Capitulo 10

La flor de la bestia : La prueba de Rei.

La mujer de negra túnica caminó hasta estar segura de que los soldados ya se hubiesen ido con a princesa.

Una vez que se cercioró de que la princesa ya no estaba cerca, esta empezó a reir.

Dejó caer a Radhamis al suelo y ordenó a dos de los soldados que se habían quedado a su lado sujetaran a Radhamis de modo que esta estuviera hincada.

La mujer envuelta en la túnica siguió riéndose mientras una de sus manos viajaba hacia dentro de su ropa y sacaba un medallón de cristal el cual estaba brillando con una tenue luz roja. Se lo quito y lo puso frente a su opacado rostro.

"Ashan ri." Dijo ella, hablándole al medallón, cuya luz fue gradualmente extinguiéndose.

Al tiempo que la luz se extinguía una luz roja rodeó el cuerpo de ella... Lo único visible de ella ahora era su silueta, la cual al parecer estaba cambiando de forma.

El cuerpo que una vez fue femenino y esbelto fue tornándose cada vez más masculino y tosco, la femenina voz de la que emanaba aquella risa de satisfacción fue engrosándose a medida que el cuerpo se masculinizaba.

Los hombres que estaban presentes se miraban uno al otro y sonreían.

La luz sobre el cuerpo de aquella mujer se extinguió, revelando a una persona completamente distinta.

"Todo fue muy fácil, Infante Yuuichiro." Dijo uno de los hombres al ver a la persona que reveló la luz cuando se extinguió.

Yuichiro sonrió nuevamente y ordenó a sus hombres poner a Radhamis dentro de un saco.

Una carreta llevando un cargamento de verduras se acercó al lugar y se detuvo al lado de estos hombres.

Dicha carreta era conducida por otro hombre que inclinó la cabeza ante Yuuichiro en señal de respeto.

"La carreta está lista señor."

Radhamis ya estaba dentro de un saco y los dos hombres que la metieron allí ahora la estaban cargando.

A la señal de él los dos hombres metieron a Radhamis en la carreta junto con el cargamento de verduras que estaban metidas en sacos iguales a los que la habían metido.

El sacó donde estaba Radhamis no se diferenciaba de los demás.

"Bien. Ahora vamos de regreso al castillo" Ordenó Yuuichiro y se subió al carruaje.

"Y ustedes entren después que nosotros." Dijo él a los demás hombres que no estaban en la carreta de verduras.

Ellos asintieron con la cabeza y decidieron pasar un rato mas en el pueblo.

Yuuichiro entonces se dirigió al castillo.

Antes de entrar a este, él se bajó de la carreta y espero a que esta entrara para después entrar él si despertar sospecha alguna.

Esperó unos diez minutos y entro al castillo por una entrada diferente a donde había entrado la carreta.

Mientras la carreta había entrado por la puerta donde entraban y salían los sirvientes. Yuuichiro entro por la principal, en el recibidor estaba el Rey con la princesa.

Ella estaba llorando en el pecho de su abuelo y este la consolaba abrazándola y acariciándole la espalda. Los hombres que la habían llevado dijeron haber sido enviados por los dioses para traer a la princesa de vuelta y se fueron al pueblo sin decir nada más.

El rey supo de inmediato que pasaba y quien había tramado eso, lo único que no sabía era la razón de ello.

Yuuichiro se aclaró la garganta ruidosamente haciendo notar su presencia. El rey lo miró y Yuichiro le dio una mirada insinuante, el rey entendió y abrazando a una devastada princesa, la llevó a su habitación.

A los pocos minutos regresó con una mirada estricta y una expresión seria en el rostro.

Él sabía que esto era obra de Yuuichiro pues él mismo moriría antes de que la bestia fuera llevada lejos de Feagris.

Además Radhamis aun no llegaba a la adultez...

"¿Qué fue lo que le hiciste?"

" Espero tenga lista la celda. Todo está listo y ella tiene el quarlani obantish (Jaula del alma)."

"No has respondido a mi pregunta niño."Dijo en rey en tono autoritario despectivo.

"Habíamos dejado eso en manos de Wiccan. ¿Que fue lo que hiciste con Rei?"

Continuó en enfadado monarca.

"Tal vez debería reconsiderar su actitud hacia mí... Ya que de no ser por mí todo el plan se habría arruinado."

El rey confundidamente preguntó a que se refería con eso.

"Vamos al calabozo, una vez que estemos allí mande llamar a Wiccan." Dijo él con una sonrisa un tanto sádica.

El rey sin más que decir guió a Yuichiro al calabozo, el cual estaba en el sótano de la torre oeste. Aquella que estaba en dirección opuesta a la torre sellada.

Al ellos salir del recibidor, un grupo de los hombres de Yuuichiro los escoltaron todo el camino. El príncipe ordenó a uno de ellos mandar llamar a Wiccan a los calabozos. Él se inclinó respetuosamente y fue a cumplir con la orden.

Caminando apresuradamente, los dos entraron en la torre. Poco iluminada y terriblemente húmeda era esta. Había goteras por todos lados y una que otra rata pasaba corriendo y chillando de un hoyo en la pared a otro. Los escoltas tenían antorchas que eran la única fuente de iluminación.

Un guardia cuidaba la única puerta del lugar. Al ver a su rey abrió la puerta inmediatamente y se inclinó respetuosamente.

La puerta abierta llevaba a unas escaleras que a su vez iban hacia abajo.

"El prisionera está abajo con otros guardias, como usted ordenó nadie le ha descubierto la cara y aguardamos a que nos diga en que celda encerrarle." Dijo el guardia.

El rey miró a Yuuichiro pues él no había dado tales ordenes.

Yuichiro sonrió arrogante.

"Todo sea por el reino, ¿No es así, majestad?

El rey no dijo nada, se limitó a bajar las escaleras con cuidado de no resbalar, pues estaban húmedas y musgosas.

Al llegar abajo se encontró con dos guardias frente a la reja principal. Uno de ellos cargaba un largo costal sobre su hombro.

Yuuichiro sonrió al ver el costal, el rey se alteró... de inmediato ordenó abrir una celda de confinamiento solitario y mandar traer una máscara de hierro.

Los guardias abrieron las puertas del oscuro y húmedo calabozo y se dirigiéron hasta el pondo de los pasillos de celdas. Donde ningún otro preso pudiera oír lo que pasara en aquella celda.

Abrieron una pesada puerta de madera con tan solo un orificio rectangular por donde pasar la comida.

El guardia dejó el costal y en cuanto hizo eso se le ordenó salir. Ordenó a todos los guardias presentes salir del calabozo y no entrar. Él único que podría entrar sería el profesor Wiccan.

Los guardias obedecieron, y tanto ellos como los hombres de Yuichirou salieron del calabozo, quedándose solos en la celda junto con Radhamis.

Yuuichiro con un cuchillo cortó las cuerdas que mantenían cerrado el costal donde estaba Radhamis y la sacó de allí.

El rey miró con lastima como Yuuichiro la sacaba de ese costal, completamente inconsciente.

"¿Cómo lograste noquearla?" Preguntó el rey con curiosidad y asombro.

"Jejeje." Yuichiro tomó su espada y se la mostró al rey.

"La base de la empuñadura tiene un piedra con una punta filosa, la impregne de una dosis suficiente de veneno como para dejarla inconsciente y cuando tuve la oportunidad la golpee en la base de la nuca asegurándome que la punta le atravesara la piel y el veneno hizo su trabajo instantáneamente."

El rey le encontró mucho sentido, no habría otra forma en que Yuichiro se atrevería a pelear uno a uno con un Mavoriano. El muchacho no era estúpido.

El rey le devolvió su espada Yuichiro y al hacerlo notó dos cadenas que venían del techo y terminaban a apenas un metro y medio del suelo.

Unidos al extremo estas cadenas habían unos grilletes para atar las muñecas del preso a ellas.

Yuichiro llevó a Radhamis hacia esas cadenas y le colocó los grilletes en las muñecas.

Ahora estaba de rodillas con la cabeza colgando hacia abajo. Lo único que la sostenía ahora eran los grilletes que hacían que colgara en forma de "V".

Él le abrochó la gabardina a Radhamis de modo que su uniforme fuese cubierto por este y que no se notara insignia alguna de quien pudiera ser o el rango que pudiera tener en el ejercito.

Hurgó entre el cuello de su gabardina y encontró el preciado pendiente de Radhamis.

Lo arranco de su cuello y sonrió complacidamente. Lo miró y lo examinó detenidamente por unos minutos.

"Tal y como pensé está sellado."

Diciendo esto, Yuichiro tomó un balde de agua helada, llena con el goteo de una gotera cercana, y la hecho en la cara de Radhamis, quien volvió en si al instante.

"Q-qué...'¡Rei!-- La mujer de negro--¿D-donde estoy? " Radhamis estuvo desorientada por unos momentos. Se alarmó cuando se vio en una celda oscura encadenada con grilletes que vienen del techo y que la mantienen en una constante posición semejante a la de la crucifixión.

"Bienvenida de vuelta, perra." Yuichiro le dio un fuerte y sonoro golpe en la mejilla a Radhamis con el revez de su mano. Reventándole el labio inferior a ella, quien escupió sangre.

El veneno aún circulaba por su torrente provocándole una severa debilidad muscular que no le permitía moverse.

El desprecio reciproco se les veía en los ojos cuando ambos se miraron las caras.

Aprovechando la incapacidad de Radhamis por mover los brazos, la golpeó de nuevo esta vez con la punta del pie sobre la boca de su estomago, sacándole el aire.

El rey se quedó inmóvil, sin hacer ni decirle nada a nadie. Sólo observó mientras Yuichiro golpeaba una y otra vez a Radhamis haciéndola sangrar de la nariz, esquinas de la boca y cabeza. Los grilletes con cadenas dejaban que ella, por la fuerza de los golpes del príncipe se columpiara hacia atrás y hacia adelante con cada golpe.

Una vez que Yuichiro se cansó de golpearla le tomó un puñado de pelo ensangrentado y con un fuerte jalón la hizo mirarla a los ojos.

Lo único que había en los ojos de ambos era un profundo odio y desprecio pero ahora intensificado en Radhamis por el dolor de la golpiza recibida.

"Seguramente te estarás preguntando que está pasando aquí, ¿No es así, pedazo de mierda?"

Radhamis estaba tan débil y adolorida que no puedo hablar, solo pudo emitir un débil gruñido de enojo.

"Bien, pues no es nada más y nada menos que uno de los muchos preparativos para mi boda con tu princesa. En dos días exactamente, estaré entre las caderas de tu amada."

Yuichiro se rió de los infructuosos intentos de Radhamis por levantarse y golpearlo, y después le dio una patada en la cara. Varias gotas de sangre se esparcieron por el suelo lamoso.

"Jejeje realmente fue fácil atraparte, bastó con crear una ilusión de la mujer de túnica negra que ronda el castillo... Debes tenerle mucho miedo, jajá jajá."

Radhamis ignoró los insultos.

"...Rei..." Fue lo único que pudo pronunciar Radhamis debido a la acción del veneno y al dolor de los golpes.

"¿Rei? No te preocupes bestia, ella está a salvo en su habitación. Llorando porque su amada le ha sido arrebatada de su lado, pero dentro de pocos días te olvidará y se casara conmigo mientras tu te quedas aquí ¿No es así, majestad?"

Radhamis miró incrédula al rey, esperando que él pusiera a Yuichiro en su lugar y que le dijera que nada de eso iba a pasar, pero el rey se limitó a evitar la mirada de Radhamis.

"Lo siento, Radhamis."

Por alguna razón el rey se sintió insoportablemente mal consigo mismo cuando vio la mirada incrédula y traicionada de ella.

"Es por el bien de ella, Radhamis. Si permanece a tu lado puede que la maten junto contigo." Trató de explicar el rey a una Radhamis que nuevamente se intentó poner en pie. Su desesperación visible en su rostro.

Yuichiro estaba apunto de patearla de nuevo cuando la puerta de la celda se abrió... y un pálido y nervioso profesor entró.

Estaba apunto de saludar al rey y al príncipe de Labensrau pero cuando vio a Radhamis encadenada sus palabras se redujeron al silencio de un hombre aterrado.

"¿Radhamis?" Dijo incrédulamente el anciano.

Radhamis, se hincó en el suelo desconsolada y evitó la mirada del anciano.

"La atrapé huyendo con la princesa en dirección al este, profesor. ¿No es una suerte que yo estuviese cerca para evitarlo?

Wiccan intento hablar, sus labios se movían pero no había sonido que saliera de ellos.

"¿D-donde este Rei?" Wiccan preguntó lo mismo que Radhamis hacia unos momentos.

"En su habitación, arreglé todo de forma que ella pensara que Radhamis había sido llevada a cumplir con su razón de existir y que nunca la volvería a ver. ¿No es eso conveniente?"

Wiccan notó la manera en que Yuichiro lo miraba y supo de inmediato que el príncipe de Labensrau, de alguna forma, se había enterado de su intento por sacar a Rei del reino.

Wiccan hizo un gran esfuerzo por calmarse para poder analizar la situación y sacarle partido.

"Oh ya veo, así que fue por eso que tus hombres trajeron a Rei al castillo." Dijo el rey al reunir todas las piezas de información.

"Exactamente. Ahora que el profesor ha llegado podemos empezar con el proceso de separación."

Wiccan cayó en la cuenta de que Yuichiro no tenía intenciones de delatar su intento por sabotear el plan, ya que lo necesitaba para remover el sello del pendiente de Radhamis, que era un quarlani obantish; Una jaula del alma. Así que decidió sacar provecho de esta situación. Le seguiría la corriente a Yuichiro y al Rey y cuando estos dos estuvieran descuidados volvería a sabotear el plan. No podía poner la vida de todo el reino en peligro...Tampoco podía decirles a esos dos acerca de las visiones de Rei o con mas razón querrían casarla con Yuichiro para apartarla de Radhamis y de nuestra señora Ryële.

Yuichiro le entregó el pendiente al profesor.

"Está sellado...Arréglalo para poder terminar con esto." Ordenó el príncipe de Labensrau.

Wiccan tomó e pendiente en sus manos y miró a todos, de Yuichiro a Radhamis pasando por el rey.

Se dejó observar con detenimiento a Radhamis, notando varias cosas.

"La envenenaste..."

"De otra forma no la habría podido traer aquí." Contestó Yuichiro causalmente.

"Wiccan terminemos con esto... No hay mucho tiempo." Dijo el rey mirando por la apertura rectangular de la pared de piedra que funcionaba a manera de ventana.

Radhamis miró a Wiccan y él la miró a ella. Yuichiro se puso al lado del rey a esperar a que Wiccan usara el obantish.

Wiccan se acercó a Radhamis y apoyó una rodilla en el suelo.

Radhamis siguió con una débil, enferma y traicionada mirada.

"!Aie cale aell amin ent i' seldi!Amin now llie... mali nesh he ent i' ardhon. Leha llie na dhaeraow, sut los atta!

!Me engañaste! Pensé que te importaba lo que le pasara a la princesa...pero solo eres basura traidora, como esos dos! "

Radhamis, desesperada al creerse traicionada y terriblemente aletargada por el efecto del veneno no se dio cuenta que hablaba en su idioma señalando a Yuichiro y al rey al finalizar, llamó traidor a Wiccan mientras forcejeaba débilmente con las cadenas.

Wiccan entendió perfectamente como se sentía Radhamis, sabía que su reacción no podía ser otra y aprovechando el que Radhamis hablase en otro idioma Wiccan se acercó a Radhamis.

"Uum n' del, amin shan tul n'alaquel nesh llie rato. Lye utu he n'alaquel." Susurró Wiccan al oído de Radhamis.

Yuichiro y el rey vieron como Radhamis de pronto dejó de forcejear y miró al suelo.

Con extrañeza el rey notó que ella poco a poco se había calmado mientras oía hablar a Wiccan.

"¿Q-qué le dijiste?" preguntó el rey que ahora veía a Radhamis colgar de sus cadenas derrotadamente.

Wiccan pensó en no contestar pero al ver la sospechosa mirada de Yuichiro hacia él, decidió inventar cualquier cosa.

"Tan solo en un conjuro para hacer el proceso menos complicado."

Tanto Yuichiro como el rey parecieron estar conformes con la respuesta. Yuichiro pensaba que el anciano no se atrevería a hacer algo chistoso en presencia de él y del rey.

Wiccan sacó una pequeña navaja y tomó una de las encadenadas manos de Radhamis. Hizo un corte en la palma y presionó la herida para que saliera algo sangre.

Ella soportó el dolor, las palabras de Wiccan resonaban en su mente, dándole una razón para soportar la situación.

Wiccan, entonces tomó el pendiente de Radhamis y lo impregno de la sangre en su mano.

Una vez que el pendiente estuvo bien impregnado de la tibia sangre de Radhamis, empezó a brillar con una luz plateada.

El cuerpo de Radhamis también empezó a emitir luz solo que la que ella irradiaba era de color azul. Los destellos que ambos emitían empezaron a resonar y a sincronizarse.

Wiccan se acercó y colocó el pendiente en el cuello de Radhamis.

El Quarlani Obantish comenzó a succionar hacia su interior la luminiscencia azul que rodeaba a Radhamis y este se vio sumergida en un dolor excruciante.

"!M-Mani naa sina¡(¿!Q-que es esto?)"

"Aul nelde noresh,Radhamis. Feith nelde noresh e' i' quarlani obantish ent Amin tul n'alaquel nesh lliedesha tanya llie teshuel i' seldi noarun su sinome.( En tres días, Radhamis. Espera tres días dentro del quarlani obantish y te sacare de allí para que escapes con Rei lejos de aquí.)

Radhamis apenas pudo escuchar a Wiccan. El dolor era tan intenso que se retorcía entre las cadenas al tiempo que gritaba, haciendo evidente la tortura a la que estaba siendo sometida.

El obantish poco a poco iba succionando la azul luminiscencia que envolvía a Radhamis y la vaporosa luminiscencia azul se iba licuando; tomando forma liquida y semi coloidal.

Mientras más se llenaba el obantish de liquido iridiscente mas se debilitaban los alaridos y el forcejeo con las cadenas...

Los expresivos ojos de Radhamis se iban haciendo mas y más "muertos" y vacíos.

Radhamis con el paso de los minutos, fue palideciendo y entrando en un estado vegetativo.

La luminiscencia de Radhamis había sido absorbida casi en su totalidad por el obantish. Su conciencia empezó a desvanecerse y su cuerpo se dejaba colgar de las cadenas que sujetaban sus muñecas.

Era como ver morir a Radhamis lentamente... cuando el obantish terminó de absorber la azul luminiscencia de ella, la luz de los ojos de Radhamis se apagó, sus pupilas se dilataron y ella quedó inmóvil. Visualmente parecía estar muerta.

Wiccan se acercó a Radhamis...le tomó la muñeca y le tomó el pulso. Tenía un pulso normal.

Notó que seguía respirando, sin estar seguro de que el obatish hubiera funcionado, llamó a Radhamis por su nombre...

No hubo respuesta.

La sacudió con fuerza, y tampoco hubo respuesta alguna. Tanto sus ojos como su expresión estaban completamente muertos. El cuerpo estaba vivo, sin lugar a dudas. Pero "Radhamis" ya no estaba dentro de su cuerpo, este ahora no era otra cosa mas que un contenedor vació.

Wiccan suspiró al mirar el cata tónico estado de Radhamis...

En tres dias, Radhamis. Espera tres dias.

"¿Está... muerta?" Preguntó el Rey, nervioso y con la garganta ronca por la impresión que le causo ver a Radhamis "apagarse" de la forma en que lo hizo.

"No, este es el estado de conciencia que tenían los primeros integrantes del clan de Fahdiel..." Contestó Wiccan con una combinación de admiración y horror.

"A que te refieres con "conciencia" ... No parece estar conciente de ninguna manera. No se mueve." Dijo el rey.

"... Y no se moverá... cuado la diosa creó al clan de Fahdiel no les otorgó ningún tipo de alma o libre albedrío. No tienen una mente propia y sirven solo para la guerra y para obedecer a la diosa... De cierta forma se puede decir que son solo "armas vivientes". D todas formas no se crearon para ser criaturas felices, son solo guerreros sin mente.".

Continuó Wiccan seriamente.

"Cuando los 6 niños que creó terminaron con la primera guerra, como les había ordenado la diosa, esta se dio cuenta que sus nuevas creaciones eran tan solo como armamento esperando ser usado... La diosa se entristeció y como recompensa, a esos seres incompletos les otorgó una alma, un libre albedrío. Lo que tenemos en Radhamis ahora, es lo que la diosa que creo al principio... Un ser incompleto. Un ser al que se le puede quitar el alma y su cuerpo sigue viviendo. Un "muerto en vida", podríamos decir."

Explico Wiccan a un rey que un veía con cierto sentimiento de culpa a la inanimada Radhamis.

"¿Qué le pasó al alma de Radhamis entonces? ¿Podemos devolverle al alma?" Preguntó el Rey aún preocupado.

"El alma de Radhamis esta ---" Yuichiro se acerco a Radhamis y le quitó el pendiente del cuello. El liquido coloidal azul empapando las paredes internas del hueco obantish.

"Condensada aquí..."

Un saldado tocó a la puerta.

Wiccan abrió la puerta y el soldado y le entregó un mascara de metal. El rey le ordenó que regresara a su puesto inmediatamente que entregó el objeto metálico son dejarlo entrar a la celda.

"Pónsela y veámonos ya."

Le ordenó Yuichiro a Wiccan con urgencia.

La mascara era ornamentada y sencilla, constaba de solo una placa forjada para que una cara humana pudiera esconderse tras de ella. Tenía unos orificios para los ojos muy pequeños, rectangulares y arqueados por los cuales apenas se podía ver.

Habían otros pequeños orificios en el área de la nariz y la boca. Y para sujetarlo a la cabeza tenía unas correas de cuero.

La mascara serviría para que nadie pudiera verle el rostro y reconocerla, asegurando el que e quedara allí hasta que fuera tiempo de que dejara el castillo definitivamente.

Wiccan se acercó a Radhamis y le colocó la mascara en la cara. Una vez que terminó le coloco la capucha de la gabardina en la cabeza.

Ahora no había forma de reconocer a Radhamis de entre los demás prisioneros. No llevaba uniforme y tanto cabello cono rostro estaban ocultos. Además de que Radhamis no podría hablar ni moverse.

"¿Qué hacemos con el obantish?" Preguntó el rey.

"Dejémoslo con Radhamis entre su ropa. De todas formas nadie salvo nosotros tendrá la llave de acceso a esta celda. Así evitaremos cualquier tipo de accidente con él."

"¿Que pasaría si por accidente se rompiera?" El rey seguía preocupado y hacia demasiadas preguntas...

"Si se rompe el obantish, el alma de Radhamis regresa al ciclo de reencarnación en la montaña de Nispelheim." Dijo Yuichiro casualmente. A Wiccan se le había hecho extraño que el príncipe de Labensrau tuviera conocimiento de cosas que él había tardado años en investigar... Conocimiento tan antiguo y avanzado acerca de reliquias como el obantish no estaba disponible a cualquiera...

No pudo evitar preguntarse de quien estaría obteniendo tal información.

Wiccan escondió el obantish que colgaba del cuello de Radhamis, bajo la gabardina para que quedara fuera de la vista

"Bien, vamonos ahora." El primero en salir por la puerta fue Yuichiro, seguido de un rey que no dejaba de mirar sobre su hombro con un gran nerviosismo.

El último fue Wiccan, quien se quedó unos momentos observando a Radhamis y preguntándose como pudo Yuichiro enterarse del escape de ella y Rei...

Encontró inútil el seguir preguntándoselo... Lo hecho, hecho estaba y ahora Radhamis estaba pagando las consecuencias...

Envés de sentirse derrotado por lo ocurrido empezó a pensar como sacar a Radhamis de allí.

Mirando una ultima vez a Radhamis, Wiccan salió por la puerta pensando en como hacer que Radhamis impidiera la boda de Rei...

El cuerpo de Radhamis, colgando de las cadenas, inmóvil y con aquella mascara puesta era una vista que daba lástima...

O por lo menos así lo pensó un cierto hombre joven vestido con una túnica negra que se materializó de entre las sombras de la oscura celda.

La única fuente de luz era una antorcha que amenazaba con apagarse en poco tiempo.

El joven, de pelo verduzco y orejas puntiagudas se acercó a Radhamis. Tomó su barbilla con la mano y la movió de modo que pudiera verle mejor la mascara.

"Pobre de ti...Has caído tan bajo y ni siquiera lo sabes..." El muchacho metió su mano dentro de la gabardina de Radhamis y sacó el obantish lleno de liquido iridiscente.

Lo quitó del cuello de ella y lo sostuvo en su mano.

" Puedes escucharme e incluso verme, ¿No es así?"

Él le habló al pendiente cuya cavidad interna estaba llena de liquido. Y al parecer el pendiente resplandeció una fracción de segundo como respuesta a su pregunta.

"No es de extrañarse... tu conciencia solo fue trasladada a este barato objeto de cristal."

Dijo él mientras examinaba el obantish.

El obantish resplandeció de nuevo.

" ¿Quién soy?... No me extraña que no recuerdes... Después de todo tus recuerdos han sido modificados. Por ahora solo necesitas saber que soy Lafurne, una de las dos personas que han rondado por el castillo desde hace unos dias... Supongo que eso ya lo sabías de cualquier forma."

El obatish siguió resplandeciendo.

"El pueblo... Jejeje, así es. Me recuerdas como el joven que no pudo leer tu fortuna. Ahora que estamos en ese tema..."

El Joven acercó el obantish a su rostro mientras este colgaba de su muñeca.

"¿Sabes por que no leí tu porvenir? Porque para entender el porvenir, hay que haber aprender del pasado... Y tu no recuerdas nada."

A diferencia de las otras veces, esta vez el obatish no respondió a las palabras de Lafurne.

" Lo recordaras todo durante tu viaje al altar del templo del dragón de la luz... Pero ese viaje no comienza hoy... La mujer con la que vine tiene un interés especial en la pobre niña que decidió enamorarse de ti. En estos momentos debe estar con ella."

Del obantish vino un destello un poco más prolongado.

" Parece ser que su alma tiene un tipo de conexión con la tuya... Jajá jajá que romántico, ¿No te parece? Ella cree que esa niña puede influir en tu porvenir, un porvenir decidido por semidioses. Yo creo que pierde su tiempo... Nadie puede salvarte. No falta mucho para que sepas porque."

"Vayamos con esa niña, ahí algo que debemos mostrarles..."

Lafurne se acercó a la parte más obscura de la celda y se desvaneció entre ellas.

Radhamis, encerrada en aquella joya extraña. Podía ver todo, oírlo todo pero no podía hablar, moverse. Solo pensar y talvez emitir algún destello por algunas fracciones de segundo.

Lo único que puedo ver mientras Lafurne la llevaba con él fue oscuridad y después de unos minutos la cegadora luz que proveía del cuarto de Rei.

Vio a Rei; estaba acostada boca abajo en su cama. La cara la tenía hundida en una almohada y parecía estar sollozando todavía.

Ryële estaba frente a la cama observando a Rei, igual que Lafurne. Ella también tenía el rostro descubierto. Grande fue la sorpresa de Radhamis el mirar el rostro de ella.

Era idéntico al suyo... la única diferencia era el tonó pálido y enfermizo de su piel, los ojos grises y el cabello casi rubio. Las facciones, expresiones, altura y complexión eran exactamente iguales.

Lafurne ágil y silenciosamente avanzó hasta estar al lado de Ryële.

"Ryële..."

Dijo Lafurne en voz baja, llamando la atención de la concentrada mujer.

"¿Dónde está Radhamis?" Preguntó ella en voz casi inaudible.

"Aquí."

Ryële tomó el pendiente en su mano.

"Usaron el obantish en ella..." Dijo Ryële, cierto grado de enojo entintando su voz.

Después de mirar, con fríos ojos grises , el obantish, miró a Rei.

"Veo que un lloras..."

Dijo Ryële en voz alta, llamando la atención de Rei.

Rei en cuanto la vio, envés de gritar, la miró por un rato y después se levantó y se acercó a ella.

"! Devuélvemela¡"Gritó Rei.

Esta reacción de Rei sorprendió un poco a los dos.

Tanto Ryële como Lafurne sabían de quien hablaba Rei, habían visto todo lo ocurrido con Radhamis. Pero no actuaron, de hecho pensaban hacerle provecho a la situación...

Ni Lafurne ni Ryële respondieron, pero Rei siguió pidiendo a gritos que le devolvieran a Radhamis.

"¿Porqué habría de hacer algo así? " Respondió Ryële después de un rato.

Rei se calló inmediatamente. Ambos pudieron notar como las lagrima comenzaban a acumularse nuevamente en los ojos de la princesa.

"Ella no es algo que te pertenezca." Frías eran la voz y la expresión de Ryële, claramente demostrando su disgusto ante forma en que Rei reaccionaba.

Rei tuvo que sentarse en la cama pues no tenía los ánimos ni para mantenerse de pie

"¿Que... es lo que quieres entonces? ¿Estas aquí solo para restregarme en la cara que me has quitado lo único que me hacía feliz?"Preguntó Rei entre sollozos.

"Ahora que Radhamis ya no está a tu lado... ¿Qué es lo que harás?" Dijo Lafurne oportunamente.

"Es esa pregunta la que nos ha traído aquí..."

El hecho de que le hubiera quitado a Radhamis, y que toda vía se atreviera a preguntarle que era lo que iba a hacer ahora, hizo enojar a Rei a tal puntó que se puso de pie, dio la vuelta y caminó hacía la puerta... pero no la abrió, se dio la vuelta y miró a las dos personas... sus brazos haciendo como si estuviera tensionando un arco.

Un arco y una flecha de llamas aparecieron donde debían ir un arco y flecha físicos.

Rei aun estaba llorando, era completamente evidente que tal acción venía de la desesperación por la que estaba pasando, pero se mantuvo firme.

"Haré que me la devuelvas... por la fuerza." Dijo Rei con falsa calma.

Lafurne miró a Ryële, los dos sonriendo burlonamente.

Ryële se acercó a Rei, y ella tensionó más su arco.

"¡Devuélvemela!"

"Que curioso, hace diez minutos eras un mar de lagrimas y ahora no dudas en atacarme..."

Rei lanzó un maskan elendi y este cayó cerca de Ryële sin darle pues Rei solo lo había lanzado como advertencia.

"Hábil... pero no lo suficiente." Dijo Lafurne quien aprovechando que Rei se había concentrado en Ryële, logró moverse hasta estar detrás de Rei.

Rei sudó frió, jamás se dio cuenta de que él se había movido.

"Porqué no le disparas..." Dijo Lafurne.

"Eso haré si no me devuelven a Radhamis."

"Que bueno que estés tan decidida... pero, ¿Qué harás si tu flecha falla?" Dijo Ryële abriéndose de brazos para recibir el impacto.

"No lo hará." Dijo Rei molesta por la actitud de los dos.

Rei concentró toda su fuerza en esa flecha, las llamas que conformaban su arco y flecha ardían vivazmente. El poder de la flecha estaba a la par del maskan elendi que derribo a la quimera.

Soltó la poderosa flecha, hizo un viaje rápido y directo al pecho de aquélla mujer, que según ella, le había arrebatado lo que más atesoraba.

A tan solo unas decenas de centímetros se encontraba el maskan elendi de hacer contacto con el cuerpo de aquella mujer cuando dicha flecha se desvaneció... Las llamas de la flecha se extinguieron a unos cuantos centímetros de hacer contacto con Ryële, como si ella hubiera absorbido la luz y el calor de las llamas.

Rei no pudo creer lo que había visto. No pudo evitar preguntarse contra qué era contra lo que estaba peleando... Ninguno de esos dos eran humanos o alguna otra criatura mortal de las creaciones de Fahdiel...

La desesperación volvía a aplomar el pecho de Rei, pero ella decidió intentarlo una vez más.

Volvió a poner sus brazos en posición y a juntar la energía de su cuerpo y habría formado una nueva flecha de no haber sentido el frío y el filo de una espada corta en la garganta.

"No te pases de lista..." Dijo Lafurne, quien era el que tenía su espada en la garganta de Rei.

Ryële se acercó más hasta estar frente a frente con Rei.

"Tienes gran fuerza de voluntad... me preguntó si así como la usas ahora la usarás cuando sea necesario..."

Rei notó un iridiscente pendiente enredado en la muñeca de Ryële y ella notó que Rei lo había visto.

"Eso es..."empezó Rei

"Lo que trajo a Radhamis a la vida en el pasado que te mostré..." Finalizó Ryële con una sonrisa en el rostro.

"¿Qué es lo que vas a hacerme?" Preguntó Rei, cuidando que el miedo que sentía no se le notara en la voz.

"Como dije antes... Me interesas..."Dijo Ryële mirando a Rei.

Rei se sintió extraña de tener a alguien tan parecido a su Radhamis examinándola como si fuese a comprar un animal de trabajo.

Lafurne retiró su espada de la garganta de Rei y la envainó.

"Al parecer, de todas las flores y bestias que ha existido desde hace veinticinco mil años, tú eres la única que parece tener una conexión espiritual con la bestia..."

"¿Flor?...¿Bestia? ¿De que me están hablando y que tiene que ver eso conmigo y con Radhamis?" Dijo Rei sin retirar la vista del pendiente que colgaba de la mano de Ryële.

Ryële colocó el pendiente en el cuello de Rei. Radhamis, quien había visto todo lo que estaba pasando desde su forma liquida, resplandeció brillantemente en cuanto tocó la piel de Rei.

Ryële sonrió satisfecha al ver aquello.

"Dices que quieres a Radhamis de vuelta... pero Radhamis es la bestia de Fahdiel, por lo tanto no hay forma de que viva mas allá de los 18 años. Debe morir para conservar el equilibrio entre la creación y la destrucción... ¿Aún sabiendo eso, deseas que permanezca a tu lado?"

Rei sabía bien de que le estaban hablando, pero aún así no podía evitar querer mantener a Radhamis con ella.

Rei se limitó a afirmar con una simple "sí".

"Si es verdad lo que dices, entonces no creo que tengas problemas en que te pongamos a prueba... los siguientes tres días."

"¿ Ponerme a prueba tres días...? ¿Con que finalidad?"

"Saber si eres digna de permanecer al lado de la bestia de Fahdiel." Contestó Ryële

"Si no lo eres entonces no se te permitirá ver más a Radhamis."

"¿Y que si sí lo soy?" Dijo Rei con una gran decisión reflejada en sus ojos.

"Si en verdad lo eres; significa que tú eres aquella cuya alma esta conectada a la de Radhamis; La flor de la bestia. Si eres esa persona entonces, talvez puedas salvarla de alguna manera...¿Aceptas ser puesta a prueba? Es el todo o nada..."

Rei lo pensó por unos segundos... no tuvo que pensar mucho pues ella ya estaba decidida a hacer lo que fuera.

"Bien... Entonces necesito ver algo."Dijo Ryële con una extraña sonrisa en el rostro mientras miraba el obantish donde estaba Radhamis, quien no podía hacer nada mas que escuchar y resplandecer...

"Recuéstate sobre la cama..."

Rei hizo lo que se le pidió y se recostó sobre su cama y por alguna extraña razón pudo sentir que Radhamis estaba allí en ese mismo cuarto.

Pero eso era imposible, pensó ella.

"¿Qué es lo que quieres que haga?"

"Dormir. Necesito inducirte a dormir para poder hacer que despiertes una serie de recuerdos exclusivos de tu alma. Si tienes los recuerdos que necesito entonces seguramente seas La flor que estoy buscando." Explicó Ryële.

Rei, nerviosa ante la posibilidad de no tener tales recuerdos, cerró los ojos y recostó su cabeza en la almohada.

Unos instantes después, las atmósfera de la habitación se volvió increíblemente densa y aletargante.

No pasó mucho tiempo antes que Rei cayera en el tan necesario sopor.

Ryële miró como el resplandor del obantish decrecía hasta que él liquido de adentro se volvía claro e incoloro, como el agua.

"Radhamis también ha entrado en el sueño." Dijo Lafurne, ¿Para que la trajiste y porque quieres que recuerde junto con Rei?

"Es hora de que a Radhamis también se le devuelvan algunos recuerdos. Además si la princesa es a quien yo busco, tendrá los mismos recuerdos que Radhamis. Es decir, las dos tendrán el mismo sueño."

Rei y Radhamis estaban profundamente dormidas gracias al efecto que tenían Ryële y Lafurne sobre ellas. Tanto la una como la otra soñaron una aldea.

Había una fina capa de nieve que cubría la tierra de donde salía algo de pasto en ciertos lugares. Altos árboles de coníferas, típicos de lugares fríos, poblaban los alrededores de la aldea. La cual era de mediano tamaño.

La aldea se veía realmente antigua a comparación de las villas como la del puerto de Feagris o cualquier otra en la que hubiese estado.

Una cerca hecha con troncos de árboles que habían sido tallados con una forma puntiaguda en su extremo superior, rodeaba toda la aldea y Tanto Rei como Radhamis estaban en la entrada de esta aldea. Al igual que los demás sueños de Rei, ellas dos se veían traslucidas, como fantasmas.

No era una aldea muy bulliciosa. Mujeres y hombres trabajaban en sus actividades diarias, y los niños jugaban desperdigados por la aldea, todos estaban en grupos pequeños o grandes de amigos.

Sin embargo, el sueño se enfocó en una niña pequeña en la plaza.

Estaba vestida con un viejo y remendado vestidito verde oscuro que era visiblemente de una talla más grande que la de ella y una blanca pañoleta en la cabeza. Sus zapatos eran unos gastados suecos de madera simple, que parecían incómodos y que lastimaban al caminar.

Llevaba consigo una canasta de frescas flores recién cortadas que seguramente había recogido de los campos cerca de la aldea temprano en la mañana.

A pesar de tener ropa vieja en el mejor de los casos, la niña se veía bastante limpia y hasta cierto punto elegante.

Ella intentaba vender las flores a personas que pasaban cerca pero sin mucho éxito ya que era ignorada en el mejor de los casos.

La apariencia de la pequeña era algo de que asombrarse.

Tenía largo y lacio pelo negro, un tono de piel tan clara que se asemejaba al de la fina capa de nieve que cubría el suelo de la aldea, y ojos de un raro color violeta.

Era como ver a la pequeña princesa Rei, en el papel de una pobre niña vendedora de flores.

Cansada por el peso de la canasta se dirigió a descansar cerca de un acueducto donde se reunían varias señoras para lavar la ropa. Dejó la canasta en el suelo y descansó, sentándose y recargando su pequeña espalda a la base del acueducto.

No muy lejos del ella había un grupo de mujeres chismorreando entre ellas que habían visto llegar a la pequeña.

Interesadas por la pequeña, Rei y Radhamis se acercaron, de modo que estaban justo al lado del grupo de mujeres, quienes no podían verlas.

"Ya llegó la hija de Aneirwin, vendiendo flores como todos los dias." Dijo una de las mujeres sin cuidar mucho de que no la oyera la pequeña.

"Pobre niña, oí que la enfermedad de su madre ha empeorado y ahora no puede salir de su cama. Vender flores es la única forma en que gana dinero para poder comer y conseguir medicina para su madre."

"Se lo tiene bien merecido esa familia, la diosa los ha castigado porque el padre de esa niña se unió a las tropas del rey comandante del ejercito de los humanos para pelear contra las demás razas... Ese tipo de gente que solo piensan en conquistar son los que han generado la ira de nuestra señora Fahdiel." Dijo una señora.

La pequeña niña de las flores oyó todo... y no podo evitar que una cuantas lagrimas le inundaran los ojos del coraje de oír a esas ignorantes mujeres.

"Dicen los soldados que han regresado que la diosa, encolerizada por las acciones de esas personas, creo nuevas criaturas. Todas con el poder de acabar con un pelotón por si mismas. Y que todas tienen la apariencia de niños humanos que no pasan de los 14 años...

Sus ojos son como los de los dragones , sus cuerpos como los de los humanos y su fuerza como la de los demonios. Y no hay una forma de distinguirlos de niños normales hasta que estas frente a ellos y distingues los ojos."

"Oí que el esposo de Aneirwin, murió cuando su ejercito fue atacado por dos de esas criaturas. Estaban en el castillo de la capital de Syriandiel, y las dos criaturas habían logrado llegar adentro del castillo. Mataron a todos los soldados incluyéndolo a él, como si de insectos se tratasen. Entraron al salón donde se ocultaba el rey de Syriandiel y le mataron a puñaladas de espada. Los sobrevivientes que vieron eso decían que aun después de muerto, las criaturas seguían haciendo pedazos y jirones su cuerpo con una vileza propia de bestias, sus ojos eran como pozos completamente vacíos. Después de hacerlo jirones lanzaron el cuerpo de cabeza desde lo alto del castillo hacia la plaza para que todos vieran como se rompía el cráneo del cadáver de su rey."

Las mujeres se miraron con miedo entre ellas.

"Eso es lo que pasa cuando provocas la ira de la diosa, suerte que somos una aldea neutral y no tenemos razón de temer la ira de esas criaturas."

Dijo una tratando se aliviarse.

"No estés tan segura.. hoy hable con no de los mensajeros de la capital, me dijo que lo ocurrido con el rey había pasado tan solo hace 3 semanas, todos en el reino de la capital tenían pánico pero que las dos criaturas al parecer habían salido de el reino hacia el norte"

"¡Oh dios! La aldea mas cercana a la capital en dirección al norte es esta"

"Talvez las criaturas están en busca de las familias de esos corruptos soldados."

La pequeña ya no pudo soportar oír más, apresuradamente se levantó y tomó su canasta de flores.

Caminó tan aprisa y sin ver a donde iba que se estrelló contra un robusto niño.

Ella cayó al suelo, sobre un charco de nieve a medio derretir mezclado con tierra. Su canasta se volcó al caer y sus flores se cayeron también en el charco enlodado, arruinándose por completo.

La bola de amigos de niño gordo llegaron y se rieron de ella.

Ahora esta toda sucia , con los ojos llorosos y sus flores ya no servían para vender.

"!Ohh, miren nada más! Es la pobre pequeña princesa de las flores."

Dijo el niño en un tono mordaz que hizo que a Radhamis le hirviera la sangre del coraje. Ella bien sabía lo que era ser el objeto de burlas de los demás.

"!Oh no! La princesa se ha caído en el lodo , y sus preciosas flores baratas también! No podrás ganar dinero hoy, porque no vas con mami a que te haga algo de comer. Oh espera, no puedes! No tienen comida y tu mami pronto se va a morir porque no tienes dinero para comprar medicinas! Jajajajaja."

La pequeña intentó levantarse del lodo pero el niño la empujo y ella cayó de nuevo en el, ensuciándose más todavía.

Ella empezó a llorar.

Radhamis, enojada, se acercó al regordete y trató de jalarle la camisa por el cuello pero su mano atravesó al niño como su ella fuese un fantasma y no pudo hacerle nada.

La mano de alguien más hizo lo que iba a hacer Radhamis.

Un hombre barbado, fornido y vestido con una armadura de cuero jaloneo al niño gordo del cuello de la camisa, sus amiguitos se asustaron y salieron corriendo a sus casas.

"Otra vez molestando a las niñas ¿Verdad Renau? ¿Qué tu papá no te enseñó modales? Que tal si vamos a decirle lo que le hiciste a la pequeña Rei."

Radhamis y Rei miraron con incredulidad al alto hombre barbado que se llevaba a un gordo niño haciendo pataletas

Así que la pequeña niña de las flores también se llamaba Rei.

Mientras el hombre y el niño se alejaban Rei se levanto del charco, limpiándose unas cuantas lagrimas del rostro con los brazos.

Todo su vestido estaba enlodado. Recogió unas flores del charco, sólo para darse cuenta que estaban completamente estropeadas.

No había logrado vender ni una sola, y ahora todas estaban flotando en un charco de lodo.

Dejó las flores allí, las carretas, los caballos y las personas ya estaban pisoteándolas de cualquier forma.

La pequeña tomó su canasta, y se dirigió a las afueras de la aldea, donde iría a recolectar mas flores. No podía darse el lujo de llegar a casa sin dinero, de ser así, ni ella ni su enferma madre tendrían comida ese día. Sin alimento su madre cada vez se pondría peor, y sin medicina no mejoraría.

Eran contadas las ocasiones en las que la pequeña podía costearse un frasco de medicina, generalmente solo le alcanzaba para una hogaza de pan. La mitad para ella, la mitad para su madre.

La pequeña siguió su camino en dirección a un pequeño riachuelo donde crecían algunas flores que podría vender y de paso lavar el lodo de su vestido, que con mucho esfuerzo había lavado su madre el día anterior.

No quería entristecerla llegando a casa sin un centavo y con el vestido manchado de lodo y estiércol de caballo.

En su camino se encontró con la señora dueña de la panadería del pueblo, llevaba una bolsa grande con panes adentro.

"Rei." Llamo la panadera a la niña de enlodado vestido.

La pequeña se detuvo y confundidamente miró a la mujer ,después miró hambreada a la bolsa con pan por unos momentos.

" Oh dios...Fue ese niño Renau, ¿verdad?" Dijo la señora mirando el vestido de la niña vendedora de flores.

Rei solo asintió con la cabeza mientras miraba al suelo, avergonzada de su sucio aspecto.

La panadera suspiró, y acarició la cabeza de la niña.

"Toma." Dijo ella dándole la bolsa con panes.

Rei no sabía si tomar la bolsa ofrecida o no.

"No tengo dinero... para pagar eso." Dijo la pequeña mirando al suelo.

La panadera le sonrió, no queriendo hacerla sentir limosnera le dijo:

"Que te parece si hacemos un cambio entonces, quiero flores. A cambio de cada tres flores te daré una pieza de pan."

A la pequeñita se le iluminó el rostro.

"!A-ahora regreso con ellas!"

Salió corriendo hacia las afueras del pueblo cargando el cesto. Al riachuelo donde crecían las flores que solía vender.

La panadera, feliz de poder ayudar a la pequeña niña, entro en su tienda.

Rei y Radhamis siguieron a la pequeña, quien corría emocionada hacia el riachuelo. Emocionada de poder llevar mas que una sola hogaza de pan fría y dura y porque si lograba vender algunas otras flores a otra gente podría llevar lo que rara vez podía costearse: algo de medicina para su madre.

Después de correr un largo tramo llegó al lugar; Un riachuelo dentro de un bosque, estaba a as faldas de una gran montaña nevada de la cual nacía el pequeño río.

Antes de hacer otra cosa, se quitó el sucio vestidito y se metió en el agua para lavarse el lodo.

El agua estaba realmente fría, pues era agua de la nieve que se derretía en la montaña.

En nada mas que bloomers (tipo de ropa interior antigua, parecido a unos pantalones cortos con muchos olanes.) y una camisetilla, la pequeña entonces metió su vestido a la helada agua y le lavó el lodo de encima mientras los pececillos del río nadaban rodeándole los tobillos.

Afortunadamente ese día era soleado, algo muy raro en esa región.

Una vez que terminó, dejó su vestido y suecos a secar en el sol sobre una piedra.

Tomó su canasta y decidió empezar su recolecta de flores, pero había un problema.

Ya casi no habían flores en los alrededores, ya las había cortado casi todas.

Sin sentirse desalentada, la pequeña decidió buscar un poco mas adentro del bosque. Por ahí debía haber algún campo florido, los cuales eran muy abundantes.

Caminó, tratando de recordar el camino recorrido para poder ir de regreso, por varias decenas de minutos hasta dar con un pequeño claro, a las faldas de la montaña, a un lado de la cueva, a unas cuantas decenas de metros de distancia de esta, había un área donde crecían flores, diferentes a las que siempre vendía.

Se sentó en el centro de esta área y empezó a cortar las flores y a hacer algunos arreglos con ellas.

No pasó mucho tiempo ante de que la niña sintiera el sobrecogedor sentimiento de que estaba siendo observada y también el hedor de la mezcla de carne y sangre putrefacta con carne y sangre fresca.

Rei y Radhamis, quienes habían seguido a la niña todo este tiempo, notaron también el asqueroso hedor y también la presencia de alguien entre los pinos que estaban cerca de la cueva.

La pequeña miró en dirección a aquellos árboles.

Se quedo helada al ver a una chica de al menos unos catorce años vestida en nada mas que un faldón que le cubría hasta la mitad de los muslos sostenido por un burdo cinturón, una especie de burda camisa que le cubría el torso. Todo hecho con pieles de osos y demás animales de grueso pelaje. Había mas piel que envolvía sus piernas hasta debajo de la rodilla y estaba amarrada a estas con una delgada cuerda hecha de tendones, seguro provenientes de los animales a quienes pertenecieron las pieles.

Había un par de delgadas y medianas espadas, ambas impregnadas de sangre coagulada, hecha costra. Una capa encima de la otra la exterior era de sangre fresca que aun goteaba de las espadas.

Un ciervo muerto sobre los hombros de la chica explica la sangre en su rudimentaria ropa y sucias espadas.

No puedo verle bien el rostro pues estaba entre los arbustos y pinos del lugar , pero lo que alcanzó a verle fue un cabello largo y castaño claro, casi rubio y unos ojos grises completamente vacíos. No había ningún tipo de emoción ni nada que se reflejara en ellos, ella nunca había visto algo así. Ni si quiera los animales tenían miradas tan vacías.

La pequeña parpadeo y se talló los ojos pensando que podría ser su propia imaginación, pero al volver la mirada allá notó que aquella persona que había visto ya no estaba.

Desconcertada y algo asustada, la pequeña siguió recogiendo flores de allí, aun percibiendo el hedor de la sangre.

No habían muchas flores que pudiera tomar así que ignorando el sentimiento sobrecogedor que tenía, se aventuro a acercarse a la cueva. Talvez podría encontrar algunas setas.

Se asomó a la entrada de la cueva y no vio nada extraño donde tocaba la luz.

No era una cueva larga ni mucho menos, era mas bien un nicho relativamente profundo en las faldas de la montaña.

La pequeña entró en la cueva, el hedor de carne podrida y fresca era mucho mas fuerte adentro incluso podía escuchar el zumbido las moscas.

Se acercó más, sus ojos aun no estaban acostumbrados a la falta de luz, y tropezó con un algo que estaba en el suelo.

Una de sus manos cayo en lo que parecía ser un zapato, esperó a acostumbrarse a la oscuridad.

Hasta ese entonces puso ver que con lo que se había tropezado eran los restos a medio comer de un ciervo. Sus costillas columna vertebral y viseras estaban al aire, había tal cantidad de moscas que parecía que esas áreas tuvieran costras hechas de aquellos insectos.

Asqueada posó su mirada sobre lo que estaba bajo su mano.

Era una bota. Una bota que pertenecía a alguien que estaba sentado frente a ella.

Ella entonces sigilosamente se levanto y vio que aquella bota pertenecía a lo que parecía ser cadáver.

Ese cadáver era el de una niña, una niña mas o menos de su edad.

Al igual que la chica que vio hace unos momentos este cadáver también usaba pieles burdas de animales de largo pelaje como vestimenta. Una espada de tamaño considerable estaba atada a la espalde de ese pequeño cadáver.

Al igual que las espadas de la otra chica, esta espada de dos manos también tenia capas de sangre nueva y vieja una encima de la otra mezcladas con tierra y grasa.

El cadáver de la niña estaba sentado y tenía la cabeza ladeada su vacía y estática vista fijo a algún punto en el espacio.

No pudo distinguir como era realmente debido a la oscuridad, pero si pudo notar que el área de la boca del cadáver estaba impregnado de sangre al igual que sus manos.

Notó algo raro, la sangre en las manos de el pequeño cadáver estaba goteando aún. La sangre era fresca, reciente, no podía tener mas de una o dos horas pues ya se habría coagulado.

Sintió de pronto que la observaban y volteó hacia una esquina relativamente cercana a la entrada. Allí había mas luz y pudo ver a aquella chica que hace unos veinte minutos había visto entre los árboles cargando un ciervo, estaba sentada completamente inmóvil, con la cabeza ladeada, la vista vacía y fija en la pequeña.

Era un cadáver.

Si esa chica era un cadáver, entonces ¿Qué fue lo que vio entre los arbustos?

La pequeña comenzó a ponerse nerviosa.

Tragó saliva y miro a ambos cuerpos. Realmente se sentía incómoda y ago asustada en ese lugar. No se había dado cuenta del débil sonido de la respiración de los cadáveres de las niñas, pero sentía que en cualquier momento aquellos cuerpos comenzarían a moverse.

Decidió salir. No le estaba gustando lo que estaba pasando y definitivamente estar entre cadáveres no era algo agradable. Sentía que un peso enorme se le asentaba en el pecho y un sentimiento extraño al mirar los cuerpos.

Con cuidado de no tropezarse, salió. Mientras caminaba a paso lento creyó escuchar a lo lejos los ladridos de un perro.

Sin prestarles atención salió de la cueva, en cuanto puso un pie afuera corrió unos cuantos metros para alejarse rápidamente de la entrada.

Los ladridos de un perro se hacían mas fuertes. Ella seguía sin notarlos.

Se sentó en el pasto, extrañamente se encontraba recuperando el aliento. Lo que había sentido dentro de la cueva la había dejado sin aire.

Era difícil de explicar lo que había sentido de esos cadáveres, era una mezcla de muerte inminente y una extraña divinidad.

El aturdimiento que le dejó ese sentimiento no la dejó notar como un grupo de tres niños y un perro de gran tamaño se le acercaban corriendo a lo lejos.

Una voz conocida sacó a la pequeña del aturdimiento.

"¡¡Ahí esta!"

La pequeña vio al niño que la había tirado al lodo en la mañana corriendo hacia detrás de un gran perro que iba tras ella.

Burlonamente el niño le grito:

"¡HEY PRINCESITA! ¿POR QUÉ NO JUEGAS CON MI PERRO UN RATO COMO AGRADECIMIENTO POR EL CASTIGO QUE ME DIERON EN LA MAÑANA!"

Incapaz de comprender lo que estaba pasando, la pequeña se quedó inmóvil mirando como los tres niños y el perro se le acercaban corriendo.

Se quedó inmóvil y entonces el niño le hizo una señal al perro y este se lanzó contra ella listo para morderla.

Justo en el momento en que las fauces del perro iban a cerrarse en el brazo de la pequeña una luz increíblemente brillante emanó de la cueva.

Cegó a todos y el perro cesó en el ataque. El resplandor duro varios instantes, era una luz dorada realmente intensa que lo iluminó todo.

La pequeña como estaba de espaldas a la cueva no fue afectada por el resplandor, y vio su oportunidad de esconderse en la cueva. Con el fuerte hedor a carne podrida le serie muy difícil al perro rastrearla.

Corriendo, entro en la cueva. Aun había algo de luz dentro de ella y pudo ver que la luz no emanaba de la cueva en sí, sino que estaba emanando de los cadáveres que había visto.

Ahora podía ver la apariencia de los cadáveres claramente.

La grande era tal y como la había visto cargando al ciervo y la pequeña, era completamente igual a la pequeña Radhamis.

Cabello café oscuro, lacio y largo, finas y hermosas facciones, piel blanca.

Mientras la luz emanaba de su cuerpo puedo ver como sus ojos se iban haciendo menos vacíos y mas vivos y expresivos.

Notó como los dedos y manos de ambos cadáveres comenzaban a moverse rápida e involuntariamente como si de un tic se tratara.

Con horror notó como los ojos de ambas chicas empezaron a moverse, a inspeccionar el lugar donde estaban y a finalmente posarse sobre ella mirándola fijamente.

Estaba tan asustada que se dejo caer en el suelo ignorando completamente como los tres chicos entraban en la cueva sin el perro.

Los tres chicos al entrar también notaron los cadáveres, como de estar mirando a la pequeña posaron sus ojos en ellos.

"¿¿S-son –son c-cadáveres?" Preguntó aterrorizado de ver como espontáneamente movían los ojos y se les movían las puntas de los dedos mientras emanaban luz.

Rei no dijo nada, solo miró atónita el despertar de lo que hasta hace una hora había pensado que eran dos cadáveres.

El cadáver pequeño fue el primero en dejar de resplandecer... y también el primero en ponerse en pie...

Los chicos al ver esto salieron corriendo y gritando del lugar dejando a la pequeña niña, que estaba sentada en el suelo.

Incapaz de moverse, o gritar, miró con horror como la niña de pelos castaño se le acercaba.

Tenía una apariencia tan extraña... ojos parecidos a los de un dragón, ropas con burdas pieles, manchas de sangre por todo el cuerpo, armas ensangrentadas.

Se quedó sentada observando a la chiquilla de ojos y de pronto todo se detuvo y comenzó todo a oscurecerse.

Parecía que el sueño había terminado...

Rei pronto despertó del sueño, ya no estaba mas en aquella cueva con las versiones jóvenes de ella y Radhamis sino que estaba de regreso en su habitación, acostada en su cama.

Despertó con dolor de cabeza y gran confusión. ¿Qué era lo que había visto? ¿Un sueño bizarro? ¿Una visión? ¿Una vida pasada?

Recordó que la mujer parecida a Radhamis y el joven de cabello verde estaban en su habitación.

Los buscó con la mirada mas no encontró nada mas que una improvisada carta sobre la mesa de noche.

Tomó la nota y la leyó. No había remitente pero Rei sabía de quien era.

La carta decía lo siguiente:

---

Todo lo que decidas estos dos dias será parte de la prueba a la que te has sometido.

Tus próximas decisiones serán las que dirán el futuro tuyo y de la bestia.

---

Rei hizo bolita el papel y lo tiro en el cesto de la basura.

Suspiró y se llevó una mano al pecho mientras lo hacía.

Intentó pensar en el significado e importancia de lo que fuera que le había sido mostrado.

No entendía mucho, todo lo que la mostraban no eran mas que piezas sueltas en un gran rompecabezas del cual aun no comprendía su alcance.

Fue en esos momentos en los que a princesa empezaba a comprender las palabras de Wiccan con especto a Radhamis.

Su vida esta atada a la oscura y cruel voluntad de los dioses...

Miró la bola de papel a la que nerviosamente apretaba con las manos. Suspiró de nuevo.

No sabía con exactitud en que consistía la prueba que le habían hecho esas personas.

Pensó en cómo el mascan elendi que le lanzó a la mujer fue aparentemente absorbido por ella... como el joven llego a ponerle una daga en el cuello sin que ella se diera cuenta.

No pudo evitar preguntarse que era lo que eran exactamente ellos dos.

Lo único que pudo notar de sus rostros fue que la mujer parecida a Radhamis parecía ser de la misma raza que ella. Y el chico a juzgar por las largas y afiladas orejas y su delgada complexión parecía ser un elfo.

Fuera de eso, Rei realmente no sabía con que tipo de gente estaba tratando... pero por ahora no importaba. Lo único realmente importante para ella era recuperar a Rad. Nada le importaba mas en esos momentos.

Se levanto y se dirigió a la puerta, la abrió y salió de su habitación.

Una vez en el pasillo se dio cuenta de que realmente no tenía pensado a donde ir... Decidió entonces solo caminar, no iría a ningún lugar en especifico. Solo vería a donde la llevaban sus piernas. En algo tenía que descargar la angustia y ansiedad que sentía.

Angustia...

Rei se preguntó desde cuando sus estados de animo y bienestar emocional habían pasado a ser completamente dependientes de Radhamis.

Ella jamás se había considerado dependiente de alguien más. Ahora se daba cuenta que físicamente podría ser independiente, pero emocionalmente no.

Mientras caminaba por el pasillo tenuemente iluminado, por alguna razón se detuvo frente a la puerta de una habitación cercana a la suya.

"La habitación de Rad ..." Rei murmuro para si misma.

Como si una fuerza externa la obligara, tomó el tomó de la puerta.

Rei jamás había entrado en la habitación de Radhamis. Hasta hace poco, Rad vivía en una academia militar no muy lejana al castillo y a ella no se le permite dejar el castillo sin una razón especial. No veía a Radhamis todos los dias, pero si todos los fines de semana que era cuando la traían al castillo.

Ella en ese entonces no tenía un cuarto propio donde pasar esas noches, o usaba un vacío cuarto de huéspedes o dormía en la habitación de Rei cuando ella la atrapaba y la dejaba sin alternativa.

Giró el pomo de la puerta y entró cerrando la puerta tras ella.

Miró con atención la habitación de ella... Era casi como las demás habitaciones de huéspedes... Vacía y austera.

No habían mas que unos cuantos objetos personales que mostraban que la habitación de hecho le pertenecía a alguien.

Eso objetos personales no eran mas que pequeños regalos y recuerdos que Häggen y Rei le habían hecho.

Las sabanas estaban tendidas, la poca ropa que Radhamis poseía estaba colgada en el ropero. No habían mas de tres o cuatro camisas y pantalones civiles y sus uniformes.

Sobre los estantes y mesitas no había nada mas que una retrato dibujado de Rei, Häggen y Radhamis hecho por un dibujante del puerto de Feagris cuando tenían catorce años entre algunos otros recuerdos.

Todo estaba tan vacío tan austero. Era casi un intento por no dejar indicio de su presencia, de su vida...

"Estéril...¿No te parece?"

Una voz familiar proveniente de la entrada de la habitación la hizo voltear.

El profesor Wiccan estaba parado en la entrada de la habitación. No miraba a Rei, se encontraba inspeccionando la habitación con la mirada.

"Estéril..." Repitió Rei en voz baja.

"¿Te has dado cuenta?" Preguntó él.

"¿De que?" Preguntó Rei.

Wiccan camino hasta estar frente a ella, y moviendo lentamente el brazo como si estuviera presentando un espectáculo le dijo:

"Este... es el mundo de la bestia...Su vida en pocas palabras... Un mundo que hasta hace alguno años no había sido nada más que un mundo árido, sin vida y completamente estéril."

Rei miró la vacía habitación con tristeza.

"¿Por qué..? Es como si tratara de pasar completamente desapercibida, como si tratara de desaparecer." Murmuró Rei lo suficientemente fuerte como para que solo Wiccan la oyera.

"Ella esta destinada a desaparecer y lo sabe, el atarse y dejar huella en otras personas solamente haría mucho más difícil y triste su paso al mundo de las almas..."

Wiccan tomó el dibujo de los tres.

"Pero aunque lo intentó, no pudo evitar atarse a dos personas que son las que evitan que su mundo sea un lugar tan estéril..."

Wiccan dijo mientras le mostraba el dibujo de Radhamis, Häggen y ella.

Rei sonrió unos instantes antes de que su rostro volviera a la angustiada expresión de antes.

"Profesor... Radhamis fue—"

"Se ya lo que ha pasado con Radhamis..."

"... Estoy a prueba." Dijo Rei sin realmente tener mucho sentido con lo que había dicho antes. Aún así Wiccan entendió perfectamente lo que quería decirle con eso.

"Así que... te ha visitado de nuevo."

"Hace unas horas... Pero realmente no se que debo hacer. Lo único que me dijo es que estaría atenta a las decisiones que yo tomara y que en base a ellas determinaría si tengo derecho o no de permanecer con Radhamis."

Dijo Rei angustiadamente mientras miraba al suelo.

Sintió una mano posarse en su hombro.

"Se fuerte Rei... en unos momentos mas vendrán tu abuelo y Yuichiro. Tendras que hacer una decisión que afectará el futuro de todo Feagris y el tuyo y el de Radhamis..."

Rei lo miró inquisitivamente.

Wiccan suspiró y paternalmente puso su otra mano sobre el hombro de Rei.

"¿Realmente...quieres saber a que vendrán?"

Rei estaba apunto de explotar. Primero una par de personas extrañas se le aparecen y le muestran visiones de ella y Radhamis, luego la alejan de ella, esta siendo puesta aprueba y ahora tiene que hacer una decisión importante.

Rei lentamente asintió con la cabeza. No muy segura de querer escuchar.

"Yuichiro te ha pedido en matrimonio... si no te casas con él le declarará la guerra a Feagris..."

Rei no contestó. No pudo. Intentó decir algo pero sus labios se movieron sin que sonido alguno se escuchara.

Se sentó en la cama.

Wiccan solo pudo ver como Rei palidecía.

"No mal interpretes, nadie de este castillo quiere que te cases con ese pequeño patán... pero es una guerra que no podemos ganar ahora."

"¿!No puedo casarme con él! ¿Qué le diré a Radhamis? Yo no amo a Yuichiro ¿Si me caso con él que será de Radhamis?¿Estará siempre en las garras de la mujer de túnica negra."

De la histeria que sentía, Rei empezaba a hablar cosas sin sentido ni relación lo uno con lo otro.

Wiccan sacudió a Rei. Haciéndola volver a sus casillas.

" No todo está perdido. Tu abuelo y yo tenemos un plan—"

El sonido de alguien tocando a la puerta interrumpió a Wiccan.

"Rei, ¿Podemos pasar?"

La voz de Yuichiro se escucho desde atrás de la puerta.

Rei miró apurada a Wiccan.

Wiccan le susurro al oído a Rei que pasara lo que pasara tomara decisiones que no le fueran a traer remordimientos.

El profesor abrió la puerta y dejó pasar a Yuichiro y al rey.

"Oh, veo que estas aquí." Dijo Yuichiro tan esnob como siempre.

Wiccan notó como él lo miraba, sospechando de él, pues sabía que él profesor había incitado a Rei y a Radhamis a escapar.

Rei permaneció sentada en la cama evitando mirar a las dos hombres que acababan de entrar en la habitación de Radhamis.

Yuichiro notó eso.

"Parece... que ya te han dicho a que venimos, ¿No es así?" Dijo el príncipe mirando de reojo a Wiccan. Un silencio incomodo se apoderó de la habitación, haciendo que el ambiente se sintiera tenso.

Wiccan y Yuichiro se miraban a los ojos; el príncipe lo hacía sospechando de el profesor, y el profesor lo miraba con desesperante tranquilidad.

"Yo ... Aún no estoy lista para dar una respuesta." Dijo Rei sin alzar mucho la voz.

Esa respuesta pareció hacer enfadar al príncipe, quien frunció el seño y le habló viciosamente:

"Aún estas pensando en esa sucia salvaje , ¿Verdad?"

Rei, si hubiese estado de ánimos normales le habría respondido con una buena cachetada, pero no estaba de ánimos para hacerlo ni en la posición de poder hacerlo debido a las condiciones en las que había pedido su mano; Boda o guerra, así que se limitó a una respuesta verbal.

"...Así es. Debe ser una locura encontrar más encantadora a una sucia salvaje que se ha preocupado por mi desde siempre que a un presuntuoso príncipe que con legua bífida no dice más que frases hechas, estériles y repetitivas que siempre giran alrededor de él... Realmente debo estar volviéndome loca..." Dijo Rei muy seria y al mismo tiempo tan sarcásticamente como pudo.

La contestación de Rei dejó fríos a los dos ancianos presentes en la habitación e hizo rabiar al joven príncipe con tal fuerza que se retiró de la habitación diciendo:

"Conoces las condiciones, o te presentas en el altar de la catedral de Feagris el lunes por la mañana o mis tropas acaban con su patético reino.

Diciendo eso, salió azotando la puerta tras él.

El rey estaba apunto de reprender a Rei cuando ella se cubrió el rostro con las manos y comenzó a llorar en silencio nuevamente...

El rey al verla se quedó callado, sintiendo pena por ella mas que otra cosa. Intentó poner una mano sobre su hombro pero Wiccan le impidió acercarse.

Le dijo en voz baja que sería mejor dejarla sola, que tenía que hacer esa decisión por ella misma.

Wiccan sin decirle nada a Rei, puso una mano en la espalda del rey y lo acompaño a salir de la habitación. Cerró la puerta de la habitación detrás de él.

El rey miró extrañado el profesor quien le dijo que deberían hablar, que hay unas cuantas cosas que han cambiado.

Sin decir nada más el rey acompaño a Wiccan hasta la habitación donde habían discutido con Yuichiro la noche anterior.

Apresurados y evitando a atención de los que pasaban por ahí, caminaron hasta llegar a la habitación del salón del castillo.

No dijeron una palabra hasta haber llegado a ese pequeño despacho. El rey abrió la puerta y Wiccan entro después cerrándola con llave una vez que él entró. El Rey espero a que Wiccan empezara a hablar.

"Nuestra señora Ryële ya ha elegido a Rei. Desde hace varios días ella ha estado haciendo contacto con ella y ahora la está poniendo aprueba estos tres días."

El rey palideció al oír las noticias.

"...Nos mataran. Por habernos entrometido en el plan de los dioses... ¿Qué hacemos ahora?"Se preguntó el rey lleno de preocupación.

"No hay nada que nosotros podamos hacer. Ahora todo depende de Rei y lo que ella decida. De todas formas nosotros ya nos hemos condenado. Cualquiera que sea la decisión que ella tome significa la muerte para nosotros tres, pero si tomamos en cuenta las vidas de los pobladores del reino entonces la decisión más conveniente es que Rei decida casarse con él... Si se casa con él entonces nuestra señora Ryële y el señor Lafurne nos mataran a los tres dejando al ejercito de Yuichiro en manos de Rei debido a la fusión de naciones resultante del matrimonio. Rei quedará libre de Yuichiro, nosotros moriremos pero Rei entonces heredara la corona de Feagris y de Labensrau, el reino se expandirá y todo acabará bien para la nación... Lo único que podemos esperar es que Rei se decía a casarse con él."

Sintiéndose un poco mas aliviado pero igual de nervioso el rey asintió con la cabeza.

"Crees que podamos decirle esto a Rei mañana."

"No lo creo, nuestra señora la esta poniendo aprueba de aquí a que se lleve acabo la boda. Ya nos hemos entrometido demasiado, no debemos influenciar su decisión solo empeoraríamos las cosas."

El rey sacó una botella de licor de miel de la gaveta y dos vasos cortos de cristal.

Sirvió un poco en los dos vasos. El Rey tomó uno e inmediatamente se llevó, con manos temblorosas, el vaso a los labios. Se bebió todo el contenido de un solo trago sólo para servirse más. Repitió este proceso varia veces hasta sentir como el licor empezaba a nublarle el pensamiento.

Wiccan miró el vaso unos instantes antes de decidirse a acompañar al rey en su borrachera para olvidar la preocupación.

Mientras que en el calabozo , en la celda aislada de Radhamis.

Llegaron Ryële y Lafurne apareciendo de entre las sombras de la celda como era costumbre. Lafurne tenía él quarlani obantish en las manos. Se lo había quitado a Rei una vez que terminaron demostrarle que le debían mostrar.

Lafurne se acercó al inerte cuerpo de Radhamis que colgaba delos grilletes y le puso el obantish en el cuello escondiendo este bajo sus ropas.

"( Listo. Ahora solo falta esperar a ver que pasa con el plan de esos dos ancianos y el príncipe.. ¿Los mataremos por interferir si su plan resulta?.)

"(Si la flor se casa con el príncipe entonces los mataremos...Si no entonces no será necesario, sólo causaríamos una inútil conmoción. Además ese príncipe sabe cosas que no debería saber ... parece estar protegido por una fuerza superior divina... debemos movernos con cuidado con él.)"Respondió ella.

"(¿Qué si la princesa decide casarse con ese príncipe?)

"( Entonces habrá perdido todo derecho a permanecer al lado de la bestia. Radhamis no necesitaría a esa mujer. Ella no podría salvarla... Si decide casarse con el príncipe de Labensrau, después de la ceremonia... la mataré junto con los otros tres. )"

Dijo Ryële mientras fruncía el ceño en señal de determinación al decir la ultima frase.

Sin que los otros dos lo notaran el quarlani obantish donde estaba encerrada la conciencia de Radhamis comenzó a brillar. La bestia se estaba enterando de todo y tanto a Ryële como a Lafurne no parecían no darle importancia a ello.

Lafurne se acercó al quarlani obantish y lo sacó de entre las ropas del cuerpo de Radhamis para hablarle como si le hablara a otra persona.

"( Esperemos... que tu princesa haga la elección correcta...Odiaría tener que matar a lo único que podría darte algo de felicidad y consuelo durante lo que te espera...) El tonó de Lafurne no era burlón... sino severo e impregnado de algo de lástima por ella. Lafurne escondió nuevamente el obantish ente las ropas del cuerpo.

Diciendo esto los dos desaparecieron entre las sombras de la pobremente iluminada celda...

Rei aun estaba en la habitación de Radhamis, parecía ser que pasaría la noche allí.

Se había quitado su ropa y se había puesto una camisa delas que estaban colgadas en el ropero de Rad.

El ligero olor de Radhamis emanaba discretamente de entre las sabanas de la cama y de la ropa. Rei se sentía un poco mejor al estar vestida con la ropa de Radhamis percibiendo su olor...

Las luces estaban pagadas, Rei estaba debajo de las sabanas de la cama de Rad abrazando la almohada y no usando nada mas que una camisa de manga larga de ella que le quedaba grande a manera de camisón.

Aún lloraba en silencio mientras se preguntaba que hacer...mientras recordaba que la noche anterior Radhamis estaba con ella durmiendo mientras ella la abrazaba...

No podía dormir, no podía pensar... sólo podía sufrir la ausencia de aquella persona tan importante para ella.

¿Pasaría la prueba? ¿Tendría que olvidar a Radhamis y casarse con Yuichiro por el bien de su reino? ¿ Volvería a verla algún día?... Esas y muchas otras preguntas cruzaron por la mente de la princesa sin encontrar respuesta alguna.

Durante horas y horas intentó pensar sin lograr hacerlo con claridad... pasó la gran parte de la noche en vela hasta que su cuerpo no pudo más y se quedó dormida del cansancio.

El rey y el profesor pasaron la noche entera en vela, demasiado preocupados como para dejar de beber y dormir.

Al cabo de varas horas, amaneció. El rey y el profesor amanecieron con un dolor de cabeza espantoso y un gran cansancio.

Rei seguía dormida, el shock emocional de anoche la había dejado exhausta y aún su cuerpo no la dejaba despertar... Durmió todo el tiempo aferrada a la almohada que estaba abrazando mientras soñaba que todo lo que había pasado ayer no era mas que un mal sueño, que despertaría para encontrarse a Radhamis durmiendo a su lado, babeando la almohada como era costumbre.

Pasaron algunas horas más y Rei despertó y volvió a la realidad... Radhamis no estaba dormida a su lado... Se encontraba sola en la austera habitación de su torpe general vestida con una de sus camisas y abrazando su almohada...

Sintiendo que habría sido mejor no despertar, decidió no salir de la cama y siguió abrazando la almohada de Radhamis... Y se habría que dado así todo el día de no ser que alguien tocó la puerta con mucha insistencia en ese momento.

"Radhamis, ¿estas ahí?" Era la voz de Häggen que sonaba urgente.

Rei se quedó en la cama viendo la puerta sin saber si contestar o que hacer.

Se abrió la puerta de golpe.

"Radha---¿Rei?" Dijo Häggen entre asustado y confundido al ver a Rei en la habitación de Radhamis sin que ella estuviera cerca.

"¿D-donde está Radhamis?"Preguntó él casi sin aliento.

Rei no contestó...

Rei notó como Häggen se ponía nervioso a medida que Rei no decía nada y al mismo tiempo el torpe soldado notó que Rei sin duda había estado llorando al ver su rostro, rojo y con las huellas de las lágrimas aún en sus mejillas.

"Entonces es cierto..." Dijo Häggen entristecido.

"¿Qué es cierto?"

"En el salón, el señor Wiccan esta dando varias noticias a los nobles y soldados de alto rango..."

Rei salió de la cama, se puso una bata que estaba colgada en el ropero de Radhamis y unas pantuflas y salió caminando rápidamente al salón sin importarle que iba en pijama.

Häggen fue caminando detrás de ella esperando obtener alguna repuesta de ella.

Llegó al portón que llevaba al salón y desde allí miró al profesor Wiccan anunciar los acontecimientos a la multitud de nobles y varios soldados de rango.

"—Nos hemos dado a la tarea de enviar a nuestra general, Radhamis Vinsildür, a terminar con la rebelión de las montañas al norte del continente. Esperamos su pronto regreso..."---

Varias chicas presentes entre las cuales estaba la chica rubia que había desayunado con Radhamis y Häggen el día anterior, se voltearon a ver mientras contenían el aliento

"En cuanto a noticias más agradables... Es mi placer anunciar que el príncipe de Labensrau

ha pedido la mano de la princesa en matrimonio. De aceptar, lunes por la noche se celebraría la boda y la unión de nuestros dos grandes reinos..."

No hubo mucho entusiasmo por la noticia por parte de los soldados y nobles... todos sabían el secreto a voces del poder militar que estaba adquiriendo Labensrau con sus tropas de no muertos. Sabían perfectamente que esa "Agradable noticia" no era otra cosa que una amenaza hacía Rei y hacia el pueblo de Feagris. Los nobles eran insufribles más no estúpidos.

Por unos momentos la gente aplaudió la noticia de manera muy política.

Häggen al escuchar esa noticia volteó a ver sorprendida e incrédulamente a Rei, quien intentó encontrar algo qué decirle pero falló miserablemente en el intento y terminó por evitar la mirada de Häggen quien interpretó ese silencio como que Rei iba a casarse con el príncipe y a olvidar a Radhamis, quien él creía estaba en una misión muy lejos.

"No puedo creer esto..." Dijo Häggen furioso pero sin alzar la voz.

Häggen miró con enfado a la princesa, hizo un chasquido con la boca en señal de enojo y se fue dejando a Rei sola.

Rei miró a Häggen irse caminando rápidamente en dirección a los establos, ella conocía bien al torpe soldado y sabía bien que se dirigía a los establos a preparar un caballo para partir en busca de Radhamis.

Por intentar detenerlo, ni Rei ni Häggen se dieron cuenta de que el profesor les había visto. Él terminó de anunciar lo debido, se disculpó y salió de el salón.

Häggen salió del castillo y caminó por los nevados jardines del castillo con Rei detrás de él tratando de detenerlo mientras trataba de no morirse de frío en su bata y pantuflas.

Rei llamó una y otra vez a Häggen por su nombre pidiéndole que se detuviera.

Él la ignoró todo el tiempo. Llegó al los establos y entro. Tomó una silla de montar de una de las cabinas donde estas eran guardadas y ensillo a un negro percherón grande y robusto que aguantara varios dias viajando.

"¡Häggen escúchame!" Grito Rei tratando de decirle a Häggen la verdad de Radhamis.

Él explotó y le echó en cara lo que tanto le estaba molestando.

"¿Qué quieres que oiga? Lo entiendo todo, sólo has estado usando a Radhamis porque te causaba curiosidad estar con alguien de otra raza como ella. Ahora que las cosas se han puesto serias con el príncipe ese haces que envíen a Radhamis a combatir una rebelión inexistente hasta el otro extremo del continente para que no estorbe en tu boda. De todas formas ella va a morirse pronto y no tiene nada de valor y eso no te conviene, entonces ya te conseguiste a otro, un partido más conveniente y que vivirá más. No te importa en lo más mínimo que ella de donde saca fuerzas para hacer lo que debe hacer es de su relación contigo ¿No es cierto?"

La saña con la que Häggen dijo esas cosas hico que, aunque tratara de evitarlo, los ojos de Rei se llenaran de lágrimas...

"No, no es cierto." Un firme voz masculina que no era la de Häggen resonó en el establo donde estaban.

Häggen vio al profesor Wiccan parado en la entrada de la puerta.

Entró al establo y se detuvo donde estaba Rei para pedirle que regresara al castillo. Que necesitaba hablar a solas con el rubio soldado que siguió ensillando y preparando a su caballo.

Rei al principio dudo en irse, pero al final decidió regresar al castillo. Confiaba en que el profesor impediría que Häggen se fuera a buscar a Radhamis.

Salió de el establo y se fue caminando rápidamente al castillo y no se detendría hasta llega a la habitación de Radhamis. Realmente no deseaba estar en algún otro lugar.

"¿A donde vas, Häggen?"

Häggen siguió preparando al caballo, ató su alabarda a la silla del caballo y no dijo nada.

Wiccan lo observó por unos segundos antes de decirle:

"No encontraras nada en la montañas del norte, en esas montañas no hay más que nieve y plantas. Nadie vive allí, no hay ninguna rebelión y Radhamis tampoco esta allí."

Häggen se dejó de ensillar a su caballo de golpe y miró al anciano con sorpresa.

"Sólo pensé que e gustaría saber eso antes de ir en busca de Radhamis..."

Diciendo eso Wiccan salió por la puerta.

Wiccan fue interceptado por Häggen cuando apenas había dado unos cuantos pasos.

"¿Donde está?" Preguntó simplemente el torpe soldado.

Wiccan pensó en ver porque le era tan importante a Häggen recuperar a Radhamis.

"¿Porqué querrías saberlo?"

La pregunta no la esperaba Häggen, quien se quedo unos momentos tratando de encontrar una respuesta pero a los pocos segundos frunció el ceño.

"Primero dice a todos que fue enviada sola a eliminar una rebelión contra el rey y después me dice que no existe tal cosa y que Radhamis no esta allá. Luego resulta que Rei va a casarse con el tipo ese de labens-no-se-que y usted me pregunta ¿porqué quiero saber donde está Radhamis? Ella es amiga mía y todo el mundo parece estar actuando como si ella nunca hubiese existido y solo lleva un día que nadie sabe de ella..."

Esa fue su respuesta.

"Tal vez no lo sepas, pero la estancia de Radhamis en este reino era solo temporal. De alguna forma u otra ella desaparecerá de Feagris y comenzara un viaje. Dos personas envueltas en túnicas negras se la llevaran. "

"¿Eso significa que en realidad Radhamis ya se la han llevado de Feagris?" Dijo Häggen alarmado.

"No." Wiccan se acercó a Häggen de manera que sólo él oyera lo que iba a susurrarle.

"Radhamis aún está en el castillo. Todo, la boda de Rei con Yuichiro, la desaparición de Radhamis, todo esta conectado."

Antes de que Häggen pudiera decir algo Wiccan continuo.

"Si te interesa ayudar entonces veme aquí mañana por la noche. Te haré saber la hora en un mensaje, después de leerlo, quémalo, y haz de cuenta que esta conversación no ocurrió y que no sabes nada de lo que está ocurriendo."

Diciendo eso, Wiccan se alejó en dirección al castillo rápidamente dejando a Häggen parado como estatua bajo la entrada del establo.

Aquél día pasó lenta y tortuosamente. Yuichiro, ya había colocado su ejercito en el puerto de Feagris, en los alrededores a la montaña donde se encontraba el castillo, listos para tomar el castillo en el momento que Rei se negara a la boda.

Rei permaneció hasta el anochecer ,decidiendo que hacer, encerrada en su habitación junto con Lafurne y Ryële. Rei no sabía que estaba siendo vigilada constantemente por aquellos dos.

Rei sabía del ejercito de Yuichiro. Si se negaba, no solo la mataría a ella sino que también aniquilaría a su reino. Si aceptaba, sabía que jamás se atrevería a ver a Radhamis.

Si es que algún día llego a verla nuevamente. Aquel pensamiento resonó en la mente de la princesa.

Las mismas preguntas que ayer habían hostigado su mente volvían.

¿Volvería a ver a Radhamis? ¿Dónde podría estar ella en este momento?

Rei sacudió su cabeza y se recostó boca abajo sobre su cama.

Habían tantas preguntas en su cabeza... Radhamis, su reino, el matrimonio forzado...

Se levantó y miro por la ventana, incapaz de estarse quieta en un solo lugar por mucho tiempo.

La desesperanza se iba apoderando de su mente al tiempo que el sol iba moviéndose anunciando poco a poco el final de día al esconderse tras las montañas del este.

Su habitación fue gradualmente oscureciéndose, y no hizo movimiento alguno por encender algún candelabro. Se quedó sentada en su cama, observando algún punto arbitrario de la superficie rugosa de la piedra sepia que compone la pared de su habitación.

Alguien toco a la puerta.

Rei no contestó. Mantuvo su mirada perdida en ese punto de la pared.

La puerta se abrió y una de las sirvientas asomó su cabeza al oscuro cuarto de su princesa.

"¿Que es lo que quieren?" Preguntó Rei fríamente, el cuarto estaba tan oscuro que la joven sirvienta no podía ver donde se encontraba la princesa.

Ante la fría respuesta de Rei, la pobre chica balbuceo unos momentos antes de poder decir tres palabras que hicieron hervir la sangre de la princesa con cegadora ira.

"...Su vestido de bodas."

Rei apenas pudo contener las ganas de gritar y golpear a la impertinente chica, pero se contuvo, la sirvienta solo estaba obedeciendo una orden seguramente.

Con el mismo tono de voz que antes, logró preguntarle quien enviaba el vestido. Inútil pregunta, pues ella ya sabía cual sería la respuesta.

"Su prometido, majestad" Dijo la chica inclinando un poco la cabeza en señal de respeto.

Rei no sabía porqué, pero no le sorprendía esto.

"Mi señora, ¿podríamos pasar a probarle el vestido?"

Rei no dijo nada por unos momentos, lo que Yuichiro estaba haciendo era obligarla a tomar una decisión en ese mismo momento.

Se levantó de la cama, miró en dirección a puerto a través de la ventana de su habitación... ya habían empezado a llegar barcos de guerra del reino de Labensrau. Habían tres ya anclados en el puerto y otros cuantos de camino. Ya no quiso contarlos, retiro su mirada de la ventana y con una derrotada sonrisa pensó que estaba acorralada... Ahora entendía porque Wiccan quería llevarla al monasterio en Luna con Radhamis... Así no tendría que aceptar casarse con Yuichiro y podría seguir al lado de la chica de Mavoria.

Rei sabía ahora que había visto las tropas de Labensrau que no tenía otra alternativa mas que aceptar...

Sintiéndose completamente derrotada, miró al piso y pensó, talvez con algo de consuelo, que no usaría el vestido de su madre para esa boda.

Rei suspiró, su aliento de pronto se tiñó de blanco... al igual que las exhalaciones de las sirvientas en la entrada de su habitación.

Al estar la habitación tan oscura nadie notó como dos personas vestidas en túnicas negras salían se de entre las sombras de una esquina de la habitación para observar a la princesa, con la mas fría de las miradas.

Rei entonces decidió que es lo que haría... Volvió a mirar por la ventana ya habían varios barcos más anclados en el puerto y los soldados estaban desembarcando ya.

"Radhamis..." Murmuro Rei en un tono en el que solo ella ya al parecer las Lafurne y Ryële pudieron oír. Ryële frunció el ceño mientras esperaba que Rei terminara de murmurar.

"...perdóname..."

Ryële apretó los puños y murmuro a Lafurne con una voz suave pero que al mismo tiempo denotaba rabia por desilusión.

"Manka tanya' sa illye lle del' nauvien a'onin...sani lle del' nid quel faarea ten' rya...Lle naiva fianwa don'i waara atane tanya' lle del' ( Si esa es tu cobarde decisión... entonces morirás como la humana asquerosa que eres..."

Diciendo eso la figura de la mujer en túnica desapareció tan sigilosamente como apareció, dejando a Lafurne en la habitación, mirando con cierto grado de lástima a la derrotada princesa.

Ella, con mirada ausente, dejó que sus demás sirvientas tomaran medias y la desvistieran y vistieran con varios prototipos de lo que sería un majestuoso vestido nupcial.

Sin realmente importarle si las diligentes sirvientas se daban cuenta o no, la princesa cerro los ojos y lloró en silencio mientras la vestían de novia.

Lafurne, al ver a la princesa y tratar de analizar la reacción de Ryële, quedo confundido.

Pensó que talvez Ryële se había apresurado en descalificarla como posible flor de la bestia.

A los ojos de joven de negra túnica, la princesa parecía estar genuinamente enamorada de la bestia y deshecha por toda la situación.

De cualquier manera, la flor de la bestia es aquella mujer de quien la bestia esté enamorada y esta mujer no necesariamente debe corresponderle.

Mientras Radhamis ame a la princesa esta bien podría convertirse en la flor. Este hecho confundía a Lafurne, no entendía porque Ryële buscaba que la flor amara a la bestia, cuando solo es necesario que la bestia tenga sentimientos por la flor.

Hasta ahora él solo estaba seguro de una cosa, que la princesa estaba enamorada de la bestia, un dato irrelevante en cuanto a la elección de la flor se refiere.

Lafurne, mientras observaba a Rei, se preguntaba que habría podido tener en mente Ryële para esa chica. Después de no hallar alguna respuesta lógica decidió deja el asunto por la paz... de todas formas ¿qué importaba? Esa chica moriría a manos de Ryële, no valía la pena preguntarse nada más acerca de ella...

Lafurne miró una ultima vez a Rei, antes de marcharse como lo había hecho Ryële...