta las doce. El ministro ni siquiera está aquí aún. Cálmate.

-Pero ¿y si se arrepiente?-dijo con voz temblorosa. Pese a que ella estaba asustada, Hermione y Fleur se rieron-¿Qué tiene de gracioso?

-Prueba a bajar mañana por la noche-dijo Hermione-Te aseguro que los invitados se habrán ido todos murmurando pero Harry seguirá ahí esperándote.

-Pero yo no quiero esperar más.

-Eso da igual-le dijo Fleur, Hermione salió en busca de los pendientes-'Arry tiene que esperag, es el novio, es la tradición que la novia le haga esperag al menos veinte minutos. Tienes que llegag tarde a la boda. No te preocupes-dijo mientras se subía a una silla con el vestido en las manos-Él lo sabe. No se asustará. Ahoga levanta los brazos-Ginny obedeció y Fleur le pasó el vestido por arriba.

-Aquí están los pendientes, y el colgante a juego. ¿No son los tuyos, Fleur?

-Sí, la novia tiene que llevag algo prestado.

-¡Es perfecto!-dijeron las dos al unísono, Ginny ni las escuchó, se acercó a la ventana mientras se ponía un pendiente.

-¿Dónde está?-dijo mirando por la ventana-No le veo. ¿Está guapo?

-Está muy guapo-dijo Hermione. Ahora siéntate, que te has dado tanta prisa que solo te queda esperar. Voy a ver cómo van los nervios del novio-dijo con una sonrisa.

-¡Oh, Hermione! Si vinieran los tíos de Harry, siéntalos cerca de tus padres y de la señora Figg, sino te importa. Creo que se encontrarán más cómodos-Hermione le guiñó un ojo y se marchó-Gracias por ayudarme, Fleur.

-Es un placeg. ¡Qué guapa estás!-dijo emocionada.

-Gracias a ti-de repente Ginny se puso muy seria-Al principio no fue muy amable contigo.

-Eso fue hace mucho. Y todo se pegdona-dijo acercándose y abrazándola con cuidado para no estropearle el peinado-entre hermanas-Fleur le dio un beso y Ginny sonrió mientras contenía las lágrimas-¡Oh no! Nada de llantos. Estropeaguía todo. ¡Y me ha'ías llorag a mí!

Ya eran casi las doce, Harry estaba delante del altar que habían improvisado para la ocasión, los bancos estaban a rebosar de gente con sus mejores trajes (Se había pasado la última hora chocando tantas manos que no se había sentido nervioso en absoluto). Harry veía muchas caras familiares (y es que Ginny había reservado los primeros bancos para la familia y los amigos) pero no veía a Ginny. Ron le había dado una palmada en la espalda hacía rato y le había dicho que las chicas tenían planeado hacerlo esperar. Le sudaban las manos.

-¿Ya es la hora?-dijo Ginny.

-Aún no son las doce-dijo Hermione alisándole por enésima vez el vestido-¿te hacen daño las sandalias?

-¿Eh¿Qué?; no. ¿No podemos bajar ya?

-Prooooonto-dijeron las dos.

Esperaron hasta las doce y veinte, justo cuando Ginny se levantaba para bajar por fin, Fleur se dio cuenta de que Ginny no llevaba las uñas arregladas y a pesar de que Ginny se resistía, aún tardaron diez minutos más en bajar, pues Fleur no se quedó contenta hasta que le pintó las puntas de blanco y las uñas de un suave rosa.

Harry vio a la señora Weasley llamar a su marido, quien pasó con prisas a la Madriguera. Eso significaba que iba a por Ginny. Por fin.

Empezó a sonar la famosa música de Mendelsohn y las flores de Ginny empezaron a adornar el suelo y el aire mientras ella caminaba del brazo de su padre con paso decidido pero lento hacia Harry.

Estaba guapísimo, pensó Ginny, la túnica era totalmente negra y de cuello alto, se abrochaba hasta la cintura y después de abría dejando ver el pantalón negro. De la camisa solo se le veían las muñecas blancas. Ginny sentía ganas de echar a correr hacia él y pedirle al ministro que se saltara el protocolo hasta la parte de "marido y mujer".

Harry tragó saliva, ella iba sonriendo, veía a la señora Weasley y a Fleur lloriquear en la primera fila (y a Hermione a su lado); Ginny seguía avanzando pero Harry sentía como si nunca llegara, casi sentía ganas de echar a correr hacia ella, arrancársela al señor Weasley del brazo y cargarla hasta el frente del ministro.

Cuando estuvo más cerca, Harry pudo soltar la respiración que llevaba conteniendo desde que ella había salido por la puerta de la casa. Estaba maravillosa. Llevaba una tiara de plata en el pelo rojo y el peinado le quedaba de maravilla. El traje era precioso, aunque Harry la habría visto igual de guapa en cualquier otro, ese parecía perfecto en ese momento; quizás fuera por la magia del traje. No era blanco, más bien era de color sepia, tenía adornos en la cintura de color plateado, se sujetaba por unos tirantes finos de un raso arrugado y bajaba hasta formar un escote triangular. Se ceñía en la cintura y bajaba holgadamente hasta los tobillos en pequeñas pinzas. Unas sandalias planas de finas tiras de color sepia con adornos plateados le adornaban los pies. Parecía una especie de patricia romana.

Ginny llegó hasta él y le sonrió; y sin pensarlo, sin planearlo, sin preocuparse porque hubiera cientos de personas mirándoles; Harry la besó.

-Ejem-dijo alguien detrás de él-Eso no toca aún, muchacho-Todos los asistentes se rieron y Ginny sonrió aún más. Su padre, por algún motivo, se resistía a dejarla.

-¿Puedo hablar con el novio un minuto, ministro?-le dijo el señor Weasley al hombre que oficiaba la ceremonia, quien asintió. El señor Weasley seguía sin soltar a su hija y Harry sintió por un momento las ganas de arrancársela del brazo, por si se había arrepentido de dársela-Tu nacimiento, Ginny, fue el mejor regalo que la vida nos haya podido dar a tu madre y a mí-Ginny sonrió-Hace unos años-dijo dirigiéndose a Harry-que llegaste a nuestra casa por primera vez, y ese mismo año le salvaste la vida a mi pequeña, y entonces pensé que si me pedías que me cortara la cabeza en señal de agradecimiento lo haría sin pensármelo dos veces; entonces te habría dado lo poco que tenía. Pero tú no pediste nada-Harry iba a interrumpirlo cuando el señor Weasley le hizo un gesto y continuó hablando con una mueca-Luego me salvaste a mí y después a Ron. Nos has salvado a todos. Nunca nos pediste nada, aunque nosotros te dimos de buen grado nuestro cariño. Pero hoy, hoy doy por bien pagada mi deuda contigo, porque te entrego lo más valioso para mí, te entrego el mayor tesoro de mi familia-dijo mientras le pasaba a Harry la mano de una Ginny llorosa-Te doy a mi única hija. Cuídala bien, hijo.

-Sí, señor-dijo Harry con un nudo en la garganta.

Fleur y la señora Weasley lloraban como magdalenas en los asientos, Hermione lo hacía al lado de Harry, mientras murmuraba que se iba a estropear el maquillaje.

-Continúe, por favor-dijo el señor Weasley secándose las lágrimas.

-Bien-dijo el ministro-Padrino, póngase a la izquierda de la novia; madrina, a la derecha del novio-Ron y Hermione se colocaron cerca de Ginny y Harry respectivamente-¡Bienvenidos! Hoy venimos a celebrar aquí un gran acontecimiento: la unión de dos personas en matrimonio. Y todo, gracias a la magia más grande que conocemos los hombres, muggles y magos por igual, la magia del amor. Esta magia todo lo puede, todo lo consigue y todo lo vence, y estos dos muchachos son buena prueba de ello-Harry y Ginny se miraron y se sonrieron el uno al otro-No hay palabras en el mundo que le hagan honor a este sentimiento. Pero sí hay actos que le hacen honor, y estamos presenciando uno.

El sermón fue alegre, distendido. Aunque también tuvo su parte triste cuando el ministro habló de los que ya no estaban y habrían gustado de presenciar aquello, en especial, les dedicó unas palabras a los padres de Harry y al profesor Dumbledore (de quien al parecer, el viejo ministro, era muy amigo) Por lo demás estuvo hablando todo el tiempo del amor y de lo mucho que se querían Harry y Ginny. En un par de ocasiones los hizo sonrojar, y en más de dos ocasiones consiguió sacarles una carcajada a los invitados, bromeando sobre la juventud o sobre las distintas peripecias del noviazgo.

-¡Y ahora, os toca a hablar a vosotros, mis muchachos! Pues solo vosotros podéis hacer esta promesa. Los anillos, padrino-Ron les dio los anillos a Harry y a Ginny, el pequeño para Harry y el más grande se lo entregó a Ginny-Tú primero, Potter.-dijo en voz baja- Repite conmigo: Recibe este anillo como prueba de mi amor inquebrantable. Con él te hago una promesa de amor, fidelidad y respeto para toda la vida.

-Ginny Weasley, recibe este anillo-dijo poniéndoselo con mano temblorosa en el anular de la mano izquierda-como prueba de mi amor inquebrantable. Con él, te hago una promesa de amor, fidelidad y respeto para toda mi vida

-Lo mismo, señorita Weasley-le susurró.

-Harry Potter, recibe este anillo…la otra mano, Harry-dijo en voz baja, Harry cambió el brazo rápidamente y hubo alguna que otra risa-recibe este anillo como prueba de mi amor inquebrantable. Con él, te hago una promesa de amor, fidelidad, y respeto para toda mi vida-Ambos se giraron para mirar de nuevo al ministro, esperando nuevas instrucciones. Él los miraba como si fueran dos cachorritos de labrador.

-¡Ahora sí, chico!-dijo alegremente-Y por el poder que me ha sido conferido, yo os declaro marido y mujer. Ya puedes besar a la novia-Harry rió y cogiendo a Ginny por la cintura le dio un beso largo, quizás algo impropio para una ceremonia. Pero igualmente todo el mundo aplaudió. Volvían a caer pétalos de flores, sonaba música clásica pero alegre y la gente les lanzaba granos de arroz y pétalos de varias flores. Después de unos segundos, los invitados empezaron a hacer cola para felicitar a los novios. Curiosamente, los primeros en acercarse a felicitarlo, fue la gente menos o nada allegada, gente que estaba en su boda por compromiso y que, Harry sabía, una vez hecha la foto por el Quisquilloso se largarían de allí (Entre ellos, Percy). Solo querían salir en los periódicos y poder decir "yo estuve allí". Después de diez minutos de dar besos y estrechar manos, empezaron a ver caras conocidas, Lupin, Hagrid, Ojoloco, Neville y Sally, Dean Thomas y su acompañante, Seamus Finnigan, Luna y su acompañante, que resultó ser un vampiro que, como la boda era de día, iba totalmente encapuchado y cubierto de telas oscuras (y Ginny tuvo que darle un codazo a Harry para que no fuera grosero). Todos. Harry despidió a Marcello con una sonrisa y una sacudida de manos mientras éste besaba y charlaba con Ginny sobre lo guapa que iba; pero a Harry le daba igual pues acaba de ver a alguien entre la multitud que no había visto antes, que no creía que estuviera allí. Tía Petunia fue acercándose dudosamente ante los novios. Una vez delante de Harry, ninguno dijo nada. No eran capaces.

-Ha venido-dijo Ginny dándole dos besos y tomando la iniciativa. Tía Petunia sonrió.

-Está usted muy guapa. Ha sido una ceremonia muy bonita.

-Gracias-dijo Ginny, Harry y su tía se miraban pero no se decían nada-Harry, dile algo a tu tía.

-Ella me invitó-dijo Tía Petunia antes de que Harry le preguntara qué estaba haciendo allí-Por eso he venido.

-Iba a decir que me alegro de que te haya gustado la boda. No negaré que estoy sorprendido.

-Yo también lo estoy. Has cambiado mucho. Estás guapo.

-Gracias-dijo Harry sin saber qué más decir, esto era superior a él.

-Ahora iremos a la parte posterior de la casa-dijo Ginny- Hay un gran banquete esperándonos.

-No creo que pueda quedarme-dijo disculpándose-Mi marido, no sabe nada. Yo…-dijo abriendo su bolso-No os he regalado nada. Así que te he traído esto-le dijo a Harry, y le entregó un álbum. Era un álbum de fotos muggles, fotos de su madre, de sus abuelos, también había fotos de su padre.

-Muchas gracias, tía Petunia. ¿De verdad no quieres quedarte a comer?

-No puedo. Pero me basta con haber visto la boda-dijo cordialmente-Será mejor que me vaya. Estáis muy guapos. Les tendió la mano a ambos-Buena suerte.

-Gracias-dijeron a la vez.

-Tía Petunia-dijo cuando ésta se alejaba ya-si quisieras… contactar algún día conmigo, para lo que fuera, que sepas que vivo en… en…-Harry sacó su varita e hizo un encantamiento que asustó a su tía- aquí-Ella le echó un vistazo.

-El mismo sitio de tus padres-Harry asintió-Adiós, Harry.

-¡Eh tú!-chillaron a lo lejos-¡No te escaquees!-era Fred. Harry volvió al sitio donde Ginny estaba siendo felicitada por su familia y se unió a la celebración. La gran mayoría de los invitados se habían marchado a ocupar sus asientos a la parte posterior de la casa. Harry se conmocionó cuando vio a la bailarina de striptease pasearse del brazo de George, Charlie también iba con una chica que Harry no conocía. Los demás se limitaron a alabar la belleza de la novia y a golpear fuertemente en la espalda al pobre Harry, mientras sonreían todos y reían algunos.

El banquete fue fantástico o al menos a Harry se lo pareció, Ginny y él se habían alejado del resto después de las felicitaciones en compañía del fotógrafo para hacerse una sesión de fotos de boda, como consecuencia, cuando volvieron de su paseo al lugar donde se estaba sirviendo la comida, Harry habría podido comerse un pavo entero con plumas y todo. Ginny y él no pararon de hacerse mimos durante la comida, y los hermanos y los amigos no pararon de molestarlos, gritando para que se besaran y contando los segundos que duraba el beso, cuando Harry pasaba de diez segundos empezaban a gritar que dejara a Ginny en paz y a aplaudir. Harry y ella también tuvieron que partir la tarta de boda, lo hicieron con una espada inmensa, que curiosamente, se parecía mucho a aquella que una vez les había salvado a ambos en la Cámara secreta, la de Godric Griffindor. Harry le dio de comer a Ginny y ella hizo lo mismo, solo que ella le manchó la nariz de nata que después le limpió de un beso. Aquello se ganó un aplauso. Harry veía los destellos de las cámaras de fotos, las de la familia, la de los amigos, o la del Quisquilloso, que no había parado ni un momento, ni siquiera, cuando Ginny se acercó al fotógrafo y le dijo que se sentara a comer.

Lo peor del día, fue cuando Harry y Ginny tuvieron que abrir el tiempo del baile con un vals, Harry seguía siendo un patoso en la pista de baile y no le apetecía nada pisar a Ginny o quedar en ridículo en su propia boda. La cosa no fue del todo mal, pisó a Ginny un par de veces pero ella lo disimuló muy bien, y Harry pensó que quizás solo un par de personas se habían dado cuenta. Harry se percató que lo mejor era dejarse guiar disimuladamente por ella y de vez en cuando quedarse parado con los pies juntos y hacerle girar a Ginny. Todo se calmó un poco cuando salieron a bailar unas cuantas parejas más, el señor y la señora Weasley, George y Mary, Bill y Fleur, Hermione y Ron, o la profesora Mcgonagall a quien el ministro de magia sacó a bailar incluso antes que a su propia mujer (le convenía estar a buenas con Hogwarts, pensó Harry).

Después del vals llegó el momento de la música actual y Harry se soltó un poco más. Aunque le duró poco, pues en seguida empezó a marcharse la gente (sobre todo invitados de fachada, como llamaba Harry a los que había invitado más por quedar bien que por querer que fueran a su boda). Al final de la tarde solo quedaban un reducido número de personas, la familia de Ginny (y ahora suya) los amigos de Hogwarts, algunos compañeros de trabajo de ambos, y alguna gente joven.

Bailó con Fleur y con Hermione durante el rato que Ginny desapareció con su madre para ir al baño. Cuando Ginny regresó, Harry estaba bailando con Ron, ninguno de los dos paraba de reír. Ginny llegó y se unió a la fiesta junto con Hermione y todos sus hermanos (sus padres preferían bailar en pareja, y George, que estaba empezando con Mary y estaba en esa fase de "hacerlo todo juntos", también).

-¡Qué calor!-dijo Ginny, mientras se ponía agua en la mano y se la pasaba por el cuello. Harry sonrió, le acercó la cara y le dio un beso.

-¡Esta es la mía!-dijo en un momento en que la música fue algo más tranquila. Se acercó a los señores Weasley y con una reverencia cogió a su suegra por la mano y empezó a bailar con ella-¡Estaba deseando bailar con la mujer más guapa de la boda!-dijo sonriendo, la señora Weasley rió tontamente y le dio un sonoro beso en la frente (para lo que Harry tuvo que agacharse) a Harry. Mientras tanto, Ginny bailaba con su padre.

-Ya está bien-dijo el señor Weasley al acabar la canción-Ya estás abusando de mi confianza, Harry-dijo con una sonrisa y rescatando a su mujer de los brazos de su yerno.

-¡Oh, gracias Arthur!. Creí que no vendrías nunca. No te ofendas, Harry, pero no eres el mejor de los bailarines.

-¿Qué significa eso?-dijo Harry fingiendo estar ofendido-Que no bailes demasiado. Los pies de mi hija lo agradecerán.

-¡Eh!-se quejó.

Ya solo quedaba la familia. Estaban cómodamente sentados a la luz de unas antorchas en el jardín delantero de la casa, Harry bebía junto con sus ahora cuñados, una pinta de hidromiel. Casi volvía a sentirse como Harry Hotter, miró con ojos ávidos a Ginny quien estaba oyendo parlotear a Fleur y Hermione mientras se masajeaba un pie. En un momento determinado la falda se le levantó ligeramente y Harry pudo verle toda la pantorrilla. De repente se puso a mil. Era hora de volver a casa. Harry pensó que Ginny debía leer el pensamiento, porque en ese momento se giró y Harry vio la mirada más ansiosa de las que le había visto jamás.

-Ejem-dijo la señora Weasley-Creo que va siendo hora de acabar con la fiesta. Los recién casados parecen tener ganas de quedarse solos.

Harry subió en brazos a Ginny antes de cruzar el umbral de la puerta, Ginny se mordía el labio inferior mientras él trataba de no tambalearse. Harry subió las escaleras mientras Ginny le iba besando y mordiendo en el cuello. Se estaba volviendo loco por segundos.

En cuanto pasaron por la puerta del dormitorio Harry la dejó en el suelo y empezó a besarla.

Harry sabía a hidromiel, hacía rato que Ginny quería irse de la fiesta pero Harry parecía muy entretenido, cuando se giró un segundo y vio su mirada creyó que se lanzaría sobre él en ese mismo instante. Harry estaba tratando de quitarle el vestido, sin éxito.

Harry se maldijo a sí mismo por haber bebido tanta hidromiel, mientras la besaba disfrutaba del calor y de la humedad de la lengua de Ginny pero no podía distinguir su sabor. ¡Y el maldito vestido parecía no tener ganas de salir¿No le había dicho Ginny que era un vestido mágico que sabía en todo momento cuál era la necesidad de la novia?

-Espera-le dijo Ginny sin aliento.

-¿Qué pasa?-contestó de igual manera-Estamos casados. Es nuestra noche de bodas.

-Por eso mismo-dijo ella con una sonrisa y acariciándole la cara-Me he comprado algo especial para esta noche. Déjame ir al baño, vuelvo en seguida-le prometió con un beso en la nariz.

En cuanto Ginny entró en el baño Harry empezó a quitarse la ropa con apremio, se rasgó la camisa blanca cuando trató de quitársela sin desabrochar los botones, y se cayó al suelo cuando trató de quitarse los pantalones sin haberse quitado primero los zapatos. Cuando Ginny salió del baño, Harry aún tenía los pantalones puestos pero al menos se había quitado los zapatos. Llevaba un camisón blanco largo que se le adhería al cuerpo eróticamente. La tela era o de seda o de raso fino, pero la tela que cubría los pechos era de algún material transparente. Ginny se apoyó en el marco de la puerta, seductoramente.

-¿Ese es tu disfraz de novia virginal?-Ginny rió, se acercó a él y como si tuviera hipnotizado a Harry, terminó de desnudarlo sin que tan siquiera se diera cuenta.

Harry le besó la frente a Ginny, la noche aún era joven y él tenía hambre, en todos los sentidos. Se sentía un poco avergonzado porque no había dado la talla. Habían hecho el amor con todo el afecto, pasión y sensibilidad del mundo, pero eso no había bastado para que Harry aguantara lo suficiente, el hecho de llevar tanto tiempo sin hacerlo no mejoraba su aguante físico.

-Ya se me había olvidado lo maravilloso que es-dijo Ginny suspirando cerca de su pecho.

-Tampoco ha sido tan maravilloso-dijo Harry algo enfadado-Yo podría haber estado mejor.

-Has estado fantástico-le dijo mientras le besaba en la barbilla-dado nuestro tiempo de abstinencia.

-Voy a reponer fuerzas. ¿Vale?-dijo levantándose de la cama.

Cuando Harry volvió a la habitación con una bandeja con dos vasos de zumo de calabaza, tostadas y pasteles se encontró con que Ginny no estaba allí. Dejó la bandeja en los pies de la cama y se acercó al baño, echó un vistazo, pero nada.

-¿Ginny?

-¿Sí?-Se oyó desde lejos. Harry siguió a la voz. Ginny estaba en uno de los cuartos vacíos de la casa, aunque ahora estaba ocupado por la cuna.

-¿Qué haces aquí?

-La miraba-dijo Ginny acariciando la madera.

-Oye-le dijo colocándose detrás y frotándole los brazos-Te he dicho que no te obsesiones. ¿Vale? Ya no te tomas la poción¿Verdad? Así que es cuestión de tiempo que te quedes embarazada. Si volvemos a la habitación ya-la besó en el cuello-quizás lo logre esta misma noche o puede que lo haya logrado ya...

-Sí-ahora era el momento de decírselo-Estoy embarazada.

-Supongo que aún es pronto-dijo como si no la hubiera oído, era poco probable que la hubiera dejado embarazada solo con el polvo de esa noche-no te hagas muchas esperanzas. ¿Eh?-Ginny se giró y lo cogió por la cintura.

-Harry, estoy embarazada-dijo seriamente.

-Ginny, sé que tienes muchas ganas de estarlo, y yo también, nena. Pero quiero que te lo tomes con tranquilidad. No quiero disgustos-Ginny sonrió, él no lo entendía.

-No lo entiendes. Ya estoy embarazada. De dos meses, según el sanador.

-¿Qué?

-Que vas a ser padre, Harry-Harry movía los ojos de un lado para el otro, evidentemente no podía creer en la noticia.

-Todos creísteis que había sido Hermione la que se había quedado, pero era yo-Harry seguía fuera de sí y Ginny empezaba a alarmarse porque él parecía todo menos contento, ahora mismo estaba entre confuso y aterrorizado.

-Pero la vieron a ella comprar esa cosa.

-La compró para mí. Temíamos que El Profeta se enterase. Quería darte una sorpresa.

-¡Debiste decírmelo antes!-gritó-¿En qué estabas pensando?-ya no estaba confuso ni aterrorizado, estaba enfadado.

-En darte una sorpresa...Solo quería hacer que este día fuera más especial-dijo cabizbaja-Quería que fuera el día más especial de tu vida.

-Ginny-dijo poniéndose a la altura de sus ojos y agarrándola por los hombros-Ya es el día más especial de mi vida. ¿Por qué pensaste que…?-Voldemort...

-Lo has conseguido-dijo Harry con una sonrisa después de una pausa- Cada vez te vas superando. Primero fue el día que te besé en la sala común. Aunque después el día más especial de mi vida lo ocupó aquel en el que hicimos el amor por primera vez, sí-dijo soñadoramente-aunque fuera un fiasco ese siempre será de los mejores. También me acuerdo del día en que aceptaste venirte a vivir conmigo, o el primer día que pasamos en esta casa…o cuando aceptaste ser mi mujer. Tú haces que mi vida sea especial, y aunque cuando nazca nuestro hijo-dijo acongojado-será un día muy especial; el de hoy seguirá siendo el día más importante de mi vida, Ginny. Te quiero.

-Y yo a ti. ¿Estás…?

-¿Contento?-dijo levantándola en brazos-¡Estoy eufórico¿Y sabes qué?

-¿Qué, pichoncito?

-Que estoy hambriento y cachondo-Ginny se rió.

-Vamos a remediar eso-dijo guiándolo hacia la habitación.

Después de comer algo y de volver a hacerlo se quedaron abrazos en la cama, con Harry apoyado en el vientre de Ginny.

-No estás más gorda que hace dos meses.

-Aún es pronto.

-¿No deberías tener algo de barriga ya? Estás flacucha.

-¿Podrías decirme algo bonito, por favor?

-¿Sabes? Me has quitado un peso de encima. Ahora podré hacerte el amor durante la Luna de Miel pensando únicamente en mi propio placer. ¡Ya no tendré que preocuparme por preñarte!

-¡Qué fino eres!-dijo ella.

-Mamá quiere que sea un finolis-le dijo a la tripa.

-Cállate. ¿Aún no estás recuperado? Estoy decepcionada, esperaba llegar a los cuatro esta noche, como estos últimos días te estabas quejando de que estabas tan lleno…

-¡Te vas a enterar!-dijo Harry trepando por la cama y abalanzándose sobre ella entre risas.

Harry y Ginny se pasaron toda la mañana del día siguiente haciendo el vago en casa, tumbados en la cama o discutiendo cómo iban a decorar la habitación del bebé. Al caer la tarde se marcharon a la Madriguera, donde la señora Weasley había preparado una cena de despedida para ellos dos; aunque eso sí, gastando todas las sobras de la boda, que eran muchas.

-¿Cuándo se lo vamos a decir, antes o después de la cena?

-¿Qué más da?-dijo Harry-Tu madre se morirá del gusto cuando se entere que ayer te casa y hoy estás embarazada. El que me preocupa es tu padre…

-¿Por qué? Mi padre quiere tener un nieto. Incluso nos ha comprado una cuna.

-Sí, pero tu padre solo admite que me acueste contigo por cuestiones reproductivas, si le dices que ya estás embarazada, puede que haga alguna maldición que me inhabilite durante estos días de viaje. ¿No crees?

-Piensas demasiado, o quizás muy poco. Aún no estoy segura.

-¡Harry y Ginny han llegado, Arthur!-oyeron a la señora Weasley gritar-Hola cariño-dijo besando a Ginny-Hola Harry¿Qué tal la noche?-dijo guiñándole un ojo, Harry se puso como un tomate.

-Normalita-dijo maliciosamente Ginny.

-Hola hermanita-Fred volvió a coger a Ginny por detrás en uno de sus famosos abrazos de oso mientras ella protestaba, como de costumbre.

-¡Suéltala!-gritó Harry corriendo hacia ella-¿Estás loco?-dijo quitándole a Ginny de los brazos.

-Tranquilo tío, no es de tu propiedad-dijo Fred a la defensiva.

-¿Estás bien?-le preguntó Harry a Ginny mientras fulminaba con la mirada a Fred, al entrar solo había visto a Fred apretando fuertemente el vientre de Ginny mientras ella se quejaba.

-Era una broma, Harry-dijo ella acariciándole la cara, todos en casa los miraban algo perplejos, incluso puede que un poco asustados-Sabes que siempre lo hace. No me estaba haciendo daño.

-¡Pues claro que no le estaba haciendo daño!-le reprochó Fred-¡Es mi hermana!

-Fred, por favor. Harry solo se ha asustado.

-¿Asustarse de qué?

-¡Le apretabas la tripa!-dijo Harry rodeando a Ginny con un brazo protector-En su estado es peligroso¿sabías?

-¿Y qué estado es ese, exactamente?-preguntó la señora Weasley. Harry se giró para mirarla. La bomba, ya la había lanzado.

To be continued…

Sí, habrá otro capítulo, el del viaje de novios, espero que me quede cortito para rematar bien y definitivamente el fic. No estoy muy contenta con este capítulo, pero dado el tiempo que tengo creo que no me puedo pedir más. Puede que cuando tenga más tiempo lo retoque finalmente, por ahora, lo subo así.

La cuestión principal del fic ya está zanjada, la boda. Puede que haga otros fics largos como este pero prefiero los one-shots o los de pocos capítulos.

Espero que os haya gustado, y perdonadme los fallos porque de verdad, que no tengo tiempo para más.