AN: Aquí esta el 5° capitulo de mi historia. Espero que lo estén disfrutando y no pierdan el interés, recuerden que lo mejor todavía esta por delante. Por favor no dejen de escribirme para hacerme saber que les está pareciendo.

Serenia, Janus aquí esta la continuación. Los quiero mucho y que el/la próxim gane justamente.

Witchmin: Gracias, espero que este capítulo también te deje un poco muda.

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Voces lejanas comenzaron a escucharse, era imposible para Draco entender lo que decían o incluso saber si estaban en su propio idioma. No tardó mucho en volver a dormirse, fundido en todos los recuerdos y sueños que poseía.

Su sueño, parecía ser un recorrido por un jardín de rosas gigantescas de muchos colores, llegó hasta una extraña inscripción de piedra pero no pudo leer lo que decía. Luego una criatura extraña apareció sobre las rosas y comenzó a correr en la dirección donde él se encontraba. Durante todo el sueño, Draco podía verse a si mismo, se estaba soñando a él paseando por aquel lugar. Vio como comenzó a correr mientras la bestia amenazaba con alcanzarlo, como cerró los ojos mientras apresuraba el paso, se vio entrando en aquella cueva desconocida, tropezar y caer, lo vio todo hasta que se desmayó con la mano ensangrentada tirada en un costado. Se acerco a si mismo para ver como se encontraba, había quedado recostado sobre una roca completamente lisa que parecía estar pulida. Cuando se acercó lo suficiente vio su propio reflejo, más no se vio a el mismo, era… Amaya. Se alejó rápidamente dejando a la figura de Amaya tocando su cuerpo desmayado. Luego vio como ella se levantó y comenzó a caminar de espaldas, Su cuerpo se incorporó recargado en la pared, viendo su mano, luego la puso en su abdomen, dio unos pasos de espaldas, calló al suelo, se levantó y comenzó a correr de espaldas con los ojos cerrados, continuo como si fuera un video en retroceso, la persecución, el monstruo, la inscripción, las rosas, la… puerta.

Fue hasta horas más tarde que recobró el sentido por completo. Abrió los ojos y trató de levantarse pero no pudo moverse. Miró a su alrededor tratando de descubrir donde se encontraba. Se sintió aliviado cuando vio a la Sra. Pomfrey hablando con Dumbledore en el cuarto de a lado, entendió que estaba en la enfermería solo que en un cuarto separado, suspiro mientras volvía la mirada hacia el techo. Inhaló profundamente pero le dolió el pecho de tal manera que comenzó a toser. La Sra. Pomfrey entró rápidamente al cuarto con un jarabe, Dumbledore entró detrás de ella y se quedó mirando a Draco.

"Es una pregunta un poco extraña, pero realmente quisiera la respuesta." Dumbledore miraba a Draco con incertidumbre y curiosidad. Draco asintió con la cabeza como aprobación y para demostrar que estaba conciente para contestar.

"¿Cómo es posible que obtuvieras tantas heridas en una biblioteca?" era clara la sonrisa de curiosidad que brillaba en su rostro.

"Siempre he pensado que leer es un riesgo." Draco respondió mientras cerraba los ojos y mostraba una sonrisa.

La Sra. Pomfrey lanzó miradas al director presionándolo para que se marchara y dejara descansar a su paciente. Dumbledore miro una ves más a Draco que yacía con los ojos cerrados y una expresión de tranquilidad. Caminó hasta la puerta y se detuvo por un segundo.

"Solo tengo yo una pregunta, Sr." Draco abrió un poco los ojos y fijo su mirada gris azulada en su director. "¿Quién me encontró?"

"Amaya" respondió Dumbledore y continuo caminando hasta salir de la enfermería. La Sra. Pomfrey le inyectó el jarabe y poco después volvió a dormirse.

Amaya llegó unas horas más tarde a visitar a Draco, pero él estaba profundamente dormido. Se quedo mirándolo por un largo rato, admirando su infinita belleza: aquel cabello alborotado sobre la almohada; aquellos ojos cerrados que ocultaban el brillo plateado azulado, que la hacia imaginar que el cielo se fundía con el hielo en algún lugar de la tierra; aquel pálido pero encantador rostro con aquellos labios que ella moriría por probar, y ¿por que no, nadie la miraba y el estaba completamente dormido. Se acercó lentamente, moviéndose con cuidado para no molestarlo. Estaba tan cerca que podía sentir como su respiración se mezclaba con la de aquel ángel que dormía pacíficamente, humedeció un poco sus labios y suspiro con delicadeza, se acerco un poco más y justo cuando sus labios iban a colisionar…

"¿Amaya, ¿Qué haces?" Harry la miraba desde la puerta.

"Nada" Respondió ,mientras se ponía rápidamente en pie.

"Eso no me pareció un nada." El ceño fruncido y el rostro pálido mostraban la confusión mezclada con la frustración.

"¿Qué pasa Potter, tienes miedo de que te robe a tu novia?" los ojos de Draco aún no se habrían y parecería que aun estaba dormido.

Amaya se sonrojó y salio corriendo del cuarto. Draco abrió los ojos y fijó la mirada en Harry. Una sonrisa victoriosa recorrió su rostro "O ¿será que aún no es tu novia y ahora conoces las razones?"

Harry salio del cuarto sin responderle nada y corrió atrás de Amaya. Draco comenzó a ponerse en pie, pero su abdomen aún le dolía. Rozándolo suavemente entendió que aun sangraba.

El beso prohibido que se interrumpió

Las llagas sangrantes que producen dolor

El enemigo que se cree el vencedor

Y el sueño extraño que no culmino.

Demasiadas preguntas que no puedo explicar

Heridas punzantes que me querían matar.

Más la peor herida fue la que provocó

La interrupción del beso de mi amor.

La venganza bendita tendrá que esperar

Y en algún momento lo haré pagar.

Cuando las heridas sanen va a llorar

Por tratar de quitarme a mi soñar.

Pocos días después la Sra. Pomfrey lo dio de alta. Aún estaba adolorido, pero no era nada comparado a lo que había sentido. Fue bienvenido en su dormitorio con una fiesta y muchas de sus compañeras mimándolo excesivamente. Le dieron regalos, flores y su valiosa compañía, que por ellas habría sido individual, pero él alegó que aún no estaba de humor.

En cuanto tenía un rato a solas se escapaba a la biblioteca, dedicado a la búsqueda obsesiva de aquella puerta, pero ni siquiera podía encontrar el pasillo donde recordaba haberla visto. Conforme pasaba el tiempo iban siendo menos frecuentes sus búsquedas y, aunque no podía olvidar el incidente, si dejaba de estar tan desesperado por entenderlo. Así se fue perdiendo poco a poco todo aquello, quedando en los recuerdos y en los sueños.