Hola a todo el mundo…antes que nada debo decir que los personajes de este fic, el cual es el primero que escribo, no me pertenecen. Espero les agrade; espero sus criticas y comentarios!

Ch.1 Sentimientos reprimidos

Ya habían pasado varios años desde que Rin había llegado al lado de su amo Sesshomaru y del señor Jaken. Ahora ya no era una niña; al contrario, se había convertido en una hermosa mujer. Su cabello negro y largo brillaba bajo los rayos del sol, sus ojos color chocolate expresaban una gran alegría y su piel era tan blanca y tersa como la seda. Este cambio no había pasado desapercibido por los humanos ni por los demonios que constantemente iban al castillo de Sesshomaru a pedirle la mano de la joven. Sin embargo, y por extraña razón, el amo de las tierras de occidente siempre rechazaba a todos aquellos que se interesaban en la pequeña.

Rin había comenzado a fijarse en su amo de una manera completamente nueva y diferente a como estaba acostumbrada. La joven de 18 años solo se fijaba en la mirada fría de su amo y en su cuerpo lo cual a veces la hacía sonrojar y entristecerse al pensar que su amo Sesshomaru jamás se fijaría en una humana como ella.

Cierto día Rin salió al río que estaba cerca del castillo para tomar un baño de agua fría ya que la que había en el castillo estaba demasiado caliente para quitarse el calor de aquel verano. Cuando llegó al río se desvistió dejando caer su kimono al suelo, recorriendo su suave y ardiente piel. Minutos después estaba dentro del agua disfrutando de la sensación que ésta le provocaba cuando de pronto sintió como unas garras la levantaban por los aires. Un demonio que rondaba por los alrededores había percibido su aroma y al ver a una mujer tan bella como ella decidió secuestrarla para hacerla suya.

-Pero qué tenemos aquí…eres muy hermosa y ardiente para ser una humana

-Dejame, por favor, que alguien me ayude…

-Nadie te puede escuchar niña tonta

Rin comenzó a golpear al demonio quien se reía ya que los ataques de la chica no le hacían nada. El demonio la aventó al césped haciendola perder la conciencia por el golpe en su cabeza. Comenzó a abrirle las piernas cuando de repente sintió una quemadura insoportable en la espalda. Cuando volteó se percató de que Sesshomaru lo había herido

-Y quien demonios eres tu?

-Soy el amo y señor de estas tierras y ella es mi mujer así que será mejor que te largues…

-O si no qué?

Sesshomaru no estaba para juegos ya que percibió el olor a sangre proveniente de Rin así que sin pensarlo dos veces sacó su espada y atravesó al demonio haciéndolo desaparecer inmediatamente. Poco después se acercó a la mujer que yacía tendida en la hierba y al ver su hermoso cuerpo iluminado por el sol sintió una chispa de electricidad recorrer su cuerpo. La cubrió con su capa y la llevó al castillo.

Una vez ahí esperó a que Rin recobrara la conciencia ya que para curarle la herida debía de estar boca abajo y sin moverse. Cuando la chica abrió los ojos y vio a su amo no pudo evitar abrazarlo

-Amo Sesshomaru…dijo entre sollozos…gracias…

-Debemos curarte, dijo fríamente el youkai mientras Rin, quien aun seguía desnuda, pero cubierta con una sábana, se ponía boca abajo.

Al primer contacto de su amo, el cuerpo de la humana se tensó lo cual fue fácilmente percibido por el demonio al igual que el olor de las mujeres humanas en celo. No lo pudo evitar y una leve sonrisa se asomó por sus labios.

-Esto te va a doler un poco pero debes aguantar para que no se vaya a infectar la herida.

-Hai

Mientras tanto, no muy lejos de ahí se encontraba una bella sacerdotisa sentada bajo el árbol sagrado, admirando el cielo estrellado…recordando los buenos momentos que había pasado al lado de sus amigos. Kagome había tomado una decisión importante, la cual repercutiría durante toda su vida, sin embargo estaba segura de que era lo mejor para todos…para él .

Hacia poco tiempo que Kagome había comenzado a percibir una fuerza increíblemente potente hasta que cierto día decidió salir a investigar. Caminó y caminó sin rumbo hasta que su cuerpo la llevó al pie de aquella cascada en la que había salvado a Kikyou de la muerte. Al llegar se encontró con ésta:

Ki: Veo que aun no encuentras las fuerzas para irte a tu época

Ka: Pero que…K-Kikyou, preguntó temerosa

Ki: Escuchame muy bien Kagome, y escuchame con atención…quiero que te vayas. Inuyasha ya no necesita de ti ya que he vuelto para quedarme a su lado, como debería de haber pasado desde un principio. Podremos tener la vida que nos fue arrebatada hace ya muchos años…debes irte, entiendes? Inuyasha me ama al igual que yo a él y cualquier sentimiento que pudiese haber florecido entre ustedes es como consecuencia del recuerdo de mi persona que descansa en ti…tu eres mi reencarnación, después de todo.

A pesar de que la joven no lo queria aceptar, todo lo que Kikyou le había dicho era cierto…Inuyasha siempre había mostrado preocupación por Kagome pero jamás interés o un poco de cariño. Cuando comenzó a caer la noche, una tenue brisa comenzó a humedecer el ambiente y Kagome comenzó a acelerar el paso para evitar mojarse lo cual fue completamente imposible ya que la fuerza de aquella tormenta se acentuó hasta que el agua tocó la piel cubierta por el uniforme verde. Estaba tiritando de frío sin percatarse de que un hanyou se dirigía a toda velocidad hacia ella; segundos después…

I: ¿Qué estas haciendo aquí? Estas empapada, vamos, súbete a mi espalda, debemos llegar a la aldea para evitar que te enfermes.

Ka: Gracias, Inu…Yasha…cuando terminó de pronunciar estas palabras la joven se acerco al hanyou antes de caer desmayada. Afortunadamente unas fuertes y cálidas manos alcanzaron a agarrarla.

I: Kagome! Vamos Kagome, respóndeme, dime algo…demonios, está muy fría y se ve muy mal, no podré llegar a tiempo.

Así que sin pensarlo más Inuyasha se dirigió a una cueva que conocía, aquella en la que 62 años antes su amada Kikyou había cuidado de aquel ladrón.

Al llegar el joven se percató de que una fiebre comenzaba a apoderarse de su acompañante así que sin pensarlo dos veces prendió una fogata pero al ver que Kagome no se reponía…

I: Kagome…dios, no se qué estoy haciendo…por favor, perdoname…y diciendo estas palabras comenzó a quitarle el uniforme embriagándose a cada momento del aroma de aquella hermosa mujer

Su aroma es tan…delicioso, me pregunto cómo será el sabor de su piel y…sus labios…no, no debo pensar en ella de esa manera, yo amo a Kikyou / De verdad? A quién tratas de engañar/ qué? Quién está ahí?

Y de la nada salió un rayo luminoso el cual traía consigo la imagen de una bellisima mujer vestida con una largo kimono color verde esmeralda con grabados de dragones y aves fénix.

A: Mi pequeño hijo, estas tan confundido sobre ese sentimiento que te carcome cada día que no sabes si en verdad amas a Kikyou o a su reencarnación

I: M…ma…ma? Preguntó incrédulo mientras la imagen de esa mujer se acercaba al cuerpo de Kagome. Le puso una mano sobre el pecho de ésta y una calidez lleno el cuerpo de la myko quien comenzó a abrir lentamente los ojos. Segundos después la imagen de la madre de Inuyasha había desaparecido y cuando éste volteó a ver a Kagome se encontró con unos ojos llenos de tristeza, enojo y miedo.

Ka: Qué pasó aquí? Preguntó mientras se abotonaba la blusa que instantes antes el hanyou había abierto con torpeza

I: Yo…bueno…es que tu…

Ka: No importa, dijo en un tono que le heló la sangre al medio demonio, será mejor que nos vayamos y saliendo con paso firme de la cueva se dirigió a la aldea de la anciana Kaede donde sus amigos los esperaban.