Cuatro paredes envolvían al joven acostado quien dificultosamente intentaba conciliar el sueño, aunque sin mucho éxito. Se giraba a la derecha, izquierda, nuevamente a la derecha y miraba el cielo raso silencioso. ¿Qué era aquello que lo impedía dormirse de una buena vez? Intentó pensar en muchas cosas, pero la idea sola de intentar dormir era lo que lo mantenía despierto. Se sentó en la cama y rascó su nuca. Miró por la ventana y al no poder dormir se le apeteció salir a dar una vuelta.

Se colocó unos pantalones azules oscuros, su habitual musculosa de entrenamiento negra, sus botas y un paño blanco en la frente, acostumbrado en el cuando no encontraba o no quería buscar su bandana azul.

Saltó por la ventana y una leve brisa cálida sacudió su cabellera celeste, mientras que sus ojos apuntaban al horizonte.

Sin pensarlo, y solo, se internó en el bosque que tanto le recordaba a su infancia. Hojas de diferentes tonalidades verdes rozaban su cara mientras ramas crujían bajo sus botas azules y negras. Acariciaba las preciadas hierbas a la altura de sus brazos y procuraba no lastimar ninguna rama ni hoja. Subiéndose a un árbol había creído encontrar un lugar perfecto para el descanso.

Habiendo hallado un mullido lugar en la poblada copa de un árbol, se recostó, pero algo mas fue lo que llamó su atención. Una suave melodía, un sonido que le entregaba calidez y lo hacía feliz. ¿Cómo podía ser?

Lentamente bajo del árbol y se dispuso a seguir a la música mágica que lo había encantado, y su persecución lo había llevado al final de un claro, donde la luz de la luna iluminaba cada rincón con su luz plateada y embriagaba el lugar. El ambiente se había hecho mas espeso, como si el tiempo se fuera haciendo más y más lento. Por lo pronto, parecía que lo único que le interesaba al muchacho era encontrar al que producía semejante sonido. Su mirada recorría el claro de punta a punta sin éxito, pero fue allí cuando pudo vislumbrar una figura poco nítida. Intentó acercarse más pero aún no conseguía la vista del instrumento, le pareció una flauta traversa por la forma que los brazos de la figura se mantenían, y sus dedos se movían con tal gracia, pero más allá no logró ver, ya que se encontraba de espaldas al muchacho de cabellos celestes.

Su curiosidad aumentaba, quería saber con certeza la identidad del músico. Acercándose más nuevamente hizo crujir unas ramas, y luego de eso la música cesó. Unos ojos se posaron sobre el, y su cuerpo se paró en seco. La oscura figura parecía ser una jovencita, no mucho más mayor que el, de cabello largo y fue lo único que alcanzó a ver antes de que ella, aparentemente intimidada con la presencia del Usui, saliera corriendo, y devolviéndole el tiempo a la escena.

Totalmente pasmado, el joven comenzó a seguirla con sigilo, para no asustarla más y mientras lo hacía parecía escuchar un sonido de cascabeles que la acompañaban con cada movimiento. "¿Será acaso un espíritu?" Se preguntaba el joven. Cuando finalmente la perdió se dio cuenta de que había regresado de exactamente donde había salido, el hotel donde se alojaba el junto su equipo. Algo desganado, se dirigió a la entrada para encontrase con su compañero de equipo quien, sorprendido, lo miró de reojo mientras entraba y se acerco a él.

¿HoroHoro? Creí que te encontrabas arriba, ¿qué haces aquí? – Le preguntó el muchacho de ojos dorados con interés.

Déjame en paz chino, no son tus asuntos – Lo silenció Horokeu, algo divertido por la expresión furiosa de su compañero. Le entretenía siempre llevarlo a la desesperación y quicio.

¿Cómo te atreves a hablarme así? – Gritó Ren pero antes de que pudiera seguir hablando, HoroHoro le pegó unas leves palmadas en la cabeza y subió las escaleras a su cuarto.

Comenzó a caminar por el pasillo a el que daban todas las puertas de las habitaciones. Una solitaria ventana provocaba un ambiente de tranquilidad iluminando el pasadizo por el que caminaba el joven con insomnio.

Al llegar a su habitación se tendió nuevamente en su lecho, pero esta vez ya no le interesaba ni el cielo raso desnudo de colores donde generalmente solía perderse contando cosas que no veía y quedaba dormido del cansancio, solo le interesaba averiguar. Averiguar su identidad. ¿Qué era lo que le atraía de aquella extraña y tímida personalidad? ¿Acaso podría ser que aquel ser enigmático lo hay encantado simplemente con su música? ¿O simplemente el hecho de su identidad oculta lo mantenía interesado, expectante?

Sin atormentarse más con estas preguntas que corrían por su mente, se cubrió con una delgada sábana color manteca y lentamente fue cerrando los ojos hasta que el cansancio pudo con él, soñando con la mágica melodía y alguien misterioso que corría pero que jamás alcanzaba.

Notas de la autora:

Nyaaaa!... no sabía como terminarlo -.-! Me quedó corto pero bueno, lo vengo prometiendo hace tiempo ya y… aquí está, Shaman Ai, y la introducción a un nuevo personaje ajeno a la historia. Lo más difícil es comenzar con esto… más que nada con lo atareada que estoy y con mi falta de imaginación… Ya tengo hasta casi el final, pero tendría que discutir el resto con Horitu. A todo esto, creo que exageré algo con la majestuosidad de la interpretación de la flautista, pero… algo tenía que dejar encantado a Horo ¿no creen?... En fin, veré cuando subiré mi próximo capítulo y hasta entonces.

Sui-Chan