4.- Delatada.

Fue un día extraño en el barco. Sparrow dirigía el timón sin prestar demasiada atención a su trabajo. Automáticamente movía su cabeza de la brújula al timón y del timón a la brújula. Ni él mismo sabía donde acabaría. Solo le gustaba navegar, navegar y sentir el aire en la cara. Llegar a tierra, emborracharse y pasar la noche en compañía. Así era feliz.

El resto de la tripulación deambulaba por el barco, realizaban su trabajo intentando comprender por qué aquella mujer les había salvado. Todos sus esfuerzos eran en vano, no lograban entender, ordenar, todo lo que había ocurrido esa mañana.

En cubierta, apoyada en la baranda, Myre observaba cómo el sol desaparecía en el horizonte en una maravillosa ceremonia. Escuchaba el sonido del mar. Pronto no quedaría rastro de luz y todos degustarían la cena que ella con sus manos había preparado. La luna brilló con fuerza en el cielo y las estrellas dibujaron un fino dibujo punteado, como el de un niño, hacía falta imaginación para entenderlo. Observó a Jack, todavía manejaba el timón, eran los únicos que se encontraban allí arriba. La chica navegó unos instantes por la mirada de aquel pirata. "Ojalá esos ojos me mirasen solo a mí" y ella misma se sorprendió de su pensamiento.

- Myre¿la cena está preparada?-jack la sorprendió por detrás unos minutos más tarde.

- Así es, capitán.

- Bien, tengo hambre.

Juntos bajaron al comedor. Una estancia acomodada con mesas y bancos de madera. Una lámpara alumbraba toda la habitación. El resto de la tripulación estaba ya sentada, esperando que su capitán se sentase a la mesa.

- ¡A comer!- anunció Jack

Todos comenzaron a incar los dientes en aquella sabrosa comida. Ni una palabra salía de sus bocas. No era normal. La comidas estaban llenas de gracia, chistes y risas. Myre entendió lo que pasaba. Carraspeó. Todos los presentes la miraron, no sabían cómo hacerlo ni que pensar. Así que ella rompió el hielo.

- Seguro que antes de que os hagáis ideas falsas sobre lo que ha pasado, os gustaría conocer mi historia- dijo con voz segura, aunque no lo estaba.

Siguieron mirándola fijamente. Ya no hacían caso de lo que estaban comiendo. Myre tomó eso como un sí, suspiró y comenzó su relato.

- Es un poco complicado contar todo esto, intantaré que sea breve y claro. Yo nací en Tortuga. En una familia de piratas. Ellos fueron los que me enseñaron a manejar la espada y a tener conocimiento de todo lo que se cuece entre piratas. Decían que era una niña rara. No lo reprocho. Muy pocas, por no decir ninguna, habían sido criadas como yo; desde pequeña con un arma en la mano. Las piratas que existían aprendían de su propia experiencia ya que todos sabemos las habladurías que dicen que es de mal afario llevar una mujer a bordo. Todas ellas lo hacían por amor a la vida pirata, al contrabando, al saqueo, pero yo no. A mí me lo habían transmitido desde que tuve la capacidad de andar.

Myre hizo una pausa, todos la miraban mientras seguían comiendo la carne preparada. Ella cogió una patata, se la comió despacio, bebió un poco de vino y continuó.

- Me gustaba mi vida. No era como las demás y me alagaba por ello. No obstante tenía una amiga, Diana, que se obsesionó por conocer todo lo que yo aprendía y se lo fui transmitiendo. Me apoyó en todo momento…

Jack había hecho una pausa en su mente ¿Diana? La conocía, solía estar en la taberna y…era muy guapa. Ya se había encargado de hacerla sentir hermosa, aunque sólo por una noche. Siguió escuchando.

- …y así yo era feliz. Aprendiendo y con mi amiga, hasta que un día mi padre quiso que nos hiciésemos a la mar. Tendría unos 13 años. Reunió una tripulación y cumplió su deseo. Yo estaba contenta ¡iba a navegar! Pero no sabía los peligros que entrañaba lo que parece un apacible viaje por el océano. Un barco con la bandera inglesa quiso que toda mi vida se fuese al infierno. Fue horroroso. Mi madre ya no vivía y los ingleses me arrebataron a mi padre, además de matar a la mayor parte de la tripulación allí mismo. El resto fueron ahorcados y unos pocos consiguieron escapar. Yo fui llevada a Port Royal donde me volvieron a criar. Me hicieron pasar por la prima de Elizabeth, a la cual ya conocéis, además de enseñarme la vida en la nobleza. Detestaba aquello. Lo odiaba con fuerzas pero cuando me rebelaba me recordaban la horca y decidí callarme. Hasta que…apareció Jack.

Lo miró tiernamente y él le devolvió una sonrisa de compasión. Ambos sintieron un calor en su interior al cruzar sus miradas. Myre ya había sentido eso hacía mucho tiempo y prefirió seguir antes que perdiese el control de sí misma. Jack, por su parte, retiró la mirada para beber un poco de su copa de ron.

- Yo estaba furiosa y Port Royal era una fiesta. Norrington iba a ser Comodoro Norrington. Menudo asco me daba. Aproveché y me deslicé por la multitud. Nadie me echaría de menos. Y entonces fue cuando le vi. Pensé que tenía pinta de pirata y consolidé mi pensamiento cuando le vi coger la bolsa donde guardaba los chelines el cobrador del muelle. Así que lo seguí. Vi todo lo que pasó, Elizabeth se cayó, Jack la salvó, lo descubrieron, intentó huir y… por lo que me contaron lo metieron en la cárcel. Aquella noche fue la más movida en ese lugar que detestaba tanto. Un barco lleno de piratas atacó la ciudad, llevándose a mi prima. Hubo mucho revuelo.Cuando regresó me contó todo lo que había sucedido. Debo admitir que sentí envidia por lo que ella había vivido. Unos días siendo pirata.Viviendo lo que yo deseaba tanto vivir. Decidí que me escaparía esa misma noche, buscando un agujero por el que escaparde esa asquerosa aldea. Vi este barco anclado en una pequeña bahía y decidí introducirme en él. Cuando estaba a pocos metros fui capaz de reconocerlo y casi doy media vuelta. Sin embargo, reuní fuerzas y... bueno, el resto ya lo sabéis.

Así fue como los marineros, aquella noche de luna llena conocieron la historia de Myre. Todos la miraban absortos. ¿Asombro, compasión, perplejidad…? Es extraño la cantidad de emociones y sentimientos que se pueden reflejar en un determinado momento. Myre miró la mesa. No quedaba casi rastro de comida así que no dudó en coger un trozo de pan sobrante y un poco de carne requemada que remojó en el aceite que había en el plato. Nadie profirió un sonido, no sabían que decir. Jack se levantó con poca cautela, asustando a Guibs que se encontraba a su lado. Subió a cubierta donde quitó el rumbo fijo al timón y lo giró completamente, cambiando el rumbo. Guibs había subido y se encontraba detrás suyo.

- ¿Qué hacéis capitán?-no pudo evitar preguntar.

- Cambiar el rumbo

- ¿A dónde nos dirigimos ahora si se puede saber?

- ¡Tortuga!