Disclaimer: Todo de Rowling, nada mío.
Nota general: Para este y todos los capítulos, drabbles, viñetas y etc. en FF, quiero aclarar que si encuentran en mis textos algunos puntos donde no debería haberlos, o donde debería ir una coma o un punto y coma, la culpa es de FF. Pues he descubierto que lo único que FF respeta entre dos signos de interrogación o exclamación son los puntos, y ponerlos es la única manera de que no me desbarate el texto. Lo siento. De paso, tal vez el dato les sirva también a ustedes.
Dato adicional: FF no borra el verdadero guión de diálogo a principio de línea, que es el guión largo (—). En ASCII se lo encuentra en ALT+151. Yo acostumbro ir poniendo doble guión corto donde necesito guión largo, mientras escribo, y luego aplicar un reemplazo de word a todo el documento substituyendo el doble guión corto por guión largo en todo el texto.
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Reto: Enfermedad. Al menos un hufflepuff. Al menos un profesor.
Fecha: 2005.06.11
Nota de autor: Supongo que las sly me van a querer matar, pero no me importa, con lo que me he divertido escribiéndolo. ;P
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Presa huida.-
Millicent estaba demasiado feliz, desde que Gregory renunciara a su desayuno tres días antes para declarársele, como para que nada le amargara la vida. No con Gregory olvidándose de masticar a cada instante para mirarla embobado, mientras ella le daba pataditas por debajo de la mesa.
Ni siquiera el mal humor de su mejor amiga podía romper ese hechizo.
Así que cuando Pansy finalmente estalló, golpeando un pergamino con su mano abierta sobre la mesa, doloridamente:
—¡Se fueron! —ella sólo respondió con un casi involuntario:
—¿Umju?
—¿Me estás oyendo, Millie?. ¡Se fueron! —repitió una Pansy furiosa. Furiosa consigo misma.
Millicent reaccionó. Con trabajo retiró su mirada de los ruborizados mofletes de su flamante novio, que tantas ganas tenía de pellizcar, y la dirigió hacia la enojada expresión de su amiga de infancia, a la que por hoy, y nada más que por hoy, bien podría llevársela un ratito un troll de las cavernas, con el humor que cargaba.
—¿Quiénes, Pansy?. ¿Qué pasa? —hizo un esfuerzo de atención, y miró a su alrededor, cuidándose muy bien de no dejar de acariciar a Gregory con su pie debajo de la mesa, tan cargada de tentaciones para él—. ¿Otra vez Draco...? —empezó, pero Pansy no la dejó terminar.
—¡Olvídate de Draco! —exclamó—. Mira: Sólo queda Neville.
—¿Neville? —Millicent comprobó que la felicidad no es algo que aumente la lucidez. No tenía idea de qué estaba diciendo Pansy.
Miró el pergamino que la otra había extendido entre los platos de ambas.
Ah. ¡ese pergamino! Claro.
—¡Neville! —se asombró. Y ya tentada de curiosidad se volcó a escudriñarlo con todo su interés. No todos los días Pansy le dejaba mirarlo así, con toda confianza. A decir verdad, nunca se lo había permitido antes.
—Neville —confirmó Pansy—. Y Zacharías Smith. Porque Justin Finch-Fletchley es gay.
—Pero ¿Neville? No hubiera dicho que estaría en tu lista...
Pansy la miró como si la hubiera insultado.
—¡Wow! —exclamó entonces Blaise que había llegado por detrás de ellas y metido las narices donde nadie lo llamaba. —De verdad que no te falta nadie, Pansy. No perdonas ni a los de tercero. Y todos están tachados. ¡Todos! —Le dedicó una juguetona reverencia—. ¡Chapeau!
—No todos. Falta Neville —afirmó animadamente Gregory, que siendo novio oficial de Millicent, ahora se sentía con derecho a intervenir en la conversación, aunque no supiera de qué hablaban.
—Los de tercero no están tachados —agregó Millicent, un poco confundida.
—Los está guardando para el año que viene —respondió Blaise, burlón—. Es ninfómana, Millie. No una asalta-cunas.
Pansy bufó y enroscó el pergamino. Se levantó casi tirando la silla. Millicent la miró. Miró a Gregory, con cálculo; decidió que podía dejarlo solo un rato: Mostraba más interés por ellas y por lo que Blaise decía que por los pasteles de calabaza que acababan de aparecer sobre la mesa. Se decidió, y siguió a Pansy.
Instintivamente sacó un pañuelito antes de apurarse tras ella hacia las escalinatas de la entrada del castillo. Pero la rubia despechada había doblado allí, dirigiéndose por un pasillo hacia las escaleras de subida. La alcanzó justo delante del pantano Weasley, allí parada, tachando con rabia los nombres de Fred y George. Pero no con el rojo de las presas conquistadas, sino con el negro de los ausentes y los muertos. (También Cedric se le había escapado).
«¡Asco!» pensó Millicent, mirando el pantano. Y acordándose de sus creadores. El colorido Weasley le producía una sensación desagradable en el estómago, como de piel en carne viva. Pero no lo dijo. Le tendió el pañuelo.
Una Pansy llorosa se refugió en sus brazos.
—¡Vamos, vamos! No es para tanto —la consolaba Millicent. Le secó las lágrimas—. No es como si se hubieran acabado los hombres de Hogwarts, Pansy.
—Sí lo es, Millie. Lo es. Sólo quedaban ellos, Longbottom y Smith.
Millicent no sabía si creérselo. Preguntó:
—¿Y el otro Weasley?. ¿el altote?
—Cayó en una ronda de prefectos —respondió mecánicamente Pansy, sin interés.
—Pero si tanto te gustan las comadrejas... —aventuró Millicent.
Pansy meneó la cabeza con reproche por su incomprensión.
—Estás enferma. ¿sabes? —afirmó Millicent, mirándola muy seriamente.
Pansy quiso responder, pero no supo qué decir. ¿Era una enfermedad? A veces se lo preguntaba. Le gustaba pensarse simplemente ninfómana, pero la ninfomanía no es tan... Se encogió de hombros.
—¿Y el cicatrizado? —preguntó entonces Millicent, más por curiosidad que porque pensara que se lo podía considerar en serio.
—Tres intentos; creo que es gay —respondió Pansy, como quien hablara de un experimento—. Y si no lo es tampoco es que valga la pena. —Lo había identificado como eunuco emocional, más bien, pero eso era algo demasiado complicado como para explicárselo a Millicent.
—Bueno, te quedan aún los profesores —dijo ésta entonces con malicia, buscando que se enojara, que la insultara, que se animara—. Snape, Flitwick, Dumbledore, Hagrid, Firenze...
—¡Cierto!. ¡Certísimo! Los profesores —respondió Pansy, ilusionada. Y extendió el pergamino para anotarlos—. Lástima que Snape entre ya tachado.
Millicent la miraba asombrada: Pansy había vuelto a sonreir.
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¡Qué bueno que te ha gustado el de los gemelos, Annie, porque abrigaba dudas sobre él. La redacción tenía detalles, que he ido corrigiendo poco a poco (sí, reedito, y reedito, soy obsesiva), y me parecía un poco largo y complicado para un drabble. Sobre el de Snape... ¿qué es lo que no te parece muy propio mío, el narrador en segunda persona, o el abuso sobre el pobre Snape? Lo segundo, supongo, y sí, reconozco que me dejé llevar por el impulso de jugar con "la platea". Y en éste de Pansy aún más. No digo que este escrito de un modo puramente intencional, eso es imposible. Pero la intención de provocar y fastidiar al personal, sí, reconozco que estaba ahí, como parte del reclamo a la "musa". Je. Creo que estoy empezando a interiorizar la comprensión de que escribir fanfics no es más que un juego. Quizás me estoy volviendo un poquitín fangirl. ;)))
Hola, Meilin. ¡Gracias!. Dos más por aquí. Ojalá te sigan gustando. :)))
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