BeyBlade y todos sus personajes no me pertenecen y son propiedad de bla bla bla…

Es mi primer fic así que sean pacientes y comprensivos, y no olviden dejar "review"…

El origen de Wolborg.

Capítulo 1:

El Encuentro.

Estaba decidido a escapar, quería estar sólo un momento, alejarse de todo aunque sólo fuera por un instante.

Se valió de las sombras para salir del lugar, y así, atravesando los obscuros pasillos logró lo que tanto anhelaba.

Corrió tan rápido como pudo y se perdió en la espesura del bosque que circundaba a la Abadía. Luego de mucho tiempo, se detuvo en una especie de claro. Se sentó a orillas del pequeño lago, disfrutando del silencio. Siempre venía aquí cuando necesitaba paz y tranquilidad, cuando se cansaba de que simplemente lo utilizaran, cuando se cansaba de que experimentaran con él.

Era una hermosa noche, las estrellas brillaban intensamente y la luna reflejaba su luz sobre la nieve, creando un efecto de destellos plateados que se esparcían por todo lo que estuviera cubierto de la blanca lluvia.

Había encontrado ese lugar desde que era pequeño, de la misma manera que hoy, tratando de escapar.

Miraba directamente la luna, deseando poder permanecer así, sin nada que lo molestase, escuchando sólo el sonido del viento a través de las hojas de los árboles. Noches tan agradables como ésta eran difíciles de disfrutar en el perpetuo invierno de Rusia.

Justo cuando pensó que, en ese lugar, nada podría salir mal, una fuerte y gélida brisa comenzó a soplar. Las copas de los árboles se agitaron bruscamente, empezó a nevar.

Entonces, de entre los árboles, una joven se mostró ante él. Corría, pero al momento de verlo se detuvo en seco.

Desde su lugar, ya de pie, la miró fijamente, examinándola. Sus ropajes blancos, que se asemejaban más a una túnica, parecían ligeros para usarse en un lugar tan frío, su cabello flotaba libre en la brisa cual si fueran finas hebras de seda y su piel era tan blanca como la nieve. La imagen de tal beldad lo hechizó, no podía dejar de mirarla y de igual forma ella. Era su turno de examinarlo: un extraño traje blanco que lo cubría perfectamente del frío, cabellos de fuego, piel pálida y sus ojos… ¡ah, sus ojos! Sus ojos fueron lo que más llamó su atención.

Azules tan claros y transparentes como el agua, tan llenos de nada, sin expresión alguna…

Permanecieron en ese aparente duelo de miradas eterno por algo más de tiempo hasta que la joven perdió el equilibrio y casi caía, recobrándose rápidamente.

De nuevo sintió ese malestar, mareo, debilidad… Había corrido demasiado, sin detenerse hasta ese preciso momento.

A pesar de que no se encontraban muy ceca el uno del otro, él se percató de que la inesperada visita no se encontraba en muy buen estado. Decidió acercarse lentamente.

Pronto el cansancio y el dolor se apoderaron de su cuerpo, imposibilitándole el mantenerse de pie por más tiempo. Desvaneciéndose, esperó que el duro golpe de la caída la aturdiese aún más, pero ese golpe nunca llegó. Para su buena suerte, el joven intruso la sostuvo con firmeza.

Lo último que vio, antes de caer en el profundo sueño de la inconciencia, fueron sus ojos…