Disclaimer: Ustedes saben bien que Slam Dunk no me pertenece. Ni sus personajes. Solo al gran Takehiko Inoue. Lo único que sí es mío es el fanfic y los hechos narrados.
N/A: Esta vez no hay ninguna (bueno, si la hay, si no fuera así esta parte estaría vacía uuU) hay un asuntito que deseo que lean al final del fanfic, así que allá abajo los espero!
Dedicatorias: ¡Oh sí que las hay! nn van para Withered y Paulyta ¡Muchas gracias por estar pendientes de este fanfic y sobre todo por ser mis amigas y darme tantos ánimos!
Negro y Rojo
Capítulo 5: Castigo.
De sus carmines cabellos germinaban frías gotas de sudor, el joven ni se preocupaba de secarlas. Para él ya no existía más nada, ni su propio ser. En esos instantes nada podía sacarlo de su parálisis, sus sentidos solo se concentraban en esa escalofriante voz. Simplemente no quería creer lo que escuchaba, era un paisaje demasiado horrible para su integridad. Esa chica de espantosos gritos no podía ser Haruko ¿Cómo era posible que existiera alguien capaz de maltratarla?
— No dudo que estés asustado…pero ni si te ocurra gritar, se que tu madre esta contigo y nadie debe saber de esto—disminuyó su voz—Cómo decir lo que pasa de una forma amable…tienes dos opciones, o te vienes o le vuelo la cabeza a la perra que tengo al lado ¡Vamos maldita bastarda quiero que grites!
— ¡SAKURAGI!..¡SUELTEME POR FAVOR!—
Era ella…
Su bella Haruko estaba en peligro. Procesó aquellos gritos para determinar un hecho irrefutable y terrible. Ese maldito -O malditos, cualquier posibilidad tenía que ser tomada en cuenta- tenía a Haruko. Y ella sufría, el terror de su voz se imprimió a la perfección en su corazón.
— ¡Haruko!—exclamó sin gritar, recordando la amenaza.
— La reconociste, la hice gritar para que no te cupiera duda alguna. Ella está a mi lado, en mis brazos…huele muy bien… —era mentira, pero el lado sádico le estaba dominando, los gruñidos que escuchaba al otro lado de la línea le indicaban la ira de su compañero de basketball. En realidad la chica estaba a su lado, atada cruelmente a una silla. Lo que hacía era golpearle el rostro con la hebilla de una correa.
— ¡Maldi…!
— Termina la palabra y hoy en la noche recibirás un suculento platillo a domicilio…no creo que quieras saber ""QUIEN" es el plato principal.
Hanamichi por poco y no sintió nauseas. Le era imposible asimilar que le hablaba a alguien con semejantes ocurrencias. Y esa mente retorcida tenía a su Haruko.
— Dime que tengo que hacer—el mango del teléfono temblaba, el pelirrojo lo oprimía con inusitada fuerza—
—Eres lento, eso no me sorprende en lo absoluto, ahora cállate y presta atención, y cuidado con hacerles señas a tu madre, porque: tal vez no lo veas, pero alguien te ha estado vigilando desde la noche anterior y continúa haciéndolo… ¡no muevas la cabeza!—advirtió al adivinar la curiosidad del pelirrojo—es inútil de todos modos, no podrás encontrarlo nunca. Mejor habla por los momentos o tu madre se puede preocupar.
—Haruko! No tienes porque llorar, tienes quien te ayude—su voz era cada vez más irregular, jamás se había enfrentado a un percance como aquel. Rogaba que su amada hubiese escuchado esas palabras.
—Que conmovedor, pero creo que ya es hora. Verás, no deseamos nada de esta chica, es más dentro de poco la dejaremos libre a cambio de ti. Te queremos en menos de una hora en esta dirección—Hanamichi tomó lápiz y libreta—o, como ya te dije, volverás a verla con un aspecto nada agradable…
—Allí estaré—reuniendo todas las fuerzas de su corazón para intentar sonar cálido y con confianza. Se quedó unos pocos segundos allí, paralizado por la súbita y aterradora llamada. Pero, él era un tensai, y como tal debía pensar en algo que pudiera ayudarle. Debía ser una solución bien pensada, ya que el hecho de no haberse dado cuenta que lo estaban vigilando desde la noche anterior le indicaba que esos malditos eran unos expertos en su trabajo. Siempre fue un chico de carácter impulsivo, y muchas veces no pensaba antes de actuar, pero la vida de su amor estaba en medio de un tren sin frenos y era su obligación cortar de raíz el macabro hilo mortal del destino que envolvía la existencia de Haruko.
Aun cuando se tratara de sacrificarse por ella, y él se encontraba más que dispuesto a hacerlo.
Allí fue cuando Hanamichi pensó en la palabra "Cortar"
—Una última cosa—le interrumpió la voz—cuando salgas de la casa, cúbrete la cara con algo. Lo último que deseamos es testigos oculares dispuestos a hablar. Nos vemos allá—La línea se cortó de inmediato.
Tiró el teléfono. Subió a máxima velocidad las escaleras para llegar a su habitación. Si su madre hubiera visto su rostro se asustaría, sus ojos desorbitados eran la más viva y demente representación del pánico. Cerró con llave para evitar que su madre le interrumpiera.
Antes de guardar su vieja y secreta arma, dirigió, por quizás última vez, una cálida mirada a la persona responsable de darle esa idea.
La imagen de su padre, atrapada en una fotografía, no tuvo otra opción que ver salir del cuarto con un portazo a su hijo sin decir adiós.
— ¡Hanamichi! ¿Qué te ocurre?—la intuición de madre le indicó que algo no marchaba normal al ver salir tan rápidamente al joven, por lo que lo detuvo por un hombro justo cuando apretaba el mango de la puerta principal.
—Nada—fue su lúgubre respuesta.
— ¡Mientes! ¡Estuvieras lloriqueando como niña si eso fuera verdad! Siempre armas un berrinche cuando te pasa algo malo.
—De verdad, no es nada--¿Tan mal mentiroso era? ¿Era tan caprichoso?— ¡Es solo una tontería! "Si mamá, es un asunto insignificante, lo que pasa es que al amor de mi vida lo están apuntando con el cañón de un arma de fuego, y si no voy por ella, pueden volarle la cabeza con un solo tiro"
— ¡Dime o no vas a salir hoy, ni mañana!—le advirtió la mujer, le preocupaba que un hijo tan expresivo y explosivo que la convertía cada día en una madre más paciente luciera una actitud tan…común.
— ¡Haruko perdió su dinero!—lanzó de repente, desesperado por la amenaza, podía dejarlo sin comer por días, o no darle permiso para jugar basket, pero el no salir ese día…--¡Es cierto! Lo que pasa es que dentro de poco es el día de las madres, y Haruko deseaba regalarle algo bonito a la suya, pero acaba de perder su dinero (imaginen esto en Super Deformed), y me ha pedido ayuda a ¡Mi! ¡El super tensai, para conseguir lo que perdió! Ya tu sabes lo especiales que son las mamás Jajajajajaja!—si a su madre lo que le molestaba era que lucía extraño ¿Qué tenía de malo decir otra de sus usuales fanfarronadas?
—Bah, no sé por qué me alteré tanto…—gruñó divertida—te gusta tanto esa chica que consideras mas a su madre que a mí.
—Sabes que no es así—a esas palabras, volvió a pisar tierra. El rememorar la crueldad del hombre que le llamó, le hizo sentir que también podía ser la última vez que viera a su mamá—yo solo tengo a una mamá, y esa eres tú…
—Como digas, mejor vete antes que te pongas fastidioso con tus cursilerías jajaja—lo empujó cariñosamente por la salida--¡Espero que veas un regalo bonito para mí! ¡Recuerda que soy tu única mamá! Aunque te recomiendo que para engañarme, inventes una excusa mejor—de repente se atravesó en su camino, con una sonrisa maligna.
— ¿Qué?—el pelirrojo casi se muere de los nervios. Había olvidado lo buena actriz que era su madre. Era del tipo de madre que adoraba fingir benevolencia para hacer sentir bien a su hijo y cuando este menos lo esperara, cambiaba drásticamente su simulada amabilidad mostrando su verdadera y cruel naturaleza.
—Has vivido dieciséis años a mi lado ¿Y me tomas por una estúpida? Faltan seis meses para el día de las madres—cruzó los brazos—te aconsejo que seas sincero si es que deseas salir de aquí o…enorgulléceme e inventa una excusa que yo sea capaz de creer ¡Prueba que saliste de mis entrañas!
—"¡No tengo tiempo para los juegos psicológicos de mamá!"—Pensó muy alterado, no le quedaba opción más que decir la verdad…modificada— verás mamá, dije eso para no preocuparte, sucede que a Haruko la acaban de asaltar y está muy asustada—esta vez lo dijo con la mayor gravedad posible—no quiere irse a casa sola, quedó muy perturbada.
— ¡Pobre niña!—Estaba cada vez más nervioso, ya su madre había dado muestras de su capacidad para actuar, temía que lo estuviera haciendo de nuevo—¡Voy contigo!
— ¡No mamá!—lo exclamó con tal atropello que ella frunció un ceño con extrañeza—Es que…bueno…quería que ella y yo…tu sabes…--estaba acabado, se había enredado demasiado y no hallaba que decir.
—Deseas lucir como todo un héroe—justo cuando iba a ejecutar el plan más elaborado y secreto que poseía—correr—la mujer sin percatarse le facilitó la mentira.
--¡Exacto!—sin poderlo creer todavía. Su propia madre le había dado el pasaporte para ir a salvar a su amada sin que esta se diera cuenta—¡Tú sí que me comprendes!—dijo fingiendo alegría desatada—Entonces… ¿Me dejas ir?
Todavía no tenía motivos para sentirse tranquilo, mucho menos alegre.
—Seguro, pero cuídate—le dio un beso, y por primera vez Hanamichi Sakuragi sentía escalofríos después de tal muestra de cariño.
—Lo haré, ¡Yo soy un genio! ¡Los demás son los que deben cuidarse de mí! ¡Prepárense imbéciles de mierda que aquí voy yo!—con una sonrisa la mujer observó a su pequeño resplandor rojo alejarse como el héroe que en verdad era para ella.
Después de perderse de vista, la mujer no pudo evitar susurrar una oración. En realidad lo había dejado ir porque le prometió a su antiguo esposo dejar al pequeño Hanamichi afrontar solo sus propios problemas y percances, por supuesto sin descuidarlo en las cosas elementales. Las mujeres por lo general poseen la cualidad de nacer con una intuición nata, pero en esa madre dicha cualidad era muy notable. Ella sabía que la mentira circulaba en la excusa que su hijo le había dado. La certeza de que algo le pasaría a su bebé era casi tangible. Es más, sino hubiera sido por la mirada en él, tan llena de determinación y decisión no lo hubiese dejado ir.
Solo esperaba que en parte dichos sentimientos fueran en parte una paranoia por parte de una mujer que había sufrido ya pérdidas humanas invaluables. Rogaba al cielo porque su hijo en un futuro no se convirtiera en un tesoro perdido y llorado.
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Odio. No había otra palabra para manifestar lo que sentía al ser testigo y agresor al mismo tiempo. ¿Era necesario ser tan cruel? Se preguntaba un hombre mientras observaba como su compañero se divertía un rato con la angustia () y pánico de la muchacha "Solo es un señuelo ¿Qué tienes en contra de ella?"
Vaya pregunta tan estúpida…si hasta el mismo la sabía…
O creía saber.
No sabía que pensar, tantos años al lado de Kaede Rukawa habían sido inútiles si se trataba de conocer su personalidad. No podía decir que era una máquina o una piedra, las cuales no poseían sentimientos. Error. Ese muchacho, quien tuvo que lidiar con la muerte desde que era un crío si poseía sentimientos, más lo que era imposible saber eran cuales eran esos sentimientos. El que pensaba en este asunto recordaba las veces que ese chico manifestaba su deseo de superarse, de conseguir una vida más digna de vivir y una manera más justa y correcta de ganarse el pan. Cuantas veces lo había escuchado decir que muy pronto sería el más hábil jugador de basketball en todo Japón para marcharse a EEUU y así remendar lo mejor posible los trozos de su miserable vida. No solo eso, también eran incontables las ocasiones cuando le manifestaba su desprecio por aquellos quienes eran capaces de lastimar a mujeres y a niños, sin importar sus pecados. Ese chico al que le daba asco las personas que pisoteaban y hacían lo que les viniera en gana con los individuos indefensos e incapaces de reaccionar.
Por eso lo odiaba en esos instantes ¿A dónde carajo se había esfumado aquel joven con un mínimo de moral y buenos sentimientos? ¿Qué había pasado con el hombre que luchaba por su liberación? Y lo peor ¿Por qué un desgraciado, un hijo de la más puta entre las putas, un aberrado y sádico "hombre" estaba compartiendo el mismo cuerpo con alguien a quien llegó a respetar e incluso, estimar?
No le quedó otro remedio que desviar su mirada hacia otro lugar.
"Se supones que eres nuestro mejor francotirador…el mejor asesino que he visto en mi vida, pero soy el principal espectador de un Show muy decadente. No se me habría ocurrido jamás tener que presenciar en vivo y directo la muerte y descomposición de la poca moral que te quedaba"—hacía que le sacaba brillo a su revolver, observando con el rabillo del ojo las innumerables veces en las cuales el joven sicario balanceaba su navaja como si fuera un péndulo por el cuello de la muchacha. Esta no podía controlar sus gritos, había veces que el hombre amenazaba con sus movimientos a atravesarle algún ojo o como otra alternativa a acariciarle los labios con la punta del arma blanca "Si no dejas de llorar, haré un viaje por tu sistema digestivo con mi filosa amiga comenzando a partir de tu garganta"
—"Sakuragi, tienes que llegar rápido…no sabía que Rukawa estuviera tan mal".
—Ya Sakuragi debe estar en camino—le sacó de sus pensamientos con ese manifiesto—acabe de terminar la llamada. Yo tengo que encargarme de la mocosa, así que tú debes escoltar a nuestro futuro huésped hasta aquí. Ve allá y cumple con tu castigo.
—Esta bien, lo haré—respondió como si fuera a hacer un mandado a una bodega--"Son tus compañeros, personas a las que ves todos los días. Entonces… ¿Por qué insistes en hacerlos sufrir de esta forma? ¿No te importan ni siquiera un poco? Se que no los consideras tus amigos pero eso no te da el derecho de lastimarlos. Dudo que lo hagas por órdenes de nuestro líder, el no te pidió esto"—con estos últimos pensamientos salió del lugar tragándose sus palabras y buenas intenciones, porque por los momentos, no podía hacer absolutamente nada por nadie. Si fuera por él, Rukawa recogería a Sakuragi porque pensaba que para ser un eficiente, hay que hacer tu trabajo completo. Pero no, el tuvo que abrir su inmensa bocota…
Ahora prácticamente el estaba involucrado de lleno con el secuestro. Inicialmente él tendría que cuidar de Haruko mientras Rukawa hacía lo suyo, pero ahora todo era diferente
Solo Dios sabía lo mucho que le dolía hacer esto.
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Justamente en el momento en que los asesinos planeaban el siguiente movimiento, una figura algo peculiar caminaba muy rápido—casi corría—atravesando semáforos en verde, atropellando a quien se le interpusiera—estuvo muy cerca de ser linchado por una viejita en bastón. Solo había un pequeño y particular detalle, nadie lo reconocía como el jugador Nº 10 del famoso equipo Shohoku, el escandaloso y enérgico pelirrojo llamado Hanamichi Sakuragi.
Ya cuando estaba fuera de la vista de su madre, fue a un centro comercial y ocultándose en unas columnas ubicadas en una de las salidas de emergencia—lugar por el que pocas personas pasaban—.A duras penas, se había amarrado a la cabeza una enorme pañoleta azul, escondiendo a la vista común sus llamativos cabellos rojos. Unos gruesos y anchos lentes de sol cubrían casi la mitad de sus facciones, ocultando con más efectividad sus facciones. Pensó en colocarse un bigote postizo, pero el que tenía de un Halloween era aún más falso que su naturaleza pelirroja. No podía ser exigente, tiempo era lo que precisamente escaseaba.
Como una vez alguien dijo "Los tontos usan su cabeza como mejor pueden" este tonto la usó muy bien…
—"Ahora más que nunca deseo los gritos de mi madre para despertarme ¿Por qué no los escucho? ¿Es que acaso no lograré despertarme nunca de esta pesadilla?—La mente del Nº10 hacía lo posible para hallar la solución más lógica, intentando hallar una explicación, una muy buena razón que explicara su percance. El debería estar en su cama, en medio de un soporífero sueño interrumpido por su madre, cómodo y sin más ocupación que comer cualquier sabrosa y dañina porquería de la noche anterior, observando el más infantil y sonso bloque de caricaturas que encontrara en la Tv, mientras que dejaba que algunos rayos solares que se colaban por la ventana lo revivieran para comenzar un nuevo día. Eso era lo que debería estar haciendo.
No, ahora esos nutritivos rayos los hallaba inclementes, como el destino que permitió que su querida Haruko cayera en manos de unos asesinos.
Lo más terrible del asunto es que ella estaba en peligro por el mero hecho de conocerlo. Al menos esto era lo que pensaba. Su corazón latía con tanta potencia que sentía que le golpeaba la caja toráxica a cada bombeo, y no se debía a su desesperado correr—si, ahora sí corría—sino más bien al notar que se iba alejando de los lugares que el frecuentaba, adentrándose en una zona de la prefectura que él en su vida jamás había visto.
Había una parte que le llamó la atención. Una cancha de basket en un estado deplorable, es más, lo único que le indicaba que pertenecía a ese deporte eran las derruidas y oxidadas canastas, y eso que las mallas estaban tan rotas y mugrientas que daban hasta asco, solo había una persona de abrigo negro parada en la mitad de la misma. Revisó la dirección y comprobó con incertidumbre que era la correcta. Levantó la vista y observó como la persona se dirigía a él lentamente.
—Buenas tardes, Hanamichi Sakuragi—ya al tenerlo cerca y al escuchar su voz pudo comprobar que era un hombre. Estaba seguro que no era el mismo del teléfono, pero eso no le impidió querer matarlo a golpes. Sin identificarse era más que obvio de quien se trataba.
— ¡Maldito! ¡En donde tienes a…!—el hombre se llevó un dedo índice a los labios, indicando que se callara. No podía identificar su rostro, una mascarilla blanca, lentes de sol y extraño sombrero le dificultaba reconocerlo.
—Cállate—le dijo tajantemente—si dices una palabra, no me quedará otra opción que matarte y dar la orden para que hagan lo mismo con la chica.
—…………………..—un silencio largo, y unos gruñidos espantosos por parte del pelirrojo.
—Así esta mejor. Si eres discreto…—se acercó a él hasta tenerlo muy cerca—podrás salvarla a ella y a ti mismo "Y si es posible, al propio Rukawa"—le dijo en un susurro casi imperceptible, al propio Hanamichi le costó escucharlo.
— ¿Qué quieres decir con esto?—lo interrogó sorprendido, comenzando a asustarse. El hombre le colocó sin que se diera cuenta el cañón de un revolver en el costado derecho, justamente en la mitad de la cintura. Quedó respondida su pregunta de inmediato.
—Lo último que pretendo es que tu actuación sea más forzada de lo que ya es—se lo quitó, Hanamichi parpadeó sorprendido—camina lo más natural que puedas, o si no todo se nos viene abajo. No te preocupes, no te presionaré.
La humillación es la situación que todo racional ser humano huye. ¿Quién no detesta sentirse a merced de alguien aborrecible? ¿Existe alguien que adore ser manipulado y amenazado con lo que más ama? ¿Te encantaría tener que escuchar las exigencias de otro que no es tu jefe ni es mejor que tú, a costa de perderlo todo?
¿Te agradaría que la existencia algo o alguien muy valioso para ti estuviera en las peores manos?
Esa es la peor de todas las humillaciones. No poder solucionar tus problemas, ni proteger a quienes quieres a tú manera, sino a la de los demás. Y más aún, a la forma delos que te hacen daño. Allí iba el gran tensai del Shohoku, yendo hacia los asientos traseros del automóvil aparcado, un Corolla negro con vidrios ahumados para impedir que las demás personas vean en su interior. Ya en el interior el otro se le sentó muy cerca.
—Sé que antes te dije que no te presionaría—volvió a sacar el revolver, colocando un dedo en el gatillo, señal de que venía algo serio—pero no puedo permitir que veas a donde nos dirigimos ni mucho menos el trayecto que recorramos para llegar. Lo lamento, pero sé que ésta es la única forma para advertirte que ni te atrevas a moverte—tomó la cabeza del joven y la hundió lo más posible entre el reducido espacio que había entre el asiento del conductor y el de los pasajeros, llevándose consigo el resto del cuerpo. El joven quedó en una posición muy incómoda, sintiéndose encarcelado y adolorido en tal posición, engavetado en dicho hueco. Y su altura y corpulencia no eran precisamente una ayuda, todo lo contrario.
Y para mayor confort: El cañón de la pistola en la nuca.
—"Pude haberle vendado con la pañoleta que trae, o con algún trapo mío, sin embargo ese chofer es un gran amigo del jefe y si llega a sus oídos que fui compasivo con una de nuestras víctimas…volverá a castigarme"—pensó el hombre aprehensivo.
Y así, el destino jugaba con la providencia su juego favorito: Dirigir vidas. Cuatro fichas estaban en pié, ubicadas en un punto en el cual ninguno desearía estar. Un lugar llamado desolación, en el cual sientes que tu vida no vale nada. Te das cuenta que en realidad eres frágil, vulnerable y que cualquier soplo del viento puede derribarte, o llevarse consigo lo que con tanto trabajo has construido.
Estaban jugando a vivir, encontrándose en un nivel donde un paso en falso, un capricho del azar, una decisión inoportuna o atroz…
Solo significaba una cosa: GAME OVER
Y sin oportunidad de intentarlo de nuevo.
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Notas de la autora:…………….no debería decir nada ¡Cuanta vergüenza me produce el no haber actualizado en tantos meses! No hay excusa con todos ustedes, no tienen idea de lo apenada que estoy ¿Y saben lo peor? Que no puedo prometerles que esto no sucederá porque, es probable que sí u.uU, otros fanfics y one-shoots, mi vida normal, depresiones, etc, etc, etc.
Las respuestas a sus reviews estarán lo más pronto posible en mi profile ¡En eso si no me tardaré! A eso quería llegar. Me hacen muy feliz aquellos que me dejan review, y sé que muchos han seguido la historia pero me encantaría saber sus opiniones, o aunque sea un punto para hacerme saber que me han leído xDU.
Acepto cualquier cosa! Halagos, críticas (créanme, las adoro! Pero que sea bien fundamentada!) regaños (con el tiempo que ha pasado los merezco u.uU) lo que sea!
Auf Wiedersehen! (Adiós en alemán n.n)
