Disclaimer: Ustedes saben bien que Slam Dunk no me pertenece. Ni sus personajes. Solo al gran Takehiko Inoue. Solo este fic es mío.
N/A: Antes que nada es mi primer fic yaoi de Slam Dunk uu ya que me encanta este género quise probar a ver como me va, espero sus comentarios.
Negro y rojo
Capítulo 1: Cambios
El chico entró pacientemente a su hogar, no deseaba llamar la atención de los vecinos. Eran las 3:30 PM y tenía que asegurarse que creyeran que permanecía despierto viendo TV (en efecto el aparato seguía prendido). No podía permitir que nadie lo estuviera viendo en esos instantes. De eso dependía su integridad.
Llevaba un Jersey azul rey, el cual se confundía en muchas ocasiones con el negro. Mejor, hacía juego con sus cabellos negros y su piel pálida. Antes de despojarse de su vestimenta y entregarse a la comodidad de su cama cerró las persianas y prendió una tenue lámpara para no quedarse completamente a oscuras. Necesitaba luz para lo que tenía que hacer.
En su hombro colgaba un pequeño bolso. En el estaba los implementos con los cuales ganarse la vida.
¿Qué hacía un chico de quince años con semejantes…artefactos tecnológicos? Muy sencillo.
Como se dijo anteriormente con ellos conseguía su sustento diario. En pocas palabras: era un asesino.
Imaginen a cualquier chico o chica de quince años con un típico trabajo de medio tiempo: niñera, ayudante en establecimientos de comida rápida, enseñando a otros chicos sobre materias difíciles…en fin, todos ellos cumplen a normalidad con sus deberes. La mayoría posee un semblante tranquilo, ya que solo están trabajando.
Y ese era el caso de Kaede Rukawa, que en vez de vigilar cuidadosamente a los niños, seguía con sigilo a su próxima víctima hasta el momento de su golpe final. En vez de limpiar los trastos sucios que quedaban en las mesas, desaparecía con un trapo húmedo y lleno de detergente los restos humanos que quedaban fijados a las armas blancas (si ese fuera el instrumento a utilizar)
En vez de enseñar como aplicar con éxito el teorema de Pitágoras enseñaba otra lección muy diferente, y mucho más difícil de asimilar. Les mostraba a aquellos que encontraban los cadáveres que cualquiera puede arrebatarle en el momento menos pensado la vida de forma tan fácil y simple. Un poco de cuidado y ¡plaf! Todos tus años de trabajo, todas tus derrotas y victorias, todos tus sueños, alegrías, miedos y afectos se van al caño en menos de cinco segundos.
Esto debe sonar horrible, el simple hecho de arrebatar vidas tan fácilmente es considerado una atrocidad ¿o no? Y muchos piensan como "consuelo" que los miserables asesinos deben cargar con aquellos despojos de vidas y sueños que ellos mismos se encargan de desmoronar.
Kaede Rukawa pertenecía a una especie diferente de asesinos. Por algo se mencionó los trabajos usuales de los adolescentes. Por una simple razón. Para este chico representaba una rutina al menos uno o dos días a la semana el tener que encargarse de alguien. Sin embargo, debido a sus repetidas ausencias por los campeonatos nacionales (tanto el de verano como del invierno) y de la invitación de la Selección nacional de Japón, estos días habían aumentado.
Luego vuelve a su hogar. Su vestimenta esta compuesta por colores oscuros (mas bien su tercer uniforme) y luego abre con cuidado un maletín para asegurarse de que su arma predilecta (el rifle parecía tener vida, era una de las pocas cosas que el chico cuidaba) y se va. El tiempo mínimo: 2 horas por misión (dependiendo de cuanta protección posea la victima, si está en el lugar de ubicación a tiempo, la naturaleza, el número de víctimas…)
Luego regresa bostezando después de las 2:30 am. No duerme bien, ya que los de su clase nunca deben quedarse dormidos por completo. Al menos nunca se siente seguro solo, por menos que le guste estar rodeado de gente, esta sin saberlo le sirve de escudo frente a sus enemigos.
Abrió una lata de Coca-Cola. No le preocupaba. Era siempre lo mismo.
Todo era una tonta rutina…de la cual pensaba salir en poco tiempo.
Había logrado su objetivo hacía poco. Lograr el pase a la selección nacional. Eso significaba que su futuro estaba casi asegurado. Dentro de pocos años se olvidaría del trabajo que constantemente le perturbaba el sueño cada noche.
Más que todo porque lograría ser el mejor jugador de Japón, lo que le llevaría directo a los EEUU, su máxima batalla, el tope de sus anhelos y el comienzo de una extenuante y a la vez emocionante vida de jugador de basketball profesional.
Se tendría que olvidar de ellos, de todos aquellos molestos compañeros de equipo de su preparatoria. Honestamente lo que deseaba era la libertad suficiente para encontrar su verdadero yo en el campo de juego…y quizás la serenidad que nunca ha conseguido.
En una sola palabra: serenidad.
OOOOOOOOOOOOOOO
- Que será… - a la noche de ese mismo día (o mejor dicho de aquella madrugada), como todos los días se había dirigido a la explanada de basketball. Solo le bastaban su vestimenta deportiva negra y un discreto bolso para entrenar al máximo sus habilidades.
No había nadie…por supuesto, nadie se querría acercar a una raída cancha, que era un milagro (o un descuido de la prefectura) que se mantuviera en pié. El hierro donde se sostenían las cestas era carcomido por la oxidación de sus compuestos. Al lado estaba una vieja casa que no parecía ser utilizada.
El chico entró. Se recostó plácidamente en los cercos de púa que rodeaban la cancha. Y esperó.
Comenzó a pensar que esperaba demasiado. Si ese maldito llegaba tarde no le alcanzarían para los tranquilizantes nocturnos del mes.
¿Y si alguien lo veía?...no, la luz era suficiente y el cargaba su balón. No había sospechas de nada.
De todos modos, esa persona había llegado.
- Es la primera vez que llego tarde…veo que eso no te preocupa – de un Toyota blanco estacionado frente a sus ojos se bajó la figura, que más detestaba y a la vez que más necesitaba. Eso fue lo que dijo al ver el semblante impávido del muchacho de ojos azules.
- Para nada – honestamente, no era que le preocupaba le intrigaba. Rompía con la rutina a la que el estaba plenamente acostumbrado.
- Me parece magnífico, sabía que eras el indicado – sonrió complacida la persona.
- ¿Indicado? – ahora menos entendía nada, pero claro, eso no podía saberlo ese ser.
- Así es, me refiero a ti. De mis empleados eficientes tú eres el que se ajusta a este pequeño caso. Careces de todo escrúpulo y sensibilidad. Además esto será una nueva y satisfactoria experiencia.
- Ve al punto – dijo acentuando su seriedad – dime que tengo que hacer.
- Oh, lo olvidaba, si tu no puedes quedarte mucho tiempo aquí, podrías recibir una cucharada de tu propio veneno – soltó una risita – así que mejor vamos a otro lugar. Es un poco compleja tu asignación.
- Aja… - ambos se dirigieron al auto aparcado. Este fue accionado y en pocos instantes se encontraban avanzando en el pavimento.
En realidad, por razones obvias, no se dirigían a ningún lado. Al parecer ese asunto no podía ser escuchado ni de casualidad.
- Creo que debes estar al borde de un infarto – comentó el conductor – todavía no te he dicho lo que debes hacer.
- Solo habla
- Tu próximo encargo no será matar a nadie.
- ¿Qué? – preguntó Rukawa con asombró. Eso lo tomó por sorpresa abismal.
- Me alegro, hacía mucho tiempo que no veía expresión en tu rostro jejeje – rió con cinismo la figura.
- Déjate de chistes – le espetó ordenándole a sus músculos faciales volver a su estado original - recuerda que estas conduciendo.
- Esto lo he hecho por años, soy la persona que te aconseja y tu superior, así que no me inviertas los papeles.
- No más rodeos, di ya – dijo comenzando a perder la paciencia.
- Presta atención: Será un secuestro, ningún asesinato hasta los momentos. El nombre del individuo es Hanamichi Sakuragi.
El vehículo no se detuvo, pero algo sí lo hizo en el interior de Kaede Rukawa. Fue tanto el impacto que no reaccionó a lo que escuchó.
- Eres magnífico…es tu compañero de equipo y ni siquiera te inmutas, no me equivoque contigo – para ¿suerte? del adolescente su reacción fue malinterpretada por su jefe.
- Eso es lo que menos importa.
- Por si acaso, es muy improbable que tengas que matarlo. Al parecer el cliente solo quiere obtener algo de la familia del muchacho.
- ¿Cuándo tengo que actuar? – fue lo primero que preguntó, aunque con más exaltación de la normal.
- En pocos días, el cliente no me ha dado una fecha exacta, pero vete preparando.
- Esta bien.
- Ya hemos hablado del asunto…ahora que lo pienso estamos cerca de un buen restaurante italiano ¿lasaña? Yo invito – sacó a relucir una tarjeta de crédito
- De todos modos tendrías que pagarlo tú, ya que no cargo dinero.
- ¿Aceptas la invitación? – preguntó con sorpresa.
- Olvídalo, déjame en la cancha que yo me voy solo – aseguró con firmeza el jugador de Shohoku.
- Como prefieras – dijo con tranquilidad – más lasaña para mí.
-………… - a veces decía cosas que no tenían sentido para él.
A medida que se acercaban a la cancha, el nudo de su garganta comenzaba a apretarse cada vez más. Por nada del mundo el conductor se debía de dar cuenta. Necesitaba su confianza, de esta él vivía. Pero por qué…
¿Por qué la vida de la única persona que tanto le confundía tenía que estar en peligro?
- Aunque…dudo mucho que seas así – le dijo al bajarse el muchacho en acera que daba al frente de la cancha.
- ¿A qué te refieres? – preguntó con fingida circunstancia.
- Olvídalo…de todos modos sabes lo que va a ser de ti, si planeas algo para que él escape o algo así.
- Si, lo sé, no me volverás a hablar jamás.
- Esta vez no…comete un mínimo error y…digamos que te haré lo mismo que tu le haces a tus víctimas – a Rukawa no le dio tiempo de responder, ya que esa persona accionó el vehículo y se perdió de vista.
Rukawa quedó estático en aquella acera. Su sistema nervioso estaba petrificado. Su cerebro todavía tardaba en asimilar todo lo que ambos dijeron durante el trayecto. Le parecía como si lo hubiera visto en la televisión, o que era una película que acababa de terminar.
Pero se vio obligado a moverse. Eran ya las 9:30 PM y tenía que salir de allí.
Oooooooooooooooooooooooooooo
Jamás su hogar le había parecido tan vacío. Al menos tenía tiempo, silencio y espacio personal para pensar y analizar lo acontecido.
Hanamichi Sakuragi…le confundía en todo. No era que sintiera afecto, siquiera amistad por él. Es más, le desagradaba en cierto modo que le fastidiara cada día por una estupidez…que tenía nombre y apellido: Haruko Akagi.
Era tan estupida, tanto el motivo como la persona. Su nombre se lo sabía de casualidad, solo por ser la hermana del anterior capitán lo recordaba, del resto ella sería una…incluso peor de sus tontas admiradoras….
Si se enteraran de que un balón de basketball no era su única arma.
Pero tenía que retomar su problema. Hanamichi Sakuragi. Tal vez se sentía así porque es la primera víctima que no se merecía lo que le iba a pasar. Todo el tiempo eran hombres millonarios, o estafadores, violadores, ladrones, irónicamente asesinos, traficantes de drogas…el punto era que siempre le tocaba matar a seres igual o peor de podridos que él.
Pero ese chico era diferente, tal vez era un idiota. Pero hasta él se daba cuenta que tenía buen corazón, que a pesar de su irritante arrogancia era un gran amigo. Que aunque insultara a todos el los ayudaba en lo que podía. Y que no importaba cuantos golpes recibiera, este de algun modo los sanaba.
Y él tenía que secuestrarlo. Tenía que secuestrar a alguien que de seguro era mejor ser humano que él.
Allí estaba su disyuntiva. Era algo nuevo para él. Y un tipo diferente de victima.
Y Alguien a quien le veía el rostro todos los días.
El chico bostezó. Estaba hecho pedazos por el entrenamiento. Ese pelirrojo había sido un gran oponente…
oooooooooooooooooooooooooooooo
Notas de la autora: hola! Bueee no me vayan a matar u.uU este será mi primer fic yaoi. La mayor parte lo escribí de un tiro uu. No creo que sea la idea más original del mundo, pero veré que puedo hacer nn.Acepto cualquier crítica en la escritura, o cualquier observación (responderé todo n.n) por favor rewiews! De verdad que me encantarían nn
Sin más nada que decir…Sayonara!
