Capítulo Sexto – La habitación de los corazones rotos
Ginny se alejó para ver la cara de Harry Potter, y tocar con su mano su mejilla. Todo era tan irreal, tan mágico… Después de todo lo que había pasado entre ellos, el chico por fin estaba en sus brazos, y se juro que nada ni nadie los separaría, sin embargo, el moreno tenía otros planes.
"Gi… Ginny… yo lo siento mucho" – comenzó diciendo el chico de ojos verdes – "es… ¡Esto no debió pasar! No puede haber nada entre nosotros Gin… esto fue sólo un impulso"
"¿Qué?" – preguntó la chica sin dar crédito a sus oídos.
"Lo que escuchaste… lo siento mucho Ginny, pero no podemos dejar que un tonto impulso arruiné nuestra amistad… y bueno, yo sé que en el fondo no me amas más que como a un amigo… estás confundida eso es todo… al igual que como yo estoy confundido…"
"¿Confundida?" – preguntó la pelirroja desesperada pero con un hilo de voz… las palabras del moreno le habían derrumbado todas sus ilusiones, le habían roto el corazón en mil pedazos – "¿Impulso? Harry…" – comenzó mientras su voz se quebraba – "Yo había esperado el momento de besarte desde antes de entrar a Hogwarts, mucho antes de eso… desde que tenía fotos tuyas en mi pared a los 7 años y decía que cuando grande me casaría contigo… ¡Desde ese segundo Harry!... ¿Y derrumbas todo por un tonto impulso?"
"No sé en que estaba pensando Ginny… perdóname… tú eres como mi hermana menor… quizás por eso me confundí tanto… ¡lo siento de verdad!" – continuó el morocho – "podríamos hacer como si nada hubiese pasado…"
Una lágrima silenciosa se posó en la nieve, derritiendo parte de ella. Ginny no podía creer lo que Harry le decía. Había sido demasiado hermoso para ser verdad. Tú eres como mi hermana menor… ¡LOS HERMANOS NO SE BESAN! (en este momento inmediatamente se imaginó besándose con Ron y su cara mostró señales de asco, pero aún así, aún se imaginara a Voldermort con mallas apretadas, a Snape con el cabello limpio y bálsamo de labios de frutitas, a Neville delgado e inteligente, sabía que dentro de un muy buen tiempo, nada sería igual… y que probablemente no volvería a sonreír…
Y no tenía idea que una castaña con una almohada cubriendo su rostro lleno de lágrimas, pensaba lo mismo que ella…
---------------.---------------
Eran ya las dos de la tarde, y en Hogwarts los platos de oro estaban repletos de comida deliciosa que los alumnos disfrutaban a cabalidad.
Había pasado ya más de una semana desde que a las dos chicas les habían roto el corazón… y como era de imaginarse, ni Ron ni Harry les dirigían la palabra. Quizás el pelirrojo tenía más contacto con la morena por el hecho de que se la pasaban discutiendo como siempre, pero ahora esas discusiones tenían un sabor amargo…
A pesar de todo el tiempo transcurrido, en la escuela de magia y hechicería se seguía hablando de la fiesta de Chochi Chang, la cual, al parecer, fue la mejor en décadas.
Pero por sobre todo, las miradas desde entonces recaían en el pelirrojo. Nadie se hubiese imaginado que él ya no era virgen, y desde entonces se susurraba en los pasillos una sola pregunta: ¿Con quién habrá sido?
"Odio que todos me miren como si supieran un secreto mío" – se quejaba Ron con su amigo de gafas y ojos verdes.
"Eh… Ron… lamento decirte que SI saben un secreto tuyo…" – replicó Harry con una sonrisa burlona – "Porque al parecer te decidiste a contarle a todos que habías regalado tu flor a una chica… y bueno… aún no le has dicho a tu mejor amigo quien es esa chica y…"
"¡Cállate Potter!" – replicó el chico que estaba sentado a su lado – "Ya te he dicho mil veces que no quiero hablar de eso… o de ella"
Cada vez, desde aquella fiesta, Harry había tratado de sacarle a Ron quien había sido su misteriosa primera vez, pero el pelirrojo continuaba reacio a responder… por lo menos no ahora.
De pronto se escucharon unos pasos cortos entrar al Gran Comedor y acercarse a la mesa de Griffindor, al lugar donde los dos chicos platicaban. A Harry se le hizo un nudo en la garganta al percatarse de que el sonido de esos zapatos, pertenecían a la pelirroja a la cual había rechazado hace un tiempo atrás. Desde entonces ambos no se hablaban, y el chico sentía un gran vacío por dentro; había perdido a una de sus mejores amigas.
"Hola hermano" – dijo la pelirroja sentándose a su lado intentando mirar al moreno – "¿Has visto a Hermione?"
"Ha… hace mucho que no la veo… más bien… la veo en clases y de lejos y nada más…" – replicó el pelirrojo con cierta sorna. No le gustaba hablar de su amiga sabelotodo después de lo que había pasado.
"Le… ¿Le puedes preguntar al señor de la cicatriz que está a tu lado si la ha visto?" – preguntó Ginny a su hermano.
"No Ginny, no la he visto…" – dijo Harry a la pelirroja evitando mirarla a los ojos.
(silencio)
"¿Ron… que te dijo?" – preguntó la chica pecosa aparentando no haber escuchado.
"Que no la ha visto Gin"
"Bueno… en ese caso debo volver a buscarla… gracias por nada" – respondió la chica y acto seguido, se fue del comedor murmurando cosas para sí misma.
"¿Qué pasó con mi hermana que ya ni se hablan?"
"Na… Nada" – replicó Harry pensando en como reaccionaría Ron si le dijera que había besado a su hermana pequeña, pero que no quería nada con ella – "Te diré que pasó el mismo día que tú me cuentes quien es la chica misteriosa"
"Entonces quédate sentadito esperando" – replicó el chico tomando un sorbo muy profundo de su zumo de calabaza.
La verdad, es que hace mucho tiempo que nadie veía a Hermione en los pasillos… menos en la biblioteca y muy rara vez aparecía en la sala común con unas ojeras enormes y lista para ir a dormir a su habitación… pero entonces ¿Dónde se encontraba todo el tiempo?
Ese día, después de clases de Historia de la magia con Binns, Hermione agarró su pila de libros y salió antes que todos del aula, ante las atónitas miradas de sus amigos. Desde que había encontrado un lugar para estar en el castillo sin que nadie la molestara, es que no pasaba tiempo en ninguna otra parte; no comía, no dormía y ocasionalmente estudiaba, y aunque habían bajado sus calificaciones, seguía siendo la mejor alumna que había pisado Hogwarts en 100 años.
La castaña iba todos los días al quinto piso del castillo y se dirigía a una habitación contigua con una puerta negra bastante bien decorada que muy pocos alumnos tenían la capacidad de ver, y la mayoría de los que podía, no se atrevía a entrar por el hecho de que se veía aterradora. Inclusive, la misma Hermione estaba impresionada de cómo había reunido el valor para entrar allí…
Inmediatamente después de haber escuchado a Ron insultarla y gritarle desde la fiesta que organizó la oriental, es que Hermione había vagado por el castillo buscando algún lugar tranquilo para estar sin que nadie la moleste. No quería ver a sus amigos, ni a sus profesores, ni al resto de los alumnos… y mucho menos al pelirrojo.
Un día cualquiera que fue a relajarse en la tina del baño de las prefectas (cosa que no consiguió), se encontró al salir con una puerta de madera negra, hermosamente tallada con lo que parecían personas en distintas posiciones; al lado derecho se encontraban personas extrañamente felices, y al lado izquierdo, personas miserables y tristes. La castaña no tardó en notar en como las mismas personas que aparecían demacradas al lado izquierdo, se veían felices del otro lado. Pero en ese minuto decidió no entrar… estaba muy asustada para ver lo que estaba dentro de aquella puerta.
Tres días más tarde, después de una acalorada discusión con el pelirrojo fuera del aula de pociones, la castaña comenzó a lamentarse y a llorar por los pasillos, y con ánimos de morir… o matarse. Odiaba su vida, odiaba lo que estaba viviendo, odiaba a todos, odiaba a Ron, odiaba su estúpida personalidad, su estúpido pelo, su estúpida inteligencia que la hacía acreditarse como la "cerebrito" de Hogwarts.
Hasta que recordó la puerta que había visto unos días atrás.
Si había allí algo tan feo que podría matarla (inmediatamente recordó la puerta en la que detrás estaba "Fluffy"), pues bienvenido sea. No quería seguir viviendo un día más de su miserable vida.
Abrió la puerta con timidez, para encontrarse con algo que no esperaba; una habitación rosada llena de cuadros alegres y una cama que se veía bastante cómoda.
Mientras entraba maldiciendo que no haya nada ahí lo suficientemente escalofriante como los dragones de Hagrid, la chica notó un cartel adornado hermosamente al igual que la puerta, que decía:
"Bienvenido(a) al albergue de los corazones rotos, por favor ponte cómodo(a)"
Si tenía ese nombre, no podía ser tan malo, pensó la chica para si misma, al mismo tiempo que se sentaba en la cama y minutos más tarde se quedaba dormida.
Sus sueños no eran los de siempre, en donde sacaba malas calificaciones y la expulsaban del colegio y ya no soñaba con Ron teniendo encuentros con otra chica misteriosa, si no que ahora sus sueños estaban llenos de cosas que mataban sus pensamientos negativos, y le hacían ver lo bonita y trágicamente cruel que podía ser la vida, sueños que por alguna razón llenaban la mente de la castaña y no podía pensar en nada más, lo que era un alivio porque ya no pensaba todo el tiempo en el pelirrojo.
Estaba decidida a volver allí cuando pudiera.
Y desde entonces, la castaña pasaba en esa habitación gran parte de su mañana, tarde y noche…
RECORD! Subi dos capitulos en un dia! juajuajuajuajua... lo que hace el estar de vacaciones y tener tiempo libre xD
De hecho, ha pasado tanto tiempo desde que no escribo, que ahora tengo un novio, y estamos próximos a cumplir 1 año ya O.o así que ni idea de donde saco la inspiracion para escribir esto xD simplemente sale de mis dedos...
espero hayan disfrutado este capi, aunque tiene mucha descripcion y cosas, pero es importante.
principita.:
