Entonces…¿Quién se supone que eres?" Preguntó con la mirada fija en él.

Él sonrió y dejó los vendajes y demás a un lado para prestar toda su atención en ella. Era una pregunta fácil, pero a la vez complicada de responder. Se quedó pensando unos segundos antes de acercarse a ella y sacar una pequeña llave para liberar el metal que rodeaba sus manos. "Creo que tengo un poco de todos ellos dentro de mí…puede que mi respuesta no sea clara para ti, pero lo cierto es que ninguno de ellos pretende ser un enemigo." Contestó guardándose las esposas en el bolsillo.

Shiho resopló a la vez que se acariciaba las muñecas. "Es demasiado fácil soltar palabras por la boca, lo difícil es conseguir ganarte la confianza de una persona con ellas." Confianza que ella no estaba dispuesta a dar tan rápido.

Estaba demasiado enfadada, y en ese momento que no confiaba en nadie, mucho menos iba a confiar en un cuervo como Bourbon que ahora se hacía llamar agente de la seguridad pública.

"Tienes razón, por suerte soy una persona paciente." Sonrió poniendo su cara más amable. "Y respecto sobre la confusión de mi identidad…Mi nombre real es Rei, Rei Furuya." Se presentó levantando la mano para poder estrecharla con la suya.

Pero ella ignoró su gesto apartando la mirada y encogiendo los hombros. "¿Donde están Kudo y Akai? Quiero hablar con ellos." Preguntó con un tono algo duro, cambiando a un tema que le interesaba más.

"No puedes salir de aquí ni intentar hablar con ellos." Negó con la cabeza. "Al menos no por ahora."

"¿Y eso por qué?" Preguntó alzando una ceja.

"Digamos que estás más segura aquí."

"Tsk…déjame que dude eso." Frunció el ceño molesta. Estaba agotada y en esa situación era difícil poder tranquilizarse y digerir las últimas horas. "¿Qué narices quieres ahora de mí?" Preguntó removiéndose el pelo. Era agotador ver como el círculo de las cosas seguían el mismo rumbo por más años que pasases.

"Quiero que vivas, que seas capaz de vivir tu vida."

Ella abrió los ojos con sorpresa y seguidamente apretó los puños sintiendo como la sangre empezaba a hervirle. "¿Ahora eres filosofo?" Se burló.

"Solo pretendo ser sincero."

"¡Pues pareces idiota!" Contestó notando como perdía el control de sus palabras. "¡¿Quien eres tú para decidir sobre mi vida?! ¡Ni tú ni nadie tenéis derecho de aparentar preocupación por mí!" Lo encaró agarrando el cuello de su camisa. "Hace mucho tiempo que dejé de ser la chica que tanto deseáis encontrar. Solo me habéis estado buscando todo este tiempo para conseguir vuestros propios logros…" Dijo apretando los dedos hasta que sus nudillos se pusieron blancos. "Tú no eres distinto…¿Ya has conseguido tu medallita nueva que colgarte en la americana?"

"No te confundas conmigo, Miyano. Es verdad que hago todo lo que mi trabajo me exija, pero con la organización por el medio, cada paso que hacía se volvía más personal." Y más después de saber que la adorada Elena de su infancia había muerto por culpa de ellos.

"¿Personal?" Preguntó sintiendo que era una broma. "¡Tú no has perdido nada!¡Ni mucho menos sabes que se siente vivir ahí dentro toda una vida!" Dijo sin poder desprenderse de esa sensación.

"Puede que no lo entienda, pero todos hemos dado lo mejor de nosotros para poder liberarte de ese mundo."

"No me hagas reír. ¿Liberarme? ¡Yo nunca os pedí que hicieseis esto!" Le chilló enfurecida. "¡Todos vosotros habéis hecho lo que os ha dado la gana y Gin ha acabado muerto!"

"Eso no es culpa de la policía, ha sido él quien ha decidido acabar así. ¿Tanta importancia tiene?" Preguntó sin acabar de comprender. "Se veía a leguas lo unidos que estabais…pero eres lo suficientemente lista como para saber que las personas como Gin, no aman. Gin no era el hombre que tú pensabas que podía llegar a ser."

Ella no se aguantó y le abofeteó la cara antes de volver a agarrar su camisa sin tiempo a pensárselo. Sabía que a ellos les importaba una mierda y que Gin era un asesino indomable el cual nadie iba a extrañar, pero ella no soportaba escuchar esas cosas en ese momento, no cuando había vivido prácticamente toda su vida con él.

"Shiho, deberías tranquilízate." Intervino una voz calmada y demasiado familiar para los oídos de la pelirroja.

Sus manos aflojaron el agarre de su camisa al instante y su mirada se desvió rápidamente hacia la puerta provocando que sus ojos se abrieran ante la sorpresa del hombre que, durante esos años, se había convertido en su figura paterna. No podía hablar y la rabia tan fuerte que sentía, se vino abajo tan rápido como se escaparos las primeras lágrimas.

El profesor suspiró de alivio al verla y se acercó a ella en dos pasos para poder abrazarla.

Y de repente, la Sherry con la que Rei estaba discutiendo, desapareció por completo para mostrarle lo realmente destrozada que estaba Shiho.

"Tenía muchas ganas de verte." La abrazó dejando que soltase las lágrimas que quisiera.

Llevaba un año sin verla y todavía no le había dado tiempo a observar sus cambios, sin embargo, reconocía la tristeza que no había desaparecido. Pero ahora estaba ahí con ella, y la oscuridad, finalmente iba a ser arrancada de sus vidas. En ese momento, él era el último que no iba a juzgarla y también era la única persona que en ese instante podía conseguir apaciguar a la pelirroja.

Ella quería preguntarle como estaba y poder hablarle de todo ese año que no habían sabido del otro, pero no podía parar de llorar. Sentía alegría, pero la tristeza pesaba demasiado.

Y Rei, que todavía sentía la mejilla caliente, se quedó observándoles detenidamente. Esa no parecía ser la fatídica científica de mirada afilada de la que tanto había escuchado y leído, más bien parecía una pantera recién rescatada de un zoológico. Con la mirada fiera, pero con la capacidad de supervivencia atrofiada y herida hasta un punto que el ojo no podía captar.

Rei se asomó por la ventana del jet, deseando llegar lo más pronto posible a Japón. No le preocupaba el trabajo que había dejado en manos de Kazami, pero ansiaba volver a su rutina. Apartó la mirada para observar el periódico que había sobre una mesa cercana y leyó la portada sin sentir mucha sorpresa.

"¿Lo has leído?" Preguntó el profesor cogiendo el periódico para leer mejor el articulo. "Ha habido un incendio bastante importante, parece que incluso ha habido víctimas mortales."

"Pero…¿Eso no es cerca de donde nosotros estábamos?" Preguntó la pelirroja observando la fotografía del fuego que ocupaba gran parte de la página.

"El FBI ha tenido problemas serios con Rum cuando pretendían arrastrarlos, las cosas se han puesto muy difíciles para ellos, pero al final Akai ha podido darle la vuelta a todo. Obviamente aquí no pone detalles sobre ello, yo solo he tenido la suerte de poder hablar con Shinichi esta mañana." Explicó el profesor.

"No hace falta que profundices, parece que él ya lo sabía." Comentó Shiho sin dejar de mirar al rubio.

"¿Cómo esperabas que actuara la organización después de lo de Gin y Vermouth?" Preguntó Rei alzando una ceja. "Presionados por los últimos hechos fueron a por todas, y aunque e FBI no le guste admitirlo, estuvieron apunto de ganar."

"Oye, oye…¿No se supone que seguridad pública también quería acabar con la organización?" Preguntó el profesor sin comprenderlo.

"Así es, nuestro objetivo puede ser el mismo, pero parece tenemos diferentes maneras de llegar a él." Contestó sin explicar detalles. "Pero ahora eso ya da igual…la mayoría de cuervos han muerto y los que quedaban, han caído."

"Parecéis todos unos críos. No sé por que os peleáis…" Intervino ella. "El FBI, la CIA, Seguridad Pública,…todos sois la misma mierda."

"Shiho, por favor." Intervino el profesor para que cuidase con su boca.

"No pasa nada." Rei rio notando como la rabia no había disminuido ni un poco desde que la había sacado de esa azotea. Las mujeres con las que solía tratar, no le dedicaban esas miradas amenazantes ni le hablaban con ese tono. Pero ninguna de ellas había vivido toda la vida detrás de la sombra de una ave carroñera.

Iba a ser difícil tratar con ella todas estas semanas, pero se sentía curioso de poder estar tan cerca de la hija del ángel del infierno. Puede que de esa manera ambos resolviesen los problemas y preguntas que tenían con el otro, porque él tenía muchas.

¿Su carácter se parecía tanto a su madre como su físico o debajo de esa apariencia en realidad se escondía una pequeña mente tan brillante como la de Atsuhi?

"Gracias por acercarme hasta casa." Agradeció el profesor cuando el Mazda frenó delante de su casa. Acababan de llegar del aeropuerto y el cielo sobre la ciudad de Tokio, todavía estaba oscuro y dormía.

"Espera." La frenó antes de que ella pusiese un pie fuera del coche. "Tú no bajas aquí."

"¿Qué dices?" Preguntó alzando una ceja poco convencida.

"Tienes que quedarte conmigo, al menos unos días."

"Gracias por la oferta, pero no." Contestó girándose hacia la puerta para salir.

"En ningún momento he dicho que puedas negarte. Recuerda que aunque no estés esposada estás bajo mi custodia hasta nueva orden."

Shiho resopló antes de abrir la boca para protestar, pero el profesor la interrumpió para despedirse y evitar que estallase otra pelea.

"Mañana nos vemos, no te preocupes por esto." Apartó el cansancio para sonreírle. "Solo serán unos días ajetreados…lo importante es que estás otra vez aquí." Dijo acariciando su cabeza con cariño.

Ella asintió pero no se veía muy convencida. Una parte de ella estaba agradecida de volver a ver ese barrio, pero la otra mitad no tenía ni idea que hacía ahí. La ciudad de Tokio estaba llena de escenarios de su pasado. ¿Debía volver a ese lugar aún queriendo avanzar?¿Se podía avanzar aún estando con las mismas personas?

Apoyó la cabeza en la ventana y se quedó contemplando como amanecía lentamente mientras cruzaban la ciudad.

"¿Me vas a llevar a tu casa?" Preguntó después de unos minutos de silencio. "Creo que vas demasiado rápido, apenas nos conocemos."

"No vamos a ir a mi apartamento." Sonrió rodando los ojos ante sus palabras. "Tenemos una reserva en un hotel cercano a la sede. No te preocupes, la habitación es grande y no habrá problemas por camas o espacio."

Ella giró la cabeza y se quedó el resto del camino en silencio. Le incomodaba la situación y le incomodaba tener que quedarse con él. Parecía que nunca iba a dejar de sentirse que la llevaban como un títere.

Rei paró el motor una vez llegaron y la guió hasta la habitación que les habían asignado.

"Le pedí a una compañera que te comprara un par de prendas de ropa y utensilios básicos que pusieses necesitar estos días." Comentó señalando la pequeña bolsa que había sobre una de las camas. "Yo tengo que hacer unas llamadas, puedes echarle un vistazo a la habitación y relajarte." Dijo antes de salir de la habitación.

Sherry no lo vio marcharse, pero si escuchó la puerta cerrarse detrás de él. Volvía a estar sola en otras cuatro paredes. ¿De que le servía el lujo de todas esas habitaciones si la libertad seguía tan lejos?

Se asomó por la ventana para ver la acumulación de gente que se había formado en la entrada del hotel. La organización volvía a ser noticia, y después de destapar los trapos sucios de los altos cargos de la sociedad, ninguno de los medios quería perder la oportunidad de conseguir más información. Querían hasta la ultima gota de lo que ella pudiese ofrecerles. Sin embargo, su boca no iba a abrirse con la facilidad que ellos esperaban.

La primera semana de vuelta a Tokio, fue mucho más intensa de lo que esperaba.

Los policías casi se peleaban entre ellos para interrogarla y los medios insistían sin cesar para conseguir entrevistarla.

El taxi los devolvió al acabar el décimo interrogatorio, donde la multitud que se había instalado frente al hotel en el que se hospedaban, solo había hecho que crecer.

Algunos golpeaban el cristal del coche con la esperanza de llamar su atención, otros chillaban con los rostros molestos, pero los flashes no se apagaban.

"Parece que tu historia ha conmovido a mucha gente." Comentó Rei acomodando sus gafas de sol para evitar el reflejo de los flashes.

"No sé si conmovidos es la mejor palabra...yo no dejo de ver odio." Contestó observando como un hombre golpeaba su lado de la puerta mientras maldecía e intentaba ofenderla.

"El mundo de la ciencia sonríe tras el rescate de una de las mentes más prodigiosas del siglo." La miró de reojo mientras leía la portada del periódico del día. "La historia de una vida en la oscuridad que ha emocionado a la mayoría de ciudadanos."

Ella chasqueó los dientes. No eran más que apariencias, nadie podía saber lo que ella misma había vivido en su propia piel.

Toda esa compasión exagerada, sobraba.

Shiho le cogió el periódico de las manos y leyó el artículo de al lado mientras los porteros del hotel intentaban despejar la entrada.

Shinichi siempre conseguía hacerse un hueco entre los tabloides y sintió añoranza al ver su imagen impresa. No se habían encontrado desde que había vuelto, bueno, si que se habían cruzado un par de veces por los pasillos, pero ambos estaban demasiado ocupados como para poder reunirse y charlar. Y tampoco sabía que tipo de conversación iban a tener cuando se reencontrasen.

La puerta se abrió y las voces y gritos de la gente se elevaron.

Cerró el periódico y lo dejó a un lado mientras que se disponía a salir. Debía admitir que tampoco le apetecía preocuparse por eso.

Los abucheos se mezclaban con los aclamos. Aclamos, que incluso Rei recibía.

El clamor desapareció cuando las puertas del ascensor se cerraron y Shiho se quedó mirándole mientras subían.

Ambos se habían convertido en el duo que todas las personas querían ver. Los dos tenían una gran belleza occidental, poseían una mente brillante, y transmitían una gran sensación de misterio que enganchaba a la gente.

Ella no sabía mucho de él, más que era un policía que se había infiltrado en la organización más oscura. Pero esos días también le había dado que pensar. Se había dado cuenta de lo entregado que estaba por su trabajo. No habían llegado a las dos semanas, pero no había visto ningún aspecto de su vida privada, era como si solo viviese para esto.

"¿Vamos a estar mucho más tiempo aquí?" Preguntó quitándose los zapatos. "Supongo que ambos tenemos las mismas ganas de recuperar nuestro día a día, sobretodo tú."

"Sé que mis horarios sean un poco intensos, pero no me molesta."

"Venga ya, ¿no tienes vida privada?" Preguntó ella alzando una ceja. "No creo que sea divertido trabajar como mi guardaespaldas."

"Tienes razón…hay algo que sí que extraño bastante." Confesó haciendo que ella le prestase más atención.

"Entonces…"

"¿Te apetece que pidamos comida tailandesa?" Preguntó cambiando rápido de tema, sonriendo mientras sacaba el teléfono y la miraba de reojo con una pequeña sonrisa.