Disclaimer: Todo de Rowling, nada mío.

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Reto atrasado: Diálogo con personaje monosilábico
Fecha: 2005.10.27
Spoilers: ¿Que Neville tiene un sapo y Snape muy mala leche? UU

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Remolinum Dervichum

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Hay que hacer constar que en el momento en que lo siguiente ocurrió Snape se encontraba bajo la atenta mirada de Dumbledore y lo sabía. De no haber sido así quizás los agresores —niño y sapo— no habrían salido librados con tan sólo quinientos puntos menos para Gryffindor.

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—Creo que ví algo verde sobre la cabeza de Snape —había dicho Colin—, pero no estoy seguro, porque enseguida se puso el sombrero.

Neville entró en pánico. Trevor atrapado bajo el sombrero de Snape era una imagen pavorosa para empezar el día. Y lo peor era que Neville sabía lo mucho que a Trevor le gustaba anidar sobre las cabezas de la gente.

—Conozco un hechizo —había reaccionado entonces Ginny, que se había vuelto muy osada al crecer, nada que ver con la tímida criaturita de su primer año—, me lo enseñó Hermione —y dicho y hecho, antes de que Neville hubiera podido rogarle que "¡Nooooo!", ya se lo había aplicado al sombrero de Snape, que estaba entrando en el comedor en ese momento, razón por la cual era perfectamente consciente de que Dumbledore lo estaba observando.

Y de que el frío que había sentido repentinamente en la cabeza, no era natural. No, de acuerdo a la atónita expresión con que Albus, Filius y Hagrid contemplaban como su sombrero bailaba una desaforada danza derviche en el aire.

Levantó las manos para sujetarlo y volver a bajarlo sobre su cabeza, y así, reteniéndolo con ambas manos, sin atreverse a soltarlo por si volviera a ponerse a girar cual monje sufí en trance, se volteó bruscamente, para casi tropezarse con la cara de susto y la boca abierta (y la varita sospechosamente empuñada en la mano) del gryffindor agresor que lo miraba indeciso entre avanzar hacia él o salir corriendo.

—¡Neville Longbottom tenía que ser! —escupió—. ¿Es divertido jugar con mi sombrero, señor Longbottom?

—No —gimió Neville retrocediendo, sin atinar a explicar que no había sido él. Tampoco es que fuera capaz de acusar a su adorada Ginny.

—¿Acaso tiene usted algún interés particular con la parte alta de mi cabeza esta mañana?

—Sí —respondió esta vez, con toda sinceridad, asintiendo enfática y esperanzadamente, pero demasiado asustado para explicar que posiblemente Trevor estaba justamente allí.

—Entonces ¿confiesa que su imbecilidad llega a un grado tal que decidió ensayar sus hechizos sobre mi sombrero, teniéndolo yo sobre mi cabeza, creyendo quizás que yo, por algún insólito capricho de los dioses, se lo dejaría pasar?

—¡No!

—¿O quizás sea lo que hay bajo mi sombrero lo que le interesa?

—S...í..íí.

—¿Mi cabello quizás? Ya sé que parece ser tema de conversación para algunos alumnos en ocasiones.

—¡No!

El sombrero seguía intentando escapársele de las manos, de modo que Snape puso a prueba la inteligencia del gryffindor, aunque sabía que no tenía nada que esperar de él:

—Un finite incantatem vendría muy bien en este momento, señor Longbottom¿no le parece?

—¡Qué!

—¿No me hará el favor, ya que tiene su varita en la mano? —dicho con sarcástica cortesía

—¿Yo? —espantado, moviendo erráticamente la varita, mirando en todas direcciones en solicitación de ayuda.

—¿Es que se propone seguir torturándome y retenerme en la puerta toda la mañana para que me tenga que privar del café del desayuno y lo paguen los gryffindor de segundo dentro de quince minutos?

—Noooo —susurró casi inaudiblemente un Neville casi lloroso.

En ese momento Snape sintió que algo saltaba sobre sus temporales, con suficiente fuerza como para haberle arrancado el sombrero de las manos si él no lo hubiera estado reteniendo con toda la fuerza de su rabia contenida. Se puso lívido, al darse cuenta de lo que se trataba, pues si algo lo asqueaba más que el dueño era la consentida mascota del patético gry que tenía delante.

Levantó el sombrero, y Trevor saltó a las manos de Neville, donde no se acurrucó asustado sólo porque los sapos son incapaces de tan expresiva géstica.

—Su sapo, Longbottom.

—Sí

—Parece que todo su vocabulario se reduce a síes y noes esta mañana.

Y a esto ya Neville no respondió sino con mudez, más que simple silencio, presintiendo que un monosílabo más podría ser demasiado para Snape esa mañana.

Snape se volteo con un revuelo de su capa, la cabeza descubierta, el sombrero aún danzante en las manos empuñadas. No podía soltarlo para agarrar la varita, porque entonces la hechizada prenda volaría otra vez hasta situar su danza giratoria nuevamente a medio palmo sobre su cabeza. La sola idea lo sacaba de quicio, pero Snape en realidad sabía contenerse muy bien. (De no ser así ya habría matado a unos cuantos alumnos desde el 91 en adelante, en particular al torpe pseudo squib gryffindor y al chico de la cicatriz).

Neville soltó un largo suspiro de alivio al verlo marchar.

Pero era demasiado pronto para cantar victoria. Snape aún podía voltearse, aún podía soltar con el más indiferente de los acentos de furia:

—Ah, Longbottom, y cien puntos de Gryffindor por jugar con el sombrero de un profesor, cien por no ser capaz de solucionarlo con un finite incantatem, cien por no saber responder sino con monosílabos, cien por tener un sapo tan desagradable y atrevido, y, como sé perfectamente que ese hechizo no lo pudo haber aplicado usted, cien más por encubridor.

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